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´ COMO ESAS OTRAS COSAS
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Preguntas Sí, todos somos moralmente correctos. Pobre perrito, pobre gatito, po bre chanchito, escribo las letras de género con x. Lo cierto es que al ca pitalismo le importa nada de estas cosas. Lo cierto es que el capitalismo trabaja directamente con una cosa que parece estar en todo ser huma no: el deseo. Lo cierto es que el terreno del deseo puede activarse con cualquier cosa: carne, mayonesa con huevo, osos polares vistos de cerca en pleno Buenos Aires, granja para “los más chiquitos” en vacaciones de invierno, yogur para ir al baño, yogur para la osteoporosis, el asadito del domingo, disfrutar de la vida, tener una familia y también, sí, también, “cosas” veganas. Martín Heidegger pensaba que en todo este mundo iniciado por los griegos que llamamos Occidente, faltaba la pregunta por el ser. Así, por ejemplo, ¿qué es una cosa vegana? ¿Con qué ideas que sostenen el mo vimiento vegano choca esa idea de cosa vegana? ¿Qué ideas sostenen este movimiento? ¿Hay un movimiento? ¿Qué es el movimiento vega no? Como ya Heidegger sabía, hay siempre más preguntas que respuestas en este mundo. El problema es que formular las preguntas es mucho más difícil que responderlas. O sea, percibir que ahí está el espacio, que ahí hace falta esgrimir una pregunta, eso es lo difícil. Así que empiezo por la primera: ¿qué es un producto, una cosa vegana? Una cosa vegana es una manufactura que no contiene ingredientes de
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origen animal. ¿Pero hay algún animal implicado en el proceso de producción? ¿Implicado en qué sentido? Hay dos sentidos, por lo menos, en los que un animal puede estar implicado en el proceso de producción: aportando parte de su cuerpo al producto, o sufriendo la pérdida o modifcación de su hábitat – y por lo tanto, de su vida – como consecuencia del proceso de producción. En el primer caso hablamos de productos no veganos, como la leche o las galletitas que tienen grasa animal. En el segundo, hablamos de productos veganos, como la leche de soja, que implica, no obstante, la muerte de miles de animales en el proceso de producción a través del uso de agroquímicos, la deforestación y la con taminación del agua y el aire en la obtención de soja. Hola, sí, les escribo porque no sé si el helado de agua es vegano. Hola, amigos, ¿los productos con trazas de leche son veganos? Hola, chicos, ¿el jabón querubín es vegano, no? Preguntas como éstas se multiplican en los blogs “veganos” sin que surja nunca la pregunta por el segundo caso. Como dijimos con Heidegger, siempre plantear las preguntas es más difícil que responderlas. El helado de agua, que se hace sin leche de pobres vaquitas que no ven la luz del día en su triste y corta vida, se vende en el mismo establecimiento en el que se consumen litros de helado hechos con la leche de pobres vaquitas que no ven la luz del día en su triste y corta vida. Los productos con trazas se manufacturan en líneas de montaje por donde
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pasan productos de origen animal. Las mismas líneas de montaje de la misma empresa. El jabón querubín no está testeado en animales pero la fábrica vierte sus desechos al mismo río donde viven peces que se mueren asfixiados. Ah, pero no en una mesa de testeo. No, no, eso no. Hace tiempo escuché a una mujer decir, en el marco de un almuerzo: “no, disculpen, pero yo no como nada que tenga productos derivados de animales”. “Ah, sos vegana!” – le dije. “No – me respondió – no soy vegana, sólo que no consumo nada que implique explotación animal”. “Mierda – me dije – ¡eso es lo que hacen los veganos!”. No. Esa respuesta que ella me dio me hizo despertar de un sueño que ya se estaba volviendo molesto. Vegano es el que no consume productos derivados de animales. Otra cosa (ella no le puso nombre) es pensar la explotación animal y tratar de intervenir sobre las causas. Eso me lleva a la segunda pregunta: ¿qué es el movimiento vegano, en tonces? En primer lugar, no hay un “el”, sino, a lo sumo, una disemina ción de proyectos y reuniones y cosas unidas vagamente por la idea de no ser partcipe de la explotación del resto de los animales. Este peque ño universo se puebla rápidamente de conceptos, límites, criterios de distnción, formas correctas e incorrectas de decir y de ser, argumentos, falacias. Y, como en toda definición se esconde el espacio de una minús -
