Conga mag / Número 13 / My Bloody Valentine (Tapa B)

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La revista digital de música Rock + Pop + Indie + Electro Año 2 Nº 13 Febrero - Marzo 2013

DIRECCIÓN Y DISEÑO EDITORIAL Martín Brossard FOTOGRAFÍA Smashing Yonkis COLABORAN EN ESTE NÚMERO Luciana Romero (Notas) Martín Rodríguez Rey (Notas - Diseño) Gustavo Kraft (Notas) Laura Cohen (Notas) Zoe Kreimer (Shows en España) SEGUINOS Web www.congamag.com Facebook www.facebook/congamag Twitter www.twitter.com/congamagoficial CONTACTO Correo conga@live.com.ar

Imágenes y/o Fotos: Si el autor de alguna de ellas deseara que fuera removida o bien prefiriera figurar en los créditos de esta publicación digital, por favor comunicarlo a nuestro correo electrónico conga@live.com.ar ¡Besos!

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Cúrame otra vez VISITA > Robert Smith ¿Acaso pensabas quedarte recogiendo hojas muertas al atardecer, invadido por tanta tristeza, abandono y soledad que tu cuerpo tiritaría hasta caer enfermo en los brazos de una fría cama de hospital? No no, muchachito dark. Aquí, una noticia que preventivamente curará tu extrema melancolía, tu exceso de auto-piedad: The Cure, la banda del doctor Robert Smith, regresa a la Argentina tras un enojo de 25 años, basado en el miedo tras aquel Ferro de zafarranchos bárbaros. La cita, en medio de una histórica gira Sudamericana, es el viernes 12 de abril en el Estadio River Plate.

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Conga mag n º13 febrero - marzo 2013

Tapa: My Bloody Valentine

MGMT

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El dúo neoyorkino adelanta su tercer álbum con un cassettesingle.

Pet Shop Boys

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Phil Spector >

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Keith Richards >

Al Pacino encarna para la TV al genial productor de John Lennon, acusado de asesinato.

MY BLOODY VALENTINE > 22

Los británicos ya tienen un nuevo disco terminado: Electric.

She & Him

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Ella y él estrenan single: Never Wanted Your Love.

Joey Ramone

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El hermano menor del eterno cantante ramonero vendió toda su discoteca de vinilos, entre otras delicias para fanáticos.

Arcade Fire

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La banda canadiense puso en venta la iglesia en donde grabaron dos de sus discos.

Daniel Johnston

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El adorable bipolar visita por primera vez la Argentina.

Grimes

Tom Waits + Anton Corbijn >

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Claire Boucher: “El pop mainstream me cambió la vida”.

De gira por Europa, Japón y Australia, la banda de Kevin Shields anda presentando la continuación de Loveless, el esperadísimo mbv, que ya reina en nuestra discoteca.

Patti Smith edita Just Kids II >

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Noel Gallagher + Damon Albarn >


SUMARIO 30

Yo La Tengo

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The Breeders + Electronic

El histórico dealer de The Rolling Stones suelta la lengua en una biografía sin desperdicios que acaba de editarse en España. Aquí, unas cuantas páginas para que te des manija y trates de conseguir una copia del libro.

Reediciones: 56 58

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Charlamos con la banda del otoño para hablar sobre su último disco: Fade.

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En Vivo:

TOM YORKE

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El gran fotógrafo de rock se pasó la vida retratando al gran músico de rock. Te mostramos las fotos destacadas y te conta mos qué opinan los involucrados en el asun to.

Grizzly Bear + Sigur Rós

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Viajamos en el tiempo con el líder de Radiohead y los Atoms for Peace.

40 En exclusiva, las fotos del primer encuentro entre los líderes de Oasis y Blur sobre un escenario.

Cobain: sus discos favoritos 54

Feliz Cumple!!! Pete Doherty Graham Coxon Yoko Ono George Harrison conga mag 5


Hey!

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Hey!

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...edita su NUEVO SINGLE en CASSETTE: Se trata de Alien Days, esa canción que ya presentaron en Colombia el año pasado, también en Argentina, y que ahora publicarán en este viejo formato en una edición limitada para la próxima edición del Record Store Day (20 abril), antes de sacar su tercer y homónimo disco que saldrá en junio. El dúo neoyorquino nos complacerá con la publicación de su nuevo álbum, grabado bajo la tutela de David Fridmann, uno que ya trabajó con The Flaming Lips y Mercury Rev, entre otros, entonces, bastante pronto. Ben Goldwasser y Andrew VanWyngarden afirmaron que este trabajo está en proceso de producción en los Tarbox Road Studios de Nueva York. “No es un disco normal, sino lleno de rarezas”, nos confiesa Goldwasser, y VanWyngarden advierte: “No intentamos hacer canciones que todo el mundo entienda la primera vez que las escuche. No nos hacemos ilusiones de entrar en el Top 40”. Según oídos intrusos, los chicos, esta vez sin banda soporte como en su disco anterior (Congratulations), buscaron inspiración en el sonido de los discos de house y de Aphex Twin. La encontraron. Además, prometieron una versión de Introspection, del bostoniano y psicodélico Faine Jade.

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Hey!

Living la vida eléctrica ¿Cómo? ¿Disco nuevo? Pero si no han pasado ni seis meses desde la aparición de Elysium, su última entrega para Parlophone. Y así es nomás. Pet Shop Boys ya hizo el anuncio oficial: Electric, su décimo segundo álbum, uno que se grabó bajo el atento oído de Stuart Price, estará en nuestras discotecas a principio de junio. Sabemos, también, que el dúo synthpop británico se desvinculó sin portazos ni gritos de Parlophone Records después de 28 años de matrimonio musical. Por eso Electric tendrá vida en este mundo vía Kobalt Label Services (KLS), compañía que ya distribuyó Push The Sky Away, el último álbum de Nick Cave & the Bad Seeds. Pero esa, claro, es una historia muy diferente.

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Zooey Deschanel no quiere tu amor

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Bueno, más o menos eso inferimos entre las tupidas cuerdas y palmas hiperquinéticas de Never Wanted Your Love, el single adelanto de Volume 3, el nuevo disco de She and Him que ya tiene fecha de salida: 7 de mayo vía Merge Records. El álbum guarda 14 canciones producidas por el sutil guitarrista y lado masculino del dúo, M. Ward, de las cuales 11 pertenecen a la pluma alegórica de Zooey Deschanel y las otras tres cargan el título de covers, entre los que podremos encontrar a Sunday Girl, original de Blondie. Toda la cosa maravillosa se registró en partes desiguales entre Portland, Los Ángeles y Nueva York., y contó con las colaboraciones de los ignotos Joey Spampinato (NRBQ), Mike Watt, Tilly and the Wall, Pierre de Reeder (Rilo Kiley), y Tom Hagerman (Devotchka). Nos mandaron comunicado de prensa y todo: “El álbum cuenta con algunas de las más dinámicas y complejas canciones que ha escrito Deschanel, teniendo en cuenta los cambios de tempo, los ritmos de música disco, arreglos de cuerdas en múltiples pistas, y adornos de trompeta que se adaptan perfectamente al sonido She & Him”. Por Laura Cohen

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Un herm

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o r r a f l i p s e d o s o m

ilos fue Su colección de vin 00 dólasubastada por 19.2 res Por Martín Brossard ¿Qué pasará con nuestra colección de discos cuando volvamos al polvo misterioso del tiempo? ¿Y con todo lo demás? No sabemos si Joey se lo haya preguntado alguna vez, sí sabemos que su hermano menor, Mickey Leigh, ya no quiso estar entre sus cosas. Hace unas semanas nos enteramos de que RRaudition iba a subastar un jugoso lote de artículos del larguirucho ramonero, ahora tenemos los resultados, entre los que destacan los 19.200 dólares que algún melómano empedernido pagó por el montón de vinilos personales, esos que uno guarda con recelo y amor entre nubes de algodón, del inolvidable, siempre tierno, cantante de los Ramones. Otro desenfrenado no titubeó al pagar 18.000 dólares por una campera de cuero, en tanto otro adquirió un lote de camisetas por 21.500 dólares. Y otro, al borde del escándalo, compró el pasaporte del vocalista por 12.500 dólares. Un hermoso despilfarro. Pero eso no fue todo. Unas gafas encontraron rostro por 7.700 dólares, una guitarra cambió de rincón por 6.300 dólares, y una pulsera de tachas abrazó una nueva muñeca por unos 1.600 dólares. Todos estos objetos estuvieron previamente expuestos en el local Bowery Electric de Nueva York, y además recaudaron fondos para la Fundación Joey Ramone que ayuda a la investigación del linfoma, la enfermedad que se lo llevó de la mano el 15 de abril de 2001. ¿Qué disquitos tenía Joey en su cuarto? De Led Zeppelin, The Who, Bob Dylan, The Human League, Iggy Pop y The Doors, entre muchos otros.

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Hey!

¿Alguien quiere compr Con esa pregunta, desde su cuenta de Twitter, los chicos canadienses de Arcade Fire abrían el juego inmobiliario, luego de que Jeremy Gara, baterista de la banda, nos avisara que él y los muchachos, quienes estaban grabando su cuarto disco, habían tenido que mudarse a un nuevo espacio de trabajo debido al derrumbamiento de parte del techo de la iglesia-estudio que supo amparar los ensayos y las grabaciones de sus álbumes ya clásicos Neon Bible (2007) y The Suburbs (2010). El templo sónico, situado en la localidad de Farnham, en la región quebequense de Montérégie, se vende por unos 325.000 dólares a los que, suponemos, se le deberá sumar unos cuantos billetes más para reparar el bendito techo desplomado. Sabemos, según nos contaron los responsables de la inmobiliaria encargada de la inusual venta, que la iglesia cuenta con una diminuta y acogedora sala de conciertos y un estudio de grabación, además, claro, de mucho espacio para alojar osamentas terrenales y espíritus errantes. Por Martín Rodríguez Rey

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rar una iglesia?

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y feliz. También sobresale Yip/Jump Music (1983), por el cual Kurt Cobain empezó a adorarlo, hasta se puso aquella fabulosa remera rockera. Después, cuando empezó a asomar su cabeza desde el sótano, aportó delirio en un disco compartido con Jad Fair (It’s Spooky) y en un single con Yo La Tengo (Speeding Motorcycle). El que debió ser su gran álbum de estudio, titulado 1990 luego de retrasarse un año, fue un rejunte de demos y tracks en vivo: las travesuras de su mente le impidieron terminarlo. Pudo reivindicarse. En Artistic Vice, de 1991, consiguió lo que buscaba con la ayudita de una banda como Dios manda. Y en Fun, de 1994, potenció su gracia de la mano de un productor. En plenos 90’s, el músico Lou Barlow lo puso en la palestra al guardar dos de sus canciones –Casper y Casper The Friendly Ghost- en la banda sonora para Kids (1995), la película de Larry Clark. Más tarde, cierta gloria tocó a su puerta y Johnston se despachó con los profesionales Fear Yourself (2003, producido por Mark Linkous de Sparklehorse), Lost and Found (2006) y Is and Always Was (2009). Mientras los grababa-promocionaba el mundillo rock le rindió un fastuoso homenaje en vida: The Late Great Daniel Johnston: Discovered Covered (2004), disco en el que Beck, The Flaming Lips, Tom Waits y Mercury Rev, entre otros, reinterpretaron sus canciones. Soundtrack for Space Ducks es su último LP, volado, terrible y excepcional. ¡Al fin! Daniel Johnston tocará en vivo el 23 y 24 de abril en Niceto Club, Niceto Vega 5510.

