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ORGASMO FEMENINO

¿Qué se siente estar en una experiencia orgásmica?

El tema que nos convoca es un tanto inefable en su caracterización. Históricamente han sido las eminencias médicas quienes lo han catalogado y explicado, al procurar responder ¿cómo funciona el placer en la mujer y de qué se trata ese pico sensorial transitorio que inicia con una vasta presencia de contracciones involuntarias diseminadas por su cartografía corporal? Nos referimos al orgasmo femenino, experiencia que ha estado manoseada, silenciada e incluso, que ha acarreado significados políticos en el marco patriarcal de dominaciones y subordinaciones.

Para acercarnos a una descripción menos esencialista de cuerpos normados, nos valemos del rol de la experiencia orgásmica en primera persona, de fundamentos científicos (no patologizantes) y artísticos, y de representaciones visuales que aspiran a escapar de la descripción hegemónica del interior sensible y reproductivo de los cuerpos femeninos; y más bien invitar a relecturas, apropiaciones y resignificaciones.

Adelantamos que no se ofrece una interpretación única, sino acaso un planteamiento que aspira a ser fecundo, en abonar a una reflexión en torno al diálogo con nuestro cuerpo. Comprender estos exquisitos fenómenos se vuelve una invitación a conocer paisajes sintientes, a mapear de maneras alternativas los placeres diseminados en nuestros cuerpos, así como las maneras coordinadas en las que podemos interactuar con nuestros propios ritmos o con los de la alteridad. Nos interesa mostrar la posibilidad de subvertir cartografías impuestas, sumergirnos en el auto-conocimiento corporal de bienestar, pensado como un acto comunicativo colectivo y solidario, para intentar responder ¿cómo podemos sentir y vivir de la mejor manera posible?

¿Qué es un orgasmo?

Una definición contemporánea del orgasmo lo describe como un fenómeno sistémico –neuropsicológico, fisiológico, circulatorio, neuromuscular–, que acontece en cuerpos vivos provocando variopintos comportamientos. Consiste en una experiencia liberadora, un estado alterado de conciencia, transitorio y rebosante de una sensación de intenso placer –con un apogeo de aproximadamente 20 segundos–, que genera congestión sanguínea y contracciones involuntarias y rítmicas de la vágina, útero, ano, musculatura pélvica; y que deviene posteriormente en una sensación de bienestar y satisfacción.

Concordamos en cuanto a que el orgasmo es parte de un estado de conciencia particular, conformado por un sinfín de elementos, como la atención, la coordinación de los distintos ritmos corporales, la percepción temporal, la predisposición y expectativa, los afectos, los apegos y las confianzas. Y nos apetece enfatizar la importancia que hoy tiene escuchar las voces de nuestro cuerpo, perspectivas corporeizadas y fenomenológicas nos cobijan para interceder por un mayor auto-conocimiento corporal, a través de entrenamientos conscientes y autonómicos que favorezcan mayores regulaciones, y que podrían encaminarnos a reinventarnos y vivir entre tiempos expandidos y sentires placenteros.

Para describir esta asombrosa vivencia, se han identificado un ciclo neurofisiológico que ocurre en 5 fases, estados orgánicos que acontecen en el tiempo y que se sienten de cierta manera.

DESEO SEXUAL

Un comienzo lleno de fantasías e imaginerías, de un despertar corporal lleno de percepciones multisensoriales, deseos, afectos, caricias o pensamientos que dan forma a la voluntad del gozo. Se trata de un sentir de relajación, de estar presente en un lugar seguro, de un estado de conciencia de bienestar donde el sistema límbico tiene un rol importante al facilitar que los procesos no controlados conscientemente se vayan activando. Así, se fomenta que la oxitocina comience a correr por la sangre. Tiihonen en 1994 propuso que durante esta fase, también es necesaria una modulación cognitiva a cargo de la corteza prefrontal que permite o impide el flujo de la excitación y la progresión del orgasmo. De alguna manera, sin la luz verde de la consciencia, es prácticamente imposible alcanzar sentires genuinamente placenteros.

