En 1844 una tormenta y un huracán azotan a Matamoros y su puerto El año de 1844 fue pródigo en tormentas y huracanes. En el periódico “El Látigo de Tejas” que se editaba en Matamoros, fueron publicadas las siguientes noticias que nos dan una idea de la terrible situación que sufrieron los habitantes de la región en ese fatídico año.
Un pésimo mural plasmado en la escalinata del edificio de la Presidencia Municipal representa a los huracanes que han azotado a nuestra ciudad.
En la edición del 9 de Agosto se dio a conocer el Reporte de Víctimas y Daños en Frontón, Boca Chica, Brazo de Santiago, Boca del Río Grande, La Burrita, Los Tomates, etc. etc., que tuvo como resultado la tormenta del 4 de Agosto. Se hace un resumen: “Cumpliendo con la comisión que he tenido el honor de haberme sido encomendada por Usted, dejé esta Ciudad el día 6 al atardecer, en la lancha obtenida para el proposito. A las cinco de la mañana de la siguiente mañana arribé a la Loma de La Burrita, con dos objetos en vista; el primero era informarme de la situación de sus habitantes, y el segundo averiguar donde aquellos salvados de la boca del río se 1
estaban concentrando. Fue para mi gran sorpresa que encontré a todos los habitantes del rancho reunidos en la ladera de la colina antes mencionada, desnudos y magullados, un niño muerto, y no se oían mas que lamentaciones.
Explorando en La Burrita - Tan pronto como me informé de su situación me embarqué inmediatamente para los Tarayes, desde ahí monté a caballo y continué a la Loma de Los Tomates. No tengo palabras para describirle a Usted el estado en que los encontré- desnudos y también mutilados.- Instantáneacmente retorné a la lancha y envié al Capitán del Puerto, para distribuir entre ellos, en nombre de esta municipalidad, parte de las provisiones con las que había sido abastecido, y desde allí continué a la boca del río. Ahí la tormenta ha dejado apenas un vestigio de haber sido habitada; la parte principal de la población ha desaparecido. Aquellos que permanecieron los encontré en la mayor miseria; fueron igualmente socorridos en nombre de esta municipalidad, con provisiones, &c. Confiando la distribución a Espiridión Martínez C.H.O. La misma tarde, acompañado por el segundo comandante, Nicanor Zapata, continué por agua a El Frontón, donde encontré unas pocas de las personas salvadas de Brazo de Santiago. Estaban en la mayor infortunio, estaban muy lisiados, y habiendo perdido todo. Distribuí a ellos provisiones, &c.
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En este fragmento de un mapa de 1846 se ubica a El Frontón de Santa Isabel, Boca Chica. el resguardo aduanal en la Boca del Rio, Taraces y La Burrita a la orilla del rio Bravo. La Lomita, Caja Pinta, El Ranchito, El Chapeño, El Longoreño, Puertas Verdes y la ciudad de Matamoros.
En la siguiente mañana, acompañado por el mismo caballero, Don N. Zapata, fuí a reconocer el Brazo de Santiago y Boca Chica; en ninguno de ellos había quedado un simple vestigio de haber sido alguna vez habitados. Soy de la opinión sobre la primera de esas dos localidades, (Brazo de Santiago) como esta casi a nivel con Boca Chica, no debería permitirse volver a ser habitada.- En el Frontón la única casa que permaneció en pie, de los efectos del viento, fue aquella de Hipólito González, y este es el punto mas alto, es el punto mas aceptable en donde establecer la sección de la aduana marítima. Se anexa una lista de las vidas perdidas, de las cuales únicamente 20 fueron sepultados, aunque mas fueron encontrados, estaban en el agua, y casi en pedazos, y no pude cumplir la obligación impuesta sobre mi humanidad.- Pero ordené que fueran enterrados, también como a otros que puedan encontrarse. Boca del Río Bravo, 44; Boca Chica, 3; Brazo de Santiago, 26, Total 73”.
