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: Una historia

Sabaneta

que empezó en

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El 4-F nació a la vida pública

En el plantel se mantiene viva la memoria de su más apreciado alumno

Chávez salió eximido de la Julián Pino

y prendado de unos ojos azules Con una nota final de 18 puntos egresó en 1966 de la escuelita de Sabaneta. En cuarto grado se enamoró de los ojos de su maestra Egilda Crespo, con quien se reencontró 30 años después en la cárcel de Yare. Sus compañeros de clase y su maestro Jacinto Silva lo recuerdan como un estudiante aplicado, sobresaliente y con habilidad para dibujar TyF/ Manuel Abrizo Sabaneta

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l libro que contiene las notas y el listado de alumnos del periodo escolar 1965-1966 de la escuela Julián Pino se conserva con celo, recibe trato de reliquia y se manipula con cuidado si se requiere una consulta, pues se trata de un objeto valioso. Por ello a Douglas Díaz, actual director de la escuela, le recomendaron –para sacarlo del estante bajo candado– usar guantes y tapabocas y en caso de alguna fotografía no se puede accionar el flash. Es que en ese grueso cuaderno empastado, figura un alumno con notas sobresalientes, entre los 28 estudiantes egresados, y de quien nadie

imaginó que años después partiría en dos la historia venezolana. Chávez, Hugo Rafael es el onceavo de la lista. En los recuadros de notas aparece su récord hecho números: 18 puntos de nota previa; 18 puntos en el examen; 18 puntos, su nota definitiva. Hugo Chávez y Cristina Salvatierra, ambos con 11 años, eran los más jóvenes de la promoción egresada de sexto grado en 1966. Díaz anuncia que se ha hecho la propuesta de declarar el libro como un bien de patrimonio histórico. El libro y un juego de fotografías tomadas en la celebración del Día de la Alimentación, que alguien conservó sin imaginar el valor referencial que representarían posteriormente, son algunos de los pocos testimonio físicos que quedaron de aquellos años de primaria de Hugo Chávez en la escuela Julián Pino. Sus compañeros de clase, sus maestros y maestras, y quienes lo conocieron de niño, suelen exprimir la memoria tratando de ubicarlo en el tiempo y en el salón de clases. Algunos de ellos, todos mayores de 60 años, apenas recuerdan una que otra escena difusa, una añoranza, una anécdota.

Sin embargo la mayoría coincide en que Huguito, así llamado para diferenciarlo de su padre Hugo de los Reyes Chávez y también su maestro en la escuela, era un niño muy aplicado, que siempre participaba en los actos culturales y que poseía habilidades para el dibujo. Años después, Hugo Chávez, en algunas de sus intervenciones televisivas matizadas con el rico anecdotario que le permitía su extraordinaria memoria, recordaría los años en el Julián Pino. Nombró con cariño a sus maestras y maestros y dijo, tirándole un beso con mano y boca, que nunca olvidó los ojos azules de Egilda Crespo, la maestra de cuarto grado, de quien se enamoró. Egilda Crespo cuenta riéndose que Chávez confesó su amor infantil en un artículo que escribió sobre Ezequiel Zamora, incluido en una de las publicaciones del diario Últimas Noticias. Ella nunca supo del amor de su alumno porque Huguito en el salón lo que hacía era mirarla. Ambos se vieron casi 30 años después, cuando ella fue a visitarlo en la Cárcel de Yare, después de la rebelión del 4 de febrero de 1992. “¡Es Egiiiilllda!”, exclamó Chávez al abrir la puerta del cuarto, en Yare, y ver parada ante sí a su maestra de cuarto grado. Coherencia entre palabras y hechos La escuela Julián Pino, ubicada frente a la plaza Bolívar de Sabaneta, luce un tanto solitaria a medida que avanza julio y culminan los exámenes y el año escolar, aunque en algunos salones todavía se imparten clases. En la cancha deportiva un grupo de niños, afiebrados por el contagio del Mundial de Futbol en tierras brasileñas, disfruta pateando un balón y gritando goool, cuando la pelota entra por el arco. En uno de esos salones, medita el director, estudió el niño que años después se


