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EL MEJOR IX Ubicada en el madrileño barrio de Salamanca, esta casa es todo un paradigma de atemporalidad. El estudio de interiorismo de Amaro Sánchez de Moya firma una reforma que ensambla, de forma natural, pasado y presente. La decoración -ecléctica y contemporánea- dialoga con una arquitectura art déco que habla del paso del tiempo, del arte y la belleza sin fecha de caducidad.
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REALIZACIÓN: MERCEDES FOTOS: PABLO SARABIA. TEXTO: MÍRIAM ALCAIRE . RUIZ MATEOS.
El arte revaloriza una zona de paso. Un cuadro de Raúl Hernández capta la atención sobre la cómoda Luis XV, mueble de final del s.XIX con motivos chinos de coromandel. En la pared de la izquierda, retrato familiar de alrededor de 1930, pintado por el artista José Fuentes de Salamanca, y en el suelo, esculturas en mármolAlrededor del vacío, obra de Fernando Heras, en Anmoder.
AMARO SÁNCHEZ DE MOYA
“MI ÚNICO SELLO ES EL RIGOR”
Así define este arquitecto y decorador de interiores su trabajo. Sánchez de Moya -en la imagen con su gato himalayo Lolo, al que adora- se impone como objetivo principal el esmero tanto en el diseño como en la ejecución de obra. Bajo este modus operandi ha ejecutado proyectos integrales en tiendas, clínicas, oficinas... y en una gran variedad de viviendas, desde palacetes burgueses a desenfadados pied-à- terre en la playa. En esta casa, el interiorista “ha inventado una arquitectura potente y rigurosa, inspirada en los pocos elementos art déco que mantenía el edificio”. La relación entre caja y contenido es, una vez más, brillante.
Buenas parejas. Duplicidad, simetría y colores happy crean en el estar orden y movimiento a un tiempo. Marca el eje espacial el sofá, en terciopelo de Gastón y Daniela, con cojines del mismo tejido, adquirido en Güell Lamadrid. Dos biombos de lino enmarcan el asiento; son de la galería de Mercedes Urquijo, como también el par de mesas Idigoras, en hierro lacado en rojo vivo, del estudio de Sánchez de Moya. Sobre ellas, dos lámparas de cerámica azul, de Anmoder. Y delante, dúo de taburetes chinos inspirados en modelos antiguos. Corona el conjunto el cuadro “A los maestros de Cataluña”, cuyo autor es Antoni Tàpies.
déco
Juego de trampantojos. Nada es lo que parece en este rincón junto a la chimenea, de inspiración art . Diseñada por el estudio de interiorismo de Sánchez de Moya y realizada en madera, imita un acabado en mármol. La rematan espejos que camuflan las puertas de un armario de TV. A los lados, esculturas de latón dorado compradas en el Rastro hacen las veces de apliques. Las butacas caldero son de los años 70, retapizadas en terciopelo de Güell Lamadrid. Firmada por Giacometti, destaca la escultura negra encima de la estantería.
