VISIÓN HISTORICA DE REYNOSA Índice I. ORÍGENES 1.- ESCENARIO NATURAL Y HUMANO 2.- HISTORIA INDIGENA ANTIGUA 3.- PRIMEROS EPISODIOS NOVOHISPANOS 4.- COLONIZACION DEL NUEVO SANTANDER 5.- FUNDACION DE REYNOSA 6.- LA REINOSA CÁNTABRA 7.- LOS AUTOS DE LA GENERAL VISITA 8.- VIDA RANCHERA A ORILLAS DEL BRAVO Y EL NUECES 9.- LA MISION DE SAN JOAQUIN DEL MONTE 10. REYNOSA EN EL CONTEXTO DEL NORESTE COLONIAL 11. TRASLADO DE LA VILLA A LAS LOMAS DE SAN ANTONIO 12. SAN JUAN DE LOS ESTEROS -EL REFUGIO- MATAMOROS 13.INSURGENCIA Y DOMINIO REALISTA EN LAS VILLAS DEL NORTE II. EL DEFINITORIO SIGLO XIX
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14. PRIMEROS AÑOS DE LA VIDA INDEPENDIENTE 15. IRRUPCION VIOLENTA DE LOS INDIOS DE LAS PRADERIAS 16. PERTURBACIÓN EXTRANJERA EN EL NORTE DE MÉXICO 17. LA FRONTERA INDEFINIDA 1836-1846 18. LA INTERVENCION NORTEAMERICANA 19. EFECTOS DEL TRATADO DE GUADALUPE HIDALGO 20. REYNOSA A MEDIADOS DEL SIGLO XIX 21. LA INFLUENCIA DEL COMERCIO EXTERIOR 22. LA SAUTEÑA-RIO BRAVO 23. CHARCO ESCONDIDO-CONGREGACION GARZA 24.SAN MIGUEL DE LAS CUEVAS-DE CAMARGO-GUSTAVO DIAZ ORDAZ 25. LA ANTIGUA REYNOSA 26. LA FRONTERA FLUVIAL INESTABLE: LOS BANCOS DEL RIO BRAVO 27. ULTIMO TERCIO DE LA CENTURIA III. TIEMPOS MODERNOS 28.-LA REVOLUCION MEXICANA EN EL NORTE DE TAMAULIPAS 29.THE MAGIC VALLEY OF THE RIO GRANDE 30.ESTRIDENCIAS DE LA LEY SECA 31.LOS DISTRITOS DE RIEGO DEL BAJO SAN JUAN Y BAJO BRAVO 32. PRESENCIA DEL INGENIERO MARTE R. GOMEZ 33.IMPACTO DE LOS HIDROCARBUROS 34.LA INDUSTRIA MAQUILADORA EN REYNOSA 35.VIDA FRONTERIZA CONTEMPORANEA
I. Escenario Natural y Humano I. ORIGENES
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eynosa es un municipio del Estado de Tamaulipas en forma de
rectángulo con eje dominante de orientación norte sur, de casi tres mil kilómetros cuadrados, que se sitúa en la zona fronteriza de esta entidad, bordeado en su parte norte por el río Bravo o Grande del Norte, que a su vez es límite entre México y los Estados Unidos. Colinda por el oriente con el municipio de Río Bravo y con el poniente con el de Gustavo Díaz Ordaz, formando parte ambos originalmente del territorio de Reynosa, mientras que por el sur colinda con el municipio de Méndez y el 3
estado de Nuevo León. Situado en el punto de contacto entre la planicie costera del Golfo de México y las llanuras de Norteamérica, el territorio de Reynosa es un suave plano inclinado hacia el mar, de alrededor de un centenar de metros de altura, con una cota máxima de 240 metros sobre el nivel del mar en la Loma de la Burra, una prolongación del pequeño complejo orográfico de la Sierra de Pamoranes y La Sierrita.
El río Bravo es el rasgo natural más destacado de Reynosa, siendo una de las corrientes fluviales más importantes del planeta, tanto por su longitud de 2,900 kilómetros, como por el significado geopolítico al construir la línea de contacto entre la primera potencia mundial y los países hispano parlantes de América. Se origina de los deshielos de las Montañas Rocallosas, en las cordilleras de San Juan y Sangre de Cristo Range, estado de Colorado. Atraviesa después de norte a sur Nuevo México y toca la República Mexicana en Ciudad Juárez, a la vez que gira al sureste y atraviesa el cañón de Cajoncitos. En Ojinaga recibe al río Conchos y enseguida cruza las prolongaciones de la Sierra Madre Oriental y luego forma la presa de la Amistad. A Tamaulipas penetra por Nuevo Laredo y aguas abajo entra en la presa Falcón. Ya en Reynosa la presa derivadora Anzaldúas regula sus caudales en beneficio de la agricultura, y de allí sigue su curso sin interrupciones hasta el Golfo de México, formando una bocana que en tiempos antiguos era una amplia delta. Antes de las modificaciones del entorno natural hechas por el hombre con fines agrícolas o para abrir áreas de pastoreo, el municipio de Reynosa estaba cubierto por un monte de mezquite y por el llamado matorral espinoso tamaulipeco. La sabana o monte de mezquite es el paisaje más característico del Noreste del país y constituye una formación de árboles y arbustos del género Prosopis a los que se asocian otras especies, entre ellas el huizache (Acacia spp) y el Ébano (Pithecellobium spp).
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Por su parte el matorral tamaulipeco es una comunidad arbustiva de fisonomía xerofítica, que abarca también extensas porciones del Noreste y sur de Texas, siendo una vegetación de transición entre las zonas áridas de Norteamérica y las selvas de climas más húmedos, que en la vertiente de Tamaulipas tiene una clara frontera climática y ecológica a nivel del Trópico de Cáncer. A esta cubierta vegetal y posición geográfica de Reynosa le corresponde un clima extremoso, con veranos calientes y otoños templados, que es cuando ocurren las lluvias traídas por los vientos alisios del Golfo de México; mientras que en los inviernos hay bajas temperaturas y heladas ocasionales, dependiendo de los famosos Nortes, frentes polares que por oleadas se presentan durante la estación.
Por cuanto a la geografía humana, la principal característica de Reynosa es el acelerado desarrollo urbano contemporáneo, que la ha convertido en una de las ciudades más importantes de la Frontera Norte de México. De hecho, forma ya una zona conurbada con Río Bravo, en cuyo intermedio crece uno de los sectores de la planta industrial maquiladora y a donde confluye el nuevo puente internacional Reynosa-Pharr.
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2. Historia Antigua Indígena
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a prehistoria del bajo río
Bravo ubica la presencia humana entre 10 y 20 mil años antes de nuestra era, ligada a los primeros pobladores del Continente Americano. Esto ocurrió de acuerdo a las hipótesis antropológicas universalmente reconocidas por un flujo migratorio proveniente de Asia durante el Pleistoceno, cuando el casquete polar tendió un puente de hielo con América en el Estrecho de Bering. Tales grupos primitivos subsistían de recolectar los recursos de un ambiente entonces húmedo y frío, aprovechando, cuando la ocasión lo permitía, la
megalofauna de este periodo como el mamut y el bisonte. La cultura humana primitiva encontró en el río Bravo los medios para asegurar la supervivencia de pequeñas bandas que deambulaban por sus riberas dedicadas a la caza, la pesca y la recolección, una vez que el clima varió e hizo sucumbir a los grandes mamíferos. 6
De acuerdo a la clasificación arqueológica, este patrón de vida se denomina “cazadores de fauna mayor”, y se tipificó por la elaboración de puntas de proyectil conocidas como Clovis y Folsom. La evidencia lítica de esta etapa ha sido localizada en el área de la presa de la Amistad, con una continuidad geográfica hasta el espacio circundante a la presa Falcón. Hacia el 7,000 a. C., aumentó paulatinamente la población de los primitivos cazadores recolectores, basando ahora su tecnología en la elaboración de puntas de proyectil tipo Plainview, Golondrina, Angostura y Scottbluff.
Un milenio más tarde una nueva etapa cultural se vislumbró en las riberas del bajo Bravo, a consecuencia del fin del Pleistoceno y el predominio de un clima más seco y caliente, que correspondió a un tipo de recursos bióticos aún presentes en nuestros días, cuyo patrón de vida se prolongó prácticamente hasta tiempos históricos. Según estudios arqueológicos efectuados en la presa Falcón y en sitios de los condados de Hidalgo y Starr (Texas), dicha etapa configuró dos unidades culturales, los focos Falcón y Mier; que se asocian a la “tradición del desierto”, presente en gran parte del actual estado de Tamaulipas y del Norte de México.
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En las inmediaciones de Reynosa, en La Sal Vieja (condado de Williancy, Tx.), aparecieron otras puntas de confección regional, conocidas como Tortugas, Abasolo, Pandora, Matamoros, Starr, Refugio, Desmuke, Catán y Cameron. Hacia el año 1000 de nuestra era, en el bajo Bravo se desarrolló la tradición cultural del complejo Brownsville-Barril, caracterizada por la elaboración de una fina industria de artículos de concha, que le permitió establecer relaciones de comercio con áreas tan retiradas como la Huasteca, obteniendo a cambio jadeíta, cerámica y artefactos de obsidiana, a la vez que desarrollaron un extraño culto a la muerte, según lo indican los cementerios localizados en sitios como Floyd Morris (al norte de Harlingen, Tx.) y Ayala (en las cercanías de Mc Allen, Tx.)
Ya para tiempos históricos, casi la totalidad del Noreste de México estaba 8
ocupado por diversos grupos identificados con la familia lingüística Coahuilteca, que a nivel del bajo Bravo se agrupaban en tribus con diversos nombres, conocidos como Katuhano, Bobola, Carrizos y Borrados, las que a su vez se subdividían en numerosas parcialidades con nombre propio. Para el caso de la región aledaña a Reynosa, la documentación colonial nos refiere la presencia de los indios Tejones, Sacatiles y Comecrudos, quienes se incorporaron a la misión de San Joaquín del Monte. Por su ubicación geográfica y desenvolvimiento cultural, estos grupos indígenas se ubicaron en el contexto cultural de Aridoamérica, en contraste con los pueblos del México meridional, donde floreció en el pasado prehispánico la civilización de Mesoamérica.
3. Primeros episodios novohispanos
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A
raíz del encuentro de Cristóbal Colón con la América indígena en
1492 luego de su extraordinario viaje trasatlántico, quedó preparada la ocupación europea del Nuevo Mundo. Así, el 13 de septiembre de 1521 y después de una fulgurante campaña, Hernán Cortés se apoderó de Tenochtiltán, cabecera del imperio Azteca, dando principio al virreinato de la Nueva España. El inicio del período colonial fue también el arranque de la colonización novohispana del Septentrión que para el caso del Noreste, el propio Cortés sentó las bases al conquistar la Huasteca en 1522. Al impulso de la espada siguió el báculo de la cruz de fray Andrés de Olmo, que estableció la custodia de San Salvador de Tampico, provincia franciscana del Santo Evangelio de México. Con visión milenarista, Olmos avanzó al norte con la mira de forjar una cadena de poblaciones entre la Huasteca y La Florida, con asentamientos en las cabeceras de los ríos Palmas (Soto La Marina), Bravo y Mississippi. Aunque frustrado el empeño del noble franciscano, su obra se plasmó en la 10
fundación del pueblo de Tamaholipa (“el lugar donde se reza mucho”), al constituirse en la referencia de identidad histórica y toponímica del Estado de Tamaulipas, y de donde partió Luis Carbajal y de la Cueva para establecer la impronta del Nuevo Reino de León, la primera jurisdicción colonial del Noreste de la Nueva España.
Debido a sus orígenes judíos, Carbajal murió en manos de la Inquisición sin lograr consolidar su empresa, pero a cambio dejó establecida la práctica de esclavizar a los indios de la región para ser vendidos en los reales mineros de Mazapil o Zacatecas. Fue hasta 1596 con la fundación de Monterrey por Diego de Montemayor cuando se esbozó más en firme la jurisdicción del Nuevo Reino de León, pero a nivel de alcaldía mayor. Será hasta 1626, con el arribo del gobernador Martín de Zavala, cuando adquirió definitivamente el carácter de provincia, que a pesar de reclamar derechos de jurisdicción hasta la Costa del Seno Mexicano (hoy Tamaulipas), lo cierto fue que su influencia no pasó más allá de Cerralvo, Cadereyta y Linares.
Al finalizar el siglo XVIII se configuró en el Septentrión oriental de la Nueva España una nueva provincia , promovida a iniciativa del franciscano fray Juan de Larios con el nombre de Nueva Extremadura, pero que acabó por adoptar el nombre de Coahuila, y cuya 11
capital se fincó en Monclova. Por su parte, el remoto territorio de Texas fue incorporado definitivamente al dominio español entre 1714 y 1722, utilizándose el binomio de poblamiento del presidio militar y la misión de indios, con capital en San Antonio de Béjar. El comienzo del siglo XVIII estuvo caracterizado en el Nuevo Reino de León por la continuidad del brutal sometimiento de los indios a través del sistema de encomiendas o congregas, lo que provocó violentas rebeliones indígenas que encontraban refugio en la Costa del Seno Mexicano, al convertirse, como un cronista aseguró en “el último bastión de gentiles”.
A fin de terminar los abusos, la Audiencia de México nombró al licenciado Juan Barbadillo y Vitoria gobernador del Nuevo Reino de León, quien se dedicó a suprimir las congregas y a establecer varios pueblos de indios, en un intento por reconvertir un proceso de guerra que impedía la consolidación de las posesiones españolas en estos confines del Septentrión. Sin embargo, estos esfuerzos fueron muy limitados, pues los abusos contra los indios continuaron y por ende la inestabilidad en los confines de la Costa del Seno Mexicano. Se hizo entonces imperativo su conquista y poblamiento colonial, para que de esa forma se configurara definitivamente el espacio regional del Noreste de la Nueva España 12
4. Colonización del Nuevo Santander
E
l despoblamiento de la Costa del Seno Mexicano hasta mediados del
siglo XVIII era un peligro para la Corona española, ante la creciente amenaza de la Nueva España por parte de Francia e Inglaterra, sus tradicionales rivales. Por tanto, se hacía imperativo iniciar su incorporación colonial definitiva, aplazada durante más de dos siglos. En tal virtud el rey Felipe V ordenó el 10 de julio de 1739 la formación de una junta de Guerra y Hacienda por la Audiencia de México, para estudiar el caso y concretar la conquista y poblamiento de este territorio. Sobre esa base el gobernador del Nuevo Reino de León, José Francisco de Jáuregui, presentó un proyecto con el argumento de ser dicho territorio un área de influencia de su mando. Otra propuesta la hizo Narciso Barquín de Montecuesta, ex alcalde mayor de Valles, considerando también como derecho natural para los habitantes de aquella frontera de guerra, la 13
conquista de la Costa del Seno Mexicano.
Pero el más activo promotor fue Antonio Ladrón de Guevara, sargento mayor en el Nuevo Reino de León, apoyado en su amplio conocimiento de la idiosincrasia chichimeca, quien al no ser oído en México acudió a Madrid a tocar puertas, aunque sin éxito. Con la llegada del virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, conde de Revillagigedo, se agilizó el cumplimiento de los designios del rey. Para ello, una vez consultada la Audiencia, nombró como su lugarteniente para tal propósito a José de Escandón y Helguera, el 3 de septiembre de 1746, con el aval del auditor de Guerra, Juan Rodríguez de Albuerne, marqués de Altamira.
Escandón nació en 1700 en Soto la Marina, provincia de Santander, España, y como muchos cántabros, emigró joven a América. Inició su carrera como cadete de la compañía de Caballeros 14
Montados de Mérida. En 1721 pasó a Querétaro, donde fincó su familia y se desempeñó como sargento mayor en las milicias locales, destacando al sofocar las rebeliones populares de Celaya y Guanajuato. Por esta actuación alcanzó el grado de coronel. En 1740 sometió a la Sierra Gorda, un reducto indomable de los indios Pames y Jonaces, con el apoyo de los franciscanos del Colegio de San Fernando de México, dirigidos por el célebre fray Junípero Serra. Con la conquista de esta abrupta región, Escandón adquirió mayor prestigio y un título nobiliario, quedando como testimonio de esta obra las hermosas iglesias barrocas de los pueblos de Landa, Concá, Tilaco, Tancoyol. Además, extendió su jurisdicción hasta los pueblos y misiones de la Custodia de Santa Catarina del Río Verde, permitiéndole acceder a Tula, Palmillas y Jaumave, y con ello crearse una idea sobre el posible acceso a la Costa del Seno Mexicano. A fin de preparar la empresa colonizadora, Escandón exploró dicho territorio en 1747 y alentó la concurrencia de los pobladores de las provincias vecinas, ofreciéndoles tierras, dinero y maíz.
