Conga mag / Número 18 / Kurt Cobain

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La revista digital de música Rock + Pop + Indie + Electro Año 3 Nº 18 DIRECCIÓN Y DISEÑO EDITORIAL Martín Brossard DISEÑO Smashing Yonkis COLABORAN EN ESTE NÚMERO Luciana Romero (Notas) Martín Rodríguez Rey (Notas - Diseño) Gustavo Kraft (Gran Bretaña) Laura Cohen (Notas) Diego Bonzo (Notas) María del Carmen Huerta (Notas) Zoe Kreimer (España) Alex Chavo Acuña (México - USA) SEGUINOS Web www.congamag.com Facebook www.facebook.com/Congamag Twitter www.twitter.com/congamagoficial CONTACTO Correo conga@live.com.ar Imágenes y/o Fotos: Si el autor de alguna de ellas deseara que fuera removida o bien prefiriera figurar en los créditos de esta publicación digital, por favor comunicarlo a nuestro correo electrónico conga@live.com.ar ¡Besos!

Copyright ©2014 Conga mag

FESTIVAL A nuestros favoritos Arctic Monkeys y MGMT se le adjuntan los muchachos de The Hives, los resucitados Morcheeba, los clásicos Echo & Echo and the Bunnymen, los desfachatados Molotov, y los.. (complete a su criterio) Calle 13. Tiempo: 8 y 9 de Noviembre Espacio: GEBA Entradas a la venta en www.topshow.com.ar



Conga mag 18 Conga mag 18 Conga mag 18 Conga mag 18 Conga mag 18 Conga mag 18 Conga mag 18 Conga mag 18 Hey! 10 discos británicos de los 80s 8

Homenaje

20 años sin Kurt

Cine 10 directores que se vienen

especiales

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Heavy Cocaína

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SUMARIO Reediciones Sony revive el formato LP 72 En vivo COn Mac demarco

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Damon albarn Regresa a Bs. As. Libros Las Ăşltimas biografĂ­as de Dylan y Bowie

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Hey!

Especial: 10 discos ingleses de los ochenta

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fascination trip No sabemos que nos tele-transportamos a la Inglaterra de los años 80. Pero ahí estamos, turistas inconscientes del tiempo, entrando en disquerías, volviendo a nuestra casa, a nuestra idiosincrasia londinense, chochos de contentos, yendo de la cama al living, escuchando musiquita. Y ahora -siempre hay otro “ahora”-, repentinamente, volvemos en sí, y nuestro semblante pierde aquella expresión tan british, nuestra palidez se latiniza, y rige otra vez nuestro canchero acento rioplatense. Alzamos los ojos, miramos en el espejo al joven que somos y sacudimos la cabeza. Nos esforzamos por entender qué diablos hacíamos en esa otra dimensión. Nos esforzamos por entender qué diablos hacemos con diez discos amarillos (el color del tiempo) entre los brazos. “¿Vinilos?”, nos preguntamos, “no habíamos comprado ningunos vinilos…”. TxT::: Martín Rodríguez Rey Diseño::: Smashing Yonkis

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Hey!

The Cure: Disintegration (1989) Dreampop desolador. Dicen que Robert Smith engendró estas canciones en solitario, hundido en una lánguida arena movediza de padecimiento. Polydor, la discográfica de la banda, al principio no quiso saber nada con publicarlo. Pero, como es habitual, los directivos del sello estaban equivocados. Y Disintegration, con esas canciones de brillante claustrofobia, con esos videos de pura lucidez visual (Lullaby, firmado por Tim Pope), logró lo inesperado: puso a The Cure en la casa de todo adolescente torturado –y torturó a los que gozaban de felicidad-, además de introducirlo de lleno en el mercado norteamericano. CANCIONES NOTORIAS: Plainsong, Pictures of you o Lovesong

New Order: Power, corruption & lies (1983) Tras la muerte de Ian Curtis en 1980, también había que enterrar el cadáver de Joy Division. Hubiese sido de atorrantes despiadados embalsamarlo para salir de ronda musical mintiéndole a la gente. Pero ese cuerpo aún estaba caliente: Movement (1981), el primer disco de New Order, debería haber sido el tercer álbum de Joy Division. Luego de la mutación forzosa, Bernard Sumner, Peter Hook, Stephen Morris y Gillian Gilbert iniciaron la búsqueda de su propio sonido. Dicha exploración los llevó a descubrir el santo grial de New Order en los clubes neoyorquinos: Dance + Música Independiente. Con Power… reformulan la esencia de la banda y terminan de despedir a todos sus muertos. CANCIONES NOTORIAS: Your silent face, Age of consent o 5, 8, 6

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The Human League: Dare (1981) Canción es pop. Desde esa premisa partieron el cantante Phil Oakey –de voz tan grave, de aspecto tan femenino- y The Human League para gestar un álbum rotundo, grabado sin instrumentos tradicionales. Dare, dotado de hermosura en el alma y en el cuerpo, galopaba a la perfección realidades electrónicas. A su alrededor, el apogeo new romantics mermaba inevitablemente y los next big thing (Depeche Mode, Soft Cell, OMD…) mostraban su risa de leche. The Human League proponía las nuevas reglas de la canción popular británica. CANCIONES NOTORIAS: Don’t you want me, Seconds o The sound of the crowd

Dexys Midnight Runners: Searching for the young soul rebels (1980) 1980 asomaba su incierta cabeza. El punk ya había tenido gloria y reinado en la Inglaterra musical. También cierta decadencia. Y ahora su efecto residual animaba ensayos, primeras tentativas, con los sintetizadores y la inteligencia brutal del postpunk. Sin embargo, Kevin Rowland, espíritu y voluntad de los Dexys Midnight Runners, desperdigaba su sueño soul sin ninguna vergüenza. Este disco, una manifestación pura y poderosa de principios mod, hinchado de constantes secciones de vientos, que exigía prestar atención al músico británico –y su inevitable influencia- Geno Washington, arengó a toda una generación a levantar las banderas rebeldes del soul. CANCIONES NOTORIAS: Geno, There there my dear o Seven days too long

