LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE (Fábula indostánica) John Godfrey Saxe John Godfrey Saxe I (Vermont, 2 junio 1816 a Albany, 31 marzo 1887) fue un poeta estadounidense conocido por su re-narración de la fábula india "The Blindmen and the Elephant" (Los ciegos y el elefante), introduciendo así la historia para un público occidental. Fue un reputado orador.
Personajes: Ciego 4: Carlos J. Ciego 5: Patricia Ciego 6: Rubén Guía: David Casares Ayudante: David Lumbreras Narrador: Arturo
Niño: Juan Carlos Niña: Laura S Ciego 1: Laura G. Ciego 2: Victoria Ciego 3: Diego
Escenografía: Una ciudad árabe. Un elefante en papel continuo Personajes vestidos como árabes, con túnicas y turbantes Los seis ciegos con gafas de sol y bastón. Comienza la música “En un mercado persa” de Albert W. Ketelbey
REPRESENTADA POR EL ALUMNADO DE 6º EP DEL CEIP ALBA PLATA DE CÁCERES Navidad 2012 1
Narrador (Arturo): Vamos a representar un cuento islámico con moraleja. Estad muy atentos para entenderla. Estamos en un mercado de Bagdag con toda su alegría y su bullicio. Salen el guía y el ayudante con unos sacos. Se recogen. Salen los ciegos y se vuelven a recoger. Unos niños juegan en cuclillas. Se para la música y se oye al ayudante del guía: Ayudante (David L) (Sin que se le vea): Abran paso, abran paso… El niño se levanta y hace pantalla con las manos delante de los ojos. Niño (JCarlos) (Gritando): ¡Un elefante! Viene un elefante. Qué maravilla… hacía mucho tiempo que no llegaba ninguno. Niña (Laura S): ¿Y pasará por esta calle Mustafá? Sería estupendo. Niño (JCarlos) (se aleja un poco hacia las cortinas): Sí, sí viene, va a pasar por aquí… ¡Eh! Venid todos… Vamos a verlo pasar. Está a punto de llegar… Niña (Laura S): ¡Venid, venid… mirad… salid de vuestras casas… Es un elefante enorme. Niños (JCarlos y Laura S): ¡Qué maravilla! Narrador (Arturo): Y seis ciegos que vivían por allí cerca, escucharon el griterío por lo que decidieron salir de sus casas para tratar de averiguar qué sucedía. Los seis ciegos van entrando despacio a escena con sus bastones. Ciego uno (Laura G): Yo no sé cómo es un elefante. Ciego dos (Victoria): Yo tampoco lo conozco. Ciego tres (Diego): Ni yo, nunca lo he visto. Ciego cuatro (CarlosJ): Me gustaría saber cómo es un elefante. Ciego cinco (Patricia): Esperaremos a que pase por aquí y podremos tocarlo. Ciego seis (Rubén): Lo tocaremos con las manos. Nuestros dedos son nuestros ojos. Narrador elefante.
(Arturo):
Y así fue como decidieron acercarse para tratar de averiguar cómo era un
Entra el Guía y su ayudante empujando al elefante. Ayudante (DavidL): Abran paso, señores, dejen pasar a este gran y magnífico elefante que viene de la India... Guía (David C): ¡Apártense, apártense! No les vaya a pisar un callo. No me hago cargo de sus imprudencias. Ciego uno (Laura G): (Avanzando): Buen hombre, deja a estos pobres ciegos tocar a tu elefante. Queremos conocerlo.
