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El tratamiento y abordaje de temas de
víctimas y memoria
Resumen: Esta relatoría contiene los principales temas abordados en el foro orientado por la escritora y periodista argentina, María Eugenia Ludueña, acerca del abordaje responsable de temas de víctimas y construcción de memoria histórica.
María Eugenia Ludueña Perfil
Periodista. Trabaja en Infojus Noticias -agencia nacional de noticias jurídicas-. Escritora del libro Laura. Laura Carlotto fue una militante de los 70 asesinada por el terrorismo de Estado. Laura era una joven que parió a su bebé mientras estuvo secuestrada en centro clandestino de detención. Su hijo fue robado y entregado a otra familia. Recién en el año 2014 se descubrió quién era ese hombre: Ignacio Guido Montoya Carlotto. “Reconstruir la historia de Laura, pero también la de sus compañeros y de un recorte de época, a través de las voces de quienes vivieron esos días y sufrieron los crímenes de la dictadura más oscura de la Argentina, me llevó a hacerme -y me sigo haciendo- muchas preguntas acerca de cómo cubrir y cómo narrar”. Convocaron:
Relatoría ESTUDIO DE CASO: LOS ROSTROS OLVIDADOS DE PUERTO TORRES (CAQUETÁ) El periodista Jhon Frey Nagles Soto propone un trabajo de memoria: contar las consecuencias en Caquetá de la incursión de los grupos paramilitares a partir de lo vivido por las familias que en el municipio de Belén de los Andaquíes, sur del departamento de Caquetá (Colombia), fueron víctimas de desaparición. Se solicita apoyo en el abordaje de un trabajo periodístico que le recobre el rostro a quienes hace mas de 15 años fueros desmembrados y enterrados en fosas clandestinas en la inspección de Puerto Torres. Fueron desaparecidas 36 personas, las cuales ya han sido 9 a las que se les ha logrado recuperar la identidad.
Primeros pasos para investigar María Eugenia Ludueña aconseja frente a este caso: • Lo primero sería tratar de reconstruir qué es lo que pasó. Analizar en qué circunstancias y contexto político/social ocurrió eso. Cómo esas personas fueron a parar ahí. • Buscar todos los materiales posibles al respecto, ya sea algún expediente judicial si lo hay (chequear si alguien inició una denuncia por este tema), para luego poder ir al territorio con información. • Tener en cuenta en el territorio que pueden encontrarse testigos directos o indirectos. Seguramente vas a poder encontrar a las familias de quienes fueron identificados para que te cuenten quiénes eran esas personas, cuándo dejaron de verlos, cómo los impactó su pérdida, qué respuesta ha ofrecido el estado y/o la justicia frente a estos crímenes.
REFERENCIA: La investigación titulada Operación Masacre, donde Rodolfo Walsh reconstruye los fusilamientos de José León Suárez ocurridos en 1956 de manera magistral y con las técnicas de la narrativa de ficción aplicadas a la noficción cuenta quiénes eran esas personas.
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LAURA: VIDA Y MILITANCIA DE LAURA CARLOTTO.
Laura es la historia de Laura Carlotto, una militante de los 70 asesinada por el terrorismo de Estado. Laura era una joven que parió a su bebé mientras estuvo secuestrada en centro clandestino de detención. Su hijo fue robado y entregado a otra familia. Recién el año pasado se descubrió quién era ese hombre: Ignacio Guido Montoya Carlotto, quien en estos momentos tiene 37 años. Reconstruir la historia de Laura, pero también la de sus compañeros y de un recorte de época, a través de las voces de quienes vivieron esos días y sufrieron los crímenes de la dictadura más oscura de la Argentina, me llevó a hacerme -y me sigo haciendo- muchas preguntas acerca de cómo cubrir y cómo narrar.
Pasos para decidirse a investigar y reconstruir la historia de Laura Decidí investigar la historia de Laura a partir de una entrevista con Estela de Carlotto:
Quien es su madre, y es la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, una organización que busca a los nietos robados a sus hijos desaparecidos o asesinados. En esas dos charlas que mantuvimos para la nota, asumí el compromiso de escribir la historia de Laura. Fue un camino al revés porque primero estuvo la decisión de hacerlo y a medida que lo hacía entendía el sentido de hacerlo y por qué me entusiasmaba tanto. Una militante periférica, una mujer -en las organizaciones armadas la mayoría de los líderes fueron varones-, que “parió” a una madre que era muy diferente a la Estela referente de derechos humanos que conocemos hoy. Era la oportunidad de contar una historia que no se había contado, de contar también a sus compañeros, su cotidianeidad, y la trama en la que se inscribió esa tragedia colectiva perpetrada por el terrorismo de Estado.
