MUNDIAL
COPA DE
Albert Camus dijo que lo importante que sabía acerca de la moral humana lo había aprendido en el fútbol. Fue arquero en Argelia, como Vladimir Nabokov en Inglaterra. “Escribir es lo que más amo en el mundo… después de jugar al fútbol”, dijo una vez Alessandro Baricco. Aquí, escritores de diferentes países Por Matías Loewy, repasan sus recuerdos sobre Mundiales y Cristian H. Savio y Exequiel Siddig sus expectativas para Brasil 2014.
LETRAS “Lo mejor que nos puede pasar es la cautela, estar obligados a la rebeldía ante el obstáculo”. EDUARDO SACHERI ARGENTINA
es el mundial, así como tal vez la generación anterior a la mía habla de México ‘70. Para mí, el 86 fue el último gran mundial. Por supuesto que me refiero a Argentina y Maradona. Pero también Burruchaga, Valdano, todos. Y además estaba el Brasil de Zico, la Francia de Platini –que jugaron por los cuartos de final uno de los mejores partidos que vi en mi vida–. Y fue el último mundial epopéyico, de enormes equipos y un fútbol vistoso, y encima con el protagonismo rotundo de Argentina. ¿Qué elementos tenemos los argentinos, futbolísticos o extra-futbolísticos, que considere argumentos sólidos como para sostener la ilusión de ser campeones en Brasil? En lo futbolístico me parece que tenemos una selección ofensivamente mortífera, y ese es el gran argumento a favor: del medio para adelante hacía mucho que Argentina no tenía algo así –y no sé si alguna vez lo tuvo–, si bien de la mitad para atrás por
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Sacheri es autor de Esperándolo a Tito y otros libros de cuentos de fútbol.
momentos somos una banda, y entonces a ese entusiasmo desbordado que generan Messi, Agüero, Di Maria, Higuaín, le ponés puntos suspensivos. Pero al mismo tiempo, lo peor que nos podría pasar es enfrentar el mundial como banca, llevar las de ganar. Donde más favoritos fuimos, y con razón, fue a Corea-Japón en 2002, y realmente fue una enorme decepción porque la forma en que venía jugando Argentina daba absolutamente esa sensación, y en lo personal, por el enorme respeto y admiración que siento por Marcelo Bielsa. Es el mundial que más atragantado me quedó. Lo mejor que nos puede ocurrir es estar obligados a la cautela, el perfil bajo; la obligación a la rebeldía de superar un obstáculo. Y me parece que el rendimiento individual de las grandes figuras argentinas este último tramo obliga a esa cautela, y en algún punto eso me deja más tranquilo que la sensación de que nos comemos a los chicos crudos.
Newsweek
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¿Cuál es la primera imagen que le viene en mente cuando se habla de Mundiales de fútbol? Las calles vacías. Eso es lo primero que se me viene en mente. Como nunca estuve en un mundial, todos los vi desde Argentina, tengo esa sensación de que está todo el mundo guardado en algún lugar mirando el partido; y el frío, porque son en invierno. ¿Y el de 1978, cómo lo vivió? Yo tenía 10 años, fue el primer mundial que vi completo. Y lo viví con la misma ingenuidad con que mucha gente lo enfrentó, claro que yo tenía la excusa de tener 10 años. Al mismo tiempo fue una cosa muy disociada y con el corazón herido, porque mi viejo estaba muy enfermo. Fue un contraste muy grande de alegría y entusiasmo puertas afuera, y esa tragedia dentro, una tragedia privada, familiar, en absoluto conectados con lo que estaba sucediendo con la dictadura militar y los derechos humanos. ¿Qué jugadores y qué equipos le parecieron los más interesantes de los Mundiales? Lo inevitable en ese sentido es todo lo que tiene que ver con México 86, que para mí
