ARGENTINA MULTITUD: La marcha del jueves 21, el primer
acto en repudio a la muerte de Mariano.
La construcción del mártir político Después del homicidio, mecanismos psicológicos y sociales entronizan el cuerpo como un emblema. Por CRISTIAN H. SAVIO a misma bala que se llevó su vida otorgó a Mariano Ferreyra una dimensión que trasciende su activismo político. Con apenas 23 años —la juventud como valor de la lucha altruista— el militante del Partido Obrero asesinado el pasado miércoles 20 se convirtió en un nuevo mártir de la política argentina. Una figura de profunda complejidad psicológica, así como fuertes rasgos míticos y religiosos. La de Ferreyra no es la primera muerte política violenta producida en democracia. Pero en este caso no fue la represión policial la que acabó con su vida, a diferencia de otros más o menos recientes como los de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán o el del docente Carlos Fuentealba. O de Teresa Rodríguez y Aníbal Verón, quienes al cabo se convirtieron en banderas políticas. Algo que indefectiblemente se repetirá. “Esto es un crimen de la clase obrera, y él es ya un mártir de los trabajadores y la juventud”, remarcó en diálogo con Newsweek el dirigente nacional del Partido Obrero Néstor Pitrola. “De manera que nuestra lucha será para que su sangre irreparable sirva a la causa por la que él luchó, y sea el primer capítulo del desmantela-
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NEWSWEEK
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26 DE OCTUBRE, 2010
miento de la burocracia sindical criminal”. En la interpretación de Pitrola subyace la esencia del mártir, una figura que “asume una forma de representación colectiva, y el grupo queda en alguna forma en deuda con el actuante”, según señala el presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), Andrés Rascovsky. En el mecanismo de conformación de esta figura “se desplaza sobre el mártir una multitud de significaciones o se le atribuye al mismo la expiación de una culpa colectiva y la comunidad queda endeudada. Es el sacrificio de Jesús”. La figura de Cristo no es antojadiza. De hecho, el mártir es un concepto de raíz cristiana: su origen griego significa “testigo”, hace referencia a aquel que da su vida en defensa de alguna causa, y de esa manera da “testimonio” de su fe en ella. Este fin altruista inspirado en modelos religiosos tiene su ejemplo paradigmático en Jesús. Y aunque desde cierto discurso religioso se pretende desligar el concepto de aquellos que dan su vida por causas de otro orden (político, social), esa acepción del término tiene clara presencia en la actualidad, marcada por una cultura que parece necesitada de mártires. “Vivimos atravesados por la necesidad del mártir, por un concepto sacrificial de la vida, la propia y la de la comunidad”, re-
marca el psiquiatra Harry Campos Cervera, de la Universidad Favaloro. En su opinión, la imperiosa necesidad de mártires que mantiene la sociedad occidental va más allá del protagonismo específico del sujeto devenido tal. “Vale decir: ¿en qué medida o en qué momento Mariano decidió vivir para un ideal o morir por él?”. Una pregunta, dice, que bien podría caberle al Cristo que en la cruz le pregunta a su Padre por qué lo abandona. “¿Cuál habría sido, en última instancia, su elección? ¿Vivir o morir por sus ideas?”. “¿Qué hubiera hecho Mariano? Seguir luchando”, asegura a Newsweek Jorge Altamira, dirigente histórico del PO, pocos minutos después del entierro de Ferreyra. “Si no lo hubieran matado, seguía luchando. Él quería vivir para luchar”. Para los compañeros de militancia de Ferreyra no caben discusiones sobre la dimensión del martirio: para ellos es un ejemplo. “En la conciencia de nuestros compañeros y quienes lo conocieron, va a ser un mártir”, sentencia Altamira. Aunque la figura del mártir supone la entrega de la propia vida por la causa, en términos políticos la muerte no es un acto conciente. El mártir político no es un suicida. “Es diferente pilotear un avión el 11/9 que ser un activista político que lucha por conducir a su pueblo o a su entorno a una forma de vida que considera mejor o más adecuada”, advierte Campos Cervera. Otra diferenciación necesaria en el terreno de las muertes políticas radica en el contexto. La violenta historia argentina dejó un tendal de vidas en el camino, entregadas en la defensa de una causa, de un ideal. Pero la confrontación bélica no genera mártires, sino héroes. Por eso es en tiempos de democracia y en situaciones no englobadas en términos de guerra —aún en situaciones en las que una lucha fuera ilegítimamente denominada como “guerra”, tal el caso del terrorismo de Estado de la dictadura de 1976 a 1983— cuando la contienda social engendra mártires. “De resultas, hoy en la Argentina tenemos a Mariano, mártir para algunos, ‘un muerto que le cargan’ para otros”, concluye Campos Cervera. El mecanismo de entronización del cuerpo como emblema se puso en funcionamiento con la marcha del jueves 21, y tuvo un segundo acto este martes 26, en el CBC de Avellaneda, donde el joven tenía una fuerte presencia. “El mejor homenaje que podemos hacerle es redoblar los esfuerzos y proseguir su lucha”, señaló Alejandro Lip■ covich, presidente de la FUBA. FOTO: TELAM