Esta aterradora imagen, basada en el célebre retrato de Velázquez, representa la expresión atormentada de un papa salpicado de sangre, prisionero en una construcción tubular que parece un trono desguarnecido. El fondo, pintado con espectaculares pinceladas verticales, desdibuja con crueldad la figura sentada que grita indefensa, con los puños cerrados. Aunque las fuentes y los motivos de Bacon se basaban a menudo en imágenes reales o tradicionales – obras de los viejos maestros, fotografías de prensa, fotogramas o placas de rayos X, por ejemplo -, su tratamiento es de una perversidad asombrosa. Como en esta obra, resaltaba las profundidades desagradables, y a veces las repugnantes, de la psique humana con una intensidad espeluznante. Aunque sus primeras obras han sido comparadas con las de Graham Sutherland, Bacon evolucionó hasta desarrollar un lenguaje propio, y siguió siendo más conocido por sus distorsiones, a menudo horrendas, de la forma humana.
Francis Bacon Dublín (1909) Madrid (1992)
Estudio sobre el retrato de Inocencio X de Velázquez. 1953 Óleo sobre lienzo, 153 x 118 cm
Figurativo idiosincrásico
Des Moines Art Center,
El Bosco, Manzú, Soutine, Sutherland, Velázquez