Po rM ar tí

Ese gordo bueno, esquizofrénico y bipolar, ese tipo cuyo mundo díscolo y particular gira alrededor de cosas más o menos hermosas, más o menos terribles, decimos los cómics de Jack Kirby, las canciones de los Beatles, los cassettes con grabaciones primitivas, los dibujos originales y el rito de los medicamentos, hace su debut en Buenos Aires. Daniel sigue siendo travieso, pero Daniel ya es un hombre. Atrás quedó su trabajo en McDonald’s y su compromiso efímero con MTV, también su primer ticket to ride vía ácido en un concierto de los Butthole Surfers, su descarrío súper lógico en Nueva York –con unos desesperados Sonic Youth buscándolo por todos lados- y su “Soy Gasparín” a bordo de la avioneta que piloteaba su paciente progenitor (provocaría un accidente no trágico), pero aún mantiene fresca su obsesión con el Diablo (recordemos: supo negarse, luego de echar a su manager, a firmar contrato con el sello que editaba a Metallica; “todos están poseídos”, argumentó). De todo eso pudimos enterarnos cuando vimos el documental The Devil and Daniel Johnston, legendaria cinta de 2005. Su ‘historia de un artista’ dice que mucho antes de grabar en un estudio profesional, Johnston registró decenas de cintas analógicas en el sótano de la casa familiar. Regían los años 80, y el low-fi era el eufemismo más romántico para nombrar la manera de grabar de los músicos pobres. De esa seguidilla-pesadilla de cassettes, destacamos Songs of Pain (1981), Hi, How Are You (1983) y Continued Story (1985), tríada desgarradora

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m a e r t s n i a m a c Muñe Claire Boucher enaltece a Beyonce, reivindica a PSY y no se acalora al decir que Mariah Carey le cambió la vida. Por Gus Kraft

Cuando hace unas semanas Claire Boucher, la mentora de Grimes, hizo una lista con sus canciones favoritas de 2012, entre las que se incluían artistas como Taylor Swift, Justin Bieber, Carly Rae Jepsen y Lana Del Rey, además del Gangnam Style de PSY, nos shoqueó un poquito. Desde sus blogs, algunos fans indie, enojadísimos, pusieron el grito en el cielo de la web. Ella, cómoda entre las olas de críticas, surfeó la cosa con una respuesta en la que defiende con lógica y espada su pasión por el mainstream. En la intro del texto, Boucher primero plantea sus propios problemas con la industria para luego pegarle a Katy Perry: “El éxito de una carrera dependa principalmente de las conexiones que se tengan, de cómo las mujeres se sienten presionadas a actuar como strippers (…) No puede ser que se acepten las amenazas de violación pero no esté bien visto declararse feminista”. Desde esa instancia, la chica que abrió su carrera editando cassettes en ambientes alternativos, levanta la voz escrita para asegurar que no entiende por qué ciertos sectores de la sociedad musical odian las situaciones exitosas. “Estoy cansada de que la gente me llame ignorante porque me guste el pop y el hip hop. No lo soy. Sé muy bien de qué va la música”. Clarísimo. Después, la insospechada Juana de Arco mainstream se pone a defender a artistas masivos como Beyoncé y PSY, resaltando su influencia positiva en el día a día de la sociedad, y nos desayuna explicando que descubrir a Mariah Carey le cambió la vida. Pero mejor

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que hable ella: “¿Cómo se puede odiar a Beyonce? Está cambiando el mundo. Representa a las mujeres y a las personas de color de todas las procedencias, triunfando en un patriarcado asfixiante sin tener que comprometer su moral. Su arte es desafiante e interesante. Siempre es positiva. Ella es todo lo bueno. Y el hecho de que tenga un éxito inmenso no es malo. Es algo importante e increíble y claramente trabaja duro para conseguirlo”. “Lo siento, pero me parece jodidamente increíble que una canción cantada en coreano sea la cosa más popular del planeta. Eso es buenísimo para la humanidad. PSY escribió y produjo Gangnam Style por sí solo, y dirigió el video él mismo. Nadie hizo a PSY. PSY es un genio y no creo que sea tan terrible que haya sido reconocido por ello. Eso tampoco le convierte en diabólico. Su arte está creando una generación de chicos que crecerán viendo la cultura asiática como algo tan válido como la cultura occidental, algo que hoy en día no pasa”. “Conozco a muy pocos hombres adultos que se consideran a sí mismos ‘chicos serios’ en temas musicales que no se rían cuando digo que me gusta Mariah Carey. ¿Por qué? Porque es preciosa y a la gente le gusta. En consecuencia, debe estar vendiendo sexo, ¿no? Por lo tanto, su música es terrible, ¿no? Ugh. La primera vez que oí a Mariah Carey hizo que temblaran los cimientos de mi existencia y decidí empezar Grimes”. Ah, ah, ok.


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Hace unos años, cuando la biopic sobre el genial productor Phil Spector y el asesinato de la actriz Lana Clarkson recién comenzaba a rodarse, pudimos ver una imagen en la que Al Pacino se enfundaba en la piel y el estilo extravagante del responsable del wall of sound en discos memorables como Let It Be de los Beatles, Imagine de John Lennon y Ladies´Man de Leonard Cohen. Hoy, cuando el señor cumple una condena de 19 años por ese crimen, anunciamos que la película, amparada por HBO, tendrá su estreno oficial el 24 de marzo en la pantalla chica de los Estados Unidos.

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Escrita y dirigida por David Mamet, la película focaliza su atención en las situaciones clave del juicio por el asesinato de la actriz y en la relación entre Spector con su abogada, Linda Kenney Baden, que será interpretada por la actriz Helen Mirren. Aunque eso no es todo. El film, titulado Phil Spector, también retomará algunos legendarios momentos de su carrera, como cuando disparó un arma dentro del estudio de grabación mientras Lennon registraba su álbum Rock n Roll. Se estrena el 24 de marzo por HBO , Estados Unidos .

or Laura Cohen conga mag 21


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a j u b r u b a n U o p m e i t l e en Kevin Shields debe soñar con telarañas. Y sí, otra referencia más, junto a la del título, a Gustavo Cerati, ese paladín de la justicia sónica que bien supo elevar la bandera shoegaze en su memorable Dynamo, o lo más parecido que hubo por aquí a la movida que encabezó My Bloody Valentine allí, en Inglaterra y sus alrededores, durante aquellos años. Pero retomemos: Será por ese intrincado viaje en los ojos-oídos de un Morfeo noise que Shields se ha quedado viviendo en una burbuja que aún flota sobre el mundo en la franja de tiempo que va de 1991 a 1994. Una burbuja o un carrusel, ¿no? El tipo no puede –o no quiere- salirse / bajarse de ahí. Y parece feliz, con una clase de alegría de la que sus detractores nunca lo hubiesen creído capaz. Y se tomó su tiempo dentro del tiempo. Y mentó estas canciones aprovechando el intervalo entre Loveless (1991) y una reciente actualidad, 2012 / 13, para manifestarnos, una vez más, que el ruido es amor. Por Luciana Romero y Martín Brossard

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¿Y nosotros en qué baldosa del Tiempo Total nos paramos, loco Shields? A ver, volvés al futuro con buenas nuevas pero de hace 20 años o más, y entonces, al promediar 2013, ¿en qué lista sobre los Discos del Año Personales-Profesionales pondremos a mbv? ¿En la del 93, 94? ¿En la de 2013? Mmm… Ok, man, quizás eso no importe. Quizás este sea un disco cómodo, uno que se tomó su buen rato para asomar la cabeza, lento como la miel, y las canciones que guarda espléndidas, y al final tendremos que aceptarlo por lo que parece ser, y lo que parece ser es un disco francamente feliz. mbv es la super duper esperada continuación de Loveless, y acá lo tenemos, así que no nos quejemos tanto. Pero un poquito sí, porque para eso estamos también. No nos malinterpreten, nuestra felicidad no deja de ser franca, sólo debemos remarcar que el mundo como se lo conocía –o se lo conoce- en la burbuja de Shields ha cambiado bastante. Ejemplos en meticuloso azar: Creation, el sello que editó su maravillosa discografía, ya no existe. La gente ya casi no compra discos. Los grupos de aquella movida -Slowdive, Mojave 3, Ride, Lush- son lenguas muertas. El bicho independiente se comió al mainstream. Una banda no necesita sello para estar en el reproductor de todos. Varias movidas movieron el piso del mundo; decimos el brit-pop y el techno y el grunge. El shoegaze ya no es una novedad, ni mucho menos, aunque está siendo reivindicado y con buenos resultados. Nombramos a The Slaves y, sin alejarnos de nuestra aldea musical, a Asalto al Parque Zoológico, banda que levantó con valentía su bandera y eso es muy excitante. Y así, con respecto a los cambios bruscos, podríamos extendernos sin esforzarnos mucho. Sin embargo, hay algo coherente con el signo de los presentes que corren en este regreso, algo que hace encajar perfectamente a este disco entre los discos 2013, y es que el mundillo independiente vive una era de nostalgia y apropiación retro como nunca se ha vivido. My Bloody Valentine editó su mbv, esa tardía secuela, bajo ningún sello. Son apenas nueve canciones que no se salen del camino trazado por las que integraban Loveless, son apenas los demos –ahora finalizados- que se guardaron en un cajón al ser despedidos por Creation. El ‘cómo’ compositivo no ha cambiado, las guitarras siguen a la vanguardia –la que brillaba en los primeros 90’s-, Bilinda Butcher hace planear su grácil vocecita –ahora de cincuentona- sobre todo un mar de lenguas eléctricas, y las conga mag 25


