Abril Rebelde 10 años

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Miércoles 11 de Abril de 2012

Aristóbulo Istúriz: Desde el alto Gobierno no se ordenó reprimir la marcha opositora

El presidente Chávez nunca renunció

Políticos y militares traicionaron al Mandatario, sostiene el actual primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, entonces ministro de Educación, en un relato contado en primera persona. “Si los héroes de Puente Llaguno no aparecen, los muertos hubiesen sido muchos más”, aseguró

T/ Vanessa Davies F/ Héctor Lozano Caracas

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o del 11 de abril de 2002 fue un golpe de Estado, y yo creo que fue una traición gigantesca al presidente Chávez por parte de compañeros de la Fuerza Armada. El de Manuel Rosendo es un caso emblemático de traición. Creo que todo esto fue un proceso muy previo al 11 de abril. Las leyes Habilitantes, por ejemplo, fueron un detonante importante, aun cuando todo el mundo recuerda solo lo de Pdvsa, cuando el Presidente decidió dar ese paso al control soberano de la industria petrolera. Yo recuerdo que hubo un Consejo de Ministros, y el Presidente dijo: “Mira, no se puede gobernar a este país sin controlar a Pdvsa. Sería una traición a nuestro pueblo gobernar a este país, que otros nos controlen a Pdvsa y que nosotros no tengamos los recursos para responderle al pueblo”. Sé que uno de los ministros en ese momento (Luis Miquilena) le dijo: “Tú tomas esa decisión y te van a tumbar”. El Presidente le contestó: “Bueno, que nos tumben, pero esta es una decisión que hay que tomar”. Yo creo que el 11 de abril de 2002 hubo varios golpes; creo que hubo un golpe militar en primer término; hubo un golpe petrolero, un golpe financiero, porque cuando los conspiradores decidieron sacar los dólares del país goteados, en una semana nos bajaron las reservas internacionales a 7 mil millones de dólares y prácticamente no

había ni cómo pagar nómina; estábamos casi tumbados sin disparar un tiro por no tener cómo hacer frente a eso. Sin embargo, el cambio en la directiva de Pdvsa aceleró el golpe de Estado, porque les dio mucha fuerza internacional a los conspiradores. Pero creo que era inevitable; el golpe se hubiese dado, pero a lo mejor se hubiese dado más tarde. Las leyes Habilitantes fueron la raíz, el despegue de un proceso que ya era indetenible. Los gobiernos de la Cuarta República lograban su estabilidad haciéndole concesiones a la oligarquía, nombrando ministros. Pero el Presidente, al no ceder, ya producía un despegue de ellos, y ellos no le iban a garantizar la estabilidad o iban a conspirar contra la estabilidad del Gobierno. Además, Pdvsa era un Estado dentro de otro Estado. Pdvsa en la Cuarta República estuvo dirigida por las grandes multinacionales; claro, venezolanos que eran preparados, formados y al mismo tiempo algunas veces eran hasta funcionarios de esas empresas multinacionales petroleras. El Presidente tomó una decisión muy clara de cambiar la directiva de la industria, y lo compartió con nosotros en el Consejo de Ministros. El Presidente dijo: “Mira, aquí nos vamos a jugar Rosalinda con dado, coroto y todo”. El Mandatario afirmó preferir que lo tumbaran antes que traicionar al pueblo. Prácticamente nos alertó al decirnos: “Amárrense los pantalones, ajústense el cinturón

porque vamos a entrar en una zona de tormenta”. En ese momento se produjo un deslinde de mucha gente. Además de los militares hubo traiciones en otro sector; yo creo que en el sector político también hubo una traición, que se produjo dosificada.

Chávez nos informó su decisión: “Que me secuestren, que me hagan preso y que le expliquen al mundo cómo a un Presidente electo ellos lo han secuestrado”

POSICIÓN INGENUA El 11 de abril de 2002 no pensamos que los opositores podían llegar hasta Miraflores; nos convencimos el mismo día. Creo que fue una posición muy ingenua. Yo me di cuenta de que era un golpe de Estado cuando ellos decidieron venirse a Miraflores. Cuando vi el título de ese día de una edición extraordinaria del diario El Nacional, que decía “La batalla final será en

Miraflores”, yo sentí que los inocentes eran los que venían marchando, que eso estaba dirigido desde otro lado. Por eso montamos una especie de búnker ese día para monitorear la marcha en la Vicepresidencia. Hay que recordar que todos los días previos al 11 de abril, la gente nuestra se estaba concentrando en el Palacio Miraflores. La idea era que tuviésemos la tarima frente a Miraflores para tener la avenida Urdaneta llena de gente que impidiera que ellos llegaran a Miraflores si tomaban la decisión de hacerlo. Pensábamos que eso podía disuadir a quienes venían. José Vicente Rangel hizo un gran esfuerzo para evitar la violencia, y habló con algunos de los dirigentes de la oposición; llamó a varios, y les dijo: “Miren, tienen que tener cuidado porque esa sería una confrontación muy seria y podría haber muertos”. Había en el seno de la oposición alguna gente que coincidía en que eso podía ocurrir, pero yo creo que eso ya estaba decidido. Ya hoy yo creo que nadie tiene dudas de que era un plan de conspiración que se venía trabajando en el seno de la Fuerza Armada; que era un plan premeditado y estaba todo bien medido y bien calculado. Ellos


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Miércoles 11 de Abril de 2012 sabían que la gente que apoyaba al Presidente iba a tener rodeado el Palacio de Miraflores, y que si ellos venían se les preparaba el escenario para que los francotiradores actuaran y mataran gente del lado de nosotros y gente del lado de ellos, para así acusar a Chávez de ordenar masacrar a la gente; eso internacionalmente crearía unas condiciones de aislamiento de Venezuela, y al mismo tiempo fortalecería a los traidores en el seno de la Fuerza Armada para debilitar el respaldo al Presidente.

NUNCA SE ORDENÓ REPRIMIR Desde el alto Gobierno nunca se dio la orden de reprimir la marcha opositora. Nosotros estábamos en la tarima agitando con música, y desde la tarima vimos caer a la gente, vimos los disparos. La marcha de oposición no llegó a encontrarse con nuestra gente; en la avenida Baralt la

actuación fue de los francotiradores y de la Policía Metropolitana. Ellos estaban matando a nuestra gente, era nuestra gente la que estaba recibiendo plomo. Algunos de los francotiradores fueron capturados y estuvieron detenidos en Miraflores esa noche, y cuando se llevaron al Presidente y nos fuimos detrás de él, allí quedaron esos francotiradores; después, nadie supo de ellos. El 11 de abril una avanzada de la marcha de la oposición se metió por detrás del Liceo Fermín Toro. Lo que definitivamente los corrió fue una avanzada de pueblo que bajó del 23 de Enero y entró por la avenida Sucre y por El Calvario. Yo vi a Guaicaipuro Lameda (expresidente de Pdvsa) y a otra gente en la reja de Miraflores, intentando pasar al Palacio. Si los héroes de Puente Llaguno no aparecen, los muertos hubiesen sido muchos más. Los compañeros de Puente Llaguno

La censura que aplicó RCTV El 12 de abril de 2002 en la televisión se decía que a mí se me buscaba junto con Freddy Bernal, vivo o muerto, y lo repetían y lo repetían. Decían que yo no aparecía, que me estaban solicitando, y yo estaba en mi casa. Me fui a Radio Caracas Televisión, hablé con Eladio Lares (un alto ejecutivo) y le pregunté por qué ponían eso, si yo estaba allí. Él prometió resolverlo, pero yo veía que no

le dispararon a la gente que estaba disparando desde los edificios, y a una parte de la Policía Metropolitana que estaba disparando contra los bolivarianos. La transmisión del Presidente, en la tarde del 11-A, fue posterior a los hechos de Llaguno. Todavía allí había confusión sobre la lealtad o no de algún sector militar. Ya sabíamos, por ejemplo, que quien tenía que mover a la Guardia Nacional no la movió; ya ahí se sabían muchas cosas. Sin embargo, el Presidente decidió dirigirse a la nación y los medios partieron la pantalla; es decir, eso formaba parte de un plan y comenzaba ya la campaña de que el Presidente había ordenado los disparos. También aparecieron militares declarando en la televisión

pasaba nada sino que seguían repitiendo la misma cosa. Llamé, y me dijeron “tienes que hablar con la gente de información”. Hablé con el jefe de información; ahí conocí a Andrés Izarra (hoy ministro de Comunicación). Él me respondió: “Aquí es una dictadura, aquí me están poniendo a que saque cosas y no me dejan sacar nada”. Yo llamé a Radio Caracas Radio incluso, pedí mi derecho a réplica, y en lo que dije que Chávez no renunció, que era un golpe de Estado, ¡plás! Me sacaron del aire”.

de forma descarada. Nos dimos cuenta de que era un golpe de Estado, y se súper comprobó cuando decidimos declararle al canal 8, ya en la tardecita, y sacaron al 8 al canal del aire.

TRES OPCIONES Las ministras y los ministros ya sabíamos del chantaje, la presión por parte de los militares golpistas que estaban pidiendo la renuncia del Presidente. Recuerdo que hubo una comunicación del general Néstor González González, y hasta dijo que daba cinco minutos de plazo para que el Presidente firmara. Nosotros nos reunimos con el Presidente y nos dijo que la situación era difícil, que había un golpe de Estado y que de verdad había traiciones; que prácticamente estábamos tumbados.

La gran presión sobre el Presidente para que renunciara era terrible; ahí llamó la Iglesia, desde Fuerte Tiuna, del Ministerio de la Defensa. Llamaban y llamaban, pero el Presidente nunca renunció. Decir que renunció era parte del plan; yo creo que lo de la renuncia del Presidente estaba incluido para justificar el golpe de Estado, porque no podían ellos hacer preso al Presidente, decir que había un vacío y nombrar un Gobierno sustituto. Chávez dijo tener tres opciones: resistir en Miraflores con el pueblo, pero era como un suicidio porque los golpistas decían que iban a bombardear; trasladar el Gobierno a Aragua, donde se mantenía leal el general Raúl Baduel; y que lo secuestraran. Después se dio una ronda de discusión sobre esas tres ideas, y cada uno fue opinando; yo me cuadré con la posición de José Vicente de resistir. Después, Chávez nos informó su decisión: “Que me secuestren, que me hagan preso y que le expliquen al mundo cómo a un Presidente electo ellos lo han secuestrado”. El Presidente dijo: “Ustedes traten de preservarse, que nuestro pueblo no se va a quedar tranquilo, y conduzcan a ese pueblo”. El Jefe del Estado tomó la decisión más sabia, y esa decisión es lo que a Chávez le ha dado mucha fuerza, le ha dado fuerza a este proceso revolucionario: la confianza en el pueblo. Chávez confió en el pueblo.


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Miércoles 11 de Abril de 2012

Eddi Ramírez: Carmona tomó una decisión que no tenía apoyo político ni militar

El paro petrolero convocado el 4 de abril de 2002 desencadenó los hechos del 11-A “Los trabajadores petroleros no tuvimos arte ni parte en los hechos posteriores. Nosotros no estuvimos en Miraflores, ni firmamos actas, ni sabíamos lo que estaba pasando. El 12 (de abril) regresamos a nuestro trabajo para volver a la normalidad”

El expresidente de Palmaven, filial de Pdvsa, aseguró que desconocía que la multitudinaria marcha de la oposición terminaría en el Palacio de Miraflores y provocaría el golpe de Estado

T/ Manuel López F/ Héctor Rattia Caracas

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ddi Ramírez, expresidente de Palmaven, está convencido de que si los altos ejecutivos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) no hubieran promovido el paro de la industria para el 4 de abril de 2002, la marcha multitudinaria de la oposición realizada siete días después, que terminó en las inmediaciones del Palacio de Miraflores, no hubiera sido tal. Su criterio es que el verdadero paro petrolero fue el 4 de abril de 2002. “En diciembre de ese año se trató de un paro cívico al que nosotros nos su-

mamos voluntariamente, no hubo ninguna convocatoria de parte de la alta gerencia de la industria. El paro petrolero lo convocamos el 4 de abril. Lo acataron algunas unidades, sobre todo la parte administrativa. No queríamos parar la producción, ni la refinación. Nosotros nunca caímos en la política, más bien la gente nos reclamaba que estábamos en un mundo aparte. Pero consideramos que ponerle las manos a Pdvsa y politizarla iba a ser el principio del fin de la industria”. “Logramos que alrededor del grupo que defendía la meritocracia concurrieran el movimiento de protesta de la sociedad civil, los partidos políticos, la CTV y Fedecámaras. Asumimos esa responsabilidad, pero no sabíamos de los hechos que se desencadenarían posteriormente”, recalcó el expresidente de Palmaven, entrevistado por el Correo del Orinoco, al recordar los hechos de hace 10 años.

Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras, “tomó una decisión que no tenía apoyo político ni militar; por eso la Fuerza Armada lo sacó y puso de nuevo a (Hugo) Chávez. El pueblo comienza a reaccionar después del 11 de abril, porque cuadros militares y políticos de Chávez comienzan a impulsar la movilización popular hacia los cuarteles y Miraflores”. Eddie Ramírez fue uno de los altos ejecutivos de Pdvsa que se opusieron a que el Gobierno Bolivariano liderado por Hugo Chávez asumiera el control de Pdvsa, tal como le corresponde al Jefe del Estado venezolano. “Defendíamos la meritocracia”, respondió con insistencia, aunque negó que hubiera participado deliberadamente en un complot para derrocar al Presidente y mucho menos que siguiera las directrices del expresidente de Pdvsa, Luis Giusti, uno de los artífices de la apertura petrolera en el segundo Gobierno de Rafael Caldera (años 90). Ramírez participó en la marcha que comenzó en el Parque del Este, llegó a Chuao y continuó hacia las inmediaciones del Palacio de Miraflores. También fue uno de los más activos promotores del paro convocado por los gerentes de la industria petrolera ese 4 de abril, razón por la que el mismo presidente Chávez

lo despidió el domingo 7 de abril de 2002. Palmaven es una filial de Pdvsa encargada de los programas de responsabilidad social de la industria estatal. Ramírez, que no tiene filiación con el actual presidente de la petrolera, considera que el 11 de abril de 2002 comenzó el 25 de febrero de ese año, cuando los 24 altos ejecutivos de la industria publicaron un remitido que se llamó Salvaguardemos a Pdvsa, en el que defendían el concepto de meritocracia por encima de las decisiones del Gobierno Bolivariano. -¿Por qué publicaron el remitido? -En ese mes el presidente Hugo Chávez designó a Gastón Parra Luzardo como presidente de Pdvsa. Nosotros nunca objetamos el nombramiento, a pesar de que no tenía ninguna experiencia gerencial. Era profesor universitario muy respetado, anclado en la década de los 60, pero es una potestad del Primer Mandatario designarlo, así como designó también como directores externos a Carlos Mendoza Potellá, muy conocido también, y a Rafael Ramírez Carreño.

