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LIBRO MITOS, LEYENDAS Y MENTIRAS DE LA H. MATAMOROS VOLUMEN III -MENTIRAS

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La mentira es aquella expresión contraria a lo que se sabe, se cree o piensa. También, a la tergiversación de algún hecho o expresión se lo considerará una mentira. Generalmente, la finalidad de la mentira suele oscilar entre varias razones, como ser: evitar un reproche, una sanción, hacer algún daño, obtener algún tipo de beneficio o bien la estima de alguien, para ocultar alguna realidad dolorosa que no se quiera por x motivo dar a conocer, para evitarle a alguien un sufrimiento, por hábito, entre las más recurrentes. La mentira siempre será subjetiva, es decir, si una persona sostiene algo que no es verdad pero está convencido que sí lo es, entonces, no se podrá decir que miente, pero si una persona afirma una determinada cuestión sabiendo que la misma corresponde a una realidad inexistente, aquí se podrá asegurar que la misma está mintiendo. Una mentira puede ser total (nada de lo que se está afirmando es real) parcial (algunas cuestiones que se afirman son verdad) y por omisión (cuando se oculta toda la verdad o una parte pero sin ser consciente de que se lo está haciendo; no existe una deliberación de mentir). También existen algunas mentiras que el único objetivo que tienen es el de bromear o engañar, pero que desafortunadamente con el paso del tiempo pueden llegar a tener credibilidad entre los indoctos del tema. Se puede decir que "Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad". Suele pasar que las mentiras se vuelven verdad para quien las dice y ya no distingue lo falso en ello...A la persona que miente se la conoce popularmente como mentiroso y entre ellos están incluidos algunos historiadores, cronistas y demás gente fantasiosa. En este libro el Autor ha compilado las aseveraciones más populares que la tradición oral matamorense ha mantenido como verdaderas, y aunque de la mayoría de estas afirmaciones o testimonios se desconoce la causa que les dio origen, en estas páginas se dará la explicación más razonable posible basada en meticulosa investigación y confrontación de la información disponible.

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Las mentiras añejas son difíciles de borrar de la memoria colectiva de los matamorenses. La que describiremos a continuación fue incluida en el discurso del presidente municipal Ing. Víctor Alfonso Sánchez Garza, durante la ceremonia de inauguración del Festival de Otoño 2012 en el Teatro de La Reforma.

Mentira número 3.14. El Himno Nacional en el Teatro de la Reforma. A pesar de lo que cualquiera diga, no es fácil señalar los errores que otros historiadores han cometido al escribir sus crónicas o libros. Sin embargo, es embarazoso permanecer pasivo y constituye una obligación aclararlos, porque algunas personas al ver la palabra escrita los creen "a pie juntillas", aprendiendo conceptos erróneos que al comunicarse de boca en boca se perpetuán y arraigan en el imaginario colectivo. Un ejemplo relevante es el del periodista José Raúl Canseco Botello, quien después de nueve años de esfuerzo publicó en 1981 el libro HISTORIA DE MATAMOROS, del cual se imprimieron 2000 ejemplares. Siendo el primero y más completo, fue una gran aportación a la historiografía de la Heroica Ciudad.

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Esta obra ha capturado el interés de varias generaciones de matamorenses y servido de bibliografía para otros autores. Sin embargo, a la luz de conocimientos surgidos de investigaciones recientes se han identificado varias inexactitudes como la descrita en la página 147 de dicho libro, en la que textualmente se afirma que don Jaime Nunó, autor de la música del Himno Nacional Mexicano, dirigió la Banda Municipal para entonar POR PRIMERA VEZ EN EL PAIS, dirigido por su autor, nuestro bello Himno Patrio.

Se desconoce el fundamento de esta categórica aseveración, y para esclarecerla es necesario conocer una breve historia de nuestro himno nacional: su letra y música tienen antecedentes remotos, pues desde la época de la Guerra de Independencia, los soldados insurgentes entonaban canciones para sentirse unidos en el fragor del combate. 5