EXITACIÓN

En esta fase, la “plataforma orgásmica” se va cediendo el terreno al sistema nervioso autónomo (SNA) de la red neural pélvica regulando el balance neuromuscular entre el tono adrenérgico y el tono no adrenérgico no colinérgico. El control consciente cada vez está más diluido, por la sangre corren aminas, oxitocina y opioides, el corazón late más aprisa, la respiración se acelera y algún jadeo o suspiro puede escaparse. Los cambios en el sistema nervioso central producen vasodilatación y aumento del flujo sanguíneo en la región genital. Debido al mayor riego sanguíneo el cuerpo entero está más sensible al tacto y ruboroso, se ponen erectos los pezones, se dilatan las pupilas, y se congestionan los tejidos eréctiles de la mujer, hay tumescencia de los labios menores y del clítoris ensanchándolo, el llenado de sangre del tejido esponjoso en la vagina propicia que se alargue y se estreche su tercio exterior, así como su lubricación (un trasudado que proviene del aumento en la presión de los vasos por el flujo de sangre y por el incremento en la secreción de moco producido por el útero y cérvix); se abre el introito, el útero se eleva. La experiencia temporal de esta fase puede ser desde pocos minutos a varias horas.

MESETA

Donde todos estos cambios físicos se intensifican y se mantienen en la experiencia temporal, la tumefacción de los labios y retracción del clítoris es evidente, hay secreción de las glándulas de Bartholin y congestión del tercio inferior de la vagina que produce reducción del tamaño del introito. (orificio de entrada de la vagina)

ORGASMO

Súbitamente, se dan contracciones musculares involuntarias en la vagina, el útero, en el esfínter anal y en toda la zona perineal. Por toda la estimulación sensorial, los estímulos activan los sistemas nerviosos de la médula espinal y se produce liberación central y periférica de neurotransmisores (poniendo en marcha zonas cerebrales y corporales de placer). La oxitocina se libera en grandes cantidades, de hecho parece ser que la cuantía de su abundancia determina la intensidad de las sensaciones. Se libera la tensión acumulada en las fases anteriores, sobreviene una relajación masiva de la tensión muscular. A nivel de la conciencia, hay inhibición de la corteza orbitofrontal lateral, por lo que el razón y el control se difuminan, el juicio puede suspenderse y se posibilita entrar en un particular estado de trance, en una petite mort (hay estudios de ondas cerebrales de algunas mujeres que durante el orgasmo intenso se asemejan a las de una persona en profunda meditación). La duración de esta fase se plantea entre 3 a 20 segundos, sin embargo, como veremos más adelante, parecen haber posibilidades aprendidas que lo expandan mucho más.

RESOLUCIÓN

Gradualmente disminuye la tensión sexual. Hay una disminución de la congestión sanguínea, se va perdiendo la tumescencia del clítoris y de los labios menores, el cuerpo suda, descienden las frecuencias, la prolactina se secreta y fluye por los vasos sanguíneos. En términos gruesos, todo va volviendo a la normalidad y se percibe un sentir de bienestar y satisfacción. En el caso de las mujeres con habilidades multiorgásmicas, entrenadas en prácticas tántricas o con mayor conocimiento corporal, se pueden retornar a la fase de meseta y encadenar varios orgasmos o aumentar la duración o intensidad de los mismos. Las mujeres que no experimentan la fase orgásmica pueden percibir sentires de frustración o de otras emociones menos prosociales.

Estas fases se describen de manera lineal y un tanto mecánicas, pero obviamente los orgasmos son experiencias subjetivas, tan diversas como nosotras y nuestras vulvas, son manifestaciones de la relación entre nuestro cuerpo, el conocimiento de nuestro gozo, el estado mental y emocional, tanto si se trata de encuentros sexuales individuales, compartidos, imaginados o soñados. Algunas de estas narraciones fisiológicas no consideran del todo la influencia de factores que son constitutivos para vivir y disfrutar estos sentires, cuya naturaleza apunta más hacia la cultura, el ambiente, la agencia o la emoción interactiva, que complejizan y enriquecen el fenómeno y su vivencialidad.