MERITOCRACIA POR ENCIMA DE TODO -Gobiernos anteriores habían nombrado directores que no venían de la industria. -Sí, Gustavo Roosen y Andrés Sosa Pietri fueron nombrados presidentes de la industria y venían de afuera. Lo que sí objetamos fue el nombramiento de los cinco directores internos que venían de nuestras filas: eran buenos profesionales, pero no tenían suficientes méritos para ser directores, salvo que estaban muy identificados con el proceso revolucionario. Eso nos pareció que violaba la meritocracia. -¿Ustedes pusieron la meritocracia por encima de la potestad del Jefe del Estado de nombrar la directiva de la industria? -Para llegar a ser director en la industria era necesario cumplir con una serie de etapas. Es responsabilidad de tus supervisores identificar potencialidades. Hay obreros y motorizados que llegaron a ser directores. Si tenías un potencial muy alto, aceleraban tu formación para escalar posiciones más rápido. Eso era la meritocracia en Pdvsa, que consistía en las evaluaciones anuales; cada dos


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Miércoles 11 de Abril de 2012 había generado un conflicto que no iba a parar si no les pedía la renuncia a esas personas. -Eso hubiera significado la desautorización del Presidente de la República. -Claro, por eso el Gobierno se negó. Nosotros hablamos con esos compañeros y le pedimos que renunciaran para evitar un conflicto, pero también rechazaron nuestra propuesta. Después vinieron una serie de conversaciones que no terminaron en nada, y tomamos la determinación de que si tocaban a alguno de los nuestros, nos parábamos; hecho que sucedió cuando jubilaron a dos altos gerentes: el de Asuntos Públicos y el de Asuntos Legales. El 4 de abril decidimos pararnos. Ese fue el verdadero paro petrolero.

UN AMBIENTE FAVORABLE

años se revisaba este potencial. Lógicamente, el nombramiento de la junta directiva es potestad del Presidente de la República. Siempre había en la terna que se presentaba gente más cercana al Gobierno del momento, pero eso no interfería con el manejo de las empresas. -¿Ese es su caso? -Entré como director técnico en Palmaven. Necesitaban a alguien con experiencia ambiental y que fuera ingeniero agrónomo. Consideraron que mis credenciales se correspondían con el cargo. Pasaron dos presidentes y después me ascendieron a ese cargo. No podía pretender otro puesto en la industria. Los ascensos eran muy estrictos. Tal es así que una vez Chávez visitó Pdvsa, creo que estaba Guaicaipuro Lameda o Héctor Ciavaldini como presidente, y confesó que creía en la meritocracia porque se parecía

al ascenso en el caso de los militares. Son organizaciones manejadas por seres humanos y tienen sus fallas, no me parece que sean perfectas, pero funcionaban. Nos rebelamos porque el presidente Chávez no respetó la trayectoria para nombrar a los directores internos. -¿Por esa razón se enfrentaron al Presidente? -Sí. Los directores internos tienen el manejo del día a día. Nos pareció que los nombramientos rompían la meritocracia y que era el principio de la politización de Pdvsa. El comunicado expresaba esas inquietudes. Empezamos con el lema ‘mérito sí, política no’. Comenzamos a protestar en los semáforos, con pancartas. Después establecimos un diálogo con el presidente Gastón Parra. Era una persona muy educada y respetuosa. Le planteamos que el nombramiento de esos directores internos

-¿Se plantearon medir fuerzas con el Gobierno? -Jamás se planteó en esos términos. Nunca pensamos que las cosas llegarían a donde llegaron. Fueron decisiones más emotivas que otra cosa. Cuando conocimos los nombres de la nueva junta directiva, que venían de un nivel inferior, decidimos reaccionar y publicamos el remitido firmado por los 24 altos gerentes. -¿Qué los llevó a pensar que la huelga tendría éxito? -En aquel entonces visualizamos que Chávez necesitaba dos cosas para sostener la Revolución: las armas y el dinero, la Fuerza Armada Nacional y Pdvsa. El Presidente tenía un índice de popularidad de 35%, mucho más bajo que el de ahora. Empezó el paro y buscamos el apoyo de la sociedad civil. La calle estaba recalentada por el rechazo de las leyes habilitantes. Hubo un movimiento muy exitoso que promovió la Asamblea de Educación que se denominó Con mis hijos no te metas. Había un ambiente favorable para que la gente respaldara el movimiento. -La gente siempre consideró a quienes trabajan en la industria petrolera como unos privilegiados. -En absoluto. Después de la nacionalización, en 1975, se había realizado un esfuerzo muy bonito para recuperar la industria, en el que participaron los partidos políticos y diversos sectores de la sociedad, sin ningún trauma. Las transnacionales dejaron a la industria en

“Lo que puedo decir es que vi cuando disparaban desde la avenida Baralt hacia Puente Llaguno; no vi a ningún manifestante disparando. No me explicó por qué el presidente Chávez no mandó a tomar los edificios adyacentes que formaban parte de la zona de seguridad. Si lo hizo, no fueron acatadas sus órdenes. Tampoco mandó a detener la marcha en la autopista Francisco Fajardo”

mal estado, con unas reservas de apenas 18 mil millones de barriles y unos equipos totalmente depreciados, porque no hicieron inversiones al prever lo que se avecinaba. En el año 2002, Pdvsa era la segunda petrolera del mundo. Teníamos programas de responsabilidad social que llevaba adelante Palmaven, no para atender a la gente de la ciudad, sino del entorno donde se realizaban las operaciones de la industria. Ramírez explicó que todas las empresas hoy deben tener programas sociales, pero “su mayor responsabilidad es darle dividendos al accionista”; aunque reconoce que los gobiernos no le dieron a ese dinero el mejor uso, aseguró que “no era culpa de la corporación petrolera”. -¿Fue inédito que una directiva de Pdvsa participara en una huelga? -Lo fue, porque nosotros no éramos políticos ni teníamos unas condiciones económicas excepcionales; a pesar de lo que piensa la gente, las remuneraciones de la industria nunca fueron marcadoras. Eran buenas, estábamos en el percentil 75 de los mejores sueldos del país. Eso quiere decir que solo había 25% por encima de nosotros. Estábamos muy satisfechos con nuestras condiciones socioeconómicas; sencillamente no aceptábamos que la empresa se fuera a politizar. -¿Cómo consiguieron el apoyo de la sociedad civil? -Hubo muchas marchas y protestas, pero se habían calmado. No hubo mayor cosa. Nosotros nos comenzamos a congregar en Chuao, la denominamos la plaza de la Meritocracia. La gente se nos acercaba y nos decía que nos iban a apoyar porque había que salir de Chávez, ja,ja,ja... Lo digo con toda franqueza. La relación de los petroleros con la sociedad siempre ha sido de amor-odio.

SE LES FUE DE LAS MANOS -¿Se mantuvo el paro para salir de Chávez? -Esa no era nuestra intención; queríamos que el Presidente rectificara y mantuviera la meritocracia en Pdvsa. El día 7, el Presidente despidió a siete de nosotros por televisión, lo anunció con un pito. Ante estos hechos, el día 9 de abril conseguimos el apoyo de Fedecámaras y de la CTV. Carlos Ortega (CTV) y Pedro Carmona (Fedecámaras) anunciaron que se sumaban al paro. Nosotros fuimos quienes lo comenzamos. El movimiento del 11 de abril lo desencadenamos los trabajadores petroleros. El 10 se prolongó el paro, aunque nos costó un poco porque algunos líderes sindicales pensaban que no era conveniente, pero el ambiente estaba para que se diera. Ramírez aseguró que se decidieron a convocar la marcha porque estaban dadas las condiciones. “Inicialmente el 11 de abril la manifestación partió desde el Parque del Este hasta Chuao. Eso se desbordó. Miles de venezolanas y venezolanos asistimos a esa convocatoria”. -¿Por qué se decidió seguir a Miraflores? -Alguna gente criticó esa decisión. Te puedo decir que no le dije a nadie que fuera, pero sí fui a Miraflores a pedirle la renuncia al Presidente de la República. -¿Fue una acción deliberada para salir del Presidente? -Te repito, a algunos les pareció una insensatez marchar a Miraflores. Creo que la insensatez la cometió el Presidente al convocar a sus seguidores a defender a Miraflores, cuando él tenía la Guardia Presidencial para su resguardo. Esa manifestación se pudo detener el día 10 de abril, si el Primer Mandatario hubiera anunciado la renuncia en pleno de la junta directiva de Pdvsa que le presentó Continúa en la siguiente página


6 Viene de la página anterior Gastón Parra Luzardo ese día. La marcha se hubiera desinflado bastante, pero Chávez quería el conflicto y por eso guardó la carta de dimisión del tren ejecutivo de Pdvsa nombrado por él. Ramírez contó que llegó “a dos cuadras de Miraflores” acompañado por su esposa; estuvo “muy cerca de donde cayó la primera víctima”. Ante el pánico que causó el hecho, “decidimos retirarnos de la avenida Baralt hacia El Silencio. Estuvimos cerca de dos horas ahí hasta que volvimos a nuestra casa”. -¿Fueron informados del desarrollo de los acontecimientos? -En absoluto. En el sitio había mucha confusión. Nos informamos por lo que transmitían los medios de comunicación cuando llegamos a casa. Lamentablemente el 11 de abril murieron 11 personas: 9 identificadas con el Gobierno, una con la oposición y otra que no se pudo identificar. Lo que puedo decir es que vi cuando disparaban desde la avenida Baralt hacia Puente Llaguno; no vi a ningún manifestante disparando. No me explico por qué el presidente Chávez no mandó a tomar los edificios adyacentes que formaban parte de la zona de seguridad. Si lo hizo, no fueron acatadas sus órdenes. Tampoco mandó a detener la marcha en la autopista Francisco Fajardo. Hubiera puesto dos tanquetas y no hubiéramos pasado, como lo hicieron cuando se reunió el grupo G-18 en el Teatro Teresa Carreño: ahí no nos deja-

Miércoles 11 de Abril de 2012 ron pasar cuando queríamos hablar con el presidente Lula. -¿Por qué cree que el Gobierno no impidió que la marcha llegara tan cerca de Miraflores? -El Presidente lo dijo el 14 o 15 de enero de 2004 en su mensaje a la Asamblea Nacional: “Yo provoqué la crisis cuando agarré el pito y comencé a despedir gente. La crisis era necesaria”. El responsable de los sucesos del 11 de abril fue Hugo Chávez.

UNA GESTA CÍVICA -Ese día se desencadenó un golpe de Estado contra el Presidente. -Lo que sucedió ese día fue una gran gesta cívica. Los trabajadores petroleros no tuvi-

Gente del Petróleo Eddie Ramírez es coordinador general de Gente de Petróleo una organización formada por siete altos ejecutivos de la industria que fueron despedidos cuatro días antes del 11 de abril de 2002. El ingeniero agrónomo fue el primero de los despedidos el 7 de abril de 2002, por su oposición a las políticas del gobierno del presidente Hugo Chávez. Recordó que el Primer Mandatario lo despidió sonando un pito, al igual que a los altos ejecutivos Rafael Gallegos, Manuel Barreto Hernáiz, Eugenio Montoro, Juan Fernández, Mercedes Montero y Horacio Medina.

mos arte ni parte en los hechos posteriores. Nosotros no estuvimos en Miraflores, ni firmamos actas, ni sabíamos lo que estaba pasando. El 12 (de abril) regresamos a nuestro trabajo para volver a la normalidad. Realizamos un acto ecuménico en Chuao para pedir por la paz y la reconciliación. Cuando Chávez regresó el 14 de abril nos pidió perdón y aceptó que se extralimitó en los despidos y nos reincorporó a nuestros cargos. En octubre (2002) me tocaba la jubilación, y entregué el cargo de presidente de Palmaven mediante un acto formal. Pero cuando se produjo el paro di unas declaraciones apoyándolo, y me quitaron la jubilación y me despidieron públicamente.

Después del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, retornó a la presidencia de Palmaven, pero su permanencia fue corta, pues menos de un año después (marzo de 2003) fue despedido nuevamente, pese a que ya había sido aprobada su jubilación. En octubre de 2004 publicó el libro Ni un paso atrás, obra en la que defiende su actuación y la de sus compañeros de causa. Desde 2005 es el coordinador nacional de la Asociación Civil Gente del Petróleo, una organización que fue creada después de abril de 2002. En 2009 publicó otro libro titulado La indoblegable sociedad venezolana, en el que narra otros hechos de ese proceso que sacudió la historia venezolana.

-¿La meritocracia se convirtió en un arma política contra el presidente Chávez? -La reacción de los gerentes de Pdvsa contra las decisiones del Presidente tiene sus antecedentes en la campaña de desprestigio que se venía gestando meses antes en contra de quienes dirigíamos la industria. Una de las cosas que se decía era que teníamos sueldos obscenos, lo cual no es cierto, como le expliqué. Había muchas instituciones que tenían mejores sistema de jubilación. También se habló mucho de “las colitas” en los aviones de la industria. No te niego que pudieran haber excesos, pero eso no era lo generalizado. Sin embargo, se trató de hacer ver así, y nosotros reaccionamos contra la arbitrariedad política. -Testimonios audiovisuales y documentos demostraron que el golpe fue un plan bien orquestado. ¿Conocían ustedes de la conspiración? -Sorprendió a mucha gente que se venía gestando algo en paralelo, salvo a los organismos de inteligencia del Estado, supongo. La percepción que tengo es que, a la par del movimiento de la sociedad civil que no tenía nada que ver con lo que sucedió el 12 de abril, había un grupo de militares que estaba conspirando, le pidió la renuncia a Chávez. Hay diferencias entre ellos. Ponen la torta. Para completar, salió Carmona con ese decreto que no le gustó a casi nadie y por eso volvió el Presidente. -El Primer Mandatario, al reasumir la Presidencia, llamó al diálogo, y ustedes se reintegran a sus puestos. No pasaron nueve meses y estalló el paro de diciembre. ¿Qué pasó? -Después de todos esos hechos nombraron a Alí Rodríguez como presidente de Pdvsa, y se comenzó a realizar un movimiento de personal que no se correspondía con el desarrollo de carrera. Lo peor fue el nombramiento en Previsión y Control de Pérdidas del teniente coronel Gustavo Pérez Isa. Comenzamos a sentir un cierto acoso y presión. Notamos que la empresa se estaba politizando de manera gradual. Por otra parte, un sector de la sociedad civil presionaba para que nosotros participáramos en el paro. Eddi Ramírez explicó que el planteamiento de quienes preparaban la huelga general era que ellos habían presionado

para que a los petroleros los reintegraran en los cargos, y ahora les tocaba incorporarse a las protestas para la salida del Presidente. “Tanto Alberto Quirós Corradi, Juan Fernández y mi persona escribimos artículos diciendo que no nos metieran en la pugna política. Sin embargo, cada vez que había una marcha nosotros participamos fuera del horario de trabajo. A pesar de esto, salieron artículos y carteles en contra de nosotros, en los que nos llamaban cobardes y de todo. La presión fue muy grande, pero ningún trabajador de Pdvsa convocó el paro del 2 de diciembre, aunque estaba constituida Gente del Petróleo como organización”, relató. El paro de diciembre lo convocaron, según la versión de Ramírez, todos los partidos políticos que estaban en la Coordinadora Democrática, la CTV y Fedecámaras. “Se sumaron muchos trabajadores de la industria por voluntad propia. Pero el 2 de diciembre en la noche mucha gente sabía que el paro había fracasado. Solamente cuando Alí Rodríguez militarizó las instalaciones, llamó a los grupos paramilitares a los portones para impedir la entrada a una parte del personal el 4 de diciembre, cambió a los gerentes de distrito y estableció un plan de contingencia paralelo al de la industria, se radicalizaron las protestas el 6 de diciembre y se paralizó la actividad petrolera. Pero esa es otra historia”.