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HURACAN DE 1844 En la edición de Septiembre 12 de 1844 del periódico “El Látigo de Tejas”, se publicó la siguiente nota... Un amigo de Matamoros nos escribe con fecha 6 del corriente lo que sigue: “Escribo á V. ésta para que cuando llegue á su noticia la catástrofe tan lastimosa que hemos presenciado en esta ciudad, sepa, que por un favor singular de la Divina Providencia, hemos escapado todos no sin grandes peligros, trabajos y aflicciones. En la noche del 4 al 5 del corriente un huracán mas tremendo que los de 35 y 37, asoló esta ciudad, echando por tierra las dos terceras partes de las casas, y dejando muy maltratadas las restantes. De las primeras son las de Lojero, viuda de Longoria, la de D. Joaquín López, de la calle del comercio que ocupó la aduana, las de Valdés, D. Tomas Devine, cabo Montes &c. &c. ¡Que noche tan terrible, amigo mío! La pasamos sujetando puertas y ventanas, una de las cuales se abrió al amanecer y rompió el aire cuanto había en la pieza, pues bastaba que el viento se colara por alguna parte para que destruyera cuadros, floreros y hasta sillas y las mesas” Todavía no se sabe a punto fijo las desgracias que habrán ocurrido, porque no ha habido brazos para levantar tanto escombro. El Brazo de Santiago y la Boca del Río que se habían vuelto á poblar, pues en el último punto se contaban mas de trescientas almas, han sido completamente esterminadas, pereciendo en ambos lugares como doscientas personas: del primer punto solo se salvó el guarda Treviño, el patrón , dos marineros y un criado en una lancha, y del segundo apenas han llegado hasta ahora dos personas en un estado tal de perturbación que no aciertan á dar razon de nada. Parece que ha perecido Buentello con su familia que estaba encargado de la seccion de la aduana, y los celadores Guevara, Fuentes y Escalante con el patrón José María y los marineros de la falúa del resguardo.
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En esta litografía del año de 1846 se ven las dañadas torres del templo Parroquial
Todos los sembrados de algodón han sido destruidos, las cercas, las casas de campo y los jacales de las orillas del río y esteros han sido derribados. En resumen, todo es desolación y ruinas. Grandes é incalculables deben ser las pérdidas resentidas por los vecinos de aquellas desgraciadas poblaciones, y muchos años transcurrirán antes que puedan repararlas. Matamoros había sustituido por encanto á una antigua congregación que solo contaba una que otra casa y porción de miserables chozas y algunas horas antes de la catástrofe que lamentamos, era una ciudad bien delineada, con hermosas habitaciones, animada y provista no solo de las cosas necesarias para la vida, sino aun de cuantos artículos ha inventado el mas refinado lujo. Hoy según las escasas relaciones que tenemos, ha quedado reducida á un montón informe de escombros, y la mayor parte de los vecinos reducidos, como los antiguos babilonios, á contemplar al pié de las ruinas de sus hogares, la desaparición de su anterior fortuna. No es esta la vez primera en que los habitantes de aquella costa sufren los efectos de los huracanes. Recordamos haber tenido otro por los años de 1820 ó 1821. Que arrancó de raíz árboles robustos, arrasó las habitaciones, y trajo botes y lanchas del fondeadero con tal violencia, que se encontraron algunos colocadas en los tejados de las casas que resistieron á la furia de los vientos. 5
Litografía de la Plaza de Hidalgo en 1847
Supuesto, pues, que se ha padecido un mal inevitable, y que á él están espuestas periódicamente aquellas poblaciones, creemos que acaso sería conveniente hoy, que hay necesidad de hacerlo todo de nuevo, variar su situación á lugares inmediatos, que entendemos no faltan, en que se pudiera procurar un mayor abrigo contra los huracanes, y mas seguridad para preservarse de las inundaciones y de los golpes de mar. Esto unido á mas sólidas construcciones, acaso evitaría la repetición de semejantes catástrofes. Matamoros por ejemplo, elevado en el lugar en que se halla, sin una meditada elección de terreno, no habiéndose considerado al formarse la actual población, otras circunstancias acaso, que la de la antigua pequeña población, y el aliciente del comercio, y aun contrabando que facilitaba el curso del río Bravo, que entonces pasaba por las puertas de las casas, y hoy se ha alejado como media legua ó mas, de la ciudad, pudo muy bien erigirse en el frontón de Santa Isabel, posición no muy distante, elevada de terreno sólido y susceptible de ser fortificada por el arte. Mas parece que prevaleció un interés inmediato á la conveniencia futura, y se desechó esta idea. Sobre este punto aventuramos nuestros conceptos con la mayor desconfianza, solo fundados en los informes de algunos amigos, y sin otro fin que el que se mediten detenidamente, y deseosos de que lo que se resuelva sea el resultado de la ilustrada reflecsion.