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Guía (David C): Está bien, pueden acercarse uno por uno. Es mansito, no le tengan miedo. Es bueno. Alí (hablando a su ayudante). Échale una mano a esta buena gente. Ciego uno (Laura G): (Avanza ayudado por el ayudante y toca el cuerpo del elefante): Ummmmm... ya me doy cuenta de la forma de este el elefante es igual a una pared y no muy lisa por cierto. Ciego dos (Victoria) Se acerca y le toca una pata y replica: No, no es cierto lo que dices. (vuelve a tocar) El elefante es igualito a un árbol. Lo noto perfectamente. (Se retira). Ciego tres (Diego) (Le toca un colmillo): ¡Mentira y mentira! Mis manos me dicen claramente que el elefante es muy parecido a una lanza. Yo diría que es igual. (Regresa a su lugar). Ciego cuatro (Carlos J) (Se adelante y le toca una oreja): Estáis completamente equivocados. Yo también lo estoy tocando y estoy seguro de que es como un gran abanico, y mis dedos no me engañan. (Vuelve a su lugar). Ciego cinco (Patricia) (Le toca la trompa): Pues a mí no me engaña nadie; estoy seguro de que el elefante es parecido a una serpiente. (Vuelve a su lugar). Ciego seis (Rubén) (Le toca la cola) ¡Ninguno de vosotros sabe cómo es el elefante! Yo opino que es como una cuerda que sirve para atar bultos. (Regresa a su lugar. Todos se agitan). Ciego uno pared.
(Laura G)
¿Cómo te atreves a insultar de esa manera? Estoy seguro de que es una
Ciego dos (Victoria) Os digo que es un árbol. Ciego cinco (Patricia): ¡No! ¡Es una serpiente! Ciego tres (Diego) ¡Qué serpiente ni qué nada! ¡Estoy seguro de que es una lanza! Ciego cuatro (Carlos J): ¡Mentira! Es un abanico. Ciego seis (Rubén): (Grita) ¡Es una cuerda, una cuerda! Todos tratan de pegar a los demás pero no siempre atinan. Se hace una gran confusión y todos hablan al mismo tiempo. Todos en desorden: (Laura G):
A mí nadie me contradice... Es una pared... (Rubén): Es una cuerda... ¡Toma!... (Diego): Una lanza, una lanza... (Carlos J): No, un abanico, te digo que un abanico... (Victoria): Un árbol, es un árbol... (Patricia): ¿Quién me ha pegado? ¡Ay mi espalda! Guía (David C) (Lucha por separarlos y esquiva los golpes). ¡Calma, calma! ¡Ya vale! ¡estaos quietos!... Oid... escuchad... atended... Os lo explicaré todo. (Se va haciendo poco a poco el silencio. Todos resuellan, se quejan). Todos creéis que tenéis razón, pero ninguno la tiene por completo. ¿Sabéis por qué? Todos: ¿Por qué? ¿Por qué? Se sube sobre un banco
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Guía (David C): Porque cada uno de vosotros tocó una parte del elefante. El que tocó el cuerpo pensó que era una pared. El que tocó la pierna creyó que era como un árbol. El que tocó uno de los colmillos se imaginó una lanza. El que alcanzó a tocar la oreja se figuró un abanico. El que tocó la trompa se acordó de la serpiente… Ayudante (David L): Eso es, y el más bajito, que sólo pudo alcanzar a tocar la cola, estaba seguro de que el elefante era como una cuerda. Ciego cinco mucho.
(Patricia):
Ahora lo entiendo. Sí, eso fue lo que pasó y nos hemos enfadado
Guía (David C): Os habéis enfadado tanto que hasta os habéis dado de palos. Ciego uno (Laura G): Nos hemos portado como auténticos tontos. Ciego dos (Victoria): En lugar de pensar, nos hemos enfadado y nos hemos puesto tercos. Ciego tres (Diego): … Y furiosos. Ciego cuatro (Carlos J): En lugar de tratar de entendernos. Ciego cinco (Patricia): Porque todos teníamos un poco de razón. Ciego seis (Rubén): Pero ninguno tenía la razón completa. Ayudante (David L): Claro, para conocer la verdad hay que conocer todas sus partes. Ciego uno (Laura G): Te damos las gracias, y también al elefante, por habernos enseñado que es mejor ponerse de acuerdo y tratar de conocer toda la verdad. Niña (Laura S): Nadie posee la verdad absoluta. Ciego dos (Victoria): Seamos amigos de nuevo. Niño (JCarlos): Es mejor dialogar que pelear. Ciego tres (Diego): Conozcamos bien al elefante. Todos van circulando alrededor del elefante tocándolo. Narrador (Arturo): MORALEJA: Así sucede cada día en infinitas discusiones; quienes disputan, cada uno estima justas sus razones, y discuten, juzgan, definen, sin más, ¡A un elefante que no vieron jamás! Telón
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