¿PUEDE NACER MI HIJO EN TU CASA? ¿ME ABRIRÁS LAS PUERTAS? He aquí, amigos y hermanos del Racó, la pregunta que nos hace Dios a todos y cada uno de nosotros. Dios, peregrino y extranjero, busca, ansioso, un lugar de reposo y de descanso. Con frecuencia, nos sucede lo contrario. Somos nosotros los que, cansados y agobiados, buscamos en Él nuestro alivio. Ahora no, es Dios quien, con suma delicadeza, pies descalzos, frío hasta la médula de los huesos, tímidamente golpea la puerta de nuestra casa y con mucha delicadeza, no seas que estés viendo la tele y te moleste, te susurra: MIRA, HERMANO, DE LA GUISA QUE ESTAMOS Y TU HOGAR HUELE A LEÑA CALIENTE; ¿PUEDE NACER MI HIJO EN TU CASA? ¿ME ABRIRÁS LA PUERTA? Nuestra respuesta es ambigua y distraída: • Es que… Me pillas de sorpresa…Estaba precisamente viendo la tele…Ya veo que vienes muy mal…Pero…, en mi casa… ¿Cómo vas a nacer en mi casa?... Es que me complicas totalmente… Hombre, buen hombre, tantas casas como hay, mucho mejores que la mía, y has venido precisamente a ésta; y en un momento totalmente inoportuno, tan inoportuno que no puedo dejar lo que estoy haciendo: SON MIS PROFUNDOS SECRETOS Y COMPULSIVAS DISTRACCIONES. He probado tantas cosas y en tantas he fracasado, que he llegado a esta conclusión: NO SOY CAPAZ DE RESOLVER MIS PROBLEMAS… Sólo me queda el refugio de mis propias distracciones. Y no queriendo seguir el diálogo, pues le molesta, cierra estrepitosamente la puerta y se embebe en sus continuas impotencias. Y Dios, mirando con lástima su casa, susurra al viento y al agua, que, con gusto, lo acarician: YO GUÍO TUS PASOS. Prov. 3,5-6.
Y marca la puerta de la casa con el signo de la paz. SHALOM. Es un regalo, un regalo anónimo a todos los distraídos, depositado a la parte de fuera de la puerta de tu casa. “Puede” que en algún momento, y cuando decidas entrar en ella, en tu casa, olvidando tus distracciones, te sorprenda el regalo que el peregrino Dios, amorosamente, te ha dejado. Y, no olvides, en ese momento, habrá cambiado tu vida. Y Dios no tuvo más remedio que seguir caminando, buscando de nuevo el refugio deseado. Hablaban entre sí: Son difíciles de entender las personas; sirven al criado y abandonan al amo… La lluvia arrecia con fuerza, componiendo una hermosa melodía con todas y cada una de las piedras del camino; y, oteando el horizonte, el zig-zag rutilante de una luz brillante que se evadía, dejando tras de sí el rastro sibilante y sonoro de una hermosa armonía, rasga todo el panorama. Y Dios caminaba, con sudor y sangre de esperanza: ¿HABRÁ ALGUNA CASA, DONDE REPOSAR PUDIERA AQUEL QUIEN TODO LO REGALA? Y, Dios, con frío en los pies, los ojos semicerrados por la nieve y con el corazón abierto a la esperanza, divisa a lo lejos una tenue luz. Es otra casa. Puede que sea la tuya, que me estás leyendo o escuchando, pero no importa. De nuevo, con rubor, con muchísimo respeto y con un aire de noticia esperada, golpea tímidamente la puerta, no sea que, de la impresión, derrumbe algún castillo, fabricado sobre las propias defecciones. Y, con voz suave, musita: MIRA, HERMANO, VEO LUZ EN TU CASA Y LA NOCHE SE NOS TIRA ENCIMA, ¿PUEDE NACER MI HIJO EN TU CASA? ¿ME ABRIRÁS TÚ LA PUERTA? Y la respuesta no se hace esperar. • Sólo me faltaba a mí esta aventura: el nacimiento de tu hijo en mi casa. Pero, hombre de Dios, ¿Para qué están los hospitales? La nueva fe, la Plana, Hospital Provincial… y tantos otros y vienes a complicarme