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Hey! The Jesus & Mary Chain: Psychocandy (1985) Porque el sonido del pop era un lago manso y cristalino, un grupo de chicos quiso agitar las aguas, cambiar el estado leve de las cosas. Al buscar el modo de hacerlo, los más inquietos descubrieron que la respuesta siempre anduvo en el aire de las grandes ciudades como un avión (bom)bardero. Cuando la década del 80 se partía al medio, los hermanos Reid, esos pilotos de tormentas noise, arruinaron los moldes de la música popular británica a puro caos, canción y distorsión. Con el corazón puesto en Velvet Underground y la cabeza en Phil Spector, fusionaron las correspondientes maneras de composición y tácticas de producción para fundar una moda, la del feedback, que, en su naturaleza, acarreaba clásicas y bellas melodías. ¿Qué adolescentes se compraron Psychocandy? Esos que luego formarían bandas primordiales como My Bloody Valentine, Mogwai o Crystal Castles. CANCIONES NOTORIAS: You trip me up, Just like honey o Never understand

The Style Council: Our favourite shop (1985) Margaret Thatcher tuvo sus detractores, y no sólo desde el estrado político, también desde la platea pop. En sus años culminantes, Paul Weller fue quien levantó la voz vía The Style Council, el dúo que compartía con Mick Talbot tras disolver The Jam, y con el que amplió su variedad de colores sonoros. Supo pintar su mancha-marcha de la bronca en tonos funk, bossa nova, jazz, soul y pop, pero sin olvidarse de los tradicionales paisajes british. CANCIONES NOTORIAS: Come to Milton Keynes, Walls come tumbling down o Shout to the top!

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Hey! The Smiths: The queen is dead (1986) Leo García debería haber escrito eso de “Morrissey, Morrissey, Morrissey” en Inglaterra, más o menos en 1986, cuando el pop de las islas se fastidiaba por sus propias exuberancias, cuando The Smiths se convertía en el aire que renovaría toda esa densidad. Lo debería haber escrito como tributo a El Cantante, claro, pero también a ellos, todos, tipos que le devolvieron al pop su sentido orgánico. The Queen is dead le puso potencia a la estampa de la banda, tanto en su sonido como en las letras Morrissey, quien aquí continúa su derrotero artístico hablando de las drogas, el alcohol, el cansancio entre compañeros, y los desacuerdos con la discográfica, toda una maraña de tópicos que, junto a las melodías, hicieron de este álbum el mejor de su carrera. CANCIONES NOTORIAS: Bigmouth strikes again, I know it’s over o There is a light that never goes out

Pet Shop Boys: Actually (1987) Un clásico de clásicos a cargo de Neil Tennant y Chris Lowe, unos tipos tan cancheros e inteligentes, unos tipos capaces de facturar canciones como It’s a sin y Rentconstataron, canciones que, además de contar con ritmos pegadizos y atractivas melodías, también ostentan letras controversiales y súper piolas. Si bien Please, su debut de 1986, ya traía un toco de hits, fue con Actually que el dúo consuma la promesa de artistas integrales, cuyo potencial se amplía también al diseño gráfico: Mark Farrow les da un primer plano elocuente y revelador al cantante bostezando y al tecladista cargado hasta la nariz. Y, como si esto fuera poco, se las arreglaron para rescatar del olvido popular a Dusty Springfield dejándole poner ESA voz en What have I done to deserve this?, tema que recompuso su carrera y fue otro de tantos logros en la de Pet Shop Boys. CANCIONES NOTOIRAS: Heart, It’s a sin o What have I done to deserve this?

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Hey!

The Stone Roses: The stone roses (1989) Uno de los mejores debuts en la historia musical británica. Un disco que supo captar el espíritu de su época, ese aquí y ahora que todo artista que se precie debería cautivar en al menos una de sus canciones. Los chicos de The Stone Roses ni sospechaban que estaban dándole al rock inglés las pautas para renovar la escena. Hola Happy Mondays, hola Primal Scream, y, claro, (re) hola Oasis un poco más tarde. ¿Cómo lo hicieron? Bueno, combinando cantidades esenciales de psicodelia, pop y groove, además de la gran actitud del ROCK como emblema: “Quiero ser adorado”. CANCIONES NOTORIAS: Waterfall, She bangs the drums o Made of Stone

The Housemartins: The people who grinned themselves to death (1986) Editado el mismo año que The Queen is dead, el segundo álbum de los Housemartins también alzaba la bandera de los antimonárquicos a caballo de su primer tema, un golpe musical a la familia real. Aquí, los muchachos de Hull, algo así como los representantes del ala socialista del indie británico, se muestran mucho más maduros que en su debut, aunque menos mainstream, con agraciadas y enmarañadas canciones, dotadas de una sorprendente fuerza sutil, conformando uno de esos discos que no podrían haber sido gestados fuera del imperio británico. CANCIONES NOTORIAS: Me and the farmer, The light is always green o Five get over excited

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Especial: 10 discos ingleses de los ochenta

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damon albarn EN CONCIERTO

6 y 7 DE OCTUBRE - TEATRO GRAN REX Presentando su nuevo álbum “Everyday Robots”



DIFUNDE LA PALABRA /// Biografías de Artistas

LOS TESOROS DE BOB DYLAN

Brian Southall Editorial Cúpula España / 2013

Redescubrimos dos libros-tesoros que el periodismo de rock supo dar durante 2013. Abrimos el primer cofre, le damos aire y luz al análisis lujoso de detalles que Brian Southall, típico bicho de la industria musical, expuso vía editorial Cúpula (España) sobre la vida relevante del hombre que también lo sabe, el hombre que es muy discreto de su intimidad, pero que escribe letras de canciones como si desayunara pasta de hablar: Bob Dylan. TxT : : María del Carmen Huerta

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Viejos Divinos (Tesoros)

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El tal Southall, quizás un ignoto para muchos por estos campos de lecturas, fue un periodista de rock que luego, en los albores de la década del 70, traicionara ciertos principios para ubicarse del otro lado del camino, el de las relaciones públicas y la comunicación institucional de grandes sellos discográficos. Tiene labia y sabiduría de diablo viejo. No puede no recolectar historias, anécdotas y chismes. Ya ha dado cuenta de varias formas de la información y claro que se ha metido con el icónico Bob Dylan.

