FOTO : GUSTAVO PASCANER
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GOLEADOR DE
OTRO SIGLO
JOSÉ SANFILIPPO ES EL MÁS LONGEVO DE LOS 55 ARGENTINOS QUE MARCARON EN UN MUNDIAL. AQUÍ, EVOCA SU GOL (QUE NO GRITÓ), EL “DESASTRE DE SUECIA” Y LOS PÁLPITOS DE PERÓN PARA ALEMANIA 74. Y AFIRMA QUE HAY EQUIPO PARA SALIR CAMPEONES EN BRASIL. Por Cristian H. Savio 30
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EL PASE es de Federico Sacchi, de zurda
a media altura. “Yo venía entrando desde fuera del área por el sector izquierdo, les gano en velocidad a dos ingleses que me vienen cerrando, hago un movimiento con el cuerpo para un lado y le pego de cachetada. Esa era mi técnica”. El que lo relata, más de medio siglo después, es José Sanfilippo. El gol, a diez minutos del final, no alcanza para evitar la derrota 3-1 ante Inglaterra, en la fase inicial de Chile 1962. El goleador da media vuelta, la cabeza gacha, y encara hacia la mitad de cancha; primero caminando, luego al trote. “Ni lo grité”, recuerda. Convertido desde hace dos décadas en un “fiscal” del fútbol, a partir de su recordado reto a Sergio Goycochea en TV tras el 0-5 ante Colombia, Sanfilippo es uno de los 55 jugadores que han marcado para Argentina en una Copa del Mundo, pero el más longevo de todos los que aún pueden contar y describir lo que eso significa. Sexto goleador histórico del fútbol argentino, con 226 tantos en 330 partidos oficiales, Sanfilippo todavía se queja de que las estadísticas no tomen en cuenta todos sus goles, incluyendo los de amistosos. “Hice más de 400”, dice. A los 79 años, soberbio y con la misma mirada de ojos celestes con que ajusticiaba arqueros y escruta a las víctimas de sus críticas ácidas, el “Nene” espera con la ansiedad de un niño el inicio de Brasil 2014. Acaba de comprarse un televisor de 55 pulgadas que ubicó estratégicamente en un sector del living de su casa, frente al sillón individual, al que agregó un sofá para “apoyar los piecitos y ver los partidos solo, sin que nadie me moleste”. Está ansioso porque cree que este será “uno de los mejores mundiales de todos los tiempos, porque en casi todos los equipos hay un genio”. Ese término, “genio”, Sanfilippo lo usa para describir a los
delanteros que conjugan habilidad con potencia goleadora. Habla de Cristiano Ronaldo, “que clasificó él solo a Portugal, dejando fuera a otro genio como el sueco (Zlatan) Ibrahimovic”; elogia al inglés Wayne Rooney; y lamenta las lesiones del uruguayo Luis Suárez y del colombiano Radamel Falcao García. Y entre todos los genios, el genio. “Las cosas que hace Messi son genialidades que las entienden solamente los que fueron genios, por eso yo las entiendo. Yo fui un fenómeno. No hay nada que me llame la atención de lo que pueda hacerse con el fútbol”. ¿Y Messi? ¿No lo sorprende? Messi sí. Ese pibe nos va a superar a todos. Hace un año que lo vengo diciendo. No me vengan a compararlo con Maradona. En habilidad son iguales, diez puntos los dos, pero ¿como goleador? ¡Por favor! A Messi lo matan a patadas y nunca se queja. Usted dice que ni Sergio Batista ni Diego Maradona, cuando fueron técnicos de la Selección, tuvieron los “cojones” para decirles a los jugadores que había que ir detrás de Messi, el verdadero líder. Maradona no lo hizo por celos. ¿Y Sabella? ¿Lo entendió? Sí, totalmente. Fue lo primero que hizo. Seguramente le preguntó: “¿Con quién querés jugar?”. Lo digo por experiencia. Cuando fui a Boca, Alberto J. Armando me dijo: “¿A usted con quién le gusta jugar, con Menéndez o con Valentín?”. Y yo le dije: “Me llevo bien con Menéndez, que nos conocemos de los juveniles”. En San Lorenzo cuando se lesionó Higinio García trajeron a dos o tres y yo como conocía a Coco Rossi, que se crió conmigo en el Bajo Flores, lo pedí. Pero antes lo agarré en la calle y le advertí: “Mirá que yo te recomendé pero vos me tenés que soltar la pelota. Nada de gambetitas, ¿eh? Yo te doy la pelota y vos, tac, me la tenés que devolver”. “Sí, Nene, quedate tranquilo”, me dijo. Después no hizo un carajo. ¿Le gustan los delanteros de la Selección? A Higuaín no lo creía un gran goleador, solo un pibe que hacía goles, pero me sorprendió. También lo dije de Batistuta, Junio, 2014 |
