Libro monografia de Reynosa por Octavio Herrera

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Ing. Américo Villarreal Guerra Gobernador Constitucional del Estado de Tamaulipas Lic. Blanca Anzaldúa Nájera Directora General del Instituto Tamaulipeco de Cultura Primera Edición 1989 D.R. © 1989 Instituto Tamaulipeco de Cultura Gobierno del Estado de Tamaulipas 14 Hidalgo y Juárez No. 123 Cd. Victoria, Tamaulipas 87000 México ISBN 986-6361-09-X Portada: Sello de los telégrafos del Supremo Gobierno, 1873 (AHR) Diseño: Norma L. Guerrero Galván para Coma Producción Editorial Diseño y cuidado de la edición: Coma Producción Editorial Adolfo Prieto No. 1476 B7 Col. del Valle México, D.F. Tel: 554-19-90 Impreso en México-Printed in México

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PRESENTACION Para entender cabalmente el desarrollo histórico de Tamaulipas, es necesario profundizar en el conocimiento de los municipios que lo forman, esta tarea debe estar encaminada a fortalecer la visión que tenemos del Estado en su conjunto. El Gobierno del Estado mediante el Instituto Tamaulipeco de Cultura, se congratula de poner en manos de los lectores: La Monografía del Municipio de Reynosa como una aportación a la Bibliografía Tamaulipeca, en el entendido de que cumplimos con los objetivos de preservar y difundir los valores de la entidad.

Ing. Americo Villarreal Guerra Gobernador Constitucional del Estado.

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Al Capitán José Francisco Ballí, por cuyo empeño se asentaron las bases definitivas de Reynosa.

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I GENERALIDADES

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GENERALIDADES. Reynosa es un municipio del norte de Tamaulipas, limítrofe con los Estados Unidos, localizado en la llamada franja Fronteriza. Su extensión es de 2,961.26 kilómetros cuadrados, que representan el 3.71% del territorio tamaulipeco, 1 teniendo el municipio la forma de un rectángulo irregular con eje dominante del mayor de sus lados en orientación norte-sur, y medida aproximada de 70 kilómetros de largo por 40 de ancho. Sus colindancias son: al norte con el río Bravo o Grande del Norte, corriente que sirve de frontera con los Estados Unidos; al sur con el municipio de Méndez y el estado de Nuevo León; al oriente con el municipio de Río Bravo, al poniente con el municipio Gustavo Díaz Ordaz y el estado de Nuevo León. Según el último censo general de población correspondiente al año de 1980, el número de habitantes del municipio de Reynosa fue de 211,412 personas, de ambos sexos y todas las edades, y de esta cantidad, más del 90% se encontraba concentrada en la cabecera municipal.2 La ciudad de Reynosa se encuentra localizada en el extremo norte del territorio municipal, junto al río Bravo. Su ubicación geográfica es a 26 grados 05 minutos de latitud norte, y a 98 grados y 17 minutos de latitud oeste. Está asentada sobre un terreno con ligeras elevaciones que alcanzan una altura de 45 metros sobre el nivel del mar.3 RELIEVE FISICO. Situado el municipio de Reynosa justo en la zona de contacto entre las provincias fisiográficas de Las Grandes Llanuras de Norteamérica y La Llanura Costera del Golfo Norte, su relieve físico presenta características de una región semiplana, con una leve pendiente que va de poniente a oriente, es decir de la masa continental hacia el mar. Dos zonas son perfectamente distinguibles en el relieve de Reynosa: una es la porción que está completamente llana ubicada en la vecindad del río Bravo y de los canales de irrigación que forman parte de los Distritos de Riego del bajo río San Juan y bajo río Bravo, y representa la más importante superficie agrícola del municipio; la otra porción, que constituye la mayoría del municipio, es una zona semiplana, interrumpida en tramos por pequeños lomeríos que alcanzan una mayor altura hacia la parte sur, culminando en la Loma de la Burra con 240 metros sobre el nivel del mar, muy cerca de los límites con el municipio de Méndez y el estado de Nuevo León.

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HIDROGRAFIA. La mayor parte del municipio de Reynosa está incorporado al conjunto de la cuenca baja del río Bravo, el que además, es la única corriente permanente en su territorio. El Bravo es uno de lo más importantes ríos de América, y por su longitud de 2,900 kilómetros figura entre los primeros del mundo. Nace de los deshielos de la vertiente sur de las Montañas Rocallosas, dentro del estado de Colorado, en los Estados Unidos de América, concretamente de las cordilleras de San Juan Mountains y Sangre de Cristo Range. Atraviesa de norte a sur la mitad del estado de Nuevo México, haciendo contacto con la República Mexicana a la altura de Ciudad Juárez, dando un brusco cambio hacia el sureste y se convierte a partir de ahí en límite internacional, el que se prolonga por espacio de 2,000 kilómetros. Siguiendo con su mismo rumbo penetra al cañón de Cajoncitos, para ir a recibir junto a la población de Ojinaga (Chihuahua), el importante afluente del Conchos, río que drena un vasto sector de la vertiente interior de la Sierra Madre Occidental. En el sitio donde los estados de Chihuahua y Coahuila tienen su límite, el río toma el rumbo hacia el noreste, y atraviesa una alta estribación de la Sierra Madre Oriental, que lo obliga a formar rápidos y a despeñarse por escarpados desfiladeros. Más abajo su curso enfila al oriente, recobrando su dirección general sureste a partir de la Presa Internacional de la Amistad. El Bravo se hace presente en Tamaulipas por el municipio de Nuevo Laredo, más adelante sus aguas formarán el embalse de la Presa Internacional Falcón, la que recibe de territorio mexicano la corriente del Salado. En Mier el pequeño río Álamo aporta sus aguas al Bravo, y a la altura de Camargo, se le une la importante corriente del río San Juan, que además es el último de sus afluentes. El río Grande del Norte, como también se le conoce, inclusive desde tiempos coloniales, toca al municipio de Reynosa muy cerca del rancho del Faro, y lo recorre por espacio de 45 kilómetros (tomados en forma lineal). El aspecto general del Bravo en su tramo reynosense, es típico de las corrientes fluviales en terrenos de aluvión, planos y de excelente calidad para la agricultura, los que se inician en gran extensión precisamente a este nivel de su curso, de ahí que de acuerdo con el Tratado sobre ríos internacionales de 1944, se haya construido la presa derivadora de Anzaldúas, a sólo 8 kilómetros arriba de la ciudad de Reynosa. Finalmente, sin haber cambiado su orientación general, el Bravo desemboca en el Golfo de México.4 Este río continental y su afluente el Conchos (Chihuahua), integran un gran región hidrológica cuya nomenclatura oficial es “BravoConchos” (R.H. Núm. 24), y comprende el Tamaulipas a todos los municipios de su franja fronteriza, con una superficie de