Una casa “congelada en el tiempo”, ese era su aspecto cuando la encontraron sus actuales propietarios, una pareja de directivos sin hijos. Construida en los años 30, se trataba de una vivienda perteneciente a un edificio singular, con elementos art déco . Más presentes en las zonas comunes que en el propio piso, constituían aún así uno de sus principales atractivos. La reforma integral, ejecutada por el estudio de Amaro Sánchez de Moya, partió de unas bases “conservacionistas”, a petición de los propios clientes, para dar forma y contenido a lo que sería una residencia del siglo XXI con toda la impronta del XX en su ADN. Se rescataron los suelos de parqué de pino melis, la carpintería en madera, las contraventanas originales, los radiadores antiguos, la manillería de bronce. “Uno de los dueños ya conocía mi trabajo y lo admiraba mucho, explica Sánchez de Moya. Además, su pareja es compañero de profesión de la mía: así que el destino y la coincidencia hicieron que me encargara del proyecto”. La comunicación entre las partes fue muy fácil desde el principio, porque “todas nuestras propuestas encajaban perfectamente dentro de su ideario de casa perfecta ” . Recuperar la esencia estética conservando piezas originales interesantes fue el primer paso; el segundo, crear una caja sobresaliente, inspirada en ese movimiento artístico que aportaba al inmueble un valor diferencial. Se diseñaron a medida las molduras de escayola, las impostas (tapajuntas, rodapiés...), los muros de espejo, la chimenea, los elementos de mármol del baño... El plano distributivo, sin embargo, se modificó radicalmente con el fin de eliminar un exceso de divisiones y un trazado obsoleto. “Tuvimos mucha libertad para desarrollar este lenguaje estilístico y recibimos con entusiasmo las primeras propuestas, en las que conseguimos espacios generosos, grandes aperturas, perspectivas que aumentaban la sensación de amplitud”, concluye el interiorista. Por ejemplo, el salón ha resultado de unir tres habitaciones y un corredor. Y la entrada suma el antiguo vestíbulo, una alcoba y dos pasillos. En cuanto a la decoración, es puro eclecticismo conceptual: cada ambiente responde a un estilo muy distinto con el único parámetro en común de la elegancia. Nada tiene que ver el comedor -evocador jardín interior- con el estar, que rezuma calidez, movimiento y color. Finalmente, el arte, muy presente en todos los espacios, ayuda a cohexionar este puzle estético tan contemporáneo como clásico, en el que se adivina de lejos el buen oficio del profesional capaz de convertir lo moderno en antiguo... y viceversa. •
Estar y trabajar. La alfombra a medida, de KP, ocupa todo el salón. Procede del estudio de Sánchez de Moya y unifica las distintas zonas, una de ellas destinada a despacho, con escritorio Luis XVI -época Napoleón III- acompañada de silla española roja Reina Ana, años 50. Dos bancos de piel de cabra, adquiridos en Anmoder, completan el conjunto de asientos. Catrinas mexicanas y un reloj-esqueleto francés del sigo XVII componen un original bodegón sobre la encimera. El autor del cuadro sobre la pared de la izquierda es de Francisco Artigau.
CARPINTERÍAS NEGRAS ENMARCAN GRANDES APERTURAS Y CONECTAN ESPACIOS EN CASCADA
El salón comunica con el comedor y el distribuidor, un espacio largo decorado con copas clásicas de cerámica, adquiridas en Anmoder. Se exhiben sobre pedestales de madera lacada diseñados por el estudio de interiorismo. Los apliques de luz son de cristal de Murano de los años 70, de Lagur, en el Rastro de Madrid. Puertas de cristal liso y esmerilado independizan la cocina bicolor, revestida en mármol negro Marquina la pared del salpicadero. Este tipo de piedra y el mármol blanco Macael forman un bello damero en el suelo.
Glamour y puesta en escena. A la entrada del comedor, columnas de acero sustentan lámparas en cristal eglomisé dorado, compradas en Berenice. El papel pintado de motivos vegetales convierte este espacio en un jardín de invierno, es el modelo Florencecourt , del Archive Anthologye, editado por Cole & Son. Más plantas sobre la mesa años 70: ramas de olivo y eucalipto, adquiridas en Floreale, adornan jarrones de cerámica procedentes de Anmoder. El conjunto de sillas es de los años 50, con tapicería original en piel de gacela. Se adquirió en Subastas Durán.
LAS MOLDURAS DE ESCAYOLA FUERON MEDIDA PARA REPLICAR EL ESTILO ART DÈCO
DISEÑADAS A DEL EDIFICIO
Exquisita caja. Molduras blancas realzan techo y paredes del dormitorio, pintadas en un relajante azul claro que hace destacar el cabecero de la cama, en terciopelo caldero, de Nobilis, a juego con los cojines. La ropa que la viste es de Zara Home. Como mesillas, se dispusieron consolas fernandinas españolas de principios del s. XIX; en una de ellas se exhibe una obra abstracta de Natalia Román. Los apliques de lectura son de latón con pantallas a medida, y las ámparas de porcelana china del siglo XIX proceden de Anmoder. Elegante y sobrio, el baño repite la estética de la cocina. El mueble en acero y mármol negro Marquina es diseño de Sánchez de Moya, y los apliques en latón cromado y opalina son modelos antiguos.