pedaleras de efectos tienen todavía el don que hace a las canciones reír. Sólo Nothing Is, pieza de ánimo trunco, y Wonder 2, de síndrome atonal, andan por la banquina. Claro que este disco debería haber sido el que calmara la ansiedad de los fans de antaño unos dos o tres años después del 91. Si esto se daba así, y especulando con mala onda a la distancia, podríamos asegurar que la cabeza de Shields hubiese derramado artísticamente mucho, poquito y nada en el devenir de su existencia (insultos al mail de Conga, por favor). Convengamos que el muchacho noise, luego de Loveless, sólo nos entregó algo apasionante y renovado cuando aportó City Girl a la banda sonora de Lost In Translation, la soberbia película de Sofia Coppola, sumado a varios interesantes remixes desperdigados en discos y eps de amigos y aves de rapiña. Nombramos a Primal Scream (If They Move Kill ‘Em [Arkestra]) y Bow Wow Wow (Fools Rush In, para Marie Antoinette Soundtrack, también de Coppola). Pero más o menos hasta ahí llegó su cosa maravillosa. Rige 2013, de todos modos, que cada quien escuche el disco con la cabeza puesta-puesta en el momento temporal que quiera, o que pueda. Sin embargo, siempre hay otros más afortunados. Para los que descubrieron Loveless hace unos pocos años, esta continuación será la gloria. Ellos tendrán eso que los fans de antaño nunca tuvieron: lógica continuidad creativa. El loco Shields les cortó el mambo cuando estaban extasiados, a la espera de la posta entre disco y disco, y suspendió por tiempo indeterminado la carrera. Por eso, los últimos desayunados, esos que recientemente se acercaron a My Bloody Valentine y su disco-obra de arte, no se enfrentarán a un cráter abismal de 21 años (Loveless fue editado el 4 de noviembre de 1991), ni sufrirán una espera aletargada que los lleve a decepcionarse por las más idas que venidas de Shields. Ellos podrán escucharlo y matar la ansiedad justo antes de que se les haga nostalgia en el oído. Ellos vencerán al Tiempo, ese perfecto invento sabandija, poniendo en sus estantes, sin hacer trampa existencial, un disco al lado del otro. Ya que mbv es, digámoslo como se debe, el hermoso efecto residual de Loveless, una prolongación y una ampliación menos inspirada de la misma idea en el mismo lapso creativo, con algunos tickets to ride majestuosos como la tríada inicial compuesta por She Found Now, Only Tomorrow y Who Sees You, tres tremendos tracks para sacudirnos la modorra y 26 conga mag

enamorarnos de nuevo de la aventura shoegaze. Reiteramos: Love is noise. Los que nos sometemos, con feliz humildad, a ser y estar en febrero de 2013, esos que no vivimos la edición original de Loveless pero que tampoco lo descubrimos ayer nomás, tanto como aquellos fans de la primera bella e inédita hora que esperaron con valiente pasión este regreso mágico dilatado, debemos juzgar a mbv con las armas que fuimos acumulando durante los años de shh discográfico. Años en los que la figura de Kevin Shields fue sumando capas y capas de uniformes llenos de medallas y honores por hazañas de una batalla lejana. Años de memoria bélica por la que lo forjamos de bronce, de mármol, en la Plaza de la Música, desde donde parece mirarnos impasible. Pero por ahora Shields no es un héroe inmortal, está vivito y coleando, y las guerras sónicas mutan y las necesidades en el campo de batalla son otras. Entonces reprochamos: aquí, bajo este presente, en el ejercicio artístico de My Bloody Valentine no ha cambiado nada. El loco Shields tiene al monstruo de su enajenación tirando de las riendas, pero controladito, así que este disco no nos muerde inesperadamente como tantas veces soñamos en sexy pesadilla con final hacia el abismo. El loco Shields apenas nos tira a la bestia encima en dos canciones que se salen de My Bloody Valentine atraídas por la empatía de logros ajenos relativos a la misma era noventosa: Is This And Yes, con trazo de órgano, le debe su vida a Mars Audiac Quintet (Stereolab), y la pegadiza, casi hit fm en un mundo más atinado, New You, con su corte canchero, a Slowdive. Entonces, nada-de-nada-nuevo-nuevo. Ok, si concedemos que mbv parte de un conjunto de maquetas en suspenso que han requerido denodados mimos de producción para terminarse, podemos elevarlo a la altura de Smile, de The Beach Boys, otro disco engendrado y terminado en épocas muy distintas. Aunque podemos ser malitos, porque para eso estamos también, y decir que esta no es una obra continuista ni la segunda parte de una obra maestra, sólo un conjunto de maravillosos-maravillados lados B como aquellos que Babasónicos guardó en Carolo, ese tímido disco-hermano de Jessico escondido en el placard durante una década. Pero, quizás, el puñal más terrible que se le pueda clavar al corazón de Shields sea uno que lleve inscripto en su hoja la siguiente mini leyenda: “mbv es un auto-tributo”. De aquel amor noise, entonces, ¿nada más queda? Pues


sí, nueve hermosas y placenteras canciones, y una pregunta hincha pelotas que leímos por ahí: ¿My Bloody Valentine es hoy, paradoja mediante, la mejor banda que copia a My Bloody Valentine?

My Bloody Valentine mbv - 2013 180 gram vinyl + CD + digital download (Pickpocket)

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LIBRO /// Secuelas

Patti Smith

Sólo Pibitos

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Éramos unos niños (Just Kids), el libro de Patti Smith que ganó el National Book Award en 2010, ahora tendrá su secuela en 2013. En esta biografía no solo detalla y exalta su júbilo y su amor por el fotógrafo Robert Mapplethorpe, también guarda como en una pecera el río del tiempo de la New York de los años 70 y el devenir de sus respectivas aptitudes artísticas. Allí nos enseña, sin querer queriendo, el arte de ver la historia de uno mismo. Por Martín Brossard


La cantante, poeta y artista punk nos confirma que sólo se pierde la vana superficie de las cosas. Miremos adentro: “De pequeña me sentaba a los pies de mi madre y miraba cómo bebía café y fumaba cigarrillos con un libro sobre su regazo. Su ensimismamiento me intrigaba. Aunque todavía no iba a la escuela, me gustaba mirar sus libros, sentir el papel y jugar con las cubiertas. Quería saber qué había en ellas para que atrapasen la atención de esa forma tan profunda. Cuando mi madre descubrió que había escondido un ejemplar carmesí del ‘Libro de los mártires’ de Foxe detrás de la almohada con la esperanza de absorber su significado, inició el laborioso proceso de enseñarme a leer. [...] Cuando ya no necesité más instrucción, me permitía que me sentase con ella en nuestro abarrotado sofá, ella leyendo ‘Las sandalias del pescador’ y yo ‘Las zapatillas rojas’... Ese libro me fascinó. Ansiaba leer todo lo que pudiera, y todas las cosas que leía me producían nuevos anhelos”.

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LIBRO /// Biografías Intoxicadas

Chismes de Zorro: El dealer de Keith Richards suelta la lengua En marzo, con garbo desfachatado, se acomoda en las librerías españolas una tierna-escandalosa biografía sobre The Rolling Stones, esa que escribió el pillo Tony Sánchez, amigo íntimo-clandestino de Jagger, Richards y Jones, quien supo ser el transa cool de la banda durante dos décadas. Aquí, muchachitos, una muestra gratis de “Yo fui el camello de Keith Richards” para que caigan en la perdición. Por Martín Rodríguez Rey

La gente que andaba cerca de The Rolling Stones en sus inicios era gente que siempre andaba tramando. Como sus adorados, claro, unos tipos finos-decadentes en constante paso adelante del común de la gente, unos tipos cumpliendo a raja tabla con esa norma ferviente para los descarriados: ‘voy a perder la cabeza por el rock’. Así, con esta primal premisa, en el transcurso de dos décadas, Tony Sánchez –o, según Londres en el recuerdo, Spanish Tony– se tuteó con Brian Jones, Mick Jagger y Keith Richards, integrando la plebe que los seguía a todas partes, en instancia UNO como dealer de Jones y paulatinamente como vínculo del resto de los buenos muchachos con el ultramundo de las drogas no válidas para farmacias. Por esta amistad-dependencia Spanish Tony experimentó y potenció en las instancias DOS, TRES y CUATRO varios de los momentos más calientes en la historia en sobresaltos de los Stones. Ejemplos: presenció la fundación de la banda, los disturbios de Altamont y la gra-

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bación de los discos picados por los bichitos del LSD y la cocaína. Ningún tontuelo, un zorro de cabo a rabo, Tony fue acumulando anécdotas, altos chismes, para tiempo después soltar la lengua en un libro imperdible que editorial Contra acaba de publicar traducido al rico español. La publicación consta de 384 páginas, y en ellas cabalga despojado el espíritu salvaje de la banda y toda la cosa tumultuosa de aquellos presentes está retratada con ardua fiereza, una memoria que revela no sólo el mundillo de las drogas duras, el sexo fuera de sí y el perfecto rock’n’roll, sino que salva en sus espejos escritos toda la tentadora escoria de algunos elegidos. En fin, muchachitos, en este adelanto-máquina del tiempo, podremos ser testigos del ‘hola, ¿qué tal?’ entre Spanish Tony y Brian Jones en un club del Swinging London, de la transa inicial entre ellos, y de una noche larga con gente que arde en orgía bacanal hasta que, ‘como fabulosos cohetes amarillos, explota igual que arañas entre las estrellas’.


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“Todavía me alucinaban los Rolling Stones a mediados de los años sesenta. Los Beatles eran más ricos y vendían más discos. Pero habían comprometido su integridad con sus pelos bien cortados y sus actuaciones ante la realeza. Los Stones eran los nuevos potentados de Londres. Sus cortes de pelo, su actitud, su ropa, eran imitados por todo joven que aspirara a ir a la moda: desde elegantes aristócratas ociosos a estudiantes que apenas acababan de dejar atrás los pantalones cortos. Resulta difícil recordar ahora la gran influencia, aunque efímera, que llegaron a ejercer. Ningún otro músico antes que ellos había ejercido tal poder en aras de una revolución social. En el centro de todo ello se encontraba Brian Jones. Era el Stone con talento musical, el que podía coger cualquier instrumento —desde un saxofón a un sitar— y aprender a tocarlo en menos de media hora. El que se ganaba la vida interpretando rhythm and blues, puro y trepidante, cuando Mick Jagger no era más que un estudiante mediocre en la London School of Economics y Keith Richards otro mugriento delincuente y estudiante de arte que se creía Chuck Berry porque podía arrancar tres acordes a su guitarra desafinada. Brian personificaba la actitud hedonista y arrogante, el principal atractivo de los Rolling Stones. Había abandonado a seis hijos ilegítimos, todos chicos y todos de distinta madre. Fue el que se dejó el pelo más largo. El primero en vestir ropas escandalosamente andróginas —blusas de chifón, sombreros de Ascot y maquillaje— y, sin embargo, le rodeaba tal halo de agresividad guerrillera que nadie hubiera osado sugerirle a la cara que no tenía un aspecto demasiado masculino. Brian era el líder y los otros Stones le seguían detrás cojeando. Las cosas habían cambiado últimamente. Entre quienes trabajaban con los Stones se rumoreaba que, involuntariamente, Mick y Keith estaban subyugando a Brian, quebrantado su voluntad, destruyéndolo. Egocéntricos, obsesionados con llegar a ser estrellas del rock, no podían perdonarle a Brian Jones que al principio les hubiese doblegado, musical y visualmente, a su voluntad. Tales rumores son algo habitual en el turbulento y malicioso mundillo de la música rock, y nunca me los tomé en serio… hasta ahora. Eran las dos de la mañana y estaba saboreando un whisky escocés con hielo en un oscuro club nocturno londinense llamado Speakeasy, esperando a que apareciera mi amiga, que era bailarina en la discoteca. El club estaba abarrotado de chicas y chicos guapos que habían convertido momentáneamente a Londres 32 conga mag

