2 41 Leyenda los Tesoros de Puerto Bagdad

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LIBRO MITOS, LEYENDAS Y MENTIRAS DE LA H. MATAMOROS LEYENDAS DE MATAMOROS

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Entrando en materia y para mayor conocimiento e inteligencia de mis lectores, es importante explicar el significado de LA LEYENDA: Sus orígenes son cristianos; los frailes la utilizaban para narrar la vida de un santo o de un mártir y era leída en los servicios religiosos o durante las sobremesas del pasado. Sin embargo, con el transcurso del tiempo la leyenda, como concepto, tomó otro giro, pues al añadírsele motivos de mitología y al popularizarse se convirtió en el relato folclórico de sucesos reales o fantásticos. Por lo tanto, ahora la leyenda es una narración basada en hechos supuestos que incluye una mezcla de elementos tradicionales y dramáticos para hablar sobre una persona, un lugar específico o algún incidente ocurrido en un lugar determinado, pero que son aceptados como reales por narradores y escuchas. Lo interesante de la leyenda es que en ocasiones se da una singular combinación de hechos reales y de ficción, cuyo punto de partida muchas veces suele ser una anécdota o una situación históricamente verídica. Cuando la leyenda es creada y con el tiempo se consolida en el folclor de un pueblo, éste la adopta como suya y por eso se le considera como patrimonio popular, pues va estrechamente vinculada a un pueblo concreto, a un país o a una religión. Sin embargo, la leyenda también puede ser considerada como patrimonio de la humanidad cuando narra sucesos comunes a todas o a un buen número de culturas. Tradicionalmente, y dentro de su estilo narrativo muy particular, la leyenda es ubicada en un lugar específico y en una época concreta y, por lo general, parte de hechos reales aunque estén idealizados o dramatizados. La leyenda se diferencia de la historia propiamente dicha tanto por el énfasis de la narración como por su propósito, que algunas veces es de tipo didáctico o nacionalista. Asimismo, la leyenda suele versar sobre un héroe humano – conocido como héroe cultural– o un pueblo. Las leyendas incluidas en este libro forman parte importante de la cultura matamorense. Se han transmitido de generación en generación, y con frecuencia experimentan supresiones, añadidos o modificaciones, porque contienen con mayor o menor proporción elementos imaginativos y que generalmente quieren hacerse pasar por verdaderas o basadas en la verdad, o ligada en todo caso a un elemento de la realidad.

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LIBRO MITOS, LEYENDAS Y MENTIRAS DE LA H. MATAMOROS

La Heroica Matamoros es una ciudad que crece llena de vitalidad y gran potencial de progreso. En ella han encontrado Refugio las familias provenientes de otros lugares de la República, del Continente americano y de Europa. El carácter abierto, franco y emprendedor de sus habitantes ha sido forjado por la ubicación de nuestra ciudad en el delta del rio Bravo, por su vecindad con los Estados Unidos del Norte con el que ha mantenido intenso intercambio económico y cultural; aunado a las guerras civiles, intervenciones extranjeras, sequías, innumerables inundaciones, huracanes, epidemias e inmigraciones masivas. Pocas ciudades en el noreste de la República Mexicana tienen una historia tan “altiva y heroica, en donde la sangre palpita en el pecho de sus hijos, al recuerdo glorioso de sus héroes y su honor”. El conocimiento de nuestro pasado es una rica fuente de inspiración, que nos llena de orgullo y nos ayuda a encarar al futuro.

