2 7 Leyenda del bobo del ferrocarril urbano

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LIBRO MITOS, LEYENDAS Y MENTIRAS DE LA H. MATAMOROS LEYENDAS DE MATAMOROS

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Entrando en materia y para mayor conocimiento e inteligencia de mis lectores, es importante explicar el significado de LA LEYENDA: Sus orígenes son cristianos; los frailes la utilizaban para narrar la vida de un santo o de un mártir y era leída en los servicios religiosos o durante las sobremesas del pasado. Sin embargo, con el transcurso del tiempo la leyenda, como concepto, tomó otro giro, pues al añadírsele motivos de mitología y al popularizarse se convirtió en el relato folclórico de sucesos reales o fantásticos. Por lo tanto, ahora la leyenda es una narración basada en hechos supuestos que incluye una mezcla de elementos tradicionales y dramáticos para hablar sobre una persona, un lugar específico o algún incidente ocurrido en un lugar determinado, pero que son aceptados como reales por narradores y escuchas. Lo interesante de la leyenda es que en ocasiones se da una singular combinación de hechos reales y de ficción, cuyo punto de partida muchas veces suele ser una anécdota o una situación históricamente verídica. Cuando la leyenda es creada y con el tiempo se consolida en el folclor de un pueblo, éste la adopta como suya y por eso se le considera como patrimonio popular, pues va estrechamente vinculada a un pueblo concreto, a un país o a una religión. Sin embargo, la leyenda también puede ser considerada como patrimonio de la humanidad cuando narra sucesos comunes a todas o a un buen número de culturas. Tradicionalmente, y dentro de su estilo narrativo muy particular, la leyenda es ubicada en un lugar específico y en una época concreta y, por lo general, parte de hechos reales aunque estén idealizados o dramatizados. La leyenda se diferencia de la historia propiamente dicha tanto por el énfasis de la narración como por su propósito, que algunas veces es de tipo didáctico o nacionalista. Asimismo, la leyenda suele versar sobre un héroe humano – conocido como héroe cultural– o un pueblo. Las leyendas incluidas en este libro forman parte importante de la cultura matamorense. Se han transmitido de generación en generación, y con frecuencia experimentan supresiones, añadidos o modificaciones, porque contienen con mayor o menor proporción elementos imaginativos y que generalmente quieren hacerse pasar por verdaderas o basadas en la verdad, o ligada en todo caso a un elemento de la realidad.

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2.7 El Bobo del ferrocarril urbano Juan Pueblo La H. Matamoros se ha caracterizado por ser una ciudad de tradiciones y de emblemáticos recuerdos. Todos sus barrios tienen su pedazo de historia y sus leyendas, incluso de los que ya no existen como el Ferrocarril Urbano Matamoros-Santa Cruz, que fue el medio de transporte popular de antaño. En 1871, para dar servicio al creciente movimiento de mercancías y pasajeros entre Brownsville y Matamoros, con el decreto No. 67 del gobierno de Tamaulipas, se autorizó al C. Domingo López de Lara, construir y establecer un Ferrocarril Urbano, partiendo de la Plaza Principal y terminando en la Garita del poblado de Santa Cruz (hoy es la zona federal del Puente Nuevo). Este ferrocarril fue inaugurado el 16 de marzo de 1873 por los señores Eugenio Armendáiz y Domingo de Lara.

El Ferrocarril Urbano Matamoros-Santa Cruz consistía en pequeños vagones jalados por mulas, sobre rieles metálicos de vía angosta, los durmientes eran de mezquite. El pasaje costaba 8 cts. por persona en primera clase y 6 cts. en 5


segunda clase. Para transporte de mercancías se cobraba por bulto de 6 a 8 arrobas 12 ½ cts., de 2 a 6 arrobas 6 ½ cts. y de 1 a 2 arrobas 3 ½ cts. El recorrido del "tranvía de mulitas" llevando y trayendo ilusiones, regalando un camino calmo y sereno a lo largo de su trayecto según el plano de 1874 era el siguiente: partiendo de la estación de Santa Cruz existían dos vías paralelas a lo largo de lo que hoy es la avenida Álvaro Obregón, al llegar al crucero de las hoy calles de Allende y 6a. en donde se dividía en dos ramales, uno seguía al sur por la calle 6a. hasta la calle de Comercio (hoy General Manuel González), dando vuelta al Este y después al Sur pasaba frente a la iglesia de Nuestra Señora del Refugio hasta llegar al edificio de la Aduana en la esquina de 5a. y Morelos, en donde se revisaban las mercancías de importación para el pago de los impuestos, y el otro recorría la calle de Comercio, hasta la calle 9a. dando vuelta al Norte una cuadra, para llegar a la esquina sureste del Parían o Plaza de Mercado y dando vuelta en la calle de Abasolo en dirección Este hasta la calle 7a. por donde regresaba al poblado de Santa Cruz. Total 5 km. 825 metros de longitud