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cula batalla, yo voy a intentar formar aquí mis filas. Pero, son sólo unas filas posibles. No-ser-partícipe-de-la-explotación-del-resto-de-los-animales es para mí el resultado del planteamiento de una pregunta anterior: ¿cuál es el derecho que nos asiste para decidir sobre la vida de los demás animales? Una primera respuesta – repetida sin mucha reflexión – es: el dere cho a sobrevivir. El hombre necesita de los animales para sobrevivir. Los necesita para alimentarse, vestirse, trabajar, entretenerse. Etcétera. El hombre. La siguiente pregunta, por lo tanto es: ¿el hombre? ¿Qué hom bre? ¿Se puede seguir usando ingenuamente ese término como si hubiera el hombre y no una multiplicidad infinita de individualidades que se comportan y viven de infinitas maneras diversas, con necesidades infinitamente diferentes? Creo que no. Entonces, aparece una de las preguntas más difíciles de formular realmente, de hacerse en la propia cabeza, con total claridad: ¿se siguen necesitando los animales hoy, por igual, en todas partes y por el hombre, hoy, que ya descubrimos infinitas formas de suplantar nuestra pobre adaptación al medio? La respuesta es no. O al menos, no siempre, no por todos, no por el hombre. Entonces, me pregunto: ¿sobre qué modos de organización que no im pliquen la explotación inútil de animales (y, ahí hay otra pregunta: ¿qué es un animal?) puede mantenerse este universo humano de las ciudades y la sobrevida y la belleza física y la familia? ¿Qué formas de organización fueron y son literalmen -
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te borradas del mapa para monopolizar una forma de consumo rápida e irracional, no meditada? ¿En qué laberintos de consumo nos sumerge el capitalismo? En laberintos que tienen la explotación animal como una de sus consecuencias, pero hay muchas otras. Hay un pasaje de Un mundo feliz, de Huxley, que aporta para pensar es tas preguntas: “No mucho tempo atrás, los Gammas, los Deltas y hasta los Epsilones habían sido condicionados de modo que les gustaran las fores; las fores en particular y la naturaleza salvaje en general. El pro pósito, entonces, estribaba en inducirles a salir al campo en toda oportunidad, con el fin de que consumieran transporte”. ¿Qué cosas, entonces, son militadas por el sistema para qué el humano así condicionado consuma? Creo que, de la respuesta a esta pregunta y de la visibilización del vín culo entre el consumo irracional de todo (comida, diversión, descanso, etc.) y la explotación animal, surge una línea para responder la pregunta ¿qué es – o qué podría ser –un movimiento vegano? En este sentido, pienso que un movimiento vegano o un movimiento Otra Cosa, que tiene presente el vínculo entre consumo y explotación animal, tene que analizar, desmembrar, exhibir, y atacar políticamente el consumo como forma de vida. Creo que toda otra línea de acción en dirección a la popularización de productos veganos, a facilitar el acceso
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a productos veganos, a llenar las góndolas de productos veganos, sigue presa de la misma lógica que tiene como punto de partida y de llegada la explotación animal: el consumo. Digamos, atacar la causa, antes que poner la energía en pensar paliativos para las consecuencias. Digamos, desarticular la lógica, antes que legitimar esa lógica poniendo “productos veganos” en su línea de montaje.
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Soy torta-puto-bi-pan-trans-feminista-ma rica y construyo otra forma de vida. Una vida más apacible, reduciendo, combatiendo o redirigiendo la violencia. Me cago en el discurso de la tolerancia, en el capitalismo y en la igualdad. Quiero poder vivir de otro modo. Rabia ante las fobias de identdades: clase, raza, sexualidad, género. ¿Y el especismo? ¿Y el consumo? Las identidades disidentes so mos radicales. Radicales porque vemos el mundo de un modo crítico. Porque nada de lo que ofrece el sistema nos brinda las estrategias para vivir libres. Porque proponen un sistema jerárquico en todo sentido. Ser disidente no es ser torta. Ser disidente es construir nuestras propias es tratégias de resistencia contra el orden hegemónico. Y esto no sólo tiene que ver con alianzas sexopolíticas. La disidencia elige la micropolítica para la acción. Micropolíticas para vivir. Y vivir es alimentarse. Y, entonces, ¿qué hacemos con el maltrato animal? ¿Qué hacemos con el sistema carcelario? ¿Qué hacemos con Monsanto? ¿Qué hacemos con las multinacionales? ¿Qué hacemos con el trabajo esclavo? ¿Acaso un matadero no reproduce la misma lógica del genocidio y la trata de personas? No consentimiento, violencia, supremacía de algunos sobre otros, asesinato, sangre, hacinamiento, tortura, son algunas de sus marcas. ¿Acaso Monsanto no es un gran hermano que nos vigila? El panóptico controla la totalidad de la agricultura nacional y trasnacional, monopo-
