Este ciclo de Kinetoscopio cineclub se une a la edición 107 de la revista, número que cuenta con un dossier dedicado al nobel Gabriel García Márquez, a su relación con el cine y las películas basadas en sus obras. Así, el ciclo “adaptaciones literarias” trae películas basadas en obras de escritores que han sido galardonados con el premio nobel de literatura. Al final de cada proyección tendremos un conversatorio moderado por Liliana Zapata: Ingeniera Administradora. Cinéfila y apasionada, entre otros, por el cine francés, argentino y español. Vinculada desde el año 2013 a la revista Kinetoscopio.
Literatura y Cine De Cómo el Cine se Convirtió en el Padre de los Escritores Por Oswaldo Osorio “…Entre cine y literatura es posible encontrar diversos puntos de contacto, préstamos, paralelismos y diferencias infranqueables, incluso malentendidos y mutuos prejuicios. El estudio de esta relación es un amplio campo aún no cubierto por completo y todavía no se sabe con exactitud a quién compete. Con el tiempo el cine adquiere su propio lenguaje y se aleja de la literatura como su referente primero. El ejemplo más simple de estas grandes diferencias que se establecen entre ambos medios es la capacidad de síntesis del cinematógrafo, ya que puede cubrir en una sola secuencia lo que a una novela normalmente le llevaría páginas enteras. El arte y la literatura, que desde hacía mucho tiempo buscaban la mejor forma de expresar el movimiento, encontraron soluciones definitivas y nuevas posibilidades con el advenimiento del cine. Pero evidentemente los resultados nunca serán los mismos, dadas las particularidades de cada forma de expresión, así pues, como lo explicara Jean Mitry, si el arte y la literatura traducen el movimiento, lo significan más de lo que lo expresan, esto debido a que no lo poseen. El cine, en cambio, no lo significa sino que lo representa, y si lo significa es con el movimiento mismo o por medio de éste. Esto nos lleva diferencias insalvables entre los elementos constitutivos de cada medio y a su lenguaje mismo. El lenguaje de la literatura, por ejemplo, es arbitrario. “La palabra revólver no dispara”, decía el semántico Kuroda. El cine, por su parte, también tiene sus limitaciones frente a la literatura. Una de las principales es que siempre se mueve en un perspectiva unidemensional con respecto al tiempo. En el cine todo está en presente, incluso los flashbacks, pues lo que vemos en ellos siempre nos es mostrado en presente, no es posible de otra forma. Por eso, el cine carece de los matices sicológicos que brinda el lenguaje mediante los modos y tiempos verbales. Entonces, así como la palabra revólver no dispara, el cine nunca podrá traducir a su lenguaje aquella metáfora poética del verso de Vallejo: “El traje que vestí mañana”. Es un reto que el cine no puede vencer. Sería como “cinematografíar” ese ya mítico párrafo de Cien años de soledad, en el que se habla en presente, pero luego en pasado y después en futuro que hace una nueva alusión al pasado. Por razones como éstas, la literatura siempre ha estado más abocada y ha tenido mayores recursos para recrear mundos interiores y hacer grandes reflexiones, y el cine se ha centrado más en la acción y en las anécdotas. Claro que después de la llegada del cine sonoro, el séptimo arte comienza a buscar estas formas de expresión, reservadas hasta entonces para la literatura, y los resultados son evidentes, primero de forma muy incipiente, pero luego, con autores como Ingmar Bergman o Michelangelo Antonioni, por sólo mencionar dos de ellos, el cine puede discutir y hacer interrogantes acerca de los temas más profundos.
El maridaje entre ambos medios, entonces, también crea un campo de convivencia, no sólo con el préstamo en doble vía de descripciones, ordenación de elementos narrativos o articulación de puntos de vista, sino también con la aceptación de similitudes como la que se presenta entre la sucesión de las imágenes en el cine y la de palabras en la literatura, propiedades que llevan a pensar en rasgos comunes como la secuencialidad y la temporalidad, o dicho de otra forma, es posible ver que el encadenamiento de los planos obedece al orden del discurso. Es bueno aclarar también, que muchos de estos elementos fueron originados en la literatura y luego retomados y perfeccionados por el cine, para después ser devueltos de nuevo a su medio original. En este sentido también funciona la figura de los espejos de que hablaba al inicio de este texto, y su mejor ejemplo, es la dependencia del cine negro con la novela negra de los años treina y cuarenta, y luego su posterior influjo sobre ésta. Por otra parte, nos encontramos con la incursión cada vez más activa de escritores en el mundo del cine, una incursión que se inició cuando autores como Scott Fitzgerald, William Faulkner o John Steinbeck aceptaron el llamado de Hollywood para escribir los guiones de muchas de sus películas. Incluso ha llegado a haber una interdependencia, la cual contempla una serie de obras literarias o cinematográficas en las que se produce una fusión de los dos lenguajes. Tendríamos como ejemplo aquellos textos “bastardos” etiquetados como ciné-romans; algunas obras de difícil catalogación como las novelas-filmes El poeta y la princesa o El cabaret de la cotorra verde, ambas de Pío Baroja; el cinedrama Vidas cruzadas de Jacinto Benavente o el poema cinematográfico La manzana de León Felipe. Igualmente, han existido estrechas colaboraciones entre guionistas y directores, o escritores que se han decidido a dirigir, como Jean Cocteau, Jean Genet, André Malraux, Susan Sontag o Marguerite Duras. También habría que anotar el acercamiento de algunos escritores al cine en la década del sesenta, movimientos como Angry young man o Noveau roman, tuvieron fructíferos contactos, con coincidencias ideológicas y estéticas, con el free cinema inglés y la nueva ola francesa, respectivamente. En este mismo orden de ideas, es preciso hablar de convergencias entre cine y literatura, como fue el caso de la concepción existencialista del hombre presente en la novela de Jean Paul Sartre o Albert Camus, así como en el cine negro norteamericano o en los filmes de Michelangelo Antonioni o Jean-Luc Godard...” *
•Fragmento del texto Literatura y Cine, De Cómo el Cine se Convirtió en el Padre de los Escritores, publicado en www.cinefagos.net
To Have and Have Not Tener y no tener
D: Howard Hawks. USA, 1944. 100 min.
