ESCUCHA...

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LA ESCUCHA… DE NUEVO OTRA REFLEXIÓN…Y ES LA TERCERA


El que el Racó se ponga en contacto con todos y cada uno de los hermanos siempre es un gozo añadido. Es decir, aparte de los infinitos dones que el Señor en cada momento nos depara, los aumenta con vuestra disponibilidad, acogida y las respuestas tan hermosas, aleccionadoras y profundas que nos llegan. Es por ello que ponernos en contacto es, en primer lugar ponernos a la escucha, que, en este caso, es doble: ESCUCHA DE DIOS. Es una actitud serena, sencilla y a la vez profunda. Son las combinaciones, fijaos bien hermanos, que conducen al verdadero diálogo con Dios. Con ellas siempre se llega a contactar con los verbos evangélicos, expresión visible de comunicación divina; verbos que, con frecuencia, queremos eliminar de nuestra vida. A saber: RECIBIR… ¿Por qué será que hay hermanos que sólo reciben disgustos, conflictos, tristezas…? Cuando se recibe desde Dios, cambia de perspectiva todo aquello en lo que nos desarrollamos. Al recibir, le hemos dado contenido nosotros a nuestra vida. Hay plenitud. No hay nada más triste que una vida vacía. Sólo recibirá, junto con alguna alegría transitoria, que, en la mayoría de las ocasiones, será evasiva, un sinfín de situaciones negativas, que agostarán poco a poco el corazón. A este verbo evangélico recibir, al que le corresponde el pedir, se llega al atravesar, sin pausa y sin prisa, el laberinto de la propia complicación, en la que, por exigencias sociales, decimos, caemos y nos despeñamos. No olvidemos, DETRÁS, ES DECIR, MÁS ALLÁ DE LO QUE SUFRIMOS Y NO ENTENDEMOS, ESTÁ DIOS QUE NOS QUIERE HABLAR. Y, SI SOMOS SENCILLOS Y A LA VEZ PROFUNDOS, LO ESCUCHAREMOS CON CLARIDAD. No hay nada más claro, elocuente y eficaz que la voz de Dios, cuando nos ponemos en el lugar oportuno, que es aquel en el que, en medio del huracán, nos hace disfrutar de la brisa; en medio del oleaje, la caricia de la pequeña ola oportuna sazona el espíritu; y, fríos y helados y dominados por nuestra propia sequedad, sabemos lamer la gota refrescante de un Dios, que, amorosamente, nos acompaña. (Analiza aquello que recibes en tu vida. Aquello que más te domina).


Hay otro verbo evangélico que hemos de valorar con mucha claridad. Es… HALLAR…ENCONTRAR. En todos los órdenes de la vida aparecen las típicas personas, que ya están de vuelta en la vida. Han desistido, han bajado los brazos y la indiferencia y acomodo se han apoderado de ellas. Y suele ocurrir con mayor frecuencia en aquellos que han estado muy metidos en movimientos de iglesia. Parece que la limitación, que han experimentado en sus vidas, los haya precipitado en la inercia de la indiferencia y desilusión. (Hay que analizar con profundidad qué es lo que motiva nuestra actividad. No se puede ser víctima del vaivén ilógico de las realidades de la vida. Entra en ello, lo escribes y nos lo mandas). No olvidemos, al verbo encontrar, le corresponde el verbo buscar. No hay hallazgo, sin búsqueda. Puede darse, porque para Dios no hay nada imposible, en el campo de la realización de las personas; pero la sorpresa del hallazgo, hablando en términos humanos, es proporcional a la intensidad de la búsqueda, que es, diríamos, la ventana que nosotros abrimos, para que se airee nuestro interior. Somos nosotros los que le damos permiso a Dios, para que entre en nuestra vida. Nosotros le abrimos la puerta a Dios. Y Él, el Señor, mientras tanto, espera sentado a la puerta de nuestra casa. Y a todo esto, el hallazgo será sorpresivo, hecho de insignificantes detalles y tan alcance de nuestra mano, que nos extrañará no haberlo descubierto antes. Son así las cosas de Dios, profundamente infinitas y profunda y visiblemente humanas. No hay nada ni nadie que nos haga penetrar tan profundamente en nosotros mismos como el Señor. Hay caminos humanos que aumentan nuestro propio conocimiento. El Señor, en cambio, nos hace penetrar en nuestro misterio, que se convierte en plenitud, en un río de esperanza y en un huracán de amor. Experimentado este camino, no hay posibilidad humana de detenerlo ni agostarlo. ES EL VERDADERO HALLAZGO DE LA VIDA. EL GRAN TESORO POR EL QUE VALE LA PENA DEJARLO TODO Y SEGUIRLO. (¿Te cansas de trabajar por los demás? ¿Te pueden las dificultades, los problemas? ¿Es grande tu capacidad de sacrificio? O, ¿depende de la contraprestación?)