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Mas sea de esto lo que fuere, de todos modos la desgraciada población que acaba de sufrir tan horrorosa catástrofe, reclama imperiosamente los ausilios de los ciudadanos y del poder público, ¿Se vería en México, acaso tranquila y despiadadamente una de nuestras poblaciones arrasada y millares de nuestros conciudadanos arruinados, perdidos sus bienes, y careciendo de un asilo en que reclinar la cabeza? ¿No sin duda: los mexicanos, naturalmente generosos y filantrópicos, manifestarán en esta vez que no ceden á pueblo alguno de la tierra, en la práctica de tan dulces virtudes; y así, aguardamos que el supremo gobierno mande abrir en todos los Departamentos, una suscrición voluntaria a favor de las víctimas de Matamoros. La humanidad y patriotismo de los mexicanos, hará lo demás, y nuestros desgraciados compatriotas recogerán de esta suscrición, que según hemos tenido el placer de ver por el periódico oficial, ha comenzado ya en algunas oficinas. Y esto no será todavía bastante, sino que además es preciso que las supremas autoridades de la nación se ocupen inmediatamente de este mal, no solo por la consideración que merecen los habitantes de Matamoros, sino también por la importancia de esta población en el estado actual de la cuestión de Tejas. Suponemos que el supremo poder ejecutivo habrá ya dictado las providencias que son de su resorte y creemos que una de ellas debiera ser la de pasar á las cámaras el conocimiento del negocio para que estas se ocuparan de él sin demora. Sea que Matamoros se reedifique en el lugar en que está, ó en el que se escoja como mas á propósito, es necesario conceder a la nueva ciudad una proteccion ilimitada, una protección que consiga la mas fácil y pronta reparación de los males que causó su ruina y para la que se necesita la acción del poder legislativo. En nuestro concepto, sería conveniente: 1º. Esceptuar de derechos á la madera. 2º. Permitir la introducción de casa de madera y de todos los útiles necesarios para construir habitaciones de ésta ó de cualquier clase. 3º. Esceptuar de contribuciones por cierto tiempo á los habitantes de la ciudad que se va á reedificar, y aun disminuir los derechos de importación. Sería también muy útil que se dedicara un vapor con objeto de que por cuenta del gobierno se remolquen por el río los buques hasta Matamoros, pues habiéndose destruido el Brazo de Santiago y Boca del río, será imposible que ningún cargamento pueda en mucho tiempo conducirse á la población. Estas medidas no solamente tienden á aliviar la suerte de los habitantes de Matamoros, sino que redundarán en provecho del mismo erario. Pues de otra manera, el comercio se paralizará y no con ningún recurso en aquella aduana y estan sobre todo ecsigidas por los mas respetables principios de humanidad y de política nacional. Confiamos con seguridad en que los supremos poderes llenarán los deseos de los mexicanos en este gravisimo asunto”. 7
HUCARAN DE 1844 En el periódico “El Látigo de Texas”, impreso en Matamoros el 12 de Setiembre de 1844, se publicó el siguiente parte oficial, al Ministerio de Guerra y Marina, Sección de Operaciones. Primera brigada del Norte.- General en gefe- Num. 372- Exmo. Sr.- El señor prefecto del Norte de este Departamento, con fecha de ayer, me dice lo siguiente. “El alcalde primero de Matamoros, con fecha de 5 del corriente me dice lo siguiente. Anoche como á las diez comenzó en esta ciudad un fuerte huracán y terminó á las diez de la mañana de este dia. No hay quien que conserve memoria de otro semejante. Sus estragos por lo visto hasta aquí son horrorosos, y no se pueden reparar en seis años. A escepción de las casas de D. Pedro José de la Garza, de Da. Juana Perea y la capilla nueva, no hay edificio de toda clase que no haya padecido considerablemente á quedado convertido en escombros, y bajo de estos han perecido un niño, hijo de D. Mariano Aguado, un artillero y tres mugeres que aun viven estropeadas: entre esos edificios cayó el cuartel de artillería, la casa Mata, el hospital que contiene cerca de cien enfermos, la tapia de la carcel y la mitad de la del campo santo; y para decirlo de una vez, la mayor parte del vecindario de esta ciudad ha quedado reducido a vivir en barracas ó toritos que se han formado al pie de las ruinas de sus casas, y dejo á la consideracion de V.S. el miserable estado á que ha quedado reducidos los sembrados.