La fundación de la colonia del Nuevo Santander se inició con el establecimiento de la villa de Llera, el 25 de diciembre de 1748, luego de atravesar Escandón la Sierra Madre Oriental al frente de una caravana de pobladores proveniente del centro de la Nueva España. 15
Enseguida enfiló rumbo al norte, fundando en su caminar las villas de Güemes, Padilla, Santander (la primera capital de la provincia) y Burgos. Ya a orillas del Río Bravo, cerca de su confluencia con el río de San Juan, fundó la villa de Santa Anna de Camargo, la simiente de las llamadas Villas del Norte del Nuevo Santander, el 5 de marzo de 1749, y cuyo capitán fue Blas María de la Garza Falcón. A esta fundación se sumó enseguida la de Reynosa y más tarde Revilla (1750, la Antigua Ciudad Guerrero), Mier (1753) y Laredo (1755, hoy Laredo, Texas).
5. Fundación de Reynosa
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espués de establecida la villa de Camargo, el coronel José de
Escandón dispuso la fundación de la segunda población a orillas del río Bravo, diez leguas abajo. Se trató de la villa de Reynosa, bautizada así en honor a una población de ese nombre localizada en las Montañas de Santander, España, y cuna en 1681 del virrey conde Revillagigedo. El nuevo asentamiento fue dedicado a la Virgen de Guadalupe, un símbolo religioso que a mediados del siglo XVIII encarnaba ya el referente de la identidad mexicana por antonomasia. La Reynosa americana se plantó el 14 de marzo de 1749, en una extensa llanura aluvial, diez leguas río abajo, en la morada habitual de los indios Tejones y Sacatiles (éstos últimos procedentes del Nuevo Reino de León), cuyo jefe, Francisco Ciprián, se acompañaba por una cuadrilla de veinticinco
flecheros,
que junto a sus familias sumaban una
comunidad de sesenta individuos de ambos sexos, todos gentiles, es decir, nunca antes evangelizados. Carlos Cantú fue el primer capitán y justicia mayor del nuevo asentamiento, responsable de antemano de reclutar a sus pobladores, en su mayoría provenientes del Nuevo Reino de León. La planta original de pobladores de Reynosa incluyó un padrón de 43 cabezas de familia y once soldados de la escuadra local,
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que reunía en total a 223 personas. Estímulo importante para este poblamiento fue la apertura de nuevos agostaderos para el ganado y la oferta de mercedes de tierras junto a la corriente del Bravo, actividad que constituyó la base de una próspera economía ranchera, además que se complementaba con el comercio de pieles de venado y con la explotación de los yacimientos de sal situados al norte de Reynosa y conocidos desde tiempo atrás, de ahí su primer nombre de “salinas de los reineros.” En el plano espiritual la villa quedó administrada por fray Agustín de Fragoso, religioso del Colegio de Propaganda Fide de Guadalupe de Zacatecas, institución que se encargó del compromiso inicial de la evangelización indígena del Nuevo Santander. Solo que estos frailes acabaron convertidos en párrocos, situación que aunada a la ausencia de una asignación definitiva de tierras para las misiones, motivó su retiro de la provincia en 1766. Precisamente la promesa de creación de una misión, que para Reynosa llevó el nombre de San Joaquín del Monte, propició la concurrencia de otros indios comarcanos que deambulaban por las orillas del río y que no ofrecieron resistencia a la colonización.
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Tal fue el caso de los Comecrudos encabezados por el capitancillo Santiago de Escandón, llamado así en honor al colonizador, que reunía 47 indios de arco y flecha, con una nación indígena de 149 personas. Los Pintos, una nación de apenas 41 individuos, también se acercó al acto fundacional, comandada por el capitancillo Salvador. Inclusive, aparecieron los indios Nazas y Narices, apóstatas del Nuevo Reino de León, o sea, bautizados con anterioridad pero huidos al monte por las vejaciones y malos tratos del sistema de encomiendas que prevalecía en aquella provincia.
6. La Reinosa Cántabra
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a ciudad de Reinosa, es cabecera de la región de Campoo,
Comunidad Autónoma de Cantabria, España, compuesta por once ayuntamientos, y está situada en las fronteras del Ebro, a 850 metros sobre el nivel del mar, junto a un puerto de montaña de la Cordillera Cantábrica que comunica la meseta de Castilla con el Océano Atlántico. La historia de la región inicia con el pueblo de los cántabros en la Edad de Hierro, que fue sometido por el Imperio Romano al inicio de la Era Cristiana. Los romanos construyeron en la región la ciudad de Julióbriga, de unos 10 mil habitantes, ocupada entre los siglos I al III de nuestra era.
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Al finalizar el dominio romano se notó la presencia de los visigodos y más tarde, en la Alta Edad Media, fue escenario de los primeros poderes cristianos, como el reino de Asturias y los condados de Castilla, que se fortalecieron por la escasa penetración árabe en el norte de la península ibérica, desde donde partió la Reconquista en el siglo IX. Durante el repoblamiento cristiano de Campoo, se fincaron algunas iglesias rupestres primero y después numerosos monasterios, y en ellos floreció el arte románico, como las iglesias de Santa María del Fresno, San Martín de Elines y San Pedro de Cervatos, convertidas algunas de ellas en importantes colegiatas y abadías, que ejercieron una influencia en todos los órdenes de la vida local. En esa época la región también fue ruta, a través de las fuentes del Ebro, de las peregrinaciones al santuario del apóstol Santiago, situado en Compostela, Galicia.
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El nombre de Reinosa se ligó a una pequeña aldea en el año 1071, que por su situación geográfica, adquirió paulatinamente la centralidad regional de Campoo, gracias a la función comercial de sus ferias y mercados. La primera cabecera de Campoo, definida territorialmente en el siglo XIII, fue la “merindad” de Aguilar. Reinosa se convirtió en cabecera independiente de Aguilar en el siglo XV, al ocurrir la decadencia de las abadías e imponerse los señoríos familiares, destacando los de Mendozas y Manriques.
En esa misma época, el rey Enrique IV otorgó a Reinosa fuero real, con derecho a su propio ayuntamiento y con parroquia en la iglesia de San Sebastián. En el plano jurisdiccional, Campoo perteneció sucesivamente a las provincias del Toro y Palencia, hasta incorporarse en 1833 a la provincia de Santander, por la que se identificaba por sus antiguas raíces cántabras. Reinosa fue durante siglos un villorrio dedicado a la agricultura y ganadería. Su transformación económica ocurrió a mediados del siglo XVIII, al construirse por allí un camino carretero que permitió la exportación de los granos y lanas de Castilla, a través del puerto de Santander.
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Este movimiento estimuló el establecimiento de molinos de trigo y de ferrerías de hierro forjado, cuya actividad se prolongó hasta entrado el siglo XIX. Pasada esta bonanza, Reinosa dependió otra vez de su tradicional actividad campesina y de una modesta producción artesanal, al padecer nuevas limitaciones por la construcción del ferrocarril en la década de 1850, que sustituyó al febril movimiento carretero.
A fines del siglo XIX, Reinosa tuvo un repunte con la industria vidriera, sin embargo, entró en crisis al iniciar el siglo XX. La salvación ocurrió al instalarse a partir de 1918 la Sociedad Española de Construcción Naval, una poderosa factoría metal-mecánica, y poco más tarde la Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica, estimulando la economía local y el crecimiento demográfico. Hoy en día Reinosa es una ciudad de doce mil habitantes, con abolengo y estirpe urbana. Sus actividades económicas se basan en la industria, el turismo de alta montaña (en el Alto Campoo) y de verano (en el pantano del Ebro), así como en su tradicional actividad agropecuaria, permaneciendo como la principal puerta de Cantabria entre el mar y el centro de España.
7. Los Autos de la General Visita 23
A
los veinte años de que José de Escandón efectuara la colonización
de la Costa del Seno Mexicano, nuevos cambios en la política del imperio español determinaron su remoción del mando del Nuevo Santander en 1766. Se trató de la implantación de las reformas impulsadas por la dinastía de los Borbones, con el fin de reestructurar el gobierno de sus posesiones de ultramar, de sacar mayor provecho para la metrópoli, y de asegurar su control político y administrativo. Bajo este nuevo esquema, la figura del Conde de Sierra Gorda pareció obsoleta, al ejercer su gobierno de manera patriarcalista. Para este momento Escandón enfrentaba muchos problemas. En principio, destacaba la pugna que entabló con los franciscanos del Colegio de Propaganda Fide de Zacatecas, por la política a seguir en las misiones de los indios, al grado de abandonar los religiosos la provincia. Mantenía otro conflicto con Catarina Olvera y su hija Bárbara Resendi, representantes de los chichimecas de la Sierra Gorda, que continuamente lo acusaban ante la Corte de México, lo mismo que hacía el indio pisón Marcos Molina. Pero sobre todo, la ausencia del reparto de tierras prometidas entre los colonos del Nuevo Santander, constituía un poderoso argumento en su contra.
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Con el arribo del virrey Carlos Francisco de Croix y del visitador José de Gálvez a la Nueva España, los días de Escandón en el Nuevo Santander estuvieron contados, al ser sometido a un juicio de residencia y obligado a radicar en la ciudad de México. En su reemplazo, fue designado gobernador el mariscal de campo Juan Fernando de Palacio, quien se hizo acompañar por el abogado José Osorio y Llamas, tanto para protocolizar sus actos, como para dar fe y legalidad al reparto de tierras, una acción conocida como los Autos de la General Visita, que constituyen la piedra angular de la propiedad de la tierra en Tamaulipas. De Palacio desarticuló en un año y cuatro meses el sistema político escandoniano. Suprimió la exención de tributos y la tolerancia para aplicar las leyes de la Real Hacienda, e introdujo el cobro de alcabalas. Reglamentó las escuadras militares de la provincia y suprimió los sínodos de las misiones sujetándolos al arancel del Obispado de Guadalajara.
Igualmente dictó reglamentos para los trabajos de minería que se comenzaban a efectuar en la Sierra de Tamaulipa Nueva, 25
dando pie al traslado de la capital a la recién fundada villa de San Carlos. Los Autos de la General Visita en Reynosa se ejecutaron en agosto de 1767, actuando como apoderados del vecindario Juan Antonio Ballí y José Matías Tijerina y como agrimensores José María Ballí y Antonio Velasco. Por el rey de España actuaron como agrimensores José Bernardo Gómez y José Santiago Longoria. Como criterio en la asignación de tierras se consideró la antigüedad de cada poblador, entregándose a los primeros colonos dos sitios de ganado menor y doce caballerías de tierra.
A los hijos de éstos y a los pobladores con seis años de residencia, se asignaron dos sitios de ganado menor. Al capitán de la villa se le asignó doble porción de tierra, en virtud de sus responsabilidades públicas. En total, se distribuyeron en Reynosa ochenta porciones de tierra de forma rectangular y localizadas perpendicularmente al río Bravo, en ambas márgenes. De acuerdo a estas mediciones, los términos jurisdiccionales de Reynosa se enmarcaron en seis leguas por cada rumbo cardinal, a partir del centro de la plaza. A la villa se le asignó el ejido o dehesa, mientras que a la misión de indios se le asignaron poco más de tres leguas en cuadro, que en conjunto con las porciones, sumaron un total de 152 sitios de tierra de ganado menor y 608 caballerías.
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8. Vida ranchera a orillas del Bravo y El Nueces
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omo la mayoría de los habitantes del Noreste de la Nueva España,
los pobladores de Reynosa basaron su subsistencia en la ganadería. De hecho, las riberas del río Bravo fueron transitadas de tiempo atrás por pastores y vaqueros de Coahuila y el Nuevo Reino de León, en búsqueda de nuevos agostaderos.
El carácter ganadero de Reynosa se notó desde el primer padrón de sus habitantes en 1749, cuyos principales bienes y actividad era la cría de ganado, sin que a ninguno faltara, cuando menos, un animal. Así, los jóvenes "españoles" Cayetano Tijerina y José Manuel Vallín, reportaron dos caballos cada uno; la viuda mestiza María de los Santos, que enfrentaba la carga de su familia con sólo un caballo, y otra viuda, la "española" Josepha Cavazos, también contaba con un caballo. En contraste, Juan Ygnacio González, vecino de Cerralvo, quien se estableció sin ayuda oficial con su familia y tres sirvientes, poseía bienes contabilizados en 600 ovejas, 1000 cabras,5 manadas , en su mayoría "aburradas", con 400 bestias caballares, 40 reses "de hierro para arriba" y 10 caballos mansos. El capitán Carlos Cantú poseía 20 caballos, 70 bestias caballares de cría, 20 reses, 500 cabras, 3 yuntas de bueyes aparejadas y 3 mulas. Para 1757 y de acuerdo al informe de la visita a la nueva provincia por el capitán de dragones José Tienda de Cuervo, el soporte de la economía local 27
era de 2,556 bestias caballares, 71 mulas, 6 yuntas de bueyes, 1,136 cabezas de ganado mayor, 31 burros, 316 caballos de uso cotidiano y 12,700 cabezas de ganado menor, sumando 16,822 animales. En 1795, en un censo elaborado por el coronel Félix Calleja, se destacó la existencia de 6,822 yeguas, 1,157 mulas, 1,960 caballos, 375 burros, 4,676 cabezas de ganado vacuno, 21,602 cabezas de ganado menor de pelo y 13,781 cabezas de ganado menor de lana, que sumaban 50,413 cabezas de ganado; es decir, se observó un crecimiento del 200 por ciento en el hato ganadero respecto al inicio de la vida ranchera en Reynosa.
Los pobladores de las Villas del Norte del Nuevo Santander regulaban sus tiempos de actividad de acuerdo a los ciclos naturales de la reproducción del ganado, del que obtenían su principal fuente de alimentación, la carne y la leche, complementada con las pocas semillas sembradas en los ancones del río o bien, obtenidas por el trueque de sus esquilmos en el Nuevo Reino de León o la feria de Saltillo, donde además podían adquirir artículos del interior de la Nueva España, aunque a precios recargados.
A los herraderos habituales del ganado se
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sumó al finalizar el siglo XVIII las "corridas" de mesteñas, o sea la captura de caballada criada en el monte, que proliferó extraordinariamente entre los ríos Bravo y Nueces. A estas labores acudían inclusive personas de las provincias vecinas , provocando un gran desorden. Ello motivó que en 1806 el gobierno del Nuevo Santander regulara las corridas, prohibiéndose desde fines del invierno a la mitad del verano, cuando ocurrían las pariciones. Se recomendó el uso de la "yerba de la Puebla" para matar a lobos y coyotes que se comían a las crías, y que los permisos se expidieran por los capitanes
de las villas. Tampoco debían meterse más de trescientos animales en los corrales, y se exigió al regreso un reporte de las piezas capturadas, a fin de reconocer los fierros de los animales, cuyos propietarios pagarían cuatro reales por el rescate. Por su parte, la Real Hacienda cobraría dos reales por cabeza de ganado caballar y cuatro reales por ganado vacuno "orejano." Para su control, los pueblos tendrían un libro de mesteñas, reportando sus ingresos a la caja de Saltillo, de la Intendencia de San Luis Potosí. A quien no respetara las normas, se aplicarían multas pecuniarias y destierros en caso de reincidencia.
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9. Misión de San Joaquín del Monte
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onforme al patrón del establecimiento del Nuevo Santander, en el
que se privilegió a las villas de españoles, las misiones de indios se crearon de manera secundaria, al grado de que no se les dotó de un terreno específico al principio. Tal situación causó el enojo de los religiosos del Colegio de Propaganda Fide de Guadalupe Zacatecas, los responsables de la evangelización de los indios de la Costa del Seno Mexicano, que acabaron sirviendo como párrocos.
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Fue hasta 1767, durante la ejecución de los Autos de la General Visita por el gobernador Juan Fernando de Palacio, cuando se definió el espacio para las misiones, pero para entonces ya se habían retirado los frailes originales, siendo reemplazados por otros franciscanos, que para el caso de las misiones de las Villas del Norte fueron cubiertas por religiosos de la Provincia de Zacatecas, y dependientes de la Comisaría de Monterrey. La misión de Reynosa, San Joaquín del Monte, se localizó junto al ejido de la villa por el Poniente. Como ayuda del rey, el misionero recibía 440 pesos, así como los ornamentos para oficiar el culto. La Corona entregó además bienes para formar su base económica, que en 1757 se contaban en 350 cabezas de ganado menor de lana, 80 cabezas de ganado mayor, 15 mulas aparejadas y 10 caballos, 10 yuntas de bueyes, una parcela de seis o siete fanegas de maíz, aperos de labranza y otros instrumentos de campo. Para 1770 los bienes sumaban ya 800 ovejas, 107 reses alzadas, 8 mulas, 4 caballos mansos, 3 yeguas de vientre y once aparejos. Estos bienes generalmente se rentaban a particulares, para de su renta financiar las actividades de la misión, y que se gastaba en buena parte en pagar a pastores y vacieros, repartiéndose poco a los indios que siguieron errantes en los montes, dedicados a la caza, la pesca y la recolección.