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rebeló contra el orden corrupto establecido, nos dio patria y nos conminó a amarla; nos hizo reír y llorar de placer con sus ocurrencias, nos cantó y enseñó con el ejemplo a amar a los niños, a los pobres. Además, convirtió la esperanza en una palabra con contenido. “En la historia de Venezuela no ha habido un Presidente que haya sido tan coherente en pensamiento y obra. En la política tradicional se habla y no se cumple. Chávez cubrió las expectativas. ¿Quién había prometido aquí construir viviendas? Él las prometió y las hizo”, reflexiona el director, Douglas Díaz. Díaz informa que el Gobierno ruso, mediante su Embajada en Venezuela y la empresa petrolera Rosneft, hizo reparaciones y acondicionó la cancha deportiva, las gradas y el techo; le echó granito al piso del espacio donde se realizan los actos culturales y construyó un “paseo patriótico” en un pequeño pasillo adyacente a la dirección, con los rostros de Bolívar y Chávez esculpidos en relieve. Las mejoras a la escuela Julián Pino forman parte de un regalo del Gobierno ruso a Sabaneta con motivo de la celebración de los 60 años de natalicio del Comandante, que se celebran hoy. Rusia también construyó la preciosa plaza Hugo Chávez. Una fotografía Iglesis Frías asienta afirmativamente, moviendo la cabeza, cuando escucha uno de los nombres que le resultan familiares de la lista de 28 alumnos que la acompañaron en sexto grado, hace 50 años: Alvarado, Ramona… Altahona, Nirsa… Avancini, Oswaldo… Cuevas, Oscar… Chávez, Hugo Rafael… Durán, Doris… Algunos de ellos hicieron su vida en Sabaneta. Otros se fueron. Al culminar la primaria, Iglesis se marchó para Guanare. Dejó de estudiar. Luego retornó a Sabaneta. De la escuela Julián Pino, afirma que la construyeron durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, en la década del 50 del siglo pasado. Su director en los 60 era Ramón Antonio Javit, casado con la también maestra Mireya de Javit. Otros nombres que recuerda de maestras y maestros en aquellos años son el de Juan Díaz; la maestra Catalina de Díaz, esposa del anterior; Delvia Serrano; Jacinto Silva, maestro de quinto grado; el maestro Hugo de los Reyes Chávez; otro maestro de apellido Linares; la maestra Amada Venero, hermana de Rosa Venero y de Lucía Venero, todas docentes. Iglesis es pariente lejana de los Frías, un apellido que se extendió por los lados de San Hipólito, mientras que los Chávez, apellido

“Luego de repasar las caritas detalla que ‘el de corbata es el maestro Jacinto Silva’. Doris Durán es la primera de la derecha en la fila de los parados. Huguito aparece sentado en el centro con un plato en la mano; es el séptimo de izquierda a derecha. Iglesis es la muchacha sentada en la primera fila, entre dos compañeras. Lleva un vestido oscuro con retazos blancos”

del maestro Hugo de los Reyes, son más bien de Santa Rita, aldea cercana a Sabaneta. “Oswaldo Avancini y Huguito”, señala doña Iglesis, refiriéndose a sus compañeros de sexto grado, “eran de la línea de los varones, se sentaban en los primeros puestos. Como era por tamaño estaban adelante. Recuerdo que Hugo dibujaba muy bonito. A mí también me gustaba dibujar. Él era muy ordenado, muy estudioso y aplicadito. Se hacían debates entre los niños y las niñas. Él intervenía. Los muchachos nos ganaban. En la hora de recreo brincábamos la cuerda; a mí me gustaba jugar voleibol”. Iglesis muestra una fotografía en blanco y negro, que conserva como una joya, en la que aparecen todos: unos, sentados en el suelo; otros, parados, posando para el fotógrafo. Luego de repasar las caritas detalla que “el de corbata es el maestro Jacinto Silva”. Doris Durán es la primera de la derecha en la fila de los parados. Huguito aparece sentado en el centro con un plato en la mano; es el séptimo de izquierda a derecha. Iglesis es la muchacha sentada en la primera fila, entre dos compañeras. Lleva un vestido oscuro con retazos blancos. La fotografía, una de las más difundidas posteriormente en la prensa, supuestamente se tomó en la celebración del Día de la Alimentación, fecha festejada antiguamente con actos culturales, elaboración de carteleras y un “compartir” en que todas y todos llevaban alimentos. El grupo de alumnos allí retratados pertenecen a la sección de quinto grado. Otra gráfica, posiblemente del mismo acto y tomada por el mismo fotógrafo de cuyo nombre pocos se acuerdan, muestra al maestro Silva parado en un costado. Huguito, en otra imagen, está ubicado de segundo, de derecha a izquierda, en la fila de los de pie. Habilidoso y alegre Roger Rangel, otro de los muchachos de sexto grado, formó parte del grupo, inclu-

Douglas Díaz

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Iglesis Frías

yendo a Hugo Chávez, a quienes “Tintán” López enseñó a jugar beisbol. Roger es hijo de Eduardo Alí Rangel, considerado el poeta de mayor proyección nacido en Sabaneta y uno de los más destacados de Barinas. El Comandante rindió culto a Alí Rangel. Cuando el poeta falleció, en octubre de 2012, le envió una emotiva carta a la familia en la que lamentaba el deceso de quien consideró “mi maestro, mi amigo”. Roger Rangel, al recordar a Hugo Chávez, su compañero de clase y de infancia, lo describe como “demasiado aplicado, muy inteligente. Cuando hacíamos los actos culturales, él encarnaba a Páez o Bolívar. Nosotros oíamos los juegos de beisbol pegados a los postes con un radiecito de batería. Él iba por Magallanes y yo por Caracas”. Roger es primo del periodista Eleazar Díaz Rangel, cuyo padre, don Eleazar Díaz, fue un próspero comerciante en Sabaneta. Cuenta que Chávez lo llamaba “Melena” y que una vez, siendo comandante del


