Las alas del Cóndor: el Estadio Nacional y un compromiso con peso simbólico

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28/4/2016

Las alas del Cóndor: el Estadio Nacional y un compromiso con peso simbólico | Fútbol | Deportes

A 40 años del Golpe

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Miércoles 23 de Marzo | 11:12

Cristian H. Savio seguir en twitter

A 40 años del Golpe en la Argentina, la Selección juega este jueves en un escenario emblemático del terrorismo de Estado en América Latina. La historia negra del "Coloso de Ñuñoa".

Cuando las Fuerzas Armadas derrocaron al gobierno de Isabel Perón el 24 de marzo de 1976 para dar inicio a la noche más larga y oscura de la historia argentina, la dictadura de Augusto Pinochet llevaba ya dos años y medio de aceitado mecanismo. Sin embargo, cuando este jueves la Selección Argentina enfrente a Chile por las Eliminatorias, el recuerdo será uno mismo y la referencia, ineludible: el partido, que se jugará el mismo día en que se conmemoran los 40 años del Golpe, tendrá lugar en un escenario paradigmático del terrorismo de Estado de la década del ‘70, el Estadio Nacional, el mayor centro de detención, tortura y muerte detrás de la Cordillera. Desde el Golpe de 1976, Argentina jugó 16 veces en el Estadio Nacional de Santiago, una docena de ellas ante Chile. La última fue el año pasado en la final de la Copa América. Pero nunca un 24 de marzo. La casualidad, o una burla del destino, quiso poner a la Selección albiceleste en ese escenario justo cuando se cumplen 40 años del inicio de la última dictadura. Por eso el de este jueves será un partido cargado de simbolismo.

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 Las alas del Cóndor

Durante el lapso entre el asalto a La Moneda, el 11 de septiembre de 1973, y la rebelión cívico-militar que instaló al general Jorge Rafael Videla en la Casa Rosada, los vínculos entre ambos países fueron estrechándose en el marco de la Operación Cóndor, el plan sistemático ideado y coordinado por la CIA para instalar el ajuste económico y aniquilar las bases sociales en toda América Latina. El asesinato del General Carlos Prats, ex ministro y vicepresidente de Salvador Allende, junto a su esposa en Buenos Aires el 30 de septiembre de 1974, fue apenas la más visible de esas tareas conjuntas. Lo perpretró la http://deportes.infonews.com/nota/285461/las­alas­del­condor­el­estadio­nacional

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Dirección de Inteligencia Nacional, la temible DINA que operaba como policía secreta del régimen de Pinochet. En la Argentina, por entonces, el trabajo sucio bajo el gobierno democrático de la viuda de Perón lo llevaba a cabo la Triple A, la Asociación Anticomunista Argentina creada y liderada por el entonces ministro de Desarrollo Social, José López Rega.

Treinta y siete días después del atentado con coche bomba en el barrio de Palermo contra Prats y Sofía Cuthbert, la Selección Argentina de fútbol cruzó la Cordillera para jugar con Chile por la Copa Dittborn, un tradicional trofeo anual que enfrentaba a ambos equipos. El partido, uno de los primeros del ciclo de César Luis Menotti –que había iniciado el 12 de octubre de ese año frente a España- se disputó en el Estadio Nacional. Argentina ganó 2 a 0 con goles de J.J. López y Ferrero. Ricardo Bochini, Daniel Bertoni, Marcelo Trobbiani, Vicente Pernía, son algunos de los nombres de aquel equipo. Fue el 6 de noviembre de 1974. Hacía apenas un año que el “Coloso de Ñuñoa” había dejado de ser el escenario del horror, pero los ecos de los lamentos, los gritos desgarradores, todavía resonaban por sus pasillos: entre el 11 de septiembre y el 9 de noviembre de 1973, pasaron por allí más de 12 mil personas. Casi nadie de ellos se salvó de las torturas. Otros, directamente fueron fusilados.

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El estreno de Missing, de Costa Gavras, en 1982.

Entre estos últimos estaba el periodista estadounidense Charly Horman, recordado en el film Missing (Desaparecido, 1982), dirigido por Costa Gavras y protagonizado por Jack Lemmon y Sissy Spacek. Fue el 16 de septiembre. Horas antes, habían molido a palos hasta la muerte a Víctor Jara, cuyo cadáver pudieron ver en la calle los prisioneros que fueron trasladados al Nacional desde el Estadio Chile, un reducto más pequeño cercano a La Moneda, y que en 2003, para los 30 años del Golpe de Pinochet, fue rebautizado con el nombre del cantante y poeta autor de Te recuerdo Amanda.