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Efectivamente, los indios se integraron poco a la vida colonial. Los Comecrudos por ejemplo, radicaban en el paraje de Las Lomas, y en 1757 se componían por una treintena de hombres de arco y flecha, que con sus familias pasaban de noventa personas y sólo los niños estaban bautizados, acudiendo por temporadas a la misión. Ese mismo año los Tejones sumaban 17 indios de arco y flecha, con 8 mujeres, ya que el resto murió de Sarampión, que con una docena de muchachos, eran en total 42 personas. Los Pintos no formaron parte del primer registro de la misión, pero en 1770 ya estaban congregados; como tampoco los Cacalotes, que aparecieron en 1788. Por su parte los Nazas, Narices y Sacatiles, indios migrantes del Nuevo Reino de León, desaparecieron de los registros en el último tercio del siglo XVIII.
Vistos en conjunto, en 1757 los indios de la misión 32
de Reynosa eran 188, estando 20 de ellos bautizados. Para 1770 alcanzaron la cifra de 60 familias, con 222 personas. En 1788 se contaron 240 indios de todas las edades, todos cristianos, de las naciones Tejones, Comecrudos y Cacalotes. Un informe de 1792 censó 820 indios, citando solo a los Comecrudos por su nombre. En 1797, los franciscanos proporcionaron la cifra de 291 indios congregados. Otro censo, de 1797-98, señaló la existencia de 900 indios y para 1800 hubo dos cifras: 225 y 282 indios de ambos sexos; imprecisiones que revelan su residencia poco fija en la misión. Hacia 1808 se contabilizaron apenas 50 indios, lo que induce a pensar en el aumento del proceso de extinción étnica. Por otra parte, del otro lado del río Bravo, deambulaban numerosas naciones de indios “gentiles” que solicitaban congregarse a la misión, todos rayados de azul, “muy tímidos” y “bozales”, expertos cazadores de peces con arco y flecha. En 1772 se calculaba que eran unos dos mil individuos, de las naciones Alapaguemes, Saulapahuemes, Taniacapemes, Cotonames, Ayapemes, Casas Chiquitas, Campacuases, Como se Llama, Mulatos y otras
10. Reynosa en el contexto del Noreste colonial
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A
l establecerse el Nuevo Santander a mediados del siglo XVIII, se
acabó de integrar el Noreste de la Nueva España, un espacio regional que la Corona española confirmó por medio de varias instituciones que respondían a la reorganización colonial de los Borbones, que abarcaban aspectos de carácter militar, religioso, hacendado y político. La fundación del Nuevo Santander implicó también el trasvase de población desde Coahuila y el Nuevo Reino de León a la nueva provincia, lo que le permitió la difusión de un mismo patrón de cultura en la región. En el caso de Reynosa, la mayor parte de sus fundadores originales procedían del Nuevo Reino de León. La primera medida adoptada para la unificación del Noreste fue la erección de un Obispado, ya que antes su espacio correspondía a los obispados de Nueva Galicia, Michoacán y el Arzobispado de México, cuyas cabeceras distaban a cientos de kilómetros de la región. Por tal razón el Rey Carlos III dispuso en 1773 la creación del Obispado del Nuevo Reino de León, que abarcaría esta provincia y a las de Coahuila, Texas y el Nuevo Santander, tal y como fue confirmado en 1777 por el Papa Pío VI en la bula “Relata Semper”.
Este Obispado, cuya cabecera radicó en Monterrey, se encargó de secularizar paulatinamente la vida religiosa en el Noreste, en detrimento de las misiones de indios. En el caso de Reynosa, su elevación a la categoría de parroquia ocurrió en 1805. Aportación importante del Obispado fue la creación en 1793 del Colegio Seminario de Monterrey, al 34
constituirse en el semillero de la educación superior en el Noreste.
La Comandancia de las Provincias Internas fue otra institución que coadyuvó a la definición regional del Noreste, si bien en un principio aglutinó a todas las provincias del Septentrión. La idea de esta estructura militar fue obra del visitador José de Gálvez, quien la estableció en 1766, con capital en Arizpe, Sonora, y cuyo objetivo final era formar un nuevo Virreinato, independiente de la Nueva España. En 1788 y para optimizar esfuerzos, se formó la Comandancia de las Provincias Internas de Oriente, agrupando en un solo mando, más lógicamente a Texas, Coahuila, el Nuevo Reino de León y el Nuevo Santander. La fuerza de esta unidad se demostró entre 1813 y 1821, cuando el brigadier Joaquín de Arredondo dominó a todos los desafíos insurgentes surgidos en la región.
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El siguiente paso en la unificación del Noreste fue la creación de la Intendencia de San Luis Potosí en 1786. Para el Nuevo Santander y en particular para Reynosa, las funciones administrativas de la intendencia tuvieron una influencia directa en su vida económica. Tal fue el caso del cobro de impuestos a la extracción y comercialización de sal en la “Real Salina de la Purificación del Río Grande” o “Salinas del Rey”, cuya regulación fiscal comenzó desde 1771 por instrucciones de Melchor Noriega y que para 1795 reportaba como ingresos en el Nuevo Santander la suma de 7,000 pesos, recolectados tanto en Reynosa como en las salinas de la villa de Altamira. Otorgar mercedes de tierra fue otra facultad de la intendencia, que permitió la ampliación de los ranchos de las Villas del Norte, como la extensa merced de San Salvador del Tule, concedida en 1797 al reynosense Juan José Ballí, entre los ríos Bravo y Nueces. Finalmente, la última institución colonial que articuló al Noreste, fue la Diputación de las Provincias Internas de Oriente, formada en 1814 por disposición de las Cortes de Cádiz, a raíz de que Napoleón invadió España y aprehendió al rey Fernando VII. La Diputación de las Provincias Internas de Oriente, propuesta por el diputado coahuilense Miguel Ramos Arizpe, tuvo 36
su sede en Monterrey, y fue un importante antecedente institucional en la posterior formación de los estados federales de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila-Texas.
11. Traslado de la Villa a las Lomas de San Antonio
S
ituada la villa de Reynosa en la llanura aluvial, a los dos años de su
fundación sufrió una inundación que la aisló durante dos meses; fenómeno que se repitió al siguiente año. Por tal motivo sus pobladores solicitaron a José de Escandón su traslado al paraje de El Desierto, una legua río arriba, pero no lo autorizó, al considerar que no existían evidencias definitivas de su mala ubicación y a cambio dispuso la construcción de un terraplén de dos varas de alto en la periferia de la población. Con otro criterio, los visitadores José Tienda de Cuervo y Agustín López de la Cámara Alta, sí consideraron en 1757 su remoción al paraje de Santa María de Las Lajas, que aunque jurisdicción de Camargo, se podrían permutar tierras. Este dictamen lo 37
autorizó el rey de España el 29 de marzo de 1763 y el virrey marqués de Cruillas decretó su cumplimiento, pero al dilatarse el trámite y por la ausencia de nuevas inundaciones, ni los vecinos, ni las autoridades insistieron.
En la segunda mitad del siglo XVIII hubo cinco avenidas del río de diversa magnitud, especialmente una, que hizo a los vecinos refugiarse en las Lomas del Morillo, rogando al Señor Sacramentado y a San Juan Nepomuceno que salvara a la villa reducida a doce casas de adobe y cincuenta de paja, todas deterioradas. El río además se había acercado peligrosamente a la población; de estar a 500 varas, sólo distaba entonces 40. Ello hizo que el medio cabildo reactivara en 1794 la solicitud de traslado, a través de una representación que promovió el capitán José Francisco Ballí ante el gobernador de la provincia, Manuel de Escandón, quien la turnó al virrey José Miguel de Azanza. Conocido el asunto en México, se pidió el parecer del coronel Félix Calleja, alto funcionario militar del Noreste, quien corroboró la pésima situación de la villa de Reynosa. Por su parte, los fiscales de Hacienda y de lo Civil de la Audiencia pidieron que se integrara mejor el expediente y solicitaron nueva información: un padrón general de población, noticias sobre las fincas existentes, detalles sobre la calidad de las tierras y sus siembras, información judicial de las inundaciones previas y datos sobre el sitio de San Antonio, mencionando como el lugar del probable traslado. Al cumplir estos requerimientos, el vecindario de Reynosa volvió a ratificar su petición.
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Ya en tiempos del virrey Felipe Berenguer de Marquina, se ordenó agilizar el asunto del nuevo gobernador de la provincia, Francisco Ixart, insistiendo el fiscal de lo Civil que se completaran las diligencias, al no especificarse si había suficiente espacio en el lugar propuesto para el ejido del pueblo, pese a que el capitán Ballí aceptaba ceder el terreno necesario. El espacio faltante fue cedido por los herederos de Miguel de la Garza, Francisca de la Garza y Ramón Murguía. Solo José Antonio Cavazos y Garza pidió indemnización. Esta vez el medio cabildo aseguró que en el nuevo sitio de la villa estaría más al centro de su jurisdicción, no debiendo considerarse ya al paraje de La Laja como opción para el traslado, según solicitó informes el fiscal. Pero más allá de los trámites burocráticos, la naturaleza se impuso al ocurrir una gran inundación que borró del mapa a Reynosa el 4 de julio de 1802. Ante la gravedad de los hechos, el capitán Ballí se dio a la tarea del rescate y procedió a formalizar el nuevo asentamiento, solicitando permiso al Obispado de Linares para oficiar misas en las Lomas de San Antonio. Conocida la noticia, Calleja expuso no haber razón para preocuparse por el traslado, pues todas las tierras eran mercedes del rey y por tanto se podían hacer arreglos, debiendo prestarse atención a la ubicación de los lugares públicos. La Audiencia por su parte se limitó a ordenar que en la cimentación de la nueva villa se tomaran en cuenta las leyes de la Recopilación de Indias, e hizo una recomendación en favor del capitán Ballí.
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12. San Juan de los Esteros -El Refugio- Matamoros
D
ebido al rápido crecimiento de los hatos ganaderos de los
pobladores de las Villas del Norte, doce vecinos de Camargo y uno de Reynosa extendieron paulatinamente sus agostaderos rumbo al mar, forjando las bases de un nuevo asentamiento que con el tiempo se convertiría en la ciudad y puerto de Matamoros, que originalmente formó parte de la jurisdicción de Reynosa. Sin embargo, al expandirse con sus ganados penetraron a los terrenos de la hacienda de La Sauteña, propiedad de Antonio de Urízar y Bartolomé de Sauto, motivando un litigio en el que intervino en 1781 el juez privativo de tierras y aguas, Francisco Xavier
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Gamboa, a quien se dirigió Ignacio Anastasio de Ayala, representante de dichos vecinos, para solicitar la compra de los terrenos que de hecho ocupaban ante la ausencia de sus propietarios, que residían en el centro de la Nueva España. El propio gobernador de la provincia, Diego de Lazaga, favoreció la transacción representando a los hacendados Ignacio del Valle, administrador de la hacienda de Vigas. Finalmente se acordó la venta de 113 sitios de ganado mayor, tasándose un precio de 17 pesos y cinco y medio reales por sitio, en el compromiso de los compradores a dejar una cañada para que el ganado de La Sauteña abrevara en el río Bravo. Los predios adquiridos los delimitó el agrimensor Pedro Félix Campuzano y se ubicaban perpendicularmente a la margen derecha del río, desde el paraje de los Tarayes, cerca del mar, hasta los lindes con Reynosa, a los que se denominó Caja Pinta, San Juan o Chapeño, San Vicente Chiquihuite y La Canasta, San Juan de los Esteros, El Faconeño (del capitán Camargo, José Antonio de la Garza Falcón); El Tahuachal y El Potrero, El Capote y La Barranca, El Soliseño y La Palma, y Santo Domingo y Las Ánimas, este último comprado por el reynosense José Antonio Cavazos, propietario de la porción 22.
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Por su buena ubicación, en San Juan de los Esteros se formó un poblado que en 1793 los franciscanos Manuel Julio Silva y Francisco Puelles, de paso a Texas formalizaron como misión y congregación, con el nombre de Nuestra Señora del Refugio de los Esteros, en honor de la patrona del Colegio de Propaganda Fide de Zacatecas. Poco después, la misión se transformó en curato, bajo la administración del Obispado de Linares. En el plano político, la congregación inició su autonomía respecto a Reynosa en 1803, al nombrarse justicia mayor a Vicente López de Herrera. En 1814 y conforme a la Constitución de Cádiz, la congregación del Refugio erigió su primer ayuntamiento, eligiendo como alcalde a Felipe Roque de la Portilla, un peninsular nacido en Carriazo (Ribamontán del Mar, Cantabria), que en 1808 había organizado la fundación de San Marcos de Neve, al norte de San Antonio de Béjar, considerándosele como el primer empresario de Texas. Para consolidar la congregación del Refugio, Ignacio Anastasio de Ayala dispuso la donación de parte del predio de San Juan de los Esteros; no obstante, su viuda Juana Girón no respetó su voluntad al venderle una parte a su hermana Rita y otra a Lorenzo de la Garza, quien a su vez, al morir, favoreció al nuevo vecindario con fracción de las tierras adquiridas. En 1823, Rita Girón solicitó inútilmente al gobierno de Santander que el vecindario le pagara renta, prosiguiendo sus herederos un litigio que el gobierno del estado de Tamaulipas dio por cerrado a mediados del siglo XIX. 42
Y es que nada podía detener la ascendente evolución de este asentamiento, que en 1820 fue autorizado como puerto de altura por las Cortes españolas, lo que permitiría la creación de un eje de comercio con Monterrey que vinculó al Noreste de México con el mundo exterior. En 1826 se otorgó al Refugio el rango de villa y se le denominó Matamoros, para diez años más tarde adquirir la categoría de ciudad, siendo la cabecera del Distrito del Norte del Estado de Tamaulipas.
13. Insurgencia y dominio realista en las Villas del Norte
T
ras el estallido de la guerra de independencia en el pueblo de
Dolores, el 16 de septiembre de 1810, los días del virreinato de la Nueva España estuvieron contados. En las Provincias Internas de Oriente, si bien hubo una adhesión al movimiento independentista, pronto se impuso la contrarrevolución al ser aprehendidos en las Acatitas de Baján, provincia de Coahuila, el padre Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y otros líderes insurgentes. La respuesta realista al desafío insurgente se tradujo en severos controles políticos. En Reynosa, su justicia mayor, Máximo Cavazos, procuró en 1811 la fidelidad del vecindario al rey, según las ordenanzas del gobierno del 43
Nuevo Santander. Enseguida visitó la población el capitán Francisco Antonio Cao, quien recogió varios fusiles y dos cañoncitos pedreros, uno de bronce de la compañía local y otro de fierro usado en la fiesta anual a San José, donado por doña Gregoria Ballí. En 1812 las prohibiciones se incrementaron al impedirse transitar sin pasaporte entre los pueblos y viajar a Texas sin aviso a las autoridades. Tampoco se autorizaba recibir extraños en las casas, como tampoco andar en la calle después de las nueve de la noche, ni organizar fandangos o tertulias, lo mismo que ponerse ebrio y practicar juegos de azar.
Estos temores tuvieron confirmación al ocurrir en abril de 1812 la rebelión de los indios Carrizos de Camargo, bajo el liderazgo del capitán de la misión, Julián Canales, proclamando vivas al rey, la patria y la religión. Tales consignas eran similares al pronunciamiento del padre Hidalgo, por la influencia del indio Manuel Salgado, oriundo del pueblo de Dolores, quien seguramente llegó a Camargo después del desastre de las Acatitas de Baján. La respuesta realista a este brote insurgente, la encabezó José
Ramón Díaz Bustamante,
comandante de la
tercera compañía volante del Nuevo Santander, con sede en Laredo, obligando a los Carrizos a huir rumbo a la costa. Sin embargo, el 16 de mayo fueron sorprendidos por la compañía de Reynosa y los indios 44
auxiliares de la misión de San Joaquín del Monte, al mando del alférez Vicente Hinojosa, en el paraje de Laguna Cercada. Después de esta acción los sublevados se dispersaron, unos rumbo al centro de la provincia y otros al norte del río Bravo, donde fue capturado el indio Canales.
