DESARROLLO SOCIO-ECONOMICO Y PLANIFICACION CIENTIFICO- TECNOLOGICA

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COMISION NACIONAL DE INVESTIGACION CIENTIFICA Y TECNOLOGICA

DESARROLLO SOCIO-ECONOMICO Y PLANIFICACIÓN CIENTIFICO -TECNOLOGICA

Discurso de Enrique d'Etigny L Presidente de CONICYT (Vigésimo Noveno Aniversario de CONICYT, 11 de Abril de 1996)

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Introducción Las relaciones entre desarrollo socio-económico y ciencia y tecnología son un tema recurrente de análisis en estudios modernos de política y planificación científica y tecnológica. Pero, mientras algunos aspectos de esta relación se reconocen con facilidad, otros, de tanta o mayor importancia, son explorados con menor frecuencia. El aspecto más conocido de esta relación se refiere a la interdependencia entre crecimiento económico y desarrollo tecnológico. Un número importante de estudios teóricos y empíricos sugiere que el crecimiento en la era moderna se basa esencialmente en la explotación del conocimiento científico - tecnológico. Más aún, estos mismos estudios han podido mostrar, por ejemplo, que más de la mitad del crecimiento histórico en ingreso per capita en países como los Estados Unidos puede atribuirse a avances en tecnología. De manera análoga, estudios económicos y de desarrollo social convergen en el diagnóstico que indica que los retornos económicos totales de la inversión en ciencia y tecnología son, en general, varias órdenes de magnitud mayores que los retornos que producen otros tipos de inversión. Pero, así como existe una dependencia importante del crecimiento económico sobre el desarrollo científico-tecnológico, también los modelos de desarrollo económico y social influyen en forma determinante en las políticas de gestión que se debieran aplicar para desarrollar la ciencia y la tecnología. Este es un aspecto sobre el que se repara con menor frecuencia, pero que resulta de importancia sustantiva. El tema cobra importancia adicional cuando se considera que el modelo de crecimiento económico-social de Chile cambió hace ya más de 15 años sin que los efectos de éste cambio estén siendo considerados por varios de los agentes, individuos y organizaciones que con frecuencia opinan sobre políticas de gestión y de desarrollo tecnológico. Por todas estas razones nos ha parecido que este es un tema apropiado para análisis y reflexión en esta oportunidad en que celebramos un nuevo aniversario de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica. Esta presentación está dividida en dos partes. La primera analiza los modelos de desarrollo social existentes en distintos ámbitos del país y las enseñanzas, muchas veces históricas, que nos ofrece el tránsito de uno a otro modelo. La segunda parte analiza las características relevantes del modelo económico actual y los numerosos cambios que este modelo está introduciendo en la manera como los agentes tradicionales inciden en el desarrollo de la ciencia y la tecnología.


A.- Modelos de Desarrollo Social y Planificación Científico-Tecnológica Una mirada al conjunto de actividades económicas y al desarrollo social de Chile indica una alta heterogeneidad. Varios sectores del país desarrollan ¡o que podría ser catalogado como actividades propias de una socie-

dad pre-industrial. Aquí, la fuerza del trabajo es principalmente fuerza muscular, la que se emplea en general en industrias extractivas. Parte de las actividades de industrias como la minería, la pesca o la agricultura son un ejemplo de esta situación. En esta realidad, Ja vida es, en primer lugar, un juego contra la naturaleza, en la que los elementos naturales tales como las estaciones del año, la naturaleza del suelo o la cantidad de agua disponible tienen una importancia preponderante. La productividad de estas industrias está sujeta a las vicisitudes de la

naturaleza y su rentabilidad depende de las fluctuaciones de los precios de las materias primas en los mercados mundiales, por lo que su estabilidad y

productividad no son altos. Contrastando y conviviendo con esta realidad, otros sectores del país ya han entrado a lo que podría ser definido como una sociedad industrial pro-

piamente tal. Típicamente, las principales actividades se orientan a la producción de bienes y las interacciones más importantes son de naturaleza técnica y racional. La fuerza muscular ha sido sustituida por la energía y ella proporciona la fuerza suficiente para la producción masiva de bienes. El artesano y el agricultor son reemplazados por el trabajador especializado y por el ingeniero. Los materiales y los mercados se ensamblan para la producción y distribución de bienes, lo que a su vez requiere de planificación y programación. La pregunta clave es cómo usar la energía en forma eficiente a un precio competitivo. En este ámbito, las palabras claves son maximización y optimización.

