Libro Semana Santa 2019 Cope Granada

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EDITORIAL

EDITA: COPE GRANADA DIRECTOR: LUIS GUIJARRO DIRECTOR COMERCIAL: GABINO GARCÍA COORDINADOR: LAUREANO SANTANA COPE GRANADA no participa necesariamente de las opiniones que se han podido verter en los artículos de esta publicación 87.6 FM - 900 OM - 91.5 FM @COPEGranada

PINTURA PORTADA: Juan Díaz Losada

FOTOGRAFÍAS: Fernando López, Antonio Orantes, Luis J. Quesada, José Velasco, Carlos Acal, Jorge Fernández, Mª del Mar García R., Manuel J. Peña, Efrén Cea, Carlos Santana, Lorente Resuena, Blázquez Ortiz, Tomás Muñoz y Raúl Aguilera

DISEÑO, MAQUETACIÓN E IMPRESIÓN:

Las miradas del recuerdo Cercana la Semana Santa, la memoria pasea por los callejones de la vida buscando aquel Cristo crucificado que se marchó entre el rumor de la banda; camina siguiendo la estela que dejó la cera de los cirios que hicieron su recorrido por las calles de esta mágica ciudad que brilla en Semana Santa con la luz de la primavera. En la memoria permanece la mirada de la Virgen que vimos caminar tras Jesús, camino del Calvario. Se quedó grabado el sollozo de la Madre de la Consolación que llora con las lágrimas de Santa Mónica detrás del Cristo de San Agustín. Se congeló la angustia de una mujer de la Alhambra. Se mantuvo intacta la súplica del Redentor al Padre: “Si quieres, aparta de mí este cáliz”. Se hizo eterno el último suspiro del que dio la vida por la humanidad. Dentro de la memoria siguen los recuerdos de la primera primavera que el hábito cayó sobre los hombros y el capillo cubrió la cara del cristiano. Allí continúan estando las oraciones que el enfermo depositó en la Esperanza. También se mantienen calientes los platos que, a manos de cofrades, recibieron y comieron los ‘descartados’ de los que habla el Papa Francisco. La memoria sueña con la historia, con hacer presente lo pasado, con ver estampas que el tiempo se llevó. Estampas como la pintura de Juan Díaz Losada del Señor del Rescate que ilustra la portada de esta edición.

DEPÓSITO LEGAL: GR-760-2014 IMPRESO EN GRANADA-ESPAÑA EJEMPLAR DE DIFUSIÓN GRATUITA

En Semana Santa los recuerdos se convierten en realidad. Los ojos dejan de mirar de refilón a Cristo crucificado para verlo de frente, cara a cara. No son sueños: Jesús camina con la cruz al hombro por Granada. Mira su rostro, porque desde entonces habitará en tu memoria.

COLABORACIÓN ESPECIAL:


Sumario 4 FIRMAS 4 ¡DIOS MÍO, CONVIÉRTENOS! Monseñor Martínez Fernández. Arzobispo de Granada 10 CUARESMA: “CRISTIFICARNOS”, CAMINO HACIA LA PASCUA Monseñor Francisco J. Orozco Mengíbar. Obispo de Guadix 14 SEMANA SANTA EN GRANADA Francisco Cuenca. Alcalde de Granada 18 SEMANA SANTA EN LA PROVINCIA DE GRANADA José Entrena. Presidente de la Diputación 22 GRANADA ES SEMANA SANTA Fernando G. Barriocanal. Presidente Grupo Cope 24 UN AÑO MÁS Luis Guijarro. Director Provincial Cope Granada 25 FE 26 LA MIRADA DEL TRABAJO José M. Rodríguez Viedma 28 ¿QUÉ ES PARA MÍ LA SEMANA SANTA? Jaime Quirantes 32 VESTIR LA TÚNICA DEL NAZARENO; MÁS QUE UN SÍMBOLO Luis Recuerda 38 LA MIRADA DE LA CONSOLACIÓN José M. Rodríguez Viedma 40 LOS ROSTROS DE LA VIRGEN Juan de Dios Jerónimo 44 CUANDO LA ESPERA SE HACE ORACIÓN Miguel L. López-Guadalupe Muñoz

49 ESPERANZA

50 LA MIRADA DEL NAZARENO José M. Rodríguez Viedma 52 ESPERANZA CORONADA Manuel Amador Moya 58 CREER EN LA ESPERANZA M.ª Carmen Sánchez Martínez

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64 LA MIRADA DEL ROSARIO José M. Rodríguez Viedma 66 ¿QUÉ ES LA ESPERANZA? Javier Sierra 72 EL SUEÑO DE LOS QUE ESPERAN David Rodríguez Jiménez-Muriel 77 CARIDAD 78 LA MIRADA DEL PERDÓN José M. Rodríguez Viedma 80 LA IMPORTANCIA DE LA CARIDAD EN LAS HERMANDADES, HOY Eduardo García Rodero 86 LA CARIDAD EN LAS HERMANDADES José A. Maroto Fernández 92 LA MIRADA DE LA EXPIRACIÓN José M. Rodríguez Viedma 94 HERMANDADES DE CARIDAD José L. Ramírez Domenech 100 PORQUE TUVE HAMBRE Y ME DISTEIS DE COMER Francisco Albea Torres-López 105 ÚLTIMO TRAMO 106 LA MIRADA DEL HUERTO José M. Rodríguez Viedma 108 EL LEGADO DE UNA VIDA Felipe Cañizares Navarro 114 EL CRISTO DEL ZAPATO: HISTORIA DE UNA DEVOCIÓN UNIVERSAL José M.ª Valverde Tercedor 120 LA MIRADA DE LA ALHAMBRA MJosé M. Rodríguez Viedma 122 REDES SOCIALES Y HERMANDADES Manuel Fernández La-Chica 128 EL FIN DE LA DULCE ESPERA Ignacio Fernández-Aragón Sánchez 134 LAS NOCHES DE LA SEMANA SANTA Luis J. López Marín 140 MATER DOLOROSA. SAETA Y SEGUIRIYA Manuel Lorente Rivas



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¡DIOS MÍO,

CONVIÉRTENOS! por Javier Martínez. Arzobispo de Granada

La oración en la Eucaristía habla del “combate contra las fuerzas del mal”. Ese combate tiene lugar,

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ante todo, en el corazón de cada uno de nosotros. Y a veces, no son los pecados a los que más impor-

tancia damos nosotros los que más pesan en ese combate. Pesan muchas veces mucho más las



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mezquindades, las pequeñas envidias o grandes envidias, la avaricia, de la que decía San Pablo es el mayor de todos los males. (…) El cristiano de verdad no desea parecer, no desea figurar. Desea simplemente vivir. Vivir con la vida que el Señor nos ha dado y que es lo más precioso, el tesoro más precioso. Con frecuencia, nosotros hablamos de un patrimonio cultural. El patrimonio cultural más precioso que tenemos es la vida cristiana, es la Gracia de Dios, sin la cual no somos nada. (…) Hemos perdido la fe. Hasta nos avergonzamos fácilmente de confesarnos como lo que somos. Y vosotros (ndr. dirigiéndose a los cofrades) no lo hacéis, porque salís públicamente con vuestras imágenes a las calles. Pero nos avergonzamos muchas veces. Tratamos de quitarle el adjetivo cristiano a muchas cosas, que lo son y que no serían nada ni existirían si no fueran cristianas. ¡Dios mío, conviértenos! (…) Y el camino es el que la Iglesia nos propone. (…) No dejéis de cuidar en la vida de cada uno los tres caminos que nos propone la Iglesia. Un camino de oración. Porque nuestra relación con Dios es la más importante de todas, las demás no pueden estar bien, ni siquiera en el matrimonio, ni siquiera en la familia, ni siquiera con los vecinos. No están bien, cuando no está bien nuestra relación con Dios. Pero, no es una relación que establecemos nosotros con nuestras fuerzas. El Señor la ha

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¡Dios mío, conviértenos!

establecido ya. El Señor nos ha entregado a su Hijo, nos ha entregado a su Espíritu. Nos hace Cuerpo suyo entregándonos su Cuerpo cada vez que celebramos la Eucaristía. Incrementar la vida de oración no significa, necesariamente, de-

dicar más tiempo; significa tomarse más en serio nuestra relación con Dios. EscucharLe. DedicarLe algún tiempo. Poco. Cinco minutos al día, un cuarto de hora. Escuchar su Palabra. A tomarnos en serio lo que nos dice. A encaminar nuestros pasos según esa Palabra,

según el amor que Dios es y que hemos conocido en Jesucristo. El ayuno. Ayunar es renunciar a que las cosas nos dominen, renunciar a vivir para la ropa, o a vivir para los bienes de este mundo, o a vivir para la comida, o a vivir para las exquisiteces. Es retomar la con-

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ciencia de que somos un pueblo en camino; que nuestro hogar está en el Cielo, y aquello sí que será un banquete de vinos generosos

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y de manjares suculentos, pero, mientras estamos aquí, somos un pueblo en marcha. El ayuno nos enseña a ser un pueblo en camino.

Y la limosna. No se es cristiano si no se vive en la caridad. Y la caridad es para el prójimo. ¡Claro que Cáritas es una realidad pre-


¡Dios mío, conviértenos!

ciosa! Pero tampoco podemos delegar en Cáritas nuestra llamada “amaos los unos a los otros como Yo os he amado”, amar como el Señor nos ama, y en eso sí que se trata de crecer. San Juan lo dijo con toda claridad: ”Nadie ama a Dios a quien no ve si no ama a su hermano a quien ve”. Pero al revés, no podemos amar a nuestros hermanos si no crece nuestra relación, si no nos sostiene la Gracia de Dios y la experiencia viva, fresca, de Su Amor. (…) Que cuando saquemos nuestras Imágenes en Semana Santa seamos un pueblo gozoso de recibir y de vivir de la Gracia de Cristo. (…) La oración, el ayuno, la caridad las necesitamos todo el año. Sólo un pueblo que vive dejándose educar por este “trípode” de Gracia que el Señor nos ha concedido en su Iglesia es un pueblo que puede dar testimonio de Jesu-

cristo; que puede hacer un mundo nuevo; que puede renovar, rejuvenecer nuestra sociedad; que tiene capacidad para transmitir la vida y para transmitir el entusiasmo y el gozo y la gratitud por la vida. Un pueblo libre, de hijos libres de Dios. Ésa es la Iglesia. Señor, concédenos ser la Iglesia que Tú quieres. Que Tú quieres para bien de los hombres y para alegría nuestra, también. Concédenos ser esa Iglesia y concédenos aprovechar este tiempo que nos das, para que podamos reflejar tu Amor, reflejar el Rostro de tu Hijo en nuestra mirada a las cosas del mundo, en nuestra mirada de unos a otros, en el seno del matrimonio, en el seno de la familia, en los lugares de trabajo, en todos los rincones donde hay un cristiano; que podamos ser un reflejo de tu amor a los hombres y que vivamos este tiempo.

Que así sea para todos vosotros. Que sea para vuestras comunidades, para vuestros grupos, vuestras parroquias, vuestras hermandades. Que así sea para todos nosotros, para los sacerdotes, para mí. Todos. Todos a una, formando ese Pueblo que Dios quiere; ese Cuerpo de Cristo en el que cada miembro tiene una misión distinta, pero el cuerpo es uno. Cada uno tiene unos dones distintos y una tarea distinta, que el Señor nos ha ido dando a lo largo de la vida, pero el cuerpo es uno, y todo él vive por la vida que Jesucristo le da, que Jesucristo nos da. (…) Lo hemos celebrado en la Navidad, el Emmanuel, “Dios con nosotros”; y las últimas palabras del Evangelio son “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’. Que nunca nos falte esa certeza de la que nace toda alegría verdadera.

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CUARESMA:

“cristificarnos”, camino hacia la Pascua por Francisco Jesús Orozco Mengíbar. Obispo de Guadix Queridos hermanos y hermanas: La Cuaresma nos invita a la preparación inmediata de nuestras tareas y vivencias cofrades, que son siempre, o deben ser, un testimonio público de nuestra fe, vivida en la profundidad de la intimidad con Cristo. El miércoles de ceniza iniciamos la Cuaresma y el camino hacia la Pascua, tiempo fuerte para nuestras hermandades y cofradías, momento de vestir nuestra diócesis de Guadix con las preciosas galas de fe que son las imágenes titulares de nuestras cofradías, con las que tantas generaciones han expresado y vivido su amor al Señor, a la Santísima Virgen y su ser Iglesia. La semana santa y las estaciones de penitencia son un referente claro para la expresión de nuestro ser e identidad cristiana y eclesial. La Cuaresma es siempre una llamada a la conversión de nuestra vida, acogiendo los medios que la Iglesia nos ofrece: la oración, el ayuno y la limosna, que nos pondrán en la sintonía del Espíritu Santo. El Papa Francisco nos ha regalado un mensaje para la Cuaresma 2019 en el que, ya en el mismo título,

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“La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios” (Rm 8,19), está invitándonos a una conversión integral de toda nuestra existencia… La Cuaresma, como camino hacia la Pascua, es para el cristiano un tiempo litúrgico valioso e interpelante, tiempo fuerte de especial compromiso para la fe cristiana; por eso todos estamos invitados a renovar nuestros compromisos bautismales, a vivir nuestra personal conversión, siendo sepultados con Cristo, resucitar con Él. Toda la vida cristiana es un camino para conformarnos a Cristo, para “cristificarnos”, muriendo a todo lo que en nuestra vida intenta esclavizar este camino de libertad. Es el tiempo para dejar que la Gracia del Señor transforme nuestro corazón. La vida cristiana nunca es una carrera de obstáculos en la que prima nuestro esfuerzo. Ciertamente la Cuaresma nos ofrece un conjunto de prácticas que hacen más austera nuestra vida y nos permiten adelgazar en el alma y en el cuerpo, pero no es nuestro esfuerzo ni nuestro “yo” quienes tienen el protagonismo. La Cuaresma es principalmente encuentro con Cristo que, como nosotros, es tentado y vence la tentación. La Cuaresma es Cristo mismo que nos invita a subir con Él a Jerusalén para participar de su Pascua, de su muerte y de su resurrección…



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La Cuaresma es ante todo un tiempo de gracia y de salvación: tiempo de misericordia, para alcanzarla y repartirla; tiempo para ejercitarse en el amor al prójimo, practicando las obras de misericordia. Desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y

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recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm 8, 11). Renovar el Bautismo en la noche de Pascua, nos invita a no vivirlo como algo del pasado sino a vivir la llamada a dejarnos actualizar siempre por Dios para vivir la novedad de la vida cristiana hoy… La Cuaresma es la invitación cristiana de llevar a la práctica lo que creemos. Nuestras tareas y vivencias cofrades son siempre, o

deben ser, un testimonio público de una fe que le antecede como experiencia primera y vivida en la intimidad con Cristo en las entrañas de la vida. Es el gran misterio base de la vida cristiana de la que emanan todas sus expresiones: la adhesión de la propia vida a la voluntad del Señor. La Cuaresma nos invita a construir la vida sobre Dios, como proclama el salmo 31: “Tu eres Señor nuestra roca, nuestro refugio”. Todos los cofrades somos, una vez más, invitados a vivir una relación personal con Cristo, tan íntima que de ella nace nuestra vida, nuestras obras y nuestro testimonio… A veces podemos correr el riesgo de entender la religión y nuestras expresiones religiosas desde parámetros puramente externos: aún hoy los judíos ortodoxos llevan en las muñecas y en la frente las filacterias con la ley del Señor, acumulando cumplimiento externo de leyes. A nosotros el Señor nos pide ir más adentro, escuchar el corazón de la fe, su Palabra, es decir, alejarnos de una relación aparente, en la que no nos dejamos modelar por Dios mismo. No se trata de cumplir, sino de amar y buscar la voluntad del Señor. El peligro de esta forma de vivir nuestra relación con Dios, es denunciado por el mismo Jesús en diversas ocasiones en el evangelio: es la hipocresía y la falsedad de una relación externa y ritualista, cultual que no transforma la vida y el corazón. En numerosas ocasiones llama a los fariseos “sepulcros blanqueados” o los acusa de no hacer lo que dicen. Es un peligro que ha rondado a la Iglesia desde siempre y que nosotros, cofrades fuertes en la fe, hemos de ayudar a depurar, haciendo lo que hasta ahora hacéis bellamente en nuestra diócesis: que el fenómeno religioso no se reduzca a sentimentalismo o a formas folklóricas y estéticas, con proliferación de ritos y cultos, vacíos de contenido religioso, de relación personal con Dios, que es construir la fe sobre arena. La vida personal siempre ha de estar implicada en todo


Cuaresma: “cristificarnos”, camino hacia la Pascua

el proceso de fe. Gracias a Dios, nuestras cofradías andan por el buen camino y llevan siglos siendo estandarte del encuentro con el Señor y con la Santísima Virgen, aunque seguramente siempre habrá que seguir trabajando para depurar lo que intente adulterar este camino de fe. El Señor nos pide construir desde dentro, fundamentar sobre los firmes pilares de nuestra vida interior, poner la Palabra de Dios en el corazón, buscar la justificación y el perdón desde una fe que se traduce en buenas obras, vivir la voluntad de Dios llevando a la práctica, en las dificultades de cada día, lo que Dios dice y quiere del hombre. Una fe que no tiene miedo, aunque lo haga con la caridad propia del Evangelio, de complicarse la vida en la esfera pública, pues sabe que ella es salvoconducto de auténtica verdad y dignidad del ser humano. Es una fe que no se deja amordazar por la presión social contra la Iglesia o contra lo religioso, ni por la comodidad personal. Es, en síntesis, una fe que no se reduce al ámbito de la piedad privada. Solo así estaremos construyendo sobre roca… Aprovecho esta ocasión para felicitaros a todos los cofrades por vuestra ardua tarea de ser centinelas de la fe en medio de un mundo que intenta apagar el valor de Dios y del evangelio en la vida pública. ¡Que agradecida está la Iglesia a sus hijos cofrades, en este difícil momento histórico en que sois realmente atalaya de la fe, muralla que guarda y expresa el castillo de la interioridad cristiana!... Con mi deseo, para todos, de una Cuaresma y Semana Santa vividas en la profundidad de la amistad con Cristo, expresada en la vida de la Iglesia, en las estaciones penitenciales y en la participación en los santos días del triduo pascual, recibid mi afecto y mi bendición. (Extracto de la Carta Pastoral del obispo de Guadix para la Cuaresma de 2019)

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Semana Santa en Granada por Francisco Cuenca Rodríguez. Alcalde de Granada Semana Santa en Granada; cuatro palabras que resumen un año de anhelos y trabajos. Semana Santa en Granada, y la ciudad se abre para dejar escapar por las calles de sus barrios y las plazas más coquetas, por los miradores más hermosos y las avenidas más grandes, la esencia de una de sus tradiciones más completas. La ciudad se llena de sensaciones que emborrachan nuestros sentidos. Sin solución de continuidad, día a día, Granada enseña lo mejor de sí misma para compartir las estaciones de penitencia de sus hermandades hasta la catedral. Y como cada año, la Semana Santa de Granada pretende regalarnos momentos únicos e irrepetibles en la perfecta armonía de sus rutinas. Cuando la llave de plata golpee con fuerza el templo de San Andrés, en la tarde del Domingo de Ramos, empuñada por los hermanos de la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias Coronada de Santa María de la Alhambra, el engranaje de esta celebración pondrá en marcha un carrusel de experiencias que nos conducirán por un catálogo único de vivencias. Este año jalonadas por una, quizás por encima de todas las demás. Y eso que tenemos aniversarios importantes, como el de las hermandades de las Maravillas, la Aurora o de los Escolapios. Sin embargo, y apelando a la generosidad de todas las cofradías, este año destacará y será recordado por ser el de la primera salida de la titular mariana de la cofradía de Jesús Despojado de sus Vestiduras que, desde el Barrio de Fígares completará el último cortejo de nuestra Semana Santa, cerrando aún más si cabe, el círculo de la perfección cofrade en Granada, con los nazarenos de silencio blanco. Pero no será el único hito que vivamos este año y que defina como histórica la Semana Santa de 2019. La mirada de todos los cofrades de la ciudad se marchará, muy pronto, en la tarde del Martes Santo, hasta la parroquia de los Dolores, en el barrio del Zaidín. Allí, por primera vez en la historia de la cofradía de la Lanzada, sonarán los goznes de una puerta que se abra; por primera vez en la historia de la corporación zaidinera, el Cristo de la Lanzada y María Santísima de la Caridad, ella a hombros de la cuadrilla de costaleras más veterana de Granada, procesionarán desde el interior de un templo. El trabajo de esta hermandad, al fin ha dado sus frutos, en forma de una puerta que es ya, de forma definitiva, la puerta de toda la Semana Santa de Granada.