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Los 28 de sexto grado 1) Alvarado, Ramona, 13 años 2) Amaro, Ernesto, 13 años 3) Araujo, Diagnora, 12 años 4) Altahona, Nirsa, 13 años 5) Avancini, Oswaldo, 13 años 6) Azuaje Isolina, 13 años 7) Bastidas, María, 13 años 8) Casanova, Lucio, 13 años 9) Contreras, Luz Yolanda, 12 años 10) Cuevas, Oscar, 13 años 11) Chávez, Hugo Rafael, 11 años 12) Durán, Doris , 13 años 13) Frías, Iglesis, 14 años 14) Gatitta, Oswaldo,14 años 15) Molina Félix, 13 años 16) Paredes, Carlos, 12 años 17) Quero, Carolina, 13 años 18) Rangel, Roger Enrique, 13 años 19) Salguero, Inocencia, 12 años 20) Salvatierra, Cristina, 11 años 21) Serrano, Trina, 14 años 22) Torres, Rafael, 12 años 23) Valera, Antonio, 12 años 24) Villarreal, América, 12 años 25) Villegas, Fidelina, 14 años 26) Valderrama, Violeta, 13 años 27) Vizcaya, Efrén, 12 años 28) Zapata, Antonio, 12 años

“Nunca me olvidó” E

gilda Crespo llegó a Sabaneta por casualidad, según cuenta en la ciudad de Barinas, en la plaza adyacente al liceo O’Leary. Nativa de Dolores, aldea ubicada a unos 50 kilómetros al sur de Sabaneta, piensa que llegó a este pueblo “al encuentro con mi destino”. Sin embargo, su estadía en Sabaneta se prolongó por apenas tres meses, tiempo que duró la suplencia en cuarto grado por la maestra Lucía Venero, quien estaba de permiso pre y posnatal. Para entonces, era una guapa joven recién graduada de apenas 18 años. Había estudiado en Barquisimeto, y un tío suyo, secretario general de gobierno del estado Portuguesa, la puso en contacto con la Zona Educativa. “En esa suplencia de tres meses fue que tuve el honor de darle clases a Huguito. Después me fui para Dolores, en el medio rural. Ahí duré cinco años. Me casé y me fui para Caracas”. En Caracas trabajó después en la alcaldía en un proyecto de lectura compartida promovida por el Centro Nacional del Libro. Egilda confiesa que comenzó a retroceder en el tiempo y a escarbar en la memoria, tratando de ubicar a Huguito, cuando un hermano suyo militar la llamó para decirle que el Comandante la había mencionado en un artículo de prensa publicado en el diario Últimas Noticias. “Te imaginas qué emoción sentí ese día”, dice. “Uno retrocede y se pregunta cómo era Hugo Chávez. Recuerdo exactamente que se sentaba en el primer puesto de la fila iz-

quierda, para mí, la derecha, y lo único que se le veía eran dos rayitas: esa era su mirada. De adulto, cuando Hugo se reía, se le veían dos rayitas. Él no era tremendo. Dice que estaba quietecito porque había fotos de Simón Rodríguez, de Ezequiel Zamora en la parte de arriba de la pizarra. Contaba que no miraba la foto de ‘cara de cuchillo’ (Zamora) por mirarme los ojos a mí”. En la primera reunión que la joven maestra sostuvo con los docentes y la directiva de la Julián Pino, fue felicitada por la disciplina que logró imponer en el salón de clases. Uno de los asistentes dijo que “tenía embobados a los muchachos; lo que hacen es mirarla”. El 13 de enero de 1993 visitó a su alumno en la cárcel de Yare. “En Yare, él me reconoció. Fue emocionante porque cuando toco la puerta de la

fuerte Tavacare, en Barinas, lo mando a meter preso. “Fui a visitarlo al fuerte Tavacare”, relata Roger Rangel, “pregunté por él. Enseguida llegaron unos soldados y me hicieron pasar. Me llevaron hacia un sitio y luego me encerraron entre rejas. Él llegó riéndose. ‘Así es que te quería ver’, me dijo”.