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“Los bosnios, incluyéndome, esperamos pasar a segunda ronda. Pero también esperamos algún tipo de desastre”. ALEKSANDAR HEMON BOSNIA-HERZEGOVINA
ALEXIS STAMATIS GRECIA
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Nacido en Sarajevo en 1964 pero residente en los Estados Unidos desde hace más de una década, Aleksandar Hemon es uno de los más celebrados escritores bosnios contemporáneos. Al igual que Joseph Conrad, Vladimir Nabokov y Milan Kundera, se transformó en un nuevo “domesticador y sofisticador del idioma inglés”, como lo caracterizó Rodrigo Fresán. Anagrama le publicó La cuestión de Bruno (2001) y El hombre de ninguna parte (2004). Y Duomo editó en España las también elogiadas El proyecto Lázaro (2008), Amor y obstáculos (2011) y El libro
de mis vidas, de 2013. Precisamente, una de las vidas de Hemon vibra con el fútbol, tal cual confiesa a Newsweek en una entrevista en que analiza las chances de su selección en el mismo grupo de Argentina, Nigeria e Irán. “Creo que los bosnios, incluyéndome a mí, esperamos pasar a la segunda ronda, lo que no es una expectativa irrazonable dada la calidad de jugadores de nuestro equipo”, evalúa Hemon. “Allí nos puede tocar Francia, Suiza o, incluso, Ecuador. Si eso sucede, por lo menos pueden dar la batalla. Al mismo tiempo, los bosnios, incluyéndome, siempre también esperamos algún tipo de desastre, por lo que no está más allá de lo imaginable que Nigeria o, tal vez, Irán, sean los que sigan adelante”. Cuando le menciono la Copa del Mundo, ¿qué es lo primero que le viene a la mente? Los primeros recuerdos se relacionan con Alemania 74, el primer Mundial que miré y del que puedo evocar los detalles y nombres con mayor precisión que los de muchos otros que le siguieron. El partido inaugural fue Brasil-Yugoslavia (0-0) y puedo recordar a Jairzinho pegando un tiro en el poste. También me acuerdo de Ayala, entrando por la banda izquierda. Al centrodelantero de la selección de Zaire (Kakoko Etepé) y a los polacos Lato, Tomaszewski, Deyna y Gorgon, que vencieron a Yugoslavia 2 a 1. Fue una experiencia sensorial también. Yo estaba juntando las figuritas de Panini y
Hemon es autor de La cuestión de Bruno y El libro de mis vidas.
recuerdo la sensación, el olor, el momento y el lugar en que mi primo me las hizo conocer. Las colecciono desde entonces. En un breve ensayo en The New Republic, usted ha comparado el furor del fútbol Inglés con “una burbuja de esperanza y gloria (que) inevitablemente va a estallar”. ¿No cree que esa ilusión es lo que enciende la pasión por el fútbol en todo el mundo? Por supuesto. Todos los aficionados esperan que el equipo al que apoyan va a ir más allá de la suma de la capacidad individual, logrando un milagro y conviéndose en una leyenda para la historia. La belleza del fútbol es que eso puede suceder. Sin embargo, hay otro tipo de análisis en el fútbol, que podríamos llamar “racional” (a falta de un término mejor), que aprecia la habilidad, el trabajo y la organización en un partido. Esto permite disfrutarlo incluso si uno no es simpatizante de los equipos que juegan. Y requiere de una cierta cantidad de conocimiento, por lo cual los aficionados de todo el mundo no sólo ejercitan la pasión, sino también una especie de experiencia: cada aficionado es también un manager. Por eso me gusta leer sobre fútbol. Y podemos suponer razonablemente que ni Argelia ni Bosnia-Herzegovina van a ganar el Mundial.
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“La final Brasil-Italia de México 1970 la vi en Súper 8 más de cien veces”.