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un tipo que aprendió a colocar la pelota. La pelota hay que patearla a los rincones; si pateás al medio la saca el arquero. Agüero también me gusta. Y Lavezzi y Palacio demostraron que están bien. Hasta el banco es bueno. ¿Para qué querés a Tévez, a quién sacás? Encima es un tipo problemático y celoso. ¿Y hasta dónde vamos a avanzar? Vamos a ver cómo responde el equipo. No se puede evaluar por los amistosos, ni siquiera por lo que pase en la primera ronda, porque son equipos débiles, como en Sudáfrica 2010. Podemos ganar los tres primeros partidos, todo el mundo contento, pero cuando viene el siguiente ya es mano a mano. Y otro nivel de rival. Pero hay buena calidad de jugadores. AQUEL GOL contra Inglaterra, en la
segunda fecha de Chile 1962, fue el número 27 de Argentina en Mundiales. Después de aquel, la Selección convirtió 96. Para Sanfilippo, aquel partido marcó la despedida del equipo nacional. Había formado parte del plantel en 1958, “el desastre de Suecia”, pero no jugó un solo minuto. Según dice, porque el técnico Guillermo Stábile (goleador de Uruguay 1930 con 8 tantos y durante casi 20 años entrenador de Argentina) le tenía celos porque él ya había hecho más goles en el seleccionado. “Por eso y porque le armaban el equipo los periodistas. Yo tenía 20 años y una velocidad y un pique tremendos, pero el viejo llevó a Ángel Labruna con 40 años”. Sanfilippo había integrado el equipo que deslumbró en el Campeonato Sudamericano de Lima en 1957, con goleadas sobre todos los rivales, incluyendo a Brasil, que sería campeón mundial un año más tarde. ¿Qué pasó entre un torneo y el otro? “Se desarmó ese equipo porque transfirieron a la mitad del plantel al exterior”. En esos tiempos no se permitía convocar al seleccionado a jugadores que actuaran en el exterior. El “Nene” lo sufrió en carne propia en el ‘66, cuando actuaba en el fútbol brasileño. ¿Qué recuerda de la derrota 6-1 ante
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Checoslovaquia? Ahí nos dimos cuenta de que no sabíamos nada. Cuando vimos entrar a esos gigantes a la cancha, vestidos todos de amarillo, dijimos: “A estos les hacemos 14 goles”. Fanfarrones. El tercer gol vino de una pelota que se perdió con el wing Federico Vairo, por querer hacer una gambeta. Nosotros estábamos sentados al lado de la línea de cal, junto con los periodistas que transmitían. Después del gol, Corbatta la patea a la otra punta, donde estaba Vairo, y le grita: “¡Tomá, mandate otra cagada!”. Enzo Ardigó, que estaba relatando al lado nuestro, no lo podía creer. ¿Fue el único cruce en ese Mundial? ¡No! El primer día de práctica en Suecia, frente a más de cien periodistas, Vairo y el arquero Musimessi se agarraron a trompadas por una tontería. El primer día de práctica. El presidente de la AFA se agarraba la cabeza. ¿Tanto desorden había? Un desastre. Una vez, en el almuerzo, junto a (Norberto) Menéndez, lo empezamos a cargar a Amadeo Carrizo. Estábamos sentados en una mesita y yo siempre tuve la costumbre de tirarme para atrás en la silla y quedarme sobre dos patas. Entonces, Amadeo pasó al lado, me tocó apenas... y me fui al piso, tirando todos los platos. Stábile vino y encaró a Amadeo para defenderme. “¿Le parece estar golpeando a Sanfilippo?”. Entonces le dije que con Amadeo éramos amigos, y que además no era “tan tarado de pelearme con un tipo de dos metros”. Claro, él lo que quería era sacarlo del equipo. Y como no se animaba, estaba buscando cualquier excusa. Era difícil la convivencia... Era otra época. Un día, los cocineros suecos hicieron arroz con pollo, y el arroz parecía puré de tanto hervirlo. Le habían puesto cinco cebollas enteras, y en vez de sal, azúcar, porque lo comen agridulce. Daban ganas de vomitar. Así que, como no jugaba, empecé a cocinar yo. ¿Y el viaje cómo fue? A la vuelta tuve que pagar los pasajes para 10 jugadores en avión, y otros 7 en tren, porque los organizadores se habían gastado toda la guita. Cuatro años después fue otra historia.