Testimonios del horror El capitán ( R ) de la Fuerza Aérea chilena Jorge Silva estaba al mando del micro que el 11 de septiembre de 1973 llevaba a los prisioneros arrestados esa misma mañana en la población de La Legua, el barrio del sur de Santiago cuyos habitantes fueron los únicos que resistieron en combate a las Fuerzas Armadas el día del Golpe. “Cuando llegamos a la puerta de acceso al estadio, se encontraba el coronel Espinoza. Al ver este convoy de prisioneros manifestó su profundo desacuerdo con la llegada, debido a que la instrucción era bien clara que esta gente debía ser liquidada en las unidades”, cuenta Silva en el documental Estadio Nacional, de 2002. El coronel Jorge Espinoza Ulloa estaba a cargo del Estadio Nacional y se convirtió en director de la Secretaría Nacional de Detenidos. El 22 de septiembre de 1973 condujo la primera visita de prensa y Cruz Roja al recinto, organizada para apaciguar la presión internacional. Les contaba a los periodistas que un día normal de los prisioneros empezaba “con el baño, luego el desayuno y después salen a tomar el sol si el día está bonito”. Le mostraba al mundo que los chilenos en el poder en aquel entonces también eran derechos y humanos.

"Estadio Nacional", documental de Carmen Luz Parot (2002).

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Pero ocultaba la verdad, por supuesto. El Estadio Nacional lejos estaba de ser un campamento de la alegría. “La gente llegaba desorientada, los golpeaban con culatazos en la cabeza que estoy seguro deben haber producido fracturas en el cráneo”, recuerda Silva en el documental. Cuando él llegó con aquel ómnibus de prisioneros, vio que “ en el acceso al estadio entrando a la derecha, se veía un montón de cadáveres, de un metro 50 de altura, unas 10, 15 personas que estaban muertas. La sensación era que este era un campo de exterminio. Tuve que sacar dos personas. No sé quiénes fueron, no sé por qué los fusilaron”. Es apenas uno de los testimonios del film de Carmen Luz Parot, que reconstruye aquellos días a partir de la palabra de muchos de los que tuvieron la suerte de sobrevivir. Un trabajo de visión obligatoria.

El fútbol al sol y a las sombras Jugar al fútbol era una de las pocas actividades –si no la única- que les permitía a los prisioneros mitigar el tiempo, soportar la tediosa espera. El gran desafío en cada picado era poder superar la marca de Hugo Lepe, un ex zaguero de la Universidad de Chile y Colo Colo que había actuado para la Roja en el Mundial de 1962, cuya final se jugó allí mismo con el triunfo del Brasil de Garrincha, Vavá y Zito, con Pelé lesionado. Ahora la presencia de Lepe en el Estadio Nacional no era para defender los colores de su seleccionado sino en calidad de detenido. Su crimen: había sido uno de los fundadores del Sindicato de Futbolistas Profesionales. Lepe podría haberse convertido en una de las víctimas fatales del estadio de no haber sido por la intervención de su amigo Francisco Chamaco Valdés, el capitán de la selección chilena de entonces. “Fue amargo y triste tener que entrar al Estadio Nacional donde no hacía más de un mes habíamos jugado partidos de eliminatorias del Mundial 74, y encontrar a mi amigo que estaba desaparecido”, rememora Valdés en el documental de Carmen Luz Parot. Fue un encuentro breve. “Un apretón de manos, un abrazo y decirle ‘mañana o pasado tú vas a salir”. Y Lepe salió. Vivió casi 27 años más hasta que a los 57 se fue por una enfermedad neurológica.

Hugo Lepe.

Francisco "Chamaco" Valdés convierte "el gol más triste" en el Estadio Nacional.

El gesto de Valdés –quien también intercedió por el ex jugador Mario Moreno y otros detenidos- fue de un enorme valor, pero aun así el capitán de la selección chileno no pudo evitar que su nombre quedara adherido a una parte oscura de la http://deportes.infonews.com/nota/285461/las­alas­del­condor­el­estadio­nacional

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historia. Porque la siguiente vez que visitó el Estadio Nacional como futbolista, lo hizo para convertir “el gol más triste de la historia”.