Este recuento no sería completo si no reconocemos que en Chile existe, a lo menos, la aspiración a transitar a un tercer tipo de realidad. Una realidad en la que lo que cuenta no es la fuerza muscular o la energía disponible, sino que es la información. Donde la persona clave es el profesional capacitado por educación y preparación para proporcionar servicios de alta exigencia. Una realidad en que una alta productividad permite un mayor consumo de bienes por la población y deja espacios para preocuparse de áreas fundamentales para mejorar la calidad de vida, como son la salud y la educación. La salud permite una vida plena mientras que la educación permite participar en las actividades productivas de este tipo de sociedad, en la que la información llega a convertirse en un recurso central.


Es en este ámbito en que la unión de la ciencia, la tecnología y las técnicas económicas permiten el desarrollo de industrias basadas en la ciencia. Sin embargo, es necesario reconocer que estas industrias de base científica dependen principalmente del trabajo teórico anterior a la producción, Así, por ejemplo, los computadores no existirían sin los trabajos sobre física de sólidos, y tampoco existiría el láser sin los trabajos sobre la estructura corpuscular de la luz. En esta realidad, que ha sido caracterizada con nombres tales como la Sociedad del Conocimiento, la República de las Ciencias o la Sociedad post-industrial, los adelantos en cualquier campo dependen cada vez más de la prioridad del trabajo teórico, que codifica lo que se conoce y señala el camino para su confirmación empírica. Así, el conocimiento teórico se convierte cada vez más en el recurso estratégico, el principio axial de esta sociedad. Como consecuencia, las instituciones que realizan trabajo intelectual, incluyendo aquellas que albergan a los núcleos de investigación donde el conocimiento teórico se codifica y enriquece, llegan a ser estructuras de desarrollo social de máxima relevancia. Estos tres modelos de sociedades la píe-industrial, la industrial y la del conocimiento, coexisten en distintas proporciones en casi todos los países del mundo. En países con grado alto de desarrollo existe una representación mayor de las actividades típicas de la sociedad industrial y del conocimiento. En contraste, los países con menor desarrollo muestran, en general, una preponderancia mayor de actividades características de la sociedad píe-industrial. La función clave de los agentes de desarrollo consiste, en consecuencia, en la transformación gradual de uno a otro tipo de sociedad. Me ha parecido útil contrastar estas distintas realidades, las que probablemente sean conocidas por muchos de Uds., porque dicha comparación nos deja varias enseñanzas de importancia para el diseño de políticas de desarrollo científico-tecnológico.

1.- El Protagonismo Social de la Ciencia y la Tecnología La primera de tales enseñanzas indica que el proceso que lleva a la ciencia y a la tecnología a un lugar protagónico en la sociedad local implica un tránsito de uno a otro tipo de sociedad y, por lo tanto, un cambio socio-económico de significación. La ciencia y la tecnología no adquieren un rol protagónico sólo por la acción de unos pocos individuos interesados en desarrollar la idea. Su protagonismo resulta de una demanda de conocimiento ejercida por otros agentes sociales en función del desarrollo. En consecuencia, para que este cambio se concrete y expanda, se requiere, entre otros elementos, que la ciencia y la tecnología, los investi3


gadores y los creadores, ¡nteractúen con otros agentes de cambio social, Aunque la concepción tradicional y romántica del científico proyecte una imagen de un intelectual trabajando en aislamiento de la realidad, en una torre de marfil, debemos reconocer que dicha imagen representa la realidad de la sociedad preindustrial. Desde La revolución industrial, la ciencia y la tecnología han adquirido funciones sociales a través de su impacto en la producción.

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El Efecto Numérico de los Investigadores y la Dimensión de los Instrumentos de Investigación

La segunda enseñanza que emerge de este análisis es que para que la ciencia y la tecnología influyan en el cambio social se requiere no sólo una demanda de conocimiento por parte de otros agentes sociales. También se requiere que el conjunto de investigadores existentes en la sociedad local haya alcanzado una dimensión numérica y obtenido una formación tal que permita que ellos efectivamente puedan influir en el proceso de desarrollo y cambio social. Por un lado, esto justifica la, alta prioridad que en los programas de desarrollo científicotecnológico se asigna a los procesos de formación e inserción de investigadores. Por otro lado, esto determina que los instrumentos de desarrollo y producción científica que se diseñen deban también alcanzar una dimensión mínima, acorde con la dimensión numérica del conjunto de investigadores activos. 3.-

