Magis no 34

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LA EXPERIENCIA DEL MÁS EN PEDRO LEGARÍA. Trabajo realizado por las Hermanas Esclavas de Cristo Rey . Esperanza Ramírez. Pilar Osorio. Teresa Hoyos. Aura Patricia Patiño.



La experiencia del «MAS» en Pedro Legaria Armendáriz


• El P. Pedro se sintió amado así y al mismo tiempo sentía dentro de sí que el Espíritu le empujaba a amar de esta misma forma: con el mismo Corazón de Jesús. • La bondad, la ternura y la misericordia de Dios Padre, que ha experimentado en su propia vida, le da una sensibilidad espiritual muy fina que pone de manifiesto su celo apostólico: en una lucha clara contra el pecado y, por otra, en una “dulzura, suavidad y paciencia alegre” con los pecadores. • “¡Hijas mías en Jesús, sed santas, consumiros hasta el último aliento de vuestra vida por la gloria de Dios, arda vuestro corazón en celo por la salvación de las almas! ¡Esto es todo! ¡Esto es todo! ¡Lo demás, ilusión y mentira.”


Esto es transcrito en las cartas que envía a las Esclavas de Cristo Rey, en los que les presenta el estilo de vida que ellas deberán vivir para llegar a la santidad que Dios las llama. En sus palabras se encuentran los rasgos peculiares de su personalidad espiritual y el proyecto de vida para sus hijas, carisma espiritual y la misión a cumplir.


Amadas hijas en Jesucristo: Muramos antes de perder al Señor por el pecado. Una sola aspiración vehemente y constante tiene mi alma: Consumirme por mi amante Jesús; y este deseo quiero también que sea el vuestro; sed santas, hijas mías en el Señor, que es la única dicha de nuestras almas; no defraudéis mis esperanzas de que seáis humildísimas, obedientes y pobrecicas; en vosotras está la esperanza de la Congregación, vuestro ejemplo formará a las futuras hermanas. Que la humildad sea el fundamento de vuestra santidad; sin humildad, hijas mías en Jesús, todo es vano.


Desde Murchante, P. Pedro Legaria habla de su carisma como de una nueva naturaleza inseparable del espíritu de sus hijas. Consumirnos y agotarnos, constantemente en todo nuestro ser físico, intelectual y moral por la gloria de Dios y salvación de las almas y esto mediante una suave pero constante presencia de Dios que informe los actos más desapercibidos de nuestro ser, y cuya presencia constituya una jaculatoria viva constante y amorosa del sacrificio de nuestro ser al Corazón de Cristo Rey. A modo de conclusión: El itinerario espiritual hacia la perfección de la caridad es única. La obra de Dios está conducida con la paciencia de una pedagogía motivada por el amor. Así pues, el Espíritu viene al encuentro de una tierra que, por su propia naturaleza, es capaz de recibir su semilla.


EL MÁS EN EL CORAZÓN DE CRISTO


“Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua” (Jn 19,34) A través de los escritos del P. Pedro Legaria aparece su entrañable cariño al Corazón de Cristo como su máximo amor en la tierra y por lo mismo, como lo más característico y acusado de su espiritualidad y apostolado.


La devoción al Sagrado Corazón de Jesús abarca toda la vida de Jesús y su obra salvadora. Así la vive el Padre Pedro “¡VIVA JESÚS! Aprendamos de Jesús a ser mansos y humildes de corazón. No es mi ánimo, ni lo ha sido una sola vez, contristar vuestro corazón, sino llevaos al Corazón de Cristo y con esto a la cumbre de la perfección con el estímulo de la generosidad y del amor a quien tanto ha hecho por nosotros


Mi único tesoro sois Vos, Corazón divino, ni aspiro a otra cosa que a vuestro amor. Como medio práctico, sencillo, para conseguir esa vida de fe y de oración continua y para cumplir al propio tiempo mi Santo Voto de consumirme y agotarme por amor del Divino Corazón, cada hora postrado de rodillas, diré con gran recogimiento :


Corazón Eucarístico de mi amoroso salvador os adoro agradecido, desde lo más profundo de mi corazón. Ayudadme, ¡Jesús mío!, para que en esta hora no pierda la presencia de mi Dios, en vuestro Corazón santo; y dadme vuestra gracia para que me consuma y agote, durante ella, en todo mi ser, físico, intelectual, moral, sacerdotal, parroquial y de la Obra, por vuestro amor, por vuestra gloria, por vuestro reinado, por la salvación de las almas, por el reclutamiento de ejercitantes. Amén.

