El complejo del coyote: Análisis de "I like America and America likes me (Joseph Beuys, 1974)"

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“El complejo del coyote”: un análisis de 
 “I like America and America likes me” (Joseph Beuys, 1974)” por Cristian Javier Ceballos Luna

Realizado por Cristian Javier Ceballos Luna; 
 3º Grado en Comunicación Audiovisual (G2). Universidad de Sevilla
 Para la asignatura: Comunicación Audiovisual e Interculturalidad 2014/15

Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Para ver una copia de esta licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/ by-nc-nd/4.0/.


Contenido: 
 0. El arte conceptual desde el paradigma lacaniano
 1. “Todo hombre es un artista”: panorámica de Joseph Beuys y su obra
 2. “La alegoría de la jaula”: ritos y prácticas en la convivencia con el coyote.
 3. “El complejo del coyote”
 4. “I hate America and America hates me” : las mentiras convenidas de la colonización.
 5. Bibliografía


“Los indios han padecido y padecen –síntesis del drama de toda América Latina– la maldición de su propia riqueza.” “Las Venas Abiertas de América Latina” (1971, Eduardo Galeano).


0. El arte conceptual desde el paradigma lacaniano Con la perversión del signo de Saussure donde Lacan deja patente que lo primero no es la imagen conceptual (significado), sino la imagen acústica o gráfica, o en definitiva, el significante, se legitima la aparición de la psicopatología común a todos y del día a día: el lapsus. En esta lógica de incongruencia entre significante y significado se mueve el arte del concepto o arte conceptual. ¿Por qué resulta interesante el análisis de una obra de arte conceptual y no —en este caso— un discurso cinematográfico o audiovisual al uso? Si queremos analizar la gestalt que un determinado film da a una realidad socio-política determinada, donde el subtexto y no tanto el discurso explícito es el objeto del análisis, resulta de gran interés también observar como otras formas de representación artísticas desarrollan esa percepción/entendimiento del otro, y de uno mismo, como reflejo de ese otro. Si analizamos el grafo 1 de Jacques Lacan como paso posterior a esa adulteración del signo saussuriano rápidamente entendemos que es explícitamente imposible comunicar cosa alguna sin pasar por el arco del significante. No podemos expresar deseo alguno si no es a través del código. En este marco aparece como figura esencial la sanción del código, que no debe entenderse como una simple corrección o norma gramatical, sino como la adecuación de la palabra —en sentido amplio, entendida tanto desde el plano lexicológico como desde el iconológico— a ese significado que quiero dar, a ese deseo que necesito hacer explícito. El arte del concepto juega en una liga totalmente distinta, y es precisamente porque trabaja en la incongruencia entre significante y significado, que curiosamente es como, según Jacques Lacan, se estructura el subconsciente. De la misma forma en la que “Lacan se reía de Saussure y de Jakobson” —como bien declara Manuel Asensi en el seminario ‘Lacan para multitudes’— en su propuesta teórica, el arte del concepto se divierte en la confusión de su atónito espectador, porque no hay una conexión directa entre lo que se dice y lo que se quiere decir, llevando a otro nivel la figura metafórica y metonímica. Es por ello que resulta tremendamente llamativa esta manifestación artística, donde un urinario del revés puede significar mil cosas y ninguna a la vez, y donde es necesario una colosal capacidad de abstracción por un lado y un fulminante pensamiento crítico por otro, para analizar, comprender y disfrutar este arte, y de paso, no caer en la sobre-interpretación que tan común es en esta y otras muchas disciplinas.