Las Instituciones donde se Desarrolla la Ciencia y la Tecnología

Una tercera enseñanza que emana de esta comparación es la necesidad de reforzar la institucionalidad de la ciencia en el país. Reconocemos como instituciones pertinentes aquellas que, independiente del nombre y credo, de su tamaño y de la naturaleza de su génesis, albergan núcleos de investigadores activos, productivos y competitivos y cuya gestión institucional está comprometida con el desarrollo científico-tecnológico nacional. Debemos recordar aquí el rol central que estas instituciones están llamadas a jugar en el desarrollo de la información y en el trabajo teórico que enunciábamos anteriormente.

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Heterogeneidad del Conocimiento y Diversidad de Instrumentos

La última enseñanza que deseo realzar se relaciona directamente con la heterogénea realidad social del país. Es evidente que si en los próximos años debemos afrontar el desafío de pasar de una sociedad pre-industrial a una industrial y, simultáneamente, prepararnos para adentramos en la Sociedad del Conocimiento, debemos diseñar, no uno, sino que una diversidad de instrumentos de desarrollo de la ciencia y de la tecnología nacional.

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En CONICYT se ha tomado en cuenta esta enseñanza y se ha enfatizado el desarrollo simultáneo de varios tipos de instrumentos de desarrollo científicotecnológico. Este conjunto permite enfrentar distintas realidades en forma también simultánea. La base del progreso en ciencia y tecnología es la creación de conocimiento por parte de investigadores individuales. El Fondo de Desarrollo Científico y Tecnológico, más conocido como FONDECYT, apoya este tipo de actividad en todas las áreas del conocimiento. Desde su creación, en 1982, este programa ha permitido financiar una cantidad cercana a 4.000 proyectos de investigación y ha incidido en forma significativa en el aumento de la productividad científica nacional. En la actualidad, este Programa apoya la creación de conocimiento a través del financiamiento simultáneo de 1.000 proyectos de investigación elegidos por su excelencia, previa revisión externa por investigadores chilenos o extranjeros. El progreso social del país, sin embargo, requiere también de otros desarrollos. Si deseamos reducir la importancia relativa de las actividades extractivas, aumentando la importancia de aquellas orientadas a la producción de bienes, debemos vincular las necesidades del sector productivo nacional con la capacidad nacional de investigación y desarrollo. Ese es el objetivo central del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico, más conocido como FONDEF, que fue iniciado en 1991. Recordemos que entre 1991 y 1996 este Programa desarrolló su primera fase, apoyando 99 innovaciones tecnológicas. De la inversión original de 60 millones de dólares, se espera que retorne al país, sólo en beneficios directos, un total de 600 millones de dólares. Durante este año, FONDEF está iniciando su segunda fase con el llamado a concurso nacional de proyectos que cerró el pasado 15 de Marzo y al que se presentó un total de 107 proyectos. Mientras, como ya indicamos, la capacidad individual es la base del progreso en ciencia y tecnología, debemos reconocer que la solución de problemas reales, a menudo, requiere el trabajo mancomunado de grupos de investigadores. En algunos casos, el objetivo principal puede consistir en acumular conocimiento básico sobre aspectos específicos de nuestra realidad nacional. El concepto de los Programas Sectoriales, que está naciendo bajo la dirección de FONDECYT, viene a cubrir esta necesidad. Recientemente, hemos podido canalizar la capacidad creativa de un conjunto de 100 investigadores de 15 Universidades y Centros de Investigación, quienes se abocarán a estudiar el clima y los biomas terrestres y marinos del norte de Chile. Conoceremos así algo más de las variaciones climáticas, del intercambio de gases, de la productividad marina, de los flujos tróficos y de la disponibilidad de ciertos recursos limitantes, como el agua, en esta zona de tanta importancia nacional. Este Programa Sectorial grafica una estrategia de estudio que es reproducible tanto en otros lugares del país como en otros temas disciplinarios. A manera de ejemplo, en verdad sería productivo para el país y fructífero desde el 5