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Los pasos fueron diseñar un plan de trabajo en base a fuentes, que a su vez me abrieron el camino a otras, y luego montar una estructura donde aparecían personas que iban acompañando a Laura a lo largo de diferentes momentos de su corta vida.
Cómo enfrentar muros o problemas en el proceso de investigación Los muros diría hoy que fueron algunas personas que pensé que iban a dar más información y me dijeron que no la tenían. Eso no lo pude resolver. Si alguien no quiere hablar, no quiere hablar. Lo difícil, si pienso en problemas de otro tipo, fue reconstruir todo de a pedacitos, como si fuera una cañamazo a completar con hilos de todos los tamaños y colores, hechos de diversos materiales. Era un verdadero rompecabezas en varias capas: la capa personal, la familiar, la social, la política, la trama nacional, el pulso de la región y del mundo, y contar también el pasado y el presente en perspectiva, porque no fue un hecho aislado sino un momento histórico.
Etapas más duras o preocupantes El tener diversas voces sobre el mismo hecho y no terminar de tener claro qué había pasado realmente. Por ejemplo, cuando una fuente directa de una escena donde estaban solamente esa persona y Laura, negara los dichos de una fuente indirecta, que a mis ojos tenían mucha credibilidad (alguien a quien Laura le había contado determinadas cosas, que sonaban razonables). Hay que tomar decisiones del cómo hacer que las dos voces confluyan, tratando de ser ecuánime con todos, y que cada lector se forje su propio cuadro. Suena muy correcto a nivel teórico es difícil en la práctica. También fue duro entrevistar a la madre de Laura, si bien ella está acostumbrada a contar muchas cosas a los medios y tiene una agenda pública intensa, la charla iba hacia lugares más íntimos, de esos que todavía duelen. Pero esto no atentó contra el objetivo. Sí me preocupó el tema de no causar más dolor.
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CÓMO DETECTAR CUÁNDO HAY QUE SENTARSE A ESCRIBIR ESA HISTORIA
El momento en que decidí sentarme a escribir apareció de manera clara. Cuando doy clases siempre les digo a los periodistas:
No esperen a tener todo el material para sentarse a escribir. Incluso que no pretendan siempre empezar por el principio de la historia sino por la escena que puedan contar. Yo había hecho varias entrevistas y no tenía claro esto. Un día una amiga de Laura me cuenta, en una charla larguísima, que cuando fue el Golpe de 1976 que instauró la dictadura vivían en un departamento justo enfrente de una comisaría. Después de la charla, fui a la comisaría y era un lugar que yo conocía. Era el lugar donde habían desaparecido en democracia a un estudiante de Periodismo de la Plata en agosto de 1993, y al que yo iba con mis compañeros de la agrupación que lleva el nombre de ese estudiante, Miguel Bru, todos los años a reclamar por su cuerpo que nunca apareció y que su mamá Rosa Bru sigue buscando. Me impresionó esa coincidencia de Laura y Miguel, dos jóvenes, dos estudiantes, dos víctimas de la violencia del Estado en distintos momentos. Y cuando se lo comenté a un amigo, Cristian Alarcón, me dijo:
Esas son las epifanías que nos marcan, que hay que sentarse a escribir. Empecé por esa escena, de cuando Laura vive con sus compañeras en ese departamento, que es un capítulo de la mitad del libro. Y creo que en todos los trabajos hay un momento donde uno entre tanta información y testimonios, es capaz de leer ciertos hilos invisibles que marcan la necesidad de sentarse a escribir.
¿CÓMO LOGRAMOS QUE LAS HISTORIAS DE MEMORIA GENEREN INTERÉS? Para empezar, haciéndonos preguntas acerca de cómo contar. Esto es, tomando conciencia. No todas las historias se pueden contar igual. Explicitar esas tensiones que anidan en la memoria vuelve más interesante cualquier relato: si yo te cuento que fulanito me contó esto, pero menganito agregó lo otro y que sultanita no se acuerda, pero que hay un informe que desempata o agrega algo más, puedo contar esas tensiones.