Vale la pena aclarar que no se está abogando por univocidades, en estas objetivaciones y heteronormatividades queda poco lugar para una sexualidad no coitocentrista, para un placer autogestivo y solidario o que no jerarquice prácticas sexuales con elementos penetrantes. Existe una amplia disparidad en los datos respecto a las mujeres que no experimentan orgasmos, entre un 20 y un 60%, aunque esto puede generar confusión al ser cifras que pueden provenir de la forma en la que seguimos “entendiendo” el placer femenino reificado, también es cierto que es común que las mujeres se acerquen al sexólogo por esa carencia vivencial. Nosotras creemos que si des-objetivamos estas experiencias, podemos generar un espacio deliberativo que deje de esconder la dimensión combativa y política de los cuerpos sintientes, posibilitando reinvenciones y la generación de un conocimiento lo más neutral posible. Otorguemos más lugar a la experiencia orgásmica y gozosa de cada mujer sin necesidad de seguir vías previamente trazadas o impostadas: ¡Escuchemos nuestros cuerpos en sus misteriosos lenguajes!

Testimonio

“Estoy contenta, estoy fantaseando y proclive a sentir mi cuerpo. Comienzo a sentir el deseo en mis pezones, quiero tocarlos. Siento calor, la temperatura aumenta en flujos irregulares por distintos recovecos. La intensidad del sentir corporal y la humedad también. Quiero tocar mi clitoris lentamente. Al mismo tiempo rozo mis pezones. Se me entrecorta la respiración, o bien no puedo emitir ningún sonido, o bien reprimo un grito porque me acuerdo de las finas paredes de mi apartamento. De pronto, mi cuerpo se pone rígido y, con un orgasmo especialmente fuerte, me hormiguea la cara y las piernas dejan de funcionar. Todo mi cuerpo se pone rígido, los dedos de los pies se doblan, mis dedos se agarran a cualquier cosa que esté a mano y me estremezco. En general, no puedo moverme. Es como una acumulación, casi insoportable, de tensión y de casi demasiado placer hasta que siento que todo mi cuerpo está luchando y retorciéndose por algún tipo de liberación. Y, de repente, es como si algo se liberara y sintiera un cosquilleo por todo el cuerpo y una especie de zumbido eléctrico. Luego me siento tranquila y relajada, feliz”. (Susana G, 2020)

¿Qué sucede neuronal-corporalmente durante un orgasmo?

El orgasmo puede partir y terminar desde distintas vías, puedes comenzar ensoñando, imaginando y dirigiendo la conciencia a un estado de relajación proclive para el deseo de uno mismo o de lxs otrxs, lo que va liberando dopamina de manera anticipada activando el “circuito cerebral del placer”. También con juegos preliminares, caricias, masajes, besos, pensamientos amorosos, de apego y confianza, estimulación de zonas erógenas, que activan la secreción de oxitocina. O incluso, al experimentar unas ricas caricias en la vulva, en el glande del clítoris, en el introito, la vagina, o el cuello uterino, que activa las vías neuronales de la zona y manda señales al cerebro y al SNA comenzando los bucle de retroalimentación continua entre los sistemas desperdigados por el cuerpo y nuestros sistemas nerviosos. Así, la experiencia orgásmica no solo ocurre por la excitación de los órganos genitales externos, la vía más documentada y coitocéntrica (un ejemplo de esto es el llamado reflejo de Ferguson, la liberación de oxitocina a través de la estimulación vagino-cervical presente en todos los mamíferos), sino que hay caminos inusitados para desencadenar estos procesos sensuales.

