Teología nueva y teología

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O· CRECE· O·MVERE


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TEOLOGIA NUEVA Y TEOLOGIA


SANTIAGO

RAMIREZ,

0.

P.

CATEDRATICO DE SAGRADA TEOLOGIA EN FRIBURGO Y EN SAN ESTEBAN DE SAL.'\MANC.I\.

COLECCION DIRECTOR:

«O. CRECE. 0. MUERE,.

FLORENTINO PEREZ EMBID


Nihi,l Obstat:

FR. FR.

ARMANDO BANDERA, VrcTORINO

0. P.

RooRJGUEZ. 0. P.

I mprirni po test : FR.

ANICETO FERNANDEZ.

o.

Provincial.

Imprimatur:

FR.

FRANCISCUS_.

0. P.,

EPISCOPUS SA.U,fANTINlJS.

4-V-1958.

p



SANTIAGO

RAMIREZ,

0

P

TEOLOGIA NUEVA Y TEOLOGIA

/1.. T .E

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8


Este trabajo fue dado 4 conocer por SU autor en la conjerencia pron-unciada en el Atene» de M11drid el d;a 21 de abri!

de 1958.

Dcposi to

Leg:11:

l\l.

G.177 .·

Ut58.

ESTA COLECCION LA PUBLJCA

EDITOR A.

T.allcres Gdficos de Eoicroxas

NACION AL

CAST1LLA,

S. 1\.-AlcaH, 126-M.u:iuri


I INTRODUCCION

Es prop10 de los errores o desviacrones doctnnales de los t1empos rnodernos en rnareria religiosa el ser fundamentales y de una cierta universalidad. En otras cpocas el error sc circunscribfa a uno u otro dogma, por ejernplo, sobrc la divinidad de Jesucristo, sobrc la existencia dd peca<lo original, sobre la presencia real de Cristo en el Sacramento dcl Altar, o sobre la admision de los santos a la vision clara de Dios antes del fin del mundo y dcl jnicio universal. Pero en nuestros ticmpos el error sucle scr mucho mas prolundo y polifacetico.

El herrnesianismo y giintherianismo dd s1glo

f

pasado atacaban las bases undarncntalcs de la fe carolica y de todo cl dogn1a> al blsear r�ldicdmentc

la nocion de aquella y al reducir toda la rcvelacion crixriana a un cuerpo

de

doctrrna

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sustancialmente natural y filos66ca. Todo quedaba esencialmente rransformado y a merced de los vaivenes de la humana filosdHa : dcsde la nocion de Dios y de la Sandsima Trinidad hasta la noci6n del hombre, pasando por la Encarnacion, la Redencion, la justihcacion, las Sacrarnenros, Ia vida etema y las demas verdades

del cristianismo.

Lo rnisrno paso con la crisis rnodernista de principios de nucstro siglo, que S. Pio X califico de compendia de todos los berejes: Omnium baere­ seon collecturn (Endclica Pascendi, Dcnz, mimero 2.105). lnvadi6 toda la religion cristiana, so­ mericnciola a una transjorrnacion radical, segun las [eyes de la evolucion vital, que consiste en pnro cambio. Fuera todo inrclecrualisrno, porque el intelecto cs radicalmenrc incapaz de pcrcibir la realidad como es en si, En su lugar hay q uc paner el agnosticismo total. La unica via de acceso a la verdad es. la vida y cl senrido de la misma en su Auir continua, pero sin salirse nunca de ella, por ser esencialmenre inrnanentc. La revclacion, la fe, las dogmas rodes no son mas quc vivencias mas O mcnos consciences y transfiguradas de nuestra experienc: a religiosa. Las formubs Ihmadas dogmaucas carecen -de todo valor y de toda verdad abso[uta : son meros sirnbolos o 1magcnes de los objctos de nuesrra fe, crcados por nucstro scntido rdigioso y completamentc relanvos a cl, a manera de int�rpretes v de vchiculos suyos. Son esen-


cialmente provisionales y de un valor purame.ntc

relative,

No existe ni puede existir una verdad absolura. Todo es puro cambio, como la vida misrna. Por eso cambia eso q ue llamamos verdad, a tenor de la vida. La religion cristiana con todos SUS dogmas y creencias no puede vivir mas que en .nuestra vida y conforme a ella, es decir, en pura inrnanencia, rnero cambio y continua evolucion trans-

forrnanre.

Concebirla de otra manera y empefiarse en abstraerla de esa condicion consubstancial, inrnovilizandola, como hace la Iglesia Catolica, es una realidad llcvarla al .fracaso y a la muerte. 0 sea, adapta y acomoda al ritmo de la vida, o deja de vivir, de ser actual, de ser verdadera. ,Por eso los modernistas abogaban por una Teo­ log1a Nueu, conformc a esros posrulados de la N ueva Filosoffa, que reinaba por aquellas calendas, y que algunos de ellos llevaban enhiesta como bandera de enganchc y de combate con esc rnismo tfrulo : Pbilosopbie Noeoelle. S. Pfo X en persona subray6 cse parentesco y antici po el nombre de Teolo gfa Nueu : "i psi vero, vereri ad hunc 6.nem theologia sublata, nouam invehere contendunt, quac philosophorum delirationibus obsecundet" (Encfcl. Pascendi,

Denz, m1m. 2.086).

l'


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II LA NUEVA TEOLOGIA

A.

Su corsrsremo.

