2 19 Leyenda la Luz Llanera

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LIBRO MITOS, LEYENDAS Y MENTIRAS DE LA H. MATAMOROS LEYENDAS DE MATAMOROS

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Entrando en materia y para mayor conocimiento e inteligencia de mis lectores, es importante explicar el significado de LA LEYENDA: Sus orígenes son cristianos; los frailes la utilizaban para narrar la vida de un santo o de un mártir y era leída en los servicios religiosos o durante las sobremesas del pasado. Sin embargo, con el transcurso del tiempo la leyenda, como concepto, tomó otro giro, pues al añadírsele motivos de mitología y al popularizarse se convirtió en el relato folclórico de sucesos reales o fantásticos. Por lo tanto, ahora la leyenda es una narración basada en hechos supuestos que incluye una mezcla de elementos tradicionales y dramáticos para hablar sobre una persona, un lugar específico o algún incidente ocurrido en un lugar determinado, pero que son aceptados como reales por narradores y escuchas. Lo interesante de la leyenda es que en ocasiones se da una singular combinación de hechos reales y de ficción, cuyo punto de partida muchas veces suele ser una anécdota o una situación históricamente verídica. Cuando la leyenda es creada y con el tiempo se consolida en el folclor de un pueblo, éste la adopta como suya y por eso se le considera como patrimonio popular, pues va estrechamente vinculada a un pueblo concreto, a un país o a una religión. Sin embargo, la leyenda también puede ser considerada como patrimonio de la humanidad cuando narra sucesos comunes a todas o a un buen número de culturas. Tradicionalmente, y dentro de su estilo narrativo muy particular, la leyenda es ubicada en un lugar específico y en una época concreta y, por lo general, parte de hechos reales aunque estén idealizados o dramatizados. La leyenda se diferencia de la historia propiamente dicha tanto por el énfasis de la narración como por su propósito, que algunas veces es de tipo didáctico o nacionalista. Asimismo, la leyenda suele versar sobre un héroe humano –conocido como héroe cultural– o un pueblo. Las leyendas incluidas en este libro forman parte importante de la cultura matamorense. Se han transmitido de generación en generación, y con frecuencia experimentan supresiones, añadidos o modificaciones, porque contienen con mayor o menor proporción elementos imaginativos y que generalmente quieren hacerse pasar por verdaderas o basadas en la verdad, o ligada en todo caso a un elemento de la realidad.

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LIBRO MITOS, LEYENDAS Y MENTIRAS DE LA H. MATAMOROS 2.19 Leyenda LA LUZ LLANERA Atribuida a Florentino Cuéllar Martínez Si viajamos de Matamoros a San Fernando vemos a ambos lados de la carretera tierras dedicadas a la agricultura, es raro el árbol que se haya dejado con el propósito de cuidarnos del "candente sol de nuestro ardiente estío". Pero a principios de siglo XX el paisaje era muy diferente, no existían caminos pavimentados, mucho menos la carretera, y en casi todo el trayecto abundaban mezquites, ébanos, granjenos, palos blanco y demás ejemplares de nuestra región.

En los inmensos llanos la arboleda agrupada en “mogotes”

Unos 40 kilómetros antes de llegar a San Fernando, donde actualmente se unen las carreteras de Matamoros y Reynosa, hacia el Norte y Oriente se extendía una gran extensión de tierra conocida como Los Llanos del Tejón, por el nombre del principal rancho del lugar. A pocos kilómetros, en el límite de los llanos, donde comenzaba el monte, existían otros ranchos como La América, El Abra de Emiliano, La Rosita, El Mortero y otros.

