Los marineros más bravos recuerdan la historia de un barco pirata.
El barco pirata era de metal y fue robado a unos piratas muy pero que muy peligrosos. Era muy grande, medía 600 metros.
El barco pirata surcaba los mares del Océano Pacífico, que está repleto de islas. Una de ellas estaba llena de tesoros, pero nadie quería ir porque había muchos esqueletos.
“Soy alta, guapa, tengo el pelo largo y tengo una mano de metal.” Era tan mala, tan mala que un día no dejó a nadie comer y pasaron mucho hambre.
El barco tenía una capitana pirata que se llamaba Jenny.
A todos les aterrorizaba su pata porque tenía una pata de espada. Cuando estaba de mal humor atacaba con su espada.
Y cuuando estaba de buen humor tiraba al mar a sus enemigos, como Barba Negra.
• Con la nueva pata hacía mucho ruido al andar.
• Y todos tenían miedo porque les daba dentera. Les daba tanta dentera que todos se metían en sus camarotes corriendo.
• Con la nueva pata mordía a todos.
• Y todos tenían miedo porque siempre se enfadaba y, cuando alguien pasaba por al lado suyo, siempre le mordía.
A continuación llegó otro pirata.
- Soy la pirata carpintera y mi nombre es Irene Índigo. Me gusta cantar reguetón.
- Tuve la idea de cambiar la pata por una sierra.
• Con la nueva pata, al andar, serraba el suelo del barco.
• Y todos tenían miedo porque rompía el barco, se podía partir en dos y todos podrían caer al agua.
Tuve la idea de cambiar la pata del capitán por una pizza vegetal que lleva aceitunas negras, maíz y brócoli. Era una pizza épica.
Más tarde vino la pirata médica. Me llamo Roza Lía. Rápidamente cambié la pata por una aguja.
Con la nueva pata pinchaba a todas las personas. Y todos tenían miedo porque era muy afilada y les hacía mucho daño.
El loro pirata, que lo había visto todo, pensó que era mejor cambiar la pata de la capitana por una goma de borrar. Con la nueva pata estaba muy contenta porque no se resbalaba.