Algo parecido ocurre con la Hamada vulgarmente Nueo« Teolog;a. El primero que la Ilamo asi, a lo que conozco, foe el P. Gillet, General de los dominicos, en una Carta circular sobre los Estudios dirigida a su Orden en 1943. "El malestar-dice-que pesa actualmente sobre la reoIogfa y que inquicta a muchos teologos viene precisarnenre de ahi, es decir, de la imprudencia con que ciertos jovcnes hablan del contacro que debe esrablecerse en nuestros dfas entre la ciencia teol6gica y las ciencias modernas. Hablan de ello como si de ahf dependiese no solamcnre el por-venir de la tcologfa, sino de Ia misma religion cristiana. Aunque no pronuncien todavfa el nombre de T eolo gia N ueoa, no se cansan, sin em bargo, de hablar de una nueo« orientacion de la Teo­ log,a. Y en su nornbre echan en cara amargamen-

re a Ios teologos tradicionales de inmovilizarse en

el pasado, de encerrarse en su sistcrna tcologico como en una torre de marhl sin ventanas al exterior y sin aire respirable al interior, de dar vuel-


tas sin fin en el cilindro de sus silogismos, algo asi corno una ardilla en su jaula, de no preocuparse por los problemas de nuestro tiempo, de ignorar obstinadamente las progresos de la historia y de la cririca ; en una palabra, de aferrarse a las for., mulas escolasticas como a tablas de salvacion, ante el temor de ser arrastrados por las ohs sternpre crecientes de los hechos y de las ideas nuevas" (p. 52-53). Pio XII la hizo suya en SU Alocucion dcl 17 de septiernbre de 1946 a los Padres jesuitas de la vigesimonona Congrcgacion electiva. "Que nadie mueva lo que es inmutable. Se ha hablado rnucho, y no siernpre con justeza, de la Nueva Teolog;a, siempre al tenor de las demas que debe cambiarse ... . . . . cosas en movnmento incesante : s1empre en carmno y nunca en destine: ==r itura, nunquam peruentura. Si tal opinion prevaleciera, �que seria de los dogmas cat6licos que no deben earnbiarse nunca? ; 2 que de la uni dad y de la perpeJ tua estabilidad de nuestra fe? '' (AAS. 38 (1946) 384-385). Y .desde esa fecha se conoce con este nombre el movimicnto re presentado por ciertas nuevas tendencias y actinides teol6gicas, que han renido lugar particularrnente en Francia. Pero se me excusara de se.fialar nornbres o equipos concretes --cosa no siempre Heil ni suhcienremente comprobada-, para no exponcrme a fa1ta.r a la jus-

ucia y a la caridad.

En carnbio, voy a ensanchar la perspective de esas nuevas tendencias, que caen en el

am-

biro de un movimicnto innovador mucho

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mas

arnplio dentro de la Iglesia Cat6lica, con ramihcaciones en Austria y Alemania,

y que han provocado en diversas ocasiones la intervencion del Magisterio Eclesiasrico, adernas .de la Iamosa Endclica Humani generis. T odo e1lo

cabe dentro de la denorninacion de Teologia Nue­ ua, tomada en un scntido algo mas amplio, aunque lo vulgarmente Ilamado asi sea lo mas peligroso y caracteri stico.

Ese movimiento innovador parte de un hecho cierto y <le un riguroso examen de conciencia. El hecho cierto es el alejamiento--que en muchos casos llega hasta a la apostasfa-de los intclectuales y de la masa obrera, de Ia fe y de las practicas cristianas : el mundo se aleja de Cristo, se descntianiza, sc paganiza. � Quien tiene la culpa de ello? �Cual es la causa de ese fcnome.110 angustioso y deplorable? El mundo se rnueve, se perfecciona, evoluciona en todos los sentidos : en la tccnica, en la culrura, en el bienestar o nivel de vida, en el orden social y polfrico. La Iglesia, por el contrario, con su fc, con sus dogmas y con su tcologf.a, permanece inmovil y encerrada en sf misma, separada del mundo y alejada de la vida tcrrestre de los hombres. El mundo se cscapa de la Iglesia, porque la Iglesia Se aisb del InUOl10 J 110 SC ada pta a Ahf esti la raiz dd mal. Se impone, pues, una recnhcacion P'" parte de la Iglesia. Es neccsario renovarse de arriba abajo, adaptarse a la

cl.

dd mundo, actuahzarsc, rrioriermzarse susrancialrncnte. Solo a esa condicion se lograra la

rnarcha


presenc1a de la Iglesia en el m undo y su recnsnamzacion, •

..

• I

Las formulas dogmaticas no paseen mas que un valor puramente relative. No hay palabras ni conceptos humanos capaces de expresar adecuadamente las realidades divinas, que son el contenido de los dogmas. No son mas que aproximaciones mas o menos felices, Toda formula dogmatica es meramente provisional. _lnduso las palabras de la Escritura per las que se nos transrnite la revelacion. y con mayor razon las ernpleadas por los Concilios y por los Papas. Valen para su tiempo, para la epoca en que fueron propuestas y promulgadas, no para epocas posteriores, ni mucho rnenos para s1empre. Asf, por ejernplo, el dogma de la Trinidad fue expresado en terrninos de naturaleza y de per­ sona, lo mismo que el <logma de la Encarnacion del Verbo ; 0 en terminos Jc SU bstancis, corno el de la divinidad o consustancialidad del Hijo, y el de la presencia E ucarisnca par media de la ttansu bstanciacion. Terminos o nocioncs todos ellos anticuados, quc hoy carecen de senrido y no son entendidos por nadie. Lo rrusrno ocurrc con las formuhs o nociones de habito y disposicion, de [orma Y materia, de causa y cfecto, de causa Princip,1l e instrumental ernplcadas particularmente y de .otras sirnilarcs, por el Concilio de Trento para expresar los dogmas de la justificacion y de los Sacramentos. Nocrones ansrotelicas y escolasticas, que hoy han pcrdido todo su valor. Empenarse en

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oonservarlas a toda costa es hacer los dogmas por ellas expresados ininteligibles e inaceprables a los espirirus modernos.

