Fútbol y Literatura: Niños futbolistas

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“Messi es un error estadístico” POR CADA CHICO QUE JUEGA AL FÚTBOL Y TRIUNFA HAY MILES QUE NUNCA LLEGAN, RECUERDA JUAN PABLO MENESES EN SU ÚLTIMO LIBRO. Por Cristian H. Savio

JUAN PABLO Meneses llega agotado a la

entrevista con Newsweek. El ritmo de su nueva visita a Buenos Aires es propio de un éxito cultural. Y no hay dudas de que su flamante libro lo es. Niños futbolistas es su segunda entrega de “periodismo cash”, ese género creado por el escritor chileno de 44 años que consiste en “comprar con dinero efectivo al protagonista del libro para iluminar un mercado, algo que está pasando”. Lo había hecho con La vida de una vaca, cuando compró una ternera. Ahora narra sus viajes por cinco países de América Latina en busca de un talento menor de 12 años para comprarlo y ubicarlo en el mercado español. “Cuando me compré una vaca para seguir el proceso que terminara en la parrilla me decían que era un asesino, y yo les decía que el señor estanciero hacía lo mismo que yo pero multiplicado por miles. Ahora me dicen que soy cruel porque voy a buscar un niño futbolista para llevarlo a Europa, pero el Barcelona, Real Madrid, Manchester, Chelsea, hacen lo mismo, y son los grandes clubes de Europa”. Despojado de prejuicios, inmerso

en el “glamour” del mundo de los representantes, en este libro Meneses cumple con su propósito de “poner un tema sobre la mesa” sin la intención de juzgar ni denunciar. Aunque algunos lo tomaron como una denuncia. Y otros, en el extremo opuesto, como un manual de instrucciones. Cualquiera sea la interpretación, las repercusiones excedieron sus expectativas. Sobre todo en España. Y es que Meneses –autor, entre otros, de Equipaje de mano y Hotel España- muestra una cara distinta del mundo idílico de los grandes equipos, en especial de esa panacea llamada Barcelona y su fábrica de talentos, La Masía. De la tendencia de bajar cada vez más la edad de los chicos que “compran”. De Lionel Messi como “el gran culpable de que esto haya explotado a niveles pornográficos”, y llegar a lo que denomina “postfútbol: ya no poder recitar de memoria una alineación porque los jugadores duran cada vez menos en sus equipos, importan más las cifras de los traspasos que las jugadas, y hasta los chicos hablan de eso, como si jugaran Monopoly”, dice. “Lo tomamos naturalmente, pero vale la pena reflexionar”. Meneses asegura que es un libro

escrito por alguien que ama y disfruta el fútbol. Que se recuerda yendo a la cancha desde que tiene “uso de razón” y jugando desde pequeño en su barrio en Santiago, aunque los mejores goles que ha hecho, “algunos modestamente espectaculares, han sido imaginados en la noche, ni siquiera soñándolos hubiera sido más lúdico”. La noche previa a la entrevista y la presentación oficial en Buenos Aires de Niños futbolistas la pasó en la cancha de Lanús, invitado por el presidente del club a ver el partido por la Copa Sudamericana ante Universidad de Chile, el equipo del que es hincha. Intercambió libro por banderín y se fue apabullado por una goleada en contra 4-0. Nada de cortesía. Incluso su primera experiencia periodística con el fútbol fue como hincha: una crónica extrema acompañando a la barra brava de la U en su visita a River Plate por las semifinales de la Libertadores de 1996, cuando metieron un artefacto explosivo al Monumental para hacer estallar si perdían. Perdieron, no hubo explosión y sí golpiza policial. La crónica fue tapa y el escritor mexicano Juan Villoro la utilizó en sus talleres. De aquella experiencia particular a esta descripción ecuménica del mercado futbolístico. ¿Es tan dramático para un chico? El fútbol en general es una caricatura de la vida, y es exagerado de por sí. Y en esta sociedad de consumo exacerbada se ve a los chicos que quieren triunfar, que se juegan la vida porque quieren sacar a la familia adelante, ponerle una peluquería a la madre, una carnicería al padre, comprar mercadería. No quieren jugar para divertirse, salir campeón del mundo como decía Diego Maradona a los 8 años. ¿Queda margen para disfrutar del juego? En Latinoamérica, la mayoría de los que quieren llegar y jugar en serio y

“Ser o no ser jugador”, parece preguntarse Meneses en “Niños futbolistas” (Del Nuevo Extremo).

