Vista desde cerca, esta obra parece el sueño de un verdulero. Al alejarnos del cuadro, aparece una cabeza humana hecha íntegramente con frutas y hortalizas de verano: peras, melocotones, cerezas, ciruelas … Aunque a menudo utilizaba frutas y hortalizas para crear sus retratos, sabemos que Arcimboldo también recurría a recipientes y utensilios de cocina para crear sus fantásticas imágenes. Sus obras más importantes fueron pintadas en Praga, donde estuvo al servicio de una serie de emperadores de la dinastía Habsburgo. Arcimboldo tenía otros deberes cortesanos además de la pintura, como diseñar adornos para las fiestas. Adquirir obras de arte para la colección del emperador y, por extraño que parezca, proyectar y construir obras hidráulicas. Las pinturas de Arcimboldo se consideraban un tanto simples, lo cual no impedía que fueran imitadas, pero la popularidad no le llegó hasta que los surrealistas reconocieron en él a un artista que también amaba los equívocos visuales.
Giuseppe ARCIMBOLDO Milán ( 1527 — 1593)
El verano. 1573 Óleo sobre lienzo, 76 x 63,5 cm
Kunsthistoriches Museum. Viena.
Dalí, De Heem, Koons, Magritte