1. “Todo hombre es un artista”: panorámica de Joseph Beuys y su obra
 Joseph Beuys (1921-1986) resulta interesante, como muchas otras personalidades, no tanto por su biografía o la escuela en la que teóricos posteriores lo inscriben con propósitos académicos como por su profundo sentido antropológico y su peculiar postura respecto a la acción civilizatoria y la tecnología —cercano al pensamiento de McLuhan—. El complejo entramado de significados que suponían los materiales empleados en su obra pasan por una profunda y “mística” cercanía a la naturaleza:“[…] alguna vez intenté expresar algo con la imagen de un chamán. Nosotros tenemos un concepto científico materialista que sostiene que lo que un chamán asegura no existe […] entonces aparece una persona que conoce los métodos del materialismo y repite lo que había hecho el chamán, que existen otras dimensiones de la vida, que existen otras fuerzas muy diferentes en el mundo y que los seres humanos en la actualidad son aislados sistemáticamente de estas últimas por los sistemas políticos, y esto lo quise demostrar.”1 Beuys entendía el arte como algo común y compartido por toda la humanidad, y consciente del concepto de ser humano como ser simbólico, mantenía que a través de sus acciones se podría despertar la conciencia y la actitud crítica de la población. “First of all revolution takes place within man. When man is really a free, creative being who can produce something new and original, he can revolutionize time”2 Algunas de sus obras parten del concepto de ‘escultura social’, que no es otra cosa que la conversación y debate con diferentes personas de distinta índole y en multitud de situaciones. Se hace especialmente evidente en “I like America and America likes me” con la particularidad de que el interlocutor es un coyote. En pocas palabras “I like America and America likes me” en una acción artística interpretada en Mayo del 74 que comenzaría en Düsseldorf y se trasladaría a New York, en la René Block Gallery. Bueys llegaría al aeropuerto Kennedy enrollado en una manta de fieltro -que para el artística significaba el aislamiento físico y metafórico con el exterior- y sería transportado en ambulancia hasta el lugar donde habitaría con un coyote durante siete días. Aunque este análisis se sustenta sobre las horas de metraje recogidas durante la acción, —y es que la performance de Beuys solo la pudieron presenciar unos pocos privilegiados— este recurso cinematográfico nos sirve para poder teorizar y reflexionar acerca de la infinidad de matices que contiene la obra. Así mismo este hecho nos invita a recordar la esencia del cinematógrafo: la posibilidad de recoger el movimiento, y en definitiva, anular el carácter efímero del tiempo para hacerlo perdurar.

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Una transcripción de las propias palabras de Joseph Beuys en el [documental] Krüger, W. (1979). “Joseph Beuys. Jeder Mensch ist ein Künstler” 2

Goldberg, Roselee (2011). Perfomance Art: from Futurism to the Present. London: Thames and Hudson. p. 149


2. “La alegoría de la jaula”: ritos y prácticas en la convivencia con el coyote. 
 Es sorprendente como Joseph motiva una “micro-cultura” dentro de la convivencia con el coyote durante esos siete días. Entendiendo “micro-cultura” —en sentido amplio y con todas las comillas que se le quieran poner— como una sucesión de acciones que acaban convirtiéndose en una moral, que no es otra cosa que una costumbre en un espacio y con unos individuos concretos. Durante los siete días de convivencia Beuys establece unos rituales diarios e interacciones con el coyote, ofreciendo a este determinados materiales u objetos como fieltro, guantes, una linterna, o el Wall Street Journal de ese día, que vienen a definir las prácticas habituales de esta virtualización de una sociedad. Pudiendo parecer una excentricidad, esta serie de rituales son una excelente praxis didáctica que hablan explícitamente de la cultura como constructo exclusivo del ser humano simbólico. A diferencia de Joseph Beuys, el coyote —y de esto hablaremos más adelante— no necesita pasar por el arco del significante, su deseo se hace explícito instintivamente en el momento en el que lo tiene. De ahí que el artista necesitara protegerse de los ataques del animal cuando este se mostraba agresivo con una estructura de fieltro —vemos que es un material con especial simbolismo y protagonismo para el autor—. En este contexto de “micro-cultura” virtual no es difícil reconocer los diferentes items que Geert Hosftede establece en su modelo de la cebolla. Tiene especial relevancia los símbolos a los que recurre el artista en el transcurso de la acción. Además de las conversaciones privadas que mantenía con el coyote —que pone en tela de juicio el acto comunicativo entendido desde la estructura teórica de Jakobson—, cada objeto tenía su rol en este intercambio con el animal. Destaca la figura del fieltro como un elemento de separación que poco a poco es desgarrado por el animal y que sin duda alguna representa la ruptura de la barrera entre El Otro y uno mismo. También ha sido muy analizada la figura del Wall Street Journal, periódico sobre el que el coyote tomó la costumbre de orinarse, una imagen que sin duda habla por sí misma. Cara al espacio compartido entre el binomio coyote y hombre, es difícil establecer un héroe, pero evidentemente el personaje protagonista de esta acción es el coyote. En palabras del propio Beuys: “I wanted to concentrate only on the coyote. I wanted to isolate myself, insulate mysel, see nothing of America other than the coyote… and exchange roles with it”3 Una potente declaración que no solo establece al coyote como el héroe y protagonista, sino que lo convierte en El Gran Otro sobre el que construir mi identidad y mi gestalt sobre un tema determinado. El coyote se transforma en el paradigma mismo del artista, en una suerte de cosmovisión personalista focalizada en el animal.