Columba Salas estudió con Hugo Chávez en cuarto grado. El maestro Hugo de los Reyes impartía las clases. Don Hugo poseía fama de estricto y todos le temían al grueso anillo con que propinaba uno que otro cocorronazo. “Yo lo veía en el segundo piso de la escuela mirando a lo lejos, con las arañas

habitación que estaba cerrada, él mismo la abre y lo que dice es ‘¡Egilda!’. Después de 30 años. Tenía una excelente memoria. Yo sé que en una oportunidad hubo un impasse con un cuaderno. Él recordaba ese impasse entre los dos. Él me tiró el cuaderno que cayó al piso. Yo le dije: ‘Hugo, no se tiran las cosas, no se tiran los cuadernos’. En la adultez me contó que lo que pasaba era que él estaba celoso del maestro Silva, que me regalaba chocolates. Él creía que el maestro Silva estaba enamorado de mí. Claro, yo venía de lejos, de Barquisimeto, una muchachita dando clases, cuando allí lo que había eran mujeres adultas, casadas. En Yare fue muy interesante. Me hizo una tarjeta de Navidad. Dibujó las rejas. Me la guardó. Me escribió: ‘A los 30 años de haberte conocido, Egilda, siento en mis adentros al niño soñador por unos ojos azules”. –¿Él le regalaba arañas? –Sí. –¿Qué le decía? –Nada, él en ese momento era callado. Simplemente ponía las arañas en la mesa. En el banquito de la plaza, Egilda dice desde adentro que una vez que conoció a Chávez de adulto, quedó marcada por su gran corazón. “Para ese tiempo ni me imaginaba que un muchachito…. Ahora lo recuerdo con mucho amor y respeto. Esperando en Dios que se cumpla ese proyecto de vida de Hugo Chávez, que es más que un legado. Tanto los que están el gobierno como los que estamos afuera debemos hacer cumplir con la palabra y con la acción su proyecto de vida. En el libro Mi primera vida, escrito por Ignacio Ramonet, en una reunión que tuvimos en Sabaneta, yo dije ‘que libro tan bueno, pero sobre todo en la página 154, porque me nombra’. Ahí dice: ‘Nunca la olvidé”, señala.

(dulces picaditos de lechosa) en una bandeja. Dios le tenía reservado lo que iba a ser. Él se iba a jugar beisbol y dejaba la bandeja de arañas; se las robaban. Él lo contaba”, dice Columba Suárez. El maestro Jacinto Silva, en su casa de la urbanización Rodríguez Domínguez, en Barinas, guarda agradables recuerdos de Chávez y en general del grupo de muchachos a quienes impartió clase. “Yo decía que ese grupo de muchachos eran muy buenos todos. Lógicamente, había sobresalientes. Hugo era habilidoso. Alegre. Todo el mundo era amigo de él, semejante a la gente buena. No era un muchacho quedado”. Don Jacinto le dio quinto grado. Señala que el maestro de Hugo Chávez en sexto grado fue su padre Hugo de los Reyes, quien también enseñaba en cuarto. A Sabaneta llegó en 1962, proveniente de Santa Rosa, poblado cercano. Allá se casó con la maestra Annedis. En 1966 lo enviaron a Caracas, en donde hizo un curso de director en el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio. Después de jubilado se inscribió en la Facultad de Derecho de la UCV. Allí se graduó de abogado en 1994. “Chávez era pitcher de mi equipo de beisbol”, recuerda. “El maestro Hugo de los Reyes tenía su equipo y yo tenía el mío. Adán Chávez jugaba para el equipo del papá. Se jugaba los sábados sección contra sección”.


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Crecieron los árboles sembrados por el Comandante y Evo Morales

Viajeros del país y del mundo

acuden a la casa de la abuela de Hugo Chávez Antes del 4 de febrero de 1992 era el capitán que llegaba en un “fordcito” “esperolao” con un cargamentos de pelotas, guantes y bates de beisbol

TyF/ Manuel Abrizo Sabaneta

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esde hoy la plaza El Estudiante, ubicada a unas tres cuadras al oeste de la plaza Bolívar, totalmente remodelada y embellecida, pasará a llamarse Hugo Chávez. Se espera que el presidente Nicolás Maduro encabece las festividades programadas en Sabaneta, entre ellas la inauguración del acogedor espacio, para celebrar los 60 años de Hugo Chávez, nacido en este pueblo barinés en 1954. La remodelación y transformación de la plaza son un regalo del Gobierno ruso a Sabaneta, que incluye otras iniciativas como las mejoras ejecutadas en la escuela Julián Pino, en la que Chávez estudió la primaria; y en la casa de la infancia, donde convivió con su abuela Rosa Inés y su hermano Adán Chávez, actual gobernador del estado Barinas.