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14,674.16 kilómetros cuadrados. La región hidrológica número 24 está conformada en la entidad por el curso bajo del río Bravo siendo una zona de gran importancia en el país porque en ella se aprovechan cuantiosos recursos hidráulicos con amplia utilización en la agricultura. Constituido el bajo río Bravo por cinco cuencas parciales, el municipio de Reynosa se incluye en la llamada cuenca “Río Bravo-Matamoros-Reynosa” (24-A), con una extensión de 8,580.27 kilómetros cuadrados, y representa un área altamente productiva por enclavarse en su ámbito geográfico la totalidad de la superficie del Distrito de Riego Número 25, al igual que una buena porción del Distrito de Riego Número 26.5 Por otra parte, una pequeña zona del sureste del municipio se localiza en la región hidrológica “San Fernando-Soto la Marina” (Núm. 25), en particular dentro de la cuenca "Laguna Madre" (25C), la que participa con arroyuelos intermitentes que drenan el pequeño conjunto orográfico de la Loma de la Burra y sus planos inclinados anexos, y en conjunto con otras corrientes vecinas van a descargar sus aguas en la Laguna Madre cerca del rancho de Santa Teresa, ubicado sobre la carretera Victoria-Matamoros.6 CLIMA. En general, el clima del norte de Tamaulipas, donde está Reynosa, responde fundamentalmente a tres condiciones geográficas: la latitud donde se encuentra (por encima de los 25 grados), su cercanía con el Golfo de México y la poca altitud de sus tierras. La influencia del mar deja sentir sus efectos de manera distinta durante todo el año. En el verano por ejemplo, los vientos dominantes de la temporada traen la humedad del golfo a tierra y dejan caer una buena parte de la precipitación que en forma anual se registra; al igual, de la misma procedencia se presentan los fenómenos huracanados, que han sido bastante regulares en el curso de la historia regional, causando intensas lluvias que reportan en forma paradójica daños y beneficios a la vez. Durante los meses invernales, la combinación de esta influencia con la condición propia de la latitud de la zona la hace ser objeto del impacto de masas de aire polar, conocidas popularmente como “nortes” provocadores también de precipitaciones y una condición de alta humedad atmosférica. Visto en conjunto, el norte del estado posee dos tipos de climas, de acuerdo con la clasificación climatológica sustentada por Köppen, modificada por García: el clima templado, que en forma de subgrupo semicálido, tiene presente el tipo subhúmedo y con lluvias

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escasas todo el año, ocupa la llanura costera a partir del municipio de Río Bravo; y el clima seco, con sus tipos cálido y semicálido, abarcando a partir de Reynosa, toda la extensión del pronunciado brazo fronterizo tamaulipeco.7 Así, tenemos que la totalidad del municipio de Reynosa está regido por un grupo de climas secos: el primero de ellos es el BSc (h) hx', que es un tipo de clima seco; subtipo seco muy cálido, extendido aproximadamente sobre la región ocupada por la superficie de la agricultura por irrigación, es decir, en los aledaños del río Bravo y la cabecera municipal. Su temperatura media anual varía entre 27.7°C y 24.2°C. El mes más calido es agosto con 31° C, y el más frío es enero con 14°C. Las lluvias en este clima son escasas todo el año, registrando una precipitación anual que alterna entre 440.7 mm y 533.3 mm. En cuanto al invierno, el porciento de precipitación es mayor de 18.8 El segundo tipo climático en Reynosa, es el que deja sentir su influencia en la mayoría del territorio municipal. Se trata del tipo seco, subtipo semiseco muy cálido y cálido. Su temperatura anual media oscila de 22.8°C a 23.9°C, con máxima intensidad de temperatura en agosto con 29.8°C, y con una mínima en el mes de enero con 14.8°C. Las lluvias en general son escasas durante todo el año, con una total precipitación anual que fluctúa de 526.9 a 667.6 mm; el porciento de precipitación invernal es igualmente en esta zona mayor de 18.9 REGIONES FISIOGRAFICAS DE REYNOSA. El municipio de Reynosa se localiza en terrenos que pertenecen a dos de las grandes regiones naturales, o provincias fisiográficas, que conforman el estado de Tamaulipas. Se trata de la Provincia de la Llanura Costera del Golfo Norte y de la Provincia de las Grandes Llanuras de Norteamérica. En forma aproximada, cada una de las dos provincias se reparten por igual al municipio, sin que exista una división física notable a ambas, pero que en un buen tramo la cota topográfica de los 80 metros sobre el nivel del mar cumplen esta función. La Provincia de la Llanura Costera del Golfo Norte se extiende en la entidad desde el municipio de Reynosa a orillas del río Bravo hasta los límites con San Luis Potosí y Veracruz. Se divide en dos subprovincias: la de las llanuras y lomeríos; y la de la llanura costera tamaulipeca. La porción oriental de Reynosa está incluida en la segunda de las subprovincias mencionadas teniendo como característica general el ser una superficie donde predominan las 13