punto de vista científico, juntar capacidad científica y tecnológica para atacar problemas relacionados con Medicina del Trabajo; con aspectos relacionados con Tecnología de Alimentos o con el conocimiento de los Recursos Renovables de nuestro Territorio Antártico. Todos estos son temas posibles de abordar bajo el concepto de Programas Sectoriales y que esperamos desarrollar en los años venideros, si la disponibilidad de recursos así lo permite. El trabajo de investigadores interactuantes puede, sin embargo, no sólo circunscribirse a problemas relacionados con la realidad nacional sino que también orientarse a la búsqueda de sistemas teóricos de aplicación más universal y al análisis de problemas complejos. Recordemos aquí que, mientras los sistemas simples responden a relaciones inmediatas de causa-efecto, los sistemas complejos, a menudo, implican relaciones de un número alto de variables que interactúan de forma tal que la inteligencia humana no puede apropiarse de todas ellas correcta y simultáneamente sin mediar la formulación de modelos complejos. Como indicamos, este es el tipo de conocimiento de valor fundamental que se vislumbra hacia el futuro. Los Programas de Investigación Avanzada en Areas Prioritarias (FONDAP), que también están naciendo bajo el marco de FONDECYT, están orientados a cumplir un rol protágonico en el desarrollo de nuevo conocimiento a la vez que ayudar a consolidar el marco institucional en el que se desenvuelven núcleos de investigadores activos y competitivos del país. Como CONICYT lo ha señalado desde su concepción, estos Programas articularán la actividad de grupos de científicos en áreas temáticas de pertinencia nacional y donde la ciencia chilena haya alcanzado un nivel alto de desarrollo. Debido a que desarrollarán investigación básica en áreas altamente prioritarias para el desarrollo nacional, estos Programas deberán combinar excelencia con pertinencia y deberán ser el asiento natural de nuevos programas de postgrado. La Ley de Presupuesto de 1996 ha entregado recursos para que durante el presente año se inicien dos de estos Programas. La misma Ley de Presupuesto ha dispuesto que el Ministerio de Educación determine, a proposición de CONICYT, las disciplinas prioritarias en que se estructurarán estos Programas. Durante 1996 se estructurará un Programa Avanzado en Biología Marina y Oceanografía y otro en Matemáticas Aplicadas. El primero estimulará el desarrollo de Ciencia Básica en un ámbito de las Ciencias del Mar que es obviamente importante para el desarrollo nacional. El segundo se orientará a configurar en Chile una reserva de conocimiento básico aplicable a Modelaje, Informática, Inteligencia Artificial y temas relacionados que son vitales para el futuro desarrollo empresarial. Durante 1996, también se iniciará el estudio de otros cuatro Programas de Investigación Avanzada, en vista a estructurar algunos de ellos en 1997. Los temas pertinentes son cuatro: Medio Ambiente, el que es de obvia importancia nacional; Biología y Biotecnología Vegetal, que debiera constituir el desarrollo básico nece-


sano para asegurar un mejor rendimiento y rentabilidad de nuestros productos agrícolas y de nuestra industria forestal; Ciencias Geológicas, las que son requeridas para el desarrollo minero y Ciencias de los Materiales, de amplia necesidad para el desarrollo de nuestra industria manufacturera. No quisiera terminar este análisis sin mencionar dos instrumentos adicionales de desarrollo científico-tecnológico. El primero se refiere a la necesidad de desarrollar programas que permitan no sólo formar nuevas generaciones de científicos sino que también permitan insertarlos en el sistema científico-tecnológico nacional. Preocupados por la necesidad de formar nuevos científicos para renovar e incrementar los cuadros actuales, CQNICYT ha desarrollado sus programas de becas de postgrado y de postdoctorado. Sin embargo, la experiencia acumulada luego de casi 10 años del Programa, sugiere que uno de los cuellos de botella de mayor trascendencia en el sistema científico-tecnológico nacional se refiere a cómo insertar estos nuevos científicos en una realidad social que recién transita hacia una mayor industrialización, en la que el protagonismo de la ciencia y de la información están aún lejanos, en que las plazas potenciales de trabajo en las empresas no están aún disponibles y en que muchas de aquellas en instituciones académicas están ocupadas por personal con escasa vocación para el trabajo científico-tecnológico. Este es un problema real y clave hoy en día en Chile, para cuya solución deberemos usar la máxima creatividad de todos los sectores involucrados. Las soluciones parten por la toma de conciencia de que no basta sólo con exigir más becas para jóvenes científicos, si posteriormente esta sociedad no puede ofrecerles una oportunidad de trabajo. La falta de oportunidades laborales evidentemente desincentiva y reduce el reclutamiento de nuevos científicos, lo que, en último término, incidirá en el dimensionamiento numérico de los científicos y tecnólogos necesarios para el desarrollo del país. El último instrumento de desarrollo científico que deseo analizar es el de la Cooperación Internacional. Me parece que en el contexto de cambio social que hemos señalado, los procesos de intercambio de nuestros científicos con el extranjero no pueden seguir siendo considerados como privilegios excepcionales. En una sociedad que se orienta hacia la información como principio axial, que aspira en forma seria a contribuir al conocimiento global y en la que sus científicos deben mantenerse actualizados para ofrecer soluciones creativas y de frontera a los agentes productivos de la sociedad, el intercambio internacional es una obligación. Como ya lo hemos indicado en presentaciones anteriores, la deslocalización de las tecnologías, la universalidad de las ciencias y el desarrollo acelerado de la información, determinan que en países como el nuestro no sólo se debe facilitar sino que también exigir a nuestros científicos y tecnólogos que mantengan contactos activos y vigentes con sus mejores contrapartes en el extranjero.