Plaza Hugo Chávez

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La Gobernación de Barinas también participó en el financiamiento de la remodelación de la plaza, cuyo costo superó los 21 millones de bolívares, según anunció Adán Chávez, durante un recorrido por Sabaneta realizado el pasado mes de junio. El gobernador estuvo acompañado por el alcalde de Sabaneta, su hermano Aníbal Chávez, y por miembros de la directiva de la Fundación Hugo Chávez, dirigida por una de las hijas del Comandante, Rosa Virginia Chávez. El gobernador se refirió a la propuesta de la creación de la Ruta de Chávez, sobre la cual se manejan varias iniciativas y que en todo caso guarda relación con los lugares y sitios emblemáticos vinculados con la vida del Comandante. En Sabaneta están la escuela Julián Pino, el sitio de la casa natal, donde se construyó un preescolar; y la casa de infancia, donde vivió con la abuela, hoy transformada en un museo. Sabaneta se llena de conjeturas y comentarios sobre las propuestas para homenajear a su hijo de mayor lustre y renombre y el único de proyección universal en toda su historia. Entre los comentarios que se cuelan en las calles y sitios de reunión, alguien escuchó hablar de que iban a construir una “réplica del Cuartel de la Montaña”. También está la propuesta de embaular la “Madre Vieja”, corriente de agua que era un brazo tributario del río Boconó, en donde tantas veces se bañaron los muchachos y que Chávez recordaba con gracia durante sus intervenciones públicas en los medios de comunicación audiovisuales. Igualmente se menciona la obra teatral El arañero, que se sería montada con la Compañía Nacional de Teatro. Durante su recorrido por Sabaneta, el gobernador Adán Chávez mencionó la Ruta de Chávez, sin abundar en mayores detalles. Sobre la plaza en homenaje a su hermano dijo que será un espacio para la familia, la paz, el amor, para desarrollar actividades culturales y para debatir sobre el pensamiento del líder revolucionario, según reseñó en su oportunidad la prensa barinesa. Vladimir Zaemskiy, embajador ruso en Venezuela, también estuvo en Sabaneta en


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Lunes 28 de Julio de 2014 Columba Salas guarda en un álbum un legajo de valiosas fotografías, algunas inéditas, en las que aparece Chávez pronunciando el discurso en Sabaneta y en otros lugares a donde lo acompañaron. En una de ellas aparece Nicolás Maduro, sentado atrás, de franela, mientras Chávez se dirigía a la multitud. “Él vino para esta casa”, dice Columba. Juana le dio dos vasos con jugo de toronja. Juana relata que una vez en Barquisimeto, Hugo Chávez estaba dando una conferencia en una universidad. Ella y su hermana pensaron en hornearle unos plátanos para cuando regresara hambriento. Cuando le abrieron la puerta, Hugo percibió el sabroso olor de los plátanos horneados. Dijo con esa chispa que lo caracterizaba: “¡Aaaah, huele a Sabaneta!”. “Para nosotros está vivo; jamás lo olvidaremos”, confiesan Columba y Julia.

Testimonios del libro de visitas Hay hombres que luchan un día, son buenos. Hay hombres que luchan un año, son mejores. Hay hombres que luchan muchos años, son muy buenos; pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles!!! Juana y Julia Salas

Bertoltd Bretch Patria o muerte, venceremos. Francisco Ipana Guayaquil, Ecuador El Telégrafo Sabaneta, 08 de julio 2014 Con orgullo un cabimero que vino a conocer y compartir un breve momento con lo físico y espiritual de quien fue el hombre que sembró patria. Saludos para el gran Comandante, siempre te admiraré y recordaré. Licdo. Mario Morales Semprún Hoy, 05-07, 2014, desde el Museo de los Llanos de Barinas, a través de Zurda Konducta, recordamos a nuestro Comandante eterno. Grabamos un especial a su memoria. Por siempre y para siempre. (Siguen firmas) Por aquí pasó Héctor Castellano rindiendo homenaje al hombre “puro”. La Revolución no se negocia. 19 de abril 2014. Hoy visito la casa natal del gigante de América, el hombre humilde nacido en tierra llanera, el hombre del corazón grande, el hombre del pueblo y del mundo, el que sembró en Venezuela el amor por la patria y por nuestra tierra, Tu legado no murió, se multiplicó. Por siempre serás el ¡Comandante de los pobres! César Carrasco Sabaneta,18/06/14

