OPINIÓN
De Watchmen a Gerardo Romano
Abordar la filosofía de los superhéroes ayuda a entender la inmoralidad del linchamiento. Por Cristian H. Savio
CON TANTOS ROLES que interpretó en la ficción, Gerardo Romano nunca pensó que el de superhéroe le iba a llegar en la vida real. En las últimas semanas, el actor fue noticia porque en un mismo acto ayudó a detener a un ladrón en plena calle y luego lo defendió del ataque furioso de la turba de vecinos que se le iba encima. ¿Es Gerardo Romano un héroe? ¿Lo es por
el crimen, por su cuenta y enmascarado, movido por un sentimiento de “vergüenza de la humanidad”. Watchmen significa Vigilantes. “En cierto sentido, quienes combaten la delincuencia de forma independiente y con un disfraz o uniforme propio son vigilantes por definición, en el sentido que ha adquirido esta palabra española en el inglés
atrapar al delincuente o por salvarle la vida? ¿Encarna a un nuevo tipo de superhéroe? Si usted piensa que estas preguntas son de ficción, créame que está equivocado: pocas manifestaciones de la cultura popular abordan de manera tan profunda las cuestiones morales, nuestros miedos y creencias, como las tramas superheroicas. Y en tiempos en que la problemática de la inseguridad en la Argentina ha tomado la forma de linchamientos, Romano quedó en el centro de la discusión política y se convirtió, sin quererlo, en el símbolo del debate sobre la justicia por mano propia. Para bien o para mal. Hace 50 años, más precisamente el 13 de marzo de 1964, un crimen sacudió a Nueva York: Kitty Genovese, una joven de 28 años, fue asesinada a puñaladas por un hombre en plena calle. En un célebre y premiado artículo periodístico publicado dos semanas después en el New York Times, el periodista Martin Gansberg describía que durante los 35 minutos que mediaron entre la primera puñalada y la mortal,
moderno: se toman la justicia por su mano”. Lo escribe el profesor de filosofía en el State College de Massachusetts Aeon J. Skoble, en uno de los capítulos del libro Los superhéroes y la filosofía (Blackie Books, 2013), una recopilación de ensayos de 16 filósofos estadounidenses, que abordan temas como la imagen, el pensamiento existencial, el deber moral y la identidad de los superhéroes. “En el mundo real –continúa Skoble– esto es algo que, en el mejor de los casos, se suele considerar problemático”. Lo problemático tiene que ver con la justicia por mano propia, la misma que pretenden encarnar desde su “indignación” (¿“vergüenza de la humanidad”?) quienes atacan en masa a un (a veces supuesto) delincuente. Skoble cita al filósofo británico John Locke y su idea de que la sociedad civil supone que “todos nosotros renunciemos al derecho a la venganza personal y lo deleguemos en un gobierno de formación legítima”. Para los antiguos griegos, el héroe era un hombre de cualidades sobrehumanas. Con el tiempo, el concepto de heroico se aplicó a actitudes más
Hace 50 años, 38 “respetables ciudadanos” de Nueva York no hicieron nada para ayudar a una mujer apuñalada durante 35 minutos.
treinta y ocho vecinos, “respetables ciudadanos”, escucharon los gritos de auxilio de la joven, y no hicieron nada para ayudarla –ni siquiera llamar a la policía. El caso se convirtió en paradigma de la apatía de la sociedad, y en caso testigo de la psicología social, con un estudio que en 1968 John Darley y Bibb Latané denominaron el “Efecto espectador”. Pero además, fue el germen del nacimiento de uno de los personajes de Watchmen, la serie creada en 1986 por Alan Moore para DC Comics, que replantea el concepto de superhéroe al hacer hincapié no tanto en las virtudes sino en las debilidades de sus personajes -que, además, se caracterizan por diferentes problemas psicológicos. Las noticias del asesinato de Kitty Genovese provocan que el hombre que se convertiría en Rorschach saliera a combatir
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cotidianas. La idea del superhéroe hoy, explican en el mismo libro Jeph Loeb y Tom Morris, es una persona extraordinariamente poderosa, cuyo carácter noble le guía a realizar acciones meritorias y valiosas. El dilema está en si los superhéroes, al actuar muchas veces fuera del marco de la ley –como una fuerza parapolicial– no incurren en actos inmorales. Como Rorschach, Romano, sin poseer superpoderes, arriesgó su integridad física en un doble acto heroico, y también moral. Colaboró con la fuerza pública. Pero a diferencia de los Watchmen, no sale enmascarado a hacer justicia por mano propia. Al contrario: la impidió. Y la repercusión pública del caso se volvió una interpelación para una sociedad que amenaza con naufragar moralmente si legitima lo ilegitimable.
Newsweek
08/04/2014 10:43:55 p.m.