ESPECIAL
SUEÑOS EN MARCHA Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 fueron precedidos por un cruce entre los gobiernos argentinos y británicos. ¿Extraño? En su historia, las tensiones políticas cruzaron a menudo el mayor encuentro deportivo del mundo. P O R C R I S T I A N H . S AV I O
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ESPECIAL LONDRES 2012
olímpico con la política es Alemania. A favor y en contra. Sin dudas la cita por antonomasia en este sentido fue Berlín ’36, los Juegos que permitieron a Adolf Hitler mostrar al mundo el esplendor de la Alemania nazi. En pleno desarrollo de su plan de exterminio a judíos, Hitler fue tratado con absoluto beneplácito por las autoridades del COI, entidad que jamás se arrepintió del apoyo expresado al régimen nazi en aquella ocasión. “Los alemanes parecían adorar a Hitler”, recordó en varios reportajes Jeanette Campbell, que en 1936 se convirtió en la primera mujer enviada por la delegación argentina a unos Juegos Olímpicos. Con 20 años, rubia y de ojos azules, Campbell cautivó con su belleza “aria” a las autoridades del Tercer Reich. Tras quedar segunda en los 100 metros, la nadadora recibió la medalla de plata y piropos incómodos de parte de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler. La fascinación de los alemanes con su líder se manifestó en el desfile de los deportistas locales frente al palco de Hitler, con el brazo extendido en el clásico saludo nazi. En cambio, otro brazo extendido sería condenado y castigado por el
del establishment. Alemania sufrió en varias ocasiones el desaire olímpico. No fue invitada a Amberes 1920, París 1924 ni Londres 1948, ediciones que castigaron su papel en dos Guerras Mundiales. Los dos grandes conflictos bélicos del siglo XXI fueron los únicos acontecimientos que provocaron la suspensión de los Juegos, cuando al contrario, en la antigüedad, la cita olímpica provocaba la suspensión de las batallas. La cara más explícita de la manifestación política es el boicot. Aunque el primero fue en Melbourne 1956, los más recordados –y masivos- fueron los que, motorizados por EE. UU. y la URSS en el marco de la Guerra Fría, afectaron consecutivamente a Moscú 1980 y Los Ángeles 1984. La dictadura militar –a través del Comité Olímpico argentino- se plegó al desaire a los juegos moscovitas, a pesar de que por esos años “exportaba grandes cantidades de granos a la Unión Soviética, en oposición al embargo internacional a la exportación de granos promovido por Carter desde enero de 1980”, como recordó el doctor en filosofía e historia del deporte César Torres en una nota en 11wsports.
CON 20 AÑOS, RUBIA Y DE OJOS AZULES, LA NADADORA ARGENTINA JEANETTE CAMPBELL CAUTIVÓ A LOS JERARCAS DEL TERCER REICH EN BERLIN 1936. Y RECIBIÓ PIROPOS INCÓMODOS DE GOEBBELS. EL COI, ENTONCES, TRATABA CON BENEPLÁCITO A HITLER.
COI, cuando en 1968 los atletas negros John Carlos y Tommie Smith cerraron su puño en alto del Black Power en el podio de los 200 metros de los Juegos de México. Eran tiempos de agitación social en Estados Unidos por los derechos de las minorías negras. El año anterior, había sido asesinado Martin Luther King. La sanción llegó de parte del presidente del COI, Avery Brundage, quien sin embargo había avalado las manifestaciones nazis cuando fue presidente de la delegación estadounidense en Berlín. También un año antes, pero en la selva boliviana, era asesinado Ernesto “Che” Guevara, cuya imagen fue explícitamente prohibida por el COI para Londres 2012. Ni Malvinas, ni el Che, ni el Black Power. Las sensibilidades políticas del COI parecen estar regidas por las consideraciones
Aquella decisión dejó sin chance olímpica a una generación con aspiraciones genuinas, como la selección de básquet de Carlos Raffaelli, Eduardo Cadillac y Miguel Corti. Entre Montreal 1976 y Los Ángeles 1984, período regido mayormente por la dictadura, se dio la única sequía de medallas argentinas. Además del boicot a Moscú, hubo escasa o nula preocupación estatal por el deporte. Otro gobierno militar, la autoproclamada Revolución Libertadora, condenó el gesto con que Juan Domingo Perón premió a Delfo Cabrera tras ganar el oro en la maratón de Londres 1948: una casa en Sarandí. Aquella fue la mejor actuación argentina (7 medallas, 3 de oro) en la historia olímpica y 64 años después, en la misma ciudad y con mayor apoyo oficial, la delegación nacional sale a las pistas con sus sueños a cuestas.
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a pelota empezó a rodar en Londres, a la espera de la ceremonia inaugural del viernes. El inicio del torneo de fútbol femenino el miércoles 25 levantó el telón deportivo de los Juegos, pero las destrezas atléticas no son las únicas que se manifiestan en una reunión olímpica: aunque el Comité Olímpico Internacional (COI) se esmere en disimularlas, las tensiones políticas han estado presente en sus eventos a lo largo de la historia. “Están esperando que hagamos cualquier tontería, pero nosotros no mezclamos las cosas”. En el acto oficial de despedida a la delegación argentina, el pasado 26 de junio, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no evadió la cuestión. “No necesitamos hacer ninguna cosa que entorpezca el deporte, nuestros derechos los defendemos en los foros que corresponden”, dijo. La aclaración tenía una clara referencia: el controvertido spot publicitario filmado en las Islas Malvinas en la que el Gobierno promocionaba la participación en los Juegos Olímpicos tanto como reivindicaba la soberanía sobre el archipiélago. “Para competir en suelo inglés, entrenamos en suelo argentino”, rezaba el video en el final. El gobierno británico reaccionó indignado, y también llegaron las críticas del Comité Olímpico Internacional. “Los Juegos Olímpicos no deben ser un foro para tratar temas políticos, y el COI lamenta cualquier uso de los Juegos para esos fines’’, señaló la entidad. El forzado espíritu de “prescindencia política” parece llevarse hasta las últimas consecuencias. Hace 40 años, el ataque de un grupo terrorista palestino en la Villa Olímpica terminó con la vida de 11 miembros de la delegación de Israel, en los Juegos de 1972. La tragedia, que Steven Spielberg retrató en su película Munich, impulsó al presidente de Estados Unidos Barack Obama a sugerir realizar un minuto de silencio durante la ceremonia inaugural de este viernes. “Creemos que el ambiente no es el adecuado para recordar un incidente tan trágico”, rechazó Jacques Rogge, presidente del COI. Y asunto terminado. [Al menos el belga propició, sí, el minuto de silencio este lunes 23 en la Villa Olímpica, un homenaje que no fue televisado en vivo y en directo para mil millones de personas.] La nación que, tal vez, más ha experimentado la estrecha relación del deporte
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