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Se impone, pues> una sustirucion por otras modernas, tomadas de la filosoHa de hoy, para que el

hombre moderno las entienda y las acepte. Nada de . cualidades y de formas, de sustancias ni de personas, sino vida y accion, La gra�ia es vida y movimiento del espiritu ; y la. Eucaristfa un .sirnbolo ehcaz de la presencia espiritual de Cristo en nuestra vida. No hay tal cambio o conversion total de toda la susrancia del pan en toda la sustancia del cuerpo de Cristo, ni de toda la sustancia del vino en coda la susrancia de su sangre. La transubstanciacion eucaristica es inadmisible en la filosoffa y en la ciencia moderna. Tarnpoco Dias cstaba personalrnente ptesente en Palestina despues de la Encarnacion del Verbo : la Encarnacion no es mas que un sfmbolo ehcaz. de la presencia espiritual de Dios rnanilestada alH en el primer siglo de nuestra era. La causalidad de los Sacramentos es un pseudo problcrna, Potque no son sino puros simbolos de

la gracia. Las llamadas personas divinas son simbolos di­

ferentes de la vida de Dios derrarnandose sobre .la nuestra. La vida-movimiento, evolucion-e-: he ahi lo esencial de la religion cristiana y de sus <logmas. Y como la vida en su vertiginoso moverse se integra .de facctas contrarias, aunque complerncntarias, de la misma suerre los dogmas adrniren formulas contrarias y opuestas, que en


realidad se complcmcntan. Por eso la teologfa puede y debe hoy utilizar todas las fo.rmas modernas del pensarmenro para cxpresar las verdades de la fe, aunque parezcan las mas opuestas, parque todas dlas son complcmcntarias e igu�lmente valederas, Particularmentc aprovechable a este propos1to es la idea de la cvolucion ascendente continua y universal, desdc d :homo hasta Cristo y hasta Dios. En una de las series de Hojas volante.s po1 icopradas, c1uc algunos de esros te6logos hacfan circular por sermnarjos y cscolasticados Ir anccscs, sc [eia lo siguiente: "Si nosotros los crrstianos quercmos quc Cristo conserve las cualidades que Iundan :�u poder y nuestra adoracion, el rnejor carnino, por no dccrr el {1111eo, es adrmtrr hasta sus ultimas consecuencias las ideas mas modernas sobre la cvolucion. Bajo la prcsion combiuada de la cicncia y de la filosoHa el mun do se im pone cada ver. mas a . . . nucstra expet1e11c1a y a nuestro pcnsam1-ento como un sisterna ligado y coherentc de acrividadcs que sc elcvan graduJlmcntc h:Kia la Jibert:id y Li conciencia. La sob mtcrprctacion satistactcria de cste proccso cs cousiderar]o corno irreversible y convcrgcntc. De este mcdo se dibu p ante nu�stra vista un Centro Cosnuco Llmvcrsal, a donde todo converge, en donde todo sc sicnte y en el (Jue todo sc arrnoruza. Pues hi�n; en csc polo Hsico de la evolucion universal ts en donde prcctsarucnre 17


debe colocarse y reconoccrse la plenirud de Cristo... A_�;, la evolucion, descubriendo ante el mundo esta sublime alrura, hace posible a Cristo, y esre a su vez, dando un sentido al mundo de todos los seres, hace posible la evo18

lucion. Nos damos perfecta cuenta del vertigo que prude producir esta idea; pero, imaginando se­ mejante maraoilla, no bacemos otra cosa que tra­ ducir en terminos de realidad ffsica las formulas jt;rfdicas en que la Iglesia deposito su fe ... Nos hernos, pucs, embarcado sin rirubeos en la sola direccion capaz de hacer progresar nuestra fe, y, por consiguicnte, de salvaguardarla. El catolicismo nos habia decepcionado al primer contacto por sus perspectivas estrechas sobre el mun-do y por su incornprension de la irnportancia capital de la matcria. Pero ahora reconoccmos que, dada la . encarnacion de Dias, 110 podernos salvarnos mas que formando parte dcl universe. Y por lo misrno se encuentran satisfechas, aseguradas y guiadas nuestras nspiraciones pante1stas mas pro­ [undas. El mundo en torno nucstro se hace .divino. Una convergencia general de todas las religioncs hacia un Cristo universal, que en el fondo da satislaccion a todas ellas : tal nos parece ser la sob vL1 posiblc para la conversion del mundo a Cristo, y Ia sola forma imaginable para una religion dcl porvcrur ( citado -por R. Garrigou-Lagrange, 0. P., La nouvelle theologie OU VtZ ­t­elle,

en «Angclicum", 23 (1946), p. 137-138). La rnareria evoluciona y sc rranslorma en vida org/inica, la vida �irganica en vida humana, la


vida humana en vida crisnana, la vida cristiana en Cristo y Cristo en Dias. T odas estas etapas no son mas que momentos de una evoluci6n necesaria, ascendcnre y universal. Pero ni Cristo ni Dios son algo individual y personal, sino coleceivo y universal : el Cristo universal, en quien converge ¡ Ia evolucien del sentimiento religioso de toda la humanidad. El rnundo, poc consiguiente, no tiene un co-rnienzo absoluto. La creacion de la nada es incompatible con la doctrine cierta y dernosrrada de la evolucion universal. A lo sumo, pudiera concederse que Dios evoluciona en el mundo como en un efluvio necesario de su amor ; pero sin providencia y sin presciencia.