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En verdad, el componente de internacionalización de nuestra ciencia comprende mucho más que los simples intercambios de investigadores. Ello determina, por ejemplo, el uso frecuente por parte de CONICYT de evaluadores y árbitros internacionales, tanto en los procesos de asignación de proyectos como en las evaluaciones de su rendimiento y productividad. Determina, así mismo, el interés de CONICYT porque nuestros científicos confronten sus hallazgos en foros internacionales y que los sometan a las exigencias y estándares de las mejores revistas en su especialidad. Determina, en fin, nuestro interés porque nuestros investigadores colaboren con sus mejores pares en el extranjero a través de investigaciones específicas. La Ley de Presupuesto de 1996 también ha entregado recursos para Cooperación Internacional. Este es un hito de la máxima importancia porque permitirá que Chile empiece a ofrecer recursos de contraparte en estos Programas. Debemos recordar que, cuando la Cooperación Internacional es financiada casi enteramente por otros países, nuestra autonomía para determinar la prioridad de los problemas a estudiar y el destino de los fondos a usar es más bien limitada. La existencia de fondos nacionales de contraparte permitirá incrementar esta autonomía, lográndose una relación más balanceada en el trabajo con grupos extranjeros. Durante el segundo semestre de 1996 abriremos concurso público para estos nuevos proyectos de cooperación, los que se vienen a sumar a numerosas otras iniciativas que CONICYT está desarrollando en este ámbito y que ya han sido descritas en intervenciones anteriores. Habiendo analizado el tránsito de uno a otro tipo de modelo de desarrollo social, es de interés reflexionar ahora sobre el entorno económico y los cambios que éste está introduciendo en la manera de hacer ciencia y tecnología. B.- Modelo Económico de Desarrollo y Planificación en Ciencia y Tecnología Como es por todos Uds. conocido, hace poco más de 15 años, Chile adoptó una política de desarrollo económico, que podemos llamar Economía Global de Mercado, la que ya imperaba en países desarrollados del Hemisferio Norte y en algunos de desarrollo alto e intermedio del Sud Este Asiático. En los últimos 15 años, el modelo se ha expandido a otros países del mundo, incluyendo Latino América, Europa Oriental y otros países del Sud Este Asiático. En forma breve, uno podría resumir las características de este modelo como uno basado en la libre iniciativa y la libre competencia, en que los precios están determinados por el mercado en el libre juego de oferta y demanda, en que la piedra angular de la actividad se basa en la responsabilidad individual, la que es recompensada por el mercado, en forma positiva o negativa y en función de los riesgos asumidos y en que el