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En toda esta celebración, el Ayuntamiento de Granada es un aliado leal en la vida de nuestras hermandades, poniendo a su disposición todo el operativo del que dispone para que todo funcione con precisión. Durante estos días, Granada será la ciudad elegida por decenas de miles de personas que deciden que sea la nuestra la cuidad por la que disfrutarán durante unos días que seguramente les resultarán inolvidables, porque saborearán estampas únicas en el corazón de la Granada más histórica, y se empaparán por los barrios más modernos con calles abarrotadas de gente que en el Zaidín o en Constitución, no faltarán a ninguna de las citas que tenemos en esta Semana. Y toda esa gente sabrá que existe un Ayuntamiento dotado con las herramientas precisas para que nada falle, para que todo esté donde tiene que estar.

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Granada, de nuevo, tendrá una oportunidad para ser la ciudad acogedora, la ciudad que es hogar para todo el que venga a visitarnos. Esos visitantes tendrán en cada granadino un cicerone que les llevará de la mano a los espacios más inolvidables, y este alcalde se sentirá muy orgulloso cuando, desde la acera, en una salida, en una bulla, o un regreso, vea disfrutar a Granada como esta ciudad solo sabe hacerlo, invitando a propios y extraños a sumarse a la celebración. Desde estas páginas sólo cabe dar las gracias a todas las personas, mujeres y hombres, que hacen posible que ese milagro que es cada año la Semana Santa de Granada, nos enamore y complemente con su espectacular belleza, la belleza de nuestra ciudad, abierta de par en par para propios y extraños en la semana más especial del año.



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SEMANA SANTA en la provincia de

GRANADA por José Entrena. Presidente de la Diputación de Granada La revista de Semana Santa de COPE Granada ofrece, como cada año, un detallado recorrido por la Semana Santa de Granada, que es particularmente valorado por granadinos y granadinas de toda la provincia. Estas páginas recogen información general de las cofradías y de los lugares y momentos más interesantes para presenciar desfiles procesionales. Los responsables

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de COPE Granada se encargan de poner en circulación un trabajo extraordinario, fruto de la experiencia, que tenemos que agradecer y que resulta de gran utilidad para que tanto el granadino como el visitante conozcan la singularidad de nuestra Semana de Pasión y puedan sacarle el mayor partido a estas fechas. Para la Diputación, es muy importante que los medios de comunicación, junto al resto de la sociedad, se impliquen de esta forma en la semana más importante del año para Granada desde el punto de vista turístico. Hay que recordar que la Semana Santa granadina está declarada de Interés Turístico Internacional gracias, entre otras cosas, a sus escenarios. La Catedral, una joya de la arquitectura renacentista, de Diego de Siloé, es el centro de la parte religiosa, pero durante las procesiones se pueden ver y recorrer entornos que le aportan un valor estético extra: el Albaicín, el Paseo de los Tristes, la Carrera del Darro y hasta la Alhambra. Pero además de la capital, la Semana Santa es la fiesta religiosa de mayor raigambre en la provincia y tiene en cada lugar su modo de vivir estos días de celebración. Por ejemplo, Almuñécar, Loja y Guadix están catalogadas como Fiestas de Interés Turístico Nacional de Andalucía.


Semana Santa en la provincia de Granada

Especial mención merece la Pasión Viviente de Cuevas del Campo, representada con gran dramatismo y fidelidad por medio millar de vecinos convertidos en actores. En Guadix, el sobrecogedor descenso del Cristo de la Misericordia y la Virgen de los Dolores por la Cuesta de la Fuente, el Lunes Santo, con la Alcazaba iluminada por el fuego de las antorchas. El Martes Santo sobresale el desfile del Cristo de la Humildad por las calles de Salobreña, que baja y sube las empinadas cuestas de la villa entre el castillo y el mar. En Baza, en una sola hora, desde la Tribuna Oficial, se puede contemplar la noche del Jueves Santo el paso de la Cofradía del Nazareno, de la Hermandad de la Esperanza y la salida del Cristo de los Méndez de la Iglesia Mayor. La representación de ‘El Paso’, un auto sacramental que recrea

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el trayecto que hizo Cristo por la calle de la Amargura y en el que participan cuatro imágenes, congrega a cientos de personas en Almuñécar la mañana del Viernes Santo. En el mismo momento, en Huéscar se representan en la Plaza Mayor Las Tres Caídas. Y en la otra punta de la provincia, en Loja, la famosa ‘Corriílla’, en la que los horquilleros portan en una veloz carrera los pesados tronos hasta llegar a la ermita donde se encierran. En Caniles, el Sábado Santo celebran la ‘Noche del verde’, en la que los jóvenes adornan con flores y plantas las puertas de las casas de sus amadas. Y ya el Domingo de Resurrección, la Semana Santa se cierra en Carataunas y Soportújar con ‘La quema del Judas’, en la que con paja y estrafalarias ropas se fabrican muñecos que representan al apóstol que traicionó a Jesús para, finalmente, quemarlos en hogueras.

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Semana Santa Granada 2019 por Fernando Giménez Barriocanal. Presidente y Consejero Delegado. Cadena COPE Un año más deseo saludar a los amigos de COPE a través de esta revista que refleja nuestro reconocimiento y simpatía por la gran fiesta de fe y de cultura, inseparablemente unidas, que es la Semana Santa, magníficamente reflejada en el programa “Cruz de guía”, de COPE Granada. No olvidemos nunca que es la fe vivida cotidianamente por la Iglesia la que genera, sostiene y alimenta la expresividad magnífica de esta fiesta popular, que sin esa fe quedaría hueca y estaría abocada a un inevitable desgaste. Este año quiero apoyarme en las palabras del Papa Francisco durante el Vía Crucis que presidió acompañado de miles de jóvenes en la Cinta Costera de Panamá. Allí recordó la actualidad permanente, real, de lo que significan las imágenes que van a procesionar por las calles de tantas ciudades españolas, al afirmar que “el camino de Jesús hacia el Calvario es un camino de sufrimiento y soledad que continúa en nuestros días”. La Semana Santa, cumbre de la estética y del verdadero sentimiento especialmente en esta maravillosa Granada, no puede caer en el esteticismo ni en el sentimentalismo. Permite que nos entre por los ojos y los oídos la presencia de Jesús que se identifica “con todo sufrimiento, con todo aquel que se siente olvidado”. Precisamente nuestro trabajo en COPE nos permite ser testigos de ese sufrimiento que tiene tantos rostros, y de esos olvidos que condenan al descarte a muchos hermanos nuestros. Pero también nos permite contar que muchos ayudan en nuestros días a cargar el peso de la cruz “siendo operadores de paz y fermentos de fraternidad”. El Papa señaló especialmente a María, que es la gran custodia de la esperanza, la mujer fuerte de la que aprendemos a estar disponibles al pie de la cruz. Tenemos que mirarla con este deseo y esta plegaria cuando pase esta Semana Santa por las calles y plazas de Granada, para aprender de ella a decir “sí” a quienes se empeñan en construir la cultura del encuentro, a quienes acuden a sanar las heridas, a quienes tejen la solidaridad y de esa manera hacen una ciudad más conforme al designio bueno de Dios sobre nuestra historia. Que podamos entender y sentir todo esto durante la Semana Santa, con la ayuda preciosa de las Hermandades y Cofradías que custodian este legado de fe más actual y pertinente que nunca.

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Un año más por Luis Guijarro Santos. Director Provincial Grupo COPE Granada La Semana Santa de 2019 se presenta marcada de acontecimientos destacados. No todos los años asistimos al estreno de un paso. En esta ocasión la Cofradía del Despojado sacará por primera vez a en procesión a María Santísima del Dulce Nombre bajo su palio, todavía en fase de ejecución, y que podremos ver el Domingo de Ramos. No será menor la emoción de contemplar la salida el Martes Santo, también por primera vez, de la Hermandad de la Lanzada desde su propio templo, la Parroquia de los Dolores, una vez remodelada su puerta. Los micrófonos de COPE MÁS GRANADA se lo contarán durante nuestras

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retransmisiones, como testigos de dos acontecimientos históricos. También ha despertado gran interés la presencia de la Legión encabezando el cortejo de los Ferroviarios. Será el Viernes Santo, cuando poco antes, todas las emisoras de la CADENA COPE conectarán con Granada para vivir a las tres de la tarde la conmemoración de la muerte de Cristo que se realiza en el Campo del Príncipe. Según los datos que van avanzando las cofradías, será una de las semanas santas más participativas de los últimos tiempos. Muchas de ellas han agotado sus trajes de penitentes en los primeros días de la Cuaresma. Todo esto es fruto del esfuerzo, la entrega y la dedicación de miles de cofrades, de miles de granadinos que durante todo el año trabajan por nuestra Semana Santa. El compromiso de COPE, como siempre, será contárselo a todos ustedes con la maestría del mejor equipo de la radio de nuestra ciudad.


Fe



Mirada del Santísimo Cristo del Trabajo ¡Detente tronco sin rama!

O

Estoy detrás del viento, (suspiro) y no soy nada.

tra ciudad resplandece, y es la misma. Otro río de extrañas aguas dulces caracolean sus enérgicas blondas invisibles de nardos. Estoy frente a Ti, en esta calle de angustias serenas de pensamientos puros. ¡Han de serlo mi Señor! pues no hay en mi cara más recelo que el frío de mi lágrima portando el suspiro chico de tu dolor inmenso. ¿Acaso no me ves? No aparto mis ojos de tu rostro de simiente dolorida sobre el castaño del pecado. Estoy aquí. Soy una simple nostalgia de saeta desprendida en la palabra de tu sonido mudo, y no quiero apartar esta pupila que se incrusta en la tuya, en la que la sangre del odio me conmueve hasta dejarme sin saliva. ¿Acaso no me ves? Dirigente rey de los mortales de los que eres dueño. Acaso no ves mi alma detenida en el espacio infinito entre tu flor y la hojarasca. Vuelve a mí tu mirada y déjame por un instante soñar que has adivinado mi presencia con solo llamarte por tu nombre, sin apenas abrir la boca a la que el aire sella cuando te hablo. Déjame llevarme este infinito momento a mi casa, a mi otra almohada de sueños donde se posa mi cabeza cabizbaja cuando te olvido. Déjame que piense que me has oído. Sin más. Y luego dejaré que te alejes, cruzando el río, mientras se desvanece tu sombra de Dios indiscutible entre las aguas. Solo el tiempo sabrá de nuestro encuentro. De mi promesa, de mi pecado y de tu ansiado perdón. Solo el tiempo Señor. Y solo yo. Detente tronco sin rama, Cristo que a mis súplicas llegas. ¡Sin ti no soy nada! Muéstrame el camino en las veredas ¡No me ves que soy agua! José Manuel Rodríguez Viedma


FE

¿QUÉ ES PARA MÍ LA

SEMANA SANTA? por Jaime Quirantes Díaz

Cuando me enteré de que esta importante revista de Semana Santa me había pedido mi humilde aportación al número de este año, sentí una inmensa alegría, al tiempo que una gran responsabilidad, al hacer por primera vez un artículo para tan importante publicación. Que, ¿qué es para mí la Semana Santa? para mí la Semana Santa, hasta hace unos años, no era más que unos días de vacaciones, gente en la calle, un Paso con un Cristo o una Virgen. Era una semana, donde salía más con mis padres y mi hermana a la calle a una bulla muy apretada donde a lo lejos se veía las Hermandades con sus titulares. Eso, era la Semana Santa para mí. Y sin más, así lo viví los primeros años de mi vida. Hasta que una mañana, llegué con mi padre, mi madre y mi

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hermana Inés a la Plaza de San Miguel Bajo, por algún motivo que ahora no recuerdo. Subimos las escaleras de piedra para entrar en su Iglesia donde justo al llegar, miré a mi izquierda, y vi esa maravilla de Virgen Coronada, con esa saya y su Rosario en la mano izquierda. En ese momento sentí otra cosa, algo que nunca había sentido al entrar en ninguna Iglesia, cosa que hago como mínimo una vez a la semana… Cuando miré fijamente a mi Virgen de la Aurora, dentro de mi corazón escuché que me decía que estuviera con ella, sentí como que me elegía a mí, es algo que seguramente por mi edad no sé explicar con palabras, pero en ese momento entendí lo que significa sentir devoción. Sólo tenía 6 años, y en ese instante tenia la necesidad de contarle a mis padres lo que me acababa de ocurrir. Y en presencia del Hermano Mayor, que en ese momento era Juan Calvo me hice hermano de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón y María Santísima de la Aurora



FE

Cuando miré fijamente a mi Virgen de la Aurora, dentro de mi corazón escuché que me decía que estuviera con ella, sentí como que me elegía a mí, es algo que seguramente por mi edad no sé explicar con palabras, pero en ese momento entendí lo que significa sentir devoción” 30

Coronada, a la que permanezco como hermano desde hace cinco años. Hermandad que me acoge desde entonces y espero que durante toda mi vida. A partir de ese momento, vivo la Semana Santa con intensidad y devoción desde el mismo “Miércoles de Ceniza”, acompañando a mi familia, siempre que es posible, a todas las presentaciones, pregones, traslados, etc… Y si me voy a fechas más recientes, tengo que recordar, con una inmensa alegría y un enorme honor, la oportunidad que mi amigo

y mentor Antonio López González y mi Hermandad me brindaron el pasado 19 de enero de presentar al Presentador en el Cartel Oficial del Perdón y la Aurora de este año, el cual sueño poder presentar alguna vez en mi vida. No puedo olvidar a mi Hermano Mayor, Víctor Alarcón, al que desde aquí agradezco su cariño y su confianza en mi. Y para terminar, sólo espero vivir, sentir, disfrutar y compartir mi devoción por la mejor Semana Santa del mundo, La Semana Santa de Granada.



FE

VESTIR LA

TÚNICA

DEL NAZARENO; más que un símbolo por Luis Recuerda Martínez No es cosa menor lo de vestir la túnica nazarena. Tan solo se trata de ponerse a pensar un poco en el asunto, en el motivo por el que la vestimos y lo que ello significa, para llegar rápidamente a conclusiones de bastante calado. Conclusiones que nos hacen profundizar en lo transcendente y que nos alejan de cualquier planteamiento pueril o simplista. ¿Por qué lo hacemos?, ¿Por qué nos vestimos de nazareno?, ¿Por qué ese ropaje que oculta nuestro rostro y deforma nuestra silueta para confundirnos entre los iguales? ¿Por qué siendo algo aparentemente de otros tiempos, cobra plena actualidad y cada año va en aumento? Precisamente la respuesta a todos estos interrogantes no es otra que por lo que la túnica en sí, como símbolo significa y conlleva y lo que ella supone para quien de verdad y con pleno conocimiento de lo que hace la viste, se reviste de ella. Conocer esto nos hace verlo y apreciarlo desde otra dimensión y encontrar su verdadero sentido. Nuestra ciudad, va superando afortunadamente poco a poco un triste periodo en el que se pensaba de forma generalizada que “salir de penitente” era cosa de niños,

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un entretenimiento en el que se formaba parte de una tradición, un desfile de singulares ropajes en el que se participaba vestido de ese modo como quien se disfraza de cualquier otra cosa en otras ocasiones o fiestas.