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Miércoles 11 de Abril de 2012

Estaba trajeado de negro, al estilo de los grupos comando

Desde Miraflores se detectó el 11-A

la presencia de un francotirador

El 12 de abril de 2002 “me encontraba en la alcabala del Palacio, y vi cuando salió el Presidente. En aquella confusión le preguntaron al Mandatario cuándo regresaría, y él contestó: ‘es que no nos hemos ido’. Esta frase es el ‘por ahora’ de abril”, comparó el para entonces teniente de navío Edward Centeno Mass

T y F/ Luis Tovías Baciao Valencia

U

na de las coincidencias poco frecuentes en el mundo ocurrió al mediodía del 11 de abril de 2002 sobre el techo del Palacio de Miraflores: un francotirador y un contrafrancotirador, desde sus miras, se apuntaron durante varios segundos. El entonces comandante de la compañía Lanceros del Regimiento Guardia de Honor, teniente de navío Edward Centeno Mass, yacía al lado del contrafrancotirador de apellido Rosales que estaba bajo su mando y quien solo operaba en los dispositivos de seguridad del presidente Hugo Chávez. “Mi teniente de navío, el francotirador nos observa desde un edificio” ubicado al norte de Miraflores, le dijo. “Nos estamos viendo los dos”, especificó Rosales a Centeno Mass. Agregó que del otro lado de la mira lo avistaba un hombre trajeado de negro, al estilo de un grupo comando. Los angustiantes segundos culminaron cuando la figura azabache corrió y no fue visto

más por el cuidador del recinto presidencial. Centeno Mass, enseguida, se abrió paso entre el tumulto. En el interior de Miraflores se disponía de un sistema de seguridad mínimo. Al informar a sus superiores, Centeno Mass sugirió una rápida supervisión en el área. Con diligencia, un helicóptero pasó a vuelo rasante; sin embargo, no quedaron rastros del misterioso sujeto. “Dentro de mi compañía contaba con un pelotón de contrafrancotiradores. En aquel momento se pudo escuchar unas marchas que venían desde el este de Caracas. También había mucha gente reunida frente al palacio en defensa del comandante Hugo Chávez”, recordó el oficial. En dichas condiciones las compañías del Regimiento se hallaban en situación de alerta. Diez años después, Centeno Mass asevera que la suma de hechos extraños registrados ese día corrobora la existencia de francotiradores a sueldo. ¿El francotirador no podía ser parte de la Disip, o de la Guardia de Honor? “No era nuestro”, sentenció Centeno Mass. “Si hubiera sido de la Disip, el hombre no hubiese salido disparando. Y por parte nuestra, no había órdenes de tomar las alturas de los alrededores; ya que el hecho de que estuviesen las personas marchando no representaba ninguna amenaza directa contra el Presidente. Tampoco habían intenciones de que el Comandante saliera. El dispositivo nuestro se activa solo para el momento de la salida del Mandatario”. Según el efectivo castrense, en el sitio donde se divisó al individuo vestido de negro había un ángulo de disparo hacia el lugar donde cayó la primera persona muerta de esa jornada.

PELIGRO LATENTE A eso de las 5:00 pm del 11 de abril, el jefe del regimiento

Guardia de Honor, Jesús Morao, reunió a sus subalternos con el propósito de aclararles que los acontecimientos recientes formaban parte de un golpe de Estado. Expuso que probablemente se activaría una fase militar del golpe: “El que no esté convencido de lo que está haciendo agradezco que me lo diga ahorita para que se vaya a su casa”. Nadie abandonó la plaza. Centeno Mass contempló con indignación la salida de Chávez rumbo a Fuerte Tiuna, en la madrugada del 12 de abril. “Me encontraba en la alcabala del Palacio, y vi cuando salió el Presidente. En aquella confusión le preguntaron al Mandatario cuándo regresaría, y él contestó: ‘Es que no nos hemos ido’. Esta frase es el ‘por ahora’ de abril de 2002”, comparó Centeno Mass. El 12 de abril en la tarde, los soldados dispuestos en las garitas de Miraflores expresaron que no montarían más guardia. La gente del 23 de Enero que pasaba por las adyacencias gritaba por qué habían entregado al Presidente. “Los muchachos, entonces, nos hacían la misma pregunta a nosotros”, contó Centeno Mass. El teniente Rosales reprochó que desde la televisión se acusara a priori a los francotiradores del Palacio de matar a marchistas. La esposa de Rosales sabía que él se acantonaba en la unidad de contrafrancotiradores. Ella le preguntó por qué le había disparado al pueblo. “¿Y tú crees que yo soy capaz de dispararles a personas indefensas?”, le reprochó Rosales. Poco antes de la autojuramentación de Carmona Estanga, el contralmirante Carlos Molina Tamayo solicitó una reunión con los oficiales en funciones dentro del palacio. Trataba de liderar la asonada. La cara de Molina Tamayo a las 5:00 pm denotaba intimidación. “Creo que lo más interesante que pudo hacer fue preguntar quiénes no habían

salido de vacaciones. Hizo la pregunta para ver si alguien se entusiasmaba ese 12 de abril”, narró. Molina Tamayo, además, preparaba el terreno para la inminente instalación del gobierno de facto. Nunca pudo colocarse cerca de sus colegas de Miraflores. De la reunión salieron Morao y el teniente coronel Celso Canelones, comandante del batallón de seguridad presidencial, entre otros. Al llegar de nuevo al regimiento, las tropas se hallaban amotinadas. Morao hizo un llamado a la calma.

SE REVOLVIÓ LA CALLE El 13 de abril se restauraron las líneas telefónicas, ineficaces durante las últimas 24 horas. En la mañana, Morao reunió a sus hombres y mujeres. Les dio cuenta sobre lo que sucedía en la Brigada de Paracaidistas de Maracay: se formó una rebelión contra el gobierno de facto. En ese momento se decidió tomar el palacio. A las 8:00 am, el jefe del Regimiento Guardia de Honor ordenó comunicar el plan a los comandantes de compañía, con la disposición de apresar a los opositores instalados en el interior del recinto, lo cual se llevaría a cabo de forma disimulada. A las 11:30 am se aplicó lo convenido. Centeno Mass ingresó con su compañía por los túneles para llegar a Miraflores. Fueron los primeros en cruzar la línea hacia el punto donde los golpistas se encontraban. En total, se activaron dos compañías, es decir, unos 150 hombres en la operación. Los comandantes agilizaron la distribución en los alrededores de las instalaciones. Se reforzaron las entradas, las garitas. Los ministros de Carmona fueron detenidos. Las fuerzas leales rodearon a los golpistas y “les hicimos saber que nuestras armas no apuntaban al pueblo, sino a ellos; no podían oponer resistencia”, destacó Centeno Mass. Carmona escapó por una de las puertas. “La verdad, en esos días se demostró cuán dañinos pueden ser los medios de comunicación contra la democracia”, recuerda el hoy capitán de fragata y comandante de la base naval de Turiamo.


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El 12 de abril los diputados revolucionarios se prepararon para la resistencia

Iris Varela uno de los francotiradores del 11-A tenía un carné de la policía de Chacao

“Cuando Manuel Rosendo pasó frente a mí, le dije: ‘general, usted es un traidor’. Todavía recuerdo todas las informaciones que le di con respecto a un posible golpe de Estado”, recordó la hoy ministra del Servicio Penitenciario T/ Alex Carmona F/ María Isabel Batista Caracas

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ris Varela, actual ministra del Poder Popular del Servicio Penitenciario, era diputada de la Asamblea Nacional (AN) cuando ocurrió el golpe de Estado del 11 de abril de 2002. Cuando se enteró que la marcha de la oposición fue desviada al Palacio de Miraflores, su itinerario de trabajo cambió en segundos. Los acontecimientos fueron más importantes que las reuniones que tenía previstas con el embajador de México, para analizar las alternativas de mercado en Latinoamérica. En minutos, sus objetivos de trabajo cambiaron. Para la diputada era el momento de estar

con el pueblo en la avenida Urdaneta, al frente del Palacio de Miraflores. “Cuando nos avisaron que querían desviar la marcha a Miraflores, pensamos que pretendían asaltar el Palacio. Eran como las 11:00 am, y salí al Palacio para estar en la avenida con la gente que hacía vigilia por los pronunciamientos que se habían dado antes”, explicó Varela. El alzamiento de los militares Pedro Soto (febrero) y Carlos Molina Tamayo (9 de abril) fueron los acontecimientos previos que le confirmaron a Varela y al diputado Luis Tascón que lo que ellos habían anunciado cuatro meses antes se estaba haciendo realidad: un golpe de Estado en Venezuela.

DÍAS LARGOS “Nosotros manejamos una especie de manual de golpe de Estado desde diciembre de 2001. Fuimos por distintos lugares del país alertando sobre la situación”, agregó. Pero una cosa es decirlo, y otra es vivirlo. Desde la tarima ubicada frente a Miraflores, la parlamentaria vio ese 11 de abril cómo varios

revolucionarios se lanzaron al piso para esquivar los disparos que les hacían, desde la avenida Baralt, varios funcionarios de la Policía Metropolitana. Varela también fue testigo del caos que se desató con los heridos, víctimas de los francotiradores que estaban en zonas estratégicas: en edificios adyacentes a Puente Llaguno. Por ello, le indignó que los medios de comunicación presentes en el lugar de los hechos no registraran lo que sus ojos veían. “En las azoteas de los edificios aledaños a esa zona estaban los francotiradores y los canales de televisión no fueron capaces de girar sus cámaras para enfocarlos. También había francotiradores en las ‘ballenas’ y ‘rinocerontes’ de la Policía Metropolitana (PM). Después, quienes estaban en la ‘ballena’ aparecieron ejecutados y la excusa fue que se suicidaron”, explicó Varela, quien no aportó más detalles sobre esta denuncia. Horas de angustia vivió la actual ministra, quien como cabeza de la multitud que resguardaba Miraflores recibió una llamada al final de la tarde que hizo que se derrumbara a un lado de la tarima.

“Quédate tranquila, porque nos van a matar. Te está buscando un tal Lucas para matarte’. Después me enteré de que ese Lucas era un seudónimo que usaban quienes nos querían matar. Ellos venían por nosotros” IMPACTO “Me llamó Cilia Flores y me dijo que me bajara, porque estábamos frente a un golpe de Estado. El presidente Chávez nos había mandado a decir que nos resguardáramos. Me senté,

y con los ojos llorosos empecé a analizar todo lo que estaba sucediendo”, acotó Varela. En algún momento pensó que se había acabado todo, pero el instinto de seguir luchando por la Revolución hizo que entrara a Miraflores a reunirse con sus colegas. Antes, presenció cómo algunos revolucionarios apostados en la tarima consiguieron a uno de los francotiradores; ella le salvó la vida. “Lo salvé para que no lo mataran y para que sirviera como prueba de lo que estaba haciendo. El tipo tenía un carné de una compañía que pertenecía a Isaac Pérez Recao, además de otro de la Policía de Chacao (el alcalde era el dirigente opositor Leopoldo López). Le dieron asistencia médica en el Palacio de Miraflores. Lástima que el gobierno de facto, al otro día, le consiguió la libertad”, acotó. Una larga noche esperó a Varela. Estaba en Miraflores cuando fueron a buscar a Chávez. Al rememorar el momento, todavía brotan el terror y la tristeza. “Cuando Manuel Rosendo pasó frente a mí, le dije: ‘general, usted es un traidor’. Todavía recuerdo todas las informaciones que le di con respecto a un posible golpe de Estado”, recordó. En las investigaciones previas que hizo con Tascón encontró que algunas personas del Gobierno traicionarían a la Revolución. Meses después, Luis Miquilena (Ministro de Interior) y Alfredo Peña (alcalde metropolitano) fueron los primeros en aliarse a los opositores que quisieron tomar el poder. “Cuando meses antes decíamos que había gente que se iba a voltear, no nos creían; por eso, al vivir todo lo que sucedió el 11 y 12 de abril, sentimos mucha impotencia, ya que sabíamos la fortaleza que el Presidente tenía y no poder evitar su caída era demasiado fuerte para nosotros”, especificó Varela. El 12 de abril fue el día de mayor impotencia. Mientras el grupo opositor proclamaba a Pedro Carmona como presidente de facto, Varela y otros diputados se escondieron en una casa ubicada en Prados del Este. La estrategia de instalar la Asamblea Nacional en Maracay fue una de las principales ideas, pese a que ese día comenzó la persecución contra ellas y ellos. -¿El 12 de abril usted se sintió perseguida?


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El rostro de los golpistas

-Un vecino me dijo que no me apareciera porque me estaban buscando hasta con linterna. En la Carlota escribieron en un muro nuestros nombres y les colocaron velones negros. -Al ver que el presidente Chávez salía del poder, ¿qué pensaron hacer las diputadas y los diputados revolucionarios? -Estábamos organizando la resistencia para desconocer el nuevo gobierno y denunciar el secuestro del Presidente. Desirée Santos me llevó a la casa de un familiar. El 12 de abril bajamos al Palacio Legislativo. Vi que estaban todos los periodistas, pero ninguno nos preguntó algo. Ellos ya estaban complacidos con el cambio de gobierno, sobre todo a raíz de la lectura de Napoleón Bravo, quien dijo que el Comandante había renunciado.

-¿Cuál fue el primer paso de su nuevo plan? -Comenzamos a llamar a los demás diputados para instalar la Asamblea, pero era complicado por ser viernes; las sesiones eran martes y jueves. No se podía, porque algunos estaban involucrados y otros se fueron al interior; para mi asombro, algunos de los nuestros no querían, y hasta nos dijeron que “ya estaba todo perdido”. Sin embargo, los que estábamos “resteados” nos mantuvimos en Caracas, y de hecho, después conservamos la mayoría de las curules en la AN. -¿Ustedes eran los únicos que se movían en ese momento? -No. Fíjate que por televisión vimos el pronunciamiento del fiscal Isaías Rodríguez, cuando dijo que era un golpe de Estado y luego le quitaron la señal. Eso

-¿Qué hicieron el 13 de abril? -Intentamos irnos a Maracay y Juan Barreto se fue a Miraflores, porque allí se empezó a instalar la gente. Cuando iba por la alcabala 3, en Fuerte Tiuna, nos paramos. La gente me sacó del carro. Lo que hice fue darles calma, porque creían que nos habían matado. La gente me preguntó por todos. Una persona me exhibió como si fuese un trofeo. -¿En ese momento usted decidió quedarse en Fuerte Tiuna o se llevó a la gente a Miraflores? -No, me quedé allí con ellos a esperar qué sucedía. Al rato se me

acercó un soldado con una hoja y me entregó un papel. Me dijo: “Le voy a entregar esto, pero no lo puede leer hasta que yo me vaya y no puede decir que soy yo el que lo entregó, porque me pueden matar”. -¿Qué decía el papel? -Era la inspección que le hizo la Fiscalía Militar al cuerpo de Chávez, para hacer constar que estaba bien. Eso se lo hicieron en Fuerte Tiuna. Debajo del nombre y firma de la fiscal militar, decía: Chávez “manifestó a esta fiscal que ‘no he renunciado”. Eso se lo leí a la gente. Enseguida el pueblo cayó en cuenta de la realidad. -¿Ese episodio fue como una especie de inicio del retorno del Comandante? -Prácticamente, porque de allí salí a llevar al general Rafael

nos dio a nosotros más ideas, y pensamos instalar la Asamblea en Maracay, porque ellos habían tomado el Palacio. Fue cuando anunciaron una cadena para leer el decreto de Carmona. Allí nos desmoralizamos. -¿Qué hicieron en ese momento? -Ya en el Palacio Legislativo, yo salí a pelear con los guardias, porque ante el golpe de Estado les recordaba que ellos habían jurado defender la Constitución, y les preguntaba: “¿Ustedes se van a calar eso?”. No me hicieron caso, y en esas Pedro Carreño me agarró y me

dijo: “Quédate tranquila, porque nos van a matar. Te está buscando un tal Lucas para matarte”. Después me enteré de que ese Lucas era un seudónimo que usaban quienes nos querían matar. Ellos venían por nosotros. -¿Se fueron a Maracay? -Entré en el carro de Rodolfo Gutiérrez, un diputado de Carabobo, y me acosté en el asiento trasero para que no me vieran. Llegamos a una casa por Prados del Este. Allí empezamos a hacer contactos con la prensa internacional. Eso fue todo el 12 de abril. No dormimos.