el mes de junio, pasando revista a las obras de la plaza. Igualmente recorrió los espacios del Museo Mamá Rosa, casa que fue declarada Patrimonio Cultural en marzo pasado. El diplomático trajo a Barinas un libro publicado en Rusia sobre Hugo Chávez con reflexiones y artículos de periodistas de esa nación euroasiática. El museo Mamá Rosa en Sabaneta, a una cuadra de la plaza Bolívar, se ha convertido en un centro de peregrinación para extranjeros y venezolanos, quienes recorren sus espacios con reverencia. En las paredes se exhibe una muestra fotográfica de momentos estelares de la vida de Hugo Chávez. En murales pintados en las paredes del patio se recrean pasajes de los momentos de la infancia vividos en aquella casa humilde por los dos hijos de Hugo de los Reyes y doña Elena Frías, en compañía de la abuela: Chávez y Adán entre Rosa Inés; la imagen de un niño vendiendo arañas; un muchacho con los pies descalzos montado en la rama de un árbol. Revolución y Rebelión, las matas de naranja y mandarina sembradas por Chávez y Evo Morales respectivamente, el 29 de abril del 2010, poseen una altura considerable. El patio además se ha ido llenando de otras plantas sembradas por distinguidos visitantes, entre ellos René González, uno de los cinco antiterroristas cubanos, quien sembró un limón, en marzo pasado, según testimonió Arnaldo Avancini, uno de los jardineros. El libro de visitas contiene emotivos testimonios de admiración y reconocimiento dedicados al Comandante por parte de centenares de venezolanas y venezolanos que vienen de los distintos rincones del país y de latinoamericanos y caribeños, entre ellos argentinos, cubanos, ecuatorianos. “Amado jefe”, señala de entrada uno de los testimonios, “me dijiste: ‘Cuando yo no esté búscame en la risa de los niños que alegres corretean como caballitos sabaneros, en la fuerza del pueblo, en el corazón de las mujeres’. Hoy sigo tus pasos. Te buscaré toda la vida. Aquí estás tú. Te amaré por siempre. Nancy Pérez S.”. Agrega: “Tu también mayor”. Y pone una fecha: 29-04-2004. Olor a plátano horneado Las hermanas Columba, Juana y Julia Salas integraban aquella especie de comité solidario, casi espontáneo, que se formó en Sabaneta luego de la rebelión del 4 de febrero de 1992. En ese comité estaban los Salas, la

familia del Comandante y un grueso números de amigos de infancia y correrías juveniles, entre ellos “Pancho” Bastidas, Alfredo Aldana, Adrián Frías, Marcos Barroeta, Adelis Tapia y otros que se juntaban para jugar beisbol, bañarse en la Madre Vieja, ir al cine Bolívar e intercambiar historietas de El llanero solitario, El charrito de oro, Kalimán, Santo, el enmascarado de plata. Julia cuenta que cuando Hugo estaba preso en Yare organizaron un acto en Sabaneta en el que “tembló la tierra”. Se llamó “Canto a la libertad”. Allí echaron palomas blancas a volar. “Los de la oposición agarraron una cadena de bicicleta y se la lanzaron a los cables; nos dejaron en tinieblas, pero la luna estaba tan grande que parecía de día. Aquello quedó hermoso”, dicen Columba y Julia, armando el relato entre ambas. A Yare le mandaron hallacas muchas veces, y sus amigos de Sabaneta le regalaron un busto de madera. En aquel tiempo, los Salas, como otras familias del pueblo, vivieron la angustia del hostigamiento de los cuerpos de seguridad; los llamaban por teléfono amenazándolos. Cuando Chávez fue liberado en 1994, sus amigos de Sabaneta le organizaron un gran acto de recibimiento. Lo esperaron a caballo y arrancaron con una cabalgata. El hijo de Columba Salas, Jesús David Salas, vestido de rojo y una boina en la cabeza, le recitó un poema. David es hoy un hombre, graduado de ingeniero eléctrico.

Pancho Bastidas y su señora madre

Nuestro capitán Para Héctor Méndez Zamudia, cronista de Sabaneta, a este pueblo no se le puede caracterizar como típicamente llanero, en el sentido de la vinculación del ser humano con la sabana infinita y la cosmovisión que ello genera. “Tiempo atrás lo que sí tuvo fue vocación agrícola. Este pueblo nunca se fundó. En 1667 se tiene información de que el Cabildo de Caracas compró un lote de terrenos aquí y se interesa por la explotación agrícola. Para 1760 ya estaba formado como poblado”. Para los años 50 y 60 del siglo pasado, en que transcurre la niñez de Chávez, Sabaneta era una aldea de calles de tierra; casas de bahareque, de techo de palma o de cinc. Había una planta eléctrica que encendían al anochecer y la apagaban pocas horas después. Entre las familias y apellidos de importancia en aquellos años figuraban los Menoni, italianos; los Mazzei, los Díaz Rangel, entre ellos Eleazar Díaz, próspero hombre de negocios y padre de Eleazar Díaz Rangel, periodista y director de Últimas Noticias. Eduardo Alí Rangel, fallecido a los 97 años, en el año 2012, figura entre los poetas más destacados de Barinas. En aquella ocasión, Chávez le envió una emotiva carta a sus hijos (ver recuadro) en la que afirma que don Eduardo Alí “me enseñó a amar la belleza de la palabra”. Méndez Zamudia afirma que los Mazzei poseyeron la primera compañía de transporte, con recuas de mulas, con la cual surtían a los comercios.