Lo primero de los Mundiales que recuerda Alexis Stamatis, nacido en Atenas en 1960 y “uno de los más talentosos escritores de su generación” según Le Monde, es la final de México 70 entre Brasil 4-Italia 1. “Mi padre había comprado un Súper 8 con los goles y las peripecias más importantes. ¡Lo debo haber mirado más de cien veces! Recuerdo cada gol. Pelé 1-0; Boninsegna, 1-1; Gerson 2-1; Jairzinho 3-1; Carlos Alberto 4-1. Un partido mítico que me ‘atrapó’ por años”, dice. Novelista y poeta, autor de once novelas traducidas a más de 10 idiomas (como Bar Flaubert, de 2006, al español) y profesor de escritura creativa en la Hellenic American Academic Foundation, de Atenas, Stamatis es hincha del Olympiakos y publicó en 2010 un libro con anécdotas deliciosas sobre su equipo, Historias legendarias. ¿Hasta dónde piensa que va a llegar Grecia en el Mundial? En rigor de verdad, no tengo demasiadas expectativas. De cualquier manera, sigo a nuestro equipo, que es muy fuerte este año, con jugadores como Vassilis Torosodis, que juega en la Roma; Giorgos Maniatis, del Olympiakos; y Giorgos Samaras, del Celtic. Pienso que tenemos chances de pasar a cuartos de final, clasificando antes que Costa de Marfil, Japón y tal vez Colombia. ¿Piensa que existe alguna conexión entre el fútbol y la vida en general? Por supuesto. El fútbol es una lucha institucionalizada, como la vida. Puedes tener pequeños o grandes triunfos, puede haber pequeñas o grandes derrotas, giros importantes, situaciones inesperadas, recompensas injustas, esfuerzos de equipo, esfuerzos individuales. El fútbol es en sí una narrativa muy rica, como la vida.
Stamatis es autor de Bar Flaubert, American Fugue y Chameleons, entre otros
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“Mi papá vio en el gol de Maradona a los ingleses una venganza colonial contra el imperio.” EGHOSA IMASUEN NIGERIA
Cuando el miércoles 25 de junio Argentina cierre su participación en la fase inicial del Mundial contra Nigeria, en una ciudad del sur de Nigeria a 250 kilómetros de la capital Lagos, Benin City, el médico Eghosa Imasuen estará mordiéndose las uñas frente al televisor. Y sufriendo a Messi lo que nosotros lo estaremos gozando... si todo sale como esperamos. Imasuen es también escritor, autor de dos novelas con rasgos políticos, sociales y autobiográficos, To Saint Patrick (2008) y Fine Boys (2012), aun no traducidas al español pero que recibieron críticas entusiastas en su país y en el exterior. “Es fantástico ganar un torneo”, dice a Newsweek, “pero los gobiernos suelen aprovecharlos para anestesiar a la gente”. ¿Cuál es el primer recuerdo, o el
Imasuen es autor de To Saint Patrick y Fine Boys.
más intenso, que le evoca la Copa del Mundo? ¿Primer recuerdo? Supongo que ese sería el gol de “la mano de Dios” de Diego Maradona. Tenía 10 años en aquel momento, y no tenía demasiado interés en el fútbol desde que tuve un debut pesadillesco en la escuela y mis amigos me recomendaron que jamás pensara en dedicarme a ese deporte (los chicos pueden ser tan crueles). Recuerdo que en 1986 estaba en un cuarto con mi papá mirando el partido -teníamos que quedarnos despiertos hasta tarde para mirar el Mundial- y el regocijo con que él lo festejó: era un anticolonialista acérrimo. Él vio en el gol de Diego con la mano una venganza colonial contra el imperio. ¿Tiene alguna expectativa respecto de la actuación del seleccionado nigeriano en Brasil 2014? Ojalá pasar a la segunda ronda. Ojalá.
En Fine Boys, parte del relato transcurre en el efímero período de unidad nigeriana luego de la medalla de oro conseguida en las Olimpíadas de 1996, en las postrimerías de la dictadura. ¿Cree aún que el fútbol tiene el potencial de ejercer un beneficio “terapéutico”, aún cuando sea un efecto de corto plazo? ¿Qué piensa de los usos políticos de un deporte? Tal vez aquellos personajes pensaron que era terapéutico. Siento que el éxito nigeriano en esos Juegos dio a la dictadura dos años más de gracia. Esa sensación “encapsula” mi toma de posición sobre el asunto. Sí, es fantástico ganar un torneo. Pero demasiado seguido el éxito en el fútbol es usado para entumecer a la gente y anestesiarla ante gobiernos que les roban en su propia cara.