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Afortunadamente, aunque no todo lo que sería deseable, se ha ido creciendo y madurando en lo que a conocimiento y respeto a nuestra Semana Santa y así como ya hay ocasiones en las que no se aplaude por aplaudir a cada “levantá”

de un Paso, y se guarda silencio al paso de determinadas Cofradías que así lo requieren, y ya también –en ocasiones– se escucha en respetuoso silencio a una banda cuando interpreta su repertorio, también se va tomando conciencia que los nazarenos, los penitentes, no son niños disfrazados que salen por afición, distracción, entretenimiento o costumbre, sino que detrás de cada túnica, debajo de cada antifaz hay una persona, un hombre o una mujer, cuya edad desconocemos, a la que su fe le ha llevado a participar en el acto piadoso que es la Estación de Penitencia y su actitud en el cortejo lo denota claramente. No podemos negar el enorme atractivo que la Semana Santa, las Cofradías, tienen para los más jóvenes, y en especial para los niños y aprovechando ese potencial es precisamente a los más jóvenes a quienes hay que concienciar de lo que supone y significa salir en una cofradía vistiendo la túnica. Así crecerán sabiendo perfectamente lo que hacen y porqué lo hacen y en consecuencia, nuestra Semana Santa, nuestra ciudad crecerán también con ellos, desaparecerán entonces comportamiento inadecuados como nazarenos en actitudes impropias como las de descubrirse el rostro para saludar, consultar el móvil o hacerse un selfie para inmortalizar un momento que evidentemente ni él mismo –más por desconocimiento que por mala fe– es capaz de comprender en toda su dimensión. Como he dicho en otras tantas ocasiones, los cofrades no nos disfrazamos ni nos enmascaramos, sino que con la túnica nazarena, que es un hábito religioso, de carácter meramente penitencial, nos revestimos y cubrimos nuestro rostro para hacer pública Estación de Penitencia. Y lo hacemos de ese modo para, en señal de humildad, ser uno de tantos, para pasar inadvertidos entre la multitud, para poder rezar y meditar de forma privada, para encontrarnos con el Señor y con nosotros mimos mientras transitamos calles más o menos abarrotadas. Por su carácter religioso –aunque


Vestir la túnica del nazareno, más que un símbolo

no es un ornamento sacro–, la túnica ha de ser por tanto debidamente respetada por quienes la visten y quienes la contemplan. Pero, ¿por qué lo hacemos de ese modo?, ¿Qué significa esa indumentaria tan peculiar a la que por tradición estamos acostumbrados a ver y que sorprende tanto e incluso llega a aterrorizar a visitantes extranjeros? ¿Por qué el capirote? ¿Por qué una túnica de cola? Todos estos interrogantes tienen su explicación tanto en lo anteriormente dicho, como en el hecho de que se trata de un ropaje cuyo más remoto origen medieval es el de los flagelantes, y que evolucionado en el S XVII adopta el cónico capirote –se dice que como forma de acercamiento del penitente al cielo–, así como en señal y recuerdo de los que se ponían a los pecadores condenados por la inquisición. Somos pecadores, lo reconocemos públicamen-

te, nos negamos a nosotros mismos, cargamos o arrastramos la cola como símbolo de como lo hacemos con nuestros pecados, y nos revestimos de Cristo con nuestra túnica, y con el rostro cubierto buscando anónima y humildemente por medio de la penitencia el perdón de los pecados y la reconciliación con Dios mediante la oración. Cuanto más consciente se es de todo cuanto significa vestir la túnica, más importancia se concede y más espiritual es el momento de revestirse. A ese ritual cofrade que tiene mucho de íntima tradición, personal o familiar, todos le tenemos un especial cariño. Desde que la túnica perfectamente planchada duerme la tensa espera sobre la cama, rodeada y acompañada de todos sus complementos previa y cuidadosamente colocados, hasta que nos vestimos con ella minutos antes de marchar al Templo y ter-

los cofrades no nos disfrazamos ni nos enmascaramos, sino que con la túnica nazarena, que es un hábito religioso, de carácter meramente penitencial, nos revestimos y cubrimos nuestro rostro para hacer pública Estación de Penitencia”

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Vestir la túnica del nazareno; más que un símbolo

minamos colgándonos al cuello la medalla tras besarla, son esos minutos en los que verdaderamente comienza la Estación de Penitencia y que cualquier cofrade nunca querría que acabasen. Posteriores evoluciones del vestir nazareno nos han traído a las túnicas que hoy conocemos en sus diferentes formas y modalidades, con capa, cola, hechuras y tejidos determinados y más o menos ya bastante estandarizados. Mención aparte ha de tener el hecho de como cada Cofradía tiene su túnica propia, ésta reúne en si misma las señas de identidad y el carácter de la corporación, de ahí que ésta sea de un color u otro, de cola, de capa, de tejidos austeros y pobres, o de nobles terciopelos y ricos escudos bordados en oro, de altos y espigados o de cortos capirotes, de cíngulo, fajín o cinturón de esparto, de sencilla sandalia o elegante zapato. Todo ello por sí mismo ya merecería un extenso artículo propio que se escapa a los postulados del titular del presente. A modo de simple conclusión, baste reiterar la idea de que de la importancia de conocer el significado de la túnica nazarena deriva directamente el respeto a la misma y saber el porqué y el cómo hemos de revestirnos de ella, siempre a mayor gloria de Dios. No es cosa menor vestir la túnica nazarena.

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Mirada de Nuestra Madre y Señora de la Consolación Abrir los postigos de todas las ventanas.

V

¿Acaso no os llega el aroma de la flor?

iento que amarras mi desventura. Por la oscura calle de San Antón pintan de óleos grises las sombras, que de las farolas de luz anaranjada se desdoblan de todo brillo para quedarse en nada. Solo ante mí, la Sagrada Conversación se mantiene en el aire. Apenas escucho el susurro del apóstol. ¡Nada te consuela! Qué ironía Señora. Que yo trepe peldaño a peldaño por el volcán de tus candeleros a robarte una lágrima para introducirla junto al suspiro de mi boca que no habla. Y trato de dibujar con la acuarela de mi llanto, una clarividente deuda de amor para amarte hoy y siempre. ¡Pero nada te consuela! Siento como los costaleros bajo tus pies de reina descalzada, cincelan un sonajero de plata con barales nacarados que a tu bellísimo silencio, pongan connotación de dolores compartidos. ¡Pero nada te consuela! Y recojo el aroma del limón en la comisura de la boca de la luna, y trago su amargo beso nazareno ante la cruz negra que me anuncia la muerte más injusta que a Granada llega con su Santa Protección. ¡Pero nada te consuela! Y apostillo con la mirada el cerrojo de tus ojos cautivos con siete vueltas de lágrimas, y te entrego la llave de mi alma para que en ella encuentres mi oración adormecida en cada una de las yagas abiertas de tus entrañas. ¡Pero nada te consuela! Y confundo tu dolor con el grito desesperado de todas las madres del mundo. Y suplico que la música entone una coral de vida y no de muerte, y que de mi cielo cuelguen para siempre el dintel de tus bambalinas. ¡Qué ironía al verte Señora! En mis desesperos, en mis pecados, en mis silencios… Ante tu inenarrable dolor, sientes la muerte de Dios y eres Tú, quien me consuelas. Abrir cada ventanal de la casa. Si antes tierra ahora es cielo. Por donde pasa su pena amarga, crece dulce el limonero. Allí por donde la Virgen pasa, se ha de beber su consuelo. José Manuel Rodríguez Viedma


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LOS ROSTROS DE LA

VIRGEN por Juan de Dios Jerónimo

En las apariciones marianas que ha reconocido la Iglesia nos ha quedado, además del mensaje que deseara transmitir la Virgen, las imágenes en las que han intentado plasmar los artistas el rostro de la Madre de Dios siguiendo las indicaciones de quienes habían tenido la gracia de verlo tal cual es. Un común denominador de estas imágenes es la decepción que causaron en los videntes. No. No es posible que, con nuestra mirada, con la capacidad artística de los mejores escultores o pintores, se plasme la belleza de quien fue “diseñada” para ser Madre de Dios. Aquí en la tierra sólo tendremos la lejana aspiración de contemplar en esas sagradas imágenes un reflejo de la Llena de Gracia. Y sin embargo en esos rostros advertimos la profundidad del drama que vamos a vivir en cada Semana Santa. Ella nos muestra mejor que nadie la Pasión, Muerte y Resurrección de su Hijo. En el alma de cada uno de nosotros tenemos recuerdos

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imborrables de nuestra madre. Momentos en los que hemos advertido la dulzura con la que nos miraba, la comprensión, el reproche, la alegría, el miedo o el dolor. Esa mirada de la persona que nos trajo al mundo nos ha dicho muchas cosas que se encierran para siempre en nuestro corazón. La mirada de tristeza de nuestra madre nos llevó a proponernos nunca más hacerle daño. Esa mirada de alegría nos ha motivado a buscar un regalo, darle una noticia o confortarla con nuestras palabras. La mirada de dolor nos ha llenado de frustración, o de impotencia y hemos hecho el propósito de

estar siempre al lado de quien nos ha dado todo. Es en la madre de cada uno donde podemos encontrar la inspiración necesaria para buscar ese rostro amabilísimo de la Madre de Dios. En cada una de nuestras madres hay algo de María. Sobre todo, cuando miran a sus hijos, cuando les atienden, cuando se preocupan, cuando se sienten abandonadas y solas por quienes más aman. Así es como podremos imaginar lo que pueden ser siete espadas traspasando un corazón. El rictus de inmenso dolor que cruzó por la mirada de la Madre de Jesús. Ese rostro en el que se mezcla la inmensa Soledad del corazón más puro que ha poblado la tierra después del de su Hijo. El abandono y la Angustia de una Mujer que es considerada con todo derecho Corre-



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En el alma de cada uno de nosotros tenemos recuerdos imborrables de nuestra madre. Momentos en los que hemos advertido la dulzura con la que nos miraba, la comprensión, el reproche, la alegría, el miedo o el dolor”

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dentora. La Amargura de conocer la profunda injusticia que se vive desde el Jueves Santo a la Vigilia Pascual. No hay Mayor Dolor que el que reflejan sus ojos. Desde su Concepción Ella supo que iba a ser la madre de todos los creyentes. Sólo Ella albergaba en su expresión la Paz y la Esperanza de saber de Quién se había fiado. Junto a los Dolores y la Pena de la Virgen está su capacidad de ofrecernos Consuelo. Es en esas lágrimas que los artistas han puesto graciosamente sobre su rostro donde buscamos la Misericordia que no merecemos. Es a esa imagen dulcísima de la Virgen, a su Dulce Nombre, donde le pedimos el Remedio de nuestro egoísmo y de nuestra capacidad de hacernos daño. Le suplicamos la Merced de ejercer de intercesora y devolvernos la Luz que voluntariamente hemos perdido por nuestra grandísima culpa. En Su Encarnación nos empezó a dar la Salud y la Caridad que nos permiten vivir una vida sobrenatural. Al fin, Ella es la Estrella de la mañana que anuncia la Alegría sin fin en el Triunfo la Resurrección de su Hijo. Al amanecer del tercer día, en la Aurora, su Hijo acabó renovando en sí todas las cosas. La última palabra no la tuvo la muerte ni el sufrimiento, fue de una vez y para siempre el Amor quien coronó esta Historia. El Triunfo definitivo. No hay Maravilla más grande que el hombre hubiera podido imaginar. Ni el más grande de los Reyes soñó con una mirada así de hermosa. Ningún humano, desde Adán, mereció un Rosario tan grande y definitivo de lágrimas, ternura y comprensión. Esas imágenes marianas que acompañan nuestra Semana Santa han recibido las miradas de miles de personas a lo largo de los siglos. Dicen que una madre se hace más hermosa cuando la miran más ojos. Cuando la miran con más amor. Por eso es lógico que todas las imágenes de la Virgen nos parezcan preciosas y, a la vez, tengamos alguna con especial cariño en nuestro corazón. Es esa estampa que llevaron nuestros padres en sus carteras y ahora vemos nosotros en la pantalla del or-

denador, en el móvil y en algún portarretratos. Es donde advertimos un rasgo que ha llegado con más intensidad a nuestra alma. Evidentemente esa devoción nos ayuda a querer al resto de imágenes. Que nuestra Madre, a nuestro juicio, salga más desfavorecida en algún retrato, no le quita ni mucho menos valor. Es Ella y por lo tanto su valor es infinito. Aún así nos deleitamos más en aquella foto en la que la vemos con una expresión más íntima. Quizá encierra un recuerdo imposible de borrar. O un momento en el que supimos más de su amor y comprensión. Es esa expresión que se nos ha hecho más familiar. Es quizá cómo nos mostraron nuestros mayores a esa mujer vestida para ser llevada en su Paso por las calles de nuestra ciudad. Nadie sabrá nunca porqué nos conmueve esa imagen. Nadie… salvo Ella y quienes ya no están. Hablar de Ella nunca es suficiente, diría san Bernardo. Nunca nos cansamos de recordar aquel momento, aquellas palabras… En Semana Santa es momento de contemplar. De empaparnos de un amor que no conoce rival. El amor de la Madre, Reina, Virgen, Estrella de la Mañana, Puerta del Cielo, Salud de la Enfermos, Consuelo de los Afligidos y Auxilio de los Cristianos. Una mirada que puede liberar al mundo. Una mirada de Ella a su Hijo y la gracia o favor que pedimos se concederá. Es la omnipotencia suplicante: todo lo que pide se concede. Todo. Tenemos la oportunidad estos días de comprender que Ella, aunque es Toda de Dios, es Madre. Por eso necesita que, con nuestra mirada, le acompañemos por ese camino de dolor que fue el precio de nuestro rescate. Con San Josemaría tendremos la certeza de que si somos almas de fe, a los sucesos de esta tierra les daremos una importancia muy relativa, como se la dieron los santos... El Señor y su Madre no nos dejan y, siempre que sea necesario, se harán presentes para llenar de paz y de seguridad el corazón de los suyos. Señora… quiero ver tu rostro.



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Si hay momentos intensos para los cofrades, esos son los del tiempo de espera. No de cualquier espera, me refiero en concreto al momento de prepararse para salir a la calle en pública estación de penitencia. Hay preparativos llenos de colorido y aún de chiquillería, del vuelo de capas y el ondear de faroles. Preparativos de iglesia, de capilla o de sacristía, y aún de claustro. El marco no resta ilusión al instante, pero sí puede añadirle emoción. Y en el caso del Cristo de San Agustín se vive de una manera muy especial, por la estrechez del templo y por la idiosincrasia de la Hermandad. Me invitan a que relate esos instantes y por momentos me siento incómodo, un intruso al escribir, como si invadiera la intimidad de los hermanos, robándoles algo que sólo a ellos les pertenece. Apelo a su comprensión. Llevar la túnica negra de cola es mucho más que acompañar por las calles al Sagrado Protector o mitigar el dolor de María en su Con-

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Cuando la espera se hace oración

CUANDO LA

ESPERA SE HACE

ORACIÓN por Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz solación. Está en las reglas, ciertamente, pero se aprende a fuerza de experiencia. Cada año saboreas mejor el ritual, por supuesto, desde el mismo instante de salir de casa e incluso antes, cuando en familia procedes a la ceremonia de vestir la túnica nazarena, de calzar las sandalias y ceñir el esparto. A continuación resta el camino hasta la iglesia, en silencio y sin detenerse, nunca en grupo. Y al entrar por las dependencias del torno, el alivio de descubrirse del capirote, la alegría de saludar a los primeros hermanos, el control de la papeleta de sitio, de vestir correctamente el hábito y de no mostrar ninguna seña exterior por la que ser reconocidos. El cuerpo de nazarenos es un orgullo de la Hermandad del Santo Crucifijo de San Agustín. Hubo en tiempo en que la bendita imagen de Santa María de la Consolación se quedaba en el templo, en su altar, durante la estación penitencial del Sagrado Protector de Granada. Entonces, al regreso, comenzada ya la madrugada del

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Desde este momento han desaparecido los nombres y apellidos. Los hermanos y hermanas se hacen cofradía, el yo se diluye en el nosotros, la esencia de nuestro peregrinar nazareno”

Martes, el Crucificado era descendido de su paso en presencia de sus hermanos y, ya en tierra, se procedía a un emotivo besapiés de nazarenos. Pero ahora, gracias a Dios, el hermano llega anhelando contemplar esos dos primorosos pasos de silencio del Lunes Santo de Granada. Recorre presuroso el angosto pasillo que conduce a la iglesia, la capilla como gustan llamarla los hermanos. A un lado los acólitos se revisten del atuendo litúrgico que les corresponde, ensimismados, como ajenos al goteo continuo de hermanos y hermanas de ne-

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gro que sólo unos pasos más allá alcanzan, desde unos escalones, la primera visión de toda la iglesia. La primera mirada es para las Imágenes Titulares en su prefecta presentación. Los ojos recorren involuntariamente los detalles, con la innata intención de captar la novedad, por mínima que sea, que individualiza la estampa de este año frente a las de años anteriores. Conforme avanzan los minutos se hace más difícil poder acercarse a los pasos, ante los que se susurran oraciones entre la mirada atónita de los que vienen por primera vez; así es la escuela cofrade.

Y sólo después, cuando los ojos se han acostumbrado a la penumbra del recinto, comienzas a reconocer a los hermanos. Los saludos aquí son parcos, pero profundos, entre quienes se reconocen año tras año, con la alegría de ver que todo sigue igual, que la amistad no ha mermado con la edad. Este encuentro anual entre hermanos se sella con un abrazo emotivo. Es la costumbre. Y el interés por no hacer ruido, por evitar que una voz suene más alta que un murmullo, para no provocar la fraternal reconvención de los hermanos diputados y celadores que se afanan en



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organizar el cortejo, bajo las sabias instrucciones de la Diputada Mayor de Gobierno. Cada recién llegado se dirige hasta el punto que indica su tramo en los muros de la capilla. Algunos, los más veteranos, son capaces

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de distinguir sobre qué loseta del pavimento deben esperar. Cada diputado de tramo concienzudamente va marcando en su lista los nombres de los que ya ocupan su lugar. Sólo un estrecho pasillo queda entre los dos pasos, dejando

detrás de ellos el hueco necesario para que se ubiquen penitentes de cruces, o para que vayan llegando los costaleros que, raudos, su colocan tras los faldones. Por momentos el espacio parece encogerse. Se diría que no entra nadie más. En la sacristía y el patio esperan algunos, acaso los más nerviosos, también los músicos de las capillas y los cantores que jalonarán el recorrido con salmos y cánticos penitenciales. Espera distendida, con el tiempo detenido, para el disfrute exclusivo de los hermanos, en silencio y oración, sin cámaras ni grabaciones. Pues estos instantes, insisto, están vedados a personas ajenas al cortejo penitencial. Cuando el director espiritual toma la palabra, en la iglesia ya no cabe un alfiler. Todos saben que llega el momento tan deseado. Preces y oraciones para encaminar nuestra estación de penitencia. A su término, la orden taxativa de cubrirse el rostro con los negros capirotes. Y, por secciones, se van encendiendo los cirios. Puntos de luz en la oscuridad de la nave, que describen perfectas hileras de nazarenos apretados y expectantes, que sólo esperan esa bocanada de aire fresco que les llega, puntual, cuando se abre la puerta de la calle. Desde este momento han desaparecido los nombres y apellidos. Los hermanos y hermanas se hacen cofradía, el yo se diluye en el nosotros, la esencia de nuestro peregrinar nazareno. Ya sólo resta el sonido metálico que abre la puerta y las voces que se acallan en el exterior. Dobla la campana de la iglesia y resuena la esquila del muñidor. La oración es el silencio porque el silencio es oración, contagiada fuera y dentro del templo, desde donde salen los tramos de nazarenos que comienzan a invadir, con su marea de negros capirotes y cera de color tiniebla, en anónima penitencia, toda la anchura de la calle de San Antón. Ya es noche de Lunes Santo. De nuevo se ha producido el milagro. Y así debe seguir siendo.