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Cada historia nos dice de algún modo cómo puede ser mejor contada también de acuerdo a los materiales reunidos. A veces tengo más testimonios, a veces tengo más materiales judiciales y menos voces. No hay que tener miedo a experimentar, pero hay que trabajar codo a codo con los editores, que pueden ver el texto de afuera y hacer sugerencias. Hoy asistimos a muchas crónicas que son como híbridos, también de estilos y recursos diversos, en las que conviven los géneros. Se abren paso nuevas formas de narrar, mediadas también por los lenguajes que se manejan en redes sociales, por ejemplo. ¿Se puede contar una historia en un post de facebook? A veces si. Creo que la construcción de escenas siempre es buena compañera, sobre todo cuando tenemos muchos datos, porque es importante que el lector vea como si fuera una película la historia, pero también hacerle sentir que está ahí, y que ese ahí, esa historia que se cuenta, de algún modo también tiene que ver con él para que lo convoque y se la apropie. Es difícil conmoverse o sentirse convocado si uno no entiende de qué va la cosa, y acá quiero decir algo que es una obviedad pero es un problema que encuentro muchas veces como editora:
Se tiene que entender qué es lo que pasa, en qué trama se inscribe eso, y para esto hay que contar de manera simple pero compleja, con contexto y con frases simples sobre todo en el principio. Si no se entiende, lo más probable es que se deje de leer.
LA IMPORTANCIA HISTÓRICA: CONTAR Y DOCUMENTAR Frente a la pregunta que plantea el periodista Roberto Orlando Vargas relacionada con la dirección que debe tener el periodismo para dar con “una buena fórmula para despertar al país, para hacerlo tomar conciencia, para que actúe frente a la realidad que hoy están viviendo millones de colombianos”, Maria Ludueña argumenta: Creo que es muy importante dejar registro de lo que pasa, por más que parezca que los lectores están acostumbrados o no se asombran. Creo que es fundamental dejar testimonio, contar, documentar, tratar de entender las tramas, sensibilizar acerca de los temas. Dentro de un tiempo, visto en perspectiva, todo ese corpus va a servir a la construcción de una memoria más grande. Hay que contar, no importa cuántos lo lean ni cómo. Inclusive la aparición e irrupción de esas voces servirá para que otros se reconozcan, para que alguno de ellos sienta que eso todavía importa, que no da lo mismo el
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Relatoría silencio o la palabra. No creo en fórmulas, creo en probar estrategias, en contar a pesar de todo y de todos. Es trabajoso, desalentador y duro, pero es el único camino. Lo que sí sé es que el rostro humano de las historias muchas veces nos llega más, nos obliga a hacernos preguntas y a sentir que una problemática no es ajena y nos interpela. Cuanto más voces e historias, más posibilidades de entender y cuanto mejor comprendo, menos indiferente. Perdón si no te puedo dar muchas herramientas pero creo que el mensaje es seguir contando de todas las formas que se puedan.
¿CÓMO INTENTAR TRABAJAR CON LAS MEMORIAS SIN SER UTILIZADOS?
...La memoria es campo de lucha y de disputas. Lo que he aprendido en todos estos años de trabajo, tanto en el libro como en el trabajo en una agencia de noticias con énfasis en derechos humanos y sociales, es que por un lado, a veces no hay una sola versión de las cosas. Por otro, la manera de que ninguna versión doblegue a otras es, a mí entender, que la versión contenga todas las voces y puntos de vista posibles. Y cada lector complete, como dice Umberto Eco, ese texto como el último eslabón. ¿Cómo no convertirse en instrumento de otros? Hay que chequear los datos, chequear las versiones. Las personas pueden decir, pero uno como periodista, la única manera que tiene de evitar que -como decimos en Argentina “te hagan una operación” y te utilicen- es chequear la información. ¿Quién fue testigo directo de esto? ¿Testigo indirecto? ¿Quién dice que esto es cierto? En los errores que he cometido o de los que me siento parte, siempre el error ha sido no chequear más, no contrastar esa información no sólo con las fuentes involucradas sino con otras fuentes que conozcan el tema. Entiendo que en Colombia es muy difícil, porque están cubriendo en medio de la guerra, pero lo importante, aún en los peores momentos, es escuchar a todos los que pueda. No dar por cierto lo que no lo es. Relativizar, contar quién lo dijo, “según tal”, y en qué circustancias, visibilizar las tensiones y puntas que quedan sin atar. Poner en conflicto las versiones, y luego, al escribir, ser claro y honesto con el lector, para que saque sus propias conclusiones.
¿CÓMO HACER PARA NO CAER EN LA REVICTIMIZACIÓN DE UNA PERSONA? Todo el tiempo se nos presenta esa disyuntiva. Yo recomiendo, para empezar, haber leído materiales acerca de cómo entrevistar a víctimas, por ejemplo; o bien asesorarse con organizaciones que las acompañan y que hayan construido conocimiento en torno a
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Relatoría eso, así no lo tengan escrito. Entre quienes sí lo sistematizaron, hay un cuadernillo breve y que siempre recomiendo de la OMS, de cómo entrevistar a víctimas de trata y de ahí se pueden aprender muchos conceptos aplicables a cualquier entrevista.