“Antes creía que Colombia sólo sería campeón el día en que el fútbol se jugara sin arcos.” ALBERTO SALCEDO RAMOS COLOMBIA
Locche en una de los grandes combates de la historia de box, en 1973. Pero también ha abordado en numerosas crónicas los costados más diversos del deporte más popular. Nació en 1963, un año después del debut colombiano en mundiales. Pero tuvo que esperar dos décadas para volver a ver a su selección en una Copa del Mundo. “El primer mundial que recuerdo”, le dice a Newsweek, “es el de Alemania 74. Yo tenía once años y estaba fascinado por la gracia estética que tenía el fútbol holandés. Me gustaba su propuesta ofensiva, lírica, y juraba que
ganaría el torneo. Al final resultó que ganó Alemania”. Salcedo Ramos compara esa experiencia “con el primer desengaño que sufre un adolescente cuando descubre que el amor no es eterno. En mi inocencia creía que jugar con ese preciosismo garantizaba el triunfo, pero resulta que no. Entonces aprendí desde temprano que una cosa es crear belleza y otra, ganar. Como en la vida. Y en cuanto al detalle que recuerdo, sin duda alguna es el bigote frondoso de Andrzej Szarmach, jugador de Polonia. Era un bigote que tenía a un jugador, y no al revés”. Desde el 5-0 en el Monumental de River y la decepción de EE. UU. 94, con el fin de la “generación dorada”: ¿cuánto ha cambiado el fútbol colombiano y qué mantiene de aquellos años?
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Autor de El oro y la oscuridad y numerosas crónicas sobre fútbol.
Nuestra selección sigue siendo fiel al amor por la pelota y por el toque que nos enseñaron los argentinos y brasileños. Somos un equipo con estilo suramericano. Creo que ahora, por primera vez, tenemos atacantes con vocación goleadora. En una época tocábamos mucho y anotábamos pocos goles. Yo hasta creía que Colombia solo sería campeón mundial el día en que el fútbol se jugara sin arcos. ¿Cómo cree que les irá en Brasil? Colombia tiene equipo para pasar con autoridad de la primera ronda e incluso competir en semifinales. Lo importante es que los jugadores se convenzan de que eso es posible.
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Considerado uno de los grandes periodistas narrativos latinoamericanos contemporáneos, Alberto Salcedo Ramos narró de manera magistral en su último libro, El oro y la oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé, la historia del rival de Nicolino
Newsweek
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HECTOR BISI BRASIL Hector Bisi escribe para la televisión brasileña una serie en que dos amigos argentinos llegan a San Pablo durante el Mundial y se encuentran con más violencia que caipirinhas. “Escribo para confundir, para incomodar”, dice este escritor amazónico, nacido a fines de los 60 en Belem, hijo de italianos, que forjó su escritura en la publicidad. De paso por la 40a. Feria del Libro de Buenos Aires presentó su primera novela “Copacubana” (milena caserola). “La presenté en la Sorbonne hablando de culos y bucetas”, se sonríe este escritor de imaginación arborescente, cuyo segundo proyecto literario, “La calle de los chicos malos”, hablará de una banda de dandys parisinos que deciden matar a todos los turistas porque no son elegantes. ¿Cuál es el recuerdo más potente que tiene de un Mundial? España ’82. El Mundial en que me dejó de gustar el fútbol. Brasil tenía la mejor selección de la historia. (Mucho mejor que el equipo campeón de Estados Unidos ’94, que lo ganó Romario.) Recuerdo que estaba en una fiesta en la Amazonía, todavía alegre porque la selección no había sido eliminada, y terminé la noche con una chica. Como en Brasil la vida pasa por el fútbol, y para mí la vida es sexo, es un recuerdo muy futbolero. ¿Qué espera de equipo brasilero? Brasil puede ser eliminado en los octavos con España u Holanda. Si sucediera, sería una revolución, los militares tomarían el país por asalto, los jugadores serían exiliados en Siberia. De hecho, hay un movimiento para que Brasil no gane. Y no me parece mal. El campeonato que ganó en México 70 sirvió para tapar los crímenes de la dictadura. Estas protestas van contra el fútbol como opio de los pueblos.