Arrieta a Venezolana de Televisión (VTV ), para que hiciera un llamado a la tranquilidad y explicara que habíamos controlado ciertas unidades militares. Al llegar a Miraflores escuchamos la algarabía de la gente afuera. Adentro vimos la otra cara: la de los golpistas. -Pudieron arremeter contra ellos. ¿Por qué no lo hicieron? -Porque nosotros no somos fascistas como ellos. Nuestra naturaleza no es esa; de hecho, el Fiscal General les garantizó sus derechos, pese a que antes andaban con mucha prepotencia. Ellos pensaban que les iba a pasar lo mismo que nos iban a hacer a nosotros. Nada de eso pasó, porque estamos por encima de esa miseria.


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El secretario general del organismo recordó que no firmaron el decreto de Carmona

Manuel Cova La CTV no tenía un plan para tumbar a Chávez “Fue un hecho público y notorio que mucha gente planteaba como salida la renuncia del Presidente de la República. Sin embargo, había personas que no estábamos en esa política. Lo que demandábamos era la apertura de espacios para buscar soluciones por la vía del diálogo”

El 12 de abril de 2002, en el Palacio de Miraflores, “había sectores que no estaban ganados para buscar una salida constitucional a la crisis”, admitió el dirigente sindical opositor T/ Manuel López F/ Loel Henríquez Caracas

“S

i usted quiere que consultemos a los venezolanos, bienvenida sea su idea, vamos a referéndum para que esos compatriotas digan si están de acuerdo con la políticas que usted ha puesto en práctica en Venezuela, que han empobrecido mucho más al pueblo”. Esas palabras fueron transmitidas por los medios de comunicación nacional durante una rueda de prensa ofrecida el 7 de marzo de 2002 por Manuel Cova, secretario general de la opositora Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV).

El dirigente sindical venía de participar en el proceso electoral para elegir a las autoridades de esa organización sindical, realizado en noviembre de 2001, cuando fue elegido secretario general; su compañero de partido (Acción Democrática), Carlos Ortega, obtuvo la presidencia de la confederación. El secretario general de la CTV se estrenó en esas lides al participar en una huelga general que fue convocada por los altos ejecutivos de la industria petrolera días previos al golpe de Estado del 11 de abril de 2002, y a la que la dirigencia cetevista decidió plegarse. Después de 10 años, Cova hizo un alto en sus funciones de secretario general de la confederación para reflexionar -desde su oficina en el edificio José Vargas- sobre lo sucedido en aquellos aciagos días. “El ambiente que se percibía en el país los días previos al 11 de abril de 2002 era muy conflictivo, estaba muy caldeado. Había muchas movilizaciones del lado opositor y del lado del Gobierno. La polarización era muy marcada en torno a las posiciones de ambos polos”. Manuel Cova y Carlos Ortega hicieron una llave inseparable

en esos días hasta la huelga general de diciembre de 2002. Ellos eran los máximos dirigentes de la CTV, organización laboral que representaba los intereses de los viejos partidos que gobernaron a Venezuela entre 1958 y 1998. -¿Cómo eran las relaciones de la CTV con autoridades del Gobierno? -El Gobierno del presidente Chávez se inició con una política muy poco proclive a las organizaciones sindicales existentes. Hubo mucha confrontación con la dirigencia laboral del momento. En la propia Asamblea Nacional Constituyente se promovieron iniciativas para eliminar la CTV y las otras centrales sindicales. Inclusive se llegó a proponer en la sección de disposiciones transitorias de la Constituyente que se aprobara un decreto en el que se eliminaba las organizaciones laborales existentes de ese entonces. Aparte de eso se promovió, a solicitud del Presidente de la República, un referendo sindical que contraviene lo que establece la Constitución y los convenios internacionales de que el Estado no debe inmiscuirse en los asuntos internos de los sindicatos. El diálogo social que reclamába-

mos nunca fue parte de la agenda del Gobierno. Eso dificultó las relaciones. -Ante la falta de diálogo, ¿la CTV planteó la confrontación? -Lo que quise decir es que desde el Gobierno se promovieron iniciativas que no propiciaban el diálogo y, además de eso, se adoptaron decisiones que involucraban al movimiento sindical sin que se hubiesen debatido estos temas. Obviamente ese era su proceder, no solo porque estuviera involucrada la CTV, sino porque se correspondía con su política. Estamos hablando hoy día de otras centrales que coinciden con el proyecto político del presidente Chávez y, sin embargo, tampoco se consulta con esas organizaciones. El diálogo social no es una política de Gobierno. -¿La CTV se planteó propinarle una derrota política al presidente Chávez? -Nunca se propuso ese objetivo. Lo que queríamos era abrir espacios para discutir los temas que involucraban a los trabajadores: el salario, la seguridad social, la libertad sindical. Los documentos de entonces lo demuestran. En diversos escenarios se plantearon de manera reiterada.

EN APOYO A LA MERITOCRACIA -¿Por qué se decidió unirse al paro que habían convoca-

do los altos ejecutivos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa)? -El tema de acompañar a los petroleros en sus reclamos por su derecho al trabajo, la meritocracia, el cumplimiento del contrato colectivo, el rechazo a las presiones por sus posiciones políticas. Respaldamos esas exigencias contractuales y legales como corresponde a una organización sindical. -¿Qué puntos trataron en ese encuentro con los petroleros? -No me acuerdo, pero te puedo decir que no eran reclamos de la alta gerencia solamente, sino de obreros y empleados que esperaban por el cumplimiento del contrato colectivo. Eso fue lo que se discutió en el comité ejecutivo de la CTV, y lo que llevó a la confederación a respaldar en la calle el reclamo que públicamente plantearon esos trabajadores. -¿Se propuso en algún momento llegar a Miraflores el 11 de abril? -La CTV se planteó, como la mayoría de los que participaron en la movilización de ese día y los anteriores, que fuera una marcha pacífica. Por supuesto, aspiraba a que estuviera muy concurrida para presionar el diálogo y, de esta manera, evitar la imposición de políticas arbitrarias desde Miraflores. Lo que queríamos es que los cambios fueran dándose por la vía de un consenso que permitiera resolver los problemas que estaban haciendo crisis en Venezuela. -Había dirigentes que no estuvieron de acuerdo con la posición asumida por la dirección de la confederación. ¿Fue eso cierto? -La veces que la CTV discutió la conflictividad de ese momento, lo hizo desde la perspectiva de los reclamos de los trabajadores. Nunca discutimos a lo interno del comité ejecutivo la participación por razones de revancha política, sino motivados por buscar una solución a los problemas, como lo indicaban las encuestas en ese momento. La mayoría no estaba de acuerdo con la gestión del Gobierno y consideraba que no se les atendían sus reclamos. -¿La CTV no participó en el plan de confrontación con el Gobierno? -Una estrategia para acompañar a los trabajadores en sus reclamos, para que se discutieran los contratos colectivos, los de-


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Miércoles 11 de Abril de 2012 rechos de la gente. Ese fue nuestro planteamiento. -Pero después desembocó en la solicitud de la renuncia del Presidente de manera compulsiva y arbitraria. - Los hechos demostraron que la CTV no estaba en ese plan. -¿Llegó usted hasta las inmediaciones de Miraflores en la marcha del 11 de abril de 2002? -Llegué hasta el centro, cerca de las torres. Regresé porque se estaba promoviendo una reunión en la que se requería mi presencia. -¿De qué reunión se trataba? -Fue para tratar temas sindicales. -¿Se comentó una posible salida de Chávez de la Presidencia? -Fue un hecho público y notorio que mucha gente planteaba como salida la renuncia del Presidente de la República. Sin embargo, había personas que no estábamos en esa política. Lo que demandábamos era la apertura de espacios para buscar soluciones por la vía del diálogo. -¿Habla personalmente o por la CTV? -Hablo personalmente, e inclusive fue lo que discutió la confederación. La mayoría del cetevismo consideraba que lo que estaba planteado era lograr la apertura de las puertas del diálogo. La CTV no acompañó el pronunciamiento de los militares, ni firmó el decreto de Carmona, y eso es público y notorio. -¿Qué papel jugó la CTV esa noche del 11 de abril? -Por mi parte mantuve contactos con mucha gente, como me imagino estaba la mayoría de los venezolanos. -¿Y el 12 de abril? -Había una gente que quería hablar conmigo y Carlos Ortega. Él se había ido para su pueblo (San Cristóbal) y decidí ir a Miraflores ese viernes en la mañana a exponer mi punto de vista. Sobre lo que me plantearon, dije que esa no era la vía para resolver la crisis, sino la que establece la Constitución, y después me retiré. -¿Percibió mucho entusiasmo en Miraflores? -Nosotros fuimos sorprendidos por la manera como se desencadenaron los hechos, al igual que la mayoría de la gente que marchó el día anterior. Cuando el presidente Chávez ganó las

elecciones, los que estaban al frente de la CTV en ese momento le dirigieron una carta en la que saludaban su triunfo electoral, le deseaban el mayor de los éxitos y se ponían a su disposición para iniciar un diálogo destinado a buscar soluciones para resolver los problemas del país. Se intentaron reuniones, pero no fue posible. A pesar de eso nunca planteamos ni celebramos un escenario como el que se nos planteó ese 12 de abril en la mañana. -Cuando salió de esa reunión en Miraflores el 12 de abril, ¿sospechaba que venía un gobierno de facto? -Estaba convencido de que había sectores que no estaban ganados para buscar una salida constitucional a la crisis. No solo fue la marcha la que precipitó esos acontecimientos, sino el anuncio del jefe de la Fuerza Armada, el general Lucas Rincón en ese entonces, cuando dijo que al Presidente se le había solicitado la renuncia y que él la había aceptado. Eso generó un escenario de vacío de poder, por la falta del Presidente, al que había que buscarle una solución. -¿Participó la CTV en esas deliberaciones para buscarle una solución al supuesto vacío de poder? -No participamos en esas deliberaciones, ni las apoyamos.

SE COMETIERON ERRORES -¿Qué comentario le merece el giro que dieron los acontecimientos el 13 de abril cuando el pueblo reclamó la presencia de Chávez en Miraflores? -Demostró que no había un plan bien pensado, y si lo había, lo desconocíamos. -Al ser restituido en la Primera Magistratura, el presidente Chávez habló de diálogo. ¿Participaron ustedes? -El Gobierno planteó que fuera alguien de la CTV, pero no a nombre de ella. Nunca fuimos convocados. En el fondo el presidente Chávez, te reitero, no cree en los sindicatos, ni siquiera se ha reunido con Unete. La única vez que vi al Primer Mandatario participar en una reunión con los sindicatos fue cuando la Central Bolivariana Socialista apoyó que él legislara vía Habilitante una nueva ley del trabajo. En ese encuentro, además, crearon una organización que nació de manos del patrón más importante del país.

-Los que se fueron de la confederación sostienen que, después del 14 de abril, la CTV se debilitó aún más, y que a partir de 2003 se convirtió en un cascarón vacío. ¿Qué opinión le merece ese comentario? -Creo que los sindicatos son siempre de oposición frente a los gobiernos y a los empresarios. Cuando no se asume ese rol, se equivocan y fracasan. Si alguna cosa se debe reivindicar es que somos de oposición. Nosotros aprendimos mucho de ese conflicto en el país. Lo principal es que la confrontación por la confrontación no es el camino. El diálogo es una vía mucho más eficaz y eficiente. A lo mejor es más largo, pero lo prefiero al de la imposición. -¿Después de abril, cree que el Gobierno subestimó la capacidad de choque de la CTV? -En el libro Habla el comandante de Agustín Blanco Muñoz, se dice que antes de ser Presidente, Chávez planteó entre sus objetivos destruir la CTV y al movimiento sindical venezolano. Eso lo ratifica, como te dije, en la Constituyente, que al final no aprobaron por la presión nacional e internacional. Posteriormente, la convocatoria era para un referendo sindical, una cosa insólita. Eso habló muy mal del Gobierno. Para el Presidente los sindicatos tienen que ser parte de la Revolución. -¿Cómo explica que muchos trabajadores se fueron de la CTV para formar organizaciones que apoyan a la Revolución? -La CTV tenía problemas antes de llegar Chávez al poder. Mucho antes se discutía si el esquema se correspondía con esos tiempos. Se plantearon cambios con los que se reforzara la autonomía de los sindicatos frente a los partidos, frente a los gobiernos y a los empresarios. Veníamos de un esquema en el que la relación sindicato-partido permaneció por mucho tiempo; quizá eso se facilitó porque, a diferencia de Europa y otros países de América Latina, las organizaciones laborales en Venezuela fueron promovidas y constituidas desde los partidos. En muchos países fue al revés; los sindicatos promovieron la formación de partidos políticos. Por eso es que en nuestro país la influencia de los partidos marca la vida política de los sindicatos. Ese esquema se agotó hace tiem-

Se mantiene al frente de la confederación Después de los convulsionados meses de 2002, Manuel Cova no las ha tenido todas consigo. En diciembre de 2006 el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Acción Democrática decidió retirarlo de sus filas. No fue el único; también se excluyó al dirigente Alfonso Marquina, ahora de Un Nuevo Tiempo. La directiva de AD anunció el pase al Tribunal Disciplinario del secretario general de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), Manuel Cova, y la suspensión de sus cargos de buena parte del buró sindical. En un encuentro que duró seis horas, reseñó la prensa el 11 de

po y no fuimos capaces de entenderlo y cambiarlo. -La huelga de diciembre prefiguraba un escenario sin Chávez. -Acuérdate de que yo estaba en la mesa de negociación y acuerdo. Desde ahí hice muchos esfuerzos para alcanzar una solución política a la crisis y evitar una mayor confrontación. Cuando se planteó el tema del paro buscamos un acuerdo para evitarlo, y lo alcanzamos con miembros del Gobierno en esa mesa; el facilitador era Hiram Gaviria. Recuerdo que estuvimos hasta las 5:00 am el 30 de noviembre. La representación del Gobierno salió de ahí con el compromiso de que nos reuniríamos a las 11:00 am para anunciarlo al país. Sosteníamos que si lográbamos un pronunciamiento, eso frenaría el paro que algunos sectores estaban promoviendo. -¿A qué acuerdos llegaron? -Por ejemplo, que los militares regresaran a sus cuarteles. Que discutiéramos una fecha para buscarle una salida electoral a la crisis, y que los mandos de la policía fueran civiles. El entonces Vicepresidente y el actual Canciller, entre los que recuerdo, se manifestaron de acuerdo, pero cuando llegaron a Miraflores ese día no validaron ese acuerdo. Por eso el presidente Chávez reconoció en una presentación de memoria y cuenta en la Asamblea Nacional que él había estimulado el paro. Pero además te digo que cuando se discutió el tema en el comité ejecutivo, más de 90% de

diciembre de 2006, la directiva adeca desempolvó los estatutos de la organización “en aras de mantener la disciplina interna”, y tomó las resoluciones debido al respaldo de ese grupo de dirigentes a la candidatura de Manuel Rosales. Un total de 17 dirigentes del buró sindical -entre ellos su secretario nacional Luis Berroterán, Rafael Villarroel, José Elías Torres, Pedro Natera y Manuel Cova- fueron suspendidos de sus cargos. El dirigente sindical, a pesar de todos esos traspiés, todavía se mantiene en la secretaría general de la CTV. Cova ha prometido un proceso electoral para renovar la directiva de la confederación.

los miembros estuvimos en desacuerdo con el paro indefinido. Lo que pasó fue que los hechos se precipitaron porque nosotros no llevamos propuestas concretas, porque las había parado el Primer Mandatario. -¿Carlos Ortega, presidente de la CTV, fue uno de los promotores del paro? -La motivación principal de Carlos (Ortega), hasta donde sé, era que se discutieran las nuevas convenciones colectivas. Siempre ha sido un hombre de diálogo y de acuerdo. -¿Los acontecimientos del año 2002 aceleraron el debilitamiento de la central sindical? -La CTV pagó un precio muy alto por su participación en esa confrontación política. Hubo muchos compañeros que no estaban de acuerdo con esa confrontación. Es importante reconocer que cometimos errores. -¿Desaparecerá la CTV? -El Presidente se ha planteado muchos objetivos; lamentablemente para él, no todos los ha alcanzado. Uno de ellos fue destruir la CTV. Marcos Pérez Jiménez se planteó el mismo objetivo, creó una central paralela y no logró su cometido. No creo que la central socialista se pueda catalogar de mayoritaria hoy. Lo que veo es una dispersión muy grande, y con ella una gran debilidad. Ojalá la unidad se pueda lograr en torno a la confederación, y si no es posible, espero que sea producto de la discusión con gente vinculada al Gobierno incluida.