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Estado adopta una función estrictamente subsidiaria, especialmente para aquellas actividades deseables donde existen fallas de mercado. Aunque recién estamos aprendiendo es importante realzar los cambios que este modelo de desarrollo económico está imprimiendo en los agentes tradicionales de desarrollo científico tecnológicos cuales son las empresas, los científicos y las instituciones que los albergan, y el Estado. El análisis que sigue se orienta a describir los cambios que están ocurriendo con las funciones de estos agentes. 1.- Las Empresas: Debido a que la economía de mercado se caracteriza por una alta competitividad, ésta repercute en una mayor dinámica de recambio de empresas. Así, el sistema social ejerce una mayor demanda de conocimiento sobre el sistema científico-tecnológico local, acelerando y reforzando los mecanismos de retroalimentación entre ciencia, tecnología y economía, las que se llegan a conectar en forma más estrecha y directa. Esta conexión, sin embargo, tiene varias características peculiares, que difieren de aquellas que ocurrían en las épocas de pre-mercado. El sistema se caracteriza por la diversidad de opciones y la especialización. Hay muchas personas usando su creatividad para hacer muchas cosas distintas. Así ya no se defiende una o unas pocas parcelas como propias - como los países y las empresas lo hacían en el pasado - porque siempre está el riesgo de que la multicompetencia genere bienes o productos más competitivos. Si se desea tener éxito, no sólo se deben olvidar las parcelas, también se deben manejar varias líneas en forma simultánea, a fin de competir por varios productos. Más aún, la velocidad a la que ocurren los procesos es tan alta que los productos generados deben alcanzar los mercados tan pronto ellos estén disponibles. No se gana mucho, ni con guardar los descubrimientos, ni con buscar patentes y protecciones. La diversificación y la mult¡competencia determinan, además, que el conocimiento usable se logre a través de una red difusa de interacciones que involucra tanto, a laboratorios antiguos, como recientes, pequeños como grandes, centrales como remotos. Los grandes laboratorios, que en el pasado eran los protagonistas indiscutidos del avance científico-tecnológico, todavía están activos. Pero cada día más, numerosos laboratorios, más pequeños, de menor trayectoria pero de tanta o mayor competitividad y productividad son el centro de descubrimientos científicos y tecnológicos de significación. Por su parte, estos laboratorios pueden investigar en la así llamada ciencia básica o en aquella con mayor aplicabilidad, borrándose las fronteras tradicionales entre ambos tipos de conocimiento. En verdad, si el conocimiento básico es aplicable, él irrumpe en los mercados en forma rápida.

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Finalmente, y probablemente derivado de todas las peculiaridades antes descritas, una característica adicional ha emergido en los últimos años. Si bien es cierto, las empresas continúan invirtiendo en ciencia y tecnología, ellas están reduciendo su aporte a la ciencia básica y a la creación de conocimientos. Esto se debe a dos razones: la primera, es que una dosis alta de conocimiento usable ya existe. La segunda, es que las empresas están colaborando, más bien que compitiendo, en la creación y adquisición de conocimiento. La competencia se ha desplazado hacia la utilización del conocimiento, lo que está en directa relación con la necesidad de diversificar y especializar productos. Las consecuencias de esta nueva realidad, desde la perspectiva de gestión científica y tecnológica, son numerosas. Sin duda, una relación más estrecha entre ciencia, tecnología y economía son positivas y contribuyen a darle un mayor protagonismo social a la ciencia y a la tecnología. Pero, cuando la dinámica se origina en relaciones de mercado y descansa en forma sustantiva en oferta y demanda, se pueden generar problemas de distinta naturaleza. Entre éstos, quisiera resaltar tres problemas principales. El primero dice relación con que extensas áreas de conocimiento, de gran importancia potencial quedan descuidadas debido a la escasa importancia que el mercado les asigna. Existen numerosos ejemplos de esta situación en países como Chile. Baste recordar aquí en el cuello de botella en que se ha transformado la patología marina, requerida ahora para el cultivo exitoso del mar, pero olvidada en su desarrollo por mucho tiempo debido a una falta de demanda. Cuando finalmente la demanda ha llegado, la falta de una reserva de ciencia básica en el tema impide el desarrollo. Así como es necesario proteger distintas áreas de ciencia básica para futuros desarrollos, se hace necesario también apoyar a los científicos básicos que por razones de vocación y opción desean persistir en su ciencia básica, abstrayéndose de incursiones hacia las aplicaciones. Su importancia radica en que, con frecuencia, ellos siguen practicando el método científico en forma exigente y ortodoxa. Se constituyen así, no sólo en depositarios de reservas de ciencia básica, sino que también en modelos vocacionales para nuevas generaciones de científicos. Este punto se relaciona directamente con el tercer problema que deseo analizar y que se refiere a la permanencia de los investigadores en las Universidades. No cabe duda que uno de los ideales de una sociedad en desarrollo como la nuestra es que la exportación de científicos y tecnólogos desde la academia a la industria se incremente y alcance los niveles que se observan en otras sociedades más desarrolladas. Sin embargo, desde el punto de vista de planificación y gestión tecnológica, para un país como 10