llanuras, inundables hacia la costa e interrumpida tierra adentro por pequeñas lomas muy tendidas.10 Los terrenos predominantes de esta subprovincia en Reynosa están conformados por suelos profundos de origen aluvial, y representados con las unidades de Xerosoles (hálpico), y el Castañozem (cálcico). Una gran extensión de la vegetación natural de la porción reynosense de la subprovincia ha sido eliminada y en su lugar se han desarrollado amplias áreas dedicadas a la agricultura, preferentemente de riego. En la zona de contacto con la Provincia de las Grandes Llanuras de Norteamérica hay superficies cubiertas con vegetación de mezquitales y matorral espinoso tamaulipeco. También hay terrenos destinados al uso pecuario; es decir, con vegetación herbácea de gramíneas forrajeras cultivadas con ese específico fin. La geología de la subprovincia de la llanura costera tamaulipeca en Reynosa se identifica con el producto sedimentario de la más reciente era geocronológica que es el Cenozoico, ejemplificado con unidades de sedimento y rocas procedentes del Terciario y el Cuaternario. La Provincia de las Grandes Llanuras de Norteamérica abarca la totalidad del brazo fronterizo tamaulipeco e incorpora la mitad occidental del territorio municipal de Reynosa. Todo el conjunto de esta región fronteriza forma parte de la llamada subprovincia de las llanuras de Coahuila y Nuevo León, caracterizándose por ser amplísimas llanuras cubiertas de vegetación de pradera.11 Los lomeríos suaves y algunas llanuras son en Reynosa los terrenos predominantes de esta subprovincia, estando presentes en ellos suelos profundos derivados de rocas arcillosas o calcáreas, o bien de aluviones originados a partir de los mismos materiales, y representados con las unidades de Xerosoles, Castañozem, Redzina y Regosol. La vegetación de la región es de dos tipos: el mezquital y el matorral espinoso tamaulipeco. El mezquital está formado por árboles y arbustos del género Prosopis, a los que se asocian plantas herbáceas y otros árboles como el huizache (Acacia spp) o el ébano (Pithecellobium spp). El matorral espinoso tamaulipeco es una comunidad arbustiva con fisonomía de matorral espinoso, en ocasiones subinerme, presente sólo en el sur de Texas y norte de Tamaulipas y Nuevo León, al igual que en el noreste de 14


Coahuila. Este tipo de matorral es representativo de una transición entre los matorrales desérticos de zonas áridas de Norteamérica y las selvas matorrales submontanos de climas más húmedos. Algunas especies típicas de matorral espinoso tamaulipeco son la gavia (Acasia amentacea), el cenizo (Leucophyllum frutescens), o el coyotillo (Karwinkia humboltiana). En la subprovincia en cuestión también se cultivan pastizales inducidos o naturales y se practica la agricultura tanto de temporal como de riego, correspondiendo a esta última la porción municipal enclavada dentro del Distrito de Riego Número 26. La geología de la región de las llanuras de Coahuila y Nuevo León, en Reynosa se caracteriza del mismo modo que la porción localizada en la subprovincia de la llanura de la costera tamaulipeca, siendo también resultado de la acumulación de sedimentos del transcurso geocronológico de la era Cenozoica, demostrado con unidades rocosas del Terciario y Cuaternario. Para las dos provincias fisiográficas en que se encuentra el municipio de Reynosa, la existencia de ricos yacimientos de hidrocarburos (especialmente gas), entre las capas rocosas del subsuelo, le da un rango económico de gran importancia a la utilización de los recursos geológicos y ha sido determinante en el conjunto del desarrollo regional.

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Detalle: aguador Reinosense Popularmente llamados “Barrileros�

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II ORIGEN Y ESTABLECIMIENTO de REYNOSA

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Detalle del Mural alusivo a la Fundaci贸n de Reynosa.

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INICIO HISPANO EN LA REGION. Principiada de hecho la etapa colonial de México con la caída de la ciudad de Tenochtitlan el 13 de agosto de 1521, este trascendental acontecimiento marca el arranque de la conformación histórica y social de la actual nacionalidad mexicana. Con la derrota del llamado Imperio Azteca, líder en su tiempo del milenario mundo mesoamericano, el establecimiento del dominio peninsular español no encontró barreras de resistencia para la implantación de su estatuto político, instituido bajo la forma de virreinato, al que se le denominaría la Nueva España. Para el altiplano central y la región sureste de México, su proceso de integración al virreinato fue cuestión de pocos años, explicable por estar ocupado de pueblos de indios sedentarios con un rico y antiquísimo patrimonio cultural, y si bien sus nuevas relaciones con el conquistador español fueron de sometimiento, esto en muchos aspectos reproducía sus viejas formas de relación social y política. Por el contrario, hacia el norte se extendía un árido y extenso país ocupado por numerosos grupos indígenas nómadas, teniendo a los españoles una dura y prolongada, guerra para lograr el control de vastas zonas que adquirieron un alto valor económico y estratégico para el virreinato. En efecto, con el descubrimiento de los ricos yacimientos argentíferos de Zacatecas y otros sitios de la Mesa del Norte se desató un incesante flujo de intereses para explotar los minerales de plata, que se convirtió en el pilar básico de la economía de la Nueva España y su metrópoli, y una vez puesto el metal en circulación en el resto de Europa, causó un fuerte impacto favorable a la transformación de la añeja sociedad feudal y coadyuvó al advenimiento del capitalismo. Por lo anterior, la cuestión de la resistencia del indígena del norte, conocido genéricamente como chichimeca, resultaba un agudo problema para las autoridades coloniales invirtiendo muchos recursos y sobre todo tiempo. Numerosas fueron las expediciones hacia regiones norteñas para ir ganando terreno, escalonándose avanzadas y asentamientos que giraban generalmente en torno al sistema de los presidios militares y las misiones de indios, integrando poco a poco las provincias del septentrión mexicano. Así, entre el siglo XVI y mediados del siglo XVIII se dibujó la mayoría del mapa políticoadministrativo del norte de la Nueva España con el establecimiento de las provincias de la Nueva Galicia, Nueva Vizcaya, el Nuevo Reyno de León, Texas, Nuevo México, Sonora y la Baja California. La región de la cuenca baja del río Bravo y casi la totalidad del actual territorio del estado de Tamaulipas, permanecieron sustraídos del sistema colonial por espacio de más de dos siglos. A orillas del