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En aquel tiempo era una región ganadera, no existían los medios de comunicación y la principal distracción de los rancheros de la región era reunirse después de cenar a platicar las hazañas del día o cualquier otra historia o experiencia. Se platicaba que en los llanos, en los días de invierno se aparecía una luz como bola de fuego, y que tenía la característica de que cuando se le perseguía, la Luz huía y si la persona se alejaba la luz pareciese perseguirlo. Fantasía o realidad, no lo sé. No obstante, de vez en cuando llegaba algún ranchero comentando: ¡Qué correteada me dio la luz llanera! ¡Ya se me hacía que me alcanzaba!" a lo que no faltaba el comentario del valiente que decía: ¡Qué ansias tengo de encontrarme con la mentada luz para darle una corretiza, se me hace que una noche de estas hasta la lazo! Y las pláticas continuaban con más ánimo. Julio Cuéllar relataba que en una ocasión "al salir de Los Llanos del Tejón rumbo a San Fernando había vislumbrado una luz, y a pesar de que la noche estaba muy negra se comenzó a aclarar, pero no era ni la luna, ni como el sol; era una Luz detrás de mí como la que ahora traen los muebles (vehículos), a mí me dio miedo y no quise voltear para atrás, pero la luz crecía, ya veía bien los mezquites de la orilla del camino y en una parpadeada, como que se fue, regresó la oscuridad". En un día de invierno estaban alegres en El Abra de Emiliano, ya que alguien había matado un venado de ocho puntas y las mujeres habían decidido hacer tamales de su sabrosa carne. Se sentía el frío viento del Norte y una fina lluvia había comenzado en la tarde, las mujeres en el molino, la chimenea encendida y los hombres habían sacado una botella de mezcal de San Carlos para calentarse el cuerpo, mientras platicaban o cantaban.

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Las parlanchinas mujeres haciendo tamales de venado

El cielo se veía oscuro como a las seis de la tarde, cuando el balido de uno de los becerros del corral hizo que viniera una de las muchachas que estaba haciendo tamales y les dijo: "Dice la señora que no cayó la vaca capirota de la leche, el becerro no mamó y por eso está berreando", todos sabían que eso significaba, había que ir a buscar a la vaca, pero Atilano Flores, el caporal vio a su gente tan contenta que les quiso poner la muestra y les dijo: "No se apuren muchachos, yo voy a buscar a la capirota, nada más ensíllenme el caballo moro para ir a buscarla. Ante el cambio de la tarea, no faltaron voluntarios para ir por el caballo y ensillarlo. Monta Atilano el jamelgo, se cubre con la extensa capa de hule y se dirige a Los Llanos del Tejón, lugar donde campeaba la vaca y muy especialmente cuando soplaba el norte. El llano estaba cubierto con pasto tierno por las últimas lluvias y estimulado por los nortes con agua o chipi chipi como en esta ocasión, aún había charcos y lagunetas donde a veces se atascaban los animales, debido a que sus delgadas pezuñas se enterraban en el terreno blando y después no podían salir, algo parecido a las arenas movedizas, en esas circunstancias, el único remedio era traer la yunta, lazar a la vaca de los cuernos o caballo por el cuello y estirarlo, en ese proceso casi siempre se desnucaba y si no tenía mucho tiempo atascado la carne se utilizaba para consumo humano, de lo contrario se le quitaba la piel y se dejaba la carne para los perros y los zopilotes. Fue precisamente en una de estas lagunas donde Atilano vio por primera vez a la luz llanera reflejada en el espejo del agua, a primera 6


intención pensó que era la luna pero pronto se percató de que estaba en otra dirección. "Allí está mugre fregada" y se dirigió a otros lugares conocidos. A pesar de ser un inmenso llano, en determinados lugares se forman pequeños grupos de árboles, casi siempre huizaches, mezquitas y barretas donde los animales se meten para protegerse del calor, el frío o el agua, así recorrió el mogote del Guajolote, el tamarindo, del panal y otros, a veces creía ver la figura de la vaca capirota pero al acercarse era otra o las propias ramas de los árboles y las sombras de la noche lo confundían. Dos o tres veces Atilano vio la luz llanera en diferentes lugares lo que le preocupó, ya que la luz siempre se veía en la misma dirección, le vino un acceso de tos y Atilano pensó: "Esta costumbre de andar chupando trabajo...”. Parece que me quiere dar gripa... mejor me regreso, no me vaya a enfermar. Apenas había tomado el rumbo de El Abra cuando Atilano ve la luz llanera que tomaba su mismo camino, Atilano pensó: "Ahora solo me falta que a esa méndiga bola le dé por perseguirme" y continuó su camino, afortunadamente la luz estaba atrás, se propuso no voltear para no verla.

