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El Mar Menor, modelo de la crisis medioambiental planetaria.
Una iniciativa para protegerlo: ILP Derechos para el Mar Menor
Área de Medio Ambiente La Intersindical de la Región Murciana
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Ecología vs. modelo socioeconómico
Desgraciadamente el, casi inevitable, colapso al que hemos sometido a esta maravillosa marisma salada, es un claro ejemplo de los efectos de la depredación humana sobre el resto de vida y de ecosistemas de la Tierra.
Hasta no hace tanto, esta joya humedal y ecosistema asociado se mantenía en equilibrio con la actividad humana; eran tiempos en los que la avaricia empresarial, política y ciudadana aún no había encontrado las fórmulas con las que satisfacerse. Rodeado de una agricultura minifundista y adaptada al entorno, un pequeño casi inexistente turismo, y unas poblaciones ribereñas pensadas para hogares habituales, la primera vivienda, el Mar y su cuenca reabsorbían, reciclaban e integraban, sin mayor problema, toda huella que la actividad humana dejara.
Pero, hacia el inicio de la década de los 60 del pasado siglo, comenzó la ruptura de este equilibrio con el impulso de la agricultura intensiva que, con la llegada a finales de la siguiente década del agua del Trasvase Tajo-Segura, supuso un exponencial y demencial aumento de la producción agrícola, aún hoy en ascenso, a costa de la sobreexplotación de acuíferos, de recursos naturales del entorno y del vertido descontrolado de residuos contaminantes.
El auge de esta modalidad agrícola coincidió en el tiempo con el bum de otra industria que, como la agroindustria, aún sigue en un alocado incremento de actividad sin mirar las consecuencias medioambientales; hablamos del negocio turístico masificado, el cual trajo consigo una explosión urbanística, que complementada con una depredadora actividad urbanizadora, promovida por el negocio de la construcción, vendió el sueño de la posesión de una segunda residencia como reafirmación de clase a la incipiente clase media. Con los correspondientes derroches y abusos de recursos, y de producción de basuras y desechos contaminantes que ambas generan.
Esto es posible porque el modelo socioeconómico vigente ha asentado, muy fuertemente, en el pensamiento social mayoritario que no importan cuantos recursos sean necesarios, ni cómo se consuman, o qué efectos colaterales conlleven mientras de ello se obtengan beneficios económicos, con la falaz máxima capitalista de que así se crea riqueza colectiva.
Gestando el ecocidio
Así, con esta visión egoísta, el ecosistema de la cuenca del Mar Menor ha tenido que soportar, entre otras agresiones, el aumento incontrolado de superficies cultivables por medio de la roturación de vastas extensiones de tierra, con técnicas de nivelación y adecuación de terrenos a favor de que el drenaje y las escorrentías rápidamente alivien hacia la laguna, de modo que no solamente se eliminaban los filtros y barreras presentes en el medio natural y en la agricultura tradicional, sino que, además, se aceleraban los vertidos contaminantes a la albufera desde estas grandes extensiones; todo justificado por esa imposición quimérica de que a una mayor producción, una mayor riqueza en bien común.
El crecimiento aberrante de puertos deportivos sobre el espacio marítimo, construidos bajo la premisa de procurar una mayor rentabilidad turística, y el aumento de paseos marítimos, para los que, si era necesario, se usurpaban terrenos propios de la costa, en aras, en este caso, tanto del incremento del beneficio económico vía turismo estacional, como del turismo de segunda residencia, trajo consigo la consiguiente alteración de los flujos naturales de las corrientes marinas y ciclos biológicos relacionados.
