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«¡No podía faltar un amanerado en la serie!»
La homofobia en el discurso del movimiento otaku en la década del 2000
escribe: Raul Antonio Oliva Muñoz1
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Aunque muchos millenials recordemos con nostalgia la introducción de la animación japonesa en el Perú y cómo se tornó rápidamente en una plataforma alternativa de contenidos donde las disidencias sexuales empezaron a cobrar cierta notoriedad, cabe precisar que al inicio de la década del 2000 los líderes de opinión del movimiento otaku en el Perú no simpatizaban con esta pluralidad; y que su discurso, en cambio, denotó una gran dosis de homofobia, la cual no solo moldeó negativamente la opinión de sus seguidores, sino que, lamentablemente, era al mismo tiempo un reflejo fiel de las representaciones sociales negativas en torno a la diversidad sexual y de género, siendo compartidas por un grupo mucho más amplio de seguidores de la animación japonesa.
Tal época resulta interesante de analizar porque a mediados del 2002 llegaba a su fin la primera edad dorada de la animación japonesa en el Perú. Pese a los auspicios de diversas instituciones públicas y privadas, como el mismo Instituto Nacional de Cultura del Perú, la salida del canal Locomotion de la principal operadora de televisión por señal cerrada, Cable Mágico (ahora, Movistar TV), marcó un antes y un después en la disponibilidad de contenido de animación japonesa y en la rentabilidad de la industria en torno a ella; como se pudo constatar en la salida del mercado de la revista Masaka, primero, y poco tiempo después también de la emblemática revista Sugoi. Durante aquella época, ya de franco declive, las series de animación japonesa que habían sido transmitidas en señal abierta en los últimos dos años, como Neon Genesis Evangelion o The Vision of Escaflowne, constituían un importante baluarte para la creación de contenidos y para el sostenimiento de las revistas de divulgación, por ser referentes ubicuos para un público más amplio.
Es en ese contexto cuando aparece en la revista Sugoi un artículo de corte satírico en torno a la serie Escaflowne titulado «Visión de Escaflowne, o como dijeron sus creadores ‘Ya visionamos la plata que vamos a hacer con esto’ jajaja» (Arredondo, 2002). La sección de Raje, como se denominaba, no era nueva dentro de Sugoi: de hecho constituía un segmento permanente dentro de la revista, y probablemente era una de las secciones más populares de la misma. Consistía en un análisis burlesco en torno a cada uno de los personajes de una serie determinada, que identificaba las inconsistencias en los arcos narrativos de los protagonistas y la manera en que su forma de ser desafiaba la moral pre-establecida de la sociedad limeña, para gusto de los seguidores de la animación japonesa en el Perú.
En dicho artículo, como en tantos otros que le antecedieron y precedieron, podemos encontrar la opinión de que el abordaje de la disidencia sexual en animes y mangas, más que una reivindicación positiva o el reflejo de la complejidad inherente a cualquier sociedad, era una cuestión de morbo, al nivel de la inclusión de un personaje con un trastorno antisocial dentro de la trama de una serie; que obedecía (sic) «a la satisfacción de los más retorcidos gustos» de algunos fans (p.46, Arredondo, 2002); y cuya inclusión dentro de estos relatos, por ende, respondía principalmente a criterios comerciales.
Por ejemplo, se señala lo siguiente respecto al personaje Dilandau, uno de los antagonistas de Escaflowne:
«Los productores de la serie se dieron cuenta que habían omitido algo importantísimo: ¡No habían incluido un amanerado en la serie! Para compensar esto, el pobre Dilandau se transformó (por obra y gracia de los escritores) en algo totalmente innovador en el mundo del anime: ¡un transformista!... gracias a la fábrica de locuras (o de locas) de los malos... Pero no contenta o contento (¿?) Dilandau reclamaría, a viva voz, que algo le faltaba: ‘Mi bomberito!’, ‘me han quitado mi p...’, ‘que me lo devuelvan’...». (p. 47, Arredondo, 2002).
En la sección «preguntas sin respuesta» se re-incide en esta clase de abordaje del tema. El autor se pregunta: «¿Dilandau decidirá si quiere ser hombre, mujer o qué?» (p.48, Arredondo, 2002).
En línea con el tratamiento despectivo de dicho personaje, en el artículo también se señalan otros rasgos que se suelen destacar o condenar desde una lectura machista de la masculinidad, como cuando se resalta que el Duque Freid, otro personaje, era un «cornudo», que debió arrojar a un pantano a su nieto amanerado, el «algo», por ser una «vergüenza nacional». Del mismo modo también se señala que el Superior Amano, otro personaje, «probablemente era gay» porque no entendió ninguna de las indirectas de Hitomi (la protagonista), señales que significaban claramente «hazme un hijo, grandísimo idiota».
19 años después, este tipo de artículos, más allá de ser una expresión tangible de la homofobia y transfobia imperantes en la comunidad otaku peruana de aquella época, son también un claro recordatorio de la necesidad de contrarrestar esta clase de opiniones no solo con la censura de lo políticamente correcto; sino principalmente a través del establecimiento de espacios y liderazgos alternativos, que reivindiquen, celebren y difundan la inclusión de tramas, sub-tramas y de personajes LGTBIQ en mangas e historietas peruanas y extranjeras.
En la actualidad, gracias al Día del Cómic, la ComiCon y a las herramientas digitales que le han dado un impulso decisivo al trabajo de los creadores de contenido, se habla de un nuevo resurgir de los mangas e historietas nacionales bajo la sombrilla del movimiento geek. Por ello, se necesita, más que nunca, líderes de opinión locales que debatan con las nuevas cepas que surjan de esa mentalidad reaccionaria; y que les contesten enérgicamente: «¡desde luego, es muy importante que exista un amanerado en toda serie!». / /
1 Raúl Oliva (Cayaltí, 1990). Psicólogo Social por la PUCP, maestrando en Política Social por la UNMSM. Dedicado a la evaluación de impacto de proyectos sociales. Miembro del Club de Lectura Gayctura. Ha publicado cuentos y crónicas de temática LGTB+ en diversos medios. IG: @tadeusz13
Lista de referencias:
Arredondo, A. (2002). «Visión de Escaflowne, o como dijeron sus creadores ‘Ya visionamos la plata que vamos a hacer con esto’ jajaja». Revista Sugoi, 5(18), pp.46-48.