Como hemos mencionado, la proclividad del sentir está relacionada con la estimulación de los nervios somáticos-sensoriales, liberación de neurotransmisores que relajan el músculo liso en clítoris, labios menores y vagina. Pero también ocurren otros fenómenos, el sistema nervioso y mental participa, el área preóptica medial del hipotálamo y estructuras límbicas del hipocampo se activan, así como las señales que se transmiten de manera periférica por vías del SNA (simpático y parasimpático). Dado que el orgasmo es una experiencia consciente, es posible sentirlo sin necesidad de un estímulo físico, tan solo al soñarlo o fabularlo. Sin embargo, incluso en esos casos, tuvo que existir en algún momento de la historia de cada mujer sintiente, el envío de impulsos nerviosos entre la médula espinal y el cerebro no existirían los orgasmos. La experiencia del orgasmo depende de la intercomunicación recíproca entre, al menos, las redes neuronales del cerebro y las redes de los genitales pélvicos. Los nervios con más protagonismo en esa transferencia provienen de dos divisiones del Sistema Nervioso Periférico (el que se reparte por todo nuestro cuerpo), el sistema nervioso somático y el sistema nervioso visceral.

NERVIO PUDENDO

NERVIOS HIPOGÁSTRICOS

Del sistema nervioso somático, se origina de las últimas partes de la médula espinal, el plexo sacro, sus fibras producen inervación sensitiva –como la sensación de placer, dolor, respuestas reflejas–, motora y parasimpática. Inerva el esfínter externo anal, la piel del conducto anal, los músculos del periné superficial y profundo, además de labios mayores y menores, esfínter uretral externo y el , glándulas vestibulares y el tercio externo de la vagina; y el clítoris (el destacado “nervio dorsal del clítoris”). Por ello, proporciona la principal inervación somatomotora a los músculos de la respuesta orgásmica.

del sistema nervioso visceral, provienen del plexo solar que tienen fibras parasimpáticas (nervios erectores de Ekardt) y forman el llamado plexo pélvico. Si nos asomamos por dentro de la vagina podríamos observar las vinculantes anastomosis que corren a lo largo de 2/3 partes de sus paredes. Las ramas de este plexo inervan el recto, los ovarios y trompas, el útero y 2/3 partes superiores de la vagina.

NERVIO VAGO

este interesante nervio que vaga por gran parte de nuestro cuerpo, con un importante rol parasimpático, parece tener un papel en las sensaciones genitales e incluso en el orgasmo a través del núcleo bulbar del tracto solitario, un relevo sensorial que actúa como vía de transmisión del cuello uterino, parte de la vagina y de otras zonas erógenas. Esta respuesta es más notoria en mujeres que han padecido de lesiones medulares completas (por encima del nivel torácico), es decir que no tienen pudendo.

Curiosamente, las arquetípicas hormonas femeninas progesterona y estrógeno, están un tanto relegadas en la literatura científica orgásmica, sin embargo es importante subrayar que en la visión más sistémica y relacional del la experiencia orgásmica que interpelamos, es crucial considerar el entorno interior femenino donde corren los vasos sanguíneos y los nervios y las células, y las bacterias, virus y protozoarios que habitan nuestros espacios más íntimos. Y en ese contexto es importante saber que al parecer tener cantidades fisiológicas de estrógenos es uno de los espacios de posibilidad para que ocurran las fases descritas. Una reducción en plasma de estradiol (menos de 50 pg/ mL): disminuye el deseo, la activación sexual, las experiencias orgásmicas y los sentires placenteros.

Placer expandido

¿Qué tan autogestivas somos de ese peculiar y satisfactorio estado de conciencia? ¿El auto-conocimiento de nuestro gozo como vía para el bienestar y el auto-cuidado? Para comprender mejor la experiencia de placer es importante combinar los testimonios con evidencias, propiciar diálogos entre la primera y la tercera persona. ¿tenemos todas las mismas cartografías del placer?

Cuando se trata de dar lugar al descubrimiento, los cuerpos se mueven con toda su sensualidad y gritan para para hacerse de un espacio y un tiempo, se reivindican y roban la voz de Félix Guattari: “Ya no podemos soportar que se nos robe nuestra boca, nuestro ano, nuestro sexo, nuestros nervios, nuestros intestinos, nuestras arterias… Ya no podemos permitir que se hagan de nuestras mucosas, de nuestra piel, de todas nuestras superficies sensibles, de las zonas ocupadas, controladas, reglamentadas, prohibidas”.