Básicamente para no revictimizar lo primero es preguntarse si esa persona está en el momento adecuado para dar testimonio. Si lo está, es nuestra responsabilidad ir muy informados a la entrevista, habiendo leído o bien sus testimonios previos o habiendo reunido la información básica sobre los acontecimientos para que esa persona no tenga que contar todo desde cero, ya sea a través de documentos, noticias o de los testimonios de otras personas. Para mí siempre es muy duro, aunque hayan pasado años, a quienes estuvieron secuestradas en centros clandestinos de detención, y que además sufrieron delitos sexuales ahí adentro. Cuando afrontamos estas entrevistas, me parece importante hacer un primer acercamiento con mucho respeto, preguntar si esa persona tiene ganas de dar el testimonio, explicar bien para qué vamos a usar ese testimonio, quiénes somos, cómo trabajamos. A lo largo de la entrevista, es importante elegir un espacio apacible, estar muy atentos a cómo se siente el entrevistado. A veces yo les leo todas las preguntas que les voy a hacer, o les hago un punteo antes sobre qué temas voy a tocar, para que ellos sepan de antemano con cierta precisión. Si están muy conmovidos, es bueno saber parar, hacer un recreo, preguntarle si quiere seguir en otro momento. Si son personas que necesitan ayuda, es importante aportar recursos que puedan ayudar en esa situación. A veces, no siempre, pero depende de cada situación y esto no lo digo por el tema de revictimizar sino en general, me gusta ir a la entrevista llevando algo -flores, frutas, bebidas, un detalle- porque vamos al encuentro de alguien que va a abrirse y es lindo rodear ese momento pensando en el otro. Esto lo aprendí de los sitios muy humildes, donde la gente tantas veces nos espera con algo especial, porque se han detenido a pensar “viene alguien, vamos a charlar, preparemos ese momento”.
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JUSTICIA NARRATIVA
El periodista Kevin García propone en la discusión abordar el concepto de Justicia narrativa.“Sería interesante que nos pudiera contar su perspectiva desde la otra cara del tema, cuáles cree que son los usos saludables del olvido y si a partir de la experiencia del caso argentino, ha podido precisar criterios para distinguir los buenos y los malos usos del pasado”.
“... como es imposible conservarlo todo en la memoria, recordar es decidir qué merece ser olvidado“. La idea de justicia narrativa -afirma Ludueña- tiene que ver, con que a partir de contar ciertos hechos que no se contaron, o bien no se contaron de tal modo, se abre la posibilidad de visibilizar personas y cuestiones. Leyendo a partir de qué significa la reparación en términos del sistema judicial y de una condena para los familiares y/o víctimas, pensaba que algo de eso -no todo- se podía aplicar al periodismo. Porque al contar también estamos nombrando a las personas que vivieron o sufrieron eso, y estamos documentando un pedacito de la historia, reconstruyendo, aportando un granito de arena a las memorias. Para muchas personas, ser nombradas, visibilizadas, identificadas, reconocidas, si bien no es hacer justicia, es sacarlas un rato del olvido. En este sentido hablaba de justicia narrativa. Ya lo dijo Patricia Nieto: “Nombrar a esas víctimas es salvarlas de esa muerte que es el olvido. Ya no pueden ser salvadas, pero pueden ser nombradas, deben ser nombradas”. Respecto de “Usos saludables del olvido”, no creo que existan. En el caso argentino, más que usos “buenos o malos del pasado”, lo que hay son memorias en disputa. La historia es un duelo de relatos. Por ejemplo, en el sector de familiares de los represores y genocidas, ellos defienden hace décadas otro punto de vista y hablan de una “guerra”, del Estado en guerra contra el terrorismo, cuando sabemos que no fue una guerra. Pero ellos tienen su propio relato. Después, hubo gente que quiso instalar la “teoría de los dos demonios”: por un lado el estado terrorista, por el otro, las organizaciones armadas. También hoy ha quedado atrás como memoria histórica, aunque haya unos pocos que lo sigan enarbolando. Creo que las memorias se vuelven memoria histórica a partir de un tamiz que tiene que ver no tanto con el olvido como con la construcción de un sentido y de una experiencia social, cultural, política.