De Súper Zimmerman (tal el apellido del trovador americano en su partida de nacimiento) dice, mediante una representación íntima (recuerdos, revelaciones) e ilustrada (fotografías inéditas, un parva de facsímiles y memorabilia), todo lo que el fan hambriento espera tener en su mesa. Se trata, en entonces, de un almuerzo casi desnudo. Un raid minucioso por el viaje que va de su infancia en Minnesota hasta las temporadas en el mini infierno del Village neoyorquino para culminar en el pináculo de la fama y la adoración que nunca termina, todo regado de preciosos discos, desgarradores discos, y giras inacabables.

Entre la antología de anécdotas, la selección de momentos memorables y la purga inevitable de lo intrascendente, Southall se anima también a describir los conflictos políticos y sociales de cada época, evidenciando las maneras y posturas tomadas por Dylan en relación a la coyuntura que lo rodeaba. La edición, de groso esplendor editorial, concentra en 64 páginas la gracia atinada de un artista descomunal e irrepetible. Un tesoro para todos los tiempos.

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DIFUNDE LA PALABRA /// Biografías de Artistas

LOS TESOROS DE DAVID BOWIE

Mike Evans Editorial Cúpula España / 2013

Del mismo cofre, amparado también por la editorial Cúpula, arrebatamos el volumen que abarca los recurrentes cambios artísticos de David Bowie, el músico-camaleón que siempre se armó la escena justa para sus discos y sus respectivas giras. Aquí es Mike Evans, viejo periodista especializado, viejo pirata del asfalto rockero, quien colecciona un extraordinario cúmulo de historias reveladoras, fotografías fuera de este mundo y precioso material para (re) contarnos la carrera mutante de una araña venida de Marte. TxT : : Martín Rodríguez Rey

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Viejos Divinos (Tesoros)

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DIFUNDE LA PALABRA /// Biografías de Artistas

El tipo que escribió este libro-homenaje empezó a escribir de música cuando el Duque Blanco, el Mr. White del rock, exploraba la química de la oscuridad espacial y amenazaba seriamente con una vuelta por el universo hasta dar con el planeta rojo. Será por eso que el autor lo sospecha un E.T. glam, entonces disecciona su figura artística, no tanto como un fan –aunque lo es- sino como un testigo indiscreto.

Es como si durante todo el tiempo en que Bowie se estuvo balanceando al ritmo de la fama, buceando en las vanguardias, cantándole a las estrellas, desplazando su peso en talento de una cara a otra, de un cuerpo humano a uno extraterrestre, con el mic y el corazón en las manos, Evans hubiera estado allí, a su íntimo lado. Paso a paso, el libro orbita las primeras luces del swinging London, la era Ziggy Stardust, el proceso berlinés junto a Iggy Pop, toda la pompa popular de los ochenta con Let’s Dance, China Girl y el dúo con Jagger Dancing In The Street como estandartes, el guiño y el patrocinio de nóveles artistas en los noventa (Placebo) hasta la primera década del siglo.

Momentos Paparazzi: Evans no esquiva sus variadas-versátiles relaciones de pareja, poniéndolo en tapa junto a Angie y a la despampanante Iman, ni su tan comentado vaivén sexual.

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ESPECIALES /// Heavy Metal

Recorremos la vida descontrolada de una de las bandas más díscolas de la historia. Iniciamos el viaje en el California Jam, multitudinario festival que le serviría a los cuatro de Birmingham como trampolín hacia el vacío de sus vidas. Después, volvemos al pasado, volvemos al futuro. Siempre: Drogas, alcohol, mujeres, poco sol y, claro, mucho, pero muchísimo rock. TxT: Laura Cohen

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ESPECIALES /// Heavy Metal

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rean con fervor fanático que el mundo ahora mismo surca el 6 de abril de 1974, y que todo Black Sabbath aterriza en helicóptero sobre el circuito de carreras de Ontario, California, con la idea de ofrecer su corazón de heavy metal en el más multitudinario show de su carrera, durante el festival California Jam. ¿Están ahí? Ok. En la realidad camarín, miren a los integrantes de la banda y a su séquito de fieles lagartos hacer cosas más o menos prohibidas: comparten, en comunión rock, demasiada cocaína, mientras juegan y se trepan a los flippers (máquinas de pinball para el resto del mundo), mientras juegan y se trepan a las groupies (máquinas de sexo para todo el mundo), junto a los colegas de Deep Purple y Emerson, Lake and Palmer. Dejen eso un ratito. Asómense tras el precipicio del escenario. ¿Ven una lengua de 250.000 personas aguardando la salida de estos cuatro desprejuiciados jóvenes ingleses? El show también está ahí abajo. “Nunca he visto tanta gente en un mismo lugar”, dirá más tarde el frontman Ozzy Osbourne fuera de Ozzy Osbourne. El festival será el fin de varias situaciones privilegiadas para la banda: los muchachos rompen contrato con su representante Jim Simpson haciéndole lugar a Patrick Meeham; dejan los estudios de grabación durante dos años; los discos en cierne bajan el nivel; y se pierden –como suele sucederen delirios de grandeza estelar. “Fuimos demasiado lejos en todo”, agregará Ozzy, uno de los sepultureros del way of life hippie, uno de los artífices del heavy metal, integrante de una de las bandas que más sentido le dio a la mítica frase sex and drugs and rock and roll.