en la capital de moda del mundo occidental. Quizá el Swinging London no sea ahora más que un viejo cliché. Pero entonces era una realidad y todos trabajábamos duro para perpetuarla. En clubs como el Speakeasy, todos intentaban parecer súper cool pero en realidad se pasaban el rato mirando alrededor en busca de alguna cara famosa. Es fácil adivinar que ha llegado una estrella porque todo el mundo —incluidas las bailarinas— comienza a abrir hueco. Cuando sucedió esta vez, levanté la vista, y ahí, tambaleándose hacia mí, estaba Brian Jones. No era el Brian que había conocido doce meses atrás. Entonces, su pelo dorado brillaba como el sol, estaba moreno, era ágil y guapo. Ahora el pelo le colgaba lacio y grasiento alrededor de la cara, pálida como la muerte; tenía los ojos inyectados en sangre y las sombras que se extendían por su rostro eran las de alguien que no había dormido en mucho tiempo. —Eh, Tony, ¿cómo va todo, tío? Sonrió, le pedí un whisky y me sentí halagado, no solo de que el guitarrista principal de los Rolling Stones se hubiese acordado de mi nombre sino de que además me hubiera escogido a mí, de entre todas las personas que conocía en un club de moda como el Speakeasy. Hablamos un rato sobre discos y sobre las últimas pelis de estreno; luego dejó caer, como por casualidad, la pregunta que había estado esperando: —¿Sabes dónde puedo pillar, Tony? No soy camello, pero de joven había trabajado en el Soho, primero como portero de discoteca, luego como crupier, así que sabía exactamente adónde ir para conseguir cualquier cosa, ya fuera una bolsa de hierba o una metralleta Thompson. Por consiguiente, la gente del mundillo del rock había pasado a utilizarme como reacio intermediario en sus flirteos con el submundo londinense. Aunque tenía miedo de que este papel acabara por causarme problemas, era lo suficientemente joven y alucinaba tanto con los famosos como para llegar a la conclusión de que merecía la penar correr el riesgo si era el precio que tenía que pagar para ser amigo de gente como Brian Jones. —¿Qué quieres? —le pregunté a Brian, a pesar de que me moría de ganas de cambiar de tema. Me agarró del brazo y dijo, casi gritando:


—Cualquier cosa, consígueme lo que sea. No me importa una mierda, tráeme algo ya. Recuerdo sus ojos, tristes y perdidos. Brian Jones, la más célebre, extravagante y exuberante estrella del rock, era ahora un tipo patético. Me zafé de su brazo y me acerqué a un tío negro que conocía y que sabía que a veces pasaba droga para sacarse algo de pasta. —¿Qué buscas? —susurró—, tengo de todo, tío: coca, tripis, hierba... —Un momento. Volví a preguntarle a Brian qué se le antojaba. Brian no lo pensó ni medio segundo. —Píllame de todo, Tony —me pidió—. Todo lo que tenga. No me importa lo que cueste. El precio era 250 libras. Prometí al tío de color que tendría el dinero en sus manos al día siguiente y, como me conocía y confiaba en mí, me pasó todo el alijo en una pequeña bolsa de papel. Cuando regresé a nuestra mesa en mitad de la sala, al lado de la pista de baile, Brian se estaba comportando de un modo tan extraño que temí que fuera a meterse toda la droga allí mismo, delante de todo el mundo. Antes de entregarle la bolsa, le advertí que tenía que ir al lavabo si quería tomar algo mientras estuviese en el Speakeasy. Sin darme tiempo a terminar lo que estaba diciendo, agarró la bolsa, igual que un niño coge un chupachups, y se largó corriendo al baño. Parecía relajado cuando volvió, y sonreía mientras me pasaba la bolsa y me pedía que me ocupara de ella en caso de que le registrara la policía. Yo había empezado a consumir cierta cantidad de cocaína así que, cuando Brian me invitó a coger lo que me apeteciera de la bolsa de chucherías, acepté agradecido. No pude creer lo que veían mis ojos cuando me encerré en el baño y abrí la bolsa. Brian no solo se había metido más de medio gramo de coca, sino que al parecer se había tragado un buen puñado de estimulantes y de tranquilizantes. Volví a la mesa armándome de valor y dispuesto a encontrarme a Brian inconsciente en la pista de baile; sin embargo, allí estaba, sonriendo y bromeando con una amiga mientras sorbía su quinto whisky de la noche.

Nos quedamos una hora más, e incluso después de haberse tomado otros dos whiskys, Brian aparentaba estar solo ligeramente colocado. Me llevó algunas semanas darme cuenta de que Brian pertenecía a esa clase de alcohólicos que se pasea por ahí en una zona gris permanente: nunca demasiado borracho, pero tampoco demasiado sobrio. Lo llevé en mi Alfa Romeo blanco hasta su piso en Courtfield Road, en Earls Court. La noche era cálida y había una luna llena enorme, así que fuimos rápido, muy rápido, con la capota bajada. Brian parecía disfrutar de la velocidad y del viento, que hacía que el pelo se le metiera en los ojos, pues podía oírle mascullar, «Vamos, querido, vamos… más rápido, querido, más rápido». Me invitó a su piso situado en la segunda planta del gran edificio de ladrillos rojos a fumar un «petardo» —así llamaba Brian a los porros—, y acepté. Mientras lidiaba torpemente con las llaves de su casa, le pregunté de pasada: —¿Tío, qué es eso que he oído decir de que Anita está saliendo con Keith? Era de todos sabido que Anita Pallenberg, a la que conocía bastante bien, había dejado a Brian por Keith Richards. Brian se estremeció como si le hubieran asestado una puñalada. —No vuelvas a mencionar el nombre de esa tía delante de mí—dijo. Pero sus palabras no podían ocultar el dolor que le corroía por dentro y que le estaba destruyendo. Cuando Keith sedujo a Anita, le arrebató el único punto de apoyo que sostenía a Brian, condenándolo a una vida de la que Brian solo ansiaba olvidarse. Esto fue aún más patente cuando entramos en el piso y fuimos recibidos por Nikki y Tina, dos bellas lesbianas que hacía semanas que vivían con Brian. Este dejó bien claro que los tres compartían su cama extra grande. Lo que era casi tan evidente como que ninguno de los tres soportaba a los otros dos. Mientras me liaba un porro de la bolsa de papel de Brian, este metió la mano y sacó un trocito de papel secante impregnado con LSD. Después de todo lo que había bebido, de la cocaína y de los estimulantes y tranquilizantes que había tomado, me preocupaba cómo podía afectarle; pero como parecía saber lo que estaba haciendo mantuve la boca cerrada. conga mag 33


Era increíble, pero Brian todavía aparentaba estar razonablemente en plenitud de sus facultades mentales; aunque yo para entonces ya no estaba lo que se dice sobrio, supongo que tampoco era la persona más indicada para juzgarlo. De repente, se le metió en la cabeza poner unas cintas con música que había compuesto. Su cerebro debía estar dando volteretas dentro del cráneo. Mientras intentaba poner la cinta en el reproductor, esta se desenrolló por todas partes; y cuanto más intentaba Brian arreglar el desastre, más lo empeoraba. Al final, acabó sentado en el suelo, llorando, con cientos de metros de cinta magnetofónica enredada a su alrededor. Luego, cuando conseguí que parase, comenzó a hacer trizas la cinta —fruto de semanas de trabajo— con unas tijeras. Entonces cortó unos dos metros para que pudiera escuchar un trozo de algo sin sentido y que sonaba como si hubiera sido parte de una canción buenísima. Nadie sabrá nunca si lo era o no. Después comenzó a unir la cinta haciendo nudos porque, en su ofuscación, creía que era la única forma de repararla. Luego empezó a poner un pedazo de cinta de atrás hacia delante, sin dejar de repetir, «¡Qué bueno! ¡Qué bueno!». Yo ya había probado el LSD y lo entendí: hacía que todo sonara genial. El estado de Brian fue empeorando a medida que avanzaba la noche. Se liaba un porro enorme cada veinte minutos o se tomaba un par más de pastillas y se desmayaba en el suelo. Entonces me miró con malicia y gruñó: —Voy a matarte, Mick —pero entonces se dio cuenta de que era yo—. Lo siento mucho, Tony. ¿Te llamas Tony, no? Mientras duró todo aquello, las chicas se limitaron a dar caladas a los porros, impertérritas. —Siempre es así —fue todo lo que comentaron con una risita tonta cuando les pregunté si debíamos encerrarlo en la habitación. Entonces Brian empezó a llorar, sentado con la cabeza en las manos, como un animal herido. Ver a ese hombre de impresionante talento y belleza, envidiado e idolatrado por millones de personas, tan consumido por el dolor me dolió más que cualquier cosa que hubiera visto antes. El sol brillaba a través de las ventanas mientras par34 conga mag

padeaba, me frotaba los ojos y me preguntaba dónde coño estaba. Se me había dormido la pierna, tenía el cuello rígido y parecía que un equipo de fútbol hubiera utilizado mi cabeza como pelota para entrenar. Brian dormía con la cabeza apoyada sobre el magnetofón. Las chicas —considerablemente menos exóticas a la cruda luz del día— se acunaban abrazadas en una de las carísimas alfombras persas de Brian. Buscando a tientas en la cocina, conseguí, no sé cómo, hacer cuatro tazas de café solo cargado para espabilar a todo el mundo. Lo bebimos lentamente. Entonces, Brian picó un poco de cocaína en un trocito de cristal y la esnifamos con un billete enrollado. Sé que mucha gente tiene una fe ciega en la eficacia de los huevos con bacón, pero hay un montón de personas entre la gente del mundo del rock a quienes les resultaría difícil empezar el día sin la adrenalina, sin la estimulante explosión de combustible para cohetes de una raya de coca. Brian se sintió tan feliz como un niño el primer día de vacaciones de verano una vez que la cocaína comenzó a burbujear por su cuerpo. Nos informó de que iba a llevarnos a tomar un desayuno de los de verdad al Antique Market, en Kings Road, Chelsea. Nos apiñamos en su coche, un Rolls Royce Silver Cloud color plata metalizado con las ventanas tintadas, y nos marchamos dando bandazos: Brian y yo delante, las chicas detrás. Desde el principio, tenía la sospecha de que Brian no estaba en condiciones de caminar, ni qué hablar de conducir un Rolls, y en menos de trescientos metros mi temor se vio justificado. Brian dio un volantazo en la esquina de Fulham Road y se estrelló contra la parte trasera de un coche aparcado. Cuando se puso a buscar a tientas la palanca de cambios para meter la marcha atrás, fue evidente que quería largarse de allí. No obstante, el impacto había provocado un ruido tremendo y estaba seguro de que varias personas habían visto lo ocurrido. Salté rápidamente del coche y garabateé una nota de disculpa que metí debajo del limpiaparabrisas del coche dañado. —¿Por qué cojones has hecho eso? —le pregunté una vez subí de nuevo al Rolls. —Se interponía en mi camino —fue su única respuesta. Intenté convencerlo de que me dejara conducir a mí hasta Kings Road, pero insistió en que era perfecta-