Nos queda aún otro verbo evangélico. Es el lenguaje de Dios. Es así como Él se nos manifiesta y lo hemos de aceptar, conocer y asimilar. Es el verbo: ABRIR. La sociedad de hoy nos ha hecho muy individualistas y encima desconfiados. No abrimos a todo el mundo. Necesitamos antes saber y conocer quién es el que quiere entrar en nuestra casa. Y añadimos: es que hoy no te puedes fiar de todo el mundo. Es decir: lo justificamos. Es una manera de quedarnos más tranquilos. Lo que ocurre es que esto mismo lo trasladamos a nuestras relaciones de unos con otros e incluso a nuestro trato con Dios. Y así, abrimos las puertas de nuestro corazón a quien… ---ES NUESTRO AMIGO… Y cerramos nuestro corazón a quienes, de verdad, nos necesitan. La correspondencia de este verbo evangélico no es con el de cerrar, sino con el de llamar, con lo cual no excluimos nunca a nadie, abrimos a quienes nos llaman. Y ya sabemos, si actuamos desde la libertad de nuestro corazón, distinguiremos, con claridad, a quienes debemos abrir siempre, con preferencia, los pliegues de nuestro interior. Cerramos las puertas de nuestro corazón, cuando somos víctimas de nuestro… ---SOLIPSISMO, variante de nuestro sentirnos anclados en nuestro egoísmo. Desde esta perspectiva, es absurdo nuestro contacto con los demás. Enumeramos algunos aspectos en los que cerramos nuestras puertas a los demás: ---TRATAR A LAS PERSONAS COMO OBJETOS. Dominan las apariencias y lo superficial. ---QUERER QUE LOS DEMÁS PIENSEN COMO YO… ---AFERRARSE A LOS PROPIOS CRITERIOS… ---LA NO ACEPTACIÓN DE LOS DEMÁS COMO SON, SINO COMO YO QUISIERA QUE FUERAN. ---EXCESIVO TRABAJO Y NO TENER TIEMPO PARA ESCUCHAR A LOS DEMÁS. ---NO DAR POSIBILIDAD AL CAMBIO A LAS PERSONAS.


---PREJUICIOS, FALTA DE ACEPTACIÓN Y COMPRENSIÓN DE NOSOTROS MISMOS Y DE LOS DEMÁS. ---VALORAR Y CRITICAR LAS PERSONAS POR LO QUE HACEN Y NO POR LO QUE SON, SIN LLEGAR AL INTERIOR DE ELLAS MISMAS. Vosotros aún podéis añadir algunas que no están aquí concretizadas. Abrir nuestro corazón significa dejar que pase la bondad y la compasión de Jesús al fondo de nosotros mismos, donde de verdad SOMOS y el milagro ya se ha realizado. Es la respuesta de Jesús a nuestra plegaria: SI QUIERES, PUEDES LIMPIARME. Nuestros íntimos deseos son órdenes inmediatamente realizadas en el Espíritu de Jesús. Y así nuestros ojos participarán de la mirada de Jesús. La que tuvo Francisco, cuando contempló el leproso en la campiña de Asís…Y TODO AQUELLO QUE LE PARECÍA AMARGO, SE LE CONVIRTIÓ EN DULCEDUBRE DEL ALMA Y DEL CUERPO…Nuestras manos, imbuidas de bondad y compasión, reposarán sobre el pobre y el necesitado. No olvidemos: PEDIR, RECIBIR Y ABRIR. Todo un proceso de vida que ahora se os pide que analicéis. Os ayudará muchísimo el contemplar la actitud de Jesús con los necesitados. En Francisco, su dedicación a los leprosos y su vivencia especial de la fraternidad. Espero vuestros comentarios. Animaos a realizarlos, pues pueden haceros mucho bien a vosotros y a los demás. Antes de la cuaresma recibiréis una nueva reflexión. ¿Qué os parece la idea de unas Jornadas franciscanas? ¿Las fechas que dijimos os parecen buenas? ¿Participaríais de ellas? Un abrazo de paz y bien desde el Racó que, ya sabéis, es vuestra casa. Vuestros hermanos LLopis. 10 Febrero 2012 PD..Nos falta desarrollar, en la reflexión, el punto relacionado con LA ESCUCHA DE LOS HERMANOS. A LA PRÓXIMA.


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