En un sentido que queremos resaltar en esta investigación, la variedad de sentires en el centro y las fronteras de la experiencia placentera, está muy relacionado con una mayor auto-conciencia y comunicación corporal. Según los conocimientos antiguos de técnicas tántricas y taoístas, así como recientes investigaciones respecto al status orgasmus o la “Respuesta Sexual Expandida” (¡de hasta 15 minutos!), los comportamientos sexuales, la conciencia orgásmica y el placer orgásmico pueden potenciarse y prolongarse como resultado de un aprendizaje. De hecho, muchas mujeres pueden desarrollar estas habilidades mediante entrenamientos de conciencia corporal, auto-exploraciones en el reconocimiento de nuestras identidades corporales y técnicas tántricas, entre muchas otras.

Armagan (2012) pormenorizó algunas características de las mujeres que han desarrollado este tipo de estados alterados de conciencia: tienen mayor conciencia corporal, disfrutan plenamente su sexualidad no únicamente a partir del coito o la estimulación clitoriana, si no de muchas otras zonas, reportan “orgasmos cerebrales” simplemente fantaseando, tienen una libido elevada y una tasa alta de masturbación, y narran mucha mayor disposición a sentir gozo y liberarse siendo auto-gestivas, activando fantasías y siendo más creativas e innovadoras en los encuentros sexuales.

“Durante mis orgasmos me alejo de todo lo que me rodea, es una despersonalización total. Sólo me siento yo, incluso me olvido de mí misma. Sólo permanecen mi voz y mis gritos. En los orgasmos de estado, que son los que mejor me satisfacen, el placer aumenta gradualmente, estoy totalmente aislado de mi entorno.

Sólo oigo la voz animal que sale de mi garganta, mis cortos gemidos se convierten en increíbles gritos. Lo siento en el estómago, primero un cosquilleo, luego se suceden las contracciones. Es un estado de conciencia totalmente alterado. Mi visión se oscurece; veo destellos de colores o de luz” (K. 2017)

El cuerpo como un organismo vivo

Sentir placer es algo más que percibir un estímulo agradable, es un concepto fenoménico propio de la experiencia viva, subjetiva, personal y cultural, una impresión que se siente de una manera específica. Así, estar auto-consciente implica percatarse del entorno propio a través de impresiones sensoriales que se sienten de cierta manera: dolores, placeres, temperaturas, texturas, y que se reflexionan y resignifican desde ámbitos dispares. El placer sensorial y la eroticidad están altamente impulsados por expectativas aprendidas y socioculturales.

Circuito cerebral del placer

Es importante, sin caer en jerarquizaciones o reduccionismos, conocer un poco acerca del placer y sus bases neurobiológicas. Cuando se escanea el cerebro de mujeres experimentando el placer –no únicamente orgásmico, puede ser al comerse un pastel de cacao chiapaneco–, las zonas del “sistema de recompensa” se activan, específicamente vías de la aclamada dopamina, asociadas a atención focalizada y sentires ectásicos, eufóricos, motivados o deseosos. Entre ellas, el área tegmental ventral (ATV), ínsula medial, corteza cingulada anterior (ACC), hipocampo, el núcleo accumbens (NAC), núcleo caudado y el hipotálamo.

Hay dos cosas que decir al respecto: la primera, que la participación de este circuito da más peso a las afirmaciones respecto a la importancia de la atracción, el apego, apapacho, la generación de espacios de confianza como parte de las experiencias del placer femenino. Generar entornos de masturbación o de interacción donde estemos relajadas, atentas al presente, a escuchar nuestros mapas de sensaciones, reflejos y respuestas, e ir activando todos esos cócteles de neurotransmisores viajando por nuestra sangre y nuestros nervios, así como a contracción voluntaria de nuestros músculos en coordinación con frecuencias respiratorias o cardiacas. La segunda, que el aprendizaje de la regulación emocional y motivacional, como el entrenamiento explícito de la conciencia y control de sentires satisfactorios, no solamente se asocia con segregación de neurotransmisores como la dopamina o la adrenalina que son más cercanas a la

respuesta de recompensa inmediata, sino con rutas neuroquímicas que modulan el comportamiento social humano a largo plazo. La primera ruta involucra neuropéptidos prosociales, como la oxitocina y la vasopresina, que intervienen en conductas como el apego, la empatía y la generosidad, mientras que la segunda, involucra a la serotonina que delimita los comportamientos antisociales. ¿Será que tomarse más en serio el entrenamiento de una conciencia corporeizada podría llevarnos a sexualidades más placenteras y empáticas?