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Chile, que recién empieza su desarrollo, esto es deseable sólo hasta el punto que ello no produzca daños irreversibles en los sistemas formadores de científicos y tecnólogos, - en nuestro caso, las Universidades - Debemos recordar que los investigadores, tanto aquellos que permanecen en la academia como aquellos que emigran a la industria, inician su entrenamiento en las Universidades. Por lo tanto, la reducción de recursos para entrenar graduados y postdoctorados y la escasez de fondos para desarrollar investigación en las Universidades pueden ser mucho más destructivas que lo que aparece de extrapolaciones lineales. Si se daña el ingreso al sistema de investigación y si no existen modelos vocacionales, las consecuencias no se restringirán sólo a las Universidades. Inevitablemente, afectarán también el desarrollo empresarial y eventualmente, el desarrollo social. La incapacidad de la economía de mercado para resolver estos problemas lleva a preguntarse por los roles que el Estado debe cumplir frente a esta realidad. Para responder esa pregunta, sin embargo, se requiere revisar en forma breve cuáles son los roles de los científicos y tecnólogos nacionales desde una perspectiva de desarrollo social. En otras palabras, ¿Por qué una sociedad como la chilena requiere de un conjunto de científicos y tecnólogos?. La pregunta es especialmente pertinente cuando se recuerda que no existe una relación directa entre industria chilena y ciencia chilena. El desarrollo industrial chileno puede nutrirse, y de hecho lo hace, de la ciencia y la tecnología internacional, de la misma forma que los avances científicos y tecnológicos realizados en el país pueden ayudar al desarrollo de empresas en otras partes del mundo. En ausencia de esta correlación estrecha entre ciencia chilena e industria chilena ¿cómo se justifica la necesidad de científicos y tecnólogos locales?, ¿acaso ellos cumplen alguna otra función en una sociedad como la chilena y en un esquema económico como el actual?. 2.- Las funciones sociales del trabajo científico y tecnológico: Como indicamos previamente, la base del progreso en ciencia y tecnología se soporta sobre la iniciativa y el interés individual, la que a su vez se origina en un fuerte componente vocacional. Desde esta perspectiva la fuerza motriz es el interés personal en la creación de conocimientos Sin desconocer la importante función que este componente cumple; desde el punto de vista social las principales funciones de nuestros científicos locales son la intermediación del conocimiento y la formación de profesionales y científicos. Por intermediación de conocimiento entendemos la importante función de hacer accesible a la sociedad local los avances y desarrollos científicos y tecnológicos que están ocurriendo en otras partes del mundo. Dada la enorme diferencia numérica que existe entre el tamaño de la población de científicos y tecnólogos activos en Chile - que no alcanzan 11


a 10 mil - en comparación con aqueilos activos en otros países el mundo que sobrepasan los 2 millones - la intermediación de conocimiento resulta ser una función de la máxima importancia para el desarrollo de la sociedad local. Desde esta perspectiva, el que los científicos sean activos y productivos en su propio trabajo de investigación, constituye garantía de solvencia e idoneidad para el sector productivo. Así, aunque evaluado desde un ángulo distinto, también importa para esta función el que los científicos y tecnólogos locales cuenten con la formación, el interés, los recursos y la atmósfera adecuada para realizar sus propias contribuciones científicas y tecnológicas. Las funciones formativas que tienen nuestros científicos y tecnólogos locales también tiene máxima relevancia. Ella permite que los estudiantes - no sólo aquellos que siguen una carrera científica, sino que también aquellos estudiando una carrera profesional - reciban conocimiento actualizado en las distintas disciplinas. Este conocimiento actualizado permite, a su vez, que nuestros profesionales puedan usar, en su actividad, el conocimiento generado en otras partes del mundo. Estas funciones formativas y de intercambio de conocimiento que realizan los científicos y tecnólogos en las Sociedades locales tienen un efecto difuso en la sociedad y son difícilmente medibles en términos económicos. Sin embargo, resulta evidente que ellos no son sustituibles por aportes de otras actividades y son substanciales y básicas al desarrollo social. Siendo necesarias, insustituibles y escasamente atractivas para el sector privado, estas funciones se inscriben entre aquellas a desarrollar a través de la subsidiaridad del Estado, lo que nos obliga a mirar con mayor detención las actividades de este tercer agente de desarrollo científico-tecnológico. 3.- Las funciones del Estado: a los argumentos entregados en los párrafos anteriores que demuestran la necesidad de que el Estado apoye las actividades de investigación, formativas y de intermediación de conocimiento de los investigadores, se pueden agregar otros argumentos de refuerzo, derivados de la naturaleza de la investigación básica. El primero de estos argumentos indica que el valor económico de la investigación básica es difícil de predecir e incluso de evaluar en retrospectiva. Los retornos económicos obtenidos de descubrimientos científicos pueden ser rápidos, pero muy a menudo las consecuencias de los hallazgos pueden permanecer sin ser conceptual izados por un largo tiempo. A lo anterior se suma el que la actividad de investigación es económicamente incierta y la incertidumbre aumenta cuanto más cercana a la frontera del conocimiento se encuentra dicha investigación. Así, no podemos pedir-