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ESPECIALES /// Heavy Metal

Todo comenzó en Birmingham, y Birmingham tenía poco que ver con Londres, con toda esa música maravillosa de finales de los 60’s. La vida de esta ciudad, maltratada durante la II Guerra Mundial, que había sido construida en torno a la industria del motor, era una película lánguida y sombría como el día a día de sus fábricas. “Veías tu futuro junto a una máquina hasta jubilarte”, recuerda el cantante en su biografía, I am Ozzy (Confieso que he bebido). Sin embargo, John Thomas Osbourne, padre de Ozzy (o John Mitchell, según su DNI), tenía su propio vaticinio: “Tengo una corazonada, hijo: ‘irás a prisión o harás algo especial’”. Antes de calzarse los 18, el rebelde muchachito ya había cumplido lo primero. Este disléxico, que trabajó en un matadero y afinó bocinas, fue a la cárcel por robar tres veces el mismo negocio. Tenaz para las fechorías, hay que decirlo. Y en la música se escudaría. Bueno, o al menos haría el intento. Y un anuncio lo amontonaría con la formación inicial de Black Sabbath, esa que perfeccionaban Bill Ward, en la batería; Geezer Butler, en el bajo; y Tony Iommi, del mismo colegio que Ozzy, en la guitarra. El presente decía 1968, y otros muchachos, The Beatles, editaban El Álbum Blanco. “Éramos una mierda”, aceptaba Ozzy años después en la revista Mojo. Quizás por beber sidra barata a baldes, quizás por ensayar poco o ensayar alcoholizados, inicialmente en vivo no lograron emular la gallardía de sus discos. Ese blues que despilfarraba chispas sin ton ni son aún no se diferenciaba del sonido habitual de otras bandas resignadas al calor de las pequeñas masas en pubs paupérrimos del fondo mismo de la Inglaterra trabajadora. Sin embargo, en pocos meses los llamaron del Star Club de Hamburgo, Alemania, para tocar como esclavos felices durante 14 horas al día. Los primeros Beatles ya lo habían hecho: alcanzar el rastro sonoro de sus héroes sería un magnífico desafío, uno que casi se trunca, porque Iommi tenía agendada una gira con Jethro Tull durante tres interminables semanas.

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Y seguro que Iommi no metía mil notas en un dibujo musical, pero el tipo estaba bien visto -bien escuchado- por sus contemporáneos. Digamos, entonces, que dichas limitaciones lo obligaron a crear el sonido oscuro de Black Sabbath. Digamos, para argumentar, que a los 17 años el pibe perdió las yemas de los dedos medio y anular de la mano derecha en un accidente en la fábrica. “Me quedé hecho mierda, una piltrafa”, confesaría más tarde. Pero dormir la guitarra en un rincón no estaba entre sus planes, mucho menos cuando su jefe le habló de un tal Django Reinhardt, un monstruo hermoso que tocaba casi con sus muñones. Así su flamante realidad, se emplazó unos dedales hechos con el plástico de un bote de Fairy y, como plan de energía, para maximizar el rendimiento, aflojó las cuerdas y afinó más grave que cualquier otro guitarrista del universo musical. Nunca imaginó el mañana de su banda. Encaró, maldito él, la tarea compositiva del grupo, tomando la misma sucesión disonante de acordes que la iglesia había prohibido en la Edad Media. Iommi, en plan diabólico, sin querer queriendo, estaba fundando el heavy metal tal cual hoy lo conocemos. Tengamos en cuenta que era el final de los 60’s, que las tapas de los álbumes rebosantes de sangre, la manía por los crucifijos invertidos en forma de logos y, digamos, las selfies en cementerios no abundaban en la cultura británica; tampoco en el resto del mundo, claro. Quizás ahora esa imaginería demoníaca es un estanque común en el que suelen nadar los diseñadores gráficos cuando deben pensar sus propuestas. Pero eso es ahora. Mientras el flower power se marchitaba, cuando el cine de terror batía records en venta de entradas, a Iommi le cayó la ficha que le suele caer a los elegidos: había un nicho por llenar. “Nuestro nombre lo tomamos de la película Black sabbath, de Mario Bava, aunque no la vi hasta mucho después”, cuenta Ozzy también en su biografía. Aquel cine despertó en las letras escritas por Geezer a los fantasmas, a los hechiceros y a las brujas, todos habitantes de

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ESPECIALES /// Heavy Metal cuentos extraños. Y su rock fue cada vez más oscuro, espeso y atronador. Casi sin apoyo financiero, en apenas ocho horas, registraron las canciones de su primer disco, el homónimo. Nadie apostaba una libra por ellos, ni siquiera ellos. Pero aquel debut llegaría al octavo puesto en la lista de ventas británica, facturando un millón de ejemplares en un año, con detractores y todo: “Parece que han aprendido los clichés de Cream de un manual y sin ningún sentido del ritmo”, diría el periodista (pionero-alborotador) de rock norteamericano, Lester Bangs, en su reseña de Black Sabbath (1970), para la Rolling Stone. “Éramos demasiado guarros para esos gustos refinados”, contestaría con ironía Ozzy. Sin embargo, el público ya los había aprobado. A los pocos meses, publicaron Paranoid (1970). La canción que le da su nombre, compuesta en fatídicos-milagrosos diez minutos antes de finalizar la grabación, surgió para rellenar. Sí, sí, para rellenar. Y se ganaron la eternidad. Ahí comenzó a sonar el teléfono: Black Sabbath apareció en el popular programa de tele Top of the Pops. Ahí comenzaron a vender entradas como si fueran una bandita pop: sus conciertos se llenaron de adolescentes. Ahí EE UU acercó su gigantesca oreja: “Conectamos con los estadounidenses porque cantábamos sobre cosas que allí eran tabú, como la guerra de Vietnam o el cristianismo”, argumenta el bajista Geezer Butler. Ahí Estados Unidos acercó su infalible persecución: los relacionaron con la horda satanista que los abordaba en sus shows. Dice el Ozzy biográfico: “No entendía a estos tipos con capas negras. Creo que se metían en eso por el sexo fácil y promiscuo”. Al año siguiente, Black Sabbath editaba Master or reality (1971). El álbum había sido compuesto en los rincones de tiempo que les dejaban las pruebas de sonido, las idas y venidas por aeropuertos internacionales, y los entretelones de hotel. “Los primeros álbumes salieron casi solos, con algo de ayudita...”, rememora el cantante. La ayudita: un transa vip, y su maletín dorado, recorría el mundo con ellos. Precios cuidados: 65.000 dólares una grabación, 75.000 una montaña de cocaína. Sobre estos números se registró Vol.4, su disco de 1972. Uno que gestaron enclaustrados en una mansión de Bel Air. ¿El sol californiano? Eh, bien gracias. Los chicos de Black Sabbath lo borraron de sus mentes así como de las mesas limpiaron tantas líneas blancas que la paranoia grupal les hizo contar cientos de veces la misma historia: “el FBI está infiltrado en la casa…”. Sin embargo, todo aquel ultraje a sus delicadas mentes no deterioró la creatividad general y el nivel de trabajo individual: como en los buenos grupos, cada uno cumplía con su específica función. Aunque ese maltrato sí despertó la ejecución de guitarras más finas, cuerdas y un baladón inesperado, Changes, compuesto por Iommi a los pies de un viejo y frágil piano que descansaba en el cuarto principal de la mansión. Paradoja mediante, y sin caer en la apología, la dureza de la cocaína había ablandado sus corazones.