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Goldberg, Roselee (2011). Perfomance Art: from Futurism to the Present. London: Thames and Hudson. p. 151


3. “El complejo del coyote”
 “Coyote was an ‘American’ action in Beuys’s terms, the ‘coyote complex’ reflecting the American Indians’ history of persecution as much as ‘the whole relationship between the United States and Europe”4
 A través de ese apasionante proceso de incongruencia metonímica con el que opera el arte del concepto, Beuys lanza un poderoso ataque a la barbarie colonizadora y genocida que durante dos siglos se articula en el continente americano. El coyote es posiblemente el símbolo que más sencillo es de adivinar, representando en lo abstracto de la acción a ese pueblo indígena huésped de un ser extraño que llega desde fuera. A diferencia de Hernán Cortés o Pizarro, Joseph Beuys en el papel de explorador no trata de imponer en un primer momento al coyote ningún tipo de práctica, más bien se deja desnudar de su coraza de fieltro, que como ya se ha comentado, representa para el autor el aislamiento físico y metafórico. Con el paso de los días el animal deja de atacarle y establecen una relación de cooperación no-violenta. No solo resulta un ejercicio discursivo bastante explícito, sino que además se articula en la acción artística un ejercicio didáctico brillante sobre el propio concepto de pluriculturalismo y empatía. En este marco, Beuys trata de conocer su propia identidad a través de ‘El Otro’ (en este caso el coyote) otorgándole el punto de fijación, la vara que permite dictar y legitimar la ley, y construyendo la visión que tiene de sí mismo en base a ese otro idealizado. No es que el coyote se convierta en un igual para Beuys, que es la idea que podría florecer como fruto de un análisis superficial, es que el artista subordina su identidad, su ser, ante el coyote, sobre el que reposan ahora todas las cuestiones. El grafo 1 de Lacan no solo nos sirve para comprender la lógica del arte conceptual y la forma en la que el ser humano manifiesta su deseo, es además la manera idónea de entender el papel del coyote como ser que no recurre —ni puede— al código para manifestar lo que necesita, es más, no lo manifiesta. Si tiene una necesidad la suple. El arte rupturista de las últimas décadas —desde el arte bruto al expresionismo abstracto— siempre ha planteado con nostalgia ese momento en el que el ser humano no necesitaba de complejas estructuras simbólicas para vivir y tratan de alcanzar a toda costa el mundo real detrás de nuestro mundo simbólico, buscando la forma de salir de la caverna platónica o en términos más contemporáneos si se quiere, Matrix. El arte del concepto es otro cándido intento de llegar a lo real, sin entender que, detrás de nuestro simbolismo no hay una verdad suprema, sino simplemente la nada. De la misma forma que el coyote no ve el simbolismo de la acción de la que es protagonista, nosotros no podemos no ser simbólicos, no podemos manifestar cosa alguna sin el candado del significante. Es al final, en cierta forma y en otro nivel más, un planteamiento de iguales, que culmina con esa preciosa imagen del coyote y el hombre abrazados, compartiendo el mismo espacio pero con una cosmovisión totalmente diferente. Esta es la perfecta definición de pluriculturalidad.

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Goldberg, Roselee (2011). Perfomance Art: from Futurism to the Present. London: Thames and Hudson. p. 151


4. “I hate America and America hates me” : las mentiras convenidas de la colonización. “Los amerindios hallaban tan incomprensibles a los europeos […] que los investigaron con medios sobrenaturales, por medio de la brujería y la adivinación, en lugar del diálogo y las pruebas empíricas. El fracaso de América era el fracaso de comprender lo otro”5
 
 Sigue teniendo bastante sentido plantearse en panorámica la acción colonizadora en America desde 1492 hasta hoy, no solo como un ejercicio histórico que nos redima de uno de los mayores holocaustos de la historia de la humanidad, sino como una forma de corregir conductas contemporáneas de genocidio cultural hacia las formas y usos precolombinos que sin lugar a dudas siguen latentes en el territorio americano. La denuncia al continuo maltrato socio-cultural al que ha estado sometido el pueblo nativo-americano por parte de Occidente —defendiendo la definición de Occidente que hace Ronald Wright “como las naciones y culturas que son europeas o derivadas de la expansión de Europa durante los últimos 500 años”— tiene un peso fundamental en la obra de Joseph Beuys así como en el símbolo del coyote.
 