Este corazón continúa amando a cada ser humano con un amor personal, un amor inseparablemente divino y humano.


EL MÁXIMO AMOR A LA EUCARISTÍA

La Eucaristía es el sacramento de la vida por excelencia


LA DEVOCIÓN PREDILECTA DE DON PEDRO FUE LA EUCARISTÍA"

"Su fe en la Eucaristía era tan grande, que le oí decir Daría mi vida por confesarla y defenderla ante cualquiera. El amor que a este Sacramento del altar tenía era ardentísimo y a ese amor se unía un gran deseo de hacerlo amar y un incansable celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Por eso exclamaba: ¡Almas, muchas almas, Señor! No escatimare sacrificio alguno mediante el cual pueda hacer que las almas se salvaran.


En la Eucaristía descubre el P. Pedro, el don más precioso del

Corazón de Jesús. Este don testifica la locura y los extremos de este amor, amor que se abaja, que se humilla, que llega al anonadamiento Estaba profundamente persuadido de que un sacerdote no podría conseguir fruto alguno en las almas sin la ayuda de la gracia.


Su gran amor a la Eucaristía lo ponen de manifiesto los testigos: "Era un sacerdote ejemplar por su fe y por su rectitud. Lo consideraba devotísimo de la Eucaristía. Su vida era vivir la Eucaristía El Sagrario era el centro de toda su vida espiritual. No concebía su actividad desvinculada de la presencia eucarística. Jesús sacramentado, razón de ser de su vida apostólica. No aspiraba a otra cosa en este mundo más que a adorar a este divino Señor sacramentado, a consagrarse a El para siempre, a enseñar a sus feligreses a amarle y adorarle. Sentía profundamente que la presencia eucarística era el corazón viviente de su iglesia de Murchante.


P. Pedro estampó estas palabras: "Celebrar la Santa Misa con todo el amor de mi corazón; así lo hago siempre, es donde más gozo y donde más sufro la percepción de tentaciones y miedo. Es toda mi dicha. ¿Qué tiene que ver la dicha del anciano Simeón con la mía..


UN INTENSO AMOR A LA SANTÍSIMA VIRGEN


P. Pedro. Para él, María es la Madre y además modelo de identificación con Cristo. La experiencia de filiación mariana es luz que ilumina su vida de entrega. Descubre la hondura del corazón de la Virgen, la Madre, le abre su corazón Lo que él sentía por la Virgen está reflejado en una carta a sus religiosas:


Es hoy la Inmaculada. ¡Cuánto os diría de Ella! Su solo nombre es un canto de dulzura, de amor, de pureza; un compendio de todas sus grandezas: ¡qué tierna, qué dulce, qué bondadosa Madre! ¡Qué dulce y consolador es pensar en su amor!. Ella es la Esclavita del Señor, la pobrecita de Belén, la artesanita de Nazaret, la del Fíat obediente a los mandatos del cielo, la azucena purísima.

¡Cuánta virtud, cuánta grandeza


El P. Pedro Legaría se distinguió de un modo muy singular por su devoción a la Santísima Virgen. Un “Más” por la llamada “alégrate Virgen María” y un “menos” en la respuesta «He aquí la Esclava del Señor»


El “magis” es la palabra clave en María poseída por Dios y sin embargo se trata de un Dios encarnado, limitado en el tiempo, en el lugar, en la raza y en la historia que nos dará la clave del menos “minus”.


Precisamente así desde María pensó el P. Pedro Legaria a la Congregación que llevaría el nombre de Esclavas de Cristo Rey


El P. Pedro Legaria imploró siempre la protección de la Virgen con absoluta confianza y rendida voluntad. Trabajó incansablemente para estimular en sus feligreses el deseo de amar y honrar a María. En la Congregación, desde el comienzo, inculcó esta devoción como medio eficaz para conseguir vivir la vida religiosa de una manera verdaderamente auténtica.


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