mente capaz de manejar el coche. Zigzagueamos en dirección a Chelsea, como una pandilla de incompetentes policías de película muda. Durante el recorrido me vi forzado una y otra vez a pasar la pierna por encima de Brian y estampar el pie en el freno para evitar otro choque. A lo largo de todo el trayecto, la gente no dejó de mirarnos: una panda de estrellas del rock armándola en un Rolls fuera de control. Sorprendentemente, conseguimos llegar al Antique Market sin chocar con nada más, pero como había un montón de coches estacionados sugerí que entrara con las chicas mientras yo aparcaba el Rolls. —¿Qué crees que soy —estalló—, un imbécil, un idiota o algo así? Soy perfectamente capaz de aparcar mi propio coche, muchísimas gracias. Así que, con un giro de volante, dirigió el cochazo al otro lado de la calle, se metió recto en la acera y se estampó contra un muro de ladrillos. El accidente pareció ocurrir a cámara lenta o como si se tratase de la escena de una película. Brian no podría haber ofrecido absolutamente ninguna excusa si la policía se hubiera presentado de pronto. Cuando me quise dar cuenta, Brian salió trepando del Rolls con las chicas mientras me pedía, tranquilo y con una amplia sonrisa en la cara, si podía aparcar el coche. De modo que subí al asiento del conductor mientras docenas de personas miraban el enorme Rolls con ventanas tintadas estampado, sin motivo aparente, contra un muro de ladrillo. Logré dar marcha atrás y aparcar a la vuelta de la esquina, y ese fue el final de aquel pequeño incidente. Desde ese día he sido un gran admirador de los Rolls porque, aunque el muro quedó completamente hecho polvo, el único daño que sufrió el coche fue una abolladura en el radiador. Después de tomar café y cruasanes, Brian me pidió que les diera una vuelta en coche por Chelsea durante el resto del día. Le flipaba bajar un poquito la ventanilla de atrás y asomarse para que algunos fans pudieran reconocerle y corrieran hacia el Rolls para conseguir un autógrafo. Cuando se cansó de este juego fumamos unos cuantos porros y luego Brian convenció a las chicas para que se besaran apasionadamente. Cuando me quise dar cuenta, estaba haciendo el amor con una de ellas en el asiento de atrás mientras yo permanecía sentado y atrapado en un atasco en Kings Road, intentando aparentar que no me en-

teraba de nada. Brian se estaba granjeando una reputación legendaria como amante, y a medida que llegué a conocerlo a fondo, me di cuenta de que, hasta cierto punto, era bien merecida. Cuando no iba demasiado colocado, no le daba importancia al hecho de hacer el amor con dos —o incluso con tres— chicas diferentes en una sola noche. Pero otra cosa que comprendí fue que para Brian el sexo no tenía absolutamente nada que ver con el amor. Utilizaba el sexo como un arma para degradar y humillar a las mujeres que se sentían atraídas por él. Algunas veces se conformaba con el mero sadismo verbal, como burlarse delante de mí de cómo se las apañaba una determinada mujer en la cama en voz tan alta que resultaba imposible que ella no lo oyera. En otras ocasiones su crueldad se manifestaba de formas aún más peligrosas. Parecía disfrutar muchísimo pegando a las mujeres. Una y otra vez me encontraba en su piso a chicas con los ojos morados y los labios hinchados. Sin embargo, ninguna de ellas fue a la policía ni causó ningún problema. Supuse que, aunque quizá no disfrutasen de que las pegaran, estaban preparadas para tolerarlo si era el precio que tenían que pagar por compartir la cama con un Rolling Stone. Pero maltratar a las mujeres no parecía ser algo que Brian hiciera para experimentar placer físico. Era como si cargara dentro de sí con una pena terrible y lacerante, y como si el único modo en que obtenía cierto alivio pasajero fuese transmitiéndoselo a otras personas”.

Ficha técnica Tony Sanchez: “Yo Fui el Camello de Keith Richards” (Contra, 2013) Fecha de publicación: 18 de marzo Páginas: 384 Precio: 22,50 euros conga mag 35


LIBRO /// Fotos

Tom Waits + Anton Corbijn

El fotógrafo y director Anton Corbijn, estrella del retrato (nombramos a U2, Depeche Mode, Beck y David Bowie, entre los cientos de ilustres capturados), lanzará el 8 de mayo un libro de fotografía que incluirá 200 retratos del gigante Tom Waits tomados durante más de 30 años y 50 páginas de fotos del mismo Waits. El volumen descomunal contará con una introducción de Jim Jarmusch y será editado por Schirmer-Mosel al anti módico precio de 199 dólares. La edición tendrá una tirada limitada de 6.600 ejemplares y se llamará Waits/Corbijn ‘77-’11. Corbjin nos contó al respecto: “Es extraño tomar fotografías de alguien durante más de 30 años. Nuestro trabajo juntos se ha desarrollado de una manera completamente orgánica y esto es belleza. Somos muy serios normalmente pero cuando toca trabajar juntos, somos como críos resistiéndose a madurar. Es liberador y una necesaria droga legal”. “Anton agarra una caja negra, te apunta con ella, y todas las hojas caen de los árboles, las sombras se hacen más largas y dan más miedo, la casa luce completamente abandonada, y yo parezco un apuesto funerario. Me encanta trabajar con él, es alguien con un verdadero punto de vista. Creeme, no voy a ir saltando por las rocas usando solo una capa de Drácula para cualquiera…”, dice Waits. Todo dicho. Por Gus Kraft

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Noel Gallagher + Damon Albarn

Un encuentro hist贸rico-amoroso

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Aquí, las primeras fotos exclusivas de Noel y Damon durante el concierto en el que dejaron atrás dos décadas infames de animosidad para tocar Tender, clásico de clásicos from Blur.

Se cumplió el deseo de casi todos, hasta del mismísimo old Gallagher, quien hace un tiempo puso en los titulares sus ganas de colaborar con el líder de Blur además de remarcar que la canción favorita de la banda era la tiernísima Tender, cuando, en medio de un show en el Albert Hall, donde se celebraba el Teenage Cancer Trust 2013, Albarn detonó la algarabía al preguntar “¿Noel? ¿Noel?”. Y este no se hizo rogar mucho más, y apareció en el escena-

rio tocando el tema elogiado semanas antes. “Elegimos esa canción con Albarn porque era fácil de tocar en la guitarra”, había bromeado el ex Oasis un día antes. Pero eso no fue todo. A ellos se les unieron Graham Coxon en guitarra y Paul Weller en batería, nada menos. Todo el sabor de un encuentro histórico-amoroso, aquí y ahora. Por Luciana Romero

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EN VIVO Entrevista

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Yo la Tengo o ñ o t o e d a d Ban Los discos de Yo la Tengo emanan una alegría especial, una delicadeza de otoño que a veces rosa la felicidad, un aire dulce que certifica el regocijo de sus integrantes por haber sido elegidos para ejercer el estado más lindo de la música, la libertad. Por Martín Rodríguez Rey

London Alexandra Palace

“Simplemente queríamos escribir canciones que nos gustasen. Esta vez hemos intentado no escribir demasiadas, ya que teníamos en claro que el disco debía ser breve, situación en la que veníamos fracasando desde hace años, ahora lo logramos. ¡Al fin! (Risas)”. Ira Kaplan, el líder del trío de Hoboken, Nueva Jersey, es el que charla con nosotros, se ríe y nos brinda algunas razones para abrazar con otro tacto los momentos de Fade, el último disco de su banda, editado a mediados de enero. “Puede seguir siendo un álbum de Yo La Tengo –se apresura- aunque no guarde una canción noise de 10 o 15 minutos. Sólo hemos seguido el instinto de nuestros corazones sin obligarnos a nada”.

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Ese instinto fue producido por John McEntire (Tortoise, Teenage Fanclub), un tipo cerebral, poco espontáneo, cuya música se deja mandonear por la cabeza y no tanto por el alma. ¿Cómo interactuaron con McEntire, conociendo ese plan pragmático de producción? Creo que él actúa en sus propios proyectos ejerciendo un papel diferente al que encara como productor. Lo pasamos realmente genial trabajando juntos y pasando el verano en Chicago. Él suele involucrarse de manera casi invisible, se dedica a desperdigar los micrófonos, a atrapar sonidos… Le decíamos qué nos gustaba y qué no. Compartimos una onda muy personal. Hay un factor importante en su manera de trabajar y es precisamente que él va haciendo lo suyo sin realmente hablar mucho sobre ello. Nosotros trabajamos de forma espontánea, creo que el disco suena muy directo. Él daba su opinión cuando se la pedíamos y en esta ocasión hemos tenido que tomar muchas más decisiones que lo que hemos hecho normalmente y eso afectó al proceso. Tiene un estudio estupendo, unos oídos estupendos, por eso su espíritu y sapiencia están por todos los rincones del disco. 44 conga mag


¿Fue muy distinto al trabajo con el productor histórico de la banda? No tanto. En veinte años sólo hemos trabajado con Roger Moutenot y él nunca puso el grito en el cielo o golpeó sobre la mesa y nos obligó a hacer algo que no queríamos. Estamos muy contentos con los discos que hemos hecho con él, pero esta vez queríamos probar algo distinto. ¿Cómo es el Soma Electronic Music Studios, donde grabaron este último LP? Es muy cool y diminuto. Repleto de cosas interesantes: podés acceder a un montón de instrumentos y aparatitos para generar sonidos y ruidos. Estuvimos juntos todo el tiempo pasándolo súper bien.