En 1813 un nuevo brote insurgente apareció en Texas promovido por el sevillano José Bernardo Gutiérrez de Lara, enviado dos años atrás por Hidalgo y Allende como embajador a Estados Unidos. A estos hechos se sucedió la incursión insurgente sobre el Nuevo Reino de León de Felipe Garibay y José María García Salinas, el “Cantareño”, que al ser derrotados en la Sierra de Picachos, se retiraron rumbo a la congregación del Refugio, al amparo del indio carrizo Marcelino García, luego de reclutar en su marcha a un grupo de indios de la misión de Reynosa. De nueva cuenta el gobierno realista organizó una ofensiva encabezada por Benito Armillán al frente del batallón de Extremadura, quien les inflingió una severa derrota a los rebeldes en el paraje del Mogote, el 23 de agosto de 1813. De vuelta en casa los indios de Reynosa, las autoridades aprehendieron a cuarenta de ellos y ahorcaron a siete por órdenes del coronel Felipe de la Garza. Otros méritos realistas de la villa de Reynosa fueron la captura de los insurgentes Rafael Hermosillo y Juan Pérez, así como la aportación generosa de caballada, carne y dinero para la campaña de Texas, que finalmente recuperó el brigadier Joaquín de Arredondo, comandante de las Provincias Internas de Oriente a partir de 1813, y quien dominó militarmente la región hasta 1821, año en que tras la infidencia de Agustín de Iturbide y la
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proclamación del Plan de Iguala, se propició la consumación de la independencia nacional
14. Primeros años de la vida independiente 46
II. EL DEFINITORIO SIGLO XIX
A
l consumarse la independencia nacional, México se organizó como
monarquía en 1822, con Agustín de Iturbide como emperador. En el Noreste, las diversas fuerzas políticas que gestaban en su interior 47
provocaron la fragmentación de la Diputación de las Provincias Internas de Oriente. El Nuevo Santander inició la diáspora, al tramitar ante el Congreso nacional la creación de su propia Diputación Provincial, la que fue establecida a principios de 1823. Un año más tarde y ya bajo la organización republicana y federal, la provincia adquirió el carácter de Estado Libre y Soberano, denominándose en lo sucesivo “Tamaulipas”, en honor a sus serranías costeras, que a su vez tenían su origen toponímico en el pueblo y misión de Tamaholipa , fundado por fray Andrés de Olmos en el siglo XVIII.
La capital del nuevo estado fue Padilla, pero en 1825 se trasladó a Aguayo, nombrada oficialmente Ciudad Victoria, en homenaje al primer presidente de la República, Guadalupe Victoria. La administración del nuevo Estado de Tamaulipas implicó la organización en 1828 de tres unidades departamentales. El Departamento del Norte comprendió a todas las poblaciones situadas a lo largo del río Bravo y a los pueblos aledaños al río de Las Conchas, y cuya cabecera fue Reynosa, siendo Juan Nepomuceno Molano su primer jefe político. Sin embargo, debido al acelerado progreso mercantil de Matamoros, pronto la cabecera
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del Departamento del Norte se cambió allá. A partir de entonces y hasta disolverse la organización departamental a fines del siglo XIX, Matamoros fue la cabecera política de las Villas del Norte, y en lo económico fue el hinterland del puerto. En 1821 Reynosa contaba con 3,201 habitantes, cifra sensiblemente superior a los 1,191 censados en 1795. Su economía se basaba en la explotación agropecuaria, que en las siguientes tres décadas padeció de limitaciones debido a las incursiones depredadoras de los indios de las praderías y a los trastornos derivados de la independencia de Texas, que provocó la ruina de los ranchos ganaderos ubicados entre los ríos Bravo y Nueces.
En medio de esta crisis, hacia 1837, la municipalidad de Reynosa llegó a contar con 5,346 habitantes. Por cuanto a la propiedad productiva, se reportaba la existencia de 550 sitios de agostadero y 60 ranchos. Los bienes de campo se contabilizaban en 8,100 cabezas de ganado vacuno, 6,150 cabezas de ganado caballar, 1,600 cabezas de ganado menor de pelo, 100 cabezas de ganado menor de lana, y 60 cabezas de ganado menor de cerda. La agricultura de temporal, que trataba de aprovechar los ancones del río, tenía apenas superficie de 140 fanegas de sembradura, trabajadas con la fuerza de 240 yuntas de bueyes. Por su ubicación en medio de las Villas del Norte y sobre un cruce de los caminos a Texas y Monterrey había en Reynosa disponibles 160 mulas 49
aparejadas como transporte, así como 100 carretas en servicio.
Otra actividad económica era la producción de cal, aprovechando la composición geológica de las lomas vecinas a la villa, y que tenía un buen mercado en Matamoros, al desarrollarse en esta ciudad la construcción con ladrillos por influencia arquitectónica norteamericana. En 1837 existían en Reynosa 30 caleras, de ahí el mote de “caleros” aplicado a sus habitantes por largo tiempo. En estos primeros años de la vida independiente, la población de Reynosa padeció también de terribles epidemias. Al igual que gran parte de Tamaulipas y del país, Reynosa fue asolada en 1833 por el Cólera de Morbus. En 1849 nuevamente se presentó esta epidemia, llamada entonces el “Cólera Chico”, afectando a 540 personas, de las cuales murieron 213, lo que da una idea de lo terrible de esta enfermedad infecto contagiosa.
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15. Irrupción violenta de los indios de las praderías
D
urante su avance al norte del río Bravo en la época colonial, los
españoles se toparon con numerosas tribus de indios, destacando los Apaches, grupo indígena de la familia lingüística ataphascan, pobladora de las grandes praderías de Norteamérica, cuyo modo de vida errante se ligaba a la cacería de bisonte (o búfalo). Los Apaches eran muy guerreros y desde un principio establecieron un frágil equilibrio entre la guerra y la paz con los españoles, situación que se hizo cotidiana en el Septentrión de la Nueva España. Este conflicto crónico se agudizó a partir del siglo XVII, al aparecer en el escenario un nuevo grupo indígena, los Comanches, pertenecientes a la familia lingüística Shosona, que enseguida chocaron y empujaron a los Apaches sobre los asentamientos novohispanos. En el siglo XVIII y al aumentar las incursiones de los indios en las praderías, que se desplazaban con agilidad al disponer de caballos, el gobierno español 51
reforzó el sistema de defensa basado en presidios de frontera, hasta constituir la Comandancia de las Provincias Internas en 1776. En el norte del Nuevo Santander los ataques de Apaches y Comanches se dejaron sentir a fines del siglo XVIII en buena medida, porque los indios acudían a apropiarse de la caballada mesteña que pastaba entre los ríos Bravo y Nueces.
Como medida de defensa el gobierno de la provincia y la Comandancia de las Provincias Internas de Oriente establecieron en Laredo la Tercera Compañía Volante del Nuevo Santander, con la misión de impedir el paso a los indios, estuvo integrada con hombres provenientes de todas las Villas del Norte, Reynosa incluida. Si bien este aparato defensivo pudo contener la amenaza, al ocurrir la guerra de insurgencia surgió una profunda desarticulación, lo que permitió a los indios avanzar inconteniblemente sobre las inermes provincias del Septentrión de la Nueva España. Al consumarse la independencia nacional el problema de los indios de las praderías se incrementaría para los nacientes estados del Noreste, ya que estos grupos fueron estimulados por los colonos angloamericanos que avanzaban hacia el Oeste del Mississippi, al negociar con ellos el botín de sus depredaciones a cambio de armas, alcohol y otros productos, con los que se aumentó el grado de peligrosidad de sus incursiones, al tener principalmente un propósito de lucro. Estudios antropológicos aseguran que 52
los indios de las praderías invadían el territorio mexicano también para acopiarse de peyote, planta sagrada para ellos; así como para tomar cautivos a mujeres y niños, a quienes integraban a sus comunidades. A partir de la independencia de Texas en 1835, las incursiones de los indios se hicieron más constantes y terribles, aprovechando la frontera indefinida que se originó a causa de este conflicto. A partir de entonces cruzaban sin dificultad grandes contingentes hacia el sur del río Bravo, penetrando hasta
el norte de Zacatecas y San Luis Potosí.
Para las
Villas del Norte de Tamaulipas la guerra india se convirtió en una terrible pesadilla que produjo numerosas muertes, elevadas pérdidas económicas y la angustia por el secuestro de personas. Desamparados por el ejército nacional, que era incapaz de enfrentarse a un amigo tan escurridizo, sus habitantes organizaron la autodefensa, aunque en ocasiones tuvieron que lamentar varios dolorosos acontecimientos, como el ataque en 1844 a la ranchería de Los Moros, municipalidad de Guerrero, o el fin de la vida ranchera entre los ríos Bravo y Nueces. Al definirse la frontera internacional entre México y Estados Unidos en 1848, prácticamente cesaron las incursiones de los indios de las praderías al norte de Tamaulipas.
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16. Perturbación extranjera en el Norte de México
U
na de las herencias más pesadas que recibió México de su pasado
colonial fue la amenaza del expansionismo de los Estados Unidos, que desde el principio del siglo XIX codició los territorios septentrionales del imperio
español. Este nuevo país, que emergió de las llamadas Trece Colonias inglesas en el Nuevo Mundo, tuvo varias ventajas iniciales a su favor, como fue haber experimentado una corta guerra de emancipación y recibir el reconocimiento como nación libre y soberana al poco tiempo por parte de su antigua metrópoli al tiempo que Europa se veía envuelta en severos conflictos bélicos y revoluciones políticas. Ello le proporcionó tiempo para probar sin interferencias su sistema de gobierno republicano y federal, adquiriendo pronto seguridad en sí mismo y aún la posibilidad de expandirse al Oeste de los Montes Apalaches, gracias al rápido incremento demográfico, estimulado por la creciente migración europea. Esta dinámica se fortaleció con la adquisición de la Luisiana de manos de Napoleón en 1804 y después obtuvo la península de la Florida, que España fue incapaz de conservar, siendo forzada además a firmar un
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tratado de límites con los Estados Unidos en 1819,
que
fijó como linderos el río Sabinas, lo que permitió a los colonos angloamericanos penetrar a Texas con la tolerancia de las autoridades novohispanas, tal como lo hizo Samuel Austin y su hijo Esteban, sembrando la semilla del separatismo que más tarde a México le tocó cosechar.
La Nueva España, por el contrario, había sufrido en las postrimerías coloniales de severos controles fiscales por parte de su metrópoli que descapitalizaron a sus fuerzas productivas, sufriendo una larga y sangrienta guerra insurgente que acabó por arruinar su sistema económico. En el contexto mundial, la independencia de México coincidió 55
con una paz europea que motivó a España a intentar la reconquista, como lo hizo en 1829. Esta nueva nación también fue presa del emergente capitalismo mercantil atraído por la fama de la plata mexicana, estableciendo enclaves económicos que se convirtieron en poderosos factores de influencia sobre la política interna de México en las primeras décadas de la vida independiente.
A los problemas de orden nacional, en el norte de México se sumaban la escasa densidad de la población, el raquítico incentivo al desarrollo económico y el terrible flagelo de los indios de las praderías. Era tan poca la articulación de estas áreas periféricas con el núcleo del país que el gobierno nacional organizó una Comisión de Límites en 1828 para recabar información sobre la frontera septentrional, a cargo del general Manuel Mier y Terán, quien se alarmó por los numerosos colonos extranjeros radicados ya en Texas, superando a la población nativa, y que tarde o temprano, como pronosticó, se convertirán en un conflicto a la soberanía nacional. En un intento para retener la provincia, Terán instaló guarniciones, pero estas se desintegraron por los conflictos políticos de 1832-33. La independencia de Texas finalmente ocurrió en 1835, al tomar como pretexto los colonos angloamericanos la implantación de la República Central, cuando ellos habían recibido sus primeras mercedes de tierras del gobierno absolutista español, así como grandes concesiones del gobierno de
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México, como la tolerancia a la esclavitud de los negros, la exención de impuestos y otras franquicias. Lamentablemente y luego de una pésima campaña militar, el presidente Antonio López de Santa Anna fue derrotado por Samuel Houston a orillas del río San Jacinto y para salvar la vida firmó un deshonroso e ilegal tratado que los texanos aprovecharon como argumento para reclamar límite al río Bravo y que a partir de 1845 se convirtió en el Casus belli que esgrimió Estados Unidos para iniciar su guerra de intervención contra México
17. La frontera indefinida 1836-1846
E
n obediencia a Santa Anna, a pesar de su cautiverio la mayoría del
Ejército de Operaciones sobre Texas, aún intacto se replegó a la línea del río Bravo y allí se mantuvo durante diez años, en espera de recuperar el territorio perdido.
Como era natural, al
acantonarse este contingente 57
en una de las comunidades fronterizas en formación, alteró profundamente su ritmo de vida, sin embargo, su presencia ayudó a confirmar la unidad nacional en una región periférica amenazada por la intervención extranjera. El nuevo nombre de esta falange fue Ejército del Norte, con sede en Matamoros, donde obtenía su financiamiento de la aduana marítima, empero tuvo serios problemas para mantenerse, debido a que las repercusiones de la independencia de Texas mermaron notablemente el comercio exterior por este puerto, que además los intereses proteccionistas del centro del país intentaron clausurar, disminuyendo en consecuencia más su movimiento.
La crisis económica ocasionó el despoblamiento de Matamoros, mientras que las Villas del Norte, como Reynosa, redujeron sensiblemente su nivel de subsistencia, ya de por sí severamente golpeado por las sequías y los ataques de apaches y comanches, que no eran combatidos por el ejército regular, obligando a los pueblos a su autodefensa. Esta situación originó, a contracorriente de la prohibición militar que sus habitantes recurrieran al contrabando en Texas, lo que aprovecharon algunos comerciantes angloamericanos como Henry Kinney, que estableció 58
un negocio mercantil en Corpus Christi, ante el vacío mexicano en la Franja del Nueces.
En el plano político, las emergentes élites locales fueron desplazadas de sus posiciones de mando al implantarse en la República Central. A partir de entonces, el Departamento del Norte de Tamaulipas se convirtió en Prefectura Política, con cabecera en Matamoros, funcionando Reynosa como Subprefectura. Sin embargo, ello no satisfizo a los grupos políticos de la región, que ya para entonces tenían como líderes al licenciado Antonio Canales Rosillo, a Juan Nepomuceno Molano y a Jesús Cárdenas.
La inconformidad afloró en noviembre de 1838 con una rebelión federalista de las Villas del Norte al mando del licenciado Canales, que inicialmente arrinconó en Matamoros al Ejército del Norte. Como medida de supervivencia, los rebeldes fronterizos buscaron en Texas armas, mercenarios y refugio eventual, que los llevó a ser considerados traidores, cuando en realidad encabezaban un movimiento federalista radical, caracterizado por moverse en una frontera internacional en formación de lo que ellos, pragmáticamente, tenían plena conciencia. A fin de fomentar la división entre los mexicanos, la prensa texana y de Nueva Orleans aseguró que los fronterizos deseaban crear la República del Río Grande. Finalmente, al no poder seguir sosteniendo sus relaciones en 59
Texas, pero luego de haber demostrado su resistencia y capacidad de organización, los rebeldes negociaron un armisticio con el gobierno central en 1840.
De 1841 a 1842 fue el periodo más álgido de la frontera indefinida, al ocurrir varios enfrentamientos, entre ellos una expedición texana a Nuevo México que terminó en estrepitoso fracaso y la batalla de Lipantitlán, a orillas del río Nueces, donde las milicias de las Villas del Norte dispersaron una base texana. Ante tales hechos, el presidente Samuel Houston alentó la organización de una fuerza punitiva contra el norte de Tamaulipas, lo que intentó sin éxito al ser derrotada y obligada a rendirse en caserío de Mier, el 26 de diciembre de 1842. El aplastante resultado de esta acción de armas produjo un profundo resentimiento en Texas, e hizo patente su incapacidad de efectuar contra México operaciones militares de envergadura
18. La Intervención Norteamericana
C
on la anexión de Texas a los Estados Unidos, la guerra contra
México se hizo inevitable al predominar los designios expansionistas inspirados en el Destino Manifiesto, que se reafirmaron al acceder James Polk a la presidencia, y proponerse durante su mandato extender
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el dominio norteamericano hasta el Océano Pacífico, e hizo suyas las demandas de Texas de fijar su límite en el río Bravo, por encima de los derechos territoriales de Tamaulipas que llegaban hasta el río de Las Nueces. Con tal motivo, a fines de 1845 su ejército norteamericano al mando del General Zacarías Taylor acampó en la bahía de Corpus Christi avanzando
después a Matamoros.