Leyenda 2.41 Los Tesoros de Puerto Bagdad, Tam. México. Compilada por Ing. Manuel Humberto González Ramos

De vez en cuando y desgastada por el tiempo, surge en la memoria cultural de los matamorenses la cuestión del Puerto de Bagdad, el cual hace muchos años existió en la desembocadura del río Bravo o Río Grande del Norte. Hay innumerables historias acerca de Bagdad, algunas verdaderas, otras son más ficción que hechos concretos: No es cierto que Bagdad fue fundado primero que Matamoros, ni que Bagdad “desapareció sumergido en el mar” a 4


causa del huracán de 1867, o por un tsunami como lo afirmó ante la televisión el supino cronista “oficial” Clemente Rendón. Es igualmente falso que el nombre de Bagdad se deba a que por este puerto llegaron muchos árabes. Fueron los invasores gringos en 1846 los que impusieron ese nombre al ver la pequeña población entre las dunas. La pequeña aldea de pescadores que desde 1777 existió en la Boca del Río y que en 1835 se llamaba Villa Hermosa de Santa Ana, sufrió los embates de los huracanes de 1791, 1829, 1830, 1831,1835, 1837, 1844 y 1848, los que causaron gran destrucción y muerte. Después de la guerra de conquista de los Estados Unidos del Norte contra México (1846-1847), el puerto fluvial de Matamoros sufrió la pérdida del poblado de Frontón de Santa Isabel a la orilla de la Laguna Madre y la del puerto marítimo de Brazo de Santiago, ambos al norte del río. Quedándole únicamente las pequeñas instalaciones portuarias en Boca del Río. Hay referencia que el nombre de Bagdad lo dieron los invasores yanquis en 1847, cuando al preguntar a los lugareños como se llamaba el poblado ubicado en la bocana del río, ellos respondían La Garita por la instalación aduanal ahí existente, palabra difícil de pronunciar para los gringos. Sin embargo, la soldadesca gringa afirmaba que ellos preferían llamarle Bagdad por su idílica apariencia sobre las blancas y finas arenas de las dunas, cuyo aspecto les hacía recordar al de aquella legendaria ciudad del desierto capital del antiguo Imperio Persa.

Todos los edificios y banquetas fueron construidos con madera Las banderas identificaban los consulados de Francia, Prusia e Inglaterra

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El nombre de Bagdad aparece por primera vez en un mapa de 1854 y significa “Regalo de Dios” en persa, por la fertilidad de la región donde floreció la metrópoli de Mesopotamia, hoy Iraq. En 1864 también se le denominó Villa Cortina. La guerra civil en los Estados Unidos del Norte (1861-1865), o guerra de Secesión, trajo consigo y por corto tiempo una gran bonanza para Bagdad, basada en el tráfico del algodón producido en los Estados Confederados y exportado a Europa a cambio de armas y otros pertrechos, llegando a contar con una población de más de 6,000 habitantes. Simultáneamente se sufrió la Guerra de Intervención Francesa en México, que afectó esta región durante 1864 y 1866. Hubo un tiempo en que Matamoros y Bagdad estuvieron bajo “los fuegos cruzados” de cuatro ejércitos: los de la Unión, la Confederación, los Imperialistas franceses y los Liberales mexicanos. La lenta decadencia de Bagdad comenzó al finalizar estos dos últimos conflictos, por el Saqueo hecho en 1866 por tropas blancas y negras de la Unión, y por el huracán del año de 1867, de cuyos estragos nunca se recuperó. En 1871 es declarado dentro del Partido de Matamoros. La construcción en 1872 del ferrocarril de Puerto Isabel a Brownsville, hizo disminuir el tráfico de embarcaciones ribereñas, que era el sustento económico de los pocos habitantes que quedaban en Clarksville, Tx. y Bagdad. Después del huracán de 1880, el Puerto de Bagdad fue declarado oficialmente inexistente. En su breve y tumultuosa existencia Puerto Bagdad fue azotado por los huracanes de 1867, 1874, 1880, 1881, 1886, 1889. No obstante, la Boca del Río siguió siendo visitada por algunos barcos de cabotaje, hasta que el huracán de 1898 cerró definitivamente la barra del río para dichas embarcaciones. El último paquebote ribereño “El Bessie” fue abandonado en 1903 frente a Brownsville y posteriormente desmantelado. A través de muchos años y con indescriptible necesidad de conocer el origen, auge y ocaso del legendario Puerto, fui poco a poco compilando la escasa y dispersa información sobre Bagdad y su comarca. Aunado a lo anterior, consultando antiguos mapas y con la ayuda de mi hijo Rodrigo Emanuel, llevé a cabo una sistemática exploración arqueológica en “Situ”. Los relatos orales transmitidos de generación en generación entre los habitantes del ejido La Canasta, dieron origen a la leyenda de los Tesoros en Puerto Bagdad. En ellos se asevera que en esa villa existieron dos bancos para 6