a mí la vida, y en estos momentos, cuando ya estoy de vuelta de todas las situaciones. Ves, hombre de Dios, que te den cobijo otros que yo, sumido en mis propios fracasos, sólo tengo un lema en mi vida: ES IMPOSIBLE. Y también en esta casa, se le cerró la puerta al nacimiento de Dios. Su mirada, la de Dios, se quedó apagada y sin brillo, y sus brazos, los de Dios, perdieron su vigor. Y, aún así, sobre aquella puerta cerrada, el buen Dios, siempre paciente, dejó sobre ella su signo de paz. SHALOM. Algún día, en esta casa, alguien descubrirá que está marcada con el signo de la paz. Y Dios, alejándose con un corazón esperanzado, gritaba a las nubes y al mar: LO QUE ES IMPOSIBLE A LOS HOMBRES, ES POSIBLE PARA DIOS… El camino se hace largo y Dios no encuentra una casa donde depositar a su hijo. Y… comenta Dios: Ya ves, hospitales, para que nazca mi hijo. Admiro la ingenuidad de los hombres, pues dan soluciones humanas a planteamientos divinos, e intentan darle lecciones al mismo Dios. Puede que alguna vez entiendan lo que es el nacimiento de mi Hijo. Y al caminar, y en medio de la inmensidad del espacio y confundiéndose con esa luz crepuscular, preludio de buenas sensaciones, aparece una pequeña casa, solitaria, abandonada. De nuevo, Dios, entre esperanzado y escéptico y con un poquito de temor, fruto de anteriores experiencias, golpea a la puerta, al tiempo que lanza su proclama al viento: MIRA, HERMANO, ADMIRO TU SOLEDAD Y…QUISIERA LLENARLA…Y ME SENTIRÍA PROFUNDAMENTE FELIZ, SI DEJARAS QUE NACIERA MI HIJO EN TU CASA… ¿ME ABRIRÁS TÚ LA PUERTA? La respuesta es totalmente anónima: • ¿Que nazca tu hijo en mi casa? ¿Que abra las puertas de mi casa, cuando todos mis fracasos me han venido por abrir las puertas? Yo ya hace tiempo que, fruto de mis desengaños y desesperanzas, me
refugié en mi sufrida soledad. En mi vida, PUERTAS CERRADAS Y QUE NADIE ENTRE…Y QUE CADA UNO SE LAS ARREGLE COMO PUEDA. Y, cerrando violentamente la puerta, dio un grito desgarrador: ME SIENTO PROFUNDAMENTE SOLO. A Dios se le saltaron las lágrimas. Ya ves, Dios llorando. Y en medio de sus lágrimas, entre profundos sollozos y gemidos, se le escapó este suspiro: NO TE DEJARÉ Y NO TE ABANDONARÉ Heb 13,5. Y, levantando sus manos, depositó sobre la puerta el beso y el signo de la paz, el shalom, y exclamaba: SI OSARAS LEVANTAR LA VISTA, ALGUNA VEZ, EN LA ENCRUCIJADA DE UN CAMINO INCONCRETO, DESCUBRIRÍAS EL BESO DE PAZ QUE DIOS DEPOSITA EN LO MÁS PROFUNDO DE TU CORAZÓN…Y…ESE DÍA, TU VIDA SERÁ UN AMANECER, EL DÍA EN QUE DIOS NACERÁ EN TU CASA. Y Dios continuó su camino. La verdad que no sabía qué opción tomar. Ya veis, todo un Dios sumido en la más profunda debilidad a causa de las opciones de la persona humana. Soledad, impotencia, problemas en abundancia… y la persona humana cerrando las puertas al nacimiento de Dios en sus casas. ¿Habrá alguien que deje nacer a Dios en su casa? ¿Habrá alguien capaz de abrir las puertas de su morada? En su caminar, el bosque cerraba con fuerza cada paso. Un silencio profundo dejaba traslucir variados y sonoros murmullos del valle, como notas de un cantar. Todo sonaba a acogida y melodía, como fiel sustitutivo a la indiferencia y soledad de la humanidad. Y Dios insistía: Dios ha de nacer en alguna casa… Alguien le abrirá las puertas de par en par. Y así pensaba, cuando en la espesura del bosque, descubrió una casa con la puerta entreabierta. Parece, así pensaba Dios, que alguien nos está esperando. Así que, raudo y veloz, allí se dirigió. El corazón de Dios palpitaba con fuerza. Su hijo, por fin, podría nacer en esta casa. Dios se iba a sentir feliz, al poder compartir un hogar. Y con un semblante feliz y ojos esperanzados, golpea tenuemente la puerta, esperando una rápida y esperanzada respuesta, y proclama al viento:
MIRA, HERMANO, HE VISTO TU PUERTA ENTREABIERTA, QUE HE INTERPRETADO COMO UNA INVITACIÓN A ACERCARME A ELLA. ME SENTIRÍA PROFUNDAMENTE FELIZ SI DEJARAS QUE MI HIJO NACIERA EN TU CASA. ESTA PUERTA QUE YA TIENES ENTREABIERTA, ¿ME LA ABRIRÍAS DE PAR EN PAR? Un silencio aterrador se apoderó de todo el ambiente. Nadie respondía. Incluso los murmullos del valle se habían confabulado y no osaban lanzar sus melodías al viento. A Dios le impresionó la reacción a su invitación: SÓLO SILENCIO, SIN RESPUESTA, SIN ACOGIDA, CON UN CIERTO AIRE DE TEMOR…Y, AL MISMO TIEMPO, UNA PUERTA ENTREABIERTA, COMO UNA CIERTA INVITACIÓN A ENTRAR…DA LA IMPRESIÓN QUE, AL MENOS, QUERRÁN A MI HIJO. Y así, ensimismado Dios con estos pensamientos, se atrevió, con temor y amor, a entrar en esta casa. Hasta la misma puerta chirriaba de pena. Su mirada, la de Dios, sigilosa y curiosamente se desplazaba hacia todos los rincones. Y… ¡Cuál fue su sorpresa, que en la casa no encontró a ninguna persona. LA CASA ESTABA TOTAL Y ABSOLUTAMENTE VACÍA. La pregunta de Dios fue inmediata: ¿CÓMO VA A NACER MI HIJO EN ESTA CASA, SI NO HAY NADIE EN ELLA QUE LO ACOJA? POR UNA CASA QUE ENCUENTRO ABIERTA, RESULTA QUE ESTÁ VACÍA. Y Dios se encerró en sus propios pensamientos, olvidándose de la casa. Y sentado en una silla polvorienta, maltrecha y rota, experimentó en sí mismo… el sufrimiento de tantas personas sin rumbo, probablemente los que antes vivían en esta casa. Personas que sufren, odiando a los demás… Personas que olvidan que a perdonar se aprende, perdonando… Personas que equivocan el camino al pretender que alguien los ame; si es sencillo. El camino es DEJARSE AMAR Y AMAR.
Tantas personas que no han aprendido que no es el sufrimiento externo el que te quita la felicidad. Es el vacío del corazón. Sintió y experimentó Dios cómo el hombre, al pretender liberarse, se cargaba y angustiaba, y al acoger el sufrimiento de los demás, respiraba y ampliaba sus horizontes. Sufría Dios al contemplar el sufrimiento de las personas que no han aprendido que AMAR Y QUERER NO SON SINÓNIMOS, SINO ANTÓNIMOS. EL QUERER LO EXIGE TODO, EL AMOR LO ENTREGA TODO. Contemplaba Dios a tantas personas que sufren por asegurar el futuro, descuidando, en cambio, la hora actual, con lo cual no viven ni el presente ni el futuro. Y Dios, en su angustia y contemplación, sufría al ver a la persona que, en su obcecación y ceguera, elegía el camino de su propia negación, marginando y olvidando, aún teniéndolo delante, el de la luz y el de la paz. Toda la angustia de la humanidad se abalanzó sobre su mente sencilla y acogedora. Y todo Él, en un éxtasis de contemplación, se desplomó rostro a tierra y reposó en el sufrimiento de los demás. Y, cosa curiosa en Dios, SUFRIENDO, APRENDIÓ A SER AMADO Y AMAR. No se sabe el tiempo que permaneció Dios en su éxtasis contemplativo. También es atrevimiento por parte nuestra el querer cronometrar a Dios, cuando en Él todo es eternidad. Lo importante es que despertó y sus sentimientos eran totalmente distintos. No le dolía el rechazo de su Hijo… Sentía y experimentaba el sufrimiento de la humanidad. Y era éste, el sufrimiento y angustia de la humanidad, el que gritaba con fuerza la presencia y nacimiento de su Hijo. No sufría al ver las puertas cerradas y, por ello, no poder entrar en las casas; sentía y experimentaba que su cerrazón les impedía acoger la luz, la paz y el amor que Él les traía.