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les a nuestros científicos básicos que compatibilicen originalidad extrema con absoluta certeza en resultados usables. El tercer argumento se refiere a los derechos de los descubrimientos Los hallazgos científicos de significación, a menudo, son el resultado a una cadena de investigaciones realizados por distintos autores en distintos lugares. Así, los derechos propietarios son intrinsecamente difíciles de establecer y de defender. Más aún, las reglas del juego en la investigación pública, no permiten el reclamo de derechos propietarios individuales Todos estos hechos generan una divergencia notable entre los retornos sociales y los retornos privados esperables de la investigación básica. En ausencia de acciones remediales del Estado ello se traduce en una marcada subinversión en ciencia por parte de la industria privada. Ejemplos de esto lo constituyen países como Estados Unidos, cuyas industrias y empresas muestran una inversión importante en ciencia y tecnología. Sin embargo, mientras dichas empresas contribuyen con el 53% del gasto total que realiza el país en investigación aplicada y con a p roximadamente el 60% del gasto total en desarrollo, su contribución al gasto en ciencia básica no sobrepasa el 20% del total. Esta situación sólo es remediable a través de estímulos estatales, los que se justifican porque, además de todas los argumentos ya indicados, existe consenso en que la parte principal de los beneficios que se genera en ¡a investigación científica no va a los investigadores, sino que a los consumidores, a través de productos que son mejores, menos caros o ambos. Así, el conjunto de argumentos discutido en esta presentación, y que incluye aproximaciones tan distintas como el análisis comparativo de variadas realidades sociales, las funciones sociales de los científicos y tecnólogos y las fallas de mercado con respecto a creación de conocimiento público, son coincidentes en configurar la responsabilidad subsidiaria del Estado. Esta responsabilidad debe orientarse a expandir y mantener un sistema científico-tecnológico nacional que constituye una reserva de ciencia básica usable para resolver problemas teóricos que eventualmente inciden en producción. Un cuerpo de científicos y tecnólogos que además tiene la responsabilidad de hacer accesible a la sociedad local el conocimiento útil generado en otras latitudes y que también debe proveer una formación actualizada a nuevas generaciones de científicos y profesionales. Si analizamos el ejemplo de países que han desarrollado esa función subsidiaria, observaremos que su naturaleza cambia con el tiempo. Habiendo más científicos y tecnólogos en un país dado, ingresa al país un mayor número de ideas y un caudal mayor de información. Ello constituye una mayor probabilidad de innovación en las industrias y mejores posibilidades de 13


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desarrollo. Si miramos con cuidado las relaciones e conomía-cienciatecnología de países industrializados concluiremos que la formación de un grupo numeroso de científicos y tecnólogos es uno de los pocos apoyos que el Estado puede dar al desarrollo empresarial y que aún no es cuestionado internacionalmente como práctica desleal. Esta manera de estimular la producción empresarial debiera también ser aceptada por Chile especialmente si se desea competir en los mercados internacionales con países que usan generosamente este tipo de subsidio para con sus empresas. La Conclusión global que emerge del análisis de los modelos sociológicos y económicos que nos rigen pueden, quizás, resumirse en un par de conclusiones sorprendentemente simples, pero no por ello menos importantes. La primera, indica que nuestro tránsito hacia la sociedad industrial y más allá, hacia la sociedad del conocimiento descansa sobre el nexo cienciat ecnología-desarrollo La teoría económica y los análisis de la economía de mercado indican, además, que este es un nexo frágil, que sin lugar a dudas puede ser reforzado a través de la demanda de conocimientos ejercidos por el desarrollo empresarial, pero que el Estado tiene aquí una función sustantiva reforzando este nexo, contrabalanceando las hipertrofias y estimulando la existencia de reservas de conocimiento más allá de las leyes del mercado y de la oferta y la demanda.

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