Escribe con el argentino Hernán Tchira “Copa do Caos” para MTV. “Copacubana” es su primera novela.
“El mundial es el paraíso. El punto donde se dan los finales felices de esta telenovela de los hombres que es el fútbol.” JUAN PABLO MENESES CHILE ¿Cuál es la imagen más fuerte que tiene de los Mundiales? El gol de Maradona a los ingleses. No estoy seguro de si es porque es el mejor gol de todos los mundiales, o porque es el gol que más veces se ha repetido en toda la historia. Si a eso le sumamos que viví 8 años en Buenos Aires, donde pasé dos mundiales y el gol se repetía unas 43 veces al día, me cuesta ver esas tres palabras juntas “mundial-de-fútbol” sin que de inmediato aparezca Diego corriendo entre los defensas ingleses hasta empujar la pelota al arco cuando se estaba cayendo. He llegado a preguntarme qué sería de los mundiales sin esa epopeya maradoniana, y siempre termino respondiéndome que todo sería un poco más aburrido. ¿Cómo le irá a Chile en Brasil? Chile tiene una gran generación de jugadores, como pocas veces antes. Pero tiene una misma maldición: los sorteos de la FIFA. En Francia y Sudáfrica, los dos mundiales anteriores a los que fuimos, nos tocó Brasil en la segunda ronda y perdimos. Ahora, con un grupo donde están el campeón y el subcampeón del último mundial (España y Holanda), es muy duro que pasemos. Y si pasamos en segundo lugar, otra vez el rival será Brasil. Y en Brasil. Pero bueno, la gracia de los mundiales está en tirar pronósticos afiebrados. Apuesto a que por primera vez, desde el Mundial de Chile en 1962, llegamos a semifinales. ¿Qué papel juegan los Mundiales en el entramado del sistema que usted describe en Niños
futbolistas? Los Mundiales son el nirvana, un estado de liberación y de sueños. Es la meta, el paraíso, el punto donde se dan los finales felices de esta telenovela de los hombres que es el fútbol. En esa dinámica por un mes, y más que nunca, cientos de miles de niños pobres latinoa52
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mericanos soñarán con llegar ahí. Y sus padres, abuelos, entrenadores, mánagers, agentes y empresarios, soñarán en grande con esta moda de comprar promesas baratas en América Latina en espera de convertirlas en rentables realidades europeas. Todos dirán lo mismo: “Imaginate si este pibe nos sale como Messi. ¡Nos forramos!”. El mundial eleva todo a su máxima potencia. A veces no nos damos cuenta. El otro día una amiga periodista me decía honestamente, con la resignación de Penélope, que odiaba los mundiales. Y su explicación se basaba en ver esa suerte de cápsula del tiempo en que se sumerge toda la humanidad futbolera con el salvoconducto de que “esto pasa cada cuatro años”. El juego y los negocios son, como nunca, un solo deporte. Los auspiciadores van a bombardearnos desde todos los flancos, y los noticieros pasarán a ser una escenografía mundialera más, con presentadores hinchas y un nacionalismo de conmovedor primitivismo. Pero ahí estaremos, sin importar que algunos brasileños protesten o que haya marchas contra el torneo o que incluso caigan decenas de muertos en los disturbios. La parte de los himnos va a emocionarnos. Estaremos seguros de ganar, como pasa cada cuatro años, en que todos terminamos perdiendo.
Fundó la Escuela Móvil de Periodismo Portátil. Autor de Niños futbolistas.
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“En 1970, el Mundial sirvió para tapar los crímenes de la dictadura. Ahora hay brasileros que no quieren que Brasil gane. ”
Newsweek
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