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A los hombres se les incautaron, entre otras cosas, armas cortas y documentación falsa

Presuntos asesinos del 11 de abril también dispararon desde el Hotel Ausonia

Según un informe de la Asamblea Nacional, las averiguaciones del caso no continuaron porque tras la detención de los supuestos criminales, una jueza de control del Circuito Judicial Penal del área metropolitana de Caracas los puso en libertad sin restricciones a las pocas horas. Para el diputado Darío Vivas, los francotiradores y la Policía Metropolitana emboscaron al pueblo en Puente Llaguno y otros puntos del centro de la capital

T/ Várvara Rangel Hill F/ Héctor Rattia-Joel ArangurenArchivo CO Caracas

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lgunos de los presuntos responsables de las víctimas mortales y de las personas heridas en el centro de Caracas el 11 de abril de 2002, pudieran estar entre los siete hombres armados que fueron detenidos ese día en la habitación 809, del piso 8 del Hotel Ausonia, ubicado entre las esquinas de Bolero y Pineda. A los hombres se les incautaron armas cortas, documenta-

ción falsa, envases con restos de un poderoso explosivo, tres teléfonos móviles y otros objetos. En la azotea del hotel se recolectaron cartuchos de fusil calibre 7,62 y de pistolas 9 milímetros, precisa un informe de la Comisión Especial de la Asamblea Nacional encargada de canalizar los recursos destinados al auxilio de las afectadas, los afectados y familiares de las víctimas del 11 al 14 de abril de 2002. Los detenidos identificados con nacionalidad venezolana fueron Jesús Arturo Meneses Quintero, para ese entonces de 19 años de edad; Jorge Meneses Quintero de 18 años; Nelson Enrique Rosales, Roberto Francisco Mcknight y Franklin Manuel Rodríguez, estos últimos de 30 años de edad cada uno. En el grupo de los arrestados también se encontraban Jhon Carlos Muñoz Garzón, de 28 años de edad, quien portaba un pasaporte colombiano y un individuo que presentó una cédula a nombre de Roger Lugo Miquelena, que luego se determinó que no le pertenecía.

El informe del Parlamento describe que después del arresto, los hombres fueron entregados al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas y por instancia de los fiscales del Ministerio Público 74 y 2, Raquel Gásperi Arellano y Alí Marquina, respectivamente, se practicaron las experticias balísticas, químicas y hematológicas, las cuales determinaron que cuatro de los detenidos resultaron positivos a la prueba de deflagración de pólvora. Los interrogatorios y las investigaciones a los detenidos -señala el informe de la Comisión Especial- no se pudieron realizar “porque el tribunal 14 de Control de Primera Instancia del Circuito Judicial Penal del área metropolitana de Caracas, a cargo de la juez accidental, Norma Ceiba Torres, los puso en libertad sin restricciones, a las pocas horas de haber sido detenidos”.

“Estos hombres desaparecieron, más nunca supimos de ellos. A lo mejor se fueron de Venezuela o estarán enconchados”, opinó el diputado Darío Vivas, quien presidió la mencionada comisión. Según el legislador, el 11 de abril hubo una combinación entre los francotiradores de los hoteles Edén y Ausonia, y la Policía Metropolitana, para emboscar al pueblo en Puente Llaguno. Además, asesinaron o hirieron a personas en puntos cercanos como las esquinas La Pedrera, La Bolsa y Capitolio.

EN OTRA ESQUINA El diputado recalcó que en el Hotel Edén también se determinó la presencia de francotiradores y a uno de ellos, “un gordo, sin camisa, que estaba puyado (herido)” lo montaron en la tarima que estaba frente al Palacio de Miraflores. “Pero le salvamos


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Hotel Ausonia

la vida a ese tipo. Era un francotirador”, añadió. -¿Iban a linchar a este hombre? -Sí, lo sacamos de la tarima y los mandamos a Miraflores a él y a cuatro más. Al tipo que estaba herido -la última vez que supe de él- lo llevaron en una camilla al dispensario del Palacio, detenido por la Guardia de Honor, porque no había nada, no había Estado de derecho. Luego de eso no supe más. Durante todo el 11 de abril y hasta altas horas de la noche, Vivas permaneció en la tarima ubicada frente al Palacio de Miraflores: “Ese día había sesión y fue suspendida. Pero esa tarima estaba instalada desde el 8 de abril” para acompañar a los grupos de civiles que pernoctaban allí en apoyo al Presidente. Recordó que el 11 de abril había una carpa con paramédicos en el estacionamiento del Palacio Blanco y con los heridos que llegaron a ese sitio primario de asistencia, fue que se dio cuenta de que habían francotiradores en los alrededores. “Ahí mismo, a un trabajador del Palacio Blanco, no recuerdo su nombre, lo hirieron con un tiro por la espalda”, detalló. -¿Usted vio toda la masacre de Puente Llaguno? -Estaba muy lejos. Lo que veíamos era cuando los traían (a muertos y heridos) y como los sacaban en ambulancias

para los hospitales. Se oían los tiros y se veía cómo la gente se abría. Mi voz aparece en una película por ahí, que dice cuando nos están disparando, que nos estaban matando y que despejaran el puente, que habían francotiradores y que tuvieran cuidado. Vivas aseguró que efectivos de la Guardia Nacional resguardaron a las personas que se encontraban en la avenida Urdaneta y evitaron focos de violencia. “Luego abandonaron”, acotó. -¿El pueblo se quedó? -Hasta que se llevaron a Chávez. La tarima se comenzó a tumbar después de que el Comandante se fue y apagaron las luces del Palacio. Nosotros salimos por la Puerta N°1 y había mucha gente en la calle pidiéndonos explicaciones de qué pasaba. -¿Luego se enconchó? -No, de 11 para 12 amanecimos en la calle, recorriendo la ciudad, esperando información. -¿Con quién andaba? -Con varios diputados: Luis Díaz Laplace, Asdrúbal Salazar, Andrés Giussepe y un compañero que trabaja aquí (en la Asamblea), Dixon Núñez, que fue el que me llevó el carro para que me fuera. Dimos vueltas por Caracas y después llevé a cada uno a su casa. El 12 de abril, después de hacer un primer contacto con su familia, Darío Vivas se fue a Maracay, donde se reunió con representantes del Movimiento Quinta República del estado Aragua. -¿Por qué se fue para allá? -Me fui en la tarde. Me habían dicho que hubo represión en la Alcabala 3 de Fuerte Tiuna, una represión de la Policía Metropolitana, así que me fui a la resistencia en Aragua. Estuve esa noche, en la mañana nos reunimos en una casa con la gente del partido y me habló Pedro Carreño para que me viniera rápido para Caracas, que había que meterse en los cuarteles. Me vine el 13 hasta Fuerte Tiuna, donde faltaba un sonido y quedé con el general Carneiro y el entonces coronel Pantoja, en buscar un camión de sonido. Pasé por el 23 de enero y estaba encendido. Me llamó Juan Barreto y me dijo que me fuera al canal 8, que se había retomado y me fui para allá. En VTV estaban Juan Barreto, Jesús Romero Anselmi, Vladimir Villegas, María Cristina Iglesias

y salimos al aire: estuve ahí. Luego me fui a Miraflores, sabíamos que venía el Presidente, que los soldados resguardaban su vida.

“Estos hombres desaparecieron, más nunca supimos de ellos. A lo mejor se fueron de Venezuela o estarán enconchados”, opinó el diputado

INCRÉDULO Hace una década, Vivas nunca sospechó que la derecha instauraría un gobierno de facto: “No me cabía en la cabeza que pudiera suceder un golpe de Estado ni que estuviese mon-

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tado todo ese aparataje. Nunca llegué a creer que la oposición venezolana fuera capaz de generar ese clima de violencia y asesinar a su propio pueblo”. Y 10 años después el diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela ahora comparte en el hemiciclo las comisiones con protagonistas del golpe. “He ahí el respeto al Estado de derecho y a las instituciones. El respeto a la voluntad popular, porque fueron candidatos y salieron electos. Nosotros respetamos la voluntad popular aunque sabemos que ellos fueron los responsables directos de ese golpe. Ahí está Enrique Mendoza, que cerró el canal 8. Ahí están muchos de los que firmaron el decreto de (Pedro) Carmona y acabaron con la Constitución”, reconoció.

543 afectados Un total de 543 personas resultaron afectadas por el golpe de hace 10 años, según un informe de la Comisión Especial de la Asamblea Nacional encargada de canalizar los recursos destinados al auxilio de las afectadas, los afectados y familiares de las víctimas del 11 al 14 de abril de 2002. El informe que recoge las acciones de la comisión entre el 1º de enero y el 15 de agosto de 2003, detalla que los hechos de abril ocasionaron la muerte de 24 personas y heridas a otras 33. Además 350 comercios fueron saqueados, con pérdidas que superaron los 30 millones de bolívares y 2.141 empleadas y empleados quedaron cesantes. Esta comisión especial estuvo integrada por los diputados de la Revolución Darío Vivas, Imad Saab Saab, Tarek William Saab, Adel El Zabayar Samara y Desireé Santos Amaral. También por los parlamentarios de la derecha Wilfredo Febres, Carlos Casanova, Nelson Augusto Ventura y María Gabriela Mayaudón.


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Considera que Pérez Recao y Molina Tamayo sí tenían un plan

Amalio Belmonte Nadie puede negar que el 11-A hubo una asonada militar

“Entonces se produjo en Fuerte Tiuna, el 11 de abril en la noche, una reunión en la que se evidenció que ahí nadie sabía para dónde iba; hasta (el general de división del Ejército) Néstor González González se incorporó a la reunión y fue quien decidió que el Jefe del Estado” se quedara en el país y no lo llevaran a otra nación. Belmonte aseveró que un golpe militar organizado saca al presidente de la República del país, tiene el gabinete ya definido y al nuevo Mandatario, “y ahí no había nada de eso”. En definitiva, sentenció: “El 11-A hubo una asonada militar que pidió la renuncia del Presidente de la República, pero no un golpe clásico. Yo creo que hubo influencia civil”.

PARA DONDE IBA

Según el sociólogo y actual secretario general de la Universidad Central de Venezuela, fue el general Néstor González González quien decidió que el Jefe del Estado no fuera sacado del país

T/ Nancy Mastronardi F/ Héctor Rattia Caracas

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se día nadie leyó los manuales sobre golpes de Estado. No había quien liderara el golpe de Estado y nadie sabía qué hacer con el presidente de la República, Hugo Chávez, y con el poder, que es peor. Así lo expresó el secretario general de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Amalio Belmonte, quien para el 11 de abril de 2002 era profesor e integrante del Consejo Universitario de esa casa de estudios. Para Belmonte, quien participó en la marcha de la oposición que llegó hasta el Palacio de Miraflores, en Caracas, el tema del 11-A es complicado porque es muy dicotómico. “Se ha dividido en dos: los que apoyan al Gobierno Bolivariano sostienen que el 11 de abril de 2002 se llevó a cabo un golpe de Estado; y los que adversan al Ejecutivo, sobre todo los sectores más radicales, afirman que ese día se registró un vacío de poder”.

Esa noche del 11 fue tan mal planificada, a juicio del sociólogo, que los militares no sabían qué hacer. “Para ser militares, que tienen un sentido del orden, de la disciplina y una jerarquía”, evidenciaron una absoluta falta de planificación. El comandante general del Ejército de ese entonces, Efraín Vásquez Velasco, “no hallaba qué hacer”, recordó Belmonte.

MANUAL DE UN GOLPE El clásico golpe de Estado se define con tiempo, explicó el profesor, en entrevista exclusiva con el Correo del Orinoco. Antes de ejecutar una acción de ese tipo se decide quién encabezará y conformará la junta militar o de gobierno. Para el 11-A no se sabía quien ocuparía la silla presidencial, y tampoco existía una junta de gobierno. El docente manifestó que no hay coherencia en los pronunciamientos que realizaron altos funcionarios de la Fuerza Armada en contra de Hugo Chávez los días previos y durante la asonada militar.

Quienes sí sabían para donde iba la cosa y tenían un mínimo de organización eran el contralmirante Carlos Molina Tamayo, hoy prófugo de la justicia venezolana y exiliado en El Salvador; y el ciudadano y empresario Isaac Pérez Recao, aseguró Belmonte. “Yo creo que ese señor Pérez Recao y Molina Tamayo sí sabían para donde iba la cosa. Tamayo y Recao se unieron y sí hubo un mínimo de organización”, ratificó. “Yo creo que había gente preparando algo, entre ellos, aquel señor Pérez Recao, que nadie conocía y al que nunca nadie lo ha entrevistado, por cierto, y aquel contralmirante Molina Tamayo. Allí había algo organizado”. “La mayoría de los oficiales que participaron el 11-A fueron alumnos míos; conozco bastante ese medio, y pregunté. Ellos me dicen que era tanto el desbarajuste que la noche del 11 de abril los militares no hallaban qué hacer”, ratificó Belmonte.

“TODA CONVOCATORIA TIENE UN OBJETIVO” Amalio Belmonte marchó ese día con la oposición. Sobre la movilización, dice que observó una emotividad difícil de explicar, una emotividad extraña. “Después de que la gente está en la calle es muy difícil regresarla a su casa”, agregó. Según Belmonte, no fue planificado el recorrido hasta Miraflores. A su parecer, se trató de una movilización espontánea. “No se calculó que la marcha llegaría a Miraflores”, reiteró. Ahora bien, también indicó que toda convocatoria, no

importa quién la haga, tiene un objetivo y tiene una intención. “Todo dirigente manipula;,todo. Desde el Papa hasta Fidel Castro. Todo dirigente tiene el don de la manipulación”, refirió Belmonte, en relación con los organizadores de la marcha del 11-A.

