13 8 El algodonero en el Valle de Matamoros leyenda

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8. LA LEYENDA DEL ALGODÓN

Por Miguel Ángel Margáin



Ing Manuel HuMberto gonzalez raMos

A mediados del siglo XX, en pleno auge del cultivo del algodonero en el Valle de Matamoros, surgieron poetas y escritores que ensalzaban al llamado “Oro Blanco”, fuente de riqueza y prosperidad. El Sr. Margáin fue uno de ellos diciendo que esta Leyenda se la contó el viento – porque el viento fue antes y lo sabe todo. Fue en la hora de nadie, en la hora en que no son ni las luces ni las sombras. Fue en la orilla del mar donde el viento – que a veces suele tener ingenuidades de niño – jugueteaba con unos blancos copos de algodón, él mismo les había llevado a reposar sobre la arena y ahora los arremolinaba y volvía a dejar caer suavemente. Jugueteaba con ellos con esa gracia propia que tiene el viento para acariciar las flores, y las hojas, y los cabellos. Y el viento me contó: “Fue poco después de la creación, yo asistí a toda ella, yo seguí a los millares de ángeles que acompañaban al Señor y experimenté como ellos todas las emociones y todos los asombros, yo vi cuando fue hecha la luz, y cuando fueron hechas las aguas y el firmamento, y los árboles, y las estrellas, y la luna y el sol; y los ángeles se maravillaron cuando fueron creados los animales y sonrieron cuando el Señor vio que todo lo hecho era bueno. Y por fin dijo Dios, hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra, y domine los peces del mar, y las aves del cielo, y Las bestias, y todo reptil que se mueva sobre la tierra. Los ángeles temblaron porque había nacido el hombre y porque advirtieron en él la chispa divina con que el Señor había iluminado su cerebro; porque entrevieron su poder y los ángeles quedaron estáticos porque nada más perfecto hasta entonces se había creado. Pero el hombre era triste, viéndolo el Señor, compadecióse de él y caer en un profundo sueño, de una de sus costillas creó a la mujer. Los cielos fueron más azules, las aguas más claras, las flores perfumaron más y las aves cantaron con más dulces trinos. Con la creación de la mujer el mundo entero sonreía y los ángeles sonrieron también y aletearon de gozo y todos ellos querían acercarse para ver de cerca la obra del Señor, apretujándose para verle mejor. En su alboroto por la presencia de aquel alarde de belleza, de forma y de color entrechocaban sus alas de las que caían finísimas plumas sobre la tierra. Viendo esto el señor dijo a los ángeles. - Que estas plumas vuestras que ha sabido arrancar la belleza de mi más amada creación, perpetúe por los siglos de los siglos, la creación de la mujer, y es mi deseo que sean semillas de una flor blanca y pura como vuestras alas y que no haya lugar sobre la tierra en que no hagan acto de presencia; que estén en la alegría y en el dolor, y que no falten jamás en ningún hogar sobre la tierra.


El algodonEro En El vallE dE matamoros, tam.

Y aquellos capullos, y aquellas plantas que germinaron de las alas de los ángeles dispersáronse por la tierra… En el tosco pesebre de Belén fueron pañales para recibir al Hijo del Hombre, y fueron sudario en el Calvario, y lienzo sagrado en las banderas, impulso en las velas de las gloriosas carabelas, emblema en los adioses, apósito en las heridas y ha resguardado al hombre de los ardientes soles y de los fríos intensos, y ha cubierto sus carnes…” Así nació el algodón de la admiración que la belleza de la primera mujer causó a los ángeles, germinó por mandato de Dios y fue por Él bendito… Me lo contó el viento, porque el viento está en todas partes, fue en la hora de nadie y frente al mar.


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