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liza las semillas y regula los modos de producción y fertilización, además de expandir el roundup, exponiendo a la población a enfermedades mortales y malformaciones genéticas. ¿Cómo es que podemos pensar en las lógicas del poder hegemónico en tanto disciplinadoras de nuestros cuerpos y nuestras sexualidades, pero no podemos pensarlas en clave alimentación? yo Elijo hablar de disidencia alimentaria. Y, no sólo de veganismo o antiespecismo porque no me alcanza. La disidencia nunca va a apoyar lo que capte el siste ma. No quiero supermercados veganos, ni góndolas especializadas. No me interesa que se regule el maltrato animal, ni que haya centros de recuperación de animales en cautiverio. No me interesan las leyes, ni las plantas de reciclaje que le sumen porotos al poder. Me interesa re vertir ese poder. Me interesa generar, compartir, expandir, otros modos de consumo libres. Quiero usar mis privilegios para acciones directas transformadoras. No creo que sea posible sin un cambio radical. Las urgencias sociales no tienen un orden jerárquico de prioridades, son una infnita red. ¿Cómo es posible que no veamos que la regulación de la ali mentación es un acto de violencia solapado? Animales mueren para que vos festejes que te sacaste las tetas, para que María se case con Teresa y para que Juan y Pedro se vayan a un crucero por el Caribe. Las semillas transgénicas, que nada tienen que ver con las travestis que laburan en 1 y 67, hacen que los tomates sean más pintones y que haya infinidad de tomates desechados en una rambla, desechos de verduras
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para un mundo cada vez más green. Cada vez hay más vegetarianos con el discurso de la protección animal, mientras le gritan al empleado del zoo “rata”. Vegetarianos de pan y queso: queso que viene de una vaca sometida a una doble violencia, sexista y especista. La leche de la vaca alimenta tus hijos no abortados. Cada vez más veganos que luchan por aperturas de supermercados que reemplacen a jumbo. Todo libre de ex plotación animal... todo para el consumo del nuevo nicho de mercado. El vegano que lucha por la vida sana mientras come hamburguesas de soja transgénica. El cool que reparte volantes antiespecistas acompañado de dos perros de razas con collares modernísimos en medio de la marcha del orgusho. Eso nada tiene que ver con alianzas y conspiraciones. Nada tiene que ver con la disidencia.
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¡basta de lesbotranshomofobia! ¿por qué? luchemos contra el patriarcado machista ¿por qué? ningún pibe nace chorro ¿por qué? educación sexual para decidir anticonceptivos para no abortar aborto legal para no morir ¿por qué? compañeros desaparecidos presentes, hoy y siempre… porque… esto es una trampa ¿lo es? guetos insurrectos cuerpos incorrectos actividades actividades actividades lo personal es político es que, compañeres, la lucha no sólo está en la calle o en el partido o en el colectivo lo personal es político y explotamos en sus plazas y sus casas y camas porque lo personal es político y nosotras, nosotras, luchamos por nuestros deseos, que son políticos, luchamos por nuestros cuerpos, que son políticos luchamos en las plazas denunciando tu machismo progre, tu capitalismo libre, tu heterosexualidad impuesta luchamos en las casas deconstruyendo tu familia nuclear, contra tu sen tarte a la cabecera de la mesa y contra nuestras madres siervas y con tra nosotras, nosotras, como extensiones de tu política personal porque
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ustedes, ellos, también son personales y políticos y ahí, ahí, ahí, ¿no es donde está la trampa? luchamos en las camas abriendo el culo a tu pija, cerrando la concha a tu pija, agarrando tu pija, sus pijas, y diciendo sin mi culo, sin mi concha, sin mi boca tu pija es sólo meo, tu pija no es nada, sus pijas no son nada y abro mi boca en las plazas y mi concha en las casas y mi culo en la camas y te digo basta, hasta acá, hasta acá porque luchamos en las plazas y en las casas y en las camas porque lo personal es político ¿no te das cuenta de la trampa? pero el supermercado no es personal el supermercado es lo público y, entonces ¿ya no es político? queremos cajeras travests y repositoras tortas y encargados trans y re marcadores putos. quiero deambular por las góndolas sin que tu cara me califique, sin que tu cara me clasifique, sin que me digas lo que puedo y no puedo… comprar porque lo personal es político y lo político también es público y eso público de donde nos quieren borrar también es personal y entonces, entonces déjenme deambular por las góndolas del supermercado y darle rienda suelta a mi deseo y, comprar carne, asado, bifes, fiambre, animales asesinados. yogurt, leche, crema, animales torturados, latas, de tomate, de arvejas, de duraznos al natu -