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LA MEMORIA: EJERCICIO SOCIAL Y COLECTIVO El periodista Kevin García argumenta: “uno de los desafíos en Colombia es evitar que la memoria se nos vuelva fetiche o que por la necesidad de promoverla y nombrarla se desgaste en su significado. Me pregunto si la reconciliación, la elaboración de duelos y la construcción de procesos de reincoporación a la vida civil, así como la superación del deseo de venganza entre combatientes, no implicará un uso necesario de cierto tipo de olvido. Esto a propósito de una lectura que he venido haciendo y que comparto”.
De acuerdo a este planteamiento María Eugenia Ludueña afirma que no hace falta olvidar nada. Mi sensación es que para que la memoria no se vuelva un fetiche debe ser un ejercicio social y colectivo, no sólo una historia bien contada. Ese ejercicio tiene que ver con los derechos, con la reparación, con el reconocimiento de las víctimas, con políticas públicas que no sólo les den voz a las víctimas sino que las reconozcan en toda su dimensión social, cultural y económica. O sea, dar el salto de la representación de la víctima al reconocimiento de sus derechos como víctima, y a situarla en un lugar de poder y de construcción de conocimiento sobre eso que pasó. No es que crea que la experiencia Argentina sea la mejor del mundo, pero de verdad que algo muy patente aquí es que si bien el reclamo de “ni olvido ni perdón”, puede sonar desafiante, jamás se encarnó aquí en una venganza, no hay registro de hechos de esta naturaleza, sino todo lo contrario.
Después de tanta violencia, hoy estamos todos de acuerdo en que el único camino es a través de la participación y la construcción de una cultura de la paz.
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¿EXISTEN GÉNEROS NARRATIVOS PARA TRABAJAR TEMAS DE MEMORIA?
No sé si existen géneros mejores. Hoy lo que vemos es que en estos relatos, tan vinculados a la reconstrucción de hechos, conviven muchos géneros, híbridos donde caben materiales de índole diversa: documentos, noticias, expedientes judiciales, memorias personales, testimonios escritos y orales, relatos de época, libros de historia, artículos de política, etcétera. Lo que sí sé es que aprender a trabajar en profundidad sobre los testimonios recogidos, incluso antes de recogerlos, es una de las mejores estrategias. Tener buenas entrevistas, buenos testimonios, es crucial, porque en base a ellos se abren muchas posibilidades. Las buenas entrevistas con los protagonistas o quienes conocen el tema, sostenidas a lo largo del tiempo, son un combustible muy valioso. Los rostros humanos de la memoria, esas historias mínimas que cuentan la historia grande, son las que llegan con mayor potencia a las audiencias.
VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS “Es común encontrarnos a personas que han tenido los dos roles a lo largo de esta larga historia”, afirma la periodista Gloria Castrillón. “Siempre me ha preocupado mucho etiquetar a las personas con uno u otro rótulo, como si esto fuera de blanco y negro. ¿Qué consejos podrías darnos para dar un tratamiento justo a quienes han vivido uno y otro escenario?”. En un ensayo de respuesta diría, desde mi humilde entender, que lo mejor es contar quién es esa persona, qué hizo, cómo lo hizo, qué lo impulsó a actuar así, cuáles son sus pliegues y en qué momento del pliegue esa persona comete un delito. Creo que contarlos desde su punto de vista, pero haciendo que este punto de vista dialogue con una trama en la que se inserta, es un recurso válido. El modo en que ese accionar dialoga con la trama, el des-pliegue, es un modo de entender a ese personaje y de formarme mi propia opinión, según mi bagaje también acerca de ese tema y mis convicciones, claro. Me parece importante hacer una diferencia entre contar y explicar. Como periodistas, deberíamos contar qué pasó, reconstruir, abordar esas subjetividades que constituyen a cada quien, contar el contexto, qué impacto tuvo lo que se hizo. Me parece que a veces si tratamos de explicar qué pasó caemos más fácil en las etiquetas. Por otro lado, una nota al pie y desde el punto de vista jurídico: acá en Argentina si se plantean cuestiones bien diferentes en el modo en que la ley aborda a los victimarios. Quizás no se dan tanto estos casos de “víctima que se convirtió en victimario o
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Relatoría viceversa” -salvo algunos que no son la mayoría, porque aquí consideramos que hubo Terrorismo de Estado-, pero básicamente no se contemplan, del 2003 en adelante, conmutaciones de penas ni amnistías. Es más, está en tratamiento una ley, próxima a sancionarse, para dejar sin efecto cualquier tipo de amnistía, indulto o reducción de pena en delitos de lesa humanidad. Creo que estos contextos también nos impactan como periodistas porque son los marcos en los que se lee o se interpretan las historias que contamos.