ANTES DEL 11-A El secretario general de la UCV señaló que en el país existía “una descomposición social que llegó a su punto más alto el 11 de abril, y que agarró por sorpresa a todo el mundo”, salvo a un pequeño grupo que sí esperaba una ruptura del poder, pero “cuyo nivel de incidencia en la Fuerza Armada era muy poca, porque no manejaba la organización”. “El propio Carmona sabía y no sabía que iba a ser el Presidente de la República. Los políticos venezolanos y los que estaban manifestando no sabían que Carmona iba a ser el Jefe de Estado de Venezuela”, añadió Belmonte. Recordó: “Yo creo que hubo de todo allí. Hubo una combinación de factores. Yo recuerdo mucho el 10 de diciembre de 2001 (cuando hubo un paro convocado por Fedecámaras). Yo observé que había un debilitamiento del poder; ese día el Presidente de la República hizo un acto en La Carlota y a mí me sorprendió muchísimo que en pleno acto, en los alrededores de la base aérea, hubo un cacerolazo impresionante”. Belmonte estaba en esa actividad presidencial. Era profesor en las escuelas de la Fuerza Armada y señaló que en ese acto percibió una sensación de rechazo hacia el Presidente en esa zona de Caracas. También destacó que otro de los desencadenantes del 11-A fue la aprobación de 47 leyes habilitantes por parte del Mandatario Nacional. A su juicio, esta medida no era necesaria porque Chávez contaba con mayoría plena en la Asamblea Nacional. Las decisiones presidenciales generaron incomodidad en ciertos sectores de la sociedad, especialmente en el empresarial. En fin, Belmonte señaló que sí hubo una asonada militar el 11-A; “eso no lo puede negar nadie”, ratificó, pero no un clásico golpe, porque si no, hubiera triunfado.


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Aseguró que la PM fue “el chivo expiatorio”

Iván Simonovis “Yo solo soy otra víctima del 11 de abril” DEFIENDE A LA PM

Mediante su esposa, María del Pilar Pertiñez, el entonces secretario de seguridad de la Alcaldía Metropolitana –hoy tras las rejas sentenciado por esos hechos de violencia– ofreció al Correo del Orinoco su versión del golpe de Estado del 11-A

T/ Douglas Bolívar F/ www.ivansimonovis.com Caracas

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el 11 de abril, ¿cree que usted es otra de las víctimas? Si lo fuera, ¿de quién? -Yo solo soy otra víctima del 11 de abril. Cuando las realidades sociales son conflictivas definitivamente influencian el destino de un país, de esa forma canalizan y destruyen la vida de sus ciudadanos. En mi caso influenció y destruyó mi vida y las de las personas que más amo. “A nosotros se nos atribuye la responsabilidad de la muerte de dos personas y una veintena de heridos, pero ese fatídico día hubo 19 muertes y más de 100 heridos. En otras palabras, ¿quiénes son entonces los responsables de las muertes de los otros 17 asesinados y de más de 80 heridos?”, se preguntó el comisario, ya sentenciado por esos hechos de violencia. -¿De qué se declara completamente inocente con respecto a su actuación del 11 de abril? ¿De qué se arrepiente? -No me declaro inocente, soy inocente. La Fiscalía me acusó de dar órdenes y de haber

entregado armas de fuego a los funcionarios de la Policía Metropolitana, una acusación que da risa, por decir lo menos. ¿Alguien se puede imaginar a un ministro de Justicia en un cuarto entregando armas a diestra y siniestra a personas que además no conoce? Según Simonovis, “de hecho, la casi centena de funcionarios que declararon en el juicio, incluyendo los acusados, manifestaron que jamás en su vida me habían visto en persona; solo en la fotografía de la cadena de mando en sus respectivas comisarías. Ninguna de las acusaciones pudo ser demostrada por la Fiscalía durante el juicio. A la prueba me remito: 3 años, 4 meses de juicio, 265 experticias, 5.700 fotografías, 196 testimonios y 45 expertos no lograron demostrar mi responsabilidad en los hechos del 11-A”. A su juicio, ese día cumplió con su deber. “Agoté todos los medios para coordinar con el Gobierno central el apoyo que, era obvio, necesitábamos para controlar la situación en el centro de la capital, pero el régimen sigilosamente se ocultó y por omisión fue cómplice de los asesinatos y heridos de ese día”.

-¿Cuánto comparte con aquellos que afirman que la Policía Metropolitana fue utilizada como instrumento de grupos que tenían planes conspirativos? -No sé quién dice eso. Lo que sí pienso es que fue el chivo expiatorio; había que culpar a alguien y las baterías las enfilaron a la PM. La PM el 11 de abril salvó vidas, no causó muertes. De acuerdo con Simonovis, los llamados “pistoleros de Puente Llaguno” (así bautizados por las corporaciones mediáticas) “se encargaron de hacer el trabajo sucio de emboscar la marcha que venía de Chuao. Se permitió y avaló la creación de una subclase social: la del crimen, para sembrar terror y amedrentar a quemarropa a cada uno de los venezolanos”. -¿Qué evaluación hace del 12 y 13 de abril? ¿Considera que se ejecutó un golpe de Estado? ¿Dónde y qué hizo usted el 12 y 13 de abril? -No tengo nada que evaluar del 12 y 13; yo estaba en mi oficina trabajando. Y del golpe de Estado, yo vi a Lucas Rincón anunciar al país que el Presidente de la República había renunciado; por otra parte, el TSJ, cuando aún había magistrados serios, sentenció que el 11-A hubo un vacío de poder. ¿Qué más hay que aclarar? -¿Cree que el 11, 12 y 13 actuaron francotiradores en el centro de Caracas? -Me referiré al 11 abril. En este sentido, es bueno que se sepa que en la mitad de las inspecciones oculares no se encontraron evidencias de interés criminalístico que nos vincularan con los hechos investigados. En la mayoría de las inspecciones oculares no pudo afirmarse que la evidencia recolectada se correspondiera con los hechos ocurridos el 11 de abril de 2002. El lugar donde se practicaron las inspecciones “no se encontraba preservado para la fecha en que fue realizada la misma. La experta en microanálisis no

pudo dejar constancia de que las imágenes proyectadas en los videos peritados fueran originales, y se evacuaron videos cuya procedencia originaria se desconoce”. Simonovis sentenció que no hubo ninguna experticia balística que demostrara que funcionarios de la PM sean responsables de lesiones y fallecimientos. “Las pruebas técnicas, por el contrario, nos exculpan, como indicó la fiscal Haifa Aissami al admitir en sala de juicio: ‘El Ministerio Público no ha negado que no pudo individualizar el resultado con respecto a los acusados…’. Es decir, no pudo demostrar nuestra responsabilidad en los hechos del 11-A”.

CABALLO SIN ARREAR -¿En qué momento, qué circunstancias de ese día le hicieron comprender que algunos personajes tenían objetivos no confesos con respecto a la marcha de la oposición? -Yo no puedo hablar de que “algunos personajes tenían objetivos no confesos con respecto a la marcha”. Sería irresponsable de mi parte aseverar algo así. Lo que sí te puedo asegurar es que si yo hubiese investigado sí sabría si todo eso tenía “objetivos no confesos” o si fue espontánea la movilización de las personas que se encontraban en Chuao. El problema es que eso jamás se investigó; simplemente se culpó a un grupo de personas que, per se, terminaron siendo culpables sí o sí. Pero una investigación seria, transparente y honesta jamás la hubo. El exfuncionario evalúa que el 11-A “sucedieron muchas cosas, demasiadas, al mismo tiempo. El estupor social que estallaba como una olla de presión; la industria petrolera que hacía todo lo que podía por defenderse y un alcalde metropolitano (Alfredo Peña) que se dio cuenta de que no podía arrear el caballo de la política en el cual se había montado; la misma política que por años había atacado y criticado”. Mantiene su tesis de que defensores del Gobierno Nacional atacaron a la oposición. “Finalmente, el estruendo de los disparos, muertos y heridos, como en una guerra, doblegó a los ingenuos y desarmados que participaron en la marcha”, sostuvo.


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“Saqué mi arma al ver el dolor del pueblo”, aseguró el exconcejal metropolitano

Richard Peñalver Actuamos para defender la integridad del presidente Hugo Chávez “Fue una acción montada por militares, políticos, medios de comunicación privados, la cúpula de la Iglesia y otros sectores de la derecha del país. Fue un hecho planificado y financiado desde el imperio norteamericano”

El 11 de abril de 2002 “me marcó para el resto de mi vida; estableció un antes y un después. Fue una batalla librada de la que salimos victoriosos”, aseveró

T/ D’yahana Morales F/ Héctor Lozano Caracas

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ace 10 años el país fue escenario de un golpe de Estado contra el presidente de la República, Hugo Rafael Chávez Frías. La tarde del 11 de abril de 2002, el pueblo chavista y el opositor salió a las calles. El país -y las pantallas de las televisoras privadas- se dividió en dos. En las cercanías del Palacio de Miraflores los grupos no dudaron: un sector apostaba por la salida del Jefe del Estado y otro, defendió con las armas la Revolución Bolivariana. En este último bloque se ubicó el concejal metropolitano Richard Peñalver, bautizado por las corporaciones mediáticas como uno de los “pistoleros de

Puente Llaguno”. Hoy asegura que no dudaría en defender nuevamente la Revolución Bolivariana y al presidente Hugo Chávez. -¿Cómo recuerda el 11 de abril de 2002? -Ese fue un día para demostrar el compromiso y el amor por la Revolución. Una cosa es contar la historia, y otra, haberla vivido. Ese día me marcó para el resto de mi vida; estableció un antes y un después. Fue una batalla librada de la que salimos victoriosos. -¿El enfrentamiento en las calles caraqueñas y el intento de golpe se gestó con anterioridad, o fue un hecho espontáneo que surgió ese día? -Nosotros tuvimos problemas fuertes desde aproximadamente tres días antes. Recuerdo cómo el 10 de abril hubo heridos en Chuao, y bandas armadas de Acción Democrática (AD) me hicieron una especie de emboscada en la esquina de Pajaritos. Fueron días difíciles para la Revolución.

El 11-A la oposición estaba en Chuao, e hizo un llamado para marchar hacia el Palacio de Miraflores, rememoró. “Cuando eso pasó, supe que las cosas no terminarían bien. Fue una acción montada por militares, políticos, medios de comunicación privados, la cúpula de la Iglesia y otros sectores de la derecha del país. Fue un hecho planificado y financiado desde el imperio norteamericano”. -¿Dónde estaba esa tarde? ¿Cómo llegó hasta Puente Llaguno? -Nosotros salimos de la nada. No estábamos organizados. Nuestra aparición fue completamente espontánea. Salimos a defender la identidad del proyecto bolivariano y la integridad del presidente Hugo Chávez. No pensé en nada más. Como líder de la Revolución que era y que sigo siendo, era mi deber, mi compromiso. Tenía que estar allí.

“HACER LO QUE FUERA NECESARIO” Peñalver indica que se hallaba en la plaza Miranda cuando la marcha opositora del 11-A estaba cerca del Palacio de Miraflores. “Subí hasta ese lugar en el jeep que tenía como concejal metropolitano. Es más, me estacioné justo debajo de Puente Llaguno. El vehículo resultó con un impacto de bala en una de sus puertas”, indicó.

-“Fui hasta ese lugar porque en las cercanías había una tarima colocada desde el 8 de abril. Era un lugar creado para contrarrestar las acciones de la llamada ‘Gente del Petroleo’, que se mantenía en vigilia en Chuao y adelantaba el paro. En ese sitio escuchábamos música revolucionaria y debatíamos sobre política hasta altas horas de la noche. Cuando los que estábamos allí reunidos supimos de la marcha, decidimos mantenernos en pie de lucha y rodilla en tierra. Acordamos no permitir que sacaran al Presidente, y decidimos hacer lo que fuera necesario. Sabíamos que la marcha no llegaría de manera pacífica, sino a linchar al presidente Hugo Chávez”. “Las y los camaradas que estábamos allí reunidos tomamos lápices labiales y nos hicimos marcas en las mejillas. Nos colocamos dos rayas en cada cachete. Fue una manera de identificar a quienes éramos del mismo grupo”. -¿Cómo llegó el arma de fuego hasta las manos de Richard Peñalver? -Yo tenía una pistola en la cintura. Era un arma con porte completamente legal. No pensé nunca que tendría que desenfundarla. Pero el momento llegó y fue necesario. “Comencé a caminar para ver qué estaba pasando. Cuando estuve frente al Banco Central de Venezuela (BCV) me comí algo, y llegaron unas personas a pedirme ayuda. Se me acercaron varias señoras y contaron que veían gente caer herida. Me gritaban y clamaban que hiciera algo. Cuando llegué a Puente Llaguno, ante mis ojos vi una escena dantesca. Me percaté de que, efectivamente, había personas heridas y que los vehículos antimotines de la Policía Metropolitana (PM) se desplazaban por la avenida Baralt. Los francotiradores estaban en el Hotel Edén y una terraza”. “Cuando llegué al sitio, quede impresionado. No podía distinguir de dónde venían los disparos. Fue cuando decidí sacar mi arma de fuego”. -¿Qué le hizo desenfundar el arma? -Saqué mi arma al ver el dolor del pueblo. Me sentí mal e impotente al ver a la gente caer herida. Mis asistentes comenzaron a prestar ayuda a los lesionados. No era un juego; eran impactos de bala que estaban haciendo un daño real. El do-


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Respeto como revolucionario Richard Peñalver pide que se le respete como revolucionario. “No es algo que yo haya dicho, sino que el mismo pueblo asegura. Yo puse en riesgo mi vida por la vida de los demás ese 11 de abril. No lo hice esperando que me lo agradecieran. Era mi deber, pero en el fondo soy humano y esperaba un poco de reconocimiento”, sentenció. El presidente Chávez le agradeció su intervención desde Puente Llaguno el día del golpe de Estado. Peñalver precisó que eso para él es suficiente, pero no quiere quedarse al margen del proceso bolivariano y socialista; consideró que a pesar de tener muchos años de militancia y haber demostrado su compromiso, ha sido minimizado como líder popular.

lor me impulsó, el momento me llevó. No dudaría en defender nuevamente a la Revolución Bolivariana y al presidente Hugo Chávez. No me temblaría el pulso para velar por la integridad de cualquier venezolana o venezolano. Yo nunca lo he negado. Si me volviera a encontrar en un momento tan difícil como ese, yo defendería de nuevo a mi pueblo con lo que tenga en las manos. “No me arrepiento de nada”, reiteró. “Por el contrario, le doy gracias a Dios que me colocó en ese momento en el Puente Llaguno. La gente nunca pensó que iban a llegar personas armadas y francotiradores hasta ese punto de la ciudad. Ellos salieron a respaldar al presidente Hugo Chávez de manera pacífica, y se encontraron con un baño de sangre. Yo tomé mi arma y disparé en repetidas oportunidades. Mi objetivo fue siempre defender al pueblo”.