El estallido de las hostilidades ocurrió
cuando una partida mexicana dispersó a unos dragones americanos en el paraje de Carricitos, que fue el pretexto para que Estados Unidos declarara la guerra a México. Enseguida tuvieron lugar las batallas de Palo Alto y Resaca de Guerrero, el 8 y 9 de mayo de 1846, siendo derrotado el ejército del norte al mando del general Mariano Arista, quien evacuó el norte de Tamaulipas a los pocos días. La noticia estremeció a los ayuntamientos de Matamoros y las Villas del Norte, que con el objetivo de proteger a la población civil ante la inminente ocupación extranjera, esgrimieron el derecho del just Pentium para mantenerse en funciones, lo que respetó el general Taylor. El ejército americano entró a Reynosa en junio de 1846 y en ella mantuvo una guarnición durante dos años. En ese tiempo, la población fue testigo, primero de los preparativos de la invasión para avanzar rumbo a Monterrey, 61
tanto por tierra como por vía fluvial a través de vapores (steamboats); después el ayuntamiento sufrió diversas presiones, ya que grupos de soldados mexicanos segregados vagaban por los campos manteniéndose del pillaje, hostilizando eventualmente a los americanos, que a su vez le exigían
su exterminio.
Otros, acusaban a la población de
no tener sentimientos patrióticos, por tolerar la presencia del enemigo, y a cambio solicitaban dinero con el argumento de usarlo en la resistencia. También hubo que soportar los ultrajes de los voluntarios texanos, que recorrían los ranchos robando ganado. Por su parte el general Antonio Canales mantuvo una guerrilla que atacaba las comunicaciones enemigas, e intentó controlar el contrabando propiciado por los americanos para financiar sus gastos de guerra. En este tiempo tampoco se pudo solemnizar en Reynosa el retorno al sistema federal y la promulgación de la nueva Constitución de Tamaulipas, que si bien el enemigo no lo prohibió expresamente, por prudencia se abstuvieron las autoridades.
El 4 de julio de 1847 la guarnición invasora celebró el día de la independencia de los Estados Unidos con un desfile militar a lo largo de la calle real (Hidalgo), que culminó en la plaza de armas. En previsión a una ocupación prolongada, el ejército americano acabó por administrar las funciones públicas de la villa. Mientras tanto, a nivel nacional, los norteamericanos lograron ocupar el Noreste, pero cambiaron de estrategia para apoderarse del centro neurálgico del país, al desembarcar en Veracruz y ascender directamente a la altiplanicie mexicana, cuya capital tomaron el 16 de septiembre de 1847, luego de 62
vencer una heroica pero inútil resistencia. El fin de la guerra se formalizó con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, el 2 de febrero de 1848. Sin embargo, la desocupación del norte de Tamaulipas dilató cinco meses, tiempo en el que paulatinamente las autoridades locales fueron recuperando sus facultades. En Reynosa la administración norteamericana terminó el 8 de julio de ese año, cuando el señor Guillermo Estil entregó las funciones del cobro de alcabalas, contribuciones directas y otros ramos, para enseguida pasar el vado del río Bravo con las últimas tropas extranjeras.
19. Efectos del Tratado de Guadalupe Hidalgo
A
l término de la guerra de la intervención americana y de la firma
del tratado de paz, México tuvo que ceder un poco más de la mitad de su territorio a los Estados Unidos, defendiéndose de la frontera a partir de la boca del río Bravo hasta Paso del Norte, Chihuahua; y de allí, horizontalmente por el paralelo 32 a través del desierto, hasta el Océano Pacífico, línea que en 1854 se modificó con la venta de la Mesilla a los Estados Unidos.
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Para Tamaulipas, el tratado de paz significó la mutilación de una tercera parte de su territorio, unas 4000 leguas cuadradas, situado entre los ríos Bravo y Nueces, que era donde se ubicaban los ranchos y agostaderos más extensos de los vecinos de Matamoros y las Villas del Norte, perteneciendo en lo sucesivo al sur de Texas.
Estimaciones de la época calcularon que el precio de este espacio era de 25 millones de pesos, que nunca fueron pagados a pesar del reclamo de indemnización promovida por el gobierno de Tamaulipas. Además, las pérdidas en ganado y bienes de campo alcanzaron los siete millones de pesos, más los dos millones de caballos mesteños que pasteaban por ese espacio.
64
La jurisdicción de Reynosa perdió la parte situada a la izquierda del Bravo, donde se localizaban las porciones 38 a la 80 y una sección de los ejidos de la Antigua Reynosa, lo mismo que importantes rancherías formadas por las mercedes de los gobiernos colonial y mexicano, como San Salvador de Tule, Santa Anita, Las Mesteñas-Pititas-El Abra, La Blanca, Santa Equiteria, El Alazán, San Juan de Carricitos, Llano Grande y otros. Pérdida muy significativa para Reynosa fueron las Salinas del Rey, cuyos yacimientos formaban parte destacada en la economía ranchera del norte de Tamaulipas. La definición de la frontera trajo igualmente el establecimiento de la población de Edinmburg, frente a Reynosa, que se integró a la nueva cadena de poblaciones americanas a lo largo del río Grande, desde Brownsville a Laredo, que incluía a Río Grande City, Roma y Zapata. Edinburg se constituyó en la cabecera del condado de Hidalgo y hasta las primeras décadas del siglo XX fue la única población importante en su jurisdicción.
Aunque el sur de Texas mantuvo en la segunda mitad del siglo XIX un predominio de población de origen mexicana, el poder político recayó en los anglosajones, llegados a la región deseosos de hacer rápida fortuna en una frontera que distó de mantenerse tranquila en las primeras décadas 65
que siguieron a su formación. Este ambiente de inestabilidad, aunado a la pretendida superioridad que manifestaban los anglosajones, interesados aún en un mayor botín territorial a expensas de México, originó que se cometieran numerosos hechos de violencia contra los habitantes del norte de Tamaulipas, en flagrante violación al tratado de paz, como el filibusterismo y el abigeato. El filibusterismo se caracterizó por ataques de bandas armadas a territorio mexicano, con intenciones de pillaje y abierta hostilidad, recubiertos con un
tinte político.
En 1853 Reynosa fue víctima de la incursión
de N.P. Norton, juez del condado de Starr, quien al frente de cuarenta americanos y diez mexico-texanos, asaltó la población el 26 de marzo de 1853, tomando como rehén a su alcalde, Trinidad Flores, y a otras personas, a los que amenazó con fusilar si no recibía treinta mil pesos; pero ante la ausencia de esa cantidad acabó por conformarse con dos mil pesos, más el robo de la caballada y otros bienes que sustrajeron de varias casas. El abigeato fue activamente promovido por personajes distinguidos del sur de Texas, que formaron gavillas que cruzaban el Bravo para robar ganado, contando a su favor con la indiferencia de las autoridades americanas para evitar estos delitos organizados desde el territorio de los Estados Unidos, siendo un lucrativo medio para la creación de grandes fortunas, como la del famoso ganadero Richard King.
20. Reynosa a mediados del siglo XIX 66
D
espués de la mutilación territorial de la Franja del Nueces y de la
evacuación del ejército norteamericano, el norte de Tamaulipas entró en una fase de reorganización política y militar.
Al estar vigente el sistema federal, se reinstaló la jefatura política, con sede en Matamoros, y los ayuntamientos volvieron a tener vida propia. Por su parte, la defensa de la frontera tuvo nuevas adecuaciones, al desaparecer el Ejército del Norte situándose principalmente la brigada del general Francisco Ávalos, quien se hizo cargo del Distrito Norte de Tamaulipas hasta 1853, cuando al acceder al gobierno nacional Antonio López de Santa Anna, la región estuvo militarmente a cargo del general Adrián Woll, quien además fungió como gobernador de Tamaulipas. En esa época de la posguerra y de acuerdo al censo de Apolinar Márquez, en 1853 Reynosa tenía en su jurisdicción un total de 4,786 habitantes, que de acuerdo a una clasificación étnica de sus pobladores, 1,500 eran “europeos”, 2,900 individuos de composición “mixta de europeo e indígena”, eran 86 de composición “mixta indígena y africana”, 100 de composición “mixta de europeo y africana” y 200 indígenas autóctonos; aparte, dos extranjeros vivían en esta comunidad, un francés y un ciudadano de la Gran Bretaña. 67
La ganadería continuaba como la base económica registrando un censo de 2,300 cabezas de ganado bovino y el mismo número de ganado caballar,
más 10,111 ovejas y 2,115 cabras; actividad que ocupaba a 80 sirvientes y otros tantos vaqueros. La agricultura era de 130 fanegas de sembradura, treinta de ellas de frijol, que reportaba un valor anual de $ 3,600; y cien fanegas de maíz, que reportaban al año un valor de $ 2,000. El monte también hacía un aporte a la economía local, al generar ganancias de $ 2,670 al año por concepto de extracción de leña, además de la cacería de unos 200 venados y 300 jabalíes. El comercio era pequeño, reducido a 11 tendajos, 2 tiendas de géneros y una tienda mixta de abarrotes, más una panadería y un billar. En 1854 y al estallar la revolución de Ayutla, el norte de Tamaulipas, como
el resto del país se vio sacudida por una encarnizada guerra civil contra la dictadura santannista. Los opositores al régimen comenzaron sus preparativos en territorio americano, donde organizaron una junta revolucionaria en Brownsville, dirigida por brillantes liberales como Melchor Ocampo y Ponciano Arriaga, mientras que la representación local estuvo a cargo de Juan José de la Garza. En abril de ese año se dio la rebelión en Lampazos, Nuevo León, encabezada por Santiago Vidaurri quien se apoderó de Monterrey autoproclamándose 68
dirigente del movimiento liberal en el Noreste. Enseguida Juan José de la Garza tomó Guerrero, Mier y Camargo, e intentó envolver al general Woll en Reynosa, quien al intuir esta operación se replegó a Matamoros, una plaza prácticamente inexpugnable. No obstante, las fuerzas de la brigada Garza lograron derrotar completamente en el paraje de Piedra Agujerada, al sur de Reynosa, a una columna de 130 dragones al mando de Pedro Quintero, en donde fusilaron a Lázaro Farías y Crescencio Loza, esbirros de la dictadura. Con el derrocamiento de Santa Anna en 1855, el país comenzó la construcción de una república federal basada en los principios liberales, tal como se plasmó en la Constitución de 1857.
Sin embargo, hubo una reacción conservadora que sumergió al país en la guerra de reforma, en la que se impusieron las fuerzas liberales. El partido conservador buscó el apoyo extranjero y entre 1861 y 1867, México sufrió la Intervención Francesa que impuso al Imperio de Maximiliano. Lejos de caer en el desaliento, los liberales mexicanos organizaron una tenaz resistencia, como decididamente se hizo en el norte de Tamaulipas, hasta finalmente derrotar a la injerencia extranjera
21.- La influencia del comercio exterior 69
A l definirse la frontera, el norte de Tamaulipas quedó directamente en contacto con la economía de los Estados Unidos haciendo imposible la permanencia de los aranceles obsoletos del sistema fiscal mexicano, para normar el flujo mercantil que se generó de norte a sur a partir de ese momento.
A pesar de ello, el gobierno nacional no cambió su política proteccionista, sin considerar que los pueblos de la frontera norte se encontraban desvinculados de los centros productivos del país; además, fue incapaz de aplicar una tarifa arancelaria compensatoria al desequilibrio económico que se experimentaba en la región, y por el contrario, se limitó a expedir en 1849, el paliativo de un permiso temporal para la importación de víveres libres de impuestos. Como era de esperarse, el contrabando floreció no solo para abastecer a los pueblos fronterizos, sino que las mercancías eran introducidas a todo el Norte y aún hasta la feria de San Juan de los Lagos y la propia capital del país.
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En respuesta, el gobierno nacional creó el Contrarresguardo de Nuevo León y Tamaulipas en 1850, una corporación aduanal militarizada cuyo objetivo era impedir a toda costa el comercio ilegal generándose continuos hechos de violencia entre contrabandistas y los agentes
fiscales,con saldo de muertes en ambas partes
y
enconos que polarizaron la animosidad de los habitantes de la frontera contra los representantes del poder central. El resultado de esta confrontación fue la rebelión de La Loba, encabezada por José María Carbajal, en cuyo plan, redactado el 3 de septiembre de 1851, se rechazó la militarización de la frontera y la política fiscalrepresiva impuesta por el gobierno nacional proponiendo el retiro de las tropas y una sensible baja de los aranceles vigentes, así como la apertura de una aduana
alterna a la de Matamoros, que situaría a Reynosa. Ante estos argumentos que compartían los fronterizos, el vecindario y las autoridades de Reynosa encabezados por Manuel de la Viña apoyaron el 71
movimiento. Mientras tanto, en Matamoros el General Francisco Ávalos se preparó a resistir,y para deslegitimar a los rebeldes redujo las tarifas
aduanales; éstos por su parte,
comenzaron a ser
mal vistos al incorporar entre sus filas a mercenarios americanos. Carbajal atacó Matamoros en octubre de 1851, pero Ávalos pudo resistir al contar con el apoyo de los habitantes de la ciudad. Finalmente, los rebeldes se retiraron, para ser derrotados en el Paso del Azúcar, a orillas del río San Juan, en febrero de 1852 por el general Antonio Canales Rosillo. Con el triunfo del Plan de Ayutla, los jefes norteños estuvieron en posibilidad de satisfacer las demandas de los habitantes de la frontera y de obtener facilidades para el comercio exterior. Así lo entendió Santiago Vidaurri,
gobernador de Nuevo León
y jefe de la revolución
liberal en el noreste, quien con el interés de ampliar su influencia política a los pueblos del norte de Tamaulipas, autorizó el 4 de octubre de 1855 la apertura de la aduana de Reynosa. No obstante, el celo de los jefes tamaulipecos le impidieron tener un control directo de esta región, aunque sí prevaleció el arancel Vidaurri. En 1858 y al reasumir Tamaulipas su soberanía absoluta como consecuencia del estallido de la Guerra de Reforma, el gobierno local decretó el establecimiento de la Zona Libre de comercio en todo el norte del estado, que permitía la importación de mercancías libres de impuestos para el 72
consumo de las poblaciones fronterizas.
Otro momento importante del comercio exterior que se vivió en la región en esta época fue durante la Guerra Civil norteamericana, entre 1861 y 1865, al utilizar la Confederación al norte de Tamaulipas como vía de salida a su producción algodonera rumbo al mercado mundial, ante el bloqueo de sus puertos por la marina de los estados de la Unión.
22. La Sauteña - Río Bravo
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L
a hacienda de La Sauteña surgió en 1781 al recibir Antonio de
Urízar y Bernardo de Sauto, comerciantes del centro de la Nueva España, la merced de 658 sitios de tierra de ganado mayor, que comprendía un espacio situado entre los ríos Conchas y Bravo, desde el Golfo de México a los
límites con el Nuevo Reino de León.
Dada
su enorme extensión, más tarde la propia Corona española ordenó su poblamiento en 1805, so pena de perder la merced, lo que no se efectuó por la guerra de independencia. Por la misma razón, en 1833, el gobierno de Tamaulipas consideró en sus leyes de colonización el fraccionamiento de la hacienda, creándose algunos ranchos amparados en ellas, como el de Santa Teresa. Con la restauración de la república, el gobierno local exigió el cobro de impuestos a La Sauteña, pero ante los crecidos adeudos, sus propietarios, los señores Conde (herederos de Urízar), le entregaron 35 sitios de ganado mayor en 1881. La transformación de la propiedad comenzó por iniciativa del licenciado Demetrio Salazar, un personaje ligado con la élite porfirista, quien convenció a un grupo de empresarios para comprar la hacienda y crear la “Sociedad Civil y en Comandita La Sauteña”. 74
La nueva sociedad sentó las bases para el amplio desarrollo agrícola y para ello suscribió un contrato con el gobierno del estado en 1906, obteniendo concesiones de las aguas del río Bravo, Conchas y San Juan, así como para establecer colonias agrícolas, tanto de mexicanos como de extranjeros. Al terminar el ferrocarril Matamoros-Monterrey en 1905, la hacienda adquirió una plena orientación empresarial, capitalizada por Iñigo Noriega, quien se convirtió en accionista mayoritario, formando una nueva empresa, la “Compañía Agrícola La Sauteña, S.A.”, con activos por diez millones de pesos, más las concesiones de agua para fomentar el cultivo de algodón. Contando con el apoyo del presidente Porfirio Díaz, Noriega obtuvo recursos de la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y Fomento a la Agricultura y del Banco Agrícola Hipotecario de México. Para atraer la inversión extranjera, se vinculó con la Texas Oil Company, a la cual ofreció La Sauteña para desarrollar la agroindustria algodonera, obteniendo financiamiento que benefició al gobierno de Díaz al recibir recursos para promover la irrigación, por parte del National City Bank de Nueva York y el Speyer Bank de Londres. A fin de aprovechar estos recursos, Noriega modernizó su compañía para insertarse al crédito agrícola, para lo cual creó en 1910 la “Compañía Agrícola de Colombres, S.A. “, llamada después “Compañía Agrícola de Río Bravo, S.A.” 75
Sin embargo, La Sauteña generó el resentimiento social al impedir la movilidad en la propiedad de la tierra. Por tanto, al estallar la Revolución Mexicana, estuvo en la mira del reparto agrarista. Así lo manifestaron los magonistas en 1911 y más tarde, en 1913, Lucio Blanco intentó su reparto, y aunque no se efectuó, quedó intervenida por el gobierno constitucionalista. En 1929 y debido a que el Banco Nacional de México era el tenedor de las acciones de La Sauteña, el gobierno federal le retornó la propiedad proponiéndole la creación de una empresa mixta para liquidar algunos de sus adeudos con esa institución financiera, a la vez que impulsaba su política de distribución de tierras. Por tanto se formó la Compañía Explotadora y Fraccionadota del bajo Río Bravo, S.A. Finalmente, el Banco Nacional de México vendió la propiedad al gobierno federal en los años treintas,resolviéndose con ello
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el problema de los repatriados y la creación del distrito de riego del bajo San Juan y el bajo Río Bravo. Por cuanto al casco de la hacienda, desde principios del siglo XX se formó en torno a ella una congregación y para 1926 se creó un núcleo ejidal anexo. Dado el número de sus habitantes, funcionó como una importante delegación de Reynosa, hasta que en 1961 logró su autonomía municipal, con el nombre de Río Bravo
23. Charco Escondido - Congregación Garza
A
cuarenta kilómetros al sur de Reynosa, rodeado por un escaso
monte de mezquite que antes cubría estas llanuras ahora desmontadas, se encuentra Charco Escondido o Congregación Garza, antigua comunidad rural reynosense que vio desfilar en ella intensos acontecimientos de la turbulenta vida mexicana del siglo XIX.