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Carta a la familia de Eduardo Alí Miraflores, 17 de octubre 2012 Paisanos Franklin Eduardo, Norman Alí, Gloria Piedad, Roger Enrique y Marisol Rangel Venero. Presente.

Campo de beisbol infantil Hugo Chávez

“Mazzei llegó a tener hasta 40 carretas de mulas con las cuales viajaban por todo el país, transportando y trayendo mercancía manufacturada”, indica. La conexión con el estado Portuguesa y los estados centrales, antes de la construcción del puente José Antonio Páez, se hacía por el Paso Baronero, en Sabaneta, donde el río Boconó se expandía y se hacía llano, permitiendo el paso de los animales. Por allí cruzaron Bolívar, Páez, Ezequiel Zamora. En El Camoruco, un árbol centenario considerado unos de los emblemas del pueblo, se cuenta que acampó Bolívar con sus tropas. Explica el cronista que, hasta hace poco, Sabaneta tenía mayor vínculo con Guanare que con Barinas, la capital. Por Guanare “uno salía para el centro”. “Antes del 4 de febrero, Chávez era nuestro capitán que venía por ahí, organizaba juegos de beisbol, traía pelotas y guantes. Venía en un ‘fordcito’ viejo, un perol ‘espe-

rolao’. Nosotros nunca sospechamos nada. Solo unas cuantas personas en Sabaneta sabían que venía ‘algo”, dice. Zamudia relata que el 3 de febrero de 1992, un día antes de la rebelión militar, entró a Sabaneta el vehículo viejo de Chávez conducido por un sargento. Con él llegaron Nancy Colmenares, la esposa de Hugo, y los tres niños. Se quedaron en la casa de Aníbal, hermano del Comandante, quien tampoco sabía nada. El soldado se quedó custodiando la casa. Después lo vino buscando la DIM. El cronista reconoce que el pueblo dio un salto gigantesco a partir de la llegada de Hugo Chávez a Miraflores. “Sabaneta en los años 90 era un peladero con solo dos calles asfaltadas. Hoy 95% de la vialidad agrícola está asfaltada. Él una vez llegó al estadio y vio que los niños estaban en el fondo del campo, porque los adultos no los dejaban jugar. Entonces mandó a construir un estadio solo para los niños de Sabaneta”.

Santa Rita “es la mata de los Chávez”

“Hugo era un hombre completo” que “tenía un gran corazón” T/ Manuel Abrizo

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n Sabaneta, cercana a la plaza Bolívar, vive Flor Figueredo, amiga de los Chávez Frías, y quien meció en sus brazos a Huguito cuando este era un niño. Por el frente de su hogar, durante la última campaña electoral presidencial, pasó el Comandante montado en un camión, seguido de una multitud bulliciosa. Al verla le gritó: “Vieja, te quiero, te adoro. Un beso”. “Esa fue la última vez que lo vi”, dice Flor con voz compungida. Siente que nunca podrá desprenderse de aquella emoción hecha un sentimiento hondo. “Yo a Hugo le rezo todas las noches y le pido que ayude a Maduro, a quien la oposición ataca mucho. Veo que cada día esta Revolución se está fortaleciendo más, porque la gente no quiere que volvamos hacia atrás. Sería un desastre volver a la Cuarta República”, señala. Adrián Frías, primo de Hugo Chávez, llama la “pandilla” al grupo de muchachos que entre los años 50 y 60 del siglo

pasado compartieron las delicias de la infancia en aquella pequeña aldea de calles de tierra y de una escuela primaria, un cine, un campo de beisbol y un caño en el que gozaban bañándose. Todos ellos aprendieron a jugar beisbol con Tintán López, llegado de Barinas. “Los dos éramos muy buenos en beisbol. Yo en amateur fui buen pelotero. Batee mucho. Mis compañeros de infancia saben que yo me la comía todas en los files. Él (Chávez) fue buen bateador, jugaba primera base y era buen pitcher; tiraba durísimo. Yo también piché mucho. A Chávez lo ponché en Elorza jugando softbol en el Escamoto”, asegura Adrián Frías. Adrián recuerda que en su casa, cuando Hugo ascendió a capitán, la “pandilla” compró un maute y le hizo una gran fiesta . “La infancia de nosotros fue muy bonita, sana. Pobre, pero menos de la gracia de Dios. Veníamos del campo”, señala Adrián, quien asegura que desde hace 20 años anda por las calles de Sabaneta en bicicleta, un vehículo que ha aparecido