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También sus cuerpitos, claro: tras la publicación de Vol.4, en plena gira promocional, Iommi se desmayó durante un concierto en Hollywood. Los médicos, por supuesto, quisieron internarlo, y exigieron la clausura temprana del tour (Risas de época). Después de un par de semanas, estaban devuelta en la ruta de los shows y los vicios. Fue por eso, y por el desgaste lógico de tanta convivencia artística, que entre ellos se pudrió todo, o casi; fue por eso que sus vidas personales empezaron a ser el fiel reflejo del descontrolado placer fuera de sus hogares. Para colmo de males rockeros, Iommi, el generador de ideas dentro de la banda, parecía que nunca más iba a desarrollar otra. “Quizás fue tanta droga o la presión que sentía”, supo justificarse tiempo después. ¿Qué cosa maravillosa aflojó aquel nudo compositivo? El riff de guitarra para Sabbath Bloody Sabbath, canción madre de su quinto álbum, el que iba a cerrar la era gloriosa de la banda. Para componerlo, los muchachos trocaron el claustro bajo el sol californiano por uno similar pero en el interior de una antiquísima mansión inglesa, levantada durante el siglo XVIII, con sus respectivas mazmorras y armaduras, que poco a poco se usaron para desatar un carnaval de bromas pesadas. Dice Ozzy (palabra de autobiografía): “Colocamos un espejo enorme encima de Geezer mientras dormía y cuando se vio a sí mismo al despertar... oh, Dios, no he vuelto a escuchar a nadie gritar de esa manera”. Sin embargo, ese trato con el humor que solo ejercen los amigos se vería cada vez más desairado. La amistad, sistemáticamente, empezó a sobrevivir sólo del ayer. Estamos otra vez en 1974: la fama, tan espectacular, no se apiada de ellos. Dejan el escenario del festival California Jam hinchados, presuntuosos, brillantes, estrellas del sudor, llenos de diablo, y no saben, o no saben saber, cómo se derrumbará el estado actual de sus cosas. En las temporadas venideras, los miembros de Black Sabbath se convertirán en los cuatro jinetes de las míticas cagadas rockeras: hacen sus cuentas sin contadores, contratan a un mánager tirano, y la pifian en el arte de sus discos. ¿Y el público? Bueno, acordemos que el público a veces miente cuando habla del amor. La situación fue en picada y a Ozzy se lo morfaron en abril de 1979, cuando fue expulsado por el resto debido a sus orgías químicas. De ahí en adelante, cada jinete tomó su propio sendero: en los 80’s, Ozzy, un poquito más pulcro, con menos raptos de locura, reanimó su carrera y se llevó a su casa el deleite comercial perdido. Mientras tanto, Black Sabbath se empantanaba en la desidia y el olvido. “Siempre habrá Black Sabbath. No tenemos ambición ni nada parecido: somos los mismos chicos de siempre”, se jactaba sugestionado de ingenua humildad el bueno de Ozzy, durante una entrevista para la mag Sounds en 1974. Cuatro décadas después, repletas de shows televisivos, escándalos de toda calaña, enfermedades, vida y obra, la formación original vuelve a girar por el mundo con un disquito editado (13) y muchas -enérgicas- ganas. Crean -con fervor fanático. ///

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CinĂŠfilos por

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CINE /// 10 directores que deberíamos tener en cuenta

Mientras algunos de los nombres consagrados de la industria ya estrenaron o están por estrenar sus películas -David Fincher y Gone Girl, Darren Aronofsky y Noé, Christopher Nolan e Interstellar, Clint Eastwood y Jersey Boys, Wes Anderson y El Gran Hotel Budapest, David Cronenberg y Maps to the Stara-, otros directores intentan abrirse camino con nuevos trabajos u óperas primas que todo cinéfilo por naturaleza debería tener en cuenta de aquí en adelante. TxT : : Luciana Romero Diseño : : Smashing Yonkis

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Joachim Trier Seguro alguien ya lo dijo: este Joachim Trier, primo lejano del monumental Lars von, sabe de lo que filma. Como prueba, su puesta en presente de El fuego fatuo de Pierre Drieu La Rochelle, adaptación que nada en el estanque de la desesperanza con fina sensibilidad y sufrimiento. Con Oslo, 31. August, el director reafirma nuestra confianza en el cine escandinavo, uno de los más sugestivos del aquí y ahora cinematográfico que nos toca vivir.

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Yann Gonzalez Ay, cómo elogiaron esta peli. También a su director. “El nuevo Almodóvar”, dijeron de Yann Gonzalez. Y así, bajo ese estímulo, el realizador presentó su Les rencontres d’après minuit, un sueño erótico inusual ambientado musicalmente por M83, en Cannes. Al poco tiempo, la prestigiosa revista de cine francesa Cahiers du Cinéma la situaba entre las 10 mejores películas de 2013. Igual, cierto debate quedó encendido: ¿Belleza poética o monumento visual soporífero?

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Alain Guiraudie En 2009, con Le roi de l’évasion, el tipo cosechó una de las mejores películas de la siembra cinematográfica de ese temporada, una celebración del derroche sexual, más homo qué hetero, una nueva mirada, apasionada y revoltosa, de la comedia rural-tradicional francesa. Y con El desconocido del lago no podemos menos que certificar: a Alain Guiraudie le queremos dedicar Every Breath You Take. Sí, estamos como obsesionados. Su nueva película ostenta una dichosa composición entre comedia irracional y thriller carnal-cachondo, un hermoso delirio, adaptado en una zona de cruising (el acto sexual con extraños en lugares públicos, o semi), que ya deslumbró en Cannes y supo ganar en el último festival de Sevilla.