Esperanza



Mirada de Nuestro Padre Jesús Nazareno Soy aquel niño que se detuvo a tu mirada.

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Ahora soy este hombre donde habitas.

eshecho ya en la agonía de las primeras horas de la tarde. Tan temprano Jesús ha de observarte la Granada que te corona con el dintel de las Descalzas. Las campanas han desenfundado el bronce de sus sonidos y disfrazadas de roncas trompetas, sacuden otros vientos de primaveras desordenadas. La veleta del tiempo ya es otra cruz rubricada con la gubia inspirada del hombre y tu mirada tierna, no es ahora más que un claro riachuelo donde el agua es sal y el junco, la vida. Hay en ti una delicada palabra escrita sobre la boca, una súplica quebrada sin espina, y un jazmín. Blanco, casi inadvertido en tus sienes. Apenas hay dolor en tu rostro, toda luz se encomienda a tu sombra y toda dulzura se encierra en tus manos. Ahora todo a mí alrededor se ha hecho luz y toda madera cedro. Yo soy aquel niño, Jesús Nazareno, ¿me reconoces? que se negó a crecer y anduvo todo el tiempo deshojando la amapola del beso. Soy ese hombre de trazos indescriptibles sobre oleos de carne y hueso que te buscó enredado en las acacias. ¿Me reconoces? Soy la dolencia de mi pecado al haber crecido perdiendo de un soplo aquella infancia garrapiñada que habitaba en mis ojos. Soy este hombre convertido en suspiro que te busca y que se encomienda al amor tuyo y a tu cruz. Que nace nuevamente y se rehace junto al soplo delicado que me lanzas desde la altura. Una renovada vida cada vez que a tu encuentro salgo a buscar aquella primera palabra con la que acabar cada una de mis frases. Soy aquel que habló contigo aquella noche y todas las noches. ¡Y ahora! ¿Me reconoces? Soy aquel niño de la plaza que jugaba en el naranjo. Vi tu cruz, Nazareno recostada, vi tu amor, de Cristo calle abajo. Vi la luz, con el beso que me trajo y quise ser, carpintero de su rama. José Manuel Rodríguez Viedma


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Podría comenzar este artículo, por cierto, sea dicho de paso que para mí es el más importante de cuantos escritos me han solicitado en mis cuarenta y un años de vida; podría comenzarlo de muchas formas distintas, por ejemplo en la tarde noche de un 8 de marzo de 1997, cuando un grupo de jóvenes y “locos” cofrades acabábamos de jurar nuestros sendos cargos en una nueva, nuevísima junta de gobierno de nuestra hermandad; y tras contemplar la procesión de nuestro co-patrón, nuestro San Juan de Dios por la calle San Jerónimo comenzaron a “sufrirme” hablándoles de la coronación de Nuestra Madre de la Esperanza. También podría comenzarlo cuando se cumplía un año de la llegada a nuestra ciudad de un nuevo arzobispo, el hoy cardenal-arzobispo de Valencia Don Antonio Cañizares Llovera allá por febrero de 1998. y así, de paso, contar más de un “secreto” ya prácticamente “desclasificado”. O podría comenzarlo hablando de lo acontecido el día 5 de marzo de 2006, entonces primer domingo de cuaresma y día que dió el pregón oficial mi querido y recordado Don José Luis Clemens (D.E.P.). En definitiva que podría empezarlo de muchas formas, pero lo voy a hacer colocándoos en la memoria más reciente, prácticamente casi en el final de un capítulo maravilloso...así que comienzo este breve relato por la histórica, luminosa y espectacular tarde del pasado sábado 13 de octubre de 2018. Puerta de la Santa Metropolitana Iglesia Catedral de

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CORONADA por Manuel Amador Moya

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nuestra bendita cuidad de Granada. Sobre nosotros una magistral obra de Risueño, el tondo de la Anunciación. Frente a mis ojos otra obra maestra del insigne granadino, en este caso bajo palio y recién coronada. Eran las 17:57 horas, el capataz decía a la cuadrilla: ”...Ustedes tienen hoy una resposabilidad muy grande, ustedes triene que repartir mucha esperanza para tanta gente. Llevo soñando esta levantá desde hace treinta años...”.Yo, como siempre, delante de mi Niña, mi Amor y mi Madre. La Santísima Virgen cruzaba el umbral de la primera de las puertas de nuestra Seo. Justo en ese preciso instante bajo una atronadona ofrenda de “salvas reales” y cohetes cuya fuerza ahogaba los acordes del himno de España, en el mismo momento en el que una enfervorizada Plaza de las Pasiegas aplaudía y gritaba, cito literalmente: “...¡Pero qué bonita eres!...”; “...¡Guapa!...”; “¡Viva Nuestra Señora de la Esperanza Coronada!”… Ahí, lo tuve claro, clarísimo. Se habían cumplido las proféticas palabras de mi amigo, mi hermano Luis Joaquín Sanchez Martínez, nuestro

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Luis “Juncal”, que me había dicho un día antes: “...La Virgen ya no es nuestra, la Virgen es ahora más que nunca de toda Granada.” Estaba muy claro, no era el empeño personal de unos pocos, tampoco era el fruto esperadísimo de una tremenda perseverancia. Era el deseo de una ciudad, asó lo querían los cofrades y devotos granadinos y así lo había ratificado la Iglesia universal en Roma y en Granada. Los hijos de la Esperanza allí presentes vivíamos un punto de inflexión en nuestras vidas y en el devenir de la hermandad. Estábamos haciendo historia, de eso sí éramos conscientes, pero lo que realmente estaba ocurriendo, era que entregábamos nuetra más preciada joya, nuestro mayor tesoro a toda una ciudad que la esperaba anhelante. Siempre lo había soñado, siempre lo deseé y siempre lo proclamé a los cuatro vientos. Se viene a mi memoria aquel sábado cuaresmal del año 2003, cuando tuve el honor inmenso de pregonar la semana santa del barrio del Realejo (por cierto, gracias a Laureano, entonces hermano mayor de la cofradía de la

Humildad.) y mientras sonaban de fondo las notas musicales del “Ave María” de Giulio Caccini (en esa época aún era bastante desconocida en el ámbito cofrade) yo pedía públicamente la coronación de la Niña de mis ojos. El sueño se había cumplido, el anhelo de toda una vida se había hecho realidad. A las 11:55 horas, cuando el astro rey está mas cerca del cénit y su sombra es mínima, rozando la hora más mariana del día,las manos de nuestro pastor colocaban sobre las benditas sienes de la sagrada y por tres veces centenaria imagen de Nuestra Señora de la Esperanza, la presea. Era mi cénit (o sea, una culminación), todo había merecido la pena. Todo adquiría una nueva luminosidad, el celeste del cielo y el empirio de la cúpula sobre el altar mayor catedralicio. El verde de la vida y el verde de su manto. El sol y la luna, el silencio y el aplauso, las alegrías y las penas… absolutamente todo se tornaba en algo nuevo, excelso y sublime. El cielo en la tierra y el canto del “Regina Coeli”, confirmaban que todo llega, aunque pareciera imposible. No se puede expresar



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con palabras, lo siento, sólo decir que mi vida entera cobraba sentido en ese momento. Fue un día de 72 horas, comenzó el jueves, con la llegada de muchos, muchísimos amigos de toda España, especialmente de esta bendita porción del sur de la Península. Se

se colocaban con primor las bellísimas flores en el paso. El reguero de visitas era incesante, momentos mágicos como el grupo de seminaristas murciano que le cantaron a la Santísima Virgen una plegaria, continuaban llegando regalos, como la medalla de oro de la muy

mascaba en el ambiente, se palpaba que estábamos en la víspera de algo muy grande, se engalanaba el entramado urbano, algunos adornos eran detalles esperados y conocidos, otros completamente sorpresa que comenzaban a anudar la garganta. Llegó la noche, la antesala,

querida hermandad del Señor de la Paciencia. En el recuerdo, quedaban ya, grabadas a fuego en nuetras retinas y en nuestros corazones, la magnífica obra pictórica que había servido para el cartel anunciador de la coronación. Los intensos cultos preparatorios,todas las cofradías de

la ciudad y de otros muchos lugares desfilando ante la Señora para entregar sus presentes. La exquisitez máxima de la exposición que mostró parte del ajuar de la Reina y algunos de los regalos recibidos. El espectacular e histórico altar del triduo de la coronación, el genuino pregón (que orgullo más grande para el que escribe estas líneas), demasiadas emociones y demasiada intensidad de sentimientos. Aunque la sobreabundancia de gracia divina nunca es demasiada… El día de la Hispanidad amanecía radiante, al igual que radiante, vestida de sol, se presentaba la Niña de Santa Ana para ir hasta el primer templo granadino. Estética inusual e irrepetible, con mantilla sobre su cabeza, manto recogido a la cintura y tonos malvas colocados a modo de verdugado en la saya que cubría su inmaculada figura. Jamás pensé que hasta el más mínimo detalle de esa jornada iba a ser histórico. La calle Elvira a la inversa, los rayos del sol besando su inigualable rostro, calles y barrios por los que nunca había transitado se vestían de fiesta, comenzaban las “petalás” y los cohetes...Granada con su Esperanza. Más regalos llegaban a pie de paso, las sagradas imágenes de Nuestra Señora de la Encarnación y de la Reina y Madre de los Estudiantes, Nuestra Señora de los Remedios la esperaban en Sus puertas. Era lo nunca visto,que explosión de amor mariano. Qué tributo más elegante a la Virgen del manto verde. Sin ni siquiera imaginar todo lo que nos quedaba por vivir al día siguiente: Nuestro Padre Jesús del Rescate, el convento de San Antón, el Sagrado Protector de la ciudad, Nuestra Excelsa Patrona, Nuestra Señora de las Penas, Nuestra Insigne Co-patrona e incluso varias devociones particulares, como Nuestra Señora del Olvido la iban a esperar de la forma más extraordinaria posible... Gracias desde lo más profundo del corazón. Todo se había consumado. Las letras de un verso convertidas en plegaria: “ Te juro que desespero, por coronarte en la tierra, como lo estás en el cielo”.



ESPERANZA

CREER

EN LA ESPERANZA por M.ª del Carmen Sánchez Ya el título es toda una declaración de intenciones. Creer en la Esperanza. Quizá muchos de vosotros penséis que, para alguien como yo, verde hasta la médula, es fácil hacerlo. Pero os aseguro que hay días en los que se hace complicado conseguirlo. Sin embargo, y sin caer en el tópico de que “la Esperanza es lo último que se pierde” o, como ahora se ha dado en decir, “es lo primero que se gana”, si puedo decir que mi vida está presidida por la Esperanza. Así con mayúscula. Mi acercamiento a la Esperanza, como hermandad, llega a través de la familia. Mi padre, empleado de banca, cuando descubrió el gran interés que la Semana Santa despertaba en sus hijos, lo tuvo claro. La hermandad a la que él pertenecía casi por imperativo legal –eran otros tiempos– debía ser en la que sus hijos empezaran a desenvolverse. Bien es cierto que él pensó que no íbamos a estar mucho tiempo, que sería la novelería de los niños…Casi cuatro décadas después nuestra familia está fundada en la Esperanza. Tengo a gala que ese amor a Ella, esa devoción a la Niña de Santa Ana, y esa fe en la Esperanza la he transmitido no solo a mis hijos, sino a muchos amigos que, aun faltos de Ella, me piden a mí que no la pierda. Hace tiempo, en una etapa de un amigo en la que no veía salir el sol, me mandó una canción. Creo que lo hizo con otra intención, pero yo la interpreté como solo podía hacerlo, fijándome en este fragmento:

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ESPERANZA

Pronunciaré Esperanza La gritaré por dentro si es lo que hace falta La escribiré mil veces, me alejaré de espaldas Quizás de repetirla algo me quede.

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Y si…si me queda algo de ella. De esa fuente inspiradora de mi vida que es ver una luz verde en cada noche oscura del alma. Porque los esperanzos nos aferramos a ella de manera natural.

Muchas han sido las situaciones, en el plano personal, que me han acompañado en los últimos años, que no han sido especialmente positivas. Sin embargo, cada mañana Ella ha presidido cada movimiento,



ESPERANZA

Tengo a gala que ese amor a Ella, esa devoción a la Niña de Santa Ana, y esa fe en la Esperanza la he transmitido no solo a mis hijos, sino a muchos amigos que, aun faltos de Ella, me piden a mí que no la pierda”

cada decisión, cada bajón de ánimo o cada idea a poner en práctica. Una mano amiga, un mensaje con solo un beso, una nueva oportunidad de volver a empezar, una aventura que se emprende... para mí todo ha sido por inspiración de la Esperanza. El agradecimiento infinito a quien me acercó a Ella, mi padre, no hay ni que decirlo. Pero la forma en la que he ido asiéndome a Ella si ha sido gracias a todos los que me rodean. Y no me refiero solo a mis hermanos de la cofradía, si no a todas esas personas que, confiando en mi Esperanza, me han ayudado a seguir firme de su mano. Aque-

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llas quienes se han sentido solas, desesperanzadas, sin un rumbo, y han acudido a mi para desahogarse, para llorar juntos, para volver a empezar o solo para estar en silencio. Ellas han sido las que me han hecho ver que la Esperanza no se pierde. Ella siempre está a nuestro lado, aunque seamos nosotros los que no la veamos. Nos acompaña, en silencio, discretamente. Que, en determinados círculos, al presentarme, diga que soy Mamen Sánchez, de la Esperanza, lo dice todo. Mi hija se llama Esperanza. Una sobrina también. Todas nuestras celebraciones religiosas las hemos he-

cho en Santa Ana, delante de Ella, y siempre con la discreta mirada (y yo sé que también sonriendo al ver el amor que le tenemos a su Madre) de Jesús del Gran Poder. Son pequeños detalles que tampoco podían faltar en la vida de una familia verde, esperanzada, que comenzamos el año 2018 con las campanadas, todos juntos –algo que no había pasado desde que los tres hermanos formamos nuestras propias familias–, y que terminamos ese año especial con la mejor de las noticias. Mamá estaba bien. Pronunciaré Esperanza. Hoy y siempre.




Mirada de Nuestra Señora del Rosario En esta tierra sin mar,

¿

ante ti han de rendirse las olas.

Quién ha dicho que no hay mar? Acaso no es la estela cuando a las orillas llega, desprendida de otro blanco. Acaso no es otro llanto, quien a la herida remienda, y la locura de otro puerto donde amarrarse a su pena, no fuese otra escalera para el que ansíe subir tanto. Acaso no es la cadena del dolor y el naufragio, el haber querido amando y el haber muerto de pena. He aquí en la mirada, la Madre, rosal de espina y encanto, donde la primavera de llanto, se antoja en la quimera, del que sueña con la espera de ser pañuelito blanco. De Santo Domingo, ¡María! del Realejo ¡Rosario! El fraile de mármol quieto y los árboles mirando. ¿Quién dijo que no hay mar? Si toda mar habita en sus labios. Si de la quilla de su alma imploran mecerse todos los barcos. Si en su tristeza que aflora, sirenas salen a nado y estrellas de mar… ¡caracolas! son el nácar de sus zapatos. En su mirada perplejo navego, y desde Lepanto, soy su fiel marinero que ha de subirse a su barco. Y en mi barquilla pesquera, a falta de redes le traigo, los besos más dulces y fieles que pude coger con mis manos. ¡No llores más Madre mía! Virgencita del Rosario, que para tus lágrimas tengo un cofre de suspirillos blancos, con un broche de luna llena que pude robarle a un corsario. No llores más virgencita sobre tu palio, que en los bolsillos llevo el océano hecho de barro, para hacerte una playa nueva, marinera de primaveras encendidas sobre tu paso. No quiero otra mirada en mi puerto, no quiero otra luz en mi faro. En esta tierra sin mar existe puerto Inmaculado. en la calma y el temporal, Madre eterna del Rosario. Patrona del verbo amar y el capitán de mi barco. José Manuel Rodríguez Viedma


ESPERANZA

¿QUÉ ES LA

ESPERANZA? por Javier Sierra

La Esperanza, es quien navega desde la tierra, en un galeón llamado Caridad, surcando los mares de la fe, para alcanzar el puerto eterno del Carmen. ¿Me permiten la alegoría?

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Entre la tierra y el cielo, todo lo que nos separa es la Esperanza, es un timón que nos lleva en el camino de la fe, y es un ancla que nos sujeta en la tierra, hasta elevarlas definitivamente, hacia el

gran puerto. Hay tantas formas de verla. ¿Cómo es la tuya? ¿Dónde está? ¿Cómo la pones en tu diario de a bordo? Y ¿Qué hay en ese camino? ¿Qué pasa en ése crucero? ¿Cómo



ESPERANZA

son sus anclas?, me preguntan ¿Qué es la Esperanza? En el primer párrafo quiero decirlo todo, entre la tierra y el cielo está mi esperanza, la que cada día pasa, aunque no quieras que pase. Quizás podemos tender a sustituir Esperanza por deseo, error de nuestro ser que quiere tener. Siempre con nosotros hay esperanza, porque es como el amor y la fe, aunque las escondas saltan como un salvavidas en el agua. La esperanza es una oración lanzada desde un balcón a las mismas manos de un Rescatado maniatado. La Esperanza es la mirada que suplica “no te vayas de mi lado” o “no me dejes solo”, y la esperanza está en todos y cado uno de nosotros, porque en nuestras aurículas se esconde un ancla que podemos arrojar al hermano cada vez que queramos.