Película basada en el libro Tener y no tener de Ernest Hemingway
Sinopsis Harry Morgan (Humphrey Bogart) se gana la vida en la isla de la Martinica alquilando su barco de recreo pero la situación derivada de la guerra en Europa hace que el negocio no prospere y tendrá que aceptar una misión de la resistencia francesa. “Solía decir que sólo los tontos se preocupaban y que él no se preocuparía nunca como para no poder dormir. Aunque evitara las preocupaciones mientras estaba despierto, volvían en cuanto dormía, y, como era viejo, la labor de zapa era fácil.” Tener o no tener, Ernest Heminway
The Killers
Los asesinos
D: Don Siegel. USA, 1964. 93 min.
Película basada en el cuento Los asesinos (The Killers, 1927), de Ernest Hemingway
Sinopsis Dos asesinos a sueldo llegan a una pequeña población y matan al empleado de una gasolinera: Ole Andrersen "el Sueco" (Burt Lancaster), que los estaba esperando. El detective Reardon (Edmond O'Brien) investiga el caso para la compañía de seguros de la que es empleado, a pesar de que su jefe le dice que no lo haga, por tratarse de un asunto de poca importancia económica. Reardon comienza a atar cabos y descubre que la vida de "el Sueco" estuvo llena de engaños y de crímenes, y que en todo ello tenía algo que ver la misteriosa Kitty Collins (Ava Gardner).
“Era más o menos de la misma talla que Al. Aunque de cara no se parecían, vestían como gemelos. Ambos llevaban sobretodos demasiado ajustados para ellos. Estaban sentados, inclinados hacia adelante, con los codos sobre el mostrador.” Los asesinos, Ernest Heminway
Steppenwolf El lobo estepario
D: Fred Haines, USA, Suiza, UK, Francia, 1974. 107 min.
Película basada en el libro El lobo estepario de Herman Hesse
Sinopsis ¿De qué extraño ángel o demonio está hecha nuestra personalidad?, ¿qué fuerzas y pasiones ingobernables llevan y traen nuestro yo por tortuosos caminos, más allá de los límites de nuestra conciencia?, ¿por qué el personaje de esta historia que ve cómo decae la sociedad burguesa, carece de energía para oponerse a su destrucción?. Una película que posee una hondura filosófica, como si en él se encontraran el vuelo lírico de Goethe poeta y narrador, de un Kant y un Nietzsche explotadores de la conciencia y la razón del hombre. EL LOBO ESTEPARIO es en suma una obra que señala una época crucial de la mentalidad y conducta humanas.
“Pero lo que él dentro de sí llama «hombre», en contraposición a su «lobo», no es, en gran parte, otra cosa más que precisamente aquel «hombre» mediocre del convencionalismo burgués.” El lobo estepario, Herman Hesse
Hong gao liang Sorgo Rojo
D: Yimou Zhang. China, 1987. 91 min.
Película basada en dos libros de Mo Yan, titulados en inglés Red Sorghum y Sorghum Wine
Sinopsis Una joven china se casa con el hombre que su padre ha dispuesto. Éste es un joven, que dicen que es leproso, hijo de un anciano muy rico y posee una destilería de sorgo. No obstante, ella se enamora de uno de los portadores del palanquín que la conduce a la casa del novio. Todo ello, en el libro, narrado por su nieto; entremezclando la historia con la lucha de los partisanos chinos durante la invasión japonesa, durante la segunda guerra mundial.
“Como dice el presidente Mao: la temperatura puede cambiar un huevo en un pollo, pero no puede tenerlo a través de una piedra. Y también dice Confucio: la madera corrompida no merece ser usada para esculpir, así como una pared sucia no merece pintura encima de ella. Pienso que todo está diciendo la misma cosa.” Sorgo rojo, Mo Yan
Yo, la peor de todas
Yo, la peor de todas
D: María Luisa Bemberg. Argentina, 1990. 105min.
Inspirada en el ensayo Las trampas de la fe, de Octavio Paz
Sinopsis Esta historia narra los últimos años de la célebre y bellísima Juana Inés de la Cruz, conocida en México como la Décima Musa, que se encierra a los veinte años en un convento para poder estudiar. En esa época, el Virreinato de la Nueva España está fuertemente custodiada por la Corona de España y por la Iglesia Católica, dos poderes muchas veces enfrentados. Toda la vida de Sor Juana está marcada por esas dos fuerzas.
“El enigma de sor Juana Inés de la Cruz es muchos enig¬mas: los de la vida y los de la obra. Es claro que hay una relación entre la vida y la obra de un escritor pero esa re¬lación nunca es simple. La vida no explica enteramente la obra y la obra tampoco explica a la vida” Las trampas de la fe, Octavio Paz