El partido fantasma

El pase directo a Alemania 1974 lo consiguieron Argentina y Uruguay en Sudamérica. Chile debió disputar el repechaje frente a un elenco europeo. Y su rival fue nada menos que la Unión Soviética, el campeón de Europa, pero más allá de sus virtudes futbolísticas una nación que antes del 11 de septiembre era la mejor aliada y después del Golpe se había convertido en el enemigo internacional número uno. La ida fue en Rusia. "Cuando llegamos a Moscú, a Elías Figueroa y a mí no nos dejaban entrar, porque, supuestamente, no éramos los que estábamos en el pasaporte”, recuerda Carlos Caszely en una nota con el diario Marca de España de 2013. “Elías en el pasaporte tenía el pelo corto y viajó con el pelo largo. Yo en el mío estaba con bigote y cuando llegué allí no lo tenía. Pero, además de jugarse a cuatro grados bajo cero, no hubo más problemas", asegura. Pero Caszely, en realidad, estaba bajo la mira de las autoridades chilenas más que de las soviéticas. Había sido un acérrimo defensor de Salvador Allende. Y su madre, Olga Garrido, fue detenida y torturada. Por eso Caszely no dudó en negarle el apretón de manos a Pinochet, cuando el dictador despidió a la selección que viajaba a la Copa del Mundo de Alemania. Después de aquel empate en cero en el frío impiadoso de Moscú, llegó el turno de la revancha. Pero los soviéticos se negaron a ir a Chile. "Por consideraciones morales los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos”, se excusó la Federación soviética. La FIFA actuó como se esperaría en una situación así: promovió la farsa que pasaría a la historia como “El partido fantasma”.

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El 21 de noviembre de 1973, apenas 12 días después de que terminaran de desfilar por allí los más de 12 mil prisioneros, el Estadio Nacional fue escenario del grotesco. La selección local salió al campo de juego para jugar con nadie. "Fue el show futbolístico más burdo que me tocó vivir. El teatro de lo absurdo", recuerda Caszely. El partido no tenía sentido. Chile ya estaba clasificado para el Mundial con el resultado 2-0 por la ausencia del rival. Pero la FIFA insistió en la pantomima y en que debían convertir un “gol simbólico”. Movieron del medio, y el encargado de mandar la pelota al fondo de la red fue el capitán. Así, Chamaco Valdés convertía “el gol más triste”.

El "partido de la vergüenza" y "el gol más triste" en el Estadio Nacional.

Nadie estaba feliz por la clasificación. Tras la farsa hubo un partido, un amistoso ante el Santos de Brasil para brindarle un espectáculo a quienes habían pagado su entrada. En las tribunas, entonces con capacidad para 80 mil espectadores, no había más que 15 mil personas. Muchas habían ido a tratar de sacar información sobre familiares desaparecidos . En los pasillos abundaban los militares, todavía en control del Estadio Nacional. Santos ganó 5-0.

De Ñuñoa a Núñez: el Golpe y la “Fiesta de Todos” Chile quedó eliminado en la primera rueda de aquella Copa del Mundo dominada por la Naranja Mecánica de Johan Cruyff y ganada por Alemania, que venció 2-1 a Holanda en la final. La misma Holanda que, en la segunda fase, vapuleó por 4-0 a la Argentina. http://deportes.infonews.com/nota/285461/las­alas­del­condor­el­estadio­nacional

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Al regreso del equipo, la AFA encararía la revolución más profunda de su historia a nivel seleccionados, y en la segunda mitad del año comenzaría el ciclo de Menotti. Uno de sus primeros partidos, como se dijo, sería en el Estadio Nacional de Santiago. No hubo negativa a jugar allí por parte de los argentinos, por supuesto. Al fútbol argentino, como a toda la nación, le esperaban los años de la dictadura más atroz, que utilizaría el Mundial de 1978 como un instrumento de propaganda política mucho mayor y más eficaz que las visitas al Estadio Nacional organizadas por el Coronel Espinoza. La cancha de River sería escenario de “La fiesta de todos”, con Videla en las tribunas. El horror de las torturas y la muerte tenía lugar unos metros más lejos, en el edificio de la Escuela de Mecánica de la Armada. Como la ESMA, hoy el Estadio Nacional de Santiago tiene su propio Museo de la Memoria. Está debajo de una de las tribunas cabeceras y recorre el terror de aquellos días a partir de fotos y testimonios grabados en las paredes. Tal vez este jueves jugadores, cuerpo técnico, dirigentes e hinchas argentinos deberían recorrer los pasillos, en lugar de pisar el césped de la cancha o sentarse en las tribunas. Me gusta A 86 personas les gusta esto. Regístrate para ver qué les gusta a tus amigos.

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