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El ancla lleva cadena de amores, y en esos amarres podemos expresarle al hermano cada instante que somos su Esperanza… ¿Saben?, la esperanza pasa todos los días por nuestras manos ¿Quieres darla?... Se viste de verde como el brote de los cerezos en primavera, de blancos amaneceres, para dar las hojas de la Esperanza, y el fruto rojo de la Caridad, quien no la ve en todos las partes es porque no quiere mirarla y quien no la da es porque no quiere darla. Está en las manos de las personas que cuidan, lavan la piel del enfermo, como si fuera la misma carita de la Esperanza de Santa Ana, pasa por la suavidad de quien desliza las conexiones del catéter para pasar la quimioterapia del alivio y el sigilo, como principios de la salud, curar si se puede, aliviar y sigilar siempre.

Al par que sonríe y mira a los ojos, al que tiene enfrente como si en ese encuentro viera pasar un palio verde y oro por las calles de sus dolores y de los que tiene en sus manos. La esperanza habita en los Hospitales, calles y plazas, a veces se viste de Salud, otras tantas de Dolores, otras de Angustias, muchas más de Misericordias que te alejan la Amargura, y otras tantas de cordura pero siempre va subida capitana en el medio del campo de batalla, para darte la Fe y la Caridad, que sin ella no somos nada. A veces es llanto y sonrisa cuando tras un gran esfuerzo una madre escucha el latido de su niño en el regazo de su pecho. Tenemos que darla en cada segundo de nuestras vidas, acompañando, estando al lado y abriendo camino ante las tempestades, no


¿Qué es la esperanza?

podemos darle las espaldas, ni podemos obviarla, ni ocultarla, ni ahogarla. La esperanza te llega cuando menos lo esperas ¿y saben?, tiene sus manos abiertas cuando quiere, para agarrarte las tuyas y ayudarte a caminar. Cuando quiere las cierra por si tu alma se ha perdido, para que mirando al cielo con solo mirarlo para ti que las ha obviado siempre, se abran todos los puertos. A veces parece que nos deja en la más estricta Soledad, qué equivocados estamos, siempre está la Esperanza. Cada vez que he mirado, a quien parece que lo tenía todo perdido, y parecía que iba a poner mis manos, a su lado solo para aliviar en ese camino, he sido yo el aliviado, he sido yo quien ha recibido un hálito de esperanza, ver despertar

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ESPERANZA

a alguien de su Dolor preocupado por el prójimo, ver a una niña despertarse y preguntar ¿mis padres están bien?, ¿mis hermanos están bien, yo estoy viva?, no solo estas viva, si no que nos has dado vida a todos los que tienes cerca, se aproxima el último puerto y tu corazón redobla a guerra. Quienes están a punto de partir, te consuelan, y preguntan ¿Has comido tú? He visto en sus caras la sonrisa para hacerte sentir que no hay dolor, solo la

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esperanza, en esa franja tan delicada entre la tierra y el cielo, he paseado tantas veces siendo su compañero de suspiros, que incluso cuando me ha llegado tan de cerca a lo más profundo de mi alma, ella se ha vestido de Reina, y se ha

puesto entre mi dolor y mis penas, para solo ver en quien tenía frente su cara de dulzura para ir navegando al Puerto del Carmen. Hay tanto santo en sábanas blancas con franjas verdes, tan verdes como el manto de la Esperanza. Ir a consolar y ser consolado, compartir, no sé cómo sería nuestras vidas sin ella, en la trinidad de las virtudes está la esencia del ser vivo, Esperanza, Fe y Caridad. Por eso habito en la Caridad, porque en ella siempre viaja la Esperanza.



ESPERANZA

EL SUEÑO DE LOS QUE

ESPERAN por David Rodríguez Jiménez-Muriel

“En cada calle de Granada hay una estrella, lugares mágicos. Aquí nació un pintor, allí un escritor, una emperatriz, un inventor”. (Miguel Delibes) Obligados a altas cotas, los granadinos un día entendimos que en nuestras fiestas se escapaba un poco de la esencia misma de la ciudad, aquella que define desde la cuna lo que seremos en la vida. No hay más Granada que en su Semana Santa, que podrá importar e impostar modelos, pero que siempre tendrá como eje central de su expresión, la ciudad. Cuando Rubén Darío por prescripción médica visita Granada en 1903, se le escapa que: “Si sois pobres, venid en alas de vuestro deseo a Granada, en el carro de una ilusión, en compañía de un poeta favorito”. Para hacer de nuestra Semana Santa lo que la historia y el patrimonio nos obligan, los cofrades la soñamos en el instante mismo que se nos escapa de las manos, puede que cuando el palio de la Virgen del Triunfo firma la última de las actas del Libro de Reglas de cada año. Los más agoreros irán a San Andrés a despedirla, en el preciso momento en que la Cruz de Guía de la “Burriquilla” comience a andar caminos. Entre uno y otro instante ocurrirá lo que dijo un pregonero: «la vida en una semana». Para hacerla posible se sueña desde hogares y se gesta en esos cuarteles generales que en la Calle Pan, Plaza Fortuny o San Marcos, el inmortal José Gómez Sánchez-Reina hubiera definido como “capillas eremíticas”.

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ESPERANZA

Jornada de cultura, aquellas de debate y opinión que gestó Tres Caídas y Rosario en la calle Pavaneras, las que acendradamente ha cultivado el Huerto y las recién nacidas de la Alhambra. No soy yo nadie para corregir a Jau-

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me Vicens Vives cuando dijo que “Granada tiene dos grandes amigas: la literatura y la historia”. Da igual, la ciudad se estremece porque el teatro sagrado al que dan vida miles de cofrades, viene a nacer en la reflexión del intelecto y en la

gestión de su estética. Nace en sus tertulias y crece en sus cabildos. Es hijo de la fe pero primo hermano de la cultura. Con estas dos herramientas transcurre una semana con una capacidad de subyugar que no ha conocido nadie. Es tan espontáneo como meditado y tan plástico como racial. Esa que venimos a llamar Semana Santa es la expresión de los granadinos, con todas sus virtudes y todos sus defectos, porque en esta ciudad no existe el término medio; a fin de cuentas, como bien nos supo entender Víctor Hugo, estamos en el “Amurallado imperio de Sierra Nevada, dominios de la leyenda y la poesía, escenario de enormes tragedias y amores humanos”. Asfaltar el camino a la Semana Santa brota del corazón. Hay pueblos pasionales que transmiten su fe tal y como les nace en el alma y aflora en los labios. Son esa Andalucía del tópico mal entendido. O tal vez sí, si releemos a Alfonso Grosso y dejamos que nos diga que “Los caballos andaluces se burlan de los que al norte de Despeñaperros no creen en los centauros”. Aquella Andalucía no transmite con la razón sino con el corazón. Las procesiones de Granada son como Dios Mismo, tres en uno. Dios, Pueblo y Arte haciendo una sola cosa, extendiendo “el templo” por la calle y llevando remedios sensoriales a los que la medicina no pone en solfa. Dios anda en el alfa y el omega de lo granadino, se expresa a través del arte que es hijo del ideal y del alma y acaba llegando al pueblo. Como en la comunicación, el “emisor” no es nadie sin un receptor”. Ya tenemos la escena, la que hace posible esta magia llamada Semana Santa. Y los ingredientes, del primero y principal que es Dios al actor secundario que es el granadino. Y ahí queríamos llegar desde un principio; todo transcurre en Granada para el granadino, luego no es cosa de que se nos escape el suceso, el hecho, el acaecimiento así de sopetón. Y he aquí que mientras el espectador, (pobre él que no aspira a ser actor galán de la más


El sueño de los que esperan

para hacer de nuestra Semana Santa lo que la historia y el patrimonio nos obligan, los cofrades la soñamos en el instante mismo que se nos escapa de las manos, puede que cuando el palio de la Virgen del Triunfo firma la última de las actas del Libro de Reglas de cada año”

importante fiesta que supo y sabrá configurar Granada) redondea en el calendario festivo ocho días, el cofrade deja en blanco esa semana porque a fin de cuentas, no va dirigida a él sino a quiénes aún no han conocido a Dios por medio de la magia embriaguez de las Cofradías. Y acariciará cada instante de esos ocho días, en 357, jornadas insuficientes para gestar una ópera tan grande y trascendente. Lo hará buscando señales y detalles. Lo hará sabiéndose parte de un universo donde sólo es mota insig-

nificante. Vivirá lo que se le escapa justo a la salida de San Andrés o en los últimos compases de la vida por la calle Primavera (dejo esto a la intensidad de cada uno), en meses insospechados y en momentos impensables. Lo hará a sabiendas que hasta el mismo Buster Keaton se dio cuenta y lo sentenció diciendo: “Granada es tradición escrita a fuego y a hielo”. En efecto, dual, sin término medio, que ya lo hemos dicho. Sin la pasión emocional de la Andalucía que nos influye sino con el

entusiasmo racional que nos atribuyó la novelista estadounidense Zenna Henderson: “Granada es una máquina que fabrica belleza”. En 1948 el jesuita Francisco Javier de Lucas (S.J.) daba el Pregón Oficial de Granada; decía el genial orador que “hay tres tipos de religiones. Unas deshumanizadas, almas sin cuerpo, sin imágenes ni liturgia […] Doblemente falsas por su dogma y su falta de humanidad […] Otras excesivamente materialistas [] de dogmas ridículos que producen embrutecimiento. La religión verdadera

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ESPERANZA

está en medio […] por eso las procesiones españolas son tan verdaderas”. Pero antes de que llegue la procesión, de que el cofrade de acera, el ciudadano indolente, el espectador que no admite la invitación a subir a escena vea pasar la vida en una semana, los cofrades ya

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habremos soñado con esa Semana Santa, puede que con la siguiente y probablemente especulado con otra más. El alma de los que esperan es libre. Y estar a la altura de lo que Dios y Granada demandan, merece la cautela de la reflexión y vivirla y revivirla mil veces.

A fin de cuentas, “sólo” estamos teatralizando el acontecimiento más trascendente de la Humanidad en torno a un marco que Antonio Machado, definió como pocos: “Y sí, Granada es la ciudad más hermosa de España y quizá del mundo, pero no lo dicen las palabras, lo dicen los ojos”.


Caridad



Mirada de Nuestro Padre Jesús del Perdón En mi súplica se detiene el aire y en tu dolor,

T

el blanco inmaculado de los almendros.

al vez algún día pueda llevarme el blanco de las fachadas albayzineras, la melodía del aire en cada una de sus placetas. Las empinadas calles que me acercan al cielo de los justos, el ritmo del corazón que me late al compás del tambor. La letra gramaticalmente escrita con la pluma del alma. El eco de la plegaria sostenida en el bemol de alguna escala imaginaria. Tal vez algún día, al detenerme de nuevo ante tu mirada, pueda llevarme en mi pensamiento todo aquello que me muestras en cada una de las simétricas heridas que se rubrican en tu cuerpo. Y será entonces, cuando mis ojos crucen la frontera de lo incierto, y la última rama tiemble ante el balanceo del fruto desordenado que a su naturaleza crece, y pueda llevarme de Ti, la conciencia de lo que me muestras en este instante de muerte en el que me regalas la vida. Y querré llevarme el aullido de mis miedos en frascos de cristal de tulipa. Y querré llevarme la eternidad de amor que derrochas bajo los balcones de forja imperecedera. Y querré llevarme tu imagen de hombre y de Dios omnipotente para abrazarme a ella cuando llegue el frío. Y querré llevarme la Granada que bendices cada jueves Santo, y la sangre que aferrada al mármol de la columna, te mantiene aún erguido y valiente ante el odio de lo que somos. Tal vez Señor, algún día. Algún día pueda llevarme en este instante lo que soy renovado al verte. Lo que haces de mí cuando te miro. Solo entonces, junto a la fuente de mi plegaria, además de calmarme la sed con el esplendido surtidor de tus manos y sin que nadie lo vea, me habré llevado en mis bolsillos el impagable beso cicatrizado de tu palabra y de tu Perdón. (Y guardaré mi aurora en silencio). Por la calle abajo el Perdón, de Cristo viene, por la calle abajo. Yo estoy asomado al balcón, mi verso sobre las manos. Bendito sea el ladrón que se llevó nuestros pecados. José Manuel Rodríguez Viedma


CARIDAD

“Cuando las cofradías se introducen en Granada, contaban ya con un perfil bien definido como asociaciones de culto público y asistencia mutua…”1 En su origen, muchas de las Cofradías de Granada, y de otras ciudades, compaginan la función penitencial y procesional, con una labor asistencial vinculada a gremios profesionales. Esto nos indica la importancia que desde el origen tiene la caridad en las hermandades. ¿Es suficiente? ¿Podría haber más implicación? ¿Habría que priorizarla a los gastos que se generan en la mejora del patrimonio? No voy a entrar en esta ocasión a analizar la importancia que actualmente se le da a este aspecto en las Hermandades de Granada y su vinculación especial con algunas efemérides especiales que se viven como Coronaciones Canónicas o Aniversarios… Pero sí me gustaría reflexionar un poco sobre el tipo de caridad y el paso adelante que, en mi opinión, habría que dar en el compromiso social de nuestras corporaciones.

LA IMPORTANCIA DE LA

CARIDAD

EN LAS HERMANDADES,

HOY por Eduardo García Rodero

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CARIDAD

En el estudio que desde hace años se hace en torno a la cooperación, y el mundo de la ayuda, se habla de diferentes etapas que han ido evolucionando desde una visión más asistencial a un enfoque más basado en los derechos humanos. Tengo la impresión de que la caridad que hacemos desde las

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Cofradías está más situada en esa primera etapa que pone el acento en la asistencia a necesidades muy primarias de las personas empobrecidas en el entorno más cercano… la propia ciudad, o incluso, el mismo barrio. El enfoque de Derechos Humanos se basa en la promoción, en el

derecho que todas las personas tienen a una vida digna, y desde esta perspectiva, no es suficiente atender una manera asistencialista y un poco paternalista, las necesidades de la gente. Son necesidades que evidentemente hay que atajar, y ahí creo que las Cofradías no titubean a la hora de implicar sus bolsas de caridad, o poner en marcha comedores sociales, campañas de recogida de alimentos… El paso que yo creo que nos falta, es poner el foco también en las causas que generan pobreza y desigualdad. Centradas en las consecuencias, se nos olvida que, a través del bautismo, las personas que formamos la Iglesia estamos llamadas a una triple vocación de sacerdotes, profetas y reyes, y el don de profecía tiene un subrayado especial de denunciar las injusticias y anunciar que es posible el Reino de Dios en la tierra. Ser profetas es mirar las causas de la desigualdad, es no desviar los ojos de las personas que sufren por distintos motivos, es no ser indiferentes a lo que les pasa a nuestros hermanos y a nuestras hermanas. La caridad (charitas), tal y como la entendemos los católicos, debe estar vinculada con el amor, y cuando metemos la lógica del amor en todo esto, nos hace no sólo atender las necesidades que puedan ir surgiendo, sino preguntarnos por qué hay personas que viven así, que sufren, personas que también son hijas de Dios y, por lo tanto, merecedoras de vivir con dignidad. Nos hace plantearnos que el sufrimiento de la gente viene por haber abandonado el amor, por funcionar sin poner en el centro de nuestra vida la fraternidad, la conciencia de familia humana y preocuparnos unos por otros. Vivir desconectados de lo que le pasa a la gente y no salir de la burbuja en la que nos centramos en nuestro propio bienestar. Entrar en la lógica del amor cuestiona la propia vida y compromete de una manera especial. Esta lógica del amor que nos revela Jesucristo (poco frecuente en nuestra sociedad y en nuestro



CARIDAD

mundo actual), hace que nos hagamos cargo de la realidad, que pongamos en el centro a los que son favoritos del Señor (como una y otra vez nos relatan los evangelistas), que nos queramos… y desde ahí, no podemos vivir indiferentes a las personas migrantes, a las que viven en la calle, a las que se quedan sin vivienda, a las que están sin trabajo, o a las que viven explotadas y marginadas. Esta llamada es una llamada personal de todos los bautizados, pero como es tan difícil ser un “llanero solitario”, las Hermandades y Cofradías son colectivos extraordinarios para vivir esto de manera colectiva, de apoyarnos unas personas en otras, de compartir inquietudes. La complejidad del mundo en el que vivimos nos exige ser audaces y creativos en las soluciones, y luchar, también desde el ámbito cofrade, por un mundo en el que reine la justicia. Como cristianos no podemos vivir despegados de esta llamada. 1 López Muñoz, Miguel Luis: Las cofradías de penitencia de Granada en la edad moderna (Gazeta de Antropología, 1995, 11, artículo 12)

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CARIDAD

LA CARIDAD

EN LAS HERMANDADES por José A. Maroto Fernández El mismo día que me pidieron un artículo sobre hermandades y caridad, ocurrieron dos hechos absolutamente contrapuestos sin relación alguna pero que hicieron que este artículo prácticamente se escribiera solo. El primero es de algo de lo que hablamos los cofrades en las barras de bar pero de lo que no opinamos (y hacemos bien) de forma pública, se trata de un hecho político, en particular me refiero a la noticia que vio la luz recientemente sobre un antiguo artículo periodístico publicado por la hoy nueva Consejera de Igualdad de la Junta de Andalucía donde entre otras muchas cuestiones acusaba a los cofrades de una “doble moral”. El segundo hecho que hizo que este artículo se escribiera prácticamente solo, sucedió apenas a 100 metros de mi casa, la misma noche que me fui a dormir pensando en como enfocar estas humildes letras, un vecino habitual de mi barrio que por circunstancias de

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CARIDAD

la vida dormía en la puerta de un banco, moría bajo un par de mantas y junto una maleta que siempre llevaba consigo y donde atesoraba lo poco que le quedaba en esta vida. Si no queremos ser lo que esa política decía de nosotros, debemos aprender lecciones como esta. No es que sea necesario tener un presupuesto de caridad en las hermandades, es que lo contrario sería convertir esto en un sin sentido. Sería permitir que Cristo encarnado en nuestros semejantes siga muriendo solo y abandonado en el silencio de una fría madrugada. Siempre que se habla de caridad en las hermandades se me viene a la cabeza el caso que un hermano mayor me contó un día sobre un hermano de su hermandad, me decía que siempre que tocaba cabildo de cuentas, ese hermano su primera mirada era para la partida de caridad, la miraba, la escrutaba de arriba abajo y en décimas de segundo era capaz de calcular el porcentaje sobre el total de ingresos y si se había producido algún recorte o no sobre los 10 años anteriores. Gran mérito el suyo. Esta hermandad en los últimos años había destacado por avanzar notablemente en proyectos de voluntariado y ayuda social, pero a su hermano mayor le llamaba la atención que este hermano nunca hablara de ese tema. Un día en privado le preguntó, y la respuesta fue que al final en esta vida lo que importa es el dinero y que por tanto la caridad en una Hermandad había que medirla por el dinero que se destinaba a ella.