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Como su nombre lo indica existió allí un aguaje de referencia obligada para rancheros y caminantes, si se considera que entre los ríos Bravo y Conchas no existen corrientes de agua. El Charco Escondido siguió los mismos pasos de los numerosos ranchos que se fincaron dentro de la hacienda de La Sauteña desde las postrimerías del siglo XVIII, al tener sus propietarios una presencia apenas perceptible, incapaz de controlar un espacio que representaba “la extensión de un reino”, como bien lo criticó un funcionario colonial.
La inserción del Charco Escondido en los mapas fue por el trazo del camino directo entre Matamoros y Monterrey, que evitó la ruta más larga de las Villas del Norte, en una época en que el comercio exterior bullía en el puerto tamaulipeco y demandaba su pronta remisión a la Sultana del Norte.
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A este camino que era en realidad una brecha entre el espeso monte, las autoridades procuraron mantenerlo siempre transitable, designándolo con el pomposo nombre de “Sendero Nacional”, destacando así su importancia. El 13 de julio de 1870 tuvo lugar aquí una memorable batalla entre fuerzas rebeldes al régimen de Benito Juárez y tropas leales al gobierno federal. Los sublevados estaban al mando del general Pedro Ignacio Martínez, Pedro Hinojosa e Irineo Paz, abuelo del insigne poeta Octavio Paz; quienes buscaban rehacer sus fuerzas en el Noreste, luego de sufrir repetidos descalabros en el centro del país.
Sin embargo, los jefes locales no los recibieron con simpatía, en especial el caudillo nuevoleonés Jerónimo Treviño, que los sorprendió a pleno mediodía, cuando el calor había hecho que los jefes rebeldes durmieran la siesta.
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El resultado para ellos fue desastroso al rendirse toda la tropa, unos trescientos hombres, más cincuenta oficiales, dando apenas tiempo de escapar a Martínez y a su estado mayor. En mayo de 1876 la historia se aparece en este lugar, nuevamente a causa de un movimiento rebelde contra el gobierno federal, esta vez encabezado por el general Porfirio Díaz, que bajo la bandera del Plan de Tuxtepec había ocupado Matamoros, plaza que abandonó antes del arribo del general Mariano Escobedo, que desde Monterrey salió a combatirlo.
Ubicado en Charco Escondido, Díaz esperó los movimientos de Escobedo, quien eligió la ruta de las Villas del Norte para llegar a Matamoros, permitiéndole al jefe rebelde avanzar sobre Nuevo León, donde fue derrotado en la hacienda de Icamole. A fines del siglo XIX, cuando la Zona Libre permitía el comercio ilegal, Charco Escondido se hizo célebre por el contrabandista Mariano Reséndez, el azote de la Gendarmería Fiscal, a la que enfrentaba a balazos sin temor.
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Sin embargo, finalmente fue asesinado por órdenes del general Bernardo Reyes, procónsul de Porfirio Díaz en el Noreste, empeñado en librar la frontera de revoltosos y contrabandistas. Como comunidad, los vecinos de Charco Escondido pudieron integrarse formalmente, al comprar el terreno a La Sauteña hacia 1890.
Más tarde, el 22 de abril de 1901, el gobierno del estado decretó que a partir del 16 de junio de este año se denominaría Congregación Garza “en justo testimonio de gratitud al benemérito aunque modesto” ciudadano José María de la Garza. Con la construcción del ferrocarril Monterrey-Matamoros, la ruta del Sendero Nacional fue abandonada, quedando el antiguo Charco Escondido alejado del movimiento del nuevo siglo.
24. San Miguel de Las Cuevas-De Camargo-Gustavo Díaz Ordaz
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C
omo Matamoros y Río Bravo, otro fruto de Reynosa es el municipio
de Díaz Ordaz, cuyo origen se remonta a la misión de San Joaquín del Monte. En efecto, esta institución colonial apenas sobrevivió a la Independencia, dado el ánimo secularizador que imperó en Tamaulipas aún antes de las Leyes de Reforma. Por su parte, los indios herederos de esta propiedad, los Tejones, Pintos y Comecrudos, nunca formalizaron una población estable. En tal virtud, el nuevo gobierno republicano, para mantenerlos sujetos, asignó a los indios en 1831 a tutores individuales, y dio la tarea a unos de trabajar en la construcción de la iglesia, mientras que a los campacuases que frecuentaban la banda izquierda del río, los puso a trabajar en las extracción de sal; aunque en ambos casos los indios laboraban con desgano.
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En 1838 y para reglamentar la posesión de los terrenos de San Joaquín del Monte, se les nombró un “protector” que actuaría como “padre natural” de las “familias accionistas” de indios, que solo tendrían derecho a la tierra estando bautizados y casados por la iglesia, mientras que por otra parte, se reafirmó la costumbre de rentar los terrenos a particulares. Mientras los indios deambulaban por los montes, un grupo de rancheros se fincó dentro de la misión en el paraje de San Miguel de las Cuevas, y para 1849 exigían al gobierno les extendiera títulos de propiedad. Ante la insistencia, el 16 de mayo de 1855 el gobernador Adrian Woll autorizó la partición por mitad de la “frustrada” misión de San Joaquín del Monte, otorgando a los rancheros dos sitios y trece y media cordeladas; mientras que los indios se quedaron con la otra mitad, congregados en el Rancho de Las Prietas, donde acabaron por extinguirse a fines del siglo XIX.
La Congregación de las Cuevas estuvo también en medio de pleitos jurisdiccionales entre Camargo y Reynosa, ya que el primero reclamó en 1849 extender a plenitud sus límites por el oriente, de acuerdo a los Autores 83
de la General Visita de 1757, pues le resultaba un faltante de 364 varas, lo que significaba la absorción de esta congregación, cuyos habitantes amenazaron con emigrar a Texas de ser anexados a Camargo, suspendiendo las autoridades de Reynosa unilateralmente las maniobras de deslinde. En 1869, Camargo reactivó el reclamo durante el gobierno de Juan José de la Garza, actuando como agrimensor el general José María Carvajal, quien conoció el caso veinte años atrás. Sin embargo, el ayuntamiento de Reynosa se negó a cooperar, siendo favorecido por las convulsiones políticas locales que repercutieron en la frontera a mediados de 1870.
Al acceder al gobierno estatal el general Servando Canales, los vecinos de Las Cuevas intentaron a fines de 1870 constituirse en municipio, o bien, anexarse a Camargo, denotando el bullicio de autonomía que animaba a esta comunidad, cuando como alternativa aceptaba lo que antes rechazó, seguramente porque entonces estaba en competencia con su cabecera política. El Congreso del Estado rechazó la erección municipal pero aceptó su escisión de Reynosa, llamándose en lo sucesivo “San Miguel de Camargo”. No contentos con el resultado y en una nueva oportunidad política, en 1888, su vecindario intentó obtener la categoría municipal, que se llamaría “Villa Alejandro Prieto”, en honor del nuevo gobernador del estado. Solo que la Antigua Reynosa se opuso tenazmente a sus pretensiones, ya que abarcaría parte del poniente de la jurisdicción Reynosa.
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Finalmente y ya en tiempos modernos, gracias al desarrollo agrícola que generó la construcción del distrito de riego del bajo San Juan, la comunidad de San Miguel de las Cuevas (o de Camargo) logró sus deseos, al ser erigida como municipio durante el gobierno de Praxedis Balboa, el 26 de marzo de 1968, con el nombre de Gustavo Díaz Ordaz.
25. La Antigua Reynosa
A
unque devastada por la inundación de 1802, la antigua villa de
Reynosa no se despobló completamente al trasladarse los poderes municipales a las Lomas de San Antonio. En este lugar permaneció una comunidad, que conservó inclusive en su entorno el ejido del pueblo, que precisamente en 1834 hubo que remedir, ya que sus mojoneras habían sido borradas por las aguas y causaba numerosas confusiones entre los propietarios asentados dentro de él, así como los dueños de las porciones colindantes y con la vecina misión de San Joaquín del Monte. Para tal fin se contrató al licenciado y agrimensor Antonio Canales Rosillo, quien en el verano de 1836 comprobó que las porciones se empalmaban resultando una excedencia de 27 cordeladas, que para resolver sugirió que todos los propietarios cedieran una parte para ajustar los terrenos, o bien se expropiara parte de la misión. Con esa base, el ayuntamiento de Reynosa 85
solicitó a la Junta Departamental la venta del antiguo ejido, apropiado ya por particulares, sin beneficio para la tesorería local, además por deberse los terrenos del señor Domínguez, correspondientes al ejido de la nueva villa por la banda izquierda del Bravo. La Junta apoyó la solicitud y ordenó la venta del ejido, conforme a las leyes de colonización vigentes; por cuanto al terreno excedente, apoyó la sugerencia de expropiar parte de la misión.
El remate del ejido se hizo en almoneda pública; se pidió a Domínguez que justificara la cantidad de tierra cedida para cubrir su pago; y se ordenó que los vecinos ajustaran entre sí las 27 cordeladas de excedencia, respetándose la misión, porque el gobierno cambió de planes para estos terrenos. En 1871, ante la pretensión de San Miguel de las Cuevas de erigirse en municipio o anexarse a Camargo, la Antigua Reynosa solicitó al Congreso local su propia elevación a cabecera municipal.
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Para ello aseguró contar con 160 familias, con más de 800 habitantes, y bienes capaces de solventar los gastos municipales y tener disposición a contribuir al gasto común de la administración estatal. El Congreso dictaminó procedente la erección de la nueva municipalidad y ordenó el cumplimiento de varios requisitos, sugiriendo el nombre de “Reynosa Díaz”, en honor al general Porfirio Díaz, a quien se nombró también benemérito del estado, pero se reservó al ejecutivo estatal la facultad para ello. Ante la impugnación de algunos diputados, se pidió conocer la opinión del ayuntamiento de Reynosa. Por tal motivo se introdujo una enmienda que mantuvo al Congreso en sesión permanente, hasta la expedición del decreto número 62 del 18 de junio de 1873, por medio del cual el gobierno delegó en el ayuntamiento de Reynosa los procedimientos para erigir la nueva villa, pero éste se resistió a cumplirlo apoyado en la vaguedad del decreto y lo inespecífico de los límites que tendría. Por el contrario, organizó un referéndum, pero prejuició los resultados, al declarar no ser válido que se revocaran los derechos jurisdiccionales de la municipalidad. Como era de esperarse, las Congregaciones de Charco Escondido y Los Anzaldúas se negaron a separarse de la cabecera municipal.
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Por su negativa, el Congreso amonestó al ayuntamiento de Reynosa, al decir que se abstuviera de autorizar propuestas irrespetuosas, pero no estaba en sus funciones más que acatar las leyes, pues de lo contrario se le responsabilizaría de sus actos. Enseguida el gobierno envió a Antonio L. Carvajal como comisionado ad hoc, pero las autoridades de Reynosa solicitaron la revocación del decreto número 62, como finalmente se hizo para no causar mayores problemas políticos. Desalentado su intento de autonomía, la Antigua Reynosa siguió inmersa en su ambiente rural que conserva hasta hoy en día, pero guardando celosamente el orgullo de haber sido el asiento primigenio de Reynosa
26. La frontera fluvial inestable: Los bancos del Río Bravo
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O
riginalmente el bajo río Bravo fue una corriente que con frecuencia
cambiaba de cauce debido a la impetuosidad de sus aguas a través de la llanura costera aluvial, producto de los deshielos de las Montañas Rocallosas y de la Sierra Madre Occidental, así como de las lluvias de su enorme cuenca hidrológica. Como ejemplo histórico está la inundación de la antigua Reynosa en 1802, que al tiempo de su fundación tenía al río a 500 varas, mientras que ese año se situaba junto a la villa.De acuerdo al Tratado de Guadalupe Hidalgo, en teoría se fijó un límite internacional inamovible en la mitad del río, sin tomarse en cuenta la conducta divagante del Bravo, que siguió alterando su curso, al desprender partes del territorio de un país y agregarla a otro (los “bancos”), creando un sinnúmero de conflictos. Memorable por los problemas que causó a los dos países fue el caso de los abigeos del rancho de la Bolsa, jurisdicción de Reynosa, que en 1848 se situaba en la ribera mexicana, pero poco después fue desprendido por el río y sumado al estado de Texas, del que quedó separado por el antiguo cauce,
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ahora convertido en estero, fácilmente vadeable. Esto permitía a los ladrones hacer sus tropelías en territorio americano y buscar rápido refugio en La Bolsa (considerado territorio de México), mientras que si eran perseguidos por las autoridades mexicanas, como estas se entretenían en cruzar el río, los abigeos huían a Texas. Algo similar aunque en sentido inverso sucedió en la isla de Morteritos, jurisdicción de Mier, propiedad de Manuel Garza Peña, que fue reclamada por las autoridades de Texas, que la reconocían como la isla Beaver, de la que México reconoció la soberanía estadounidense.
Para tratar de resolver estos problemas, ambos gobiernos concertaron una Convención en 1884, insistiendo cartográficamente trazada por la comisión Emory-Salazar en 1852. Sin embargo, en el bajo Bravo, el río tenía realmente como otro curso, lo que obligó a la creación de una Comisión Internacional de Límites en 1889, o sea un cuerpo intergubernamental para evitar disputas, dirimir las controversias y estabilizar la frontera, sobre la base de fijar la línea en principios jurídicos mutuamente discutidos y acordados, eliminándose el factor político, reduciendo los cambios del río a 90
problemas de carácter técnico. Aunque inicialmente la Comisión tuvo una vigencia de cinco años, después prorrogados, en 1900 su permanencia quedó establecida por tiempo indefinido. Como resultado de los trabajos de esta Comisión en el Bajo Bravo, que eran porciones de tierra formadas por el bajo Bravo, fueron definidos los bancos, que eran porciones de tierra formadas por la corrosión lenta y gradual, combinada con la avulsión, originando que el río abandonara su antiguo canal y se separaran de él pequeñas porciones de terreno, limitadas por el referido cauce antiguo, y que seguían perteneciendo al país del que se separaron, aunque se encontrara físicamente unido al país vecino y aislado del suyo por el río; más tarde los depósitos sucesivos de aluvión borraban el antiguo canal, confundiéndose el banco con los terrenos colindantes, originando dificultades y controversias, unas de orden internacional y otras de orden privado. Por tal motivo la Comisión propuso la eliminación de los 58 bancos situados entre Camargo y la desembocadura del río, lo que de conformidad se hizo.