De aht rcsulta el paligenismo, en cuanto que la evolucion necesaria de simple animal en hombre no se circunscribe a un individuo o a una pareja ­­Adan y Eva-, sino que por necesidad tiene que exrenderse a muchos en todas las partes de la tierra, ya simultanea, ya sucesivarnenre, e indepcndienternentc unos de otros, Evoluci6n que afecta a todo el hombre, en cuanto al cuerpo y en cuanto al alma. Alma y cuerpu, espinru y rnateria, no difieren esencialmenre, sino que son mementos diferentes de un rnismo rnovimienro evolutivo. Los llamados angeles tatnpoco son algo individual y distinro de la rnateria, sino un nornbre colectivo quc <lamos a un memento de la evolucion asccndente, Consiguicntemente, Adan y Eva, de que nos hablan la Sagrada Escritura v los Cenci19


lios de la Iglesia, no son dos personas parriculares, sino un nombre colectivo de las primeras parejas que aparec1eron por toda la .faz de la tierra. 20

Concedido lo cual, se hace irnprescindible un cambio radical de la nocion de pecado originaL No es un pecado personal de la primera pareja. Ni se transrnite por generaci6n a los dernas hombres que descienden de ell a. Es sirn plernente la falta de ciertos hombres que han inlluido particularrnenre sobre la humanidad. 0 bien significa unicarnente el estado primitive y rudimentario de los homi'didos que pnrnero aparecieron sobre la tierra. Pero niega roda rclacion de depcndencia cntre ese pecado y la rnuerte. En la teoria de la evolucion universal asccndentc no riene cabida ni sen ti do el pee ado original, que- seria una caida y un rejroceso de toda la humanidad (Joseph Lefebvre, Rapport doctrinal ptesente le 30 avril 1957 l' Assemblee plenicre de

a

l'Episcopat frarn;ais, P: 20).

Es mas: SC mega. la existencia de todo verdadero pecado personal. No se olende a un Dios impersonal o improvidcnte. No se prcocupa de nosotros, ni conoce el interior de nuestros corazones. Por otra parte > el psicoanalisis ha dcmostrado que el hombre no es dueiio de sus propen¡¡ siones ni .de los acres corrcspondicntcs que llamamos pecados, sino llue las sigue necesariarnenre. No hay, pues. vcrdadera responsabilidad individual m vcrdadera culpa.


La nocion del pecado personal debe susnnnrsc por la idea de pecado colectivo, es decir, del pecado del rnundo, que ccnsiste en la injusncia social de unos hombres contra otros o de unas clasc.s contra otras. Y esc pecado se quita Por la lucha de clases hasta el triunfo total del socialismo y dcl comunismo, no por la redencion de Cristo ni por el Sacramento de la pernrencia, que no tiencn , nada que ver aqui, Como tampoco nene irnportancia ni valor alguno el bautisrno, puesto que no se da verdadero pecado original ni per-

sonal (ibfd.ďż˝ p. 20-21, 47).

La rrusma suertc corren los dogmas de ultrarumba. Lo que importa es la vida presente, no la vida futu_ra. Pa.rticu.larmcnte debe suprimirsc cl 1 dogma del inferno ererno, una vez negada la existencia de verdarleros pecados personales,

El gran rrnsrerio del crtstianisrno no es la Trinidad ni la Redenci6n, sino la Encarnacion, lJUC no significa precisarnente la asunci6n de la naturaleza humana de Cristo por la persona del Verbo a la guc se une hipcsttiticamente, sino la rnera presencia .de los crrsrianos enrrc los dernas hombres (ibfd., p. 20-21 ). Lo q uc sc llama gracia sobrenatural no difiere esencialmente de la naturalcza. La evolucion universal asccndente de la naturaleza nos lleva neccsanarnentc a clla. No cs mas que un hurnanismo superior, un mornento del humanismo en pleno dcsarrollado y evolucion. Por lo 21


menos debe decirse que la gracia es necesariamente postulada y exigida por la naturaleza dd ser intelectual, El estado de naruraleza pura es radicalmenre imposible. Dios .mismo no pudo crear al hombre o al angel en ese estado, sino que tuvo necesariamente que destinarlo y elevarlo al orden sobrenatural y al derecho de gozar de la vida eterna. Por otro [ado, niega la necesidad de toda morrificacion, Porque nuestta naturaleza no esta viciada ni decaida por ningun pccado verdaderamente tal, ni hace falta evitar los peligros de pecar, ni arrepentirse, ni conlesarse. Hay que mirar a Dios cara a cara: nada de servilismo ni de arrodillarse delanre de El en nuestras oraciones; el hombre debe conservar su dignidad delantc de Dios (ibfd., p. 19). 22

El hombre y el cristianismo han llegado a la edad adulta. No pueden ya considerarse como pupilos y minorennes delante de los hombres Ill delante de Dios. �A que pedi-r a Dios ningun favor, cuando lo que hoy nos parece inadsequiblc lo conquistara rnaiiana la tecnica.? En esta hay que poner nuesrra conhanza, no en la ornnipotencia de Dios que no nos hace .ninguna falta 1

(ibfd., p. 23).

La .Iglesia jerarquica no tiene derecho a irnponer dogmas ni preceptos contra la libcrtad del pensamiento y la autonomia de la conciencia. Debe dar razon de sus inrervenciones y entablar antes dialogo con los fieles para 1legar a un acuerdo. El objetivismo absolute de las dererrrunacio-


nes vaticanas es radicalmente extrafio y opuesto a nuestra epoca y a nuestros derechos mas elernen-

tales (ibfd., p. 38).

Los simples fieles, los seglares, los laicos, deben ser escuchados en la Iglesia y tomar parte en su gobiemo, lo misrno que en SU culto Sacrificial, por ser verdaderos y autenticos sacerdotes. Entte ellos y los llamados tales no se da una .diferencia

esencial, sino de puro matiz (jbfd., P: 50). Ha llegado cl mornento de crear una eeologia del laicado. Y rodes elJos ,deber\ olreccr juntas y en equipo el sacrihcio de la ·Misa, no aislados y separadamente, por ser la ·Misa un rito sacral esencialmente cornunirario ; y sin preocu parse para nada de la preparacion ni de la accion de gracias, que serian una especie de insulto a la santidad sustancial y objetiva de dicho rito. Es lo que llaman la concelebracion del Sacerdocio colegiado, no per-

sonal (ib[d., 149, Pfo XII. Enddica Mediator Dci, 20 de noviernbre de 1947. AAS. 39 (1947) 553).

Pero afiaden algunos quc el Cristo allf presente e inmolado no es el. rnismo que vivio entre nosotros y murio clavado en una cruz, es decir, el Cristo historico, sino otro Cristo idealizado y cs­ pirituaiizado o, como ellos dicen, "pneumatico"

(ibfd., 579).