Queridos hermanos: Qué palabras decirles, en esta hora tan dura y dolorosa. Cómo expresarles esta tristeza por la desaparición física de Don Eduardo Alí, mi Maestro, mi amigo. Algo entrañable de Barinas, algo del corazón profundo de Sabaneta, se nos va con su amado padre. A cambio, lo que nos deja es inmenso: con Eduardo Alí, Barinas y Sabaneta crecieron más, se embellecieron más, se iluminaron más. El poeta se nos metió para siempre en la sangre y en el alma, y ahí se quedará junto a los ríos amplios, a los árboles hermanos y a la sabana eterna que con nosotros van. Pienso en su papá y les digo con voz emocionada: ¡Cuánto amor por la Patria, cuánto amor por el llano y por sus gentes! Cómo ser sabaneteño, barinés

en cuanta televisora internacional llega al pueblo a recrear la vida de Huguito. “Ojalá que todos los habitantes de este país”, indica, “hubieran compartido cinco minutos con Hugo para que hubiesen sentido la felicidad tan grande de haber tratado con un ser humano tan bueno, tan noble, tan humilde, tan sencillo. Ese corazón, tan grande desde niño, no era suyo, era de quien lo necesitaba. Nosotros los que anduvimos los caminos con él, sabemos cómo era ese corazón de Hugo desde niño”. Francisco “Pancho” Bastidas fue otro de los grandes amigos del Comandante. También aprendió a jugar beisbol con Tintán López. “Venía a Sabaneta y decía, abre el portón para ver a la vieja, mi mamá, Guillermina Bastidas. Entraba por donde estuviera mi mamá y se ponía a conversar. Cuando él estuvo preso, ella se la pasaba hincada rezando para que no le fuera a pasar nada”. Otra anécdota que Pancho Bastidas nunca olvida ocurrió durante un discurso dado por Chávez en el sector de Arauquita. “Yo llegué tarde. Me encaramé por ahí y él me vio. Me dijo: ‘Pancho Bastidas estás como la gente del Congreso’. ‘¿Cómo?’, le digo yo. ‘Lo que tiras es puro rabito’ e cochino’, me respondió. Ese día me robaron un camión. Entonces aquí en el estadio me dijo: ‘Te voy a regalar un camión

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y venezolano, y no reconocerse en sus poemas, en sus escritos, en la dignidad que encarnó a lo largo de toda su vida. Digno de toda la admiración y toda la gratitud es y será este bienaventurado que tanto hizo para que amáramos más el terruño, para que entendiéramos la necesidad de defender y proteger la Patria toda. De la gesta vital y poética, casi centenaria, de Eduardo Alí, tomo estos versos, sus versos, pero también nuestros, de todos, de la tierra amada hasta sus confines: Le canto al ave que le canta al viento,/ al paisaje, a mi tierra, al pensamiento,/ a los anhelos tuyos que son míos. Hoy cantamos a su vida fecunda: hoy le canto al Maestro que sembró en mi corazón preocupaciones trascendentales; que me enseñó a amar la belleza de la palabra. El legendario Caballero del Soneto se queda con nosotros y en nosotros. ¡Vamos con él adelante que nuestro destino es vivir y vencer!. Desde el más genuino afecto; vaya un abrazo infinito para ustedes y para todos los seres queridos de Don Eduardo Alí. ¡Hasta la vida siempre! “Está sonando el caracol del río…” Hugo

aunque sea del aseo urbano en Caracas’. Me lo regaló, me dio los reales para comprarlo. Tengo todavía el camión. Es un camión volteo. Hugo era un hombre completo. Tenía un gran corazón”. Raúl Antonio Chávez Jiménez, hermano de Asdrúbal Chávez, y sobrino de don Hugo de los Reyes, regenta un pequeño comercio en Sabaneta. Dice, refiriéndose a la abundancia y origen del apellido, que “Santa Rita”, aldea cercana “es la mata de los Chávez”. Su tío Marcos, hermano del maestro Hugo, fue el que construyó la casa donde vivía Rosa Inés. Un día de julio llegó Chávez a la casa de don Raúl en Sabaneta. Estaba recién ascendido a capitán. “Llegó saludando y preguntando por mi papá (José Antonio Chávez)”, cuenta don Raúl. “Él quería tomarse algo para celebrar. Le ofrecimos guisqui, fue la única vez en la vida que lo vi tomando guisqui. Exprimimos unas ‘graifrú’. Se tomó tres copitas. Dijo que se iba para Barinas a jugar chapitas con los amigos en la urbanización Rodríguez Domínguez. Cuando íbamos caminando del patio hacia la casa, le comenté que él había sido el primero en la promoción y que podría llegar a ser comandante general del Ejército o ministro de la Defensa. Me dijo, dándome un golpe en el hombro con la mano: ‘Pendejo, Presidente de la República”.


: Una historia

Sabaneta

que empez贸 en

Textos y fotos: Manuel Abrizo Edici贸n: Vanessa Davies, Judith Herrada, Franklin Hurtado Dise帽o y diagramaci贸n: Pablo Valduciel L.


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