SU SUFRIMIENTO, EL DE DIOS, ERA EL SUFRIMIENTO DE LOS DEMÁS. AMAR ES EXPERIMENTAR LA PRESENCIA SUFRIENTE DE LOS DEMÁS Y siguió mirando la casa. Quería penetrar la esencia de cada uno de sus rincones. Y es que todos tenían un lenguaje, que Dios, de una manera especial, entendía, aceptaba y asimilaba: NO MEREZCO PERDÓN, se leía en aquel ángulo oscuro de la casa. Y Dios, con su voz entrecortada, que respondía: YO TE PERDONO 1Jn 1,9; Rm 8,1; AUNQUE TUS PECADOS FUERAN COMO ESCARLATA, SE VOLVERÁN BLANCOS COMO LA NIEVE. Is 1,18. Los pasos del Señor se deslizaron suavemente sobre el sucio pavimento de la casa. Y, sus ojos, teñidos de luz y sembrados de rocío, se dirigen a una mesa arrinconada, caída y maltrecha, en la que, con letras semioscuras, en contraste con su claridad, lee a modo de epitafio: TENGO MIEDO. Dios no reconocía a la persona humana. Aquel en quien había puesto todas sus complacencias, aquel que, cuando lo tuvo en sus manos, lo reconoció a su imagen y semejanza. Y sólo supo exclamar, esperando que el polvo de la casa transmitiera su mensaje: NO TEMAS, YO ESTOY CONTIGO. Is 41,10 Seguía Dios explorando cada rincón de la casa y en cada lugar, en cada espacio deshabitado descubría un grito desgarrador de la persona, que Él, el Señor, leía e interpretaba como una angustiosa llamada personal y como un profundo suspiro de ayuda desde el hondón del alma de la humanidad. Y en aquella habitación, tímidamente abierta, en aquella desvencijada sala de estar, en medio del lóbrego e incluso deletéreo pasillo, como sollozos de amanecer, iban apareciendo nuevos y deprimentes carteles, en los que Dios iba aclarando su misión y el hombre expresando su realidad: NO SOY CAPAZ DE RESOLVER MIS PROBLEMAS… Y Dios que lanzaba espontáneamente a las nubes y al espacio:
YO GUÍO TUS PASOS. Prov 3,5-6 Y continuaba leyendo, como flechas que, a golpe de martillo, se clavaban en su corazón: ES IMPOSIBLE… LO QUE ES IMPOSIBLE, era la voz de Dios que llenaba de esplendor toda la casa, PARA LOS HOMBRES ES POSIBLE PARA DIOS. ME SIENTO MUY SOLO, ¿QUIÉN ME SACARÁ DE MI SOLEDAD? Cada palabra era como un libro abierto, que penetraba en las profundas entrañas de Dios, enterneciendo hasta el extremo su mirada, y exclamaba: NO TE DEJARÉ NI TE ABANDONARÉ. Heb. 13,5; TE CUBRIRÉ CON MIS PLUMAS, BAJO MIS ALAS ENCONTRARÁS REFUGIO. Salm 10,4. Dios se sentía profundamente apenado, sufría y experimentaba la angustia que rezumaban cada una de estas frases. Y era este mismo sufrimiento el que le empujaba a caminar. Y así, con paso cansino y con un corazón lleno, seguía leyendo: ESTOY MUY CANSADO, NO SÉ CÓMO CAMINAR Y AVANZAR. Y la voz de Dios, un poco ya gastada por la insistencia, que, con sollozos, y esperando que alguien, en su soledad le escuchase, que decía: YO TE CONFORTARÉ. Mt 11,28-30; YO TE INDICARÉ EL CAMINO. Salm 32, 8. Y Dios se sentó a contemplar. No osaba levantar la mirada, y, en cambio, su sino era habitar con el dolor. Le amargaba profundamente, ya veis, ¡A TODO UN DIOS! Le amargaba, repito, a todo un Dios, LA INMENSIDAD, LONGITUD Y PROFUNDIDAD DE TANTO SUFRIMIENTO INÚTIL Y ABSURDO EN EL QUE ESTABA ATRAPADA LA MISERIA HUMANA. Y Dios lloró profundamente. Si al menos tú, hombre, mujer, levantaras la mirada y reconocieras el don de Dios, el paso del mensajero que te anuncia la paz. No olvides, pensaba Dios,
