RUTAS Y CAMINOS | BARLOVENTO
ruta de fóia Allá arriba, en Monchique, la vista sobre el occidente meridional es deslumbrante. Dos mares en el crepúsculo ansioso de una mirada, la luminosidad de la cal a nuestros pies, cerca y lejos, allí donde sabemos que están Lagos y Portimão. También rodeamos antiguas casas de pescadores, actuales segundas residencias a menudo llenas de veraneantes ocasionales, playas de acantilados, rocas y gaviotas amantes de la espuma y la arena que les moldean las patas al final de la tarde. En las conservadas almenas del dominador castillo de Silves adivinaremos guerras con saetas, catapultas y aceite hirviendo, divisaremos la misma sangre roja vertida por moros y cristianos en la última de las conquistas, hace siete siglos. En las carreteras de la sierra contornearemos el menos mediterráneo de los paisajes algarvíos. Se dice que por allí hay mayor parentesco con Sintra y Monserrate. Pero también con la Selva Negra, los Picos de Europa y los frondosos paisajes de Madeira. Entre los alisos y el olor a pino, entre el viento fresco y la humedad circundante canta el paraíso del bosque: el que ahora se propone es un baño diferente para la piel y la vista. Pero también para el alma. Allí, en las cercanías de Fóia, en donde se divisan entre piedras agrestes esos otros paraísos del turismo, en decenas y decenas de kilómetros del sudoeste portugués.
Fóia (PR)
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