La Luz llanera sobre el maizal 7


Algo sucedía para que Atilano se sintiera más nervioso, a veces parecía temblar, sentía como que lo perseguían, a veces le pereció escuchar el trote de otro caballo detrás de él, volteó y vio que la luz se le había acercado mucho, la veía como a unos 200 pasos, "ahora sí, esa mugre como que se acerca". Pensó Atilano. Por aquello de las dudas hizo trotar a su caballo y ya veía que estaba cerca el fin del llano, una vez allí el casco del rancho quedaba a menos de un kilómetro. Atilano seguía preocupado, estaba seguro que no tardaría en llegar al rancho a tomar una buena taza de café caliente y con un poco de mezcal le haría el mejor efecto, pero continuaba con la sensación de sentirse perseguido, alguien debía estar cerca de él, nuevamente dirige la vista hacia atrás y vio que la luz estaba a menos de 100 metros, "No puede ser, ¿será que estoy desvariando? esa mugre no hace nada, nada me puede pasar, mi padre decía que debemos temerlo a los vivos, los muertos no hacen nada... aquí no pasa nada... no pasa nada..." y continuaba repitiendo esa frase salvadora. "Ahora llego y a dormir... no pasa nada..." seguía repitiéndose. El caballo estaba gordo y nuevo, pero relinchaba seguido y a veces como que bufaba, Atilano sentía que su próximo bienestar dependía del caballo. "Ya estamos llegando", se dijo, pero no sintió alivio, sintió como que le jalaban de la capa o le tocaba uno de los estribos, el caballo se detuvo, volteó nuevamente la cabeza y ve en el estribo a la luz y escuchó que le decía: "échame en ancas papasito". Atilano le picó con las espuelas al caballo el que salió a galope tendido, pronto llegó al rancho, los trabajadores salieron al escuchar el galope. ¿Qué te pasa 'Tilano? ¿Dónde dejaste la vaca?" No se podía bajar del caballo, estaba "engarrotado", pidieron ayuda, lo bajaron y lo llevaron a un catre, no podía hablar, se tomó una taza de café bien caliente y por fin comenzó a referir su historia pero con voz débil, terminó el relato, dijo que se quería dormir pero le daban como espasmos, pronto se le pasaron pero Atilano ya no respiró. Los tamales y el mezcal sirvieron para el velorio y sus amigos hicieron una caja en la que lo sepultaron al día siguiente. Todos comentaban: ¿sería verdad que se le acercó la luz tanto así? Pa' mi que ya traiba la calentura tan alta que se la imaginó, comentó uno. "No sean ansína, yo ya les platiqué que en una ocasión la luz me corretió" comentó otro. "Pos por sí o por no, Atilano ya es difunto y más nos vale tratar a la mentada luz con respeto" dijo un tercero y los demás asintieron con la cabeza. 8


El Velorio de Atilano

Moraleja: “El que cree en espantos, hasta de la mentada bola de Luz Llanera se asusta�

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IN OMNIBUS VERITAS El libro está disponible para su consulta en la biblioteca pública municipal Prof. Juan B. Tijerina y en la del Parque Olímpico. Se puede adquirir en las librerías Nilo, Proceso y en el Museo Casamata.

Correos electrónicos manuelhumbertogonzalezramos@yahoo.com.mx elcronistadematamoros@hotmail.com Tel. Cel. 8681206978. Facebook: Manuel Humberto González Ramos Vera Historia de la H. Matamoros, Tam Issuu: http://issuu.com/cronistadematamoros/docs

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