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CARIDAD

La partida de caridad debería tener al menos tres apartados en todas las cuentas de una Hermandad, uno tangible y monetario. No nos engañemos, al final en esta vida sin economía poco puedes hacer, pero también haría

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falta incluir otros dos apartados intangibles tan valiosos o mas que el anterior, uno basado en el tiempo, las horas de los hermanos destinadas a voluntariado, colaboración social o simplemente a ayudar a los demás y el otro rela-

tivo a la propia caridad de unos con otros, a entender y perdonar a los hermanos y a ser caritativos con los fallos ajenos y propios. Cuanto cambiaría la percepción de toda la sociedad que nos rodea y que hoy en día nos acusa


La Caridad en las Hermandades

de “doble moral” si dejáramos de ver la partida de caridad de las hermandades como un simple porcentaje. Si entendiéramos que la caridad en las hermandades debe ser un medio para entregarnos nosotros mismos a los demás, no las monedas que nos sobran o el porcentaje al que nos obligan, sino nosotros, nuestro tiempo, nuestra compañía, nuestra comprensión, nuestro apoyo a los demás. Afortunadamente nuestra Semana Santa, ha evolucionado desde el punto de vista estético, humano y religioso, incluso desde el punto de vista de la caridad, pero aún nos queda un largo recorrido hasta que dejemos de mirar la caridad como un simple porcentaje en un presupuesto y valoremos que realmente debe ir acompañado de un compromiso institucional y personal de cada uno de los cofrades que integramos la Hermandad. Salimos a la calle a dar testimonio público de nuestra Fe. Le decimos a nuestra ciudad que creemos en Cristo y en su Inmaculada Madre, la Virgen María, pero quizás aún nos falta salir a la calle y dar testimonio de nuestro compromiso como cristianos y como cofrades justo con los que más lo necesitan.

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Mirada del Santísimo Cristo de la Expiración Cristo que cruzas el río. ¿Quién soy yo para mirarte?

M

e sumerjo entre tus brazos abiertos de par en par. Imagino que apenas tengo tiempo de poder decirte todas aquellas cosas que debí decirte cuando el rosal aún no era jardín en tu frente. Cuando el árbol se poblaba de ramas, de hojas y su tronco no formaba templanza de leño en forma de cruz. Cuando el agua era río de geniles que cruzaba risas infantiles de escolapias fachadas. Y recuerdo aquellas luces y fuegos, y recuerdo mi niñez. Ahora quizás no tenga tiempo porque mueres, de dedicarte otra palabra que no sea la justa o un suspiro más que el necesario, que a tu clavo, llegue para decirte que aún estoy aquí. Te miro, Cristo de la Expiración, sin que apenas tengas tiempo de advertirme rendido a tus plantas. Soy otra agua y otro río. Te alzas majestuoso en el verso del poeta y eres rima grandilocuente de palabras y metáforas, y me niego a ser testigo de tu muerte para contarla, si con ello no aprendo con tu muerte a vivir de otra manera. Distingo la penumbra de la sombra de tu cuerpo en la Carrera y tu vista alzada al preámbulo del universo que creaste con tus manos. ¿Quién soy yo Señor, para mirarte ahora? Para pedir el auxilio de mis males y el exilio de mis odios. Me sumerjo entre tus brazos y cierro los ojos para estar más cerca de ti, ahora, justo en el instante en el que el capataz ha hecho sonar el martillo y el vergel de la primavera que a tus pies crece ha comenzado a brotar de nuevo hasta alejarte de mi vista. ¡Te vas! Cristo Crucificado. Imagino que apenas tengo tiempo de agachar la cabeza e implorar un nuevo rezo. Ahora que estás apunto de expirar, me acuerdo de aquel río y del agua. Cuando tu sangre era vida, y tu boca una sonrisa de alelí entre un millón de palabras. Crucificado te vas Cristo, de mirada triste al universo. Lo mismo que habías dicho. ¡Señor! todo está hecho. Colgado de la rama, un mirlo, desprendido de tu boca el beso. José Manuel Rodríguez Viedma


CARIDAD

HERMANDADES DE

CARIDAD por José L. Ramírez Domenech

“En nuestra vida es necesario escuchar la llamada de los pobres y ayudarles. Hay muchas personas en nuestra sociedad que viven en una grave situación de desigualdad y pobreza. Muchas veces su llamada es fuerte, pero es poco escuchada. En este sentido debemos tender la mano y ayudar con nuestras posibilidades a quien lo necesite” De esta forma se dirige nuestro hermano Carlos Hernández, tesorero de nuestra Asociación, al resto

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de asociados en el inicio de su artículo en la revista anual que publicamos con ocasión de la festividad de nuestro santo Patrón, San Juan de Dios. Y es que para la Asociación del Santo Escapulario de San Juan de Dios, nombre real de la Hermandad que venera al Santo Copatrón de Granada, la caridad es su fin primordial y último. Hace ya tiempo, el Código de Derecho Canónico, distinguía entre

hermandades de culto y hermandades de caridad, y entre las primeras entre las de culto interno, y las de culto y procesión, a las que se adscribían la gran mayoría de las existentes. Hoy, la distinción apenas tiene efecto, pues las hermandades “de culto” realizan una obra social encomiable, y las de “caridad” también proporcionan culto, inclusive externo, a sus titulares. Habitualmente los artículos de esta revista que patrocina la Cade-



CARIDAD

na COPE en Granada, con ocasión de la Semana Santa, versan más sobre hermandades de culto y procesión, cual son las penitenciales que llenan esos días las calles de nuestra ciudad con las manifestaciones religiosas que recuerdan la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesús, pero yo estoy escribiendo este artículo en fecha próxima al inicio de la Cuaresma, justamente el día en que el Santo Patrón de Granada, procesiona por las calles de su ciudad. Y quiero hablarles de un tipo de hermandad distinta, la que dedica su primordial atención a los necesitados, y sobre todo a los que –con definiciones actuales, sobre todo desde el inicio de la crisis– llamaríamos “pobreza vergonzante”. La Asociación del Santo Escapulario, erigida en Roma, pero con sede principal en Granada, es una hermandad “de caridad”. No es la única en nuestra ciudad, la Hermandad del Refugio y de la Caridad, es buena prueba de ello,

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pero si esta se dedica –desde el siglo XVI– a dar refugio y comida a los menesterosos, hoy con la forma de Residencia de ancianos, nuestra Asociación se dedica a “sacarles del atolladero”. La ingente obra social de la Orden Hospitalaria en nuestra ciudad, da de comer al hambriento, viste al desnudo, da posada al peregrino e intenta curar al enfermo, y una pequeña parte de ella, la que corresponde a nuestra Hermandad, les paga la luz, el agua, los alquileres, la contribución, y tantas y tantas cosas que, a veces, por cantidades que a cualquiera de nosotros nos parecerían nimias, son capaces de arruinar la vida de las personas. Nuestros Estatutos determinan que los ingresos ordinarios de la Hermandad han de ser dedicados al 100% a “obras de caridad”, ni siquiera nos permitirían “stricto sensu” costear los cultos anuales al Santo y mucho menos su procesión. Si lo hacemos es gracias a la generosidad de otras instituciones, y de otras hermandades con las que tenemos “vínculo especial”. Los coros actuantes en la novena lo hacen de forma altruista,

Las flores que adornan el paso, las ofrendan los vecinos y devotos una a una, las bandas que nos acompañan –el Despojado viene haciéndolo desde tiempo atrás– son totalmente gratuitas, cada año una de las hermandades vinculadas cede a sus cuerpos litúrgicos y a sus costaleros para portar el paso patronal…y así todo; todo dependiendo de la generosidad de quienes acuden a la llamada del santo de los pobres. Estamos en un mundo para amar, es la misión que nos ha asignado el Señor y queremos cumplirla. Dice el apóstol que quien diga que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su hermano, a quien ve, es un mentiroso. En un mundo en el que impera el odio, la envidia y la venganza, en el que “el yo” prima sobre cualquier otra consideración, es necesario permanentemente que nos recuerden que nuestro hermano es aquel



CARIDAD

En un mundo en el que impera el odio, la envidia y la venganza, en el que “el yo” prima sobre cualquier otra consideración, es necesario permanentemente que nos recuerden que nuestro hermano es aquel que en un momento crítico nos tiende la mano porque necesita de nuestra ayuda”

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que en un momento crítico nos tiende la mano porque necesita de nuestra ayuda. Nos decía nuestro padre director, Fray Juan José Hernández Torres, en el transcurso de la novena dedicada al Santo Patrón de Granada, que no basta con una limosna para indicar nuestro amor a los demás. Recordaba las palabras de Pablo, “Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que suena o unos platillos que aturden….aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres, si no tengo amor, no me sirve para nada”. El dar más preciado es el “darse a si mismo”, compartir –de corazón– el problema de los demás. Es difícil, ¡claro que sí!...¿imposible?, lo dijo el propio Jesús: nada hay imposible para Dios. Decía San Juan de Dios en la tercera carta a la duquesa de Sesa: (Después de amar a Dios) ”la segunda es la caridad, teniendo caridad primero con nuestras almas, limpiándolas con la confesión y la penitencia, después caridad con nuestros prójimos y hermanos, que-

riendo para ellos lo que queremos para nosotros”. Hacen falta modelos de referencia, que sin estar politizados y sin ambigüedades, puedan ayudarnos a realizar la caridad de una manera coherente. San Juan de Dios aportó ya –en el siglo XVI– un estilo, donde lo principal y único era la persona por el hecho de serlo, sin importarle credo, raza o situación. En el mundo que nos ha tocado vivir tiene el mismo significado e importancia su ejemplo. La Renovación del mundo está vinculada al amor fraterno. (De los pensamientos diarios de la Novena al Santo). Rebajarse de las propias estructuras personales, hacerse uno más con los demás, debería ser el fin último de cualquier cristiano, pero eso es algo que está al alcance de unos pocos que, con una devoción sincera, son ayudados por la fuerza de una fe indestructible en el poder regenerador del Señor. Yo los veo día a día en mi derredor, lo hacen en el hospital, lo hacen en el comedor, lo hacen en la atención primaria al necesitado; son los miembros de la orden hospitalaria, a quienes en nuestra Hermandad tenemos como ejemplo y tratamos de imitar. No son, claro, como el Padre fundador, él era un Santo de Dios, pero se esfuerzan en parecérsele, y a fe mía que por la opinión de los necesitados a los que ayudan deben conseguirlo. Una Hermandad de caridad ¿algo anacrónico en el siglo XXI, donde el Estado debería cubrir todo y proporcionar una sociedad igualitaria?... no tienen nada más que pasarse por los comedores existentes en los bajos del Hospital de San Rafael, o por cualquiera de los de otras asociaciones religiosas o seglares para tener la respuesta. “¿Quién se hace bien a sí mismo, ayudando a los demás? (San Juan de Dios, Pregón por las calles de Ganada). Nuestra Hermandad está abierta a tu colaboración. No tienes más que llamar al 958275700 y preguntar por Victor, él o cualquiera de nuestros hermanos. te conducirá a su interior. Necesitamos tu ayuda…¿estás dispuest@?



CARIDAD

PORQUE TUVE HAMBRE Y ME DISTEIS DE

COMER por Francisco Manuel Albea Torres

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Porque tuve hambre y me disteis de comer

Quisiera hacer una reflexión y contar mis vivencias en relación a una de labores más importantes y gratificantes que las Hermandades hacen, o deberían hacer con mayor frecuencia, tanto cualitativamente como cuantitativamente , me refiero al Voluntariado Social. En este caso, se trata del Voluntariado en el comedor social de San Juan de Dios y en donde las Hermandades de Penitencia, que tienen por distintos motivos una vinculación especial con la Orden Hospitalaria de los Hermanos de San Juan de Dios, colaboran semanalmente y en función de sus posibilidades en dicho comedor. Alejado de los focos de la música, del costal, del incienso, de la flor, de la bulla, de los enseres, y que tanto nos gusta a los cofrades, hay un espacio y un lugar, de sufrimiento, de dolor, de indigencia, de enfermedades, de adicciones y en donde en-

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CARIDAD

tiendo los cristianos y por ende los cofrades debemos estar, poniendo un granito de arena, para tratar de erradicar esos males o por lo menos ayudar y consolar a semejantes nuestros que lo están pasando mal. Reconozco mis temores, mis debilidades y respetos humanos la primera vez que entré en San Ra-

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fael para esta labor, pero la recompensa de poder colaborar ¡¡¡SOLO DOS HORAS UNA VEZ AL MES!!! superó con creces mis temores iniciales. El agradecimiento de nuestros hermanos más necesitados al servirle un plato de comida caliente y que en muchos casos no vuelven a comer hasta el día siguiente,

la expresión de sus rostros, a veces de vergüenza y tristeza, porque sólo Dios sabe las historias que hay detrás de esas personas que visitan diariamente el comedor del Copatrón de Granada. Y no nos engañemos, nadie y digo nadie está exento de verse en esa situación; una mala racha económica en los nego-



CARIDAD

Alejado de los focos de la música, del costal, del incienso, de la flor, de la bulla, de los enseres, y que tanto nos gusta a los cofrades, hay un espacio y un lugar, de sufrimiento, de dolor, de indigencia, de enfermedades, de adicciones”

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cios, un desempleo que se alarga más de lo deseado y puede dar con nuestros huesos en la misma situación de ese centenar de personas que diariamente acuden a comer, porque nada tienen. En estos tiempos que tanto se ataca a la Iglesia Católica desde distintos sectores de nuestra sociedad, hay que poner en valor la labor de la Orden Hospitalaria que fundó Juan Ciudad y que tan ligada está a la vida de los granadinos. Y las Hermandades, como parte de la Iglesia, estamos obligados y llamados a colaborar. Somos Hermandad 364 días al año y sólo uno Cofradía, el día

de nuestra Estación de Penitencia como marcan nuestras reglas, y eso es hacer Hermandad. El Niño Jesús de Gaucín ya se lo dijo a San Juan de Dios “Granada será tu Cruz” y esa Cruz se ve a diario en dicho Comedor, y lo más bonito e impactante, es que la Orden Hospitalaria ( más allá de cumplir unos requisitos mínimos para beneficiarse de esta ayuda, por otro lado obvios para evitar la picaresca, que de todo hay en la Viña del Señor) no mira siquiera la raza, ni credos de los que acuden a saciar su hambre, y sabemos que otras religiones que profesan muchos de los que allí acuden han atacado de manera gravísima a la religión cristiana. Desde estas líneas invito a los cofrades de nuestra ciudad a que se sumen a dicho voluntariado, que no sólo sean las Cofradías con vinculación a San Juan de Dios, que sean todas las que forman parten de la Real Federación de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de nuestra bendita tierra de María , que se sumen también las de Gloria y que todos sumemos con nuestra pequeña aportación de tiempo una ayuda a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Son los pobres los que nos dan la oportunidad de hacer buenas obras, es Dios que nos pide hagamos obras de Misericordia, es la bendición de aliviar un poco al que carece hasta de lo necesario. ¿ Cuánto tiempo le dedicamos a los ensayos?¿ y a la limpieza de enseres? ¿ Y en los bares de la Casa de Hermandad? ¿ Y a la presentación de carteles y conciertos de Bandas? Os aseguro que la experiencia ayuda a tener mayor empatía con nuestros semejantes, y a entender el verdadero significado de ser cofrade. En mi caso, puedo afirmar que nunca he sentido y siento mayor orgullo de pertenecer a mi corporación nazarena, cuando al filo de las dos de la tarde de un sábado cualquiera abandono el Hospital de San Juan de Dios, tras aportar un pequeño grano de arena a la labor ingente que los Hermanos de la Orden de S. Juan de Dios realizan a diario con el necesitado.


Ăšltimo tramo



Mirada de la Oración de Nuestro Señor en el Huerto de los Olivos Arrodillado estás ¡Jesús! Y solo Granada es la luz de todos tus sueños.