Fue el 28 de julio de 1821, cuando José Torrescano presentó una primera composición del Himno Nacional inspirado en el Plan de Iguala. Era una canción heroica, bonita y animada pero no llegó a ser aceptada por completo. El pueblo la substituyó por otra que era fogosa y valiente, compuesta por José María Garmedia, pero no tenía la elevación poética ni la visión nacional necesaria para penetrarse en el alma mexicana, quedando en intento por no ser del agrado de los mexicanos ni de las autoridades. Las tentativas para definir lo que sería el Himno Nacional continuaron por parte de otras personalidades como Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Mariano Elízaga, José María Heredia y otros, sin éxito en la exaltación de virtudes sobre políticos héroes del momento. En el año de 1849, el pianista austriaco Henry Hertz, que se encontraba en México, manifestó su extrañeza de que un país tan lleno de historia y gestas heroicas no tuviese himno nacional, por lo que se ofreció a componerlo. Fue entonces que la Junta Patriótica lanzó el 10 de agosto de 1849, una Convocatoria abierta a un concurso literario avalado por la Academia de San Juan de Letrán, con el propósito de adquirir una letra adecuada para un himno que representara a los mexicanos, sobre todo al exterior. Teniendo como Jurado a un conjunto de Notables entre los que se encontraba Andrés Quintana Roo. En dicha convocatoria, se recibieron treinta composiciones, dándose el 4 de septiembre de 1850 el resultado del concurso. Se eligieron dos: la del compositor estadounidense Andrew Davis Bradburn, y cuya primera estrofa era: Truene, truene el cañón que el acero en las olas de sangre se tiña Al combate volvamos que ciñan nuestras sienes laurel inmortal. y la del poeta mexicano Félix María Escalante. La composición poética de Davis sirvió de base a el pianista austríaco Henry Hertz, para musicalizarla. La obra fue estrenada en el mes de noviembre de ese año en la ciudad de Guadalajara. El valor poético de ese trabajo era muy superior a sus antecesores, pero no agradó al pueblo, por lo que corrió la misma suerte de las canciones populares de las décadas pasadas.

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Por la misma época un poeta cubano, Juan Miguel Lozada, y el compositor europeo, Karl Bochsa, crearon un nuevo Himno Nacional, dedicado al presidente Herrera, tampoco este ensayo trascendió. A partir del 8 de septiembre de 1850, se realizan cuatro intentos más por dar a México un Himno Nacional: dos del compositor italiano Antonio Barilli, estrenados el 8 de septiembre de 1850 y otro el 26 de julio de 1851; otro del húngaro Max Maretzek estrenado también el 26 de julio de 1851; y finalmente del también italiano Ignacio Pellegrini, entonado el 22 de abril de 1853. Todas estas propuestas fueron presentadas, pero sin mayor relevancia. Competencia lírica. El 12 de noviembre de 1853 el gobierno mexicano encabezado por el presidente Antonio López de Santa Anna, por conducto del Ministro de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, don Miguel Lerdo de Tejada, lanza una convocatoria para escribir la letra de un «Himno a la Patria». declarando: " Que deseando que hubiese un canto verdaderamente patriótico, había tenido a fin acordar que se convocara a un certamen, ofreciendo un premio, según su mérito, a la mejor composición, una vez escogida esta". Se fijó un plazo de veinte días para presentar el trabajo, lográndose recibir 26 composiciones. Se dice que Francisco González Bocanegra, un talentoso poeta potosino de 29 años quien vivía y trabajaba en la Ciudad de México, no estaba interesado en participar en el concurso. Razonaba que escribir poemas para la mujer amada era una cosa muy diferente a escribir la letra del himno de una nación. Sin embargo, estando de visita en casa de su prometida Guadalupe González del Pino, quien, sin desanimarse por la continua falta de interés de Francisco a pesar de la constante insistencia de ella y sus amigos para participar, decidió tomar cartas en el asunto. Con pueril pretexto guio a Francisco a un cuarto aislado en su casa, entregándole pluma, papel y tinta lo encerró, diciéndole que no abriría la puerta hasta que entregara una composición para el concurso.

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Dentro de la habitación en la que fue temporalmente encarcelado, se encontraban diversos libros con eventos de la historia de México que lo ayudaron a inspirarse para su trabajo. Después de cuatro horas de forzada, pero abundante inspiración, Francisco fue capaz de obtener su libertad a cambio de diez estrofas que le pasó por debajo de la puerta a su captora. Estrofas que posteriormente ganaron la competencia. El jurado estuvo integrado por Bernardo Couto, Manuel Carpio y Joaquín Pesado González, anunciando al ganador el 3 de febrero de 1854 en el Diario Oficial de la Federación. Competición musical En 1854 después de haberse dado a conocer el resultado del concurso literario, Lerdo de Tejada, nombra una comisión integrada por José Antonio Gómez, Agustín Balderas y Tomás León, encargada de calificar las 15 composiciones musicales recibidas a consecuencia de una convocatoria para musicalizar los versos de González Bocanegra. El ganador fue Giovanni Bottesini, pero su entrada era rechazada debido a su «estética». 8


Este rechazo provocó un segundo concurso nacional para encontrar la música para la letra. De las pocas composiciones musicales presentadas, la música de Jaime Nunó Roca, titulada «Dios y Libertad», fue elegida como la ganadora el 12 de agosto de 1854.