En el trayecto municipal de Reynosa, pasaron a Estados Unidos los Bancos de La Bolsa, Cantú, Villarreales, Santa Margarita, Rosario, Santa Juanita, Eurestes, Las Bonitas, Longoria, San Juan del Río, Santa Cruz, El Granjeno, Anzaldúa, Santa Inés, King, y de Antonio Vela; mientras que a México se incorporaron los bancos de Toluca, Argüelles, La Blanca, Santa Rita, El Cigarrillo, Juanita, Las Lomitas, Ojo de Agua, Garza, y de Pedro Vela
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27. Último tercio de la centuria
U na vez restaurada la república luego del triunfo de las armas nacionales contra la intervención francesa y el imperio de Maximiliano y del acceso al poder de Porfirio Díaz en 1877, México entró en una etapa de estabilidad política y de un sostenido desarrollo material, aunque un alto costo social; época que de hecho se prolongó hasta 1910, cuando la Revolución Mexicana marcó un dramático parteaguas histórico. En gran parte del norte de Tamaulipas, el último tercio del siglo XIX se caracterizó por la marginalidad económica y el escaso aumento de la población, debido a que Matamoros dejó de ser la plaza mercantil fronteriza preponderante, al trasladarse el eje de intereses comerciales a las ciudades de Nuevo Laredo-Laredo (Texas), en virtud de la construcción ferroviaria que enlazó a México con los Estados Unidos. Reynosa vio coartado su desarrollo desde 1872 al ordenarse el cierre de su aduana fronteriza, sumergiéndose en su tradicional estilo de vida ganadera y rural. Un recuento de su evolución demográfica ilustra estos años, ya que durante 92
cuarenta años la jurisdicción de Reynosa se conservó bastante estable, fluctuando entre los 3,724 habitantes registrados en 1873, a los 6,780 que reportó el censo de 1910. La cabecera municipal, por el contrario, mostró un ligero decremento en sus habitantes, entre los 2,500 habitantes que tenía en 1884, en comparación con los 1,575 habitantes censados en 1910 ¡cantidad menor al censo de traslado de la villa en 1802, que reportó la cifra de 1,631 vecinos! A pesar del retroceso en su población Reynosa era una encantadora población fronteriza que vigilaba el río Bravo desde lo alto del lomerío de San Antonio dejando ver a la distancia el blanco reflejo de sus casas de piedra y huano, con techos de terrado, tejas o zacate, distinguiéndose inconfundible la torre de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe , único vestigio que hoy sobrevive de aquél nostálgico pasado. Sin embargo, la época progresista obligaba al trabajo y así, el pueblo y autoridades de Reynosa construyeron en 1881 el parián en la Plaza
Zaragoza,
lo mismo que
levantaron el segundo piso del Palacio Municipal, que se inauguró el 16 de septiembre de 1899, dándose con ello una despedida formal al siglo XIX. Ya en los arranques del nuevo siglo, la educación primaria tuvo un impulso, al construirse en 1908, la Escuela para Varones Miguel Hidalgo.
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Otro signo del nuevo siglo fue que al envejecer el régimen de Díaz y cesar el tutelaje de la jefatura del Distrito del Norte surgió la militancia de los clubes “Círculo Rojo” y “Círculo Verde” (Club Político Unión), muy presentes en el escenario político local de la época.
El nuevo siglo XX trajo consigo el enlace ferroviario definitivo entre Matamoros y Monterrey, después de largos años de construcción. En efecto, sus trabajos se iniciaron en 1880, pero se suspendieron después, quedando tendido el tramo Matamoros-Reynosa-San Miguel de Camargo. En 1895 la empresa Camino de Fierro Nacional Mexicano adquirió los derechos 94
de vía y dio continuidad a la obra hasta su terminación. En Reynosa se otorgaron setenta metros en el ejido del pueblo para el paso de la vía y la construcción de la estación ferroviaria, que al quedar terminada, estimuló el desplazamiento hacia allá de la traza urbana. En contraste al júbilo que causó este enlace ferroviario, los reynosenses, como todos los fronterizos, lamentaron la derogación de la zona libre en 1905.
Estadísticas de la época reportan que en 1910 el valor de la producción agrícola de Reynosa era de $24,969 por algodón, $37,800 por maíz y $37,800 por caña de azúcar. La producción de pieles fue de $11,288 de vaca y $8,005 de ganado cabrío. La producción de ganado en pie se contabilizó en $96,260 de ganado vacuno, $25,118 de ganado caballar, $5,085 de asnos y $22,131 de ganado menor.
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28. La Revoluciรณn Mexicana en el Norte de Tamaulipas III. TIEMPOS MODERNOS
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La Revolución Mexicana en el norte de Tamaulipas
A unque durante el Porfiriato se consolidó el país y hubo un evidente progreso económico, también se produjo una aguda polarización social, que ante la inmovilidad política, hizo estallar en 1910 la Revolución Mexicana, 97
encabezada por Francisco I. Madero, que derrocó al presidente
Porfirio Díaz un año después. No obstante, la inercia del antiguo régimen acabó por asesinar a Madero en febrero de 1913, quien ya había accedido a la presidencia de la república, y en su lugar se impuso la dictadura militar de Victoriano Huerta. Como reacción a estos sucesos, el ex gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, enarboló un movimiento constitucionalista contra Huerta. Hasta entonces en el norte de Tamaulipas no se había experimentado violencia, solo las amenazas de los magonistas, de subvertir el orden e iniciar el reparto de la hacienda de La Sauteña, por lo cual la empresa organizó sus guardias blancas. Fue en la primavera de 1913 cuando los constitucionalistas provenientes de Coahuila, al mando del general Lucio Blanco penetraron en Tamaulipas y luego de un periplo por Burgos, Jiménez, San Fernando y la Congregación Garza, atacó Reynosa el 10 de mayo de 1910. La acción comenzó a mediodía por el rumbo del cementerio, cuya plaza era defendida por ochenta voluntarios y un piquete de tropas federales
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del sexto regimiento del ejército, más algunos miembros del 1º de rurales y de la Gendarmería Fiscal. Los defensores se abastionaron en la iglesia, pero cedieron a la fusilería y la dinamita de los atacantes, que lograron incendiar el tren que trajo la tropa de Matamoros. Dueños de la plaza, los revolucionarios ejecutaron al ex alcalde Exiquio de la Garza. Al día siguiente Blanco se apoderó de Colombres donde fue recibido con festejo por trescientos peones. Siguiendo su derrotero y luego de una cruenta batalla, Blanco se apoderó de Matamoros el 4 de junio de 1913, ganando así el constitucionalismo un fuerte bastión en la frontera norte. Derrocando el régimen de Huerta en 1914, una breve paz marcó el preludio de la confrontación entre el constitucionalismo y la Convención de Aguascalientes, constituida por fuerzas de Francisco Villa y Emiliano Zapata. Este conflicto reactivó la guerra al norte de Tamaulipas, al presentarse en Reynosa los generales villistas José E. Rodríguez y Absaúl Navarro con un ejército de tres mil hombres, el cual fue destrozado en Matamoros por una cortina de fuego de ametralladoras, que preparó el general Emiliano P. Nafarrete. Una de las consecuencias negativas de la Revolución Mexicana, fue la polarización racial en el sur de Texas, que afectó notablemente la tranquilidad en la frontera. El origen fue el descubrimiento en McAllen a principios de 1915, de una supuesta conjura contra los Estados Unidos, al aprehenderse a Bacilio Ramos con el “Plan de San Diego.” De acuerdo a este documento, se convocaba a mexicanos, indios y negros a 99
luchar contra los anglos y se exhortaba a liberar Texas, Nuevo México, Arizona, California y Colorado para crear un nuevo país multirracial, y proponían una alianza de los pueblos oprimidos del continente.
Al ser liberado, Ramos se refugió en Matamoros acusando a las autoridades americanas al general Nafarrete de ser el instigador del movimiento, al que se trató de ligar a los intereses alemanes, dado el conflicto de la Primera Guerra Mundial. Aunque los dos argumentos resultaban fantasiosos, lo real fue que en dos años murieron asesinados en el sur de Texas veintiún norteamericanos y más de trescientas personas de origen mexicano. Consumado el triunfo del Constitucionalismo, a fines de 1915 Venustiano Carranza recorrió el norte del país, tocándole a Reynosa recibir la visita del Primer Jefe de la Revolución, quien en 1917 promulgó en Querétaro la Constitución Política aún vigente en México
29. The Magic Valley of the Rio Grande
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P ara entender la historia contemporánea de Reynosa y el norte de Tamaulipas, es imprescindible conocer el origen del desarrollo agrícola y comercial que se experimentó en el sur de Texas en las primeras décadas del siglo XX, cubierto hasta entonces de un monte de mezquite, dedicado a la ganadería extensiva. Pero con la invención de las bombas de agua, se comenzaron a irrigar esos extensos terrenos aluviales, con aguas extraídas del Bravo. Al disponer de esa tecnología, se instalaron varias compañías de colonización agrícola, fraccionando terrenos e irrigando por medio de poderosas plantas de bombeo.
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La primera fue la Brownsville Lands and Irrigation Co. (1902), a la que siguió La Arroya Canal Co. (1902), la San Benito Land & Water Co., y la Mission System (1907), y El Jardín y Harlingen Land & Water Co. (1908), sentando todas ellas las bases del Valle Mágico del Río Grande,” un espacio agrícola que aseguró su permanencia con el arribo en 1904 del ferrocarril “Saint Louis, Brownsville and Mexico Railway. A grandes saltos, en la década de 1910 ocurrió una expansión notable de su frontera agrícola, y para 1922 tenía 2 mil 500 plantaciones, con 215,600 acres, regadas con 58 bombas, sumando 17 mil caballos de fuerza, con capacidad para extraer 250 mil galones por minuto, con una inversión total de más de once millones de dólares. Este dinamismo económico estimuló el crecimiento demográfico surgiendo varias ciudades como Harlingen, con 600 mil habitantes; Mercedes con 3 mil; Pharr, San Juan y Dona con 500 cada uno; y McAllen y Mission con 2 mil cada uno; en conjunto, se contaban una 75 mil personas.
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La producción del Valle Mágico se orientó a las verduras y cítricos, de gran demanda en el mercado estadounidense, alentada por los nuevos procesos de enlatado y refrigeración. En 1940, la región cubría el 30% de la producción nacional de verduras.
A fines de los veintes, el Valle tenía catorce distritos de riego, con 425 mil acres y 2 mil 300 millas de canales, en su mayoría de concreto. Los cítricos abarcaban 58 mil acres, que en tres años llenaron 20 mil furgones de ferrocarril. También se sembraba algodón, unas 320 mil acres en 1928, instalándose 85 despepitadoras. Las comunicaciones del Valle eran de primera, al contar con 150 millas de caminos pavimentados y 400 millas de vías ferroviarias, operadas por las compañías Missouri-Pacific y Southern Pacific. En el litoral se construyó el puerto de Brownsville y después el canal intercostero, que embarcaban la producción agrícola de la región. En el plano urbano había invertidos más de treinta millones de dólares en obras públicas, hospitales, escuelas y edificios comerciales y treinta bancos, con reservas de 26 millones de dólares y otros tantos en depósitos.
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El rápido florecimiento del Valle Mágico fue por el uso ilimitado de las aguas del río Bravo, normado solo por las leyes de Texas. Pasada la Revolución el gobierno mexicano inició negociaciones con su homólogo estadounidense para llegar a un acuerdo justo, ya que los agricultores americanos se amparaban en la doctrina Harmon que esgrimían la prioridad de derechos por la antigüedad de uso, sin considerar que en el bajo Bravo, las dos terceras partes del agua provenían de fuentes mexicanas (de los ríos Conchos y San Juan).
Por otra parte, se hizo evidente la necesidad de construir obras reguladoras para asegurar el abasto de agua y evitar 104
inundaciones, como la de 1922, que causó enormes pérdidas en el Valle Mágico; sin embargo, no podía ser posible sin un arreglo internacional integral, a lo que México no cedió; máxime que se enfrentaba a peores abusos en el Valle de Mexicali respecto a las aguas del Río Colorado. Finalmente, en 1944 ambos países firmaron el Tratado sobre Distribución de Aguas Internacionales, sentando las bases para un desarrollo agrícola seguro y armónico en ambas imágenes del Río Bravo.
30. Estridencias de la Ley Seca
L
uego de la Revolución Mexicana, que si bien no devastó al norte de
Tamaulipas, se resintió una crisis que fue paliada por un fenómeno externo de gran impacto: la Ley seca de los Estados Unidos.
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En efecto, se trató de las resonancias de la prohibición alcohólica en aquel país a partir de 1920, al promulgarse la XVIII Enmienda o Ley Volstead, que prohibió la fabricación, venta y transportes de vino y cerveza, una medida que Texas impuso desde 1918.
La prohibición provocó ansiedad por el consumo de alcohol y se generó un mercado negro ligado al crimen organizado, creándose poderosas mafias que controlaban la producción, el contrabando y la distribución clandestina.
Sin embargo, la producción no era suficiente, por lo que muchos empresarios americanos se radicaron en la frontera de México para continuar el negocio, a donde acudían caravanas de “gringos” a solazarse en la disipación del juego, el alcohol y la prostitución, actividades que florecieron desde Matamoros hasta Tijuana marcando con una leyenda 106
negra a esta región mexicana. De este fenómeno no estuvo exenta Reynosa, que a partir de entonces comenzó a ver desfilar a los primeros “turistas”, que con avidez buscaban distraerse los fines de semana en las cantinas y bares que rápidamente proliferaron “americanizando" el aspecto de la población, con sus anuncios en inglés que invitaban al consumo,en nombres como el “McAllen Saloon”,
el “New York Bar”, el “Texas Bar”, el “Oklahoma Café”; o nombres mexicanos modificados por la
semántica anglófona: “Aztec Club” y el “Tampico Bar”;
sin
faltar los nombres cosmopolitas como el “Cabaret Palais Royal” y el “Valencia Club.” La plaza fue la marquesina principal de este negocio, y además surgió una nueva área dedicada expresamente a ello, en el espacio que separaba a la población con el vado del río, más tarde llamada “Zona Rosa.” En estos centros de diversión sonaba en las noches el ritmo espasmódico del Charleston, que dominó el deseo lúdico de la sociedad norteamericana en los años de la prohibición, así como el profundo sonido del Jazz, dando vida a las relucientes pistas de baile. Reynosa fue popularizada además por la presencia de la potente
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radiodifusora XEAW (XED),
propiedad de
norteamericanos que hacían negocios hertzianos no permitidos en su país, y que transmitía a gran parte del mundo. Ante la demanda del turismo extranjero, en 1927 se construyó una plaza de toros con capacidad para cinco mil personas, agregando el atractivo “latino” de la fiesta brava a la oferta de diversiones que ofrecía Reynosa. La prostitución también apareció por vez primera como negocio organizado, al crearse en 1925 una zona de tolerancia al sureste de la población, que en 1948 fue trasladada al poniente del dren de “Las Mujeres”.
En las ciudades del norte de Tamaulipas no se autorizó la apertura de casinos, como si ocurrió en Tijuana, sin embargo, en forma clandestina los dueños de bares y cantinas organizaban con cierta frecuencia estas actividades. La ley seca también masificó el consumo de la cerveza, al expandirse y consolidarse el mercado de la Cervecería Cuauhtémoc de Monterrey. Y aunque la ley seca norteamericana relajó la moral en la frontera mexicana al sucederse numerosos desórdenes, actos bochornosos, violencia y 108
crímenes, fue un hecho que trajo consigo una reactivación económica que compensó la difícil situación económica local. Esto se reflejó en el empleo de mano de obra en los negocios del ramo, surgiendo así los primeros sindicatos en Reynosa, entre los gremios de choferes, meseros, cantineros y filarmónicos.
La Hacienda municipal se benefició igualmente, al ocupar el impuesto de alcoholes el primer lugar por concepto de ingresos. Ante estas realidades nada pudo hacer la política antialcohólica del gobernador Emilio Portes Gil, mientras que localmente se integraron las sociedades femeninas “Violeta” y “Rosa” como una reacción al fenómeno.
31. Los distritos de riego del bajo San Juan y bajo Bravo
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U
no de los acontecimientos de mayor trascendencia en la historia
contemporánea de Reynosa y el norte de Tamaulipas fue la construcción de los grandes distritos de riego del bajo San Juan y bajo Río Bravo, que transformaron en su conjunto la economía de la entidad. De ser eminentemente ganadera pasó a convertirse en un estado agrícola por excelencia. Este proceso dio principio en 1936, cuando al tratar de frenar el uso indiscriminado que los agricultores texanos hacían de las aguas del Bravo, el presidente Lázaro Cárdenas autorizó a la Secretaría de Obras Públicas del gobierno federal bajo la supervisión del ingeniero Eduardo Chávez, la construcción de la Presa derivadora El Rematal, en el municipio de Reynosa, iniciándose así el distrito de riego del bajo Bravo, que en una fase inicial en 1940, abarcaba 5 mil hectáreas y cuatro años más tarde ocupaba 42 mil, sembradas básicamente de algodón; y aunque hubo reclamaciones diplomáticas estadounidenses, esta acción fue muy importante para presionar y llegar a un acuerdo sobre la distribución equitativa de las aguas internacionales que ambos países compartían.