 “Solo Occidente supone que la modernidad y la occidentalización deben ser sinónimos. Japón por ejemplo es “moderno”. Ha tomado mucho de Occidente, especialmente la tecnología. Pero mantiene su propio idioma, artes, actitudes, estructura social, religión y familia real. No es ya el Japón de los shogun, pero no deja de ser Japón.”6 Así justifica R. Wright que es un acto de inconsciencia considerar las culturas precolombinas como algo arqueológico, ya que en la mayoría de los casos —y es para aplaudirlo teniendo en cuenta la persecución de colonos y misioneros— sigue siendo algo vivo y real en los territorios americanos. Tan evolucionada, transformada y contaminada por otras culturas como el ejemplo de Japón, o Europa misma. Víctimas del discurso único sin embargo, estas culturas precolombinas han sido olvidadas probablemente porque sus usos y códigos son enemigos del expolio colonizador primero, neoliberal después. Cuando al fin un presidente indígena llega a la presidencia de un país como Bolivia —con todos los defectos y desacuerdos políticos que queramos tener— es colocado en el eje del mal junto a personajes como Kim Jong-Il o Mahmud Ahmadineyad, probablemente por su opción socio-política, pero también en sus propias palabras, por estar “orgullosos de nuestra cultura, con nuestra vestimenta y con nuestra coca. Por primera vez en nuestra historia, campesinos, indígenas y originarios ingresamos al Parlamento Nacional.” Este sentimiento está omnipresente en la obra de Joseph Beuys, que denuncia bajo su acción como nuestro odio hacia culturas que no operaban bajo el paradigma científico materialista en el pasado, y ahora bajo los cánones bien del neoliberalismo conservador bien de la social-democracia cristiana nos llevan a lanzar profundos discursos de odio.

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Wright Ronald (1994) Continentes Robados. Madrid: Anaya & Mario Muchnik. pág. 19

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Wright Ronald (1994) Continentes Robados. Madrid: Anaya & Mario Muchnik. pág. 21


“A diferencia de Asia y África, América nunca vio partir a sus colonizadores. Las antiguas naciones de América no han recuperado su autonomía, lo que no significa que hayan desaparecido”7
 
 Radicalmente opuesta a la definición de pluriculturalidad que podemos sacar de “I like America and America likes me” es la actitud post-colonialista de los gobiernos occidentales hacia los territorios colonizados. “La reconquista de Iberia, que concluyó en 1492, sería el modelo para la conquista de América.”8Aún a día de hoy, la gloria de la hispanidad se construye sobre un grotesco y deshumanizado acto de xenofobia y sobre uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad. Sin embargo, acciones como la de Beuys nos invitan a replantearnos nuestra postura ante lo diferente, lo ajeno, en definitiva, ante el Otro. Como él con el coyote, los pueblos del mundo necesitan aprender a compartir un mismo espacio que cada vez se hace más pequeño debido al imparable proceso de mundialización y a la aparición de gobiernos supranacionales. El futuro de nuestra civilización necesita nacer de una relación cooperativa y sobre la construcción de un espacio de encuentro entre las costumbres y prácticas de los distintos pueblos. Pero para este proceso de transformación social de proporciones bíblicas es necesario dejar atrás la visión paternalista y etnocentrista para partir hacia una mirada libre de prejuicios y autocrítica con las costumbres de uno mismo. Aunque puede parecer un planteamiento tremendamente utópico e irrealizable, vemos como Joseph Beuys consigue establecer esta lógica de cooperación no-violenta con un animal ¿Seremos capaces nosotros?

7

Wright Ronald (1994) Continentes Robados. Madrid: Anaya & Mario Muchnik. pág. 16

8

Wright Ronald (1994) Continentes Robados. Madrid: Anaya & Mario Muchnik. pág. 25


5. Bibliografía // Obras de referencia 
 
 - Goldberg, Roselee (2011). Perfomance Art: from Futurism to the Present. London: Thames and Hudson.
 - Krüger, W. (1979). “Joseph Beuys. Jeder Mensch ist ein Künstler”
 - Morgan, Robert (2003). Del arte a la idea: ensayos sobre arte conceptual. Madrid: Akal.
 
 - Wright, Ronald (1994) Continentes Robados. Madrid: Anaya & Mario Muchnik.

- Romero, Paula (2013) “El Ángel de Itinsana”



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