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FOTO : GENTILEZA DEL NUEVO EXTREMO

Libros


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Libros están dispuestos a irse, son chicos pobres, de barrios carenciados. Todavía la clase media prefiere una carrera profesional. Como son muy pocos los que llegan, significa arriesgar muchos años de juventud e infancia. Para la clase media es más seguro ser profesional, y los millonarios prefieren comprar clubes. Ninguno de los chicos que entrevisté me habló de disfrutar. Es una industria que depreda piernas cada vez más chicas porque son más baratas, y como toda ley de mercado, es tan despiadada la oferta y demanda, que quieren comprar cada vez más barato para vender más caro. ¿Existe esa tendencia a la baja de edad? Miremos solo el caso de Barcelona con la Argentina. Maradona se fue a los 21; Javier Saviola, a los 19; Messi, a los 13; ahora se van a los 10. Es probable que en breve se los lleven a los 5. Hay un caso en el libro de un chico que contrataron a los 18 meses. ¿Se va a llegar a comprar vientres? Ya hay un caso de un chico que tuvo tres propuestas de contrato antes que naciera, que es Benjamín Agüero Maradona. Tenía ofrecimientos, un poco en broma, del Atlético Madrid, de Boca y de Independiente. No importa si llega a jugar. Explotan su imagen. La industria los ve como posibles purasangres, que se puedan cruzar. Usted marca cómo la figura del intermediario está siendo reemplazada por la instalación de escuelas de los grandes clubes europeos en países latinoamericanos. ¿No es una réplica del paso histórico del colonialismo al imperialismo? Es así. Y además, estas escuelas son recibidas con gran orgullo y fiesta. Yo vivía en Buenos Aires cuando se instaló La Masía, la escuela de formación del Barcelona, que por primera vez salía de Cataluña -después dejó de funcionar porque prefirieron ir directamente donde Boca-. “¡Qué bueno!”, decían todos. Cuando presentaron a Leo Coria, el último chico que contrató el Real Madrid hasta que hice el libro, un argentino de 7 años, dijeron: “¡Qué orgullo!”. El libro trata de plantear si será tan bueno que los clubes europeos hagan esto. En Brasil se están instalando

escuelas de Milan, Chelsea, Manchester United... Pasa en América Latina porque es una manera de tener la materia prima más barata. Y no decimos nada. Barcelona anunció días atrás la compra de un sueco de 9 años de nombre Zico. El problema es que si te llevás a un chico de 9 años a otro país con toda la familia, el niño no puede decir a los 10 años: “Papá, quiero ser bombero”. Toda esta tendencia mundial tiene un responsable e iniciador, que es Messi. El gran culpable de que esto haya explotado de esta manera. Su caso es tan brillante en términos comerciales y de rendimiento: cuesta unos pocos miles de euros y en menos de 10 años supera los 130 millones. El Barcelona sigue transmitiendo que lo hizo por una causa humanitaria: fuimos a buscar a un chico que necesitaba una operación y resultó que era bueno para el fútbol. Y todo esto con la leyenda de UNICEF en la camiseta. Brillante. Es un caso paradigmático, pero usted aclara que no es ejemplo. Por supuesto. Es que Messi es un imposible. Un error estadístico. Cuando jugaba en las infantiles de Newell’s ya lo hacía ganar campeonatos sudamericanos. En Perú, ganan una final 10-0 y él, habiendo vomitado toda la noche y sin dormir por una intoxicación, hace 9 goles. No es que se llevaron a un chico por caridad. Pero el caso Messi agrandó los colmillos de los padres, los clubes, representantes y otra gente que dice: “¿Y si nos sale un Messi?”. Es sacarse la lotería. Capitalismo del milagro. ¿Ahora cambió su visión del fútbol? Con la carne todo el proceso me parecía brutal, terrible, y más de una vez pensé en hacerme vegetariano. Pero pasaba por una carnicería y me compraba un bife de chorizo bien jugoso. Ese libro lo empecé siendo carnívoro y lo terminé como carnívoro conciente. Conciente del crimen, pero queriendo comer carne igual. Matar animales es malísimo, comérselos es riquísimo. Aquí pasa igual: es terrible que nuestro club traiga chicos de otro lado alejados y separados de la familia, los haga vivir en un internado, que se sacrifiquen 300 en el

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LECTURAS MOVIDAS

MALDITA DAVIS Danny Miche Miserias y egos de los tenistas como causa principal por la que la Argentina no gana la Copa. De Vilas-Clerc a Del Potro-Nalbandian. (Planeta).

TE ALENTARÉ DONDE SEA Ariel Prat Cómo vivió y narró el compositor los 38 partidos de River en el Ascenso. Prólogo de Víctor Hugo. (Milena Caserola).

CIEN CLÁSICOS, CIEN HISTORIAS Ariel Greco Veinte años del duelo Peñarol-Quilmes, que marca el pulso de una Mar del Plata que respira básquet. (Ediciones Al Arco).

camino para que llegue uno. Pero cuando ese uno nos hace ganar el campeonato y nos convierte en el mejor equipo, celebramos los goles. Estar concientes de esas contradicciones del mercado me parece que es un paso. No sé hacia dónde, eso sí. Hay también en todo esto un excesivo culto al individualismo. ¿Es irrecuperable el sentido colectivo del fútbol? El fútbol es la telenovela de los hombres, la historia que seguimos. El tipo pobre que salió y triunfó. Lo que pasa en los 90 minutos es una parte nomás, la gente no está preocupada solo por la pelotita, sino por el traspaso, cuánto costó, a dónde lo venden. Esa telenovela, por ley, tiene que tener finales felices. Entonces nos quedamos con el que llegó a Boca y se fue a Europa y triunfa, no con el que se quedó al costado del camino. Como estamos acostumbrados a recibir solo historias de éxito, se instala que ese es el camino obvio. Pero la realidad no es así, la mayoría nunca llega.

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