DE CÓMO EMPEZAR A ABORDAR LAS TEMÁTICAS DE MEMORIA Creo que cualquier persona que quiere construir memoria debe proponerse reconstruir cómo fueron los hechos, quiénes estuvieron involucrados, quiénes son las víctimas y ayudar a visibilizar las voces. Es difícil, sí, pero con que se logre alguno de estos objetivos sobre un tramo, sobre una familia, sobre un hecho, ya es mucho. Me acuerdo en Isla Maciel, una zona muy difícil en donde dimos talleres de periodismo con jóvenes en situación de vulnerabilidad, donde dos hermanas que venían al taller nunca se habían animado a saber algún dato más sobre la muerte de su hermano, un joven al que asesinaron supuestamente por robar un kiosco (una tienda de golosinas). Después de conversarlo mucho, una tarde fuimos en grupo al kiosco, hablamos con la persona que atendía y aunque habían pasado meses, se acordaba y nos dio algunos datos. Buscamos testigos. Después con eso escribimos una historia y contamos quién era el pibe y qué había pasado, y aunque fue una historia que nunca salió en los medios de comunicación, para esa familia fue importante porque además visibilizaba otra cosa: si un chico roba un kiosco, no se lo mata, se lo juzga. Para esto hicimos una entrevista con una abogada que explicó a los chicos qué es un caso de gatillo fácil o violencia institucional. Para alguien que quiere empezar, ese sería el primer ejercicio: elegir el tema, ir al territorio, hablar con los testigos, consultar con fuentes especializadas.
Si el tema es difícil por la coyuntura, siempre existe la posibilidad de hacer un trabajo de memoria sobre las víctimas: visibilizar quiénes eran y visibilizar también un reclamo de justicia, eso me parece crucial. Creo que en lugares difíciles hay que trabajar grupalmente, articular tu trabajo con alguna organización que conozca bien la zona y oriente, y no moverse jamás solos sino tejiendo redes con mucha precaución
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CONSEJOS PARA ACERCARSE POR PRIMERA VEZ A UNA VÍCTIMA COMO FUENTE
• En escenarios muy conflictivos, intentar un primer contacto a través de una organización o de algún conocido, para que esa víctima no se sienta amenazada por nuestra presencia. En definitiva, ella –que además está en situación de vulnerabilidad– no nos conoce. • Antes de encarar cualquier acercamiento a la víctima, conocer lo mejor que se pueda la situación en la que vive y la que la convirtió en víctima. Buscar noticias, documentos, expedientes donde se cuenten las historias de esa familia, de ese pueblo, de esa región. Hablar con otras personas para que nos aporten datos que no se pueden conseguir a través de papeles. Hablar con expertos que nos expliquen los nudos de la problemática que atraviesa a esa víctima. Ir muy preparados y sensibilizados para después poder entender de qué nos habla la víctima. • En el primer acercamiento (que podríamos llamar “de abordaje”), ir con tiempo, con materiales que le muestren quiénes somos y qué hacemos, y hacer una primera entrevista que sea de preproducción, pero no de tipo periodístico. Hablar por primera vez con esa persona sin grabador y sin tomar notas, contarle clara y precisamente por qué estamos ahí, quiénes somos, cómo es nuestro trabajo, qué vamos a hacer con la información que nos de, cómo se va a publicar y aproximadamente cuándo. • Dejar que sea ella quien decida cuál es el momento adecuado, el lugar, la hora para sentarse a conversar. • Conversar mucho con la víctima, acompañarla a los lugares donde ella se siente cómoda. • Poder hablar sin apuro, sin apremios. • Enfatizar el hecho de que su historia no es un caso aislado sino parte de un conflicto nacional que debe ser visibilizado. • Ofrecer garantías a la víctima, darle la posibilidad de repensar si quiere que eso se publique. Y si vemos que esa persona no tiene demasiada conciencia de la exposición mediática, volver sobre ese punto hasta estar seguros de que comprendió. • Preguntarnos si lo que estamos haciendo, preguntando o publicando podría afectar y/o dañar a la víctima. • Ofrecer a la víctima recursos y herramientas, contacto con otras organizaciones y grupos que puedan ayudarla.