Esos mismos que quicrcn llevar la reforma de la

Liturgia hasta extremos inverosi miles, suprirnen sin mas Y por cucnta propia cl USO de rodos los textos del Antiguo Testamcnto y de la lengua latina,. sustiruyendola por la vulgar (ibfd., P: 545). Y piensan que no vale cse Sacriricio si no ·csta rdrcndado por el pueblo fi.cL

n


24

Pero, volviendo al terna de la Iglesia, discinguen y oponen entre si dos Iglesias: una

exterior, visible, jerarquica, juddica, social; otra interior, invisible, espirirual, de la caridad (Pfo XII. Endclica 111ystici corporis, 29 de junio de 1943. AAS. 35 (1943) 224-225). Esta es la vcrdadcra Iglesia de Cristo, no aquella, que suele esrar llena de manchas y de defectos. Lo que menos importa para 'salvarse es el rito exterior del bautismo y el ser incorporados a esa Iglesia juddica. Su mismo Magistcrio csra sujero a caucion. Las Endclicas y dermis documcnros pontificios-a fortiori los de las Obispos=-expresan simplcmcnte la opinion o el punto de vista vaticamsra, quc no cs nccesariarnenre d mas acertado ni se unpone al asentimiento ni 3. las concicncias. Unos piensan que la Iglesia rleberia rneterse en todos los asuntos rernporales de este mundo, seducidos por una cspecie de mcsiarnsmo temporal (Rapport, P: 32); otros abogan por una total inhibicion, siendo opuestos a toda conlesionalidad en los asunros civilcs y sociales. Las virtudes teologale.s quedan snbstancialmente desfigurac.bs. La fc no sc apoya en Iďż˝ pa-

Iabra infalible .de Dios, sino en la fuerza inelu-

dible de la cvolucion universal ascendente. Es la

fe en marcha incesantc hacia nuevas conquisras y nuevos dogmas. Hace trcinta aiios-1924-se defendio y propago en la di6cesis de Quimper (Francia) la siguientc proposicion, condcnada por la Igle$ia y adoptnda mas tarde por los secuaces dr la Tcologfo Nucva Aun dcspucs dďż˝ habcr


recibido v profesado la fe, descansar en los dogmas de a ellos de una manera .fija debe es tar pcsei do de una

no debe el hombre la reEgion ni asentir

e inrnovil, sino que ansiedad y angustia conrinuas de progresa1¡ siernpre hacia otras verdades, es decir, evolucionando en nuevos sentidos,

y hasra corrigiendo y enrnendando lo que anteriormente creyo" (Proposicion 12, <le las condenadas por cl Santo Oficio en l de diciembre de 1924, apud. Descoqs, S. J., Theodicea. t. L pagina 150). La esperanza no sc orienta hacia b conquista de la vida eterna por el ejercicio continua y ardienrc de buenas obras hechas en gracia de Dios, venctendo y superando coda suerte de obstaculos de pecados y tcntacioncs, sino que se encierra en till puro humanisrno con aspiraciones rnerarnentc terrenas, o por lo mcnos no despcgado suhcicnrerncntc de ellas, como si cl rerno de las ciclos sc debiese dar por anadidura a los que primordia lmente buscan los bicnes de csre mundo (Rap-

port, p. 23). No olvidarc nunca la irnprcsion quc me causo lJ no de cstos senor es cuando en el cur so de la conversacron salio cl tcma de esta virtud, y al subrayar yo su unportancia capital como virtud propia de viadores y luchadores para conseguir la corona de la vida ctcrna, me mrcrrumpio asornbra. ;>H d o : II 2pero es qne I a espcranza sirvc para a I go. Aqud pobre senor, cuyo dcspacho presidia un cuadro de Carlos Marx, aposrato publicamente :1 Ios pocos meses de b relir-icon cristiana. 25 .,_.,


2.6

Y la caridad teologal ha q uedado convertida en un simple sentimiento de simpatia humana, de pura filantropfa, de beneficencia material, llegandose a comparar la caridad de los eristianos con la caridad de los cornunistas, para dar la preferencia a la de estos ultimos (ibfd., p. 15). E_sa misma caridad llega a tal indulgencia con los enernigos del cristianisrno y a tal severidad con la Iglesia y sus .fieles servidores, que todas las culpas y rodas las responsabilidades del malestar presente se atribuyen a la Iglesia y a SUS teologos, mientras que las buenas cualidades y disposiciones estan rodas de _parte de los disidentes, Hay que acortar las distancias-repiten sin cesar--, prescindiendo de todo lo _que divide, para hacer aceprable la religion cristiana. Es la tactica del irenismo al servicio del ecurnenisrno. Basta un minimo de coincidencia, aunque sea de Indole puramente material. Union de todos y con todos: con los cismaticos, con las protestantes de cualquier matiz, con los mahomctanos, con los socialistas y hasta con los sin-Dios o cornunistas (p. 46). Como se ve, este rnovimicnto rcnovador y reformista, dentro del cual se halla la Hamada Teologfa N ucva, se extiende a todo : a la fe y a las cosrumbres, al dogma y a la moral, a lo esencia]rncnte doctrinal y a lo puramcnte disciplinar. No es que todos coincidan en todo, ni que las ahrrnaciones o negaciones respondan a un plan orgaruco, Antes bien, son con frecuencia antagonicas. Es un movimiento multiforme y polifocctico. Pero convienen todos en una aspiracion cornun :