M

e detengo en el lunes Santo. He deshojado el último segundo de mi reloj en la primavera de mi muñeca y buscado en la noche del insomnio y el miedo, la dulzura de tu rostro magistral sobre las hechuras que inverosímiles creó la inspiración del ser humano. He corrido a buscarte para detenerme bajo tu semblanza, para sentir una vez más como tu voz me susurra ¡despierta! ¡despierta! cada vez que mis ojos se cierran para soñar con otro mundo de egoísmos y vanidades, de silencios y de febriles locuras. Y ahora que te miro, vuelvo a despertarme. ¡Cómo siempre! Tú Señor, que adormeces bajo tu olivo la fiera del pecado, que haces temblar cada pétalo con la cadencia de tu mano tierna de pan, la semilla de los trigales del universo. He corrido a buscarte. Quizás para decirte, “mírame señor, estoy despierto” Estoy aquí bajo tus plantas. Trazando con el aire el bostezo de mi beso para hacerlo llegar hasta tu rostro, simulando que es otro pétalo rehecho de la flor que pusiste la primera vez en mi alma a sabiendas que siempre fue tuya. Y no dormiré más, señor, cuando me llames. Y buscaré la luna redonda de la madrugada cuando Morfeo la pinte sobre los lienzos de las Comendadoras que te cobijan. Y te buscaré cada lunes Santo de Madrugada, cuando tu dedo señale la rosa de las granadas y pretenda ser gota de tu primera sangre. Te miro Señor, ¡Estoy despierto! ¡Cómo dormir ahora! Si estoy sintiendo tu palabra en la flor de tu mirada, y el eco de mi alma vuela en este beso que nunca fue aire. Despierta, humanidad dormida. Despierta tierra de los vivos, el trigo y el pan es la comida hecho huerto en los olivos. Es Jesús, que nos devuelve a la vida, sueño vivo en los dormidos. José Manuel Rodríguez Viedma


ÚLTIMO TRAMO

EL LEGADO DE UNA

VIDA

por Felipe Cañizares Navarro Fue en mayo de 2015, durante la procesión de María Auxiliadora de la Alhambra, cuando tuve el gran honor de que fuera estrenada una de las marchas que más ilusión me ha hecho componer y de las que más orgulloso me siento. “El legado de una vida” se ha convertido desde entonces en un himno, en una de esas marchas que no dejamos de interpretar allá donde vamos, en resumen, en una declaración de intenciones de una formación musical a una persona que ha sido y es pilar fundamental de nuestro crecimiento como cofrades, como hermanos y como personas, en nuestro particular homenaje a Manuel Padial Padial, nuestro querido “Manolón”. Dicen que las mejores esencias se guardan en frascos pequeños, pero en esta ciudad en la que todo es posible hasta el refranero popular se equivoca, ya que Manolo es la antítesis perfecta de esta frase hecha persona. Abnegado en el trabajo para su hermandad y ejemplo de amor a sus titulares, ha dejado a toda Granada un legado cofrade que estoy seguro que no calibramos a día de hoy con total exactitud. La creación del primer “grupo joven” dentro de una hermandad, el “Pregón de la Juventud”, la recuperación de la “Procesión de los Facundillos” son apenas algunas de las gestas en las que ha estado implicado, siempre en un segundo plano, pero como eje fundamental de las mismas. La historia de la Semana

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ÚLTIMO TRAMO

Santa de Granada no puede entenderse en los últimos 30 años sin su persona. Aunque no recuerdo con exactitud desde cuando nos conocemos, fue en el año 2004 ante la creación de la Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús, cuando comenzó una amistad que perdura hasta el día de hoy. Él fue uno de los impulsores del consolidado proyecto que es hoy nuestra formación musical y desde el primer momento quiso brindarnos su apoyo, su sabiduría y su trabajo incansable a nosotros, unos jóvenes inexpertos que de repente veían un sueño hecho realidad, como era el acompañar con su música al Señor de la Humildad. Sin su ayuda, sus

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constantes visitas a los ensayos y sus enseñanzas sobre nuestra hermandad hoy quizás no seríamos quienes somos, nuestra gratitud siempre será eterna. A su lado jamás nos ha faltado una llamada, un consejo, el contacto preciso para organizar un evento o incluso, por qué no decirlo, alguna riña cuando nuestras alocadas ideas no le parecían bien y, como buen sabio, casi siempre acababa teniendo razón. A su alrededor conformamos un equipo de personas que hemos aprendido a ser cofrades, a entender que en una hermandad lo importante no es el cargo, sino el trabajo y, ante todo, a profesar un amor incondicional por nuestros titulares. Los

“embolados de Manolón”, como cariñosamente llamábamos a sus ocurrencias, han acabado convirtiéndose en actos que hoy en día todavía perduran… ¡Cuanta falta hacen más gente como él en nuestra Semana Santa! Mis recuerdos del Martes Santo siempre están ligados a ese momento en el que su figura desgarbada se acerca a mí, con su traje de chaqueta, medalla al cuello y una cara de felicidad e ilusión como si fuera su primera Semana Santa. Manuel vive cada día de la misma como un niño y es esa visión la que nos ha transmitido a muchos. Fuera de los roces o disputas que, como en todo grupo de personas, puedan surgir, por encima de todo


El legado de una vida

eso, está el amor a nuestros titulares y la ilusión de seguir encendiendo cada año la llama de la tradición y la fe. Ver la vida con ojos de niño te permite crear, inventar, soñar… ese es Manolo. Además para mi familia es uno más, tengo la suerte de que mis hijos y mi esposa lo adoran y sé que el cariño es mutuo. Visitarlo es como ir a ver a los abuelos, es parte de la familia, esa familia que las cofradías son capaces de darnos y sin la que no sabemos vivir, esa familia que se une bajo la mirada de un Padre y una Madre comunes, esa familia que vive los 365 días del año esperando una fecha señalada en el calendario. Esa “familia de las cofradías” sigue a su lado, ayudándolo en todo lo posible intentando devolver, aunque sea en una mínima parte, lo entregado por él durante toda su vida. Gente de bien que ha sabido entender “de qué va esto de las cofradías”. No quiero cerrar este pequeño texto sin decir que Manuel lleva a gala ser granadino del Barrio del Realejo. Su amor por la ciudad se vió recompensado por el Ayuntamiento de Granada, al concederle en el año 2015 el galardón “Vecino ejemplar de Granada”, en un acto celebrado en el Salón de Plenos del consistorio. Una jornada en la que muchos de sus amigos estuvimos a su lado y que recordamos

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ÚLTIMO TRAMO

Dicen que las mejores esencias se guardan en frascos pequeños, pero en esta ciudad en la que todo es posible hasta el refranero popular se equivoca, ya que Manolo es la antítesis perfecta de esta frase hecha persona”

con inmenso cariño. También en 2015 la Cofradía del Señor de la Humildad tuvo a bien entregarle el máximo galardón de la misma, la Cañilla de Plata, que recibió emocionado. ¿Para cúando un homenaje de toda la Granada Cofrade? Ahí lo dejo... Solo me queda decirte GRACIAS MANOLO, gracias por ser como eres, gracias por haberme brindado tu amistad y gracias por permitirme formar parte de tu vida. Con nosotros tu legado sigue más vivo que nunca...

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ÚLTIMO TRAMO

La imagen del Cristo del Zapato o Cristo de Lucca recibe culto actualmente en la tercera capilla de la nave de la epístola de la iglesia de San Antón, dedicada a san Luis de los franceses. Es una escultura de tamaño académico, realizada en madera tallada y policromada. Representa a Cristo vivo, vestido de sacerdote con una túnica de airosos volúmenes también tallada, de la que destaca su rico estofado con decoración vegetal. Crucificado con los pies en paralelo y no cruzados como es habitual, calza un zapato dorado en su pie izquierdo, el cual es al mismo tiempo su principal atributo iconográfico, el derecho posee la llaga pero no el clavo. Probablemente date de finales del siglo XVIII, si bien su cronología es incierta. Gracias a una estampa de tiempos del arzobispo Antonio Jorge y Galván, conservada en el Museo de la Casa de los Tiros de Granada, sabemos que fue venerado por los religiosos franciscanos terceros de penitencia del convento de San Antonio Abad y que contó con una cofradía. El grabado al que nos referimos data del año 1787 y se trata de una calcografía realizada por Juan de Laríz, en cuyo cuerpo superior posee la inscripción: «Rex Tremende Majestatis». Dicha estampa representa en un primer plano al crucificado en su altar, escenificándose como telón de fondo

EL CRISTO DEL

ZAPATO:

Historia de una devoción universal por José María Valverde Tercedor 114



ÚLTIMO TRAMO

el milagro del arribo del Cristo de Lucca (Francisco Izquierdo, 2003: 86-87). Los orígenes de la devoción al Cristo del Zapato son muy antiguos y su ámbito de expansión sobrepasa las fronteras, siendo en

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Italia, concretamente en la ciudad de Lucca, donde se gestó a raíz de la misteriosa llegada en el siglo VIII de la imagen de un crucificado en una embarcación. Cuenta la leyenda que fue realizado por Nicodemo al final de su vida por in-

tervención sobrenatural, por lo que se trata de una imagen «acheropita», no hecha por la mano humana (Diego Símini, 2001: 63). Francisco Pacheco en su tratado Arte de la Pintura recoge la tradición y usa esta escultura para refrendar que el modo más correcto de representar a Jesús crucificado es con cuatro clavos. Dice de ella que se trata de «la más antigua i primera i labrada, i hecha de escultura de cedro, por las manos de uno de los principales ombres de Iudea, discípulo oculto de Cristo que fue Nicodemus, que vido, i considerò mui bien los cuatro clavos, como quien desclavó, i descindió a nuestro Redentor de la cruz…». El pintor sevillano no es parco en detalles y analiza la pieza en su doble vertiente: devocional y formal. En lo que respecta a los zapatos narra que junto al resto de sus ornamentos son posteriores, aunque «no la añadió Nicodemos, sino que algunos devotos de la imagen con voluntad de Dios manifestada por un ángel, pusieron esto al crucifijo […] (Francisco Pacheco, 1649: 617)». Por diversas causas, entre las que se encuentra el hecho de ser Lucca tierra de ricos mercaderes y punto intermedio en el camino europeo de peregrinación a Roma, las copias de esta imagen son muy numerosas en el viejo continente. España no es excepción. Entre las representaciones del Cristo del Zapato que cita Pacheco se encuentra la hoy perdida de la Catedral de Valencia y la de Atocha: «otra copia del, como dos vezes el natural, con su túnica morada i corona imperial está en el Asseu de la ciudad de Valencia, i también está así el que emos dicho del convento de Atocha» (Francisco Pacheco, 1649: 617). La talla italiana actual del Cristo de Lucca es una imagen-relicario. Datada entre los siglos XII y XIII, es venerada en la Catedral de San Martino. Si realizamos un estudio comparativo con la de Granada, existen una serie de similitudes, entre las que destacamos las siguientes: ambas representan la Maiestas Domini, al tratarse de Cristo vivo y vencedor sobre la



ÚLTIMO TRAMO

muerte. Tienen barba bífida, y bigote estilizado dejando despejada la boca y están ataviadas con colobium, hábito sacerdotal talar de origen romano. Por otro lado, las diferencias más notables las encontramos principalmente en: los rasgos anatómicos y faciales, mucho más naturalizados en la obra granadina y en la corona, de espinas en la escultura de San Antón y de emperador en la italiana, elemento este que también la aleja del natural debido a que, «siendo su sagrada cabeça coronada de espinas en el original, en este trasunto la tiene con imperial corona» (Bernardino

la imagen del Cristo del Zapato de San Antón recrea una de las devociones de Cristo más universales y cuenta con un rico y fructífero pasado” 118

Blancalana, 1638: 57v.). Al mismo tiempo la imagen italiana es escoltada por un círculo abierto, a modo de mandorla, y en la granadina este se adorna por una ráfaga de plata sobredorada con pronunciados resplandores más propia del barroco. Otra singularidad de la talla de Granada es la presencia de una estola cruzada en el pecho tallada, mientras a la imagen italiana se le añade en ocasiones de tela junto a un largo tonelete y el resto de atributos que combinan lujosos tejidos y joyas. Para concluir apuntamos que como podemos comprobar la ima-

gen del Cristo del Zapato de San Antón recrea una de las devociones de Cristo más universales y cuenta con un rico y fructífero pasado. La devoción al Cristo del Zapato está muy extendida en la provincia granadina, concretamente en el Valle de Lecrín. El principal testimonio de este culto es la ermita homónima de Pinos del Valle, donde se venera en una tabla devocional de difícil clasificación. En ella es acompañada por san Roque y san Sebastián, santos vinculados a las epidemias y cuya presencia es muy habitual en las ermitas rurales.




Mirada de Santa María de la Alhambra Coronada Qué los surtidores callen su música y

N

la Alhambra el bronce de sus campanas.

o bastará un instante, un intervalo de vida o de sueño, una fantasía, una mirada. ¡Quién! ante el magisterio único que proviene de tu impresionante efigie, no ha de quedar embargado para siempre entre la perplejidad de lo real o la quimera. María Santísima de las Angustias de la Alhambra Coronada. ¡Quién! al sigilo de tu silencioso aldabonazo de fe, es incapaz de abrir el alma de par en par. ¿Quién no ha de necesitar doctorarse ante tus ojos para más tarde hacer doctrina entre lo humano y misericordioso y todo lo imposible? Solo la imaginación es capaz de hacer que en mi retina perdure todo aquello que llega a borbotones desde el sublime surtidor por donde se escapan tus lágrimas. ¿Quién ha de imaginarse que existe tanta belleza desde el dolor y tanto amor, escurridizo en la muerte que se abre a tu regazo? Solo así es fácil entender, que hasta Granada caiga rendida en ahambreña alfombra de naranjos y de almendros. Que todas las torres y campanas ciñan su barro y su bronce al único son de tu martirio. Y que sean sus ríos, Darros y Geniles, gitanillos de fragua que suplican por tus penas. Solo ha de entenderse que es Granada quien se apresura a crecer en la punta de tus dedos para estar más cerca de sus sienes sin espinas. ¡Una mirada no basta! Todo lo más una vida se te ha de estar observando, mimando, abrazando para con ello entender que a tu sufragio de madre ha de correr toda Granada. En tu boca de obra perfecta, han de anidar todos y cada uno de sus suspiros eternos y en la cicatriz de tu alma, posarse todas y cada una, de las palomas del mundo. Solo así se ha de parar el tiempo. Cuando un alo de luz ponga la vida en tu hijo y mi beso enmudecido, una ternura nueva sobre su frente. Leones son de piedra surtidores de agua blanca, de Gomérez por su cuesta viene bajando la Alhambra. A ver quien ahora se presta a no ser beso. A no ser agua. José Manuel Rodríguez Viedma


ร LTIMO TRAMO

REDES

SOCIALES Y HERMANDADES por Manuel Fernรกndez La-Chica 122


Redes sociales y Hermandades

La era tecnológica en la que vivimos hoy en día es un hervidero de información, en este nuevo mundo digital, las redes sociales abarcan la mayor parte de la actividad en Internet, tal es su impacto que han pasado a formar parte esencial de la vida de muchas personas. Si esto lo extrapolamos al ámbito de las hermandades y cofradías nos podemos encontrar diversidad de aspectos a favor y en contra de todo lo que conlleva la publicación de contenido. Cada vez es más frecuente encontrarnos hermandades con un vocal o persona encargada de la comunicación en las redes sociales oficiales, esto es debido a que empezamos a ver estos canales como una forma más directa de llegar al público a lo que estábamos acostumbrados, aunque el correo electrónico y el correo postal sigue siendo el principal medio de

información para los propios hermanos, es necesario hoy en día que las hermandades lleguen aún más lejos. El mundo de las cofradías se está actualizando, tertulias, presentaciones de carteles, incluso en algunos canales oficiales de hermandades podemos ver los Cultos y la Función Principal en directo desde cualquier dispositivo, esto se debe a la diversidad de opciones a la hora de elegir que tipo de información queremos compartir y a qué público queremos dirigirnos, existen métodos como los canales de WhatsApp, donde sólo el administrador publicará y valdrá a la hermandad para de forma directa y con la app más usada llegar directamente al teléfono, hasta los canales de Youtube dónde de la forma más visual posible podremos mostrarle al hermano las normas básicas de la estación de penitencia por ejemplo.

Todo esto tiene sus ventajas, principalmente la de llegar a todo el público objetivo en cuestión de un tiempo muy reducido, pero también tiene sus posibles desventajas, debemos cuidar la asistencia a los actos, y este podría ser un principal problema que daría para escribir mucho. Las hermandades siempre han tenido la necesidad de comunicarse, tanto con los propios hermanos como con diversidad de público que podría tener interés en sus actividades o incluso por pura devoción de los Sagrados Titulares. Por este motivo, un canal social de una hermandad debe tener claro desde el primer momento cuál debe ser la línea de acción y publicación de contenido. Tampoco sería mala idea que las juntas de gobierno dedicaran un pequeño apartado en sus reuniones para analizar estos canales ya que se han con-

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ÚLTIMO TRAMO

vertido como hemos reiterado ya, en las principales vías de comunicación. Igual que se preparan presupuestos, calendarios de actividades, ¿Porque no construir una

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guía de a quién se quiere llegar?, las posibilidades que nos ofrecen estas redes son infinitas y todo dependerá del uso y planificación de la hermandad.



ÚLTIMO TRAMO

La era tecnológica en la que vivimos hoy en día es un hervidero de información, en este nuevo mundo digital, las redes sociales abarcan la mayor parte de la actividad en Internet, tal es su impacto que han pasado a formar parte esencial de la vida de muchas personas”

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Respecto al contenido publicado, hay que reconocer que las fotos y vídeos es lo más demandado. Pero las redes sociales deberían de ser también un medio de transmisión de los valores que se quieren promulgar, actividades solidarias, proyectos de caridad, invitar a los hermanos a participar en los actos de formación y lo más importante, incentivar la participación en los cultos. El contenido debe ser de calidad, sorprender haciéndolo más visual y atractivo, llamar la atención de una forma directa y transparente, y siempre cuidando la forma en la que se publica, haciéndolo de una forma general y nunca personal, y todo esto, sin aburrir a los seguidores, no se trata de estar, se trata de hacerlo bien, para ello también se pueden tomar una serie de buenas

prácticas, cómo por ejemplo realizar un calendario de publicaciones semanales, comprobar las mejores horas para publicar y conocer al público objetivo, cuidar al máximo la ortografía.


Redes sociales y Hermandades

Se augura un buen futuro, la propia búsqueda de las hermandades por conseguir una mayor relación con el público en general hará que se esmeren en encontrar la vía correcta para hacer todo esto posible. Desde estas lineas animo a todas las hermandades y cofradías a que hagan uso de la red para llevar a cabo las labores informativas y de comunicación que tan necesarias se han convertido, cada vez las personas somos más impacientes, y lo que nos demanda el futuro es tener la información siempre directa y al momento.. La vía de la información física debe continuar puesto que no todo el mundo tiene un acceso tecnológico a su alcance, pero estamos en el siglo XXI y la Iglesia nos demanda una nueva Evangelización y para llevarla a cabo debemos de utilizar toda la capacidad, poner todo el empeño y creernos, que con las redes sociales y las nuevas tecnologías podemos también aportar ese granito de arena.