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• Tratar de acercarnos a la víctima reconociendo sus subjetividades y sin victimizarla: es una víctima pero puede estar transformando su dolor en otra cosa, por ejemplo en una lucha colectiva. Contarla desde su lugar activo. Ahondar en lo que hace. Algunas referencias útiles del Dart Center de Columbia:
5 PISTAS PARA UNA BUENA HISTORIA DE MEMORIA Cómo dice Ryszard Kapuscinski:
[...] en el periodismo nunca sabemos qué hacer, cómo actuar, cómo escribir. En cada artículo, cada reportaje, cada crónica, siempre estaremos empezando de nuevo, desde cero. Intentaré resumir en cinco puntos algunos lineamientos: 1. Contar la historia con todas las voces que se puedan, incluso cuando esas voces sean contradictorias entre sí. 2. Situar la historia en el marco de una trama compleja: no es un caso, es parte de un conflicto que afecta a todo el país, tiene una memoria anterior que seguramente es producto de disputas de relatos, y un escenario a futuro que se construye en el presente. Esto hace que esa historia sea única, aunque pueda reflejar y contar a otras.
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Relatoría 3. Impulsar el diálogo de esa historia con las ciencias sociales: aproximarse al territorio con las armas de la antropología, y enriquecer la historia desde diversos marcos: histórico, político, sociocultural, por ejemplo. 4. Trabajar intensivamente con las fuentes orales (entrevistas), documentales, y con el territorio, desde una perspectiva que pueda dar herramientas para la construcción de la paz. Mostrar que existen salidas, organizaciones, propuestas, negociaciones, gente que trabaja para la paz. Utilizar un lenguaje y un enfoque que no concite al odio. 5. A la hora de escribir, construir para esa historia una estructura narrativa propia, que recoja el rostro humano de esa memoria con testimonios, datos, perspectivas, contextos, escenarios. Apelar a un lenguaje fácil y a la hibridez de géneros para dar lugar a toda esa complejidad, con las herramientas del periodismo narrativo, pero siempre narrando desde la trama del presente que interpela a los lectores. Igualmente, en Los cinco sentidos del periodista, de Ryszard Kapuscinski: Se incluye una parte interesante acerca de cómo trabajar en condiciones de guerra (en el capítulo de las preguntas, por ejemplo). Dice Kapuscinski entre sus recomendaciones: “escribir con un lenguaje de entendimiento y de compresión por la paz”. En ese sentido, es importante dar voz a todos esos activistas de la paz, visibilizarlos y ponerlos también en el espacio de movimientos que surgen de la voces de las víctimas. Que siga existiendo guerra en medio de negociaciones de paz, parece contradictorio pero hay que documentarlo, aunque ahora, en medio de esa situación, esté naturalizado.
CÓMO RECONSTRUIR MEMORIA EN TIEMPO REAL, CUANDO A LA PAR DEL CONFLICTO HAY NEGOCIACIÓN. Estos procesos de transición son muy complejos y largos, y el hecho de que cuando empiezan, las personas involucradas todavía tienen mucho poder, los hace bien difíciles. Desde el punto de vista de construcción de memoria, en Argentina los sobrevivientes y los familiares, organizados con organismos de derechos humanos, hicieron tal resistencia y militancia de la memoria y del reclamo de Justicia, que con los años, eso abrió el camino al proceso de Justicia que tenemos hoy. Osea: no fue en vano, no es en vano. Seguimos ejercitando la memoria, llenando de con-
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Relatoría tenido y de relatos los sitios donde funcionaron los centros clandestinos de detención. La Justicia sigue juzgando y de algún modo es lo que consagra ese relato de memoria: “Esto es verdad, esto es lo que pasó”. La que analiza estos temas muy bien es la politóloga Pilar Calveiro, que vive en México y fue víctima de la dictadura. En uno de sus textos de investigación –tiene muchísima producción sobre memoria– sostiene que la memoria configura una tríada con la política y el derecho, donde la memoria es de algún modo la que instaura ese impulso inicial. “Se abre una tríada –memoria-política-derecho– que conecta ámbitos de experiencia diferentes y que, en un primer momento, parece desplegarse desde la memoria hacia la política, y desde esta hacia el derecho”. Calveiro, en un texto que se llama “Usos políticos de la memoria”, plantea una idea que puede servir: la memoria múltiple. Calveiro propone que más que pensar la memoria como un rompecabezas debería pensarse como un Lego.
“
La multiplicidad de experiencias da lugar a muchos relatos distintos, contradictorios, ambivalentes que el ejercicio de memoria no trata de estructurar, ordenar ni desbrozar para hacerlos homogéneos o congruentes. Por el contrario, su riqueza reside en permitir que conviva lo contrapuesto para dejar que emerja la complejidad de los fenómenos, pero también para abrir paso a diferentes relatos. De esta forma, la memoria no arma como un rompecabezas, en donde cada pieza entra en un único lugar, para construir siempre la misma imagen; sino que opera a la manera de un lego, dando la posibilidad de colocar las mismas piezas en distintas posiciones, para armar con ellas no una misma figura sino representaciones diferentes cada vez. Es por ello que, en esta clase de construcción, no puede haber un relato único ni mucho menos dueños de la memoria.