vitalizar la religion cnsnana, hacerla presence en codas partes y aceptable sin dificultad por todos, estar al dfa y, a ser posible, en las avanzadas, suprimir de una vez para siempre el maldito complejo de inferioridad que pesa sobre los catolicos. Hay que asumir todo lo moder no y actual, despues de haber echado por la borda todo lo anticuado e inservible, por muy venerable que parezca. T odo lo que sabe a cscolasrica debe desecharse sin compasion ni rnirarruentos como cosa ddinitivamente pasada, ya sea en filosoHa ya en teologfa. En 5U lugar deben asumirse sin temor alguno las ideas e inquietudes de las filosoHas contemporaneas del evolucionismo, del relacivismo, del vitalisrno, del existencialismo, <lel historicismo. Y traducir en ell as nuestra fe y nuestra moral : en una palabra, nuestra vida de crisrianos. Poco importa que muchas de esas aportaciones parezcan antag6nicas e incompatibles con la tradicion de la Iglesia. Esos son cscni pulos cscolasricos mandados retirar. En realidad, tanto mas se intcgran y complcrnentan cuanro mas opuestas y contrarias parecen, _porque todo ello se funde en la vida. Nada hay fijo c inmutable, La merafisica abstracta e intelectualista ,de las esencias ha pasado dehnitivamcnte. La verdad no cs algo fijo y eterno. No es la adecuacion especulativa del intelecto con la realidad. Eso es quimerico y sin fundamento alguno. La verdad es mas bien la adecuacion real de la rncnte y de la vida,. quc carnbia escncialmente a tenor (le la vida mrsrna de cada cual. No habiendo, pues, verdad fija y delinirivarnenre adquirida, mal puedcn 27


28

gozar de innmtabili<lad y fij.eza las formulas con quc se expresan )' traducen los dog-

mas de la Ie. T al es en sustancia

y a grandes tasgos el senrido y el contenido de la Nueva Teologfa, condenada por Pfo XII en drversas ocasiones, especialmente en su Enddica Humani generis, de 12 de

agosto de 1950.

B.

Su

VALORACION.

2 Que pensar de esta N ueva Teologfo ? � Que valor nene? Indudablcmcnte que I_� intcncion de muchos de cstos nuevos te6Jogos-no de rodos, a 'lo quc parecc---cra recta y bucna. Conquistar el mundo para Cristo, hacer valer en todas partes la religion cristiana, revivir mas profunda y autenticarnente nuestra fe. Pero la tactica y los proccdirnienros ernpleados

han sido falsos e imprudences.

En primer lugar, per la falta de prcparacion fi­ losollca y teologica de los nucvos teologos. Conoccn PoCO J mal la teologta autentica J cradiciona] , lo nusmo que la filoso[b percnne. la idea que de dlas se han formado es u na mala carica-

algun manual anodine, que han digerido mal. Desconocen los grantura, Las juzgan a rravcs del

des aurores, Conozco pcrsonalmente a varies de esos scnores y he conversado con ellos. No sabcn mas que burlarse de lo quc 1gnoran y ridiculizar lo <..1uc no entienden.


No es cosa pasada ni dcsrntus de la escolastica decir que quien conoce y filosofa es el inrelecto, no la voluntad ni el mero senrimrento, Tarnpoco lo es pensar que el inrelecto esta hecho para la verdad, y que es capaz en muches cases de ernitir juicios conlorrnes con la realidad, como ocurre, por ejernplo, en los llarnados axiornas o primeros princi pios, de contradiccion, de identidad, de razon suhciente, de causalidad diciente y final, lo mismo que los dictarnenes de la sindcresis. Todos esos juicios no solamcnte son ajusrados a la realidad, sino que. lo son necesariarnenre, de tal modo que d intelecto no puede, interior y sinceramente, dudar de ellos ni negarlos. porquc sc le irn ponen por la rnisma naturaleza ; aunque verbalmente y por rnero jnego de la [antasia pucda el hombre impugnarlos y rechazarlos. La verdad, como conformidad dd juicio con la realidad, es inseparable de esos prirneros pnncipios y cnunciados, y. por consigu1ente, fija e mmurable y perjecramcnte ascquible al hombre. Y lo mismo cabe decir de los dernas j uicios o enunciados necesariamente conncxos con dlos y aprehcndidos como tales. A pesar de nuestra ignorancia, son muchas las verdadcs quc naturalrnenre conoccmos, sin ternor alguno de equrvocarnos, sino con plena seguri<lad y certeza. Esto no es filosoffa aristotelica ni escolastica especihcarnenrc tales cs simple naturaleza y buen sentido, Y lo mismo cabe decir de las nocioncs de sustancia y accidcntc, de persona y naturaleza, de causa y decto, de esencia y existencia, 29


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aunque perfiladas y explicadas por Aristoteles y por los escolasticos, son fundamentalmente prefilosoficas y naturalmenee obvias al intelecto, En cambio, no lo son las ideas enrevesadas y retorcidas empleadas por la mayor partc de las filosoffas contemporaneas relativistas e inmanenrisras, idealistas y vitalistas, existencialistas e historicistas, ďż˝ Por que, pues, descon6ar de aquellas, por desconhar del intclecro, para echarse en brazes de estas, sin garantfa ninguna? Pfo XII, en su Endclica Humani generis, ha subrayado cl valor absoluto de aquellas nociones no solo por lo que tienen de natural, sino pot lo q ue ticnen de vis to bueno y aprobacion del Magisterio Eclesiastico, que las ha asumido para formular los dogmas de la fe; mientras que las nociones de csas otras filosoffas, que niegan toda verdad metaHsica e inmutable, no son susceptible de expresar la verdad fija e inconmoviblc de los mismos. T anto mas cuanto quc muchas de esas reorias que utilizan esos teologos no son cicrtas ni comprobadas, sino surnarnente discutibles y, a las veces, meta Iruro de imaginaciones desbordadas; por ejernplo, la teoria de la evolucion universal ascendente desde la naruraleza a la gracia y desde el atomo hasta [esucristo. Par otra parce, consta par las Actas de las Concilios Ecurncnicos que la Iglesia no se ha ernbarcado nunca en formulas dogmaticas de acunamicnto cstnctam.ente filosofico. Y es cxtrano q ue los nuevos tcologos cchcn en cara, particularrnente al Concilio de Trento, de habcr cscolastizado el que,


