A SABINA DEKKER Cuando miro tu rostro resuena en mis oídos la sonata en La menor de Edvard Rot, la voz de Donna Simons, los pechos de Eva Frinch, la escena en la que Greg McAlly besó por fin a Luna Allen. Cuando estamos tumbado en la cama me siento como se sintió Yul Hayman al entender por fin a Schiter, como Franz Cullen haciendo una cover de Hambert Rosewood a tres voces, sintiendo la simbiosis espontánea rondado en las ideas de Konrad Ehrlich. Seré Gus Sandeep ardiendo en el cielo, Deborah Rozen en “Apartamento”, Zhao Jeong mientras nos medicamos. Pero por favor, no me dejes solo, vestido y en silencio como estuviera Marcus Moisan sin Naldex, Covirán y sin Esther Uddowla.