La Capilla nueva 8
Los enfermos se han trasladado hoy al cuartel de zapadores; el parque, a la capilla, que tambien perdió torre y media (se refiere al de la Parroquia), la artillería a los bajos de las casas consistoriales, las recogidas á las casas particulares, y en la pieza que estas tenían se ha ampliado la prision de los presos, que hasta ahora no falta ni uno. -Apenas puedo dar á V.S. este parte de que no dejo minuta, porque necesito de tiempo para disponer evitar el robo en esta noche, lo cual es muy dificil porque cada uno esta ocupado de sus desgracias particulares ; ruego a V.S. me remita copia de este parte. Al transcribirlo á V.S. no puedo menos que manifestarle el justo sentimiento que me causa tan fatal acontecimiento en circunstancias tán críticas y afligidas en que se encuentran los pueblos todos de esta frontera, sufriendo todo género de calamidades, pues parece que hasta los elementos se han conjurado contra nosotros, haciendo sufrir el corazon de las autoridades, que nos hallamos al frente de ellos, tormentos inauditos, cuando en vez de proporcionarles todos los goces y felicidades á que nos tiene constituido nuestro deber, no vemos hácia cualquier parte que tendemos nuestra vista, mas de escombros, desolacion, asesinatos, llanto y miserias. En medio de semejante torbellino de desgracias mi corazon no encuentra absolutamente el antídoto propio y eficáz para contenerlo como deseo: sin embargo, aunque mi permanencia en estas villas sería necesario aun segun las circunstancias para dictar alguna medida de acuerdo con V.S., necesaria á la correccion de muchos abusos que se cometen todavía por algunos desnaturalizados mexicanos, este suceso desgraciado, ocurrido últimamanete en Matamoros, me obliga a emprender mi marcha lo mas breve posible para aquel punto, con el fín de proporcionar á aquellos afligidos habitantes todo el consuelo y ausilios que estén en la órbita de mis facultades. Al manifestar á V.S. mi justo sentimiento y debido pésame, debo indicarle también que dirijo mis plegarias al Ser Supremo, para que levantando el poderoso brazo de su justicia que ha descargado sobre nosotros nos conceda el tino y el acierto que deseamos para proporcionar á nuestra patria, y particularmente á estos pueblos , toda la seguridad y engrandecimiento necesarios; suplicando á V.S., si lo tiene á bien, se sirva ponerlo en conocimiento del supremo gobierno para que dando una ojeada compasiva sobre estos desgraciados pueblos, les conceda todas aqullas escepciones que le sugiera su ecsesivo amor á ellos.
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Y tengo el gran sentimiento de trasladarlo á V.E. manifestandole que penetrado de las justas razones que el citado señor prefecto espone suplico á V.S. se sirva recomendar este asunto al Escmo. Sr. General presidente, para que con su acostumbrada benevolencia se digne tomar en consideracion la lamentable cituacion de esta frontera. Con tal motivo tengo el honor de reproducir á V.E. las seguridades de mi mas distinguida consideracion y profundo respeto.
Afectado vivamente el Escmo. Sr. presidente de la república, por la calamidad que han sufrido los habitantes de aquella poblacion, y la parte del benemérito ejército del Norte que la guarnecía, ha dispuesto por los conductos correspondientes, que sin pérdida de momento se ausilie á todos con lo que sea posible para que puedan reponer sus casas, y para hacerles soportables de algun modo las pérdidas que puedan haber tenido. Ha escitado tambien el celo y filantropía de las autoridades de aquel desgraciado punto y sus limitrofes, a fin de que correspondan por su parte y cada uno en su esfera a tan loable De ausiliar a loa afligidos de Matamoros. Sabemos, y llenos de placer publicamos, que algunos empleados de varias oficinas y otros individuos particulares, están haciendo reuniones de donativos pecuniarios con el objeto de coadyuvar al remedio de la referida desgracia; confirmandonos este hecho mas y mas, si es posible, en la grata creencia de que los mexicanos hán menester bien poco para desarrollar los sentimientos de bondad, que son innatos en sus corazones, y en la de que cuando el gefe del estado despierta con su ejemplo la accion de estos sentimientos recomendables, el resultado debe ser sumamente satisfactorio. Nosotros por nuestra parte, y á nombre de la humanidad afligida, manifestamos nuestro pésame hacia las victimas de este fatal azote de la naturaleza, y damos las gracias estraordinariamiente complacidos á las personas poseidas del mismo justo dolor, se presten á minorar los efectos del mal asegurando que seremos de los primeros en contribuir con cuanto mas nos sea posible, para un fin tan benéfico como laudable”.
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En el fatĂdico aĂąo de 1844, los Jinetes del Apocalipsis del Hambre y la Muerte visitaron Matamoros.
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Mis libros están disponibles para su consulta en la biblioteca pública municipal Prof. Juan B. Tijerina y en la del Parque Olímpico. Se puede adquirir en las librerías Nilo, Proceso, y en el Museo Casamata. IN OMNIBUS VERITAS Correos e:
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