dogma, cuando de sus Actas resulta cabalrnente lo contrario. Expresamente los Padres de ese Concilio, al discutir parrafo por parrafo y palabra p<>r palabra los proyectos de decreto, borraron sin compasion las frases y vocablos de sabor escolastico, para susrituir los por otros mas vulgares y naturales, aunque perfectamente cincelados y sopesados por los rnismos Padres. Y si alguna vez los admitieron dieron seguidamente SU explicacion en OtrOS rermines equivalences de uso corriente : par ejernplo, sobre la palabra transusranciacion, materia y forma de los Sacramentos, causalidad de los mismos, disposicion y forma de la justihcacion y otros similares. Pero siempre con suma rnoderacion y discrecion. Por eso no admitieron los rerminos de cualidad y habito, a pesar de ser muy aptos para expresar la gracia santihcanrc y las virtudes, y de ser usados corrienternente por los te6logos de aquellos tiempos. y lo misrno ocurre con las formulas dogmaticas dcl Concilio Vaticano, discutidas, cinceladas y sopesadas rneticulosamenre hasta casi el escrupulo. Esas formulas son humanamente de lo mas cuidado y ponderado. Que la gracia y el carisma de la infalibilidad de quc goza la Iglesia doccnte para conscrvar y expresar o formular las verdades reveladas por Dias no prescindc del trabajo humano ni lo anula, sino quc lo exigc y lo provoca, al mismo tiernpo quc lo dirigc y perlecciona. El Magisterio vivo de la Iglesia infaliblcmentc asistido por cl Espfritu Santo, quc es cl Espiritu de Verdad, conoce cxacra e inlaiiblc31


rnente las verdades de fa f.e Y SU autentico sentido. Por eso esta en condiciones unicas e inmejorables de saber y poder expresar con ter-

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mines apropiados e inequivocos esas rnismas ver . . dades. Quien percibe dara y certeramente una idea se expresa tambicn con limpidez y precision. Mas la sanra Iglesia docente dispone de la asis-

especial del Espfritu Santo y dd cansma consiguiente de infalibilidad no solo para conocer las verdadcs del -dcposito de la fe, sino tambien para escoger los rerminos y las proposiciones con rencia

que formularlas y exponerlas a los hombres.

No todas las palabras son igualmente aptas para esc menestcr, Las hay positivamcnrc incptas c inaceptables, como son aquellas formulas de sentido tecnico de ciertas filosoffas areas o radicalmente laicas, que nicgan o cxcluycn toda divinidad y toda religion. T al ocurre con el existencialismo y con cl vitahsrno ateo, con cl rnaterialismo historico y con el evolucionismo materialista y pantcista. V erter las verdades -de la fe en las formulas de esas filosoHas cs corrornperlas y Ialsificarlas sustanctalruente , adernas de hacerlas esencialrnenrc volubles e inestables como una caiia agitada par el viento . . Los nuevos teologos no se han percatado de esa

peligrosidad o, mejor dicho, de esa imposibilidad y radical meptrtud ; y por eso se lran cquivocado de medic a medic. No cabe la sustitucion de las formulas dehnidas por la Iglesia por otras tornadas al azar de las fi­ losoli as contcmporaneas y asumidas sin discrecion ni cornpetencia por esros nuevos teologos. Eso no


es vitalizar la fe ni hacerla prosperar, smo falsi-

ficarla y corromperla sustancialrnente. Como enseiia el Concilio V aticano contra los hermesianos y giintherianos, "la doctrina de la fe revelada por Dios no es un sistema filosofico inventado por los hombres y cor-regihle o perfecciona ble por ellos, sino en deposiro divino enttegado por Cristo a su Iglesia para que lo guarde fielmenre, e infaliblemente lo declare. Por eso hace falta conservar sicrn pre intacto el senrido de los dogmas que les dio la Iglesia al dclinirlos, no siendo nunca perrnirido separarse de el, aunque sea con el nombre y el pretexto .de una mas alta y perfecta inteligencia. Crezca, pues, y se desarrolle el conocimiento de todos y de cada uno de las fieles, pero siempre en su propio genero, es decir, en el rnisrno dogma

nurnero 1.800).

y en el mismo sentido" (Denz,

En ¡segundo lugar, la. racrica de arraccion de las rnasas, de los inrelectuales y de los pcrtcnecientes a otras sectas o ¡tdigiones, no puede ser mas equivocada. So pretexto de caridad y de irenismo, se cae en el rndifcrentismo rclig1oso y se rnutila d credo catolico hasta lo inverosirni]. Un catolicismo sin dogmas y sin moral no cs la religion fundada par [csucristo. Querer atraerlos asi es en realidad engaiiarlos. De hecho, el rcsultado ha sido contra prod ucente. Los mas sinccros

y solventes que han interve-

nido en los coloquios ecurnenistas han declarado que para ingtesar en un catolicismo decapitado y falsihcado preferian qucdarse clonde

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estaban, Suena, por lo menos, a candidez el dicho de uno de esos irenistas : la Iglesia catolica adquirirfa ciertas cualidades muy importantes de que carece. El luterano aportaria un sentido mas profundo de la gratuidad de la gracia; el calvinista, un contacto mas inrirno con la Bihlia; el anglicano, una mayor austeridad liturgica, y los cslavos y rnusulrnanes un sentimiento mas vivo de la mistica. 34

En tercer lugar, como observan muy bien los Obispos franceses en SU ultima Relacion doctrinal de las actuales corrientes de pensamierrro y accion en cierros sectores catolicos de francia, los que se dejan llevar por esas ideas revelan carecer del espintu de Dios, del espiritu de Ie, dcl espiritu de Cristo, del espintu de la Iglesia: en una palabra, del espiritu sobrcnarural, encerrandose en un pseudo hurnanisrno naturalista y morboso. Los cambios )' adaptacioncs a los nuevos tiernpos que deben hacerse no son e�os teologos los que los deben cxigir, -dictar o irnponer, sino la [erarquia eclcsiastica, que es la que debc gobc¡rnar la Iglesia. Y de hecho cstarnos asistiendo estos ulrimos aiios a muchisimas y trascendcntales adaptaciones de la discipline, .de la liturgia y de la pastoral a las condiciones de Ia vida presenre, aunque sin cacr en las exageraciones de algunos aposrolcs de la kerigmatica y dcl Ev:mgelio viviente.