¿Cómo creés que le llega el disco a la gente? ¿Cómo sienten ustedes a las canciones? Todo depende de la manera en la que escuches el disco, de la visión personal de cada uno. No pensamos en enfocar las canciones de distintos modos cuando encaramos un nuevo proyecto, nos concentramos en trabajar con cada canción, pero sin pensar en si vamos a volver a la psicodelia o a alejarnos de ella. Simplemente estamos al servicio de la canción, reaccionamos ante lo que nos pide. No me interesa repetir algo simplemente porque funciona. Pero si este disco hubiera sonado exactamente igual que Popular Songs (su álbum anterior, de 2009), también estaría bien, siempre que hubiera surgido por un proceso natural, sin forzarlo. Disfrutamos con la experimentación, probando cosas nuevas. Es lo que hacemos. ¿Nuestros sentimientos? Es muy incómodo para mí hablar de lo que yo o los otros dos miembros del grupo puedan sentir, porque eso sería una distracción respecto a nuestro objetivo, que es la relación del que nos escucha con la música, sin recibir ningún tipo de influencia previa sobre su contenido. ¿Podés describir tus canciones? Prefiero que las canciones hablen por sí mismas; que tengan su propio desarrollo y no ser yo el que las encamina en una dirección u otra. Quiero que mi música te llegue porque vos la has encontrado, entendido o disfrutado, y no porque yo te diga “Mirá, fíjate en esto y en aquello”. ¿Cómo discriminan las canciones antes de guardarles en un disco? Tratamos de no incluir el mismo tipo de canciones. Sin embargo, no tenés por qué siempre sonar diferente a lo que hiciste en el pasado; si lo conseguís, ok, pero de lo

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contrario, no pasa nada. Lo que me interesa es el efecto que tienen las canciones en el oyente. ¿Tienen o reconocen influencias fuertes, de esas que no pueden despegarse? No creo que nuestras influencias sean tan determinantes, como si nos hubiéramos sentado a escribir una canción soul después de haber estado escuchando mucha música soul. Mis gustos musicales son bastante amplios, escucho muchas cosas y no llega un momento en el que escuche algo nuevo que me quiera llevar a escribir un tema diferente o no. No soy consciente de tener influencias directas, es simplemente lo que sale cuando nos ponemos a tocar. ¿Cómo es tu manera de componer? Escribir es algo muy personal, indudablemente, y, sin embargo, creo que podés sonar universal desde lo particular. Cuando cantás sobre algo, aunque el oyente no haya pasado específicamente por ello, no quiere decir que no se sienta identificado. Mi ob-

jetivo es conseguir que reconozcan lo que digo, que lo sientan como suyo. Me gustaría que cuando escuchen mis letras, piensen “Hey, esto es muy copado” (Risas). La gacetilla de prensa anuncia con Fade un regreso al sonido que patentaron a finales de los 90 con I Can Hear The Heart Beating As One (1997) y And Then Nothing Turned Itself Inside-Out (2000)… No es así en realidad. Ni siquiera recuerdo ahora cómo sonaban esos discos. Entonces, ¿cuándo suena una canción suya, no la reconocen enseguida? A veces sucede que vamos a un restaurante, hay una canción en el aire y no nos damos cuenta de que es nuestra hasta que pasaron unos minutos. No es sólo que no escuchemos nuestros propios discos. Las canciones antiguas las tocamos en vivo y es ese sonido el que tenemos en la cabeza, y no el del disco. ¿Son de los artistas que no vuelven a escuchar sus discos nunca más? Es probable. Digamos que cuando subo al auto y quiero poner un disco no me pregunto: “¿Neil Young, Teenage Fanclub o Yo La tengo?”. Esa tercera opción está descartada (Risas).

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¿Cuál es, a grandes rasgos, tu balance con respecto a la banda y su situación en el mundo de la música? Creo que es mejor tener la conciencia de que la música te dará cosas buenas, pero también otras malas. ¿Nuestra situación en el mundo de la música? Nos han pasado muchas cosas hermosas: Sonamos en Los Simpsons (risas), grabamos con Ray Davies, seguimos tocando y editando discos luego de 30 años… pensamos en ello, y, por suerte, nunca llegamos a creernos que esos tipos que vemos en un video o en las fotos de prensa o en un concierto en DVD seamos nosotros mismos. Eso es un alivio. Yo La Tengo / Fade / (Matador) 2013

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Thom Yorke

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Activando

átomos

de paz

Seguimos entusiasmados con su corazón. También con sus discos, sus vivos y sus canciones. Y sus nuevas canciones parecen historias de un mundo futuro hace tiempo perdido (el Mundo, en ese futuro perdido, está amenazado -juguemos a que Thom Yorke es un viajero del tiempo que retoma nuestro presente para mejorar el suyo, el de todos, en el futuro del que viene-), cuando las ciudades aún estaban impregnadas de una regulable luz artificial, cuando se oían las bandas en las azoteas cubiertas por una burbuja que las amparaba de la lluvia ácida y cuando casi todos en las calles llevaban uniforme y casco protector. Aquí está el último de aquella generación de músicos empedernidos que por las noches pergeñaban-motorizaban la idea de cambiar el mundo, que todavía viajaban por el cielo en esos viejos aviones de los primeros 2000, que sentían auténtica nostalgia del amor y la paz, y cuyos sueños para conseguirlos eran tan antiguos como los nuestros o los suyos, queridos lectores del 2013... Ejem, ejem, paremos un poco con el delirio, y sigamos más o menos con la realidad en la página siguiente. Por Laura Cohen y Martín Rodríguez Rey

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Yorke dice: “Espero que mis ideas surjan de un lugar diferente, ¡porque mi vida ha cambiado mucho en más de 20 años haciendo esto! Espero que hayan cambiado de la misma manera que los tiempos han cambiado. Aunque todavía anote mis ideas en cuadernos, las canciones han cambiado de la misma manera que los sonidos e instrumentos musicales y técnicas que me atraen han cambiado. La manera en la que encuentro las formas o los acordes es muy aleatoria. Como ir a tientas en la oscuridad. De vez en cuando, un nuevo tipo de luz brilla en lo que tenés y en lo que tendrás... entonces seguiremos adelante. Y entonces estás de nuevo en la oscuridad”. Aparecidos por primera ver en 2009 para respaldar la promoción en vivo de The Eraser, el debut solista que recientemente había editado el cantante de Radiohead, los Atoms For Peace, esos que debemos nombrar Thom Yorke, Flea (bajista de Red Hot Chili Peppers), Nigel Godrich (súper productor y mentor de los recientes Ultraísta), Mauro Refosco (percusionista de David Byrne y Forro In The Dark) y Joey Waronker (baterista de R.E.M. o Beck), alcanzaron, obvio, inmediata atención por parte de la prensa mainstream y de los blogs indie, además, claro, de todo el público presente en las redes y en los kioscos de revistas especializadas. Un Radiohead, un Chili Peppers y un productor estrella no se amontonan así nomás todos lo días. Tras aquellas presentaciones hubo adelantos clandestinos, singles y vivos excitantes. Y este año, a mediados de febrero, ya pudimos escuchar completo su álbum debut, uno que titularon AMOK, uno que forjaron en tres días de improvisación en un estudio de Los Angeles, y que luego pulieron a lo largo de 2010, 2011 y 2012. Desde entonces, no podemos sacarnos una idea de la cabecita: este es otro disco solista de Yorke aunque con invitados de lujo. Pero no ninguneemos apresuradamente a los otros muchachos. ¿O sí? Yorke sigue demostrando que es uno de los cronistas sónico-clínicos más sensibles e insidiosos del mundo. Yorke sigue conquistando escuchas de todas las edades en todos los presentes de la historia del tiempo que supo vivir. Ha pasado por la prosperidad repentina de la industria, por el crac de las discográficas, por la depresión moderna

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de las mentes, la recesión del alma, por el malestar ante la inminente guerra de los roces entre bandas, por la guerra misma, por la nueva prosperidad de la industria (la era digital), por la inflación de la inspiración, por la recesión otra vez, por la baja repentina, y ahora otra vez por el malestar, pero ninguna de aquellas situaciones habían cambiado ni un solo elemento de las intenciones que laten desde su corazón atómico. Para contrarrestar algunos de los males de este mundo, con Atoms for Peace ha elaborado flamantes electro atmósferas de figuración que mixturan su inquietante voz y la afro-percusión de Waronker y Refosco. “¿Amo hacer beats en mi ordenador portátil? No es como escribir canciones, para mí es lo mismo que tocar el piano o la guitarra durante horas y dar con riffs que me gustaría convertir en canciones. Por el momento estoy disfrutando mucho más con mis sintetizadores y mis samplers para llegar a ideas melódicas”. Retomamos el delirio. En el mundo futuro hace tiempo perdido los atardeceres son muy cortos, un minuto luce el Sol, y al minuto siguiente se hace de noche. Los edificios se inclinan contra el resplandor crepuscular, y por un momento resulta inimaginable que pueda haber algo detrás de la ciudad, que aquello no sea el fin del mundo. El muro de luz incandescente parece surgir del infinito, así, quiméricamente profundo, del mismo lugar indefinido del que debe venir la esperanza y la fe de Thom en la música y su poder sanador. En AMOK, nuestro muchacho introspectivo ha querido disfrutar de la creación deshaciéndose de algún que otro fantasma endemoniado. Un respiro para todos. Y la influencia de Flea, mientras estaba en California, lo convirtió en un impensado devoto al surf, ese ejercicio de la paciencia que luego pudo ejercer en el estudio de grabación: “Es como cuando estás en la tabla esperando a que llegue la ola perfecta. No podés enfadarte por ello. Sabés que va a terminar pasando con el tiempo y empezás a entender que la espera forma parte de la propia diversión”. La banda en sus inicios no tenía nombre oficial y se hacía llamar “??????”, quizás, pensamos, porque antes de las canciones están las preguntas. Espe-


culemos teclado a teclado con Thom: “¿Cuál es la causa de que el hombre se convierta siempre en una isla? ¿Y por qué, a veces, es una tan lejana? ¿Cuáles han sido sus equivocaciones? ¿Por qué no amar al prójimo como premisa indispensable? ¿Por qué no respetar y ejercer el poder de la modestia? ¿Por qué no apreciar el honor por encima de las ganancias materiales?”. Pero shh, shh, Delirio, cerrá la bocota. Así que después de las interpelaciones a la nada eligieron, como una causa común a sus corazones, Atoms for Peace, el título de una de las canciones de The Eraser y el antiguo lema de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Y el proyecto se fue desarrollando vía borracheras filosóficas y desfachatadas escuchando a Fela Kuti hasta que acabaron encerrándose en un estudio de grabación durante tres fabulosos días: “Tenía pequeñas ideas, ritmos principalmente”, comparte Yorke. Allí registraron diez horas de música y ensueño, a las que le adjuntaron letras y la sabia producción del experimentado Godrich. Más o menos así nació AMOK, un bebé-disco con la luz bajo el brazo. ¡Hey! Hay, entonces, un Thom Yorke renovado que repite en un mantra bonsái “correr, hacer yoga y meditar” como la base alimenticia de su espíritu, que ha adquirido la ética del surfista para el día a día, y que, de alguna manera misteriosa ha visto la luminiscencia de las cosas. Hay, entonces, un Thom Yorke que ya no se siente ni se ve como el bicho raro de Creep, un Thom Yorke que por fin acepta su pertenencia al aquí y al ahora, y que con una pizca de humor dice más: “Cuando originalmente escribí que ‘no iba a ir más por el lado oscuro’, era una forma de tomar el pelo a la gente. Y la ironía es que con Radiohead acababa de hacer una gran gira mundial el año pasado y en gran medida fue uno de los mejores momentos de mi vida. Pero Nigel [Godrich] estaba constantemente repitiéndome: ‘¡No lo hagas oscuro! ¡No lo hagas oscuro!’. Y sí, la idea era, por una vez en mi vida, disfrutar de esta energía y no dejarla de lado”.