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Sebastián Silva Es chileno, es eficaz, y ya exhibe en la repisa del living casi treinta premios sólo con La nana, de 2009. El año pasado llamó a Michael Cera y le propuso hacer dos películas: la turbulenta Magic Magic, y la road movie hilarante-alucinógena Crystal Fairy & the Magical Cactus, con la que obtuvo el premio al mejor director en el Sundance Festival. Para esta temporada tiene lista Nasty Baby, una aventura gay en la era de la inseminación artificial.

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Michaël R. Roskam Un belga adepto a la conmoción. Su más reciente largo logró meterse, cual salmón contra todos pronósticos, entre las nominadas al Oscar a la mejor película extranjera. Hablamos de Rundskop (Bullhead), poderoso thriller con el que debutó en 2011. Hollywood ya lo tentó. Este año llegarán The Drop, cuyo guionista no es otro que el novelista Dennis Lehane (Mystic River, Shutter Island), y The Tiger, con Brad Pitt poniendo su linda cabeza en el afiche.

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Felix Van Groeningen Algunos ya lo conocerán por su Alabama Monroe (o bien The Broken Circle Breakdown), nominada a los últimos premios Oscar, película que llegó al palacio de los deportes cinematográficos tras una ardua lucha festivalera. Desde Berlín a Tribeca, el film ha captado todas las miradas, principalmente las del público, que le otorgó premio tras premio en cada ciudad donde fue proyectado. Casi ignoto fuera de Bélgica, Felix Van Groeningen entrega una intensa y adversa love story entre dos tortolitos impensados: una tatuadora y un banjista. Todo, ambientado con una sobresaliente banda sonora de bluegrass.

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David Lowery Y el Diablo indie metió la cola. Y aquí está su sensación del momento: cansado de ser el montador en las sombras de la industria, David Lowery vendió su alma de héroe trabajador para mostrarnos una estampa de cineasta superior con Ain’t Them Bodies Saints. Rooney Mara y Casey Affleck interpretan a los protagonistas de esta encantadora evocación folk, como un Bonnie & Clyde al calor del crepúsculo, que fascinó en el último Sundance Festival. ¿Lo que viene? To Be Two, cuya fantasía científica se basó en To Be Two or Not to Be, relato que Paul Broks guardó en la colección Into the Silent Land: Travels in Neuropsychology.

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Steven Knight Para muchos escritores de guiones como Steven Knight el paso hacia la dirección no pudo haber sido menos que lógico. Tras dos décadas poniéndole la firma a tramas para el celuloide –Negocios ocultos (2002) o Promesas del este (2007)-, el flamante realizador debutó con dos películas y una miniserie en apenas un año. Hummingbird (Redemption), Locke (con un asombroso Tom Hardy), y los seis episodios de la sobria Peaky Blinders (hermosa mafia inglesa de los años 20, con música de The White Stripes y Nick Cave and The Bad Sees). Tres tremendos trabajos que lo han convertido en uno de los directores ingleses favoritos de esta redacción.

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Pawel Pawlikowski Inició su trayectoria cinematográfica a finales de los 90, sin embargo, el polaco Pawel Pawlikowski aún es un perfecto desconocido para la mayoría comercial. La última información que lo tuvo como protagonista nos dijo que Ida, su película estrenada en 2013, ganó en el festival de Londres y saqueó premios en el de Gijón. ¿Será este, entonces, el año para reivindicar al responsable de Last Resort (2000) o My Summer of Love (2004)?

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Matt Piedmont Uno de los mejores guionistas egresados de la academia Saturday Night Live, quien debutó como director con la estupenda Casa de mi padre (2012), un logrado simulacro de cabrito western (el western americano trasladado al medio ambiente contemporáneo del contrabando, los braceros y los traficantes de droga), entre el gag visual y la caricatura reflexiva, luego se subió al tren de las series con The Spoils of Babylon, donde Will Ferrell, Kristen Wiig y el niño de El sexto sentido parodian a las sagas familiares de los años 80 como Dinastía o Dallas.

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Kurt Cobain (1967-1994)

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Kurt Cobain (1967-1994) “Me siento como una marioneta insensible antes de salir al escenario. El hecho es que no puedo mentir a ninguno de ustedes, pues no sería justo ni para ustedes ni para mí”

“Admiro a la gente que vive sin problemas, que mira el mundo con despreocupación. A diferencia de ellos, yo sufro más de la cuenta”

“Necesito volver a sentirme algo drogado para sentir el entusiasmo que sentía de niño”

“Soy un hombre sin vida, pero que ama a la música”

“Las drogas destruyen tu memoria y tu propio respeto. No son buenas, pero no pienso ir ahora predicando contra ellas”

“La droga es una parte de mi vida de la que no estoy nada orgulloso. Es tan poderosa como el Diablo”

“Cuando era chico soñaba con ser lo que hago ahora, y ahora que cumplí mi sueño, me doy cuenta de que no es tan fácil ni tan fantástico como pensaba”

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“Ellos se ríen de mí por ser diferente, yo me río de todos por ser iguales”

“Me gusta ver prejuicios ante la gente con prejuicios”

“Tocar frente a un grupo de gente que reaccione bien es la mejor cosa del mundo”

“El auténtico amigo es el que sabe todo sobre ti y sigue siendo tu amigo”

“Si odias a las mujeres y si odias a los homosexuales, no vengas a nuestros conciertos”

“Formé Nirvana porque no podía hacer ninguna otra cosa que no fuera tener un grupo de Rock, ni siquiera me gustaba el deporte, así que una banda era la última chance para poder tener alguna oportunidad a nivel social”

“No hay nada peor que la fama, que miles de gentes hablen de vos como si fueras una puta”

“Es mejor quemarse que desvanecerse”

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Kurt Cobain (1967-1994)

Courtney Love: “Si Kurt Cobain volviera aquí ahora mismo, me lo cogería y luego lo mataría”.