en ese día, la inmensidad del océano reposaría en tu tenue, débil y vacilante corazón. Los ojos de Dios resplandecían con el fulgor de las lágrimas. Lágrimas que buscaban su consuelo con ser bálsamo de los que sufren. Era su deseo más profundo. Y este mismo deseo es el que le empujó a caminar en la soledad de aquella casa. La sorpresa, inesperada y dura, llegó, cuando, al levantar la mirada, vio aquella frase que le rasgó totalmente el corazón. Escuchad: NADIE ME QUIERE BIEN… Y NADIE ME TIENE EN CONSIDERACIÓN… Era el grito más desgarrado, desesperanzado y aterrador, que jamás Dios había escuchado. Y es que se puede sufrir… Por una enfermedad que, violenta y brutalmente, rasga el ritmo de tu vida… Por un trabajo mal realizado o por un trabajo duro y exigente…Se puede sufrir… Por una caída inesperada o un accidente fatal… Se puede sufrir… Por un absurdo ridículo que, en un momento dado, se ha presentado en tu quehacer diario… Por un resultado negativo y frustrante en cualquier área y manifestación de tu vida. Por la muerte de un ser querido, con el que compartías todo un proyecto de vida… PERO… SUFRIR POR FALTA DE AMOR, SINTIENDO EL DESGARRO DE LA SOLEDAD…¡Uiiiiiiiiii!¡¡¡ HE AQUÍ EL VERDADERO MARTIRIO DE LA VIDA!!!! El SUFRIMIENTO MÁS ATROZ QUE SE PUEDE EXPERIMENTAR EN LA VIDA, EL QUE DESTROZA EL PRESENTE Y EL FUTURO DE TODA PERSONA HUMANA. A SABER: NO SENTIR LA ALEGRÍA DEL AMOR Y, COMO CONSECUENCIA, SER VÍCTIMA DEL ZARPAZO DE LA SOLEDAD.
Sólo puede sentir y explicar el sentimiento que a Dios le embargaba en estos momentos, el que es víctima de esta situación. O vos omnes, qui transitis per viam, attendite et videte si est dolor sicut dolor meus. Éste es el grito desgarrador de la soledad. Y… Dios recordaba: y vio Él, el Señor, que todo era bueno. ¿SERÁ QUE EL HOMBRE, EN SU MISTERIO VITAL, VUELVE LA MIRADA HACIA LO ANGOSTO Y ESTRECHO, QUE OPRIME SU CORAZÓN? ¿ES QUE LA PERSONA HUMANA NO APRENDE NUNCA EL CAMINO DE LA PAZ Y DEL AMOR? ¿ES QUE LA PERSONA HUMANA, NO HA DESCUBIERTO LA SENCILLEZ DE LA POBREZA, LA GENEROSIDAD DE UN CORAZÓN LIBRE, LA HERMOSURA DE LA COMUNIÓN, REGALOS QUE SE DEPOSITAN EN LO MÁS INTIMO DE SU SER Y QUE CONSTITUYEN SU VERDADERO Y SEGURO CAMINO DE LA PAZ Y EL AMOR? ¿ES QUE SUS PROPIAS DISTRACCIONES LE HAN CONDUCIDO A OVIDAR SU CARÁCTER ESENCIAL DE IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS, LO CUAL SE MANIFIESTA, CUANDO SE REPOSA EN EL AMOR? Decididamente, parece, remedando el sueño de S. Francisco, que la humanidad entera se ha inclinado, vil y desgarradoramente y con todas las consecuencias negativas, por servir al siervo antes que al Señor. Y de lo más hondo del corazón de Dios, resonó un grito despiadado y aterrador, mucho más fuerte e intenso que el que había escuchado de la persona humana, que decía: YO TE AMO, TE LLEVO GRABADO SOBRE LA PALMA DE MIS MANOS. Jn 3,16; Jn 13,34; Is 49,16. Ubi charitas et amor, Deus ibi est. Y, decididamente, la voz de Dios, manifestación de un corazón sosegado por el amor, reposó en la herida abierta de toda persona dominada por la soledad. Si Dios, en su deambular, tuviese una cartera, en su interior llevaría la fotografía de cada uno de nosotros. Así de visible, generosa y abundantemente nos ama el Señor.
