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Haití en medio del caos, el hambre y el cólera, se hunde en las manos de bandas

Criminales

En su desesperación por tener un respiro de la violencia, algunos haitianos creen que la única opción que les queda es aceptar una invasión desde el exterior. El asesinato de su presidente dejó al país caribeño que ya estaba en una crisis profunda por la pobreza y colera, en el caos total. Miles de haitianos intentan llegar a EE.UU., por mar y tierra, y se cree que en pocas semanas se verá un éxodo en balsas improvisadas, similar al que realizaron los cubanos, porque todos los residentes en este país están buscando como escapar de las bandas criminales.

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MIAMI. - El magnicidio del presidente de Haití el año pasado desencadenó una nueva ola de terror en el país caribeño. Pero, en los últimos meses, las condiciones de vida en el país se han desplomado a nuevos niveles atroces porque las pandillas cometen actos de una violencia tan extrema que la carnicería en las calles ha sido comparada con una guerra civil.

De acuerdo al New York Time, ahora, por temor a que la crisis humanitaria que azota a Haití pueda estimular la migración masiva hacia Estados Unidos y otros lugares, algunos altos funcionarios del gobierno de Joe Biden están presionando para enviar una fuerza armada multinacional al país, según afirman varios funcionarios y exfuncionarios, después de que el mes pasado el mismo gobierno haitiano hiciera un pedido parecido.

Pero Estados Unidos no quiere comprometer a sus tropas en esa estrategia, a pesar de que los funcionarios temen que el caos en Haití podría generar una ola aún mayor de refugiados hacia las costas estadounidenses.

La cantidad de haitianos interceptados por la Guardia Costera de EE. UU. en su intento de migrar a Estados Unidos ya se ha cuadriplicado desde el año pasado, y un número creciente navega en botes destartalados que muchas veces naufragan en las aguas turbulentas.

“Para el gobierno de Estados Unidos, la mayor pesadilla haitiana siempre ha sido un evento de migración masiva”, dijo Daniel Foote, quien se desempeñó como enviado especial de EE. UU. en Haití durante parte del año pasado. “Ya es algo posible: el próximo paso tendría tintes bíblicos, con personas cayéndose desde cualquier cosa que pueda flotar. No estamos tan lejos de eso”.

El mes pasado, el gobierno haitiano tomó la medida extrema de solicitar la intervención militar extranjera para frenar los disturbios que afectan al país. Fue un reconocimiento explícito de cuán desesperada se ha vuelto la inestabilidad en una nación que sigue profundamente resentida por las pasadas intervenciones extranjeras.

Aunque las fuerzas de paz de las Naciones Unidas estuvieron apostadas en Haití por última vez en 2010, llevaron el cólera al país, causando uno de los peores brotes de los tiempos modernos, según los científicos. Casi 10.000 haitianos murieron y el respeto por la ONU en Haití se “destruyó para siempre”, escribiría más tarde Ban Ki-moon, el secretario general de la organización en aquel momento.

Ahora, la gestión de Biden enfrenta la resistencia de diversos actores para reunir una fuerza multinacional, entre ellos los líderes militares estadounidenses que no quieren participar en una misión que requeriría una cantidad significativa de tiempo y recursos, afirmaron los funcionarios. Por ahora, los haitianos lidian con varias catástrofes simultáneas, sin recibir mucha ayuda de su gobierno, ni de nadie más.

La policía en China ha detenido a varias personas a causa de las protestas contra el gobierno que se han extendido por varias de sus grandes ciudades en los últimos días. Las manifestaciones presentan un desafío sin precedentes contra el presidente Xi Jinping. Las protestas que se iniciaron en respuesta a las restricciones por el covid en China a raíz de un incendio que mató a 10 personas en un bloque de apartamentos en Urumqi, porque los bomberos no pudieron llegar a tiempo, por las medidas restrictivas.

LONDRES. - “No queremos PCR, queremos libertad”, eso es lo que se escucha en China en las protestas por las nuevas medidas del Gobierno que buscan evitar que el virus se siga expandiendo por todo el país, un momento histórico en un país donde la gente tenía miedo de levantar su voz contra cualquier orden del presidente.

Desde Shanghái hasta Beijing, han estallado protestas en toda China en una inusual muestra de disidencia contra el gobernante Partido Comunista causada por la ira por la política cada vez más costosa de cero covid del país.

Jóvenes y estudiantes lideraron varios focos de manifestaciones en distintos puntos del país, con el epicentro en Shanghái. Sosteniendo folios en blanco, que se han convertido en el símbolo de estas protestas, y al grito de “¡queremos libertad!” o “¡abrid China!”, cientos de residentes del centro financiero del gigante asiático se congregaron en la calle Urumqi, homónima de la capital de la región de Xinjiang, donde el jueves murieron 10 personas en el incendio de un edificio.

Según atestiguan numerosos vídeos que han circulado a toda velocidad en redes sociales, de pronto, comenzaron a escucharse duros mensajes contra el Partido Comunista chino y su líder, el presidente Xi Jinping, al que le han reclamado que dé un paso atrás con un “¡Xi Jinping! ¡Dimisión!”, algo que hasta hace poco parecía raro y extraordinario en el gigante asiático.

Con la mecha prendida, el pasado domingo las protestas han llegado a la capital del país. Cientos de personas se han congregado en Pekín con proclamas como “¡No queremos PCR, queremos libertad!” junto al río Liangma, rodeados por un fuerte despliegue policial. Pasada la medianoche, hora local, las manifestaciones continuaban, pero con menor fuelle. Y en el aire flotaba la incógnita de si las protestas seguirán ganando intensidad en los próximos días.

La elección de la ubicación para la concentración de

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