resguardo del dinero, cuyos edificios estaban construidos con macizos ladrillos, todos los demás inmuebles eran de madera, utilizándose el ladrillo únicamente para las chimeneas. Las mareas inundaban con cierta frecuencia la población razón por la cual las banquetas de maderas y la mayoría de los edificios estaban erigidos sobre palafitos. La vida de los habitantes de Bagdad no era tan apacible como pudiese pensarse: Inmigrantes franceses, belgas, ingleses, germanos, austriacos, irlandeses, italianos, norteamericanos partidarios de la Confederación y otros de la Unión, mexicanos Conservadores, mexicanos Liberales, indios y negros libertos, hacían un babel de aventureros y trúhanes, una mezcolanza de culturas que estallaba en los frecuentes disturbios, ataques y saqueos a la población. Se dice que debido a tan azarosa vida, la mayoría de la gente no confiaba en la seguridad de los bancos, ni en sus administradores judíos, prefiriendo ocultar sus pertenencias más valiosas en sus propias casas, siendo uno de los lugares preferidos los retretes o “excusados de pozo”. Además de bandidos y asaltantes, existía el siempre presente peligro del azote intempestivo de tormentas y huracanes, que con fuertes vientos y marejadas causaban destrucción de las endebles casas y acarreo de grandes cantidades de arena, que en ocasiones sepultaban los lugares destinados para la terrenal necesidad de defecar. Muchos perdieron ingentes cantidades de dinero de esta manera, al no poder localizar el lugar donde ocultaron sus tesoros.

Requirió más de diez años de ardua búsqueda comprobar la veracidad de la leyenda. Durante ese lapso de tiempo se utilizaron varios modelos de 7


detectores de metales, cada vez más modernos y potentes. No obstante, la paciencia y tenacidad dio fruto un soleado día, en que se identificó la presencia de una masa férrica, sepultada en la arena a un metro de profundidad. Al excavar con exaltación se descubrió que era una pieza de hierro remanente de un barco que alguna vez surcó el río Bravo. En Bagdad hubo astilleros en ambas orillas del “bayuco” en donde se daba mantenimiento a los pequeños buques de vapor.

Una vez recuperados del momentáneo desaliento, tercamente se deslizó el disco del detector por las paredes de la excavación, ya que se empezó a oír en los audífonos el inconfundible sonido de la plata. Momentos después, se tuvo la buena fortuna de descubrir diez monedas del valioso metal, de ocho reales o pesos duros, apiladas verticalmente y unidas entre sí por el cloruro de plata originado por el corrosivo ambiente salino.

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Exhibición en el Museo Casamata

Moraleja: “Madruga y verás; busca y hallarás"

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Este libro se puede adquirir en la librerĂ­a PROCESO

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IN OMNIBUS VERITAS

Los libros de mi Autoría se pueden consultar en las bibliotecas de la H. Matamoros: Eliseo Paredes Manzano, Juan B. Tijerina y en la del Museo Casamata. En el Archivo Municipal de Reynosa. En Cd. Victoria en la Biblioteca Estatal Ing. Marte R. Gómez, en el Museo Regional de Historia de Tamaulipas, y en el Archivo General e Histórico del Estado de Tamaulipas. Se pueden adquirir en las librerías Nilo, Proceso y en el Museo Casamata. Correos electrónicos manuelhumbertogonzalezramos@yahoo.com.mx elcronistadematamoros@hotmail.com Tel. Cel. 8681206978. Facebook: Manuel Humberto González Ramos Vera Historia de la H. Matamoros, Tam Issuu: http://issuu.com/cronistadematamoros/docs 11


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