DÍAS INTENSOS -¿Qué pasó después? -Cuando salí de Puente Llaguno me fui solo. A los pocos minutos mi nombre era mencionado en todos los medios de comunicación privados del país. La foto en la que salgo disparando le dio la vuelta al mundo. Me buscaban por todas

partes. Influyó el hecho de ser un personaje público y conocido. Me fui hasta Fuerte Tiuna para conocer detalles sobre el estado del Presidente. Allí me conseguí con un nutrido grupo de camaradas. Tomamos un altavoz y nos turnábamos para aupar al pueblo allí concentrado. Les pedíamos fuerza y aguante. -¿Cuándo supo que el presidente Hugo Chávez estaba sano y salvo? -El 13 de abril al mediodía supe que el presidente Hugo Chávez había sido rescatado. Cuando me enteré que ya estaba de regreso en Caracas, opté por esconderme. Fueron momentos intensos. Hubo miedo, no lo voy a negar. Era un miedo solo superable por la adrenalina que corría por mis venas. No me daba tiempo de pensar en nada. Mi único objetivo era salvar a la gente y esperar por el regreso del presidente Chávez. Fueron dos días intensos; inolvidables y dif íciles de contar. -¿Cómo fue su entrega a las autoridades? -Después de que supe que el Presidente estaba bien, me fui. El 8 de mayo me entregué. Lo hice por decisión propia; entre otras cosas, por la angustia de saberme perseguido

y pensar que podían hacerle daño a mi familia. Me habían dicho que me querían asesinar. Me informaron de que las autoridades aliadas de la derecha querían simular un episodio de fuga para quitarme la vida. Me coordinaron una entrevista con una periodista desde la clandestinidad. Allí di mi versión de los hechos, y abogué por la inocencia de quienes esa tarde disparamos desde allí. Llegué a la sede del actual Cuerpo de Investigaciones Científicas. Penales y Criminalísticas (Cicpc) en la avenida Urdaneta. Estuve privado de libertad durante 1 año y 4 meses. -¿Cómo quisiera que lo recordaran? -Más que recordarme a mí, quisiera que los venezolanos y las venezolanas no olviden nunca este proceso revolucionario. Que recuerden siempre por todo lo que hemos tenido que pasar para lograr la consolidación de este proyecto político. Yo haría un llamado para que las nuevas generaciones estudiasen estos capítulos de la historia reciente de Venezuela. Que no se pasen por alto estos acontecimientos, que sin lugar a dudas dejaron una huella en la memoria de todos los habitantes del país.


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Aseguró que vio la movilización desde su casa

Pablo Medina: El Carmonazo fue contra el pueblo que marchó el 11-A

tableció el hilo constitucional cuando la Asamblea Nacional (AN) designó a Diosdado Cabello como presidente encargado; ese fue un acto constitucional, el único acto constitucional que hubo en ese momento”, dijo Medina, en entrevista exclusiva con el Correo del Orinoco. Incluso, aseveró, que el regreso de Chávez no fue un acto constitucional, porque el Presidente encargado ya había sido designado. “Chávez renunció. Yo escribí el libro Quién mató a Danilo Anderson, y en el libro está la declaración de Lucas Rincón ante la Fiscalía General de la República, y Lucas Rincón afirmó que Hugo Chávez renunció, y que a él (Rincón) nadie lo presionó para informar esa noche sobre la renuncia. Lucas Rincón es uno de los que pidió al Presidente que renunciara”, aseguró el excandidato presidencial de la MUD.

OTRA VERSIÓN: EL AUTOGOLPE

Los organizadores de la protesta también tenían planes para tomar el poder, sostuvo el dirigente opositor

T/ Nancy Mastronardi F/ Luis Franco-Archivo CO Caracas

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ablo Medina, quien el 11 de abril de 2002 era secretario general del partido Patria Para Todos (PPT), considera que el régimen de facto de Pedro Carmona Estanga, entonces presidente de Fedecámaras, fue contra la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y contra la oposición que marchó ese día desde el este de Caracas hacia el centro de la ciudad. La marcha llegó a

Miraflores de manera natural, expresó Medina. Sin embargo, reconoció que algunos líderes de esta movilización, a quienes no mencionó, sí querían traspasar los límites de la caminata y arribar a Miraflores, donde una multitud respaldaba al Gobierno Bolivariano y manifestaba pacíficamente. El dirigente opositor comentó que no marchó el 11-A, que vio la movilización desde un televisor en su casa. “Yo me quedé viendo todo; a esa hora tú veías la magnitud, una cosa que venía de todos lados”.

11-A: DE TODO EN 47 HORAS El 11 de abril es un acontecimiento en la historia de la humanidad, en el que en 47 horas pasó de todo; “una cosa increíble; es algo asombroso, porque el 11-A, a mi juicio, hubo de todo. Primero, un intento de autogolpe; segundo, el golpe del general Lucas Rincón; tercero, el golpe de Carmona. Después se res-

Medina consideró que el Presidente planificó un autogolpe, “porque él (Chávez) siempre ha querido gobernar bajo el Estado de excepción, porque en ese momento (11-A) él necesitaba gobernar por encima de todos los factores de poder”. El Poder Judicial, por ejemplo, “no estaba controlado por Hugo Chávez”, afirmó. “La mayoría de los alcaldes y gobernadores estaban en contra; en la Asamblea Nacional sí tenía mayoría; tenía en contra a la Iglesia, a los poderes económicos, a los trabajadores”. Medina añadió que el Jefe del Estado, en lugar de resolver la oposición a través de negocia-

ciones, “decidió por la vía del autogolpe confrontar a todos los sectores que le hacían oposición y establecer el Estado de excepción para poder gobernar”. El vocero político rememoró uno de los acontecimientos del año 2001: el Mandatario pidió una ley Habilitante, “la cual no era necesaria porque tenía mayoría en el Parlamento”. Mencionó que por esta vía “Chávez lanzó 47 leyes”. Agregó: “Prácticamente impuso (el Presidente), sin ninguna discusión, sin ningún debate, las 47 leyes. Eso, evidentemente, provocó una reacción de Fedecámaras que desembocó en el paro de diciembre del año 2001”. Dijo estar convencido de que el Jefe del Estado “estaba provocando el autogolpe, por toda esta situación”. Incluso, Medina refirió que en un discurso del año 2004 en la Asamblea Nacional, el Presidente supuestamente admitió haber provocado esos acontecimientos. “Él dice, esto es textual: ‘Yo provoqué la crisis del 11 de abril, cuando yo despedí a los gerentes (de Pdvsa) con un pito, yo estaba provocando la crisis; cuando yo coloqué a Parra Luzardo frente a Pdvsa, yo estaba provocando la crisis”, agregó Pablo Medina. El dirigente opositor comparó la posición del comandante Hugo Chávez con la del expresidente Carlos Andrés Pérez. “Quien provocó los acontecimientos del 27 de febrero de 1989 (El Caracazo) fue Carlos Andrés Pérez. Yo lo investigué, yo era diputado, fueron cosas planificadas para arrinconar al pueblo e imponer el miedo, a fin de poder aplicar las políticas del Fondo Monetario Internacional”, expresó.


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CONTRA EL PRESIDENTE CONSTITUCIONAL Para Pablo Medina es un grupo mixto el que organizó el golpe de Estado contra el presidente constitucional de la República, Hugo Chávez. “Este grupo tomó tanta fuerza que, al final, el general Rosendo, entre otros, no estuvo de acuerdo con el autogolpe y con el Plan Ávila”. Medina indicó que el general Lucas Rincón, ministro de la Defensa para esa fecha, quiso aprovechar las circunstancias. “Fíjate que él (Rincón) elaboró un discurso como Presidente encargado; yo tengo un amigo, no voy a decir quién, que leyó el discurso que tenía Lucas Rincón preparado para esa noche del 11-A. Él (Rincón) permitió que la manifestación de la oposición llegara a Miraflores, él era el encargado de la zona”. Sentenció: “Lucas Rincón actuó, pretendió quedarse con el poder y no pudo porque se dio cuenta de que no tenía el control de la Fuerza Armada, porque ya el control estaba en manos de Manuel Rosendo y del general Efraín Vásquez Velasco, del sector institucional.

Ellos se sumaron a última hora (al golpe de Estado)”. Según Medina, los organizadores de la marcha del 11-A también tenían planes de tomar el poder. Entre los principales participantes destacan Enrique Mendoza, exgobernador del estado Miranda; Guaicaipuro Lameda, expresidente de Pdvsa; Carlos Ortega, expresidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), y especialmente Pedro Carmona Estanga, quien el 12 de abril de 2002 se juramentó a sí mismo.

“Lucas Rincón actuó, pretendió quedarse con el poder y no pudo porque se dio cuenta de que no tenía el control de la Fuerza Armada, porque ya el control estaba en manos de Manuel Rosendo y del general Efraín Vásquez Velasco, del sector institucional”

Pablo Medina sostuvo que la firma del decreto de Carmona fue el tercer golpe de Estado del 11-A. Más de 300 personas aplaudieron y suscribieron el documento que, de un golpe, terminaba con los poderes constituidos.

EL RETORNO DE HUGO CHÁVEZ Chávez “no esperaba regresar”, aseguró el excandidato presidencial de la MUD. Medina sostiene que “Chávez renunció, se fue a La Orchila y allá hizo y firmó la carta de abandono del cargo. En el momento cuando la van a pasar en limpio, y él

la iba a firmar, llegó el helicóptero y se lo llevó para Miraflores”, apuntó Medina. Esta es su versión de los hechos. Además, dijo no creer que había órdenes de matar al Presidente. El testimonio de múltiples testigos contradice la versión del exsecretario del PPT.


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Miércoles 11 de Abril de 2012

El 11-A esta policía actuó como fuerza de choque de unos mil manifestantes enardecidos

El fotógrafo Jorge Recio acusa a la PM del balazo que lo dejó en silla de ruedas medios de información privados. A 10 años del golpe de Estado de 2002, su recuento de los hechos toma la forma de una cruda reflexión sobre lo que calificó como una jornada que desnudó la “violencia que las élites económicas venezolanas ejercen desde siempre contra el resto de la gente”.

MARCHAS Y ODIO DE CLASE

El reportero gráfico enfatizó que todas las manifestaciones opositoras fueron agresivas. Acusó a Isaac Pérez Recao de ser “una expresión grotesca de la violencia que ejercen las élites económicas en Venezuela sobre el resto de sus compatriotas y sobre quien se interponga en su camino” T/ Carlos Ortiz F/ http://lalibreriamediatica.files. wordpress.com Caracas

A

pocos metros de Puente Llaguno, hacia el norte de la avenida Baralt –en sentido contrario a los disparos de la Policía Metropolitana (PM)– un pinchazo en la espalda hizo detenerse al fotógrafo independiente Jorge Recio. Sus piernas se ablandaron y su cuerpo se desplomó sobre ellas. “Desde el primer momento supe lo que me había pasado; que me habían dado y me habían tocado la columna. Lo supe porque no podía mover las piernas” Trató de reptar para ponerse a salvo, pero aunque no podía, un río de brazos lo elevó del suelo. Varios

Jorge Recio con la periodista Marialcira Matute, moderadora del programa La Librería Mediática

hombres corrieron a socorrerlo, y no se detuvieron hasta llevarlo al Hospital José María Vargas, en Cotiza. La resolución del pueblo que lo ayudó ni la inmediata intervención de los cirujanos del Vargas pudieron evitar que perdiera para siempre la facultad de caminar. Nunca tuvo dudas de que la bala que lo alcanzó provino de un arma disparada por algún agente de la PM; entre otras razones, porque eran los uniformados de esa fuerza los únicos que dispararon contra la gente que trataba de defender el Palacio de Miraflores. Así lo ha sostenido siempre, y así lo reafirmó en una entrevista vía correo electrónico con el Correo del Orinoco. Recio es categórico y escueto al momento de señalar a quienes considera responsables de la masacre de Puente Llaguno y de la razia de los días 12 y 13 de abril de 2002: “Las élites económicas”. Y junto a esas élites ubica como protagonistas a los

Jorge Recio llevaba tiempo siguiendo desde adentro las marchas y concentraciones antichavistas convocadas por la alianza Fedecámaras-Gente del Petróleo-CTV. Pero el 11 de abril de 2002 prefirió quedarse en casa, “hastiado de la vulgaridad” que las caracterizaba: “En Altamira, en La Casona, en Pdvsa, la vulgaridad de esas manifestaciones era evidente en el desprecio cada vez más evidente y estridente hacia las clases populares”. Esa vulgaridad se traducía, según rememora, en consignas no solo contra el presidente Chávez, sino contra “las propias masas populares”, a las que reducían a “estereotipos groseros”. Al igual que entonces, su juicio al respecto es lapidario: “Esas marchas fueron todas violentas. Creo que ese ha sido un tema suficientemente debatido, y hoy día no debe haber ni un venezolano que, después de vivir esos días, niegue la violencia de aquellas manifestaciones, ni que asegure que eran pacíficas, como no sea alguno de esos enajenados que aún quedan en la oposición”. Por eso, el 11-A ya no quiso salir; creía que ya no tenía nada que descubrir en medio de la marea que gritaba “Chávez, vete ya”. “Cansado un poco de la vulgaridad y de los estereotipos de quienes se reunían en PdvsaChuao, ese día seguí la marcha por televisión. Pero cuando Orlando Urdaneta, Enrique Mendoza y Carlos Ortega lograron que la manifestación rompiera los límites legales y amenazaron con llegar a Miraflores, cogí mi vehículo y me dirigí al

“Sobreviví gracias a los defensores de Puente Llaguno” Jorge Recio recuerda que, pese a lo numerosa que era la marcha que se dirigía hacia Miraflores, fue poca la gente que se desvió hacia Puente Llaguno: “No sé cuánta gente quedaba a la altura de la avenida Bolivar, hay que recordar que eran 11 kilómetros, pero a dos cuadras de Puente Llaguno no creo que llegaran a mil”. -Hasta dónde recuerda, ¿la PM logró avanzar hasta el Puente Llaguno? -Hasta una cuadra de Puente Llaguno, pero apenas lograron hacerlo unos pocos y apoyados por los blindados, “la ballena” y “el rinoceronte”. -¿Cómo le hizo frente a la PM el pueblo que resistía? -Era una resistencia muy precaria, más basada en el número que en armas que pudieran enfrentarse a las armas de guerra que, sin ningún intento por ocultarlas, estaba usando la Policía Metropolitana. Creo que las armas más gruesas que usó el chavismo son las que usaron los llamados “Defensores de Puente Llaguno”, porque al cabo de algunos años y atando cabos, comprendí que fue gracias a ellos que pudieron sacarme con vida de la balacera. Quisiera rendirles tributo. -¿Usted vio caer a otras personas? -Sí, vi morir asesinado de un balazo en la cabeza a un joven frente a mí, del otro lado de la calle. Recuerdo que mi indignación contra la PM fue infinita..

centro de la ciudad. Habré llegado poco antes de las 2:00 pm a Cotiza, donde me estacioné, y bajé a pie hasta Puente Llaguno y sus alrededores, donde permanecí toda la tarde. El desenlace ya se conoce”.

LOS MEDIOS Y LA INSTIGACIÓN “Es importante recordar que toda esa violencia fue in cres-


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Miércoles 11 de Abril de 2012 cendo después de un hecho desencadenado por Fedecámaras y la CTV: la huelga general empresarial, en diciembre de 2001. El 9 de diciembre Fedecámaras, como instrumento de terrorismo económico de las élites venezolanas, y la CTV como su fiel lacayo, declararon la guerra contra el Gobierno Nacional y contra los derechos y los intereses populares. A partir de ese momento, todo fue parte de un desenlace premeditado, que se concretó el 11 de abril de 2002 cuando se dieron las condiciones para ejercer la violencia criminal y tomar el poder”. Esta reflexión le da pie a Jorge Recio para exponer su visión de la actuación de las empresas privadas de comunicación en el golpe de Estado. Para él, los medios no solo sirvieron como caja de resonancia del mensaje de quienes activaron el golpe, sino que también recurrieron a la violencia: “Especial capítulo merece la violencia ejercida aquellos días por las empresas de comunicación como instrumento de esas élites económicas cuyos intereses no son, ni de lejos, los intereses del pueblo. Es posible que el pueblo venezolano, y muchos periodistas, hayan hecho ya un juicio popular a esos medios que mintieron, manipularon y conspiraron aquellos días, pero creo que estaría bien realizar un trabajo que pusiera orden e hiciera transparentes las actuaciones específicas de los medios que de una u otra forma participaron en ese golpe contra el pueblo”. El tiempo también le ha permitido ver a Jorge Recio “lo que yo creo que fue un punto de inflexión: la manifestación del 23 de enero de 2002, cuando se permitió que opositores y chavistas se vieran las caras en el centro de Caracas, en la plaza O’Leary y sus alrededores. Ahí, ese día de violencia contenida, a pocos pasos de la sede del poder político, los conspiradores midieron fuerzas, y se dieron cuenta de que tenían masa crítica enardecida suficiente para llevar a cabo sus planes; solo había que provocar, desencadenar el momento. Y a esto se prestó la elitista gerencia de Pdvsa cuando se rebeló contra las órdenes y los intereses del Gobierno Nacional los días previos al golpe”.