El 6 de septiembre de 1854, la Junta Cívica notificó que el día 15 de septiembre a las 19:00 horas se cantaría el Himno Nacional Mexicano en el Teatro Santa Anna (hoy conocido como el Teatro Nacional de México). La interpretación inaugural fue dirigida por Giovanni Bottesini, cantado por Claudia Florenti y Lorenzo Salvi. Originalmente el Himno estaba compuesto por un coro y 10 estrofas, sin embargo en 1947 la Secretaria de Educación Pública autorizó una edición en la que se eliminaron las estrofas IV y VII. Las causas son que la IV glorifica a Santa Anna, quien era presidente en el momento de la composición y la VII invoca el nombre de Iturbide, primer gobernante del México Independiente. Es así como se establece que el Himno Nacional no debe mencionar a ninguna persona particular, ya que ocupa un lugar muy por encima de toda veleidad política y bandera partidista. 9


A partir de la Ley del 29 de diciembre de 1983, se cantan solamente el coro y cuatro estrofas (I, V, VI Y X), en las ceremonias de honores al Lábaro Nacional, así como en eventos y ceremonias oficiales, quedando absolutamente prohibido ejecutarlo para cualquier fin comercial.

De la narración anterior queda claro que fue en la Ciudad de México en donde POR PRIMERA VEZ EN EL PAIS se cantó el Himno Nacional Mexicano en el año de 1854, y no en la Heroica Matamoros. Pero sin duda alguna fue un acontecimiento inolvidable para los matamorenses de entonces, el concierto que se verificó el 22 de junio de 1905 en el Teatro de la Reforma a beneficio del ameritado compositor don Jaime Nunó, 10


quien regresaba a su casa procedente de la ciudad de México, en donde había asistido al festejo del cincuentenario de la primera vez que se cantara nuestro Himno Patrio. Don Jaime Nunó, dirigió personalmente la orquesta integrada por jóvenes matamorenses entre los que figuraron don Juan S. Cross, don Onésimo Peña, don Juan F. McMillan, don Luis G. Rendón, don Alfonso Cross, don Alfredo Buchard, don José Lamarque y don José J. Martínez. Se reunió la cantidad de $ 187.75, que le fueron obsequiados a tan distinguido visitante, quien salió al día siguiente para su hogar en la ciudad de Buffalo, Nueva York, donde dirigía una banda de música y daba clases del mismo arte a jóvenes de ambos sexos en aquella ciudad. Durante su estancia Jaime Nunó se hospedó en el Hotel Matamoros que estaba situado en la esquina suroeste de las calles 6ª. y de Matamoros (en donde estuvo el Colegio Don Bosco y actualmente hay una fea tienda de las llamadas Electra. Dicho hotel fue propiedad de los señores Celestino Garay, Valentín Ramírez y Jesús Benavides.

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Tomada en el patio del hotel, esta fotografía muestra a don Jaime Nunó (sentado, con corbata de moño y barba blanca), rodeado de la familia Garay, la administradora, un reportero del periódico Monterrey News que señala a un cartel, y algunos huéspedes. CONCLUSION. La persona sin un conocimiento de su historia pasada, sus orígenes y su cultura, es como un árbol sin raíces.

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EL AUTOR Nació el 30 de abril de 1947 en la Ciudad de México, D.F. Estudió las escuelas primaria y secundaria en la H. Matamoros, finalizando en 1970 la carrera de Ingeniería Química Industrial en el Instituto Tecnológico de Cd. Madero, Tam. Con treinta y ocho años de experiencia en la Industria Química de Proceso, ha prestado sus servicios para Petróleos Mexicanos (PEMEX), Bayer de México, y Química Flúor. En el año del 2010 culmina su carrera profesional como Consultor de Servicios de Seguridad para DuPont, S.A. de C.V. Hoy en día dedica gran parte de su tiempo a difundir la Historia de la H. Matamoros, Tam. Libros publicados

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Ing. Manuel Humberto González Ramos Vera Cronista y Cartógrafo Vitalicio de la H. Matamoros, Tam., México Teléfono móvil: 044 868 1206978 Correo electrónico: elcronistadematamoros@hotmail.com Facebook: Manuel Humberto González Ramos Issuu: http://issuu.com/cronistadematamoros/docs 13


Los libros de mi autoría están disponibles para su consulta en la biblioteca pública municipal Prof. Juan B. Tijerina y en la del Parque Olímpico. Se pueden adquirir en la librería Proceso y en el Museo Casamata.

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