La persona humana, en su inconsciencia inmadura, muere de sed, junto a una cascada, que encuentra su satisfacción y esencia en inundar el corazón sediento y atormentado. Y la tiene a su lado y a su servicio. Y la humanidad sigue con su sufrimiento. Desbordo de gozo en el Señor… El Señor es mi pastor, nada me falta… Padre mío, yo me abandono a Ti, haz de mí lo que Tú quieras… Sea lo que sea, lo aceptaré con gozo. Y…no olvidemos. Dios está buscando un lugar, una casa, un hogar donde nacer. He aquí la pregunta: ¿PUEDE NACER MI HIJO EN TU CASA? ¿ME ABRIRÁS LAS PUERTAS? ¿Entiendes ahora el porqué del interés de Dios de que nazca su Hijo en tu casa? Dios sólo busca una persona, una casa, un hogar, disponible a su esencia y reposar juntos. En Dios no es sólo la felicidad de su persona la que atrapa sus obsesivos pensamientos; Él, el Señor, también busca la consumación de su derecho a ser feliz con su criatura preferida. Y con un aire sosegado, inquieto y esperanzado y mirando hacia el exterior de la ventana de aquella casa, se ensimismó en la belleza de todo lo que contemplaba: El fulgor de un ambiente en el que todo reposaba… La perfecta sintonía que todo manifestaba… El murmullo del agua cristalina, que, sonriendo, cantaba… El verdor variopinto que por doquier se dibujaba… Y la luz del sol, brillante en su esplendor, que, generosa y abundantemente, vida comunicaba. Y todo y gozar de la belleza y armonía que contemplaba, Otra casa, otro hogar, para su Hijo deseaba.
MI HIJO, pensó Dios, AHÍ HARÁ SU MORADA: EN EL HUECO ÍNTIMO Y SERENO DE AQUELLA ALMA ATRIBULADA, QUE, DESDE SU ANGUSTIA Y DESCONSUELO, UNA CUNA DE VIENTO Y DE PAJA, PREPARÓ PARA QUE DIOS REPOSARA. Y así fue como Dios encontró para su Hijo una digna morada. A quella casa, solitaria y vacía, polvorienta y abandonada, adornada con todos los matices del dolor y sufrimiento, fue la cuna que Dios eligió para el nacimiento de su Hijo en la tierra. Desde entonces, DIOS SÓLO REPOSA Y ALCANZA SU PLENITUD EN EL CORAZÓN POBRE, SUFRIENTE Y DOLORIDO, QUE, ABRIENDO SUS PUERTAS, EN EL HIJO ENCUENTRA COBIJO, Y LUZ, PAZ Y AMOR POR DOQUIER REPARTE, SABIENDO QUE LA MEJOR PARTE, EN EL DOLOR TUVO SU ORIGEN Y EN EL AMOR, EN SU CORAZÓN DEPOSITADO, SU CAMINO DE FELICIDAD TAN DESEADO. Y Dios se encontró feliz, al descubrir que en tu casa, a veces solitaria, sufriente, desesperanzada, su Hijo su misión cumplía, al dar sabor, belleza y armonía a quien, desde su sufrimiento, con gozo, lo buscaba. Y ambos, Dios y cada uno de nosotros, con voz sonora y potente, al viento susurramos: BENDITO DOLOR, BENDITO SUFRIMIENTO QUE, DE AMOR CUMPLIDO, CADA UNO DE TUS ENTRESIJOS, HA LLENADA ÉL, EL SEÑOR, DE PAZ, CON SU NACIMIENTO. Deja que Dios, en un gesto de amor inaudito, deposite a su Hijo en el interior y en lo más profundo de tus sentimientos. Y el beso de Dios, que es el don
de su paz, marcará con un signo indeleble cada uno de tus pasos, y serán tus hermanos, de una manera especial los que sufren, la corona que manifiesta que Dios, en tu casa y en la de ellos, ha fijado para siempre su morada.
Navidad 2011