Neil Young: “Es triste que no tuviera a nadie con quién hablar y que le dijera: ‘Sé por lo que estás pasando, pero realmente no es malo. Sólo parpadea y habrá pasado. Todo saldrá bien. Tienes un montón de otras cosas que hacer. ¿Por qué no te tomas un respiro? No te preocupes por todos esos que quieren que hagas ciertas cosas que no te apetecen. Sencillamente detente’. Eso es lo que le habría dicho, si hubiera tenido la oportunidad. Y de hecho tuve una oportunidad, pero no ocurrió”.

Beck: “Recuerdo que salieron al escenario y Kurt enseñaba el dedito al público. He visto muchos conciertos punks, pero cuando empezaron a tocar, la gente explotó de una manera que nunca había visto. Tenían al público en su mano desde la primera nota. Incluso si nunca hubieran tenido éxito, recordaría aquella noche que tanto me impresionó mientras pensaba que ‘algo’ estaba sucediendo ante mis ojos”.

Win Butler (Arcade Fire): “Todo cambió en mi universo juvenil por esos tipos que seguramente salían de un hogar roto y fumaban porros, pero no tenían dinero para unas prendas bonitas que les ayudaran a socializarse. Fue un período mágico en la música alternativa mientras tuvimos a Nirvana, R.E.M. y Jane’s Addiction… sólo podías decir ‘oh guau!’”.

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Recitales / Buenos Aires / Marzo 2014

No me impo

TXT Intro :: Martín Brossard TXT Reseña :: Luciana Romero

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M Foto::: Matías Altbach

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M orta morir

ac DeMarco en vivo representa todo un manifiesto de genuina actitud escénica. El tipo sabe que la búsqueda de la tan mentada felicidad es como caminar hacia una frontera que siempre se aleja. Y en ese peregrinaje se aferra a la alegría de vivir, más irónico que cursi, fortaleciéndola con canciones desenfrenadas y una mueca llena de risa que parece gritarle a todas las sombras del mundo un rotundo “¡No me importa morir!”. Una especie de fuck off! indie a lo establecido -y al mismo INDIE-. Un clarísimo y bartiano “¡Satanás, cómete mis calzones!” o “¡cómete mis pantaloncillos!” que nos contagia su explícito desafío. Y ese desafío nunca se sintió tan bien, tan dinámico. DeMarco en vivo es como un cartucho de dinamita que rebota por acá -rebota por allá- a punto de estallar sobre las tablas del Teatro Vorterix. En ese plan acerca el peligro de su rock incoherente a la platea, desquiciando su vieja guitarra marca guitarra, y activando la energía del otro sin más pretensiones que hacernos la estadía terrenal un poco menos siniestra.

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o c ar

DeMarco, enfundado en un jardinero beige, y como un hillbilly sinvergüenza, abre su show introduciendo a la banda por sus apodos mientras muestra el track que le da el nombre a Salad Days (2014), flamante -casi inédito- álbum que abarcará casi toda la lista de temas. Dice que sólo una vez tocó estas nuevas canciones sobre un escenario, entonces anuncia: “Perdón si salen un poco torpes”. Desfachatado, tomando-escupiendo cerveza argenta, halagando la carne nacional y haciendo alarde de cierto humor redneck, malhablado-rudo-campesino, libera una a una las traviesas faces de su nuevo disco: la melancolía de Blue Boy, la marea lo-fi de Brother, la beldad sónica de Let Her Go, las delicias plásticas de Passing Out Pieces y Chamber Of Reflection, el lloriqueo entrañable de Let My Baby Stay y la razón ermitaña de Treat Her Better. Así las cosas, el canadiense pelirrojo le tira palabras a su novia, describe su reciente pasado de gente común y, más que nada, intenta argumentar el volantazo inesperado que dio hace poco su fugaz auto de carrera musical.


Recitales / Buenos Aires / Marzo 2014 TXT Reseña :: Luciana Romero Diseño :: Smashing Yonkis

Foto::: Foto::: Matías Matas Altbach Alt-

No me importa morir 70 conga mag


Haciéndose lugar entre las nuevas composiciones, ahora ejecutadas por su autor besando whiskey como un mono tremendo puesto de anfetas, brillan algunas de las díscolas canciones de 2, ese álbum que nos abrió las puertas de la percepción macdemarquianas en 2012. En vivo, ellas se pintan la cara para una guerra punk bailable. Así nos movemos, sin sentido, perdiendo el compás, como vírgenes pero sin miedo, siguiendo ese pulso desaforado de la primera vez. Y la banda nos da para que tengamos, para que guardemos, temitas como Cooking Up Something Good, Freaking Out The Neighborhood y The Stars Keep On Calling My Name. Y él se desbarata la garganta cuando le pone la patria corporal al inverosímil hit Ode To Viceroy y a los falsetes de Still Together. Ya subiéndole el cierre a la noche, tras el goce insolente de su rock y el humor destartalado sobre el escenario, a diferencia de la gente súper segura DeMarco nos da la impresión de ser de esas personas que no creen, que jamás han creído, en una vida futura. Sí, así de tontos-profundos nos ponemos entre el “muchas gracias” -más una sonrisa roba corazones- y los bises. También pensamos -y acá nos pasamos… nos hundimos en la profundidad- que, claro, nos estamos muriendo in-de-fec-ti-ble-men-te: algo tan simple e inevitable como eso. Entonces, porque nos entendemos con el pelirrojo, habrá más chistes marca salón y algo de danza relajada, habrá cigarrillos entregados por el público, y habrá un par más de canciones: la que le da el nombre a su debut Rock And Roll Nightclub, de 2012, y un cover festivo-desvencijado de Unknown Legend, que su compatriota, la leyenda viviente Neil Young, escribiera para Harvest Moon, aquel indispensable álbum de los primeros 90`s. Apenas después, pletórico de agradecimientos, cargando unos imprudentes 23 años, DeMarco nos festeja la “buena onda”, que recompensa con esa sonrisa partida del millón de dientes.