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Kurkorama y los 50 discos que deberías escuchar antes de morir Por Laura Cohen Entre certezas dispersas, y tras negar enfáticamente hace unos meses que existiera la idea de adaptar el corto paseo terrenal de Kurko al mundo musical de Broadway, Courtney Love, la viuda en decadencia, confirmaba a través de Sam Lufti, su representante, el plan “de un posible film o documental basado en la vida de Kurt Cobain”. Finalmente será un documental y maniobrando las cámaras estará Brett Morgan, director de Crossfire Hurricane, la película sobre The Rolling Stones que se estrenó este año coincidiendo con el quincuagésimo aniversario de la banda. Por lo que declaró Morgan, el plan nació en la cabeza semi-quemada de Love hace más o menos un lustro, y desde entonces ambos vienen provocando tormentas de ideas para encarar el proyecto. “Courtney es quien me metió en esto. Hemos estado buscando el momento adecuado para dar forma a este filme juntos y el momento es ahora… Kurt no sólo era un compositor y músico asombroso; también era un artista y un cineasta increíble. Así que vamos a hacer la película como si fuera una especie de autobiografía narrada en tercera persona; como si Kurt aún estuviera entre nosotros y se pusiera a hacer un filme sobre su vida”. Se espera que la película tenga estreno oficial en 2014, aunque esa realidad todavía es incierta. 54 conga mag

La lista de Kurt Haciéndonos eco de estos tiempos Kurkorama -la especulación desmentida por el productor Butch Vig sobre un disco solista de Cobain y la publicación del libro de calcomanías e ilustraciones Kurt and the Gang-, repasamos aquí la lista de los 50 discos que más le gustaban al Rey Grunge. Titulada por él mismo Top 50 de Nirvana, en ella podemos encontrar esas preferencias conocidas por todos (Sonic Youth, R.E.M., David Bowie, Pixies, The Vaselines o The Beatles) como otras que son gratas sorpresas, elocuentes referencias a su visión del mundo y sus estados lúgubres de ánimo (el rap combativo de Public Enemy o el pop negro y lánguido de Mazzy Star). Sin embargo, el podio especial lo ocupa la banda punk americana The Wipers, que logra mezclar tres discos entre las tremendas ediciones elegidas por Cobain. La lista, hallada hace diez años, se publicó por primera vez en el libro Journals, una compilación de notas y dibujos del cantante. ¿Cuándo la escribió realmente? Nadie los sabe, aunque teorizamos-inferimos que debió ser entre 1992 (allí vemos el Dry de PJ Harvey que fue publicado en ese año) y abril de 1994, cuando el muchacho terminó dolorosamente con el ciclo de su vida.


1. Iggy & the Stooges - Raw Power (1973) 2. Pixies - Surfer Rosa (1988) 3. The Breeders - Pod (1990) 4. The Vaselines - Dying for It (1988, listado como Pink EP) 5. The Shaggs - Philosophy of the World (1969) 6. Fang - Landshark (1982) 7. MDC - Millions of Dead Cops (1981) 8. Scratch Acid - Scratch Acid (1984, listed as 1st EP) 9. Saccharine Trust - Paganicons (1981, listed as 1st EP) 10. Butthole Surfers - Pee Pee the Sailor (1983) 11. Black Flag - My War (1984) 12. Bad Brains - Rock for Light (1983) 13. Gang of Four - Entertainment! (1979) 14. Sex Pistols - Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols (1977) 15. The Frogs - It’s Only Right and Natural (1989) 16. PJ Harvey - Dry (1992) 17. Sonic Youth - Daydream Nation (1988) 18. The Knack - Get the Knack (1979) 19. The Saints - Know Your Product (1978) 20. Kleenex - “anything by:” (1978-1983, posiblemente se refiriera al recopilatorio de 1993 Kleenex/LiLiPUT Compilation) 21. The Raincoats - The Raincoats (1979) 22. Young Marble Giants - Colossal Youth (1980) 23. Aerosmith - Rocks (1976) 24. Various Artists - What Is It. (1982, listado por error como What Is This?) 25. R.E.M. - Green (1988) 26. Shonen Knife - Burning Farm (K Records version, 1985) 27. The Slits - Typical Girls (1979) 28. The Clash - Combat Rock (1982) 29. The Faith/Void - The Faith/Void (1982) 30. Rites of Spring - Rites of Spring (1985) 31. Beat Happening - Jamboree (1988) 32. Tales of Terror - Tales of Terror (1984) 33. Leadbelly - Leadbelly’s Last Sessions Volume One (1953) 34. Mudhoney - Superfuzz Bigmuff (1988) 35. Daniel Johnston - Yip/Jump Music (1983) 36. Flipper - Album – Generic Flipper (1982) 37. The Beatles - Meet the Beatles! (1964) 38. Half Japanese - We Are They Who Ache with Amorous Love (1990) 39. Butthole Surfers - Locust Abortion Technician (1987) 40. Black Flag - Damaged (1981) 41. Fear - The Record (1982) 42. Public Image Ltd - The Flowers of Romance (1981) 43. Public Enemy - It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back (1988) 44. Marine Girls - Beach Party (1982) 45. David Bowie - The Man Who Sold the World (1970) 46. Wipers - Is This Real? (1980) 47. Wipers - Youth of America (1981) 48. Wipers - Over the Edge (1983) 49. Mazzy Star - She Hangs Brightly (1990) 50. Swans - Young God (1984, listado por error como Raping a Slave)

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Reediciones

Corazón tentador 4AD anunció los detalles para la edición especial por los 20 años de Last Splash, el estupendo LP de The Breeders. El lanzamiento, titulado LSXX, estará en las disquerías el 23 de abril y se podrá adquirir de dos maneras: como una caja de edición limitada de siete discos con cuerpo de vinilo, o como un modesto pack de tres CD’s. Y eso no es todo, claro, porque también habrá reunión conmemorativa de la banda original del disco –Kim y Kelley Deal, Josephine Wiggs y Jim MacPherson– y show memorable en el festival All Tomorrow’s Parties, que tendrá lugar en Camber Sands, UK, del 21 al 23 de junio. Hagamos inventario: La caja de vinilos guardará Last Splash en 12 pulgadas; cuatro EPs de 10 pulgadas de la misma era del disco; un concierto grabado en Suecia durante 1994; un 12 pulgadas con una sesión en la BBC Radio registrada en 1993 y los demos originales del álbum. La cosa maravillosa también incluirá el infaltable librito, en este caso de 24 páginas, con fotografía que documentan el proceso de grabación del disco y los dos años posteriores de en gira. Además, traerá las palabras alusivas-autorizadas de Kim Gordon y J Mascis. Por Gus Kraft

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Reediciones

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Electronic amontonó al cantante de New Order, Bernard Sumner, y al guitarrista de The Smiths, Johnny Marr, nada menos. Dos héroes de la canción contemporánea que editaron su primera arquitectura musical juntos en 1991 y la bautizaron Electronic. Un recinto de habitaciones pop que ahora se reedita con un bonus disc repleto de material inédito. De Electronic se cortaron tres singles: Get the Message, Feel Every Beat y Getting Away with It, en el que cantaba Neil Tennant de Pet Shop Boys. Esta reedición potenciada guarda grabaciones inéditas, versiones alternativas e instrumentales. Por Gus Kraft

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Recitales / Buenos Aires / Enero 2013

y la geograf铆a del amor s贸nico

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Grizzly Bear en vivo parece que tocara toda su música sobre una incansable canción ciempiés. Una canción, más bien una jam session bien pensada-trabajada, que en su transcurso vital viaja hacia todas las latitudes sonoras, donde los paisajes suben y bajan, trastocan los colores, se enfrían, se calientan, y cuyo Todo es ese cúmulo de lugares donde rigen las luces dispersas del otoño y las sombras eléctricas del verano, los solcitos temblando en los rincones y la humedad balanceándose en el frío del alba, y las constelaciones bailan en el cielo como locas desordenadas, locas en celo irreparable, y los secretos dentro del íntimo secreto de la Madre Naturaleza, esa música que guarda entre sus valles y montañas, selvas, prados, pampas, y demás síntomas de vida terrestre, se hace e-ner-gía elemental-sobrenatural sobre el escenario porteño de La Trastienda vía cuatro tipos (y un quinto invitado), más bien cuatro chamanes modernos, encargados de invocar y conducir a todos-todos los espíritus, esas ánimas traslúcidas, esos belcebúes multicolores. A Ed Droste, Daniel Rossen, Chris Taylor y Christopher Bear hoy los une la música, a nosotros nos une lo mismo y el asombro por toda esa geografía del amor sónico que llega a la Ciudad Autónoma casi una década después de haber brotado en el universo. “Nos tomó 8 años venir acá, espero que no nos tome tanto volver”, dice un sinceroesperanzado Droste. Le creemos, compartimos el sentimiento: toda una razón para soñar. Casi una década, decíamos, en la que Grizzly Bear se engendró en un tropiezo de habitación entre Droste y Bear, para crecer como una banda dispuesta a dejar su huella en cada superficie del planeta. ¿Serán Veckatimest y Shields, sus últimos discos, sus glorias de alegría y juventud? No lo sabemos. Pero ya comprobamos que nutrieron nuestras discotecas como lo mejorcito de sus años. De ahí tomarán casi todas las canciones esta noche. Droste existirá para lo que más le gusta, coqueteando con el mic, los teclados, las guitarras y una pandereta. Sin embargo, el genio del multitasking instrumental es Taylor. Este se desvive por cada canción, las mima, las aprieta hasta las lágrimas, las exige y se exige en sus posibilidades pulmonares besando detalladamente el saxo o el clarinete, de goces sutiles, casi inapreciables. Y ahí están sus coros, fundamento fundamental de la delicadeza. Y ahí está su bajo belicoso, delicioso. En cambio Bear es otra clase de tipo. Su batería tiene un corazón frankenstein armado con los músculos de una veintena de búfalos americanos que corren su fervor bajo una lluvia de cuerdas deléctricas como astas de luz estimulantes. Bear juega a las matemá-

ticas. Las percusiones denotan su paciencia perfeccionista regida por un deseo speed irrefrenable. Bear conduce el péndulo que va de las prudentes odas sonoras a las ansiosas piezas de música elevada. Bear lleva las riendas de sus tres compañeros. Bear es otra clase de tipo. Rossen también. Es el único que, al terminar el concierto, no nos saluda. “Dan es el artista torturado”, argumentará Droste más tarde, en la paz del camarín. Y no nos sorprende. Ya lo habíamos visto rígido durante el show, con los ojos bien cerrados, tocando en plan onanista vaya a saber uno en qué limbo celestial / infernal. Igualmente, cada uno tiene su patria personal, cada uno se hace cargo de un estado musical. Droste se entrega a las luces pop, a las melodías saltarinas regadas de coros y coritos. Rossen, musicalmente, es una trompada. Sus letras no tanto, ellas yerran en un trip a veces sin objetivo, a veces sin destino. Todas esas canciones, sobre el lomo de la canción ciempiés, nos maravillan, nos encanta la atención. Grizzly Bear en vivo es una banda triunfante, creativa e inteligente. Lo sospechábamos, lo estamos sabiendo. Somos cálidos-latinos en los aplausos y las gracias totales desde el escenario no tardarán en llegar. Somos respetuosos-emotivos y los silencios cómplices tampoco tardarán en llegar. Somos el “ole ole ole grizzy-bear”, somos la risa cuando Droste practica a los tumbos verbales nuestro rico español, y somos, como cada vez que la música nos apacigua la ira citadina, muy-muy agradecidos con los que están ahí arriba. Por Martín Brossard