Sanfilippo llegó como titular indiscutido a Chile, tras haber sido máximo goleador del campeonato local entre 1958 y 1961, un hecho inédito en el fútbol argentino. Pero las falencias organizativas no se solucionaron. El “desastre de Suecia” tuvo como respuesta un viraje brusco hacia la preocupación física y la rigidez táctica. Poco antes del Mundial del ‘62 se hizo cargo del seleccionado Juan Carlos Lorenzo, quien había regresado de un largo período en Italia para dirigir a San Lorenzo. Argentina debutó con un triunfo 1-0 sobre Bulgaria, pero después llegó Inglaterra. “Ese día jugó (Antonio) Rattín de 8, para marcar a Bobby Charlton. ¡Rattín, que no agarraba una vaca en un ascensor! Estuvimos hablando de eso antes del partido. Para mí tenía que jugar Coco Rossi. En fin. “Yo no estoy de acuerdo pero bue-
“PERÓN DIJO QUE HOLANDA IBA A SER PROTAGONISTA DEL MUNDIAL ‘74 POR SU FÍSICO ESTILIZADO Y SU TÉCNICA”. no, usted es el técnico”, le dije. Y así nos fue. Charlton dominaba la pelota en mitad de cancha, hacía un amague, salía en velocidad y enfrentaba a (Vladislao) Cap, que era un exquisito con la pelota pero lento y sin marca, y así fue la jugada del gol, el 2-0. En fin… los jugadores no tenemos nada que ver, lo perdió el técnico”. ¿Cómo era su relación con Lorenzo? Si me pregunta quién fue mi mejor técnico, le digo Lorenzo. ¿Y el peor? Lorenzo. Él vino en el ‘60 a dirigir a San Lorenzo y no conocía a los jugadores argentinos. Nos hablaba de Bobby Charlton, de Greaver, y no teníamos ni idea: acá no se transmitía fútbol. En un partido contra Lanús, me dijo: “Usted, Sanfilippo, hoy va a jugar de distinta manera. Ellos tienen a Guidi, el número 5, que le pega muy bien de media distancia, y usted con su pique corto le puede robar ese tipo de pelota”. ¿Cómo? “Quiere que le 32
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diga una cosa, maestro: usted está loco. Mientras todo Lanús hace dos meses que no duerme porque quiere saber cómo marcar a Sanfilippo, usted quiere que yo marque”. Él mandaba a hacer ese tipo de cosas, irritar a los rivales. EN 1973 Sanfilippo era ya una gloria del fútbol argentino. Se había retirado un año antes, a los 38, tras consagrarse bicampeón con su San Lorenzo. Peronista confeso, era cercano a Juan Domingo Perón desde que lo conociera antes de partir a los Panamericanos de México de 1955. Invitado por el General a una cena con los dirigentes José Ignacio Rucci y Lorenzo Miguel, llevó a otros jugadores de San Lorenzo. Se palpitaba el Mundial de Alemania 1974 y Perón se animó a dar su pronóstico. “Dijo que el campeón iba a ser Holanda, segundo Alemania y semifinalistas Brasil e Italia. Yo no lo podía creer. ¿Holanda? Y él dice: ‘Ya veo el gesto de ustedes, pero tienen que entender que me gusta mucho del deporte, el fútbol especialmente, y hace 18 años que estoy viendo partidos. Los holandeses tienen físicos estilizados y una técnica impresionante’. ¡Le pegó en casi todo!”. Perón no pudo comprobarlo. Murió en pleno desarrollo del Mundial, el 1° de julio. Dos días después, el seleccionado nacional, consternado como el país en pleno duelo, se despedía de la Copa con un tibio empate en un tanto frente a Alemania Oriental en Gelsenkirchen, el mismo escenario donde el 26 de junio la Holanda de Johan Cruyff que tanto había maravillado a Perón vapuleaba por 4-0 al elenco dirigido por Cap. ¿Se anima a dar un candidato en Brasil? Yo tengo ocho equipos: Brasil, Argentina, España, Italia, Alemania, Inglaterra, Portugal y Francia. Y siempre hay una sorpresa. No me atrevo a ser tan preciso como el General, que acertó tres de cuatro porque al final entró Polonia en lugar de Italia, y Alemania le ganó al final a Holanda. Claro que veo bien a Argentina y quiero que gane, sobre todo porque hace dos años que estoy elogiando al pibe Messi y me gustaría que la gente diga: “Sanfilippo tenía razón”.
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