No nos interesa caer en la discusión de si el orgasmo es únicamente causado por los órganos eréctiles femeninos, en particular por el clítoris, y dejar fuera la teoría freudiana del orgasmo vaginal, relegando a la vagina a su función reproductiva. Para nosotras, aunque apreciamos las virtudes clitorianas, se trata de una experiencia donde influyen muchos y variados sistemas mentales, conscientes, fisiológicos, ambientales y relacionales. No obstante, es sin duda el clítoris –un órgano “descubierto” en occidente por el anatomista italiano Mateo Colombo en el siglo XVI, y arribando a los libros de texto gracias a los trabajos de Hellen O’Connell, el Informe Hite y las investigaciones de Masters y Johnson durante los años 60’s-, un elemento fundamental de la fisiología del orgasmo femenino.

El famoso Clítoris

En el clítoris parece haber más de 8,000 terminaciones nerviosas, y se ha defendido que su función única es el placer sexual. Se cuenta que fue el anatomista renacentista Mateo Colombo de los primeros en describirlo y nombrarlo con esa intención: “amor veneris”. Quizás por ello ha sido fruto de desasosiegos y teorías muy especulativas, como la relación que Wilhelm Reich propuso con el orgón como principal forma de liberación de energía reprimida.

El cuerpo del clítoris consta de dos cuerpos cavernosos, que se llenan y se vuelven turbios con la excitación sexual. Es parte del aparato eréctil femenino junto con los bulbovestibulares, quienes provocan las contracciones orgásmicas rítmicas ‘’vaginales’’ que se observan cada 0.8 segundos por los músculos bulbocavernosos). El sistema de cavernas comienzan con las raíces (la cara oculta del clítoris cubierta cubiertas por los músculos isquiocavernosos), que se unen por debajo y por delante de la sínfisis del pubis, constituyen el cuerpo del clítoris y terminan en el glande. de la sangre en la raíz hacia los cuerpos cavernosos del clítoris y la compresión de las venas profundas lo que

Es la contracción de los músculos isquiocavernosos durante la excitación femenina la que provoca un aumento de la sangre en la raíz hacia los cuerpos cavernosos del clítoris y la compresión de las venas profundas lo que propicia la erección del clítoris.

Con los ejercicios de Kegel – entrenamiento del control voluntario de los músculos perineales como al detener el chorro urinario–, y muchos otros entrenamientos musculoesqueléticos como la danza del vientre o el yoga, se ha demostrado que puede regularse y disfrutarse más de las experiencias sexuales. Hay que tomar en cuenta, que los músculos isquiocavernosos y los músculos bulbocavernosos son mixtos –esto quiere decir que son histológicamente estriados y funcionalmente mixtos–, lo que da lugar a pensar más seriamente en su disciplinado entrenamiento, así como considerar el famoso refrán: “músculo que no se usa, se atrofia”. Vale la pena hacer una precisión, la regulación de las experiencias de gozo –que incluyen al clítoris, la vulva y a muchos otros órganos–, están relacionadas con la regulación y el control de procesos conscientes y no tan conscientes.

Muchos de estos órganos se componen de músculos lisos que no podemos controlar a voluntad como los bíceps de nuestros brazos (músculo estriado), pero al estar inervados por el sistema nervioso autónomo podemos aprender a regularlos de manera más sistémica. Es decir, a partir de controlar la respiración o algunos movimientos o posturas, podemos propiciar la secreción de hormonas o de neurotransmisores que recorren nuestra sangre, reconociendo nuestras ansiedades, bienestares y goces en correlación.