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Bravo, sólo esporádicos contactos españoles se dieron durante este largo periodo sin tener ninguno una intención colonizadora, permaneciendo la zona ocupada por sus indios naturales. La primera referencia sobre la huella de un hombre europeo en la región, aunque de manera muy general, data de una fecha inmediata a la conquista de México. Se trató de una fracasada expedición hecha bajo el patrocinio de Pánfilo de Narváez en 1528, la cual fue destrozada por un temporal cerca de los litorales de la península de la Florida. Los sobrevivientes intentaron continuar hacia el sur siguiendo la costa con ánimo de encontrarse con las poblaciones españolas ya situadas en la Huasteca, pero en su mayoría fracasaron. Un grupo de los náufragos provistos de un bote logró llegar hasta una isla que se encuentra frente a la moderna ciudad de Galveston, Texas, y bautizada por ellos como la del Malhado o Mala Suerte, porque hasta ese punto les pudo ser útil su pequeña embarcación. Cinco de estos hombres, después de sufrir un largo cautiverio entre los indios costeros, pudieron emprender su marcha hacia el sur. Efectuando un penosísimo derrotero que se prolongó por espacio de ocho años, uno de ellos, llamado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, reconstruyó posteriormente una crónica de la extensa caminata, donde refiere interesantes anécdotas e informaciones etnohistóricas, y que al hacer su trazo sobre un mapa contemporáneo, se observa el cruce del río Bravo en alguna parte de su cuenca baja, para ir al final a toparse con el enclave colonial de la villa de San Miguel de Culiacán, en Sinaloa.1 Es hasta casi el final del siglo XVII, cuando se tienen nuevas noticias sobre la presencia de hombres de habla hispana en las riberas del río Bravo en su cuenca baja. Para entonces la villa de Cerralvo era frontera del Nuevo Reyno de León y el punto colonial más cercano de la gran corriente continental. Presiones de orden estratégico originadas por informes sobre la construcción de una colonia francesa al norte del litoral de la Costa del Seno Mexicano, alarmó en forma inquietante a las autoridades del virreinato, haciéndose obligada la organización de una columna militar para ir en busca y aniquilar cualquier potencial amenaza a la Nueva España. El gobernador del Nuevo Reyno de León, don Agustín de Echevers y Subisa, recibió en los primeros días del mes de junio de 1686 un despacho urgente desde la ciudad de México enviado por el virrey marqués de la Laguna, donde le manifestaba la fuerte evidencia de que los franceses estuvieran poblando la bahía del Espíritu Santo, según datos que los oficiales reales de la ciudad de Veracruz le

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habían consignado, ordenándole enviara una expedición a tal lugar al que se suponía podía llegarse en cosa de seis o siete jornadas. Obediente el gobernador, de inmediato se dispuso a cumplir la orden, realizando una junta en la ciudad de Monterrey para alistar la expedición. En esta reunión fue nombrado para comandarla el capitán Alonso de León el mozo, que como militar curtido en las lides constantes de la frontera de guerra era el más indicado para ello.2 La columna salida de la villa de Cadereyta el 27 de junio de 1686, había de realizar en los siguientes 30 días un viaje redondo de 170 leguas; llegándose por primera vez por vía terrestre hasta la desembocadura del río Bravo, y si ocurrió no ser este destino el objetivo de la expedición, fue debido a las vagas referencias geográficas que se tenían de la región, además de que el río les impidió en todo momento la posibilidad de vadearlo.3 Conocido cada uno de los pasos del derrotero seguido gracias a la propia pluma del capitán Alonso de León, consigna el dato de certeza de la entrada de la expedición al actual municipio de Reynosa el viernes 5 de julio de aquel año, siempre sobre la ribera inmediata del río, para ir a acampar al hoy conocido rancho de la Parida. Al día siguiente después de una jornada de cuatro leguas en las que hubo algunas dificultades por la espesura del terreno, fue a establecer su real en algún punto donde hoy está fincada la trama urbana de Reynosa.4 Al amparo de la confianza de este reconocimiento militar del río Bravo y otro más hecho poco después a la altura de donde se le une la pequeña corriente del Álamo, paulatinamente grupos de pastores y vaqueros merodeaban con sus ganados los terrenos aledaños al gran río, detectando los vados naturales para cruzar a la otra margen e ir a descubrir ricos yacimientos de sal, con lo que se inició un regular tráfico para su comercio. LA COLONIZACION DEL NUEVO SANTANDER. Como ya se ha mencionado, durante casi todo el virreinato de la Nueva España, la mayoría del actual estado de Tamaulipas estuvo fuera de su control político y de poblamiento. El nombre con que se conocía esta extensa porción de litoral y sus interiores montañosos era La Costa del Seno Mexicano, título que conservó desde el siglo XVI, hasta una vez establecida la Colonia del Nuevo Santander a mediados del siglo XVIII. Por espacio de dos siglos y medio, el territorio de la Costa del Seno Mexicano conservó el ancestral modo de vida autóctono 21


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de los indios naturales chichimecos, compuesta por numerosos grupos de cazadores-recolectores, que llegaban a identificarse en grupos amplios por afinidad de parentesco y lenguaje, como los coahuiltecas, que eran dueños del norte de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y el sur de Texas. El virtual despoblamiento de la Costa, hasta época muy tardía, fue en forma creciente directamente desproporcional a los intereses de la corona española, la que al tener serios conflictos con sus tradicionales rivales europeos, Francia e Inglaterra, temía que aquel conflicto se reprodujera en América con la amenaza a sus posesiones coloniales, especialmente la valiosa Nueva España. De ahí lo imperioso de poblar la Costa del Seno Mexicano, punto estratégico que de ser ocupado por los enemigos de España, podría convertirse en una temible cabeza de playa de invasión hacia el corazón mismo del virreinato.