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ral, trabajadores explotados medioambiente destrozado. cocacola, que es una bebida y no una marca. cocacola, que es una bebida y no una estrategia. y alimentos empaquetados a base de muerte y explotación. quiero comprar, es mi derecho, es mi deseo. déjenme vivir a base de científicos idiotizados y animales torturados y empresarios multimillonarizados. déjenme deambular por el supermercado, que es lo público ¿no es privado? ¿no es privado? déjennos chuparles las góndolas-pijas y así ahorrarnos algunos centavos que caen en nuestros culos-alcancías, ahorros de toda una vida ¿caja fuerte? ¿bien cerrados? y lo personal es político, nuestros deseos son políticos por eso, por eso gritamos basta de violencia, basta de guerras, basta de violaciones, ni una agresión sin respuesta. a vos, nuestro señor, patriarcado, con tu boca machita y tus ojos gran hermano y tus brazos capitalistas y tu pene gran gran gran falo a vos, patriarcado madre de marica. a vos, patriarcado padre violador. a vos, patriarcado hermana y tu mejor amiga. a vos, patriarcado hermano y tu consolador les exigimos… a otros los denunciamos… a los otros los repudiamos… a los otros los escarchamos… a los otros nos indignamos cuando un chongo violador, viola. cuando a ese chongo violador lo atrapan, lo enjuician y lo liberan y cuando ese chongo violador vuelve a violar porque violar no es lo mismo que comprar. yo compro porque es mi
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deseo y ahí, ahí, ahí no, no, porque el chongo desea violar y no da, no da, su deseo. yo compro porque es mi deseo, un deseo que no violenta a terceros, no como el chongo y su deseo violador que destroza la vida de esa piba, pibas, bebés, niñas, hijas, esposas, amigas. el chongo nos viola y nos destroza la vida, nos vulnera, nos violenta y nos trata como si fuésemos su… mercancía que no es lo mismo que mi merca y mi alcancía que no es lo mismo que mi changuito y mi mercadería el chongo que viola el político que roba el policía que asesina y hace desaparecer los milicos y sus tanques y sus bombas pero, yo, nada que ver. yo lucho contra ellos. yo quiero un mundo más… piola yo no asesino a nadie con mi arroz con albóndigas yo no torturo a nadie con mi quesito untable y mis milanesas de soja yo no esclavizo a nadie con mi vestido de oferta y mis jeans de marca y mis zapas con toda la onda ¿de dónde viene? ¿cómo está hecho? ¿quién lo hizo? ¿qué es? ¿quién es? con mi mercadería no jodan no puedo, me cuesta, me gusta, qué le voy a hacer no puedo pensar no puedo pensar no puedo pensar en mi mercadería porque estoy luchando. yo lucho, contra el chongo violador y el policía torturador y el milico represor el grito ahogado de basta de trata… ¿de qué se trata?
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mi deseo es lucha… no puedo pensar mi deseo es lucha… no puedo mirar mi deseo es lucha… no quiero escuchar la radicalidad, muy anti el sacrificio, muy católico no. no. no mi deseo es lucha… no puedo pensar-me mi deseo es lucha… no puedo mirar-me mi deseo es lucha… no quiero escuchar-me es mi deseo es mi deseo es mi deseo si no puedo bailar cuando lo deseo no quiero tu revolución si no puedo comer lo que deseo no quiero tu revolución si no puedo comprar lo que deseo no quiero ni en pedo tu revolución si no puedo aniquilar a pesar de mi deseo no quiero tu revolución porque yo lucho por y deseo, yo deseo… otra cosa yo, soy una buena persona
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Disidencia. ¿Universal? Para nada. Entonces, ¿disidencia respecto de qué? Y, ahí aparece para nosotrxs la primera cuestión de la que tenemos que hacernos cargo. Si todavía creemos, luego de años tortuosos de psicoanálisis y reconstrucciones, resignificaciones, demoliciones y hasta devastaciones de mundos enteros en los que por obligación, sumisión, miedo, aceptación o elección, vivíamos, si todavía creemos en LAS ideas de familia, de comunidad, de amistad, de amor, de respeto, entonces nuestra disidencia no es universal. Hay conceptos que, aun habiendo sido incorporados a través de y gracias al sistema heteropatriarcalcapitalista, se nos hicieron cuerpo, su eliminación exige una labor introspectiva demasiado ardua y, además, su reconfiguración y apropiación pueden resultar poco nocivas y hasta gratificantes. Así es como hemos podido resignificar, a través de la experiencia propia y aje na, muchísimos términos que con anterioridad y por gentileza del simple acto preformativo de la enunciación nos programaban para una deter minada visión de mundo. A lo largo de los años hemos conocido familias que nada tienen que ver con mamápapáhijahijo; amistades que sacuden a ese amor unidimensional encarcelado en la pareja; comunidades que se construyen más allá de fronteras y territorialidades. Hemos hecho un laburo increíble en el repensarnos a nosotrxs, en el repensar a lxs otrxs, al mundo. Todavía labor constante para muchxs. Pero, hay conceptos que nuestra disidencia no acoge, ni ideal ni mate rialmente. No policía. Ni igual ni distinta. No policía. No capitalismo. Ni igual ni distinto. No capitalismo.