Reediciones / Vinilos Nacionales

Nación Vinilo Los discos de vinilo, y toda esa parafernalia concebida como packaging que los acompaña, son, para el melómano empedernido más que nada, objetos inigualables y hermosos. En los últimos años, entre su discontinuidad comercial y antes de volver a ponerse de moda, también se los mentó como raros. Y no tenemos que irnos a 1973 y entrar a una disquería para que nos vendan el asimétrico –de su tapa hablamosArtaud, el álbum póstumo de Pescado Rabioso, con Luis Alberto Spinetta solito y solo en cuerpo y cabeza, y así confirmar nuestra idea de rareza-belleza. Ahora, hace unos meses, viene girando la posibilidad de volver a fabricarlo en su formato original, respetando aquella estampa de vinilo, junto a una serie de reediciones, 17 títulos nacionales en total. Desde Sony Music Argentina, su director Damián Amato, revela cómo surgió el proyecto: “Nos dimos cuenta de que hay un nicho muy interesante de consumidores de vinilos que crece día tras día. Al detectar esta necesidad del mercado, empezamos a pensar en concreto un plan maestro.” TxT: Gus Kraft

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Diseño: Smashing Yonkis


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Reediciones / Vinilos Nacionales

Pero no nos entusiasmemos tanto todavía. ¿Ustedes ya saben sobre las trabas a la importación? Bueno, dichos impedimentos vienen ralentizando la movida de tal manera que todo el asunto podría posponerse hasta que la realidad se trastoque a su favor. Igual, casi siempre desaforados, la alegría ya colapsa dentro nuestro. El plan de Sony, comandado por Amato, está generando los primeros rumores, firmes rumores: los vinilos se estarían fabricando en el exterior. Y la lista incluiría nombres y épocas para casi todos los gustos: de Virus (Superficies de placer, 1987) a Sumo (Divididos por la felicidad, 1985), redescubriendo ambos álbumes de Charly García y Pedro Aznar, Tango (1986) y Tango 4 (1991). Desde 1969, con el debut homónimo de Almendra, hasta 1992, con El león de Los Fabulosos Cadillacs y Colores Santos de Cerati-Melero. En tanto, los dos artistas que sobresalen, los que aparecen en varias ediciones, son Gustavo Cerati, con Soda Stereo, y Spinetta, con sus diferentes proyectos. Del trío tan mentado hay cuatro momentos discográficos: Nada personal (1985), Ruido blanco (1987), Doble vida (1988) y Canción animal (1990). Zeta Bosio aprueba la movida: “Es muy bueno que se reediten esos discos en vinilo, porque es el formato original en el cual pensamos el concepto general cuando mezclábamos y hacíamos los temas”. En cuanto al autor de Muchacha ojos de papel, además del álbum inicial de Almendra, la serie también rescata el segundo de Pescado Rabioso (II), dos de Invisible (Durazno sangrando y El jardín de los presentes), y otro como solista (A 18’ del sol). Claro, vos, lector, así como nosotros, te preguntarás ¿por qué esta arbitraria elección? “Son algunos de los discos más representativos del rock nacional (…) Y todos fueron editados originalmente en vinilo, como formato de origen”, nos aclara-justifica Amato. Además, tengamos en cuenta que éstos títulos se revalorizaron con el tiempo (están entre los 500 y los 2000 pesos) porque suenan genial y son enormes comparados con un CD o esos fantasmales MP3s y archivos por el estilo. Entonces, la demanda gana en la lógica: los melómanos adoran -y adorarán por siempre- los vinilos. conga mag 75


Reediciones / Vinilos Nacionales

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El Especialista BOOm BOOm KID

“Yo siempre pensé que el vinyl era algo que me hace desconectar del mundo, digo, de su vorágine, de la que empuja cada día, la de no tener tiempo para nada, sólo consumir, ‘seguí, seguí, no pensés, dale maza’ a no sé qué. Algunos no lo sabrán hasta que su corazón deje de sonar. Todo, al parecer, lleva a que sólo consumir música o libros sea a la pasada o durante o yendo a un lado, pero no quebrar en tu casa, o en la de un amigo, y decir ‘okey, me tomo unos minutos’, prendo la máquina, o si estás en un campo, tu portátil (que existen y son muy prácticos), Lado A, empieza, un trago de algo rico, Lado B, cerrás los ojos, te trasladás… En fin, sabés, como cuando uno lee un libro, se toma un tiempo de todo, quiebra el sistema de comida rápida-vive rápido-no pensés-seguí seguí- no sé a qué lado… Lo repito y no me importa, ¡qué va!”, así nos declara sus principios el ex Fun People Boom Boom Kid. Cuando parece que todos se están dando cuenta –nuevamente- del carisma del vinilo, BBK es un sabio acostumbrado a ese buen gusto. ¿Qué hace que el vinilo no mute a muerte profunda a manos de la modernidad y sus reproductores virtuales, y que, paradójicamente, luego de ser relegado a artesanía costosa por la industria de la música, siga sonando con la actitud que requiere el rock? Me encanta eso, rescatar eso, de ahí que jamás dejé de editar en ese formato, y lo romántico del formato, no sé, a la hora de regalar un disco, el CD es chiquito; ahora te dan un CD escrito a mano, que ojo, está bien. Regalar música es algo muy paquete, aún hoy en día, incluso si te regalan un celu con música adentro está bien, ¡es súper! ¡Pero el hecho de regalar un disco en vinyl es total! Por eso vuelve, no por una cuestión de sonido…el sonido no sé si es mejor o no, yo siempre aposté al vinyl y supe que no era el único, aparte de los Djs, que valoramos ese gran pedacito de plástico y cartón. Mi primer CD salió en vinyl–Anesthesia, con Fun People-, mi primer single también –Desarme-, estoy hablando de 1995, cuando todo el mundo tiraba los CDs y decían que era algo pasado de moda, inútil, bueno, eso decían los mercantiles del rock en aquello tiempos. Y en los 2000, con BBK, mi primer y segundo CD también salieron en vinyl en Europa, y saqué una rareza de 5 pulgadas (un vinyl tamaño CD) para mi tercer disco de BBK, Many Many Moods. También en Ugly Records, la primera edición fue un vinyl en 7 pulgadas, y así tantos otros. Ahora todo el mundo está loco de nuevo por los vinyl, ahora son avant garde, (risas), bienvenidas las modas (risas), por lo menos esta y no la de ser anoréxico. ¡Que se ponga de moda dejar de matar animales para vivir! conga mag 77


Llevaremos su mĂşsica siempre para que nos lleve.

Gustavo Cerati (1959 - 2014)

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