III LA VERDADERA Y AUTENTICA TEOLOGIA

La verdadera teolog{a, como ciencia que es de la fe y de las costumbres cristianas, esta sumer.. gida en la fe y en la caridad teologales. Respira una atmoslera sobrcnarural, Nunca pierde cl conracto con la fe y con la caridad. No es una ciencia dividida en distintos generos o especies, corno la filosoffa o las ciencias humanas. Es una irradiacion y parricipacion formal de Ia ciencia rnisma de Dios, que no se divide ni aromiza, sino que lo abarca toda en su uni.dad trascendente. El dogma y la moral, la ascetics y la misnca, la patrologfa y Ia pastoral, la exegesis y la sirnboIica, son una y unica teologfa especihca. La teologfa supera y transciende las categori'as de las ciencias puramente hurnanas y naturales, No es pro-piamente cspeculativa ni practica, sino mas bien conrernplativa y afectiva a la vez, per modum unius, fundiedose en ella conocirnieoro y vida. La vitalidad de la tcologfa, corno la vitalidad de b !e teologal, cs mas hicn hacia arriba, hacia Dios, hacia la vida eterna de. que es un anncipo y un destello, (iue hacia abajo, hacia la vida rerrestrc y animal en <]lie en realidad gemunos, a no ser para enseiiarnos a sobrenaturalizarla y di vinizarla. 35


Y lo mismo ocurre con el conocimicnto. Usa como de instrumento y de trarnpolin de codas las ciencias humanas, aunquc no tomadas en bruro, segun salen de las canteras o de los surtidores de los filosofos y de los sabios, sino elaboradas y destiladas en .sus propios talleres y eefinerlas, en donde se les da el sentido de Dios, de Cristo, de la fe. Por eso no se ernbarca en cualquier liolosofia, antigua ni moderna, sino solamente en la fiolosoffa cristiana, en la filosoffa ¡segun Cristo, como herrnosamente Ia llamaba Benedicto XV (Motu propno Non multo post, de 31 de diciem-

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bre de 1914. AAS. 7 (1915), 6-7).

EI verdadero reologo, tal como lo describe el Concilio Vaticano, llevando siernpre por delante la antorcha de la Ie, busca la inteligencia y explicacion de los rnisrerios, que ella nos prop<>ne, con diligencia, con amor y con sobriedad-sedulo, pie et sobrie­. Para lo cual ernplea fundamentalrnente dos carninos : uno, la cornparacion de unos misterios con otros y con el fin ultimo del 'hornbre, en donde todos convergen; otro, la com pa� racion de los rnisrnos con las verdades de orden natural solidarnente establecidas, como de otras tantas analogias, que nos los hacen vislumbrar de

alguna rnanera (Denz, num, 1.796). Pero sin perder nunca el sentido dcl misterio, ¡ni pretender comptcnderlos perfectamentc. Esa vision clara y plena no es de la teologfa de esta vida, sino de la (1ue le succda en el ciclo.

La viralidad de la reologia, como la de rodes los seres vivientes, no consisre en alejarse de sus


fuences y principios, sino en no separarse de ellos, en estar siernpre en contacto con ellos, en beber y alimentarse de ellos a boca llena. Las ciencias no deben perder nunca el contacto con la experiencia, que cs su fuente; la historia debe es tar siernpre con la vista puesta en el documenro, que le da el ser ; la filosoHa necesita volver siempre al agua cristalina de :SUS principios para no ahogarse de sed. La teologfa igualmente ha rnencster alirnentarse de sus principios y sarurarse de ellos. y esos principios y fuentes de la autentica reologfa son las verdades, los arriculos de la fe, contenidos en las Sagradas Escriruras y en la tradicion divina, y propuestos infalible y autenticamente por el Magisterio vivo de Ia Iglesia. El principio vital de la teologfa esta en la revelacion divina, en la fe ; no en la razon humana ni en las ciencias o la filosoffa, inventada por ella.

Por

eso, la teologfa digna de tal nornbre tiene mas de divina que de humana, de ÂŁe que de razon, de iluminacion o irradiacion de la ciencia de Dios que de ilustracion de la ciencia de los hombres, es decir, de la filosoffa en su sentido mas amplio. La rnisrna teologfa cscolasuca, tan despreciada y

calumniada por los nuevos tcologos, tiene rnarcadarnente ese caracter divino y sobrenarural, sobre todo en sus pnncipales rcprcsentantes, como un San Alberto Magno, un Santo Tomas de Aquino y un San Buenaventura. La Nueva Teologia, por cl contrano, ha ioverti.do ­los valores, yendo al remolque de algunas rnodernas y Iernentidas filosoffo.s, y des37


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cristiaruzandose con ellas, despues de abanclonar las verdaderas fuentes de la teologfa

aucentica, Es una tragica ironia Hamar teologfa viva y renovada a la que, separandose de su principio vital, camina por las sendas de la rnuerte.


SUMARIO

I.­­­INTRooucc16N,

pag. 9.

II.­L" NUEvA rsotocla, pag. 12. IIL­LA vERDADERA y AUTENncA 'rsor.ocfx.

gina 35.

pa-


SE

TERMlNO

DE

IMPRIMIR

Es1·E

UBRO EN LOS TALLERES G[L\FICOS

OE

"EDlCIONl.=S

EL DIA

13

CASTILLA,

S.

DE NOVlEMBRE DE

A.

1958.


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