“
Por otro lado, el hecho de estar atravesando este proceso de transición y con la violencia aún presente, nos obliga a estar muy atentos y a que las historias puedan poblematizar tensiones y conectividades entre el presente, el pasado y el futuro. Me cuesta pensar en verdad sin justicia. Hay que ver qué dice la letra chica, pero si bien una comisión de verdad no es una comisión de justicia, uno espera ciertos lazos a futuro. No creo que con la base de la impunidad se pueda edificar la reconcilación. En mi país hay una frase emblemática que es: “Ni olvido ni perdón, juicio y castigo a los responsables”. Lo del perdón, lógicamente, es algo que está en el corazón de cada uno. Y hay que ver quiénes son los que quieren o no perdonar. Pero es una idea social bastante instaurada y hay remeras y banderas con esa frase, siempre presente en los
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Relatoría juicios, en las calles. O también: “No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos”. Respecto de la situación hoy en Colombia: sumar voces, sumar historias, sumar testimonios quizás ahora parezca “natural” pero visto en perspectiva, o a la distancia, es un gran ejercicio y alguna clase de legado a sus comunidades. Además, con el paso del tiempo, esas memorias que hoy parecen tan a la mano, o tan visibles, corren el riesgo de desdibujarse, ya sea por el tiempo o por otros intereses. Creo profundamente en avanzar, incluso en esos ambientes enrarecidos, escuchando, documentando, compartiendo las dudas y explorando las percepciones y contradicciones de este momento, que también hace memoria, y sin olvidar ni dejar de visibilizar el reclamo de Justicia.
DECÁLOGO DEL PERIODISTA, POR TOMÁS ELOY MARTÍNEZ 1. El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un artículo insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo. 2. Hay que defender ante los editores el tiempo que cada quien necesita para escribir un buen texto y el espacio que necesita dentro de la publicación. 3. Una foto que sirve sólo como ilustración y no añade información alguna no pertenece al periodismo. Las fotos no son un complemento, sino noticias en sí mismas. 4. Hay que trabajar en equipo. Una redacción es un laboratorio en el que todos deben compartir sus hallazgos y sus fracasos, y en el que todos deben sentir que, lo que le sucede a uno les sucede a todos. 5. No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro, ni dar una sola información de la que no se tenga plena certeza. 6. Hay que trabajar con los archivos siempre a mano, verificando cada dato y estableciendo con claridad el sentido de cada palabra que se escribe. 7. Evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero.
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Relatoría 8. Hay que usar siempre un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras siempre se puede decir en nueve, o en siete. 9. Encontrar el eje y la cabeza de una noticia no es tarea fácil. Tampoco lo es narrar una noticia. Nunca hay que ponerse a narrar si no se está seguro de que se puede hacer con claridad, eficacia, y pensando en el interés de lector más que en el lucimiento propio. 10. Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. Es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro.
TEXTOS RECOMENDADOS: GUÍAS DE TRATAMIENTO PERIODÍSTICO PARA TEMAS ESPECÍFICOS Pueden ser útiles a la hora de sentarse a escribir, por esto que decía de poder elaborar un texto donde el lector se sienta convocado por las historias mínimas y por el conflicto de fondo. GUÍA PARA LA COBERTURA PERIODÍSTICA DE DESASTRES Y CATÁSTROFES
PERIODISMO NO SEXISTA PAUTAS PARA COMUNICAR DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO EN CHILE
DECÁLOGO PARA EL TRATAMIENTO PERIODÍSTICODE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
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PUBLICACIONES EQUIPO LATINOAMERICANO DE JUSTICIA Y GÉNERO
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Relatoría
GUÍA PERIODÍSTICA PARA INFORMAR CON RESPONSABILIDAD SOBRE NIÑEZ Y ADOLESCENCIA
GUIA PARA UN TRATAMIENTO ADECUADO DE LAS TEMÁTICAS DE NIÑEZ Y ADOLESCENCIA
GUÍA DE RECOMENDACIONES PARA EL TRATAMIENTO PERIODÍSTICO DEL VIH
BIBLIOTECA ABUELAS DE PLAZA DE MAYO
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Relatoría Foro Comunidad Plataformadeperiodismo.com
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víctimas y memoria
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