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No heteropatriarcado. Ni más ni menos friendly. No heteropatriarcado. Algunas veces hay que permitirse la radicalidad, a pesar de no poder evitar el estar metidx dentro y tener que seguir remándola, más que en dulce de leche, en un cago de dulce de leche. Entonces, otra vez: ¿disidencia universal? Para nada. Entonces…, esta mos hablando de… ¿moral?… ¿ética? Y, bue, ponele que sí. Ética, com portamiento, lo que hacemos, cómo y por qué lo hacemos, una política como forma de vida, de estar, de ser, si se quiere. ¿Disidencia ética y por tanto coherente? En lo micro, tal vez. Ética inquieta y narcisista, que se mira al espejo constantemente, se mira y se mira, se cuestiona, se pone a prueba, hace ejercicio, no se queda tranquila haciéndose la copada y la progre en Facebook y se entrena, se critica. Pero, en lo macro, poco étco e incoherente. Himen. Ser puto, lesbiana, bi, trans, travesti, queer, ne grx, gordx, sudaca, pobre, anarco, feminista, vegetarianx, veganx, es, to davía, en los albores del siglo XXI (calendario heteropatriarcal), ser poco étco, ser inmoral e incoherente para con SU moral, la de ellos, esos otros, porque, para muchas, son LOS OTROS (Nicole Kidman incluida). Moral y ética que tienen que ver con unos deseos y por eso mismo deben mantener vigilados a esos deseos todo el tempo. Vigilancia episte mológica de sí. O algo así. Y, aquí aparecen las menospreciadas, muchas veces censuradas, nega das, renegadas, muchas otras veces tomadas a la ligera, naturalizadas e incluso aceptadas, contradicciones. ¿Cómo no tenerlas en un mundo, un contexto, una circunstancia, un orden social y político como el actual? Guerras, bombas nucleares, par-
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celas lunares (por si explota todo), aceptación de la diversidad, derechos humanos, las derechas, los humanos, capitalistas, religiosos, etnocéntricos, antropocéntricos, egocéntricos. Pero, ¿qué hacer con estas contradicciones? La verdad es que no se nos ocurre mejor idea que aceptarlas. Lo dicen miles de libros de autoayuda. Lo dice nike: “just do it”. Entonces, ¡hola contradicciones! Moral y ética en la contradicción constante. No vamos tan mal. Nos pue de gustar Lady Gaga y soñar con un mundo no capitalista (si es que se puede soñar con lo que no se conoce); podemos odiar a Mcdonalds y morir por unas DC; podemos ser vegetarianxs y comer lácteos y huevos; podemos rechazar los ideales de la belleza hegemónica y querer estar lindas. Podemos todo eso porque es lo que nos pasa, no tiene sentido hacernos lxs otrxs. Y, ¿entonces? ¿Y nuestra disidencia? ¿Listo? ¿Ya está? Moral y ética en la contradicción constante y ya, fue. O… disidencia moral, ética disidente y esfuerzo. No importa el orden, o si están separadas por una coma o uni das por una y. La onda es aceptar que hay cosas de este mundo que no nos caben. Que eso que no nos cabe fue enjuiciado por nuestra visión de mundo. Aceptar también que, a veces, eso que no nos cabe está en nosotrxs mismxs. Aceptar que si no nos cabe alguna cosa tenemos que hacer algo al respecto. Aceptar que, en este orden político-social (no importa el orden o si están unidas o separadas por un guión), hacer algo disidente, contracorriente, ant, requiere un esfuerzo. Y, aceptar, ade más, que ese esfuerzo requiere, a su vez, intentos, miles de intentos.
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