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Recitales / Barcelona / Febrero 2013

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y su música para volar en cámara lenta

Sigur Rós es una especie de octava maravilla; alguien, alguna autoridad en la belleza que habita el mundo, debe proponer a esta banda lo antes posible para prolongar la famosa lista de siete. Más o menos eso pensamos –o sentimos- la noche del sábado 16 de febrero en Barcelona, luego de verlos en acción musical sobre el escenario del Sant Jordi Club, recinto cuya acústica no siempre es bien criticada a la hora de custodiar canciones en vivo. Sin embargo, según colegas y civiles españoles, este concierto surcará el río del tiempo como uno de los mejores que alguna vez se hayan presenciado en el espacio ibérico. Un concierto -enfatizamos- prodigioso en visuales, iluminación y música para volar en cámara lenta. Pura y extraña alegría enfermucha, una fiebre contagiosa potenciada por once músicos extremistas, exageradamente meticulosos y dionisíacos. Por Zoe Kreimer y Martín Brossard

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Antes de llegar al Sant Jordi Club temíamos lo peor, temíamos su afamada pésima acústica. Sabíamos que el tour europeo que Sigur Rós inició hace poco los había puesto en coquetos anfiteatros y coliseos, más aptos-óptimos para su música y delirio minucioso. Aquí, según colegas y civiles españoles, nos tocaría lidiar con el Jordi, que ha demostrado, como en el último San Miguel Primavera Club 2012, que no suele ser el mejor cómplicecompañero para estas travesías. Si damos un pasito hacia atrás en el tiempo (5 años), en la última visita de los islandeses a la capital catalana, notamos que su vivo en este recinto fue un show íntegro en lo interpretativo, pero reprochable en la proyección acústica. Igual, dejando en las sombras ese miedo, Jónsi y compañía -un total de once músicos, incluidos un terceto de cuerda y viento-, nos tenían preparado un arsenal de delicadezas sónicas que iba a pulir todo defecto arquitectónico. Entonces, lo que vivimos: épica de guerra musical anestesiada, calma elástica celestial al servicio de la magia terrenal. Ahora (noche del sábado 16 de febrero) A veces, en el comienzo de un show está su fin (no el final, aclaramos), y en una enérgica y veloz sucesión de tiempo –generalmente imperceptible- se levantan, se caen y se levantan los ánimos, los sobresaltos interpretativos, y nosotros –el

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público- nos desmoronamos, nos proyectamos, nos desarrollamos y nos destruimos en ese mismo inicio, para luego restaurarnos bajo un cielo abierto, o un templo, o una cueva que contiene al rock en vivo. Y ahí quedamos, entregados el resto del concierto. Sabremos –o confirmaremos- más adelante que Sigur Rós habrá obviado definitivamente el pop de papel picado, retomando piezas de sus álbumes anteriores; sabremos que apenas nos entregarán una canción del glorioso Með suð (Fljótavík) y de Valtari (la conmovedora Varú∂), su disco 2012; sabremos que nos regalarán tres nuevas canciones, adelantos de su próximo trabajo, uno que ya da pistas de estampa industrial y que publicarán en algún momento de este año. Y nos abrumarán, por momentos, indefectiblemente. Yfirbor∂ es una nueva canción y ella solita abre la noche. (Parece que los muchachos intentan cierto retorno al retoño sónico de ( ) y de Agaetis Byrjun -liberan a Olsen Olsen-, discos que no pueden olvidar. Así lo demostrará el ánimo industrial y tirante de las cuatro nuevas canciones, tanto como la forma ambiental del sonido que imperó en el Sant Jordi Club, siempre muy abrigado por una delicada-refinada servidumbre de vientos, percusiones y teclados). Y ellos, guarecidos durante las primeras piezas detrás de una pantalla transparente en la que brotan proyecciones, cierran la boca (Jónsi sólo modulará retraí-

dos “thank you”) y abren sus instrumentos, a la vez que se dejan bañar por las imágenes vía tela, oportuna frontera que los separa de nosotros. Serán casi dos horas de concierto en el que el espíritu esencial de Valtari, su devenir etéreo, digamos, prevalecerá en las tonalidades de las canciones viejasrecientes-inéditas. Y nos abrumarán, por momentos, indefectiblemente… Ny Batterí suena tan pomposa como de costumbre; las coronadas con gloria morir de Takk (la tríada genial compuesta por Hoppípolla, Me∂ Bló∂nasir y Glósóli) suenan memorables en el segmento final antes de los bises (ahí también se mete la muy nueva y competente Kveikur)… Y nosotros, con júbilo secreto, regocijándonos por dentro, de la mano con nuestro silencio, perdemos la noción del tiempo. Hasta el Sant Jordi Club se digna a darle la contención adecuada a esta música de altura, atendiendo en sus brazos el sonido de la banda y los sucesos vocales, estremecedores, de Jónsi. Ese carisma celestial que tendrá su cenit en Svefn-g-englar‘ y Popplagi∂, elevaciones esplendorosas del bis y, ahora sí, del final.


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Pensamientos aislados que nos sugirió el verano y otros que nos inspiró la llegada del otoño: aquí, entonces, las tonteras que emana la mente de nuestro corazón cuando pensamos en casi nada y suena, en tenue mantra, un rumor de congas latinoamericanas: (...) Si hay alguien a quien amamos, es al sentimental con personalidad: a todos esos melómanos melancólicos que debido a una justa dosis de piedad por los demás conocen el estremecimiento de su propia esencia y andan por la vida con hermosa identidad, como solcitos humanos, iluminando el mundo, llenando todo de alegría y juventud. Esos que esperan y ven la llegada del otoño apoyando la existencia personal y la mirada en slow motion sobre el borde de la ventana, que le dan oídos a la música que escuchan todos y también a la otra, que luchan contra toda la maldad, que son la razón para soñar, y que se ríen más. Eso, eso, eso, muchachitos: Más (...) (...) Si se cree en Dios, se debe entender que nos mueve la literatura de Dios, y se debe entender también que Dios comparte el mismo humor que ejerce Woody Allen cada tanto, aunque este cineasta no crea mucho-mucho en Dios. Ustedes ya saben, todo es relativo, todo es amorosa ironía, si nos lo proponemos, por supuesto. Allen dice: “Y cada cien años es como si alguien (‘Alguien’... eh, sí, Dios, querido Woody) tirara la cadena del inodoro y de pronto todo el planeta cambiase. Todos, toda la gente que te preocupa ahora y todos los problemas que tenés, todos los terroristas y esa gente que te da dolores de cabeza, y las relaciones con las mujeres que te hacen suspirar, y los novios que han abandonado a sus novias. De todo eso, pasado el tiempo, no queda nada”. A veces, en el mismo montoncito de instantes, no queda nada y surge, otra vez, todo. Ejemplo: mientras las espesas aguas del Riachuelo, de cualquier Riachuelo malogrado, envían su trágico olor hacia las nubes, aparece una canción por la ventana como una ola, acelera la marcha, se hincha y se rompe en la arquitectura de la habitación mostrándonos la perfecta, abrumadora y ambigua belleza del mundo (...) (...) Preferimos la alegría antes que la felicidad (...) (...) Ahora el verano es una ex novia (elija el género que más le guste). Durante los meses que pasamos con ella, la cosa maravillosa que rige nuestras mentes se dispersó un poco, vivió de vacaciones. Y como el fumador empedernido que enciende un cigarrillo con el que se le termina, encendíamos un plan con otro plan a punto de enfriarse y todos los días sobre la arena escuchábamos el ronroneo del Atlántico Sur, mientras las figuras de nuestros compromisos laborales surgían del agua como monstruos amorfos, sin sentido. Y nosotros sólo queríamos bailar, porque si no podemos bailar... ¡Agarrate Universo! Y las piernas se negaban a la quietud y todo lo que se nos ocurría hacer era esperar a que nuestro corazón dejara de latir histéricamente, para luego juzgar la belleza del momento que vivíamos. Pero ahora el verano es una ex novia y desde esta ventana no se ve para atrás. Hola futurito cercano (...) (...) Una noche fresca como para dormir enfundados en frazadas, medias y pijamas improvisados, soñamos que nuestro corazón, personificación mediante, corría por la Av. Santa Fe. Su cuerpo, lleno de anzuelos encarnados con hamburguesas que no se pudren, era deseado-perseguido por un malón de promotoras alienígenas de tres metros que, ansiosas de morderlas, se peleaban entre ellas (...) (...) Otra noche, sofocante como la boca de un león, en la que no podíamos dormir, miramos el cielo y nos preguntamos “¿de dónde han salido todas las estrellas?”. Bueno, somos unos chicos bastante tontos, pero teníamos razón: las estrellas de la noche anterior parecían haber atraído a una nueva procesión de hermanas, y el cielo nocturno no resultaba oscuro en absoluto, excepto donde había una sutil rasgadura en la membrana luminosa... Pensándolo bien, mejor que otros cuenten esa historia (...)

Por Brossard vs. Cohen 66 conga mag


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s o ñ a ple

m u c s lo

12 de marzo. El último chico tóxico de Inglaterra festeja hoy 34 añitos.

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25 de febrero. Los hermosos 70 de George.

12 de marzo. El particular ni単oguitarrista de Blur celebra hoy 44 a単itos.

18 de febrero. Nuestra bruja preferida apaga 80 velitas.

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