Siguiendo con esta cortedad interesada de miras, como casi siempre en este pensamiento hegemónico, en lugar de evitar el daño como solución óptima, las propuestas de solución se basan en huidas hacia adelante, desacreditando el problema o sus orígenes; proponiendo irreales soluciones de ingeniería, colectores, tanques de tormenta o filtros verdes; o trasladando el problema de vertidos a otros entornos naturales que actualmente no aparentan estar en peligro; sí, de pena, pero cierto, una de las propuestas es la habilitación de desalobradoras y sistema de canalizaciones para conducir los desechos resultantes al Mar Mayor.
Esta situación, que venía mostrándose de forma “anecdótica” mediante anómalos colores verdes, producidos por la eutrofización tras los vertidos de nitratos y otros elementos desde la agroindustria, se evidenció trágicamente al producirse la anoxia masiva de miles de peces y otras especies habitantes de la albariza murciana.
Solo tras la pérdida de la mayoría absoluta del Partido Popular se conseguía forzar una ley de protección del Mar Menor, que llegaba tarde, tan solo un año después se produjo la anoxia. Una ley, por cierto, con muchas deficiencias en su objetivo protector, deficiencias denunciadas por grupos ecologistas y por la plataforma constituida en su defensa, Pacto por el Mar Menor.
ILP para proteger el Mar Menor
En defensa de la laguna salada y su cuenca ante esta continua dejación de los sucesivos gobiernos regionales y locales, y frente a la continua presión de los grupos de poder para evitar poner en marcha medidas de protección que limiten sus beneficios, se constituyó la plataforma ILP Derechos para el Mar Menor, que lanzó la Iniciativa Legislativa Popular para el reconocimiento de personalidad jurídica a la laguna del Mar Menor y su cuenca. Con el convencimiento de que solo dotando a este pequeño mar de personalidad jurídica propia, se podía obligar a los poderes públicos a ejercer la protección debida, a la par que para conferirle una mayor capacidad de defensa con eficacia judicial contra quienes atentan contra su salud, ya que, de salir adelante, cualquiera puede exigir en nombre de la laguna la defensa de sus derechos.
Como rasgos más destacables de la iniciativa destacamos:
- Una gobernanza autónoma de la laguna como ecosistema merecedor de protección en sí mismo, pasando de mero objeto de protección a ser un sujeto inseparablemente biológico, ambiental, cultural, y espiritual.
- Se reconoce al Mar Menor y su Cuenca los derechos a la protección, conservación, mantenimiento y en su caso restauración a cargo de los gobiernos y los habitantes ribereños.
- Se creará una tutoría y representación legal de la laguna que contará con un representante de la Administración Pública y un representante de la ciudadanía de la comunidad ribereña, una Comisión de seguimiento; y un Comité Científico asesor.
- Cualquier persona física o jurídica está legitimada a la defensa del ecosistema del Mar Menor en los tribunales.
(Enlace a la web de la ILP https://www. marmenorpersona.legal/p/informacionlegal.html Aprovechamos este artículo para invitarte a que participes con tu firma, y con la implicación como fedataria o con la colaboración por parte de tu organización en el impulso de la recogida de firmas).
No sabemos si podremos salvar el Mar Menor, pero no será por falta de implicación ciudadana que, por cariño a este pequeño paraíso natural o por sensibilidad hacia el entorno natural, está respondiendo con entusiasmo a favor de ello, costará esfuerzo pero creemos que lograremos llevar la iniciativa al Congreso, donde será fácil que se comience una realista vía de protección.
Lecciones que debemos divulgar
En apenas 60 años, actividad económica e irresponsable humana por medio, hemos llevado a este pequeño mar de ser un paraíso de flora, fauna y humano, a estar al borde del colapso.
Hay una evidente lección que deberíamos aprender y explicar al resto del mundo, y es que formamos parte de la vida en la Tierra. En este ecosistema que habitamos todo está relacionado, y si vivimos de espaldas y contra nuestro entorno, puede que tarde más o que tarde menos, pero todo daño que hagamos tendrá repercusión, y se nos devolverá perdiendo la única riqueza que no se puede comprar, ni reparar una vez acabada, la vida.