CINE
Epopeya ovalada “Invictus” narra cómo Mandela usó al rugby para unificar a Sudáfrica. De haber sido ficción, hubiera sonado inverosímil. Por Cristian H. Savio
N
elson mandela volvió a salir al campo de juego del Ellis Park, esta vez para entregarle la Copa al capitán de los Springboks. “Francois, gracias por lo que has hecho por nuestro país”, le dice el presidente sudafricano a Pienaar. “No, señor presidente. Gracias a usted por lo que hizo por nuestro país”, responde el jugador. “Tal vez un guionista de Hollywood hubiera hecho que se dieran un abrazo. Fue un impulso que Pienaar confesó haber reprimido a duras penas. Pero no, los dos se miraron y se rieron”, escribe John Carlin en “El factor humano: Nelson Mandela y el partido que salvó a una nación”. El partido en cuestión es la final de la Copa del Mundo de Rugby Sudáfrica 1995, y el libro, un excelente recorrido por 10 años de la vida de Mandela desde el final del Apartheid, es la fuente de la que se nutre “Invictus”, la película dirigida por Clint Eastwood que llega este jueves 28 a los cines argentinos. La presunción que Carlin hace sobre la intervención hollywoodense se queda a mitad de camino: si bien el guión de “Invictus” se toma ciertas licencias, el film es fiel casi en su totalidad al libro, e incluso Eastwood evita manipular los sentimientos del espectador con apelaciones de sensiblería barata. Es más: allí donde Carlin se luce con la reconstrucción emotiva a partir del relato de sus protagonistas, en hechos de enorme carga emotiva, el director afianza su postura de no involucrarse con otros artilugios que no sean la propia narrativa. Por eso, por ejemplo, no dedica una escena especial al momento en que los rugbiers aprenden a cantar el Nkosi Sikelele, la “parte negra del nuevo himno nacional”, en lengua xhosa. Una redefinición de símbolos. Eso es lo que lleva adelante Mandela en esta historia. El seleccionado de rugby representaba para los sudafricanos negros la opresión. El verde y oro de la camiseta era la imagen misma del apartheid. Por eso, cuando Mandela salió al campo de juego antes de la final contra Nueva Zelanda vistiendo la casaca de los Springboks, consiguió el golpe definitivo de su estrategia de unificación resumida en el lema “Un equipo, una nación”. Desde la Italia de Benito Mussolini en el Mundial de Fútbol de 1934 y la Alemania nazi en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, hasta la Copa del Mundo de los argentinos “derechos y humanos” de 1978, la Historia está plagada de ejemplos en los que el poder político utiliza el deporte como instrumento de propaganda, adiestramiento de masas e imagen de unidad hacia el exterior. Mandela era consciente de la capacidad tanto unificadora como alienante del deporte. Sabía que el rugby en cierta forma era el opio de la raza blanca, por eso buscó que se levantara el boicot internacional que pesó sobre los Springboks durante el apartheid. Y necesitaba que Sudáfrica ganara la Copa del Mundo no sólo para
44
NEWSWEEK
|
27 DE ENERO, 2010
Cuando Nelson Mandela se pone la camiseta de los Springboks triunfa el lema “Un equipo, una nación”. mantener en calma los ánimos de quienes no veían con buenos ojos el cambio de mando: había que lograr que los negros se sumaran al sentimiento, para frenar la sed de venganza y conseguir a través del rugby la unificación del país. “Invictus” se concentra en ese lapso de un año que desemboca en la final ante los All Blacks, y que conforma la parte final del libro de Carlin, un periodista inglés que vivió y trabajó en la Argentina. “El factor humano” (editado por Seix Barral) fue, en parte, concebido con destino cinematográfico. Un resumen del libro, donde se narraba precisamente la final del Mundial, llegó a manos del actor Morgan Freeman, quien por años había estado buscando la ocasión ideal de llevar a la pantalla grande a Mandela. “La productora de Morgan Freeman me compró los derechos y yo me pasé todo 2006 viajando por Sudáfrica y haciendo entrevistas (para terminar el libro)”, recordó el escritor en una reciente entrevista con la agencia española EFE. El propio Mandela había expresado en alguna ocasión su deseo de que Freeman fuera quien lo interpretara en cine. Verlo a Freeman en “Invictus” es ver al mismo Mandela: el parecido es asombroso. “Siempre pensé que él era la persona para interpretar a Mandela”, dijo Eastwood en una entrevista conjunta. “Morgan tiene la misma presencia cuando entra a una sala como actor que
Mandela tiene como político…Ambos son inteligentes, y ambos parecen tener un rico sentido del humor y mucha vida”. Septuagenarios los dos –como Mandela en el período histórico que narra la película- Eastwood y Freeman habían estado juntos en “Los imperdonables” (1992) y en “Millon Dollar Baby” (2004), ambas galardonadas con el Oscar a Mejor Película y Mejor Director para Eastwood, que además actuó. En ambas, fue el realizador quien invitó al actor a participar de su proyecto. En esta ocasión, fue al revés. “Solo puedo pensar en dos”, le dijo Freeman a su compañera de producción cuando estaban decidiendo a quién encargarle el trabajo. “Uno es Clint Eastwood. El otro es Clint Eastwood. Es el mejor director que conozco”. “Invictus” no es la típica película de deportes, aunque se centra en el Mundial de Rugby. El héroe no es un deportista sino Mandela, si bien el peso protagónico está compartido con el capitán de los Springboks, interpretado por Matt Damon, rubio y musculoso como Pienaar, aunque no llegue a su 1,92 metro de altura. El director mantiene una prudencial distancia con los personajes, no se involucra en sus sentimientos de manera de guiar la percepción del espectador: se limita a narrar sus acciones para desentrañar sus universos internos, sus dudas y sus temores. FOTO: WARNERBROS
Carlin admitió que la película es bastante fiel a su libro aunque toma “ciertos atajos”. Días atrás, durante la presentación oficial del film en Buenos Aires, Joost van der Westhuyzen, quien fuera el medio scrum del equipo campeón del 95, dejó en claro que “un 95 por ciento” de lo que narra la película es real. “Durante el Mundial no me di cuenta de muchas cosas, sobre todo en la final, como lo del avión que pasó por el estadio”, dijo. Esa escena es una de las pocas que genera suspenso en el film, así que preferimos no comentarla. La victoria en la final ante Nueva Zelanda es un triunfo épico de acuerdo a la categoría de aquel rival, tal vez el más poderoso y talentoso equipo de los All Blacks de todos los tiempos. Con un realismo que la acerca más a la imagen documental de “Héroes” que a los combates cinematográficos de “Rocky”, muestra el espíritu de equipo para detener al impresionante wing neocelandés Jonah Lomu; la definitiva victoria de Mandela cuando el estadio entero corea su nombre; el liderazgo del capitán Pienaar; la notable actuación del apertura Joel Stransky (interpretado por Scott Eastwood, hijo del director), autor de todos los puntos en el ajustado triunfo 15-12 en tiempo extra; la euforia final, con blancos y negros compartiendo el festejo. ■ Si hubiese sido ficción, sería poco verosímil. 27 DE ENERO, 2010
|
NEWSWEEK
45