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En los mismos treintas, se construyó en el Río San Juan la presa El Azúcar, más tarde llamada Marte R. Gómez. Este embalse tiene una capacidad de 1,257 millones de metros cúbicos y cuenta con dos canales de distribución: El San Pedro, de 23 kilómetros de extensión y el Guillermo Rodhe, que recorre doscientos kilómetros y atraviesa la ciudad de Reynosa regando entre ambos una superficie de 86,293 hectáreas ubicadas en los municipios de Miguel Alemán, Camargo, Gustavo Díaz Ordaz, Reynosa (22,422ha.) y Río Bravo.
Con la firma en 1944 del Tratado sobre Distribución de Aguas Internacionales entre México y construyeron grandes obras hidráulicas de almacenaje y distribución para utilizarse en la agricultura, el abasto urbano, la producción de energía eléctrica y la prevención de inundaciones. La máxima obra de este acuerdo fue la presa Falcón, inaugurada en 1953, 111
con capacidad para almacenar 5,038 millones de metros cúbicos. A fin de distribuir las aguas, cerca de Reynosa se construyó la presa derivadora Anzaldúas, por donde recibe México su cuota, para regar unas 201,818 hectáreas.
La agricultura de los distritos de riego del norte de Tamaulipas se dedicó desde su creación hasta los años sesentas al cultivo del algodón, ante la demanda de fibra que se requirió por la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea. Dada su inserción en el mercado capitalista, el desarrollo agrícola de la región se estimuló por la mecanización y la disponibilidad de créditos.
En 1958 se alcanzó la máxima superficie de cultivo de esta planta, de unas 317, 790 hectáreas, con una producción de 540,886 pacas, a partir de entonces comenzó su declinación, al cambiar la demanda por las fibras sintéticas y la fuerte competencia de otros países productores,
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al tiempo que se elevaron los costos de producción y la incidencia de plagas, en especial de la “producción texana” (Pymalotrichus omnivurum)
La sustitución de cultivos se dio con sorgo y maíz, cuya producción se orientó al mercado nacional, y sujeta más a los controles y disposiciones de las autoridades oficiales de agricultura. En los años setentas y ochentas, el norte de Tamaulipas fue el primer productor de sorgo en el país y ocupó un lugar destacado en la producción del maíz, generando un impacto muy importante en la región. Hoy en día la incertidumbre en los distritos de riego del norte de Tamaulipas estriba en la escasez del agua para riego, al construirse la presa de El Cuchillo en el Río San Juan para uso urbano de Monterrey. Nuevas tecnologías, el aprovechamiento más racional del líquido y hasta la permuta de cultivos parecen estar en el horizonte de esta región agrícola.
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32. Presencia del Ingeniero Marte R. Gómez
P
or su participación intensa en la construcción contemporánea del
país y de Tamaulipas, el Ing. Marte R. Gómez figura como el personaje más destacado en la historia de Reynosa. Nació el 4 de julio de 1896, una fecha muy significativa, pues justo es la que marcó ochenta y cuatro años antes el traslado de Reynosa a las Lomas de San Antonio, y también marca el día de la Independencia de los Estados Unidos, el vecino constante de la relación fronteriza tamaulipeca. Desde muy joven mostró inquietudes por el campo acudiendo a la ciudad de México a realizar sus estudios, graduándose en 1917 de ingeniero agrónomo e hidráulico en la Escuela Nacional de Agricultura y más tarde hizo estudios de especialización en la Sorbona de París, Francia. Inclinado a las causas sociales participó durante la Revolución como estudiante en las comisiones agrarias del sur, organizadas en el estado de Morelos por Emiliano Zapata. Probado su carácter, el joven agrónomo inició su labor institucional al recibir 114
la responsabilidad de dirigir su alma mater, en la Escuela Nacional de Agricultura, a la que transformó radicalmente, al lograr su cambio a la exhacienda de Chapingo, en las cercanías de Texcoco vinculando
directamente la tierra a esta institución. Al no permanecer ajeno a los asuntos políticos de su suelo natal estrechó lazos con el licenciado Emilio Portes Gil accediendo como grupo de gobierno del estado de Tamaulipas en 1925. El ingeniero Gómez figuró sucesivamente como diputado local, diputado federal y senador por la entidad, siempre ligado a Portes Gil. Al ocupar éste la presidencia interina de la República en 1928, Gómez ocupó durante dos años la cartera del ministerio de Agricultura y Ganadería, y además se desempeñó como presidente de la Comisión Nacional de Irrigación. Desde su actuación política en Tamaulipas defendió los intereses de la frontera norte, al promover la creación de los Perímetros Libres, que se instalaron finalmente en Baja California a partir de 1933, cuando fungía como Ministro de Hacienda y Crédito Público. Por su gran capacidad de trabajo, el gobierno federal lo promovió en la diplomacia siendo embajador de México en Francia, Austria, los Países Bajos, Suiza y la Sociedad de las Naciones, precursora de la Organización de las Naciones Unidas.
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Ligado estrechamente a Tamaulipas fue gobernador del estado entre 1937 y 1940 desarrollando durante su mandato una intensa actividad constructiva. Se erigió así la Presa del Azúcar y el Distrito de Riego del Bajo Río San Juan y el Estadio Olímpico de Ciudad Victoria, entre otras obras. En Reynosa, el ingeniero Gómez estableció una de las escuelas secundarias más modernas de su época en el país, reafirmando con su nombre “José de Escandón”, el nexo histórico de Tamaulipas con su herencia colonial proveniente de la provincia del Nuevo Santander.
Fue un firme promotor del deporte nacional siendo presidente del Comité Olímpico Mexicano y primer representante de México en el Comité Internacional. Organizó en México los VII Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en 1954 y logró que México fuera sede de los Juegos Olímpicos de 1968. Como amplio conocedor de la economía nacional se desempeñó como presidente del consejo de la Aseguradora Nacional Ganadera e incursionó como ejecutivo empresarial de primer nivel.
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Hombre de letras, el ingeniero Gómez fue autor de una extensa obra literaria destacando su prolífico epistolario publicado por el Fondo de Cultura Económica. Fue amigo personal y mecenas de artistas e intelectuales, entre ellos el muralista Diego Rivera y el historiador tamaulipeco Gabriel Saldívar. Murió en la ciudad de México en 1973.
33. Impacto de los hidrocarburos
D
urante el presente siglo XX la industria petrolera ha marcado una
profunda huella en la historia de Reynosa, que dio inicio en 1944, al perforarse el pozo “Misión Número 1” y después, entre 1948 y 1949, los campos “Reynosa”, “Brasil” y “Cano.” Ante los buenos resultados, la paraestatal Petróleos Mexicanos organizó la unidad administrativa Distrito Frontera Noreste, la de mayor extensión geográfica del país, con cabecera en Reynosa, cuya actividad está dedicada a la producción de gas no asociado y húmedo.
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La producción comienza con la recolección en estaciones del hidrocarburo extraído del subsuelo, donde se mide separa, controla y calienta, para evitar su congelación en las líneas de conducción enviándose después a la refinería de Reynosa, donde se instalaron entre 1955 y 1966, cuatro plantas industriales de absorción, de destilación, de producción de etileno y una planta de polietileno. En 1980 la aportación del distrito de Reynosa a la producción petrolera nacional era de 20,600 barriles por día, es decir, el 1.4 % de un total de 1,476,000 barriles por día; ese mismo año, la producción de gas alcanzó la cantidad de 1,064,554 pies cúbicos, de los cuales el Noreste contribuyó con el 19.5 %. Para 1985 la producción de crudo en la región registró la cifra de 43,423 barriles. En cuanto al gas natural fueron 3,071 millones de metros cúbicos, que incluían solo condensados recuperados en fase líquida. En conjunto, la refinería de Reynosa obtuvo en 1985 una capacidad nominal de destilación primaria de crudo y líquidos de gas natural de 20.5 miles de barriles diarios destacando su planta de absorción como una de las primeras en su género en el país, con cuatro diferentes áreas, capaces de realizar la separación de los hidrocarburos pesados e impurezas contenidas en el gas húmedo. Al final, resultan varios productos: gasolina, kerosina, diesel, gasnafta y gasolvente, etano, propano, butano, pentano y naturalmente, gas seco.
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Un producto de esta planta, el etano, es un petroquímico valioso por su volumen, de más de 39 mil toneladas métricas, que representó en 1968 el 60% del total nacional. El mismo año, la producción de etileno y polietileno representaban el 63.8% y el 100% respectivamente, del total nacional. Hasta antes de la construcción de las plantas petroquímicas de Pajaritos y Poza Rica, Veracruz, la planta de Reynosa era de las más importantes del país, decreciendo en lo sucesivo en su participación respecto al total nacional. En 1985 la capacidad instalada de sus plantas era: de etano, 47,000 toneladas métricas anuales, de un total nacional de 2,926,600; de etileno, 27,210 toneladas métricas anuales, de un total nacional de 229,000.
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La influencia de PEMEX en el desarrollo de Reynosa ha sido muy significativa, tanto en el propio diseño de su estructura urbana, como en su derrama económica en la localidad, a través de los sueldos a sus trabajadores y en el estímulo a los servicios, la construcción y el comercio. Construidas originalmente sus instalaciones en un sitio en las afueras de la ciudad, hoy en día, la mancha urbana rebasa en forma notable la ubicación de la refinería. En la nueva organización administrativa de PEMEX, la refinería de Reynosa ha quedado integrada a la Dirección de Exploración. Como nuevos proyectos en la región destaca la explotación de la Cuenca de Burgos, el yacimiento de gas más importante de México constituido por estructuras geológicas con fallas compartimentadas, que al perforarse arrojan una elevada producción inicial, luego una rápida caída, para finalmente estabilizarse, se calcula que en el lapso de 1998 a 2012, se pueden producir 1,400 millones de pies cúbicos por día previéndose la perforación de más de mil pozos.
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34. Industria maquiladora en Reynosa
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L
a ubicación geográfica en la frontera norte ha sido fundamental en
el moderno desarrollo de la industria maquiladora en Reynosa, que hoy en día constituye uno de los ejes económicos fundamentales. Las maquiladoras son industrias extranjeras, cuya operación básica consiste en importar temporalmente componentes y materias primas para su ensamble, acabado y transformación, cuyos productos, una vez terminados retornan a su país de procedencia integrándose a un proceso de división internacional de fabricación. Desde 1965, el gobierno federal autorizó la instalación de esta industria en la frontera norte con el interés de impulsar el desarrollo económico de la zona. Como efecto inmediato esta industria absorbió al poco tiempo de instaladas, una importante cantidad de mano de obra y prometía ser una solución a la demanda de empleo. Sin embargo, en 1974 y por causa de la recesión que se experimentó en los Estados Unidos, aunada a la débil política de industrialización mexicana en la frontera, dependiente de factores externos propicios, la industria maquiladora tuvo una seria crisis con el consecuente cierre de empresas. En Reynosa desaparecieron cuatro plantas y quedaron paralizados quince proyectos de nuevas empresas. En 1977 hubo un repunte de la industria maquiladora, al reanudarse la instalación de nuevas plantas aliviando el creciente desempleo presente en la región. Para entonces la devaluación del peso hizo más rentable el negocio de la maquila al abaratar la fuerza de trabajo, además de recibir significativos estímulos del gobierno federal que propiciaron su expansión. En Reynosa la reactivación se hizo patente con la instalación de la planta Zenith, una importante empresa internacional dedicada a la producción de artículos electrónicos, la que sirvió como ancla y garantía para estimular la inversión e instalación de otras empresas. En 1982 la nueva devaluación de la moneda mexicana incrementó la rentabilidad para esta industria aumentando las expectativas de mayores inversiones. 122
La industria maquiladora ha estimulado el crecimiento demográfico de Reynosa y la emigración nacional a esta parte de la frontera. En 1982 la industria daba empleo a 9,259 obreros representando alrededor del 10% de la población económicamente activa de los municipios de Reynosa y Río Bravo juntos. Para 1977, el total de empleos en esta industria fue de 43,890 obreros, que laboran en 90 empresas, ligeramente por debajo de Matamoros, donde están instaladas 102 empresas que dan empleo a 54,721 obreros y por encima de Nuevo Laredo, donde hay 57 empresas que emplean a 22, 213 obreros. El total de obreros en Tamaulipas en esta rama industrial es de 143,252, en un total de 331 empresas. Sin duda, el constante crecimiento de la industria maquiladora ha generado en Reynosa un efecto económico positivo, dada la generación de empleos y la derrama salarial, que estimula toda la cadena económica local. Actualmente hay instalados en Reynosa cinco parques industriales de maquiladoras, llamados Río Grande, Manimex, Reynosa, Del Norte y Maquilpark. Principalmente, la industria produce artículos y accesorios eléctricos, electrónicos y automotrices ocupándose de esta actividad tres cuartas partes de la planta laboral, unos 34,512 obreros. El resto, se ocupan en la maquila de maquinaria y herramientas para equipos eléctricos y electrónicos, muebles y productos de madera y metal; papel, hule, plástico; productos químicos, servicios, cuero y calzado, textiles y alimentos. Con la reciente construcción del puente Pharr-Reynosa y la consistencia de las políticas federales y locales para estimular su desarrollo, Reynosa se presenta en el futuro inmediato como uno de los polos de la frontera norte más atractivos para la industria maquiladora
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35. Vida fronteriza contemporรกnea
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in duda, el acelerado crecimiento urbano de Reynosa es el fenómeno
más destacado de su historia contemporánea. En comparación con los otros centros urbanos relevantes del estado de Tamaulipas, Reynosa partió prácticamente de ser un villorrio a principios del siglo XX, para convertirse en la víspera del siglo XXI en una moderna urbe fronteriza cercana al medio millón de habitantes; esto es notable si consideramos que Matamoros y Tampico tuvieron un empuje inicial importante por ser puertos de altura; que Nuevo Laredo ha sido la primera aduana terrestre del país desde fines del siglo pasado; y que Ciudad Victoria es la cabecera política de la entidad. Reynosa, por el contrario ha gestado su crecimiento demográfico contemporáneo en varios procesos económicos y sociales, entre los que se cuentan el dinamismo fronterizo que se experimentó a partir de los años veintes, el desarrollo agrícola en la construcción de los distritos de riego del bajo San Juan y bajo Río Bravo, la industria petrolera, el comercio, los servicios, y recientemente, la industria maquiladora.
Visto a detalle, el crecimiento urbano, sus causas se explican desde las razones naturales, como el aumento de la esperanza de vida y las tasas de natalidad, hasta las razones de orden económicas, sobresaliendo la inmigración nacional a la frontera, al buscar aquí los habitantes de zonas deprimidas del país, un mejor nivel de vida.
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En el norte de Tamaulipas, desde los años treintas y debido al auge algodonero acudieron oleadas de nuevos habitantes. El deseo de cruzar la frontera ha sido otro factor del poblamiento, pues ante la rigidez migratoria de los Estados Unidos, al ser rechazados, los migrantes permanecen en las`poblaciones fronterizas mexicanas. Más recientemente, la proliferación de la industria maquiladora ha contribuido a atraer trabajadores, lo mismo que la crisis en el agro mexicano, que en todas partes expulsa campesinos hacia los centros urbanos, siendo la frontera norte uno de los imanes de esta población.Ejemplo tangible de esta rápida evolución son las cifras demográficas de Reynosa.
Así, la ciudad multiplicó siete veces su población entre 1930 y 1950, al pasar de 4,840 habitantes a 34,087 habitantes, mientras que para 1980 se había multiplicado cuarenta veces, al llegar a 194,693 habitantes siendo el total del municipio 211,412 (lo que denota el carácter urbano de Reynosa). En 1990 la cantidad ascendió a 293,045 habitantes y para el año 2000 se calcula la existencia de 407,130 habitantes. Sin embargo, esta cifra de hecho ya se alcanzó en el área de Reynosa desde 1998, cuando al decretarse la creación de la zona conurbada del bajo Río Bravo, que comprende un área de 30 kilómetros a partir de la intersección de los límites entre Reynosa y Río Bravo, se estimó que en su área de influencia gravitaban unos 419,833 habitantes incluyendo el municipio de Gustavo Díaz Ordaz, es decir, todas estas poblaciones surgidas de un mismo tronco histórico, y que se proyectan hacia el futuro como una sola metrópoli fronteriza.
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La consolidación contemporánea de Reynosa tiene su contraparte en el vecino condado de Hidalgo, Texas, donde igualmente en tiempos modernos han ocurrido activos procesos económicos ligados a la agricultura y al comercio vinculado con México, lo mismo que el crecimiento en toda la cadena de poblaciones que integran el Valle Mágico del Río Grande. Esta relación, de cara a los resultados del Tratado Trilateral de Libre Comercio, indica la futura intensificación complementaria de la relación fronteriza en el área de Reynosa-McAllen, partiendo de un momento en que el norte de Tamaulipas, tiene ya una mayor integración con la economía nacional, que le permitirá afrontar con mayor provecho la asimetría que significa colindar con la economía más desarrollada del planeta
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