¿Fábulas experienciales? Eyaculación femenina o Squirting

En la investigación placentera de los cuerpos y conciencias femeninas abundan las controversias, una en particular es la “eyaculación femenina”. Durante la fase de excitación sexual o de orgasmo, algunas mujeres (entre el 10 y el 40%) experimentan la emisión involuntaria de cantidades variables de líquido que varían desde 0,3 mL hasta más de 150 mL. Para algunos, la naturaleza de esa emisión de fluido es esencialmente la emisión involuntaria de orina durante la actividad sexual o una mera hiperlubricación vaginal; mientras que para otros, es producida por las glándulas de Bartolino o por las glándulas de Skene.

Punto G

Y las controversias ontológicas continúan, ¿Existe el Punto G? Hay quienes defienden a capa y espada su existencia, resaltando que no puede reducirse simplemente al tejido glandular periuretral (glándulas de Skene), ni que tampoco la extrema sensibilidad de esa zona pueda deberse únicamente a una amplificación como respuesta al los movimientos de vaivén que la contactan con el cuerpo cavernoso del clítoris.

Los que más convencen, como Krantz (1959) y Hilliges et al. (1995), proponen la idea de una área específica de sensibilidad, una unidad neurovascular con extensa inervación ubicada en una amplia zona de la pared vaginal anterior, que estaría implicada en el orgasmo vaginal y podría desempeñar un rol analgésico relacionado con la liberación de endorfinas durante el parto (Whipple y Komisaruk, 1988).

Mas allá de los genitales: Zonas erógenas distribuidas agencialmente por el cuerpo, la posibilidad de otras cartografías.

Sabemos en carne propia que la estimulación táctil de ciertas partes del cuerpo provoca respuestas eróticas intensas. El tacto es un poderoso medio para provocar experiencias sexuales, tanto las caricias afectuosas de la pareja como la autoestimulación. Las zonas erógenas se han planteado como paradójicas, porque producen sensaciones sensuales a partir de superficies corporales alejadas de los genitales. El famoso neurocientífico Ramachandran, sugirió una intrigante explicación para la distribución de las zonas erógenas: que estas sensaciones surgen como consecuencia de su adyacencia a los genitales en el mapa somatotópico de la corteza somatosensorial primaria, como ocurre con los pies. No obstante, son cada vez más estudios los que sugieren que esta propuesta no se sustenta.

Las zonas erógenas son partes del cuerpo que convocan sensaciones sexuales cuando se tocan o estimulan. Pueden ser genitales o extragenitales. Se plantea que el 95,3% de mujeres abogan por zonas erógenas extragenitales.

En orden descendente, las zonas más potentes fueron los pechos, los labios, el cuello, las orejas y las nalgas. El 12% de los participantes declararon tener un orgasmo debido a la estimulación de las zonas extragenitales.

Una hipótesis que ha comenzado a ganar terreno es la que además de pensar de manera espacial y localizacionista, parece ser que el modo de tocar contribuye a la sensación placentera y erótica. Se trataría del sistema táctil C o afectivo (sistema especializado para el tacto dinámico con intervención de fibras nerviosas periféricas de conducción lenta y no mielinizada presente en la piel vellosa). Es un sistema que se activa específicamente con una temperatura particular, que suele corresponder al contacto interpersonal piel con piel, un rango específico de velocidad óptima de estimulación (1-10 cm/s). Curiosamente, aquí se considera la participación de la ínsula (órgano cerebral implicado en la percepción de los propios procesos neurofisiológicos o interocepción), y no tanto de la corteza somatosensorial

Las experiencias sexuales femeninas se presentan como una vía de goce para acercarnos a nosotras mismas, para aprender a ser más conscientes de nuestro cuerpo y de los portentos sintientes que por él se despliegan. A través de la regulación, control y descontrol de procesos fisiológicos periféricos y centrales, así como emocionales y motivacionales dentro de contextos socioculturales. La subjetividad no implica una sola verdad o una única respuesta, solo cada una de nosotras podrá comprender y expandir su placer a voluntad, sentirnos para conocernos, para auto-cuidarnos y cuidar de los otrxs en cada recoveco re-descubierto.

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