LA SAÑA Y SUS ROSTROS Además de su oficio de fotógrafo, Jorge Recio se destacó en sus estudios de Filosofía en la Universidad Central de Venezuela, donde fue preparador académico. Desde hace años vive en Barcelona, España, y hace esfuerzos por divulgar lo que vivió el día del golpe, que lo sorprendió sin haber escrito su trabajo de grado. Quizá por eso su reflexión se expresa en descarnadas imágenes, no exentas de simbolismo. Ante la pregunta sobre qué “vio” el 11-A, prefirió retratar a algunos personajes que en su opinión expresan el fondo del asunto: “Lo que yo vi ese día también creo que ha sido bastante divulgado: que la Policía Metropolitana actuó como fuerza de choque de unos mil (si acaso, y según mis fotografías) manifestantes enardecidos que pretendían llegar a Miraflores, muy convencidos, con el insólito y descabellado objetivo de sacar al presidente Chávez de su cargo. Me gustaría dejar claro que, incluso mis fotografías, podrían ser una manipulación de la información, porque esa es la naturaleza de la imagen: ser una ilusión de realidad; no tendrían ningún peso sin mi propio testimonio y las fotografías, videos y testimonios de decenas de venezolanos que, como yo, estábamos interesados en saber y documentar en primera persona lo que ocurría en nuestro país, y a quienes estaré siempre unido, honrado y agradecido”. Hecho ese comentario, Recio retoma lo que considera esencial: el odio de clase de quienes dieron el golpe: “La violencia tenía múltiples manifestaciones: desde las infames declaraciones de Fedecámaras y la Conferencia Episcopal, hasta las groseras amenazas de Carlos Ortega y Orlando Urdaneta (por mencionar dos) subidos a la costosa tarima que montaron frente a Pdvsa-Chuao los días previos al golpe del 11 de abril: ‘¡Vamos a Miraflores a sacar de ahí a ese traidor’, recuerdo que vociferaba Ortega, con todos los medios técnicos y refrigerios que le proporcionaba un siniestro personaje que ha logrado que no se hable gran cosa de él: Isaac Pérez Recao”. En la figura de Pérez Recao, Recio encuentra “una expre-

sión grotesca de la violencia que ejercen las élites económicas en Venezuela sobre el resto de sus compatriotas y sobre quien se interponga en su camino. Si uno tiene en cuenta que él financió la logística del golpe, y hasta la seguridad personal de Carmona; y si uno se pasea por el hecho de que en la requisa de su casa -después de recuperarse el poder y el orden constitucional- se encontró un búnker, polígono de tiro, uniformes y credenciales de los cuerpos de seguridad y un arsenal de armas tremendo, queda en evidencia lo que él representa”. “Otro personaje que, desde otro flanco de las élites, protagonizó la violencia, fue Alfredo Peña, para entonces alcalde metropolitano. No deben olvidarse sus declaraciones de rabiosa confrontación contra quienes le habían dado su confianza, el Presidente y el pueblo caraqueño chavista y no chavista que le votó; sus políticas represivas contra las clases populares; su importado plan Bratton; su política de tolerancia cero y, finalmente, su cobarde e indispensable apoyo al golpe de Estado, a través de una Policía Metropolitana usada con la fiereza y la crueldad cultivada desde hacía décadas. Este hecho hace aún más infame, si eso es posible, la traición de Alfredo Peña y su saña contra el propio pueblo venezolano. Obsérvese que aquí también privan la diferencia y el odio de clase”, sintetizó.

Recio condena ese odio y reivindica otro tipo de sentimiento para las revolucionarias y los revolucionarios: “Por la poca información que manejo, tengo entendido que hoy día Peña es un hombre en muy mal estado de salud, por lo que comprendería que, en un acto de magnanimidad, el Estado venezolano haya dejado de perseguirlo para llevarlo a la justicia por sus crímenes. Soy de quienes piensan que el camino al socialismo del siglo XXI es

el de la magnanimidad, como tantas veces nos lo ha demostrado el Presidente; no siempre bien comprendido por todos”. El fotógrafo insistió en la necesidad de que el periodismo de investigación, sin explotar el morbo en lo más mínimo, “le ponga carne y hueso a muchos de estos oscuros personajes claves del golpe de Estado, de manera de dar luz y hacer más transparente lo que ocurrió tras bambalinas aquellos días de abril”.

“No era muy seguro tomar fotografías en esos días” Pocos días después de haber sido herido, ya recluido en la clínica Santa Sofía, Jorge Recio tenía la certeza de que había sido la PM la que le disparó. Después, en un video y en una entrevista, dijo que unos policías lo señalaron directamente. Incluso, tiempo después, se percató de que los había fotografiado cuando lo señalaban. Hoy, piensa que ello pudo haber sido fortuito: “No era muy seguro tomar fotografías esos días, en ningún sentido. Si me señalaban o no como objetivo, no pasa de ser una especulación. Y si así fue, se debe a que se percataron de mi actividad. Aunque debo aclarar siempre que no soy periodista, hay que recordar que no fui el único con cámara herido de bala”. Sobre la fotografía en la que lo señalan los PM, Recio dijo que

“la mostré en los juicios sobre el 11 de abril en Maracay, pero debo decirte que también tengo otra donde aparecen unos chavistas señalándome, como te dije no era muy seguro tomar fotografías en esos días”. -¿Qué pasó después? ¿Intentó alguna acción legal? ¿Que se investigara su caso, por ejemplo? -Participé de las acciones legales emprendidas por la Asociación de Víctimas (de Puente Llaguno) y declaré como testigo por esta causa en el juicio que se llevó a cabo en Maracay, muy digna y valientemente llevado por la jueza del caso. Quiero agradecer a todos mis compañeros y compañeras de la asociación su solidaridad y comprensión incondicional, la de los abogados y abogadas, las fiscales. Lo hago sin mencionar a nadie para no olvidar a nadie.


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La PM se abrió paso disparando por la avenida Baralt el 11-A, acusó

Nicolás Rivera y su familia fueron torturados por el régimen de facto de Carmona Estanga La salsa al poder Nombre: Nicolás Apellido: Rivera Edad: 35 años Profesión: Periodista egresado de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) Actividad actual: Moderador del programa radial Sólo Salsa, transmitido por la emisora de la Asamblea Nacional de lunes a viernes

“A consecuencia de la golpiza que recibí, resulté con varias costillas fracturadas, hematomas múltiples y una fisura en el cráneo”, relató el comunicador

T/ D’yahana Morales F/ Héctor Lozano-Archivo CO Caracas

N

icolás Rivera tenía tan solo 25 años de edad cuando ocurrió el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez, el 11 de abril del año 2002. Pero a pesar de su juventud, tuvo la determinación para actuar. Rivera rememoró que en 2002 laboraba con el colectivo Radio Perola 92,5 FM. Era una estación radial que funcionaba de manera ilegal, sin ningún tipo de permisología. Era un dial que estaba desocupado “y lo tomamos para transmitir. Además, no existía en el país el reglamento para medios de comunicación alternativos”.

La compra de los equipos se concretó después de una colecta realizada entre las y los militantes que estarían al frente del proyecto. Cada uno puso lo que pudo, y así compraron el transmisor, de apenas 25 vatios. Recordó que en Radio Perola se inició un operativo especial desde el 9 de abril de ese año. Narró que, debido al paro petrolero convocado por sectores de la derecha, los comunicadores alternativos tomaron los micrófonos de manera ininterrumpida. “Fueron varios días en los que la programación nunca cayó. Teníamos consignas que repetíamos a cada rato. Recuerdo una, particularmente: ‘Ni paro, ni golpe: todo el poder para el pueblo’. Radio Perola se convirtió en una referencia. Los movimientos sociales, colectivos, taxistas, trabajadores y educadores se hicieron eco de nuestro lema”, comentó. Rivera, paralelamente, mantenía reuniones para afinar

estrategias y coordinar acciones a fin de enfrentar el plan de desestabilización de la oposición. En los encuentros participaban representantes de la política nacional, militares leales y líderes comunitarios. “De una u otra forma manejábamos información de la candela que se estaba gestando. Sabíamos que algo malo y turbio estaba siendo preparado por la gente de la derecha. Sabíamos que iba a llegar el momento de demostrar nuestra lealtad. Ese día fue el 11 de abril”, comentó. En la mañana del 11 de abril, hicieron un “receso” en la emisora. Contó que las comunicadoras y los comunicadores fueron hasta sus casas para bañarse, comer algo más que las canillas con mortadela que les habían acompañado durante los días anteriores y descansar un poco. Habían quedado en reencontrase después del mediodía. Cuando retornaron a la sede de Radio Perola, organizaron una suerte de operativo especial. Cada uno de los comunicadores alternativos se desplazó hasta un punto del centro de la ciudad. “Cada uno se comprometió en transmitir, vía teléfono celular, los reportes sobre lo que sucedía. En la emisora se quedó un operador, quien sería el encargado de sacar los pases al aire”, sentenció.

Un grupo se fue a Puente Llaguno, otro a la plaza Bolívar y un tercero a la avenida Baralt. Comentó que los planes originales cambiaron en la misma medida en que transcurrieron los acontecimientos en el país. Rememoró haber escuchado disparos y ver personas caer en plena vía pública. En ese momento infirió que la historia sería otra. “Cada quien asumió el rol de la historia que le correspondió. Yo tomé el mío”, confió. Rivera, quien tenía un arma con porte legal (que llevaba consigo desde una semana antes del 11-A), la desenfundó cuando se supo en el medio de la balacera y del caos. “Fue un enfrentamiento contra la Policía Metropolitana (PM). Recuerdo que los uniformados iban por el medio de la avenida Baralt a bordo de los vehículos antimotines. Se abrían paso disparando. Poco les importaba si herían a alguna niña o niño, o le quitaban la vida a alguna persona que estuviera por el lugar. Ellos eran la punta de lanza que impulsaba el golpe de Estado”, precisó. Reiteró que no disparó para atacar a nadie, sino para repeler los balazos. Señaló que su intención fue, siempre, defender a quienes estaban en las cercanías de Puente Llaguno. “Recuerdo que hasta cantamos victoria, porque logramos que no irrumpieran en el Palacio de Miraflores. Creíamos que habíamos ganado; en ese momento no sabíamos qué estaba pasando realmente. Algunas personas se retiraron a sus casas, y otras nos quedamos en las cercanías”, añadió.

UNO DE LOS MÁS BUSCADOS Rivera se fue a su casa. A la medianoche supo que sobre él pesaba una solicitud policial; se enteró, no por ser requerido por un organismo de seguridad, sino a través de los medios de comunicación social. Los medios privados usaron su rostro para justificar las muertes ocurridas esa tarde; lo tildaron de “pistolero”, lo señalaron como supuesto enviado por el presidente Hugo Chávez para disparar y atacar. “Yo estaba en las cercanías de Antímano cuando me capturaron. Fue en la madrugada del 13 de abril. Un grupo compuesto por más de 35 funcionarios de la PTJ (policía


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científica, hoy Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas) me rodeó y apresó. Gracias a Dios no corrí, porque tengo entendido que querían asesinarme para después hablar de presunta ley de fuga”. Nicolás Rivera fue llevado hasta un lugar desconocido. Le taparon los ojos con una capucha. Fue torturado durante cuatro largas horas. Luego de ese tiempo, los funcionarios policiales se trasladaron hasta su residencia. Su vivienda fue allanada, y sus padres, arrestados. “Fue un episodio que solo quien pasa por él, lo conoce.

Hubo tortura física y psicológica. Llegaron a orinarme en la cara. Además, esposaron y golpearon a mis padres frente a mí. A mis hijos también les pegaron. Fue una escena horrible y desesperante. Las y los policías me preguntaban sobre el paradero de ciertos personajes políticos, pero yo no sabía dónde estaban”, expresó. Rivera describió que sus padres fueron obligados a arrodillarse, y recibieron cachetadas y patadas. Contó que cuando sus padres eran golpeados, los policías le hacían preguntas de las cuales desconocía las respuestas. Su casa estuvo rodeada por policías durante la tor-

tura. El joven se encomendó a Dios y esperó lo peor. “Mis padres me decían: ‘Nicolás, ayúdame’, y mi angustia crecía a cada momento. Los policías me preguntaban sobre la ubicación de Freddy Bernal, y yo no sabía. Ni siquiera lo conocía para ese momento. Yo no pensaba en nada; solo recuerdo el dolor de la imagen de mis padres siendo golpeados. A consecuencia de la golpiza que recibí, resulté con varias costillas fracturadas, hematomas múltiples y una fisura en el cráneo”, enumeró.

Después de ese episodio, Rivera fue trasladado por la comisión policial hasta la sede de la policía científica ubicada en la avenida Urdaneta. Allí se encontró con Rafael Cabrices y Henry Atencio. “Eramos mal llamados ‘los pistoleros de Puente Llaguno’. Para un sector de la sociedad nosotros somos asesinos y responsables de un sinnúmero de muertes. Aseguran que por nuestra culpa los comisarios de la Policía Metropolitana Henry Vivas, Iván Simonovis y Lázaro Forero están tras las rejas. La verdad es que ellos son los reales culpables materiales de la matanza que se dio el 11 de abril del 2002”, aseveró. Después de las diligencias realizadas por varios de sus camaradas, Nicolás Rivera salió en libertad el 14 de abril de 2002. A las dos semanas fue apresado de nuevo, y duró un año privado de libertad en la sede de la policía científica en El Rosal; en el internado judicial de Los Teques y en la antigua sede de la Dirección General Sectorial de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip).

“NO NOS RENDIMOS” “Nunca me arrepentiré de haber defendido a mi país. Jamás me arrepentiré de haber metido el pecho por mis camaradas, por la gente del pueblo y por la Revolución Bolivariana. Ese día nos probamos. Todos quienes manteníamos

un discurso sobre trabajo social, movimientos culturales y políticos ese día demostramos de qué estábamos hechos. Quienes no nos doblamos y no nos rendimos fuimos puestos a prueba. De ello nunca me arrepentiré. Dios me dé vida para defender la patria y la Revolución las veces que sean necesarias”, manifestó. Rivera aseguró que, desde cualquier trinchera, permanecerá rodilla en tierra. Consideró necesario recordar lo que pasó en el país, no solo el 11 de abril de 2002, sino los días anteriores. A su juicio, ese mes cambió el curso de la historia del país. “El Presidente fue secuestrado ese día. Gracias a la gesta heroica del pueblo se logró que regresara. El temple de muchas mujeres y hombres contribuyó al retorno victorioso. Los dirigentes políticos que se mantuvieron en pie de lucha y garantizaron el hilo constitucional también merecen respeto. Fue una victoria de Venezuela”, argumentó. Rivera considera que, 10 años después, en el país se vive en una constante defensa del proceso revolucionario. En ese contexto, evaluó que el Sistema Nacional de Medios Públicos (SNMP) necesita fortalecerse. “Somos protagonistas de esta historia. Vamos juntos a aportar ideas y ayudar a su consolidación. Sigamos adelante, vamos a integrarnos y a luchar de la mano”, convocó.


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