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ÚLTIMO TRAMO

EL FIN DE LA

DULCE ESPERA

por Ignacio Fernández-Aragón Sánchez Cuando el próximo Domingo de Ramos, la Virgen del Dulce Nombre esté dispuesta sobre su paso de palio para iniciar su primera Estación de Penitencia, se habrá iniciado una nueva etapa en la historia de la Sacramental de Jesús Despojado, que culmina con los treinta y tres años de espera que han transcurrido hasta tener a sus tres titulares en las calles de Granada. Nuestra Hermandad, habituada a su cortejo de un único paso, a su transitar ágil y silente, se presiente novata ante la novedad del paso de palio que cerrará las filas nazarenas, y que hará cambiar costumbres que en los veinticinco años en que lleva saliendo únicamente el Despojado, parecían haberse convertido en tradiciones. Hay una historia íntima en torno a esta primera salida procesional de las imágenes de María Santísima del Dulce Nombre y San Juan Evangelista. La historia de veinte años de devoción privada que ha ido creciendo en torno a la Señora en cada uno de los hermanos que componemos la Corporación. Años de visitas a su humilde altar en San Emilio, de confidencias a solas frente a sus ojos, de oraciones personales, de búsqueda de respuestas, de saberse arropado en la intemperie del día a día. Gestos que se hacían públicos y comunitarios en torno a su anual besamanos en

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El fin de la dulce espera

el día de la Inmaculada, en su Vía Lucis de octubre, o en su triduo de septiembre. Expresiones de devoción colectiva que han debido repetirse hasta en veinte ocasiones antes de llegar hasta este 14 de abril. Quizás por esto, no es presuntuoso decir que la Virgen sale a la calle con una devoción “cuajada”, y que en esta bendita Cuaresma de 2019, esa devoción se está manifestando de forma exultante, a idéntico ritmo al que la Primavera verdea los árboles de la ciudad o favorece la floración de los rosales. Son innumerables los gestos –siempre los gestos!– de hermanos y feligreses de San Emilio hacia nuestra Titular, generosos, desinhibidos, grandes, y muy, muy auténticos. Es

como si esa devoción que cada uno hemos ido cultivando en nuestro corazón, hubiese implosionado repentinamente como la misma naturaleza en estos meses del año, dando abundantes frutos que saboreamos como un auténtico regalo que Ella, la Señora del Dulce Nombre nos está haciendo. Cuando pasamos frente a su altar, en el ajetreo de esta Cuaresma tan distinta, y la vemos humilde, discreta, con su atuendo de hebrea, escuchando las palabras del Apóstol Juan en su eterno empeño por consolarla, casi que esbozamos

una sonrisa pensando en que no sabe lo que este año le espera… En esa tendencia que tenemos los cofrades a humanizar a nuestros sagrados titulares, nos la imaginamos viendo cómo los días transcurren a su alrededor como todos los años anteriores. Antes del miércoles de ceniza, la vestimenta de hebrea, después el Quinario de su Hijo Despojado, y después las visitas diarias de sus devotos que aumentan al olor de la Primavera. Desde aquella madrugada de diciembre de 1998 en la que viajó desde Córdoba a Granada para instalarse por un unos días en el camarín de San Juan de Dios, junto a los restos del Santo de los pobres,

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ÚLTIMO TRAMO

Cuando en unos días salga bajo palio a encontrarse con Granada, irá atenta para no dejar que nadie que la busque se quede sin su bendición”

han transcurrido cuatro lustros. Recordamos de aquel día el momento en el que al salir por la puerta del taller de su autor, al lado de la plaza de la Corredera, cayeron pétalos blancos sobre su imagen aún sin bendecir, dejando la acera cubierta de blanco, como si fuesen copos de nieve, prefigurando su destino al pie de Sierra Nevada. En San Juan de Dios se celebró su solemne bendición, la única que presidió el actual Cardenal Cañizares, y al día siguiente de aquel memorable 8 de diciembre, transitó por las calles del Centro de la ciudad, hasta llegar a su sede, la parroquia

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de San Emilio. Desde entonces no ha vuelto a pisar el casco histórico de la ciudad, y sus salidas anuales han sido por su barrio Fígares, que la custodia y del que es Protectora. En estos años nos hemos acostumbrado a verla en su altar, contemplando cómo bulle la vida de la Hermandad a su alrededor. Suponemos –y es justo eso, una idealización–, que se quedaría muy sola viendo partir a su Hijo hasta en veinte ocasiones cada sábado de Pasión, en dirección a su paso de Misterio (diecinueve en realidad, porque en el año 2000 la lluvia impidió el traslado del Señor



ÚLTIMO TRAMO

a su paso). Imaginamos que siempre se preguntaría qué ocurriría en los Domingo de Ramos en los que pasaban a despedirse muchos nazarenos antes de la Estación de Penitencia, multitud de monaguillos, miembros de la banda de cornetas y tambores y costaleros de la excepcional cuadrilla del paso de su Hijo. Y es cierto también, que todos esos años, y tras recoger el paso de Misterio, primero en el Colegio Tierno Galván, y a partir de 2003 en la Casa de Hermandad, nos acercábamos a verla a San Emilio, a darle las gracias por la Estación de Penitencia, o a

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consolarnos frente a su dulce mirada los años en que la lluvia nos obligó a suspenderla. Entonces le contábamos cómo fue el recorrido, la gente que hubo en las aceras, a cuántos había tocado el corazón su Hijo, cómo nos recibió el pastor de la iglesia de Granada en la Catedral Metropolitana, de cuántos nos acordamos, por cuántos rezamos, o por qué dimos gracias durante las horas de nuestro caminar nazareno. Y Ella, escuchaba lo que le contábamos, y una vez cerradas las puertas de nuestra Parroquia de camino a casa, con la sensación de paz en nuestros corazones por

una nueva Estación de Penitencia, comentaría con San Juan cuántos de sus hijos se estaban esforzando por ser mejores personas después de despojarse de la túnica nazarena de esparto y sarga blanca, y cómo la Hermandad, su Hermandad, seguía creciendo. Siempre le andábamos diciendo que ya quedaba menos para que se viniese con nosotros a la calle en la tarde del Domingo de Ramos… y esa espera concluye este año. Nuestra Madre del Dulce Nombre desconoce la Primavera, desconoce el bullir de la gente en Semana Santa, desconoce los palcos de Ganivet y jamás pisó las naves de la Catedral. No ha escuchado una banda tocando partituras clásicas detrás de un palio, ni ha sentido el calor de los cirios de la candelería en las madrugadas de Semana Santa. Sabemos que es solo una imagen, un precioso icono creado para la devoción, para conmover al cofrade que se acerca a contemplarla. Sabemos que la Madre de Dios en el cielo puede tener otros ojos, otro rostro, otro color de pelo… Pero los hermanos del Despojado la llevamos soñando bajo palio casi desde que se fundó la Cofradía en 1986, y desde que llegó su imagen en el Adviento de 1998, cuando rezamos a María lo hacemos recreando el rostro que el imaginero González Jurado inventó para nuestra devoción. Cuando en unos días salga bajo palio a encontrarse con Granada, irá atenta para no dejar que nadie que la busque se quede sin su bendición. Irá deseando regalar la dulzura de sus ojos, confiada en que la paz que desprenden contagie a la ciudad. Irá tendiendo su mano para agarrar con fuerza a quien quiera asirse a ella. Aquí termina nuestra espera, no solo la de los hermanos del Despojado, también –y permitidnos la vanidad–, de toda la Semana Santa de Granada, que ve cómo sale a las calles la última de las titulares que aún no lo hacía. Estamos de enhorabuena. Sigamos soñando amparados por su bendita mirada de Madre.



ÚLTIMO TRAMO

LAS NOCHES DE LA SEMANA SANTA por Luis Javier López Marín La noche es a la Semana Santa lo que el día al sol; sin el oscuro manto que cubre las madrugadas

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del mes de Nisan no se podría entender la simbiosis perfecta que produce ver una cofradía al calor

de algo de abrigo y de la gente querida. Quien no se ha cogido del brazo de alguien viendo un


Las noches de la Semana Santa

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ÚLTIMO TRAMO

La noche embriaga y adormece pero también reverdece el recuerdo de la estampa cofrade que no olvidas por más que los años te acumulen las canas”

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paso de recogía con los pies cansados pero los sentidos embriagados. Qué niño no se han quedado dormido en brazos de los padres mientras suena de fondo la marcha que descuenta los minutos de la hora de entrada del palio. La noche trae consigo la estampa de cirios encendidos en ascua frente a la Dolorosa. El reguero de cirios al cuadril en un serpenteante camino hacia el templo. La secuencia de faroles que precede al Cristo muerto de la Carrera del Darro. El tañer doblado de la campana en el convento de San Antón. El cimbreo de la cintura del nazareno

cansado que discretamente se resiente llevándose la mano al fajín del hábito. Las volutas de carbón aromatizado de incienso trepando por las fachadas hacia el cielo que ya anuncia que un nuevo día santo está en ciernes. La ‘recogía’ es la reina de la noche. Ese momento que espera la gente previsora que se recuesta en los bancos o poyetes del templo histórico. La llegada de la hermandad siempre es lenta, cadenciosa, perezosa con tal de acabar con la exigencia del horario que en el libro de itinerarios ya es casi una quimera. Como manda la norma, se incumple el estricto horario de llegada. Lo saben los nazarenos y mantillas que se resignan a que, al menos, su Cristo y su Virgen llegan con la elegancia que requiere el momento. Sobre los pies, disfrutando los costaleros la marcha, venciéndose los cuerpos al inicio de la madrugada. ¡Qué poco queda, pero qué largos son esos minutos! Antes que los cornetines ‘piquen’ el himno, antes que los platillos se rindan al silencio, queda la postrera saeta que sólo podría lanzar una voz en ese instante unido a la noche. El frío seco reina la plaza Nueva o de Santo Domingo, la Cuesta del Chapiz o de la Alhacaba, San Matías o el compás de San Jerónimo, la plaza de San Juan de la Cruz o de San Miguel Bajo; ese viento helado se cuela en la candelería y siempre apresa la descuidada llama del cirio que de tanto llorar ya es testigo del fin de la penitencia. Las velas ya no son enhiestas ofrendas dispuestas con mimo y exactitud por los priostes; ya sólo esperan que el clavel les apague para siempre la ofrenda de luz que se evaporará en un fino hilo negro de humo. Al cofrade le queda en la noche el consuelo de la siguiente jornada. Sabe que a esas horas en los templos de la víspera se ultiman los detalles de las cofradías que pasearán la tarde siguiente. Se imagina las manos presurosas ensartando la flor en calvarios y jarras y añora la víspera del Do-



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mingo de Ramos cuando todo era un sueño al que no le restaba ni un instante del estreno de la nueva Semana Santa. Esa esperanza del día postrero se va agotando conforme las páginas del ‘librillo’

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van pasando y se ajan en las manos que buscan la hora convenida en la tabla de horarios. Cuántos planes y esfuerzos para cuadrar la tarde y la noche viendo cofradías. Se agota la ilusión atesorada todo

el año cuando toca abandonar la silla del palco y con un hasta mañana se repliega el abono en la chaqueta. En unos días, el saludo será hasta el año que viene… pero ¡no pienses eso todavía! ¡No le quites ni un grano de arena al reloj que caduca el Domingo de Pascua! Tomado el bocadillo te diriges a esa recogía que te lleva atrapando tantos años, bien porque tienes que recoger a un cansado nazareno o valiente mantilla que ha desafiado el frío que nace en las cumbres de la sierra; bien porque no pasas un año sin esquina o esa calle que te lleva al recuerdo de la juventud que se pavoneaba en la primavera que tanta osadía traía. Puede que el cansancio te coja ventaja y te quite la papeleta de sitio en ese tramo de la vida que se agota por el achaque sobrevenido o causa de la edad. En cualquier caso la noche cofrade tiene siempre el resguardo de la radio que te acompaña camino del taxi o del autobús para llevarte en casa. Allí, la transmisión televisiva local te dejará la cofradía en tu salón para aminorar la desazón cuando te acuerdas de los años que no te recogías hasta que el cancel cerraba la vista de la bambalina antes de la sentencia del ¡ahí queó! La noche embriaga y adormece pero también reverdece el recuerdo de la estampa cofrade que no olvidas por más que los años te acumulen las canas. Es la que te hace sentir mayor e independiente en el fragor de la pandilla en la que la amistad y el compadreo son el lenguaje común o incluso ese inconsciente amor juvenil puede abrirse paso. Me gusta pensar que como denominador común de etapas vitales y experiencias la ilusión siempre se deja notar al menos en esa noche tan esperada por los cofrades: la que precede al día de palmas y olivos, de primeras saetas y marchas entre capirotes y pasos. Esa que te devuelve cada año a la memoria de aquel niño que dormía nervioso pensando en la mañana siguiente: la del Domingo de Ramos.



ÚLTIMO TRAMO

MATER DOLOROSA.

SAETA Y SEGUIRIYA por Manuel Llorente Rivas

Entre lo más llamativo del período barroco encontramos los llamados penitentes flagelantes, reminiscencia medieval que acabará resultando impúdica, que tiene su explicación a través del sistema de expiación o de la llamada disciplina de Dios, de hondas raíces en la tradición cristiana medieval; el ambiente festero también es importante en la celebración del evento, por lo que en la tierra del vino, era normal por esta fecha el pleno rendimiento de las tabernas; asunto que se tuvo en cuenta a la hora de efectuar la crítica para descalificar y prohibir las Cofradías de Semana Santa en Jerez en el año 1771. De este período barroco es la adecuación del tema compuesto de la Piedad, a las necesidades del cortejo procesional y la división general de los pasos con la Virgen y el Cristo en sus diferentes advocaciones. Pero Dolorosas y Cristos en su dramatización de la primeridad y yltimidad o de la vida y la muerta, como le gusta decir al antropólogo Carmelo Lisón; representan las secuencias y momentes del drama que se representa, focalizando con naturalismo el desarrollo y desenlace histórico del proceso que acaba en Domingo de Resurrección. Como hemos dicho, desgajada del conjunto de la Piedad, la Mater Dolorosa adquiere un gran relieve en el paso procesional, mantendrá

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su corona y representará su visible afectación con lágrimas y gesto facial compugido, en otros casos además, expresará su dolor con cuchillos o puñales clavados en el corazón. La imagen de la Mater Dolorosa barroca es conmovedora y transmite su dolor a la par que conmueve al devoto cuando la observa pasar desconsolada, provocando de esta forma una empatía emocional que hace aflorar las lágrimas contenidas del devoto, en una especie de abreacción emocional por el efecto del verismo escultórico y de la consiguiente identificación y transferencias analógicas. El modelo más o menos repetido, con más o menos variaciones de color, bordado y riqueza del manto o palio, se va a diferenciar también por advocaciones que hacen alusión auna especie de síndrome compungido del Mayor Dolor, la Amargura, Lágrimas, Dolores, Mayor Dolor, Angustias, Amparo y otras, son advocaciones marianas que vienen a expresar un

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Mater Dolorosa. Saeta y seguiriya

modelo de enculturación socio cultural a través de los nombres impuestos a las mujeres de este contexto católico. Con el barroco la representación mariana de los primeros cultos cristianos de Jerez, se ha transformado en la Piedad, que independientemente de su dimensión religiosa o quizás de forma complementaria, está enfatizando y expresando emociones y valores que en un modo virtusoso construyen un modelo simbólico, que viene refrendado por la imagen de la corona. En definitiva, nuestro acorde de tónica religiosa se reviste de una serie de armónicos sociales, ético-morales, políticos, artísticos, para condesar y expresar el modelo matrifocal. En el contexto descriptivo del desfile procesional barroco, todavía podemos ambientar el escenario con el canto del Stabat Mater, además de las llamadas trompetas bocinas de dolor, penitentes de luz, flagelantes que se azotan mientras sangran y otros

componentes, para y según pasa el tiempo, también acompañarse de bandas de música e incluso saetas flamencas durante el siglo XIX. Pero la matrifocalidad como perfil simbólico socio-cultural, efectuará una transferencia analógica desde la imaginería procesional de Semana Santa, hasta la cultura popular del Cante Jondo, especialmente durante el tiempo que va desde finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX, y coincidiendo con las fechas de la prohibición ilustrada de las Cofradías de Semana Santa entre los años 1771 y 1850 en Jerez, tiempo durante el cual emerge el cante jondo, especialmente la forma musical conocida como la seguiriya, forma poético musical de gran intensidad expresiva en la que podemos observar relaciones de precedencia y correspondencia con el tema de la Piedad. Letras populares en los albores de este género de música oral, todavía de arriesgada atribución de autoría, nos ponen en

evidencia y confirman las relaciones de precedencia, correspondencia y transferencia del tema de la Piedad y consiguiente matrifocalidad. “contempladme a mi mare// que no llore más,// que a mí me dejas que muera rabiando// en el hospital. En el hospitalico// a mano derecha,// allí tenía la mare mi alma// su camita hecha. Oleaitas, mare, de la mar// ¡qué fuerte veneis!// se habeis llevao a la mare de mi alma// y no me la traéis. Con que grandes// duquelas le pió a Dios// que la liviara// que la liviara las que tiene mi mare en su corazón. Se me murió mi mare// se me acabó a mí el gusto// yo voy a vestir a mi corazón// de negro luto. La relación madre-hijo unida por el sentido de afecto y lealtad, la encontramos en la mayor parte de estas letras populares, pero ahora el sentido profundo que late y que se

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enfatiza a través del sentimiento es el sufrimiento social y el dolor, ya que las madres del pueblo en aquel tiempo y después de haber dado a luz una numerosa prole, en la cumbre de sus años se solían encontrar viudas, solas y enfermas, siendo por tanto, un emotivo tema social para la cultura expresiva popular. Las desamortizaciones, las exclaustraciones y supresión de órdenes monacales a principios del siglo XIX, hicieron quebrar las tradicionales formas de ejercer la asistencia y la caridad para con los necesitados, en unos tiempos de terribles y precarias condiciones de vida, difíciles de imaginar desde el siglo XXI. Esta mecánica de la captura de la emotividad ritual y la consiguiente transferencia analógica desde la culta imaginería religiosa hasta el ámbito de la cultura popular, será un logro de primera magnitud para la configuración de la solera del cante jondo; en tanto que por aquí y de esta forma se forjó un emotivo repertorio cantaor antes de que hubiera conciencia de género musical ni profesional. Recapitulando diremos que hemos partido de la consideración de la cultura como un conjunto de sistemas que mantienen relaciones y correspondencias entre sí; también que aunque la investigación se ha remontado hasta el siglo XIII, lo histórico se ha supeditado al interés y paradigma antropológico, de hecho el trabajo cuenta y parte del necesario trabajo del campo en el lugar y forma parte de una investigación más extensa. En el presenta artículo hemos realizado una definición de la matrifocalidad a partir de la observación de las relaciones de precedencia, correspondencia y traslación poética de la Piedad matrifocal, desde el ámbito de la imaginería religiosa hasta el emergente cante jondo; lo que viene a suponer una especie de modulación socio cultural que se corresponde con la crisis del llamado antiguo régimen y la quiebra de la hegemonía absoluta del estamente religioso en el siglo XIX. (Extracto del libro, Flamenco Poética y Configuración)

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La relación madrehijo unida por el sentido de afecto y lealtad, la encontramos en la mayor parte de estas letras populares, pero ahora el sentido profundo que late y que se enfatiza a través del sentimiento es el sufrimiento social y el dolor”




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