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Tradicionales y diversas: ¡todas son familias! ¡que no falte ninguna!

En 1982, el presidente Belaúnde Terry determinó que, cada segundo domingo de setiembre, se celebrara el Día de la Familia. Luego de casi 40 años de esta medida, vale preguntarnos ¿qué entendemos hoy por familia en el Perú? ¿qué tanto acogemos los tránsitos que las familias han experimentado en nuestro país? ¿qué líneas de acción podemos desplegar, tanto desde el espacio público como privado, para incorporar la diversidad de las familias en nuestras vidas cotidianas?

En el reciente libro Familias peruanas. Más familias de las que imaginabas (2020), Urpi Torrado y Carla Pennano (2020) utilizan datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) e identifican once tipos de familias. Sí, ¡once! Entre sus hallazgos, destacan que hoy el 21.8%, es decir, poco más de 1 de cada 5 son familias tradicionales (i.e., papá, mamá, niños) y 78.2%, es decir, poco menos de 4 de cada 5 son familias diferentes (i.e., mamá sola con hijos; unipersonal; pareja, hijos y otros parientes; corresidentes; entre otras). No obstante, a pesar de las evidencias, esta diversidad aún es invisible en las imágenes de familia de medios de comunicación, sermones en las iglesias y contenidos de textos escolares. Esto es grave en la medida en que, como sabemos, en estos tres ámbitos se despliega el sentido común y, al hacerlo, se validan y refuerzan los imaginarios que reproducimos en la vida social.

La negación de la diversidad de las familias tiene consecuencias sociales como la persistencia de narrativas y prácticas discriminatorias, y económicas si, quienes diseñan o venden un producto, no tienen claridad sobre el perfil de sus potenciales clientes. Sin embargo, las consecuencias de esta falta de reconocimiento desbordan lo cotidiano afectando también la acción pública. Acoger la diversidad es un reto permanente que supone trascender nuestros marcos de referencia, estrategias y herramientas. Implica, además, salir de nuestra zona de confort, pensar fuera de la caja y desplegar la creatividad.

Así, a fin de aportar al diálogo, proponemos cinco líneas de acción: (i) promover la investigación-acción en escuelas y universidades en torno a la diversidad de las familias a fin de generar conocimiento nuevo y/o renovado sobre sus dinámicas; (ii) generar propuestas creativas de contenidos reflexivos, a través del uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación, en torno a la diversidad de las familias que puedan ser utilizados como materiales educativos complementarios, (iii) establecer alianzas con medios de comunicación local para difundir imágenes que promuevan la solidaridad y empatía en torno a la diversidad de las familias, (iv) incidir en que los programas sociales gubernamentales acojan la diversidad de las familias y garanticen su atención oportuna, y (v) activar, desde la sociedad civil, espacios de diálogo y mecanismos para el reconocimiento de la diversidad. La diversidad no es un estigma y merece ser celebrada porque nos interpela y, al hacerlo, nos enriquece. En adelante, cada segundo domingo de setiembre, celebremos la diversidad de las familias que habitan nuestro Perú. Que no falte ninguna.

Silvana Vargas Winstanley. Ex Ministra de Desarrollo e Inclusión Social. Ph.D. en Sociología y Demografía Rural de la Universidad Estatal de Pensilvania, EE. UU. Profesora principal del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) en donde, actualmente, es Directora Académica de Responsabilidad Social.

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