Se sabe que para 1893 los tranvías ya tenían señas de un prolongado uso, y llevaban la insignia de su fabricante John Stephenson, tenían una caja con el anuncio de “pague ahora”; pero las personas no depositaban allí sus 6 centavos, se los pagaban al chofer (la cuota se reduce a 3 centavos) y se recibe un boleto rojo o 'contraseña', que se entrega a un inspector que aborda el carro en la terminal intermedia; éste deposita el boleto en la urna y al cierre del día, el 6


contenido de los cintos porta-monedas de los choferes es revisado y deberá coincidir con el billetaje. Es el sistema de 'perforado' sólo que un tercero es quien realizaba la inspección.

Con el paso de los años hubo varios modelos de vagones tirados por mulas y ocasionalmente por caballos. Fue en marzo de 1923, cuando el Sr. Crixell representante de los propietarios del Ferrocarril, la Sucesión de Francisco Armendáiz, que vivían en Monterrey (después de haber hecho su fortuna en Matamoros), declaró que se cambiarían los rieles por otros de mayor calibre, con el propósito de sustituir los carros de tracción animal por carrosmotores, es decir autovías con motores de combustión interna.

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Los nuevos vehículos tenían una carrocería alta con grandes ventanillas, montada sobre chasis de camión marca Ford, que en lugar de neumáticos tenían ruedas de ferrocarril recuperadas de los antiguos vagones de mulitas.

Los Autovías, lejos de ser un simple medio de transporte, pasaron a ser parte de la ciudad. Dándole un aire romántico y pintoresco en donde las anécdotas y las historias cotidianas estaban a la orden del día. Hermoso sonido, aquel que anunciaba su presencia, un sonido que imitaba el sonar de una campana, sin tono agresivo o amenazante, como los que escuchamos ahora. Es aquí donde surge La leyenda del Bobo que respondía al diminutivo de Andresito, un hombrecillo que recorría las calles matamorenses tras los autovías. El amor le llevó a la locura, un amor enfermizo pero filial. Celaba a su única hermana, hasta tal punto de que, cuando la joven tomaba el tranvía para ir al colegio Martel, él la seguía correteando el autovía, con el fin de vigilar que ningún hombre se le acercara. Era su rutina, ir tras el autovía, una y otra vez, de ida y de regreso, día tras día. Pero llegó la fecha que su cautiva hermana escapó y lo que más temía Andresito se cumplió, su hermana se entregó a los coqueteos del amante matamorense. Se dice que a partir de entonces, el pobre enloqueció. Divagaba por las calles, tratando de controlar el creciente tráfico de "Fortingos". Perseguía al autovía, era su fiel compañero.

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El tiempo transcurrió y Andresito se cansó de ir tras el lento transporte auto-motor, por lo que pensó mejor en treparse a uno de los guardafangos delanteros. Muy pronto desarrolló la habilidad de quedarse dormido sobre él, al arrullo del rítmico traqueteo.

Hoy no hay autovías y no hay Bobo que los persiga. Pero el sigue quizás escondido entre los aires carnavalescos que en febrero llegan a la ciudad, o simplemente recostado en alguna banca de la Plaza de Hidalgo, o en burocrática oficina. Si te llegas a encontrar con el Bobo del ferrocarril urbano dale galletitas pues son sus favoritas. Moraleja: “Hay personas que corren detrás de un sueño, otros, en cambio, como Andresito lo hacen pero detrás de una Canonjía municipal, que le hace merecedor de medallas y reconocimientos”.

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El libro está disponible para su consulta en la biblioteca pública municipal Prof. Juan B. Tijerina y en la del Parque Olímpico. Se puede adquirir en las librerías Nilo, Proceso, en el Museo Casamata y en Emma´s Café. Nota: En el libro no están incluidas todas las fotografías que aquí se exhiben IN OMNIBUS VERITAS Correos e:

manuelhumbertogonzalezramos@yahoo.com.mx elcronistadematamoros@hotmail.com Tel. Cel. 8681206978.

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