LA POESÍA DEL 27.
TENDENCIAS POÉTICAS
TRAYECTORIA POÉTICA COMÚN • 1ª etapa (hasta 1927): Publican sus primeros libros. Siguen el magisterio de J. R. Jiménez. Cultivan:
Poesía pura Poesía neopopularista Poesía clasicista y gongorista Poesía vanguardista • 2ª etapa (1927-1939): publican libros importantes. Etapa de consolidación del grupo. Se aprecia la influencia de Neruda. Escriben:
Poesía surrealista Poesía neorromántica Poesía comprometida • 3ª etapa: (después de la Guerra Civil): dispersión del grupo.
UN GRUPO DE AMIGOS
LA POESÍA DEL 27. TENDENCIAS POÉTICAS
POESÍA NEOPOPULARISTA El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¿Por qué me desenterraste del mar? En sueños, la marejada me tira del corazón. Se lo quisiera llevar. Padre, ¿por qué me trajiste acá? Rafael Alberti, Marinero en tierra (1924)
POESÍA CLASICISTA EL CIPRÉS DE SILOS Enhiesto surtidor de sombra y sueño que acongojas el cielo con tu lanza. Chorro que a las estrellas casi alcanza devanado a sí mismo en loco empeño. Mástil de soledad, prodigio isleño; flecha de fe, saeta de esperanza. Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza, peregrina al azar, mi alma sin dueño. Cuando te vi, señero, dulce, firme, qué ansiedades sentí de diluirme y ascender como tú, vuelto en cristales, como tú, negra torre de arduos filos, ejemplo de delirios verticales, mudo ciprés en el fervor de Silos. Gerardo Diego, Versos humanos (1925)
POESÍA GONGORISTA SOLEDAD TERCERA (PARÁFRASIS INCOMPLETA) Conchas y verdes liqúenes salados, los dormidos cabellos todavía, al de una piedra sueño, traje umbroso vistiendo estaban, cuando desvelados, cítaras ya, esparcidos, por la del viento lengua larga y fría templados y pulsados fueron y repetidos, que el joven caminante su reposo vio, música segura, volar y, estrella pura, diluirse en la Lira, perezoso. Rafael Alberti, Cal y canto (1927)
POESÍA PURA Es la luz, aquí está: me arrulla un ruido. Y me figuro el todavía pardo Florecer del blancor. Un fondo aguardo Con tanta realidad como le pido. Luz, luz. El resplandor es un latido. Y se me desvanece con el tardo Resto de oscuridad mi angustia: fardo Nocturno entre sus sombras bien hundido. Aun sin el sol que desde aquí presiento, La almohada -tan tierna bajo el alba No vista- con la calle colabora. Heme ya libre de ensimismamiento Mundo en resurrección es quien me salva. Todo lo inventa el rayo de la aurora. Jorge Guillén, Cántico (1928)
POESÍA VANGUARDISTA COLUMPIO
Gerardo Diego, Imagen (1921)
POESÍA SURREALISTA VUELTA DE PASEO Asesinado por el cielo, entre las formas que van hacia la sierpe y las formas que buscan el cristal, dejaré crecer mis cabellos. Con el árbol de muñones que no canta y el niño con el blanco rostro de huevo. Con los animalitos de cabeza rota y el agua harapienta de los pies secos. Con todo lo que tiene cansancio sordomudo y mariposa ahogada en el tintero. Tropezando con mi rostro distinto de cada día. ¡Asesinado por el cielo! Federico García Lorca, Poeta en Nueva York
POESÍA NEORROMÁNTICA Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño. Allá, allá lejos; Donde habite el olvido. Luis Cernuda, Donde habite el olvido (1934)
POESÍA COMPROMETIDA
despedaza un pan reñido.
EL NIÑO YUNTERO Carne de yugo, ha nacido más humillado que bello, con el cuello perseguido por el yugo para el cuello. Nace, como la herramienta, a los golpes destinado, de una tierra descontenta y un insatisfecho arado. Entre estiércol puro y vivo de vacas, trae a la vida un alma color de olivo vieja ya y encallecida. Empieza a vivir, y empieza a morir de punta a punta levantando la corteza de su madre con la yunta. Empieza a sentir, y siente la vida como una guerra, y a dar fatigosamente en los huesos de la tierra. Contar sus años no sabe, y ya sabe que el sudor es una corona grave de sal para el labrador. Trabaja, y mientras trabaja masculinamente serio, se unge de lluvia y se alhaja de carne de cementerio. A fuerza de golpes, fuerte, y a fuerza de sol, bruñido, con una ambición de muerte
Cada nuevo día es más raíz, menos criatura, que escucha bajo sus pies la voz de la sepultura. Y como raíz se hunde en la tierra lentamente para que la tierra inunde de paz y panes su frente. Me duele este niño hambriento como una grandiosa espina, y su vivir ceniciento revuelve mi alma de encina. Lo veo arar los rastrojos, y devorar un mendrugo, y declarar con los ojos que por qué es carne de yugo. Me da su arado en el pecho, y su vida en la garganta, y sufro viendo el barbecho tan grande bajo su planta. ¿Quién salvará a este chiquillo menor que un grano de avena? ¿De dónde saldrá el martillo verdugo de esta cadena? Que salga del corazón de los hombres jornaleros, que antes de ser hombres son y han sido niños yunteros. Miguel Hernández, Viento del pueblo (1937)
GALOPE Las tierras, las tierras, las tierras de España, las grandes, las solas, desiertas llanuras. Galopa, caballo cuatralbo, jinete del pueblo, al sol y a la luna. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! A corazón suenan, resuenan, resuenan las tierras de España, en las herraduras. Galopa, jinete del pueblo, caballo cuatralbo, caballo de espuma. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie; que es nadie la muerte si va en tu montura. Galopa, caballo cuatralbo, jinete del pueblo, que la tierra es tuya. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! Rafael Alberti, Capital de la gloria (1936-1938)
POESÍA EXISTENCIAL INSOMNIO Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
Dámaso Alonso, Hijos de la ira (1944)