1. José de Escandón y Helguera Conde de Sierra Gorda

Durante los siglos XVI y XVII, la Costa del Seno Mexicano fue objeto de los intentos de colonización de varias empresas, aunque en todos los casos se fracasó por la carencia de apoyos materiales, la ausencia de incentivos mineros, y sobre todo ante la fiera resistencia de los

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naturales. La primera fundación española en la Costa fue el pueblo de Tamaholipa, realizada en 1544 por fray Andrés de Olmos, como parte de su vigorosa iniciativa evangelizadora franciscana, y si bien pudo sobrevivir más de 150 años, finalmente fue arrasada por los indios.5 La segunda iniciativa para ocupar la Costa formó también parte de un proyecto evangelizador que tuvo como punto de partida los altiplanos y valles intermontanos de la Sierra Madre Oriental. Su impulsor fue fray Juan Bautista de Mollinedo, que en 1617 situó una cadena de pequeñas avanzadas que no pudieron hacer frente al embate chichimeca, y sólo permaneció en pie el pueblo de San Antonio de Tula. Un tercer intento procedió de parte de los intereses ganadores y evangelizadores del vecino Nuevo Reyno de León, logrando ocupar en forma endeble los llanos situados en la cuenca alta del río de la Purificación. No obstante, el resto de la Costa del Seno Mexicano se siguió conservando como un reducto de indios, es decir, un bolsón de gentilidad. Con el antecedente de los fracasados intentos colonizadores de la Costa y ante las nuevas necesidades de su poblamiento, surgieron nuevos e interesantes proyectos, como el presentado por el gobernador del Nuevo Reyno de León, don José Francisco de Jáuregui, que por la cercanía de la Costa a su área de acción sugería que desde su provincia se implementara la empresa. Otra propuesta partió del antiguo alcalde mayor de la villa de los Valles, Narciso Barquín de Montecuesta, que por conocer ampliamente los contornos huastecos de la Costa, se apoyaba en las mismas bases del gobernador del Nuevo Reyno, lo inmediato del territorio a poblar, algo así como un derecho natural de conquista para los habitantes de aquella frontera de guerra que representaba el bolsón de los gentiles. Pero el más activo promotor para ir a dominar la Costa del Seno Mexicano fue Antonio Ladrón de Guevara, inquieto personaje que había fijado su plaza militar en el Nuevo Reyno de León y apoyaba su interés en su profundo conocimiento de la idiosincracia de los indios, en el aplomo al cruzar las barreras de la frontera de guerra, además de tener una arraigada necesidad de poder. Rebasando a la burocracia colonial de la ciudad de México, Ladrón de Guevara acudió a la propia España con ánimo de ver favorecida la iniciativa por él propuesta. Conjuntadas las necesidades estratégicas de la corona y la inaplazable tendencia de las provincias vecinas por aprovechar los ricos territorios de la Costa, el rey de España ordenó por cédula del 10 de julio de 1739 al virrey y a la Real Audiencia de México, que se integrara

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una junta de guerra y hacienda a fin de estudiar el caso desde todos los puntos de vista, eligiendo una persona indicada para tal efecto, además de fijar las condiciones y financiamientos necesarios. La ejecución de la orden dilató siete años, y sólo pudo dar marcha adelante con la llegada a la dirección del virreinato de don Juan Francisco de Güemez y Horcasitas, primer conde de Revillagigedo, quien se abocó en forma inmediata a dar cumplimiento a tan prioritario asunto. Hechas las deliberaciones correspondientes y habiéndose rechazado los proyectos que hasta entonces se habían presentado, la junta decidió, bajo la fuerte influencia del auditor de guerra, el marqués de Altamira, nombrar al coronel José de Escandón y Helguera, el 3 de septiembre de 1746, como lugarteniente del virrey para ir a colonizar la Costa del Seno Mexicano. José de Escandón y Helguera era un peninsular nacido el año de 1700 en el pequeño pueblo de Soto la Marina, provincia de Santander, Castilla la Vieja. Como tantos montañeses del norte de España y ante las pocas perspectivas de salir adelante en la vida, emigró cuando tenía 15 años a la Nueva España, por invitación de un tío suyo relacionado con la milicia. Ya en América inicia su carrera de armas como cadete de la compañía de Caballeros Montados de la Ciudad de Mérida en Yucatán, donde permaneció cinco años. Para 1721 pasó a la dinámica ciudad de Querétaro, donde funda su residencia familiar y se promociona en el ejército como sargento mayor de infantería y caballería de las compañías milicias locales. Con este cargo logra destacar al sofocar los brotes de rebelión indígena surgidos en la región de Celaya y en el Real de Minas de Guanajuato, por lo que en 1740 logra obtener el grado de coronel.6 Por ese entonces se presentó a Escandón una interesante oportunidad que le reportaría gran reputación como militar y colonizador. Se trataba de someter y pacificar la abrupta región de la Sierra Gorda, región montañosa localizada al noreste de Querétaro y reducto indomable de los indios jonaces y pames. Después de una paciente organización logística, en la que contó con el firme apoyo de los misioneros franciscanos del colegio de San Fernando de México, bajo la dirección del célebre fray Junípero Serra, Escandón agregó la Sierra Gorda a la órbita de la jurisdicción colonial, con lo que su prestigio llegó a su máximo punto, haciéndose acreedor a un título nobiliario y el ser escogido en un momento clave para realizar la más grande empresa colonizadora de los tiempos novohispanos: la denominación y poblamiento de la Costa del Seno Mexicano.

