RUTAS Y CAMINOS | BARLOVENTO
caminos más allá de barlovento Durante un par de días olvidemos la costa agreste embestida por las aguas espumosas. Deambulemos por los algarves tiernos del ave revoloteante e interceptora, del agua que ahoga conchas en una inmensidad de granos de arena a lo largo de la suave costa. Enmarañémonos entre las cañas de infinitas sorpresas, enterrémonos en los pantanos de la garza, la cigoñuela y los demás precavidos y vanidosos inmigrantes. Calentemos los pies desnudos en la arena fina y blanda, y el espíritu en el agua roncera y sosegada, y bebamos allí un poco de Mediterráneo siempre con los ojos en el océano infinito. Más lejos, en una suave prolongación alentejana, escudriñemos España en las orillas danzantes del gran río peninsular que allí muere. Oigamos palmas andaluzas traídas por el viento, espejismos de faldas con volantes y portes altivos sobre grupas. Pero no olvidemos nunca a las gentes de allí: abrazados para siempre por la suave Sierra de Caldeirão, asientan la vida en la tierra de algarrobos y almendros, solo para ellos, lejos de los mares. En los umbrales de cal, bajo sombras de muros vírgenes y chimeneas con rendijas, entrelazan mimbre y moldean objetos. Visitemos ciudades seculares que se hicieron moriscas y después fueron cristianizadas. Las mil iglesias de Tavira, los mil jardines de Loulé o los mil restaurantes con olor a mar en las orillas de Olhão. Maravillémonos con el Algarve de sotavento. Perdámonos de nosotros mismos y encontremos nuestro espíritu más indomable y morisco.
Alcoutim (HR)
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