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Como base para el diseño de su plan colonizador, Escandón hizo un reconocimiento exploratorio de la Costa en el año de 1747, ya que con: anterioridad de ella se tenían vagas referencias geográficas, cruzándola a lo largo para culminar su recorrido en la desembocadura del río Grande del Norte. Nuevamente en la ciudad de Querétaro, durante un año y medio se dedicó a realizar los preparativos necesarios, promocionando la empresa entre los habitantes comarcanos con la idea de sumar el mayor número de colonos, ofreciéndoles tierras, dinero y sobre todo granos, motivaciones muy atractivos, máxime cuando en esos tiempos se dejaba sentir una fuerte sequía que generó una hambruna en el centro de la Nueva España, pasaje histórico conocido como “la general hambre de toda esta América”. Por otra parte, el colonizador comisionó agentes y envió invitaciones a las provincias aledañas a la Costa, con el fin de engrosar el número de reclutas civiles; compensando en buena medida sus esperanzas, ya que en los contornos existía un ancestral interés por ir a poblar aquel territorio. Listo el proyecto, salió Escandón de Querétaro a principios de diciembre de 1748, al frente de 750 soldados y un crecido número de personas con sus familias, que en conjunto sumaban poco más de 2,500. Enfilado el derrotero hacia el norte, la columna colonizadora penetró en los valles intermontanos de Tula, Palmillas y Xaumave, para salir después de la Sierra Madre Oriental y fundar inmediatamente la primera población, a la que se denominó Villa de Llera, y con ello el inicio del establecimiento de la colonia del Nuevo Santander. Siguiendo su rumbo hacia las márgenes del río Bravo, Escandón escalonó un rosario de asentamientos durante su marcha. Estructuró así la nueva colonia, fundándose las villas de Güemes, Padilla, Santander y Burgos. Finalmente la caravana arribó al llamado Llano de las Flores, a orillas del río San Juan, muy cerca de su confluencia con el Bravo, donde ya esperaba el capitán Blas María de la Garza Falcón con un nutrido grupo de colonos en su mayoría provenientes del Nuevo Reyno de León. Con la fundación de Camargo el 5 de marzo de 1749, bajo la advocación de Nuestra Señora de Santa Ana, se finca el inicio de las llamadas Villas del Norte del Nuevo Santander y después de Tamaulipas, siguiendo posteriormente la villa de Reynosa, la de Revilla en 1750, la de Mier en 1753 y por último la de Laredo en 1755.

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LA FUNDACIÓN DE LA VILLA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE DE REYNOSA. Una vez establecida la villa de Camargo, Escandón comisionó al capitán Carlos Cantú para que enfilara hacia el oriente, con una caravana colonizadora, siguiendo el curso del río Grande del Norte, siempre por su banda derecha, para llegar a las 10 leguas recorridas al paraje elegido para ser cimiento de una nueva población. El sitio era la morada habitual de la nación de los indios conocidos como tejones y sacatiles, cuyo capitán fue identificado con el nombre de Francisco Ciprian, gentil como sus 24 indios de arco y flecha, y en suma con todos los de su parcialidad ascendían a 60 miembros.7 El 14 de marzo de 1749 Cantú procedió a formalizar el acto de fundación de la villa, a la cual advocó bajo la tutela de la Virgen de Guadalupe, reafirmando el patronato que en honor de la guadalupana del Tepeyac había impuesto a la empresa colonizadora de la provincia del Nuevo Santander. El sustento humano primordial de la villa de Reynosa eran pobladores que entraron a la fundación en estado de extrema pobreza, originarios en gran parte de la vecina provincia del Nuevo Reyno de León y que para subsistir, inicialmente se dedicaban a comerciar con pieles de venado y a extraer el producto de las salinas inmediatas. Su capitán fue don Carlos Cantú, diligente hombre de frontera, quien se hizo cargo de la defensa de la población, así como de los asuntos relativos a la administración en general y aplicación de la justicia. En el plano espiritual la villa quedó atendida por fray Agustín Fragoso, religioso del colegio de propaganda fide de Guadalupe de Zacatecas, cuya función original era el estar dedicado a la atención e incorporación de los indios gentiles a los principios de la religión cristiana. Dentro del acto de fundación de Reynosa quedó estipulada la creación de una misión de indios que llevaría el nombre de San Joaquín del Monte, aunque en ese momento no se precisó un sitio definido para su establecimiento, por lo que el misionero tuvo que administrar los sacramentos religiosos en forma simultánea tanto a vecinos como a indios congregados.8 Otros naturales que participaron en el primer momento de la villa de Reynosa fueron los comecrudos, indios gentiles que sumaban la cantidad de 149, siendo 47 de ellos de arco y flecha y cuyo capitán, en un desplante de admiración hacia la recia figura del conde de Sierra Gorda, se hizo llamar Santiago de Escandón. También los indios pintos se hicieron presentes con sus 41 miembros mandados por su capitán Salvador. Al mismo tiempo aparecieron los indios nazas y los narices, dos parcialidades originarias del Valle del Pilón

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en el Nuevo Reyno de León, algunos bautizados con anterioridad, pero que habían escapado de las encomiendas tras un general levantamiento de indios ocurrido años atrás, manteniéndose desde entonces como apóstatas entre los gentiles de las riberas del río Grande del Norte, además de tener los primeros una residencia más fija en una sierrita localizada al suroeste de la población a la que dieron nombre.9 En junio de 1750 el coronel Escandón regresó a la villa de Reynosa con el propósito de afianzar la fundación hecha el año anterior, pues la premura con que se había efectuado el establecimiento de la colonia del Nuevo Santander, dejó asuntos pendientes de ser consolidados. Para ello se hizo acompañar de fray Ignacio Antonio Ciprian, presidente de las misiones de la colonia; del teniente Juan Elías Moctezuma, capitán de la villa de Güemes; de don Agustín Sáenz como ayudante; así como del alférez Juan Crisóstomo Moctezuma. En esta población se abocó a proyectar los trabajos de la saca de agua del río Grande; a ordenar la siembra de temporal de granos para la manutención inmediata de sus pobladores, ya que hasta entonces dependían exclusivamente

2. Juan Francisco Guemes y Horcasitas, Conde Revillagigedo

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de un subsidio; igualmente dispuso el levantamiento de la revista de pobladores con su respectivo padrón y lista de bienes, como también se hizo con la escuadra militar y los indios congregados; y al final entregó en forma preliminar un terreno para ser dedicado al uso de la misión de los indios.10 En cuanto a la acequia o saca de agua, el reconocimiento topográfico para ver la factibilidad de aprovechar con beneficio la corriente del río Bravo, estuvo a cargo de Joseph de Pérez, hombre práctico e inteligente en la materia, quien opinó que el sitio adecuado para esta obra debería empezar a una legua al poniente de la población. Según sus cálculos, a las 1,000 varas de iniciados los trabajos se podrían ya beneficiar del riego varios ancones del río; a las 1,500 varas, la acequia estaría en posibilidades de salir de los bordos del derramadero del río e introducirse en los valles; y a las 5,700 varas entraría el canal a la población. Oído este dictamen Escandón aprobó sus conclusiones, ordenando a los vecinos su construcción, la que empezaría una vez cumplida la siembra temporalera de maíz.11 Al final y en presencia de los religiosos escuchó su parecer respecto a las medidas necesarias de aplicar con relación a los indios congregados. Se acordó en común no ser el momento de separar a los naturales del “abrigo de las armas” en que se encontraban dentro de la villa, exigiendo el presidente de las misiones a Escandón se comprometiera a otorgar un sitio específico para disfrute de la misión, asignando el gobernador 12 caballerías de tierra localizadas a un cuarto de legua al oriente de la población, cerca de un corral de palos hecho por el capitán Cantú; además se señaló para tal fin ocho sitios de ganado menor, también por el rumbo del oriente, “desde donde para la sierrita de los pamoranos, con dicho río para abajo”.12 LA VISITA DE TIENDA DE CUERVO. A los ocho años de establecida la villa de Reynosa fue visitada en forma oficial por el capitán de dragones José Tienda de Cuervo y por el ingeniero Agustín López de la Cámara Alta, aportando con ello una valiosa información sobre las condiciones en que se desenvolvía la primitiva población. La visita obedecía a órdenes del rey de España a su virrey de la Nueva España, don Agustín Ahumada y Villalón, marqués de las Amarillas, por interés de tener conocimiento del estado general de las fundaciones hechas por José de Escandón en la Costa del Seno Mexicano. La instrucción recibida por los visitantes comisionados apuntaba que se debía hacer un censo preciso del número de habi-

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tantes, sus bienes, número de indios reducidos y características de las poblaciones. Se pedía un reconocimiento sobre diversos aspectos de índole geográfica para la mejor utilización de los recursos de la provincia, al tiempo que se solicitaba su opinión sobre la viabilidad de abrir puerto en la boca del río de Santander (Soto la Marina). Vista en conjunto la trascendencia de la visita, su inspección implicaba una primera variación política del gobierno del virreinato hacia la obra colonizadora de Escandón, ya que fiscalizó cada una de las medidas adoptadas al fincar el Nuevo Santander, recabándose a la par una copiosa documentación geográfica, demográfica, política y de perspectivas para su desarrollo.13 Reynosa fue visitada por los comisionados entre el 9 y 11 de julio de 1757, ordenándole a don Pedro de Estrada, el capitán de la villa, dispusiera lo necesario para el levantamiento de los autos de la visita. En primer término se pasó revista de los pobladores, reportándose 58 familias, con un total de 289 personas, incluida la escuadra militar que guarnecía la población. Se consignó el sueldo del capitán a razón de 500 pesos anuales, el del sargento de 250 pesos y el de los nueve soldados con 225 pesos al año cada uno. El monto general de bienes registró 2,556 bestias caballares, 71 mulas, seis yuntas de bueyes, 12,700 cabezas de ganado menor, 1,136 de ganado vacuno, 31 burros, además de 316 caballos para uso cotidiano de la escuadra y los vecinos.14 En lo espiritual, la villa era atendida por fray Agustín Fragoso, quien como base tenía el compromiso de atender la misión de indios de San Joaquín del Monte, de acuerdo con las instrucciones de su colegio apostólico de Guadalupe de Zacatecas. Consultado el misionero por los visitadores, éste informó que en la misión se hallaban congregados 179 indios, de los cuales 54 ya habían sido bautizados. En su mayoría estaban sujetos a doctrina y campana y su procedencia era de las parcialidades llamadas Nazas, Narices, Comecrudos y Tejones. Los bienes de la misión sumaban 350 cabezas de ganado de lana, 80 cabezas de ganado mayor, 15 mulas aparejadas y diez caballos, aparte de una corta parcela para seis o siete fanegas de maíz, recursos que en opinión del religioso, no eran suficientes para la manutención diaria de los indios, y en época de escasez les permitía salir al monte para que se alimentaran de frutas silvestres.15 El capitán Pedro de Estrada, en su reporte a los comisionados sobre el uso de las tierras asignadas a la villa, dijo eran de seis leguas por cada viento, a excepción por el norte y correspondientes a 50 sitios mencionando además sólo seis ranchos formados: el de Diego de

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3. Firma del Capitán

Carlos Cantú (AHR)


la Garza en el paraje de San Juan; en la Loma de los Pajaritos, Francisco Ramírez; Juan Rosas Longoria en el paraje de Dolores; el capitán reformado Carlos Cantú, en las Lomas; y Marcos González, quien había establecido estancia ganadera como todos los demás, y abrió una labor para sembrar maíz, melón y calabaza. El resto de los pobladores que no eran propensos a las faenas agrícolas, disfrutaban en común la tierra para el ganado, hasta esa fecha no repartida en particular.16 Tienda de Cuervo agregó igualmente en su informe la activa explotación que los vecinos hacían de dos yacimientos de sal localizados a 15 y 25 leguas al norte de la otra banda del río, sobrellevando con ello su economía. También interrogó al capitán reformado Carlos Cantú, quien por haber sido la primera autoridad de la villa y poseer una válida experiencia podía proponen lo más conveniente para el mejor desarrollo de la población, fundamentando con sus juicios la opinión que sobre la villa de Reynosa se formaron los comisionados.17 En el resumen del informe sobre Reynosa, los comisionados opinaron la necesidad del traslado de la villa a un paraje a salvo de inundaciones, como condición prioritaria a su consolidación; solicitaron se considerara un mayor apoyo económico al patrimonio de la misión; en cuanto a la escuadra militar pidieron su reforma con reducción del sueldo del capitán en ahorro de la Real Hacienda. En compensación a los gastos erogados por la corona en la pacificación y pueble de la Costa del Seno Mexicano, consideraron se cobraran a los vecinos de Reynosa y del Nuevo Santander derechos reales por los ganados vendidos fuera y dentro de la colonia, así como por los géneros a ella introducidos, y en particular que a los habitantes de esta villa explotadores de sal de los yacimientos naturales, se les cobrara una contribución.18 LOS AUTOS DE LA GENERAL VISITA EN LA VILLA DE REYNOSA. Diez años después del reconocimiento general sobre el estado que guardaba el Nuevo Santander hecho por Tienda de Cuervo y Cámara Alta, la colonia fue objeto de una profunda revisión provocadora de cambios sustanciales en la política ejercida durante casi 20 años por el conde de Sierra Gorda. Todo se inició cuando en 1766 tomó posesión en el cargo de virrey don Carlos Francisco de Croix, enérgico gobernante que en compañía del visitador José de Gálvez preparó la restructuración administrativa de la Nueva España, pretendiendo hacer más productiva para la metrópoli su colonia de ultramar, política históricamente registrada como las Reformas Borbónicas. 30


Como resultado natural, Escandón y su sistema político representaba uno de los males a atacar por esta nueva visión, contando además en su contra con las quejas y renuncia hecha aquel mismo año de las misiones del Nuevo Santander por los misioneros del colegio de propaganda fide de Guadalupe Zacatecas, quienes casi desde un primer momento habían tenido serias diferencias con el colonizador. Escandón fue llamado a la ciudad de México y entregó el poder al mariscal de campo Juan Fernando de Palacio, quien a partir del 8 de abril de 1767 tomó la gubernatura del Nuevo Santander con el carácter de interino, y aunque el conde de Sierra Gorda no perdió su titularidad, de hecho representó el fin de su hegemonía en la provincia, siendo sometido a un juicio de residencia del que resultó absuelto en 1772, dos años después de su muerte. En cumplimiento de las instrucciones recibidas por el virrey, De Palacio se encargó en la brevedad de un año y cuatro meses de la desarticulación del sistema político implantado por Escandón; suprimió la exención de tributos y tolerancia tenida hasta entonces para aplicar las leyes de la Real Hacienda, introduciendo el cobro de las Alcabalas; reglamentó las escuadras militares de la colonia reduciendo su número y sueldo de oficiales; también suprimió sínodos de los misioneros sujetándolos al Arancel del Obispado de Guadalajara; destacándose sobre todo al hacer efectiva la repartición de tierras entre los colonos que con anterioridad las ocupaban en común.19 A la implementación de este nuevo mecanismo político se le conoce como los Autos de la General Visita, y respondía adecuadamente a una nueva orientación administrativa en la colonia del Nuevo Santander, mucho más de acuerdo con las disposiciones verticales generadas por la burocracia virreinal. El acontecimiento posee un especial relieve en la historia regional tamaulipeca, pues concreta la primera repartición agraria en los pueblos y villas de la entidad, con trascendencia aun en la margen izquierda del río Bravo, donde antiguas posesiones mexicanas pudieron ser reivindicadas en sus derechos de posesión con posterioridad a los Tratados de Guadalupe Hidalgo de 1848. Las diligencias de los Autos de la General Visita dieron principio en Reynosa el 23 de agosto de 1767, prolongándose por espacio de nueve días. El gobernador Juan Fernando de Palacio se hizo acompañar para la protocolarización de estos importantes

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trámites, por el licenciado José Osorio y Llamas, abogado de los Reales Consejos, comisionado en forma especial para esta visita; igualmente colaboraron con De Palacio los señores Durán y Federico Lozada, actuando como testigos de asistencia. Por parte de la villa de Reynosa, fungieron como sus apoderados Juan Antonio Ballí y José Matías Tijerina y como agrimensores peritos José María Ballí y Antonio Velasco; los agrimensores por parte del rey fueron José Bernardo Gómez y José Santiago Longoria.20 De acuerdo con los preceptos de la ley, los visitadores escucharon el pedimento oficial de los vecinos para que las tierras aledañas a su población les fuesen entregadas en propiedad; se nombraron los agrimensores y peritos, escuchándose sus pareceres generales sobre las faenas a desempeñar y finalmente, pasar a realizar el reparto individual a cada uno de los pobladores.21 El principal criterio seguido en la asignación de las tierras, fue el mérito de la antigüedad en el poblamiento, entregándoseles a los primeros colonos la cantidad de dos sitios de ganado menor de agostadero y 12 caballerías para utilización agrícola. En cuanto a los hijos de pobladores antiguos y colonos agregados con más de seis años de vecindad, sólo se hicieron acreedores a dos sitios. Al capitán se le dotó de doble porción siguiendo criterio uniforme para todas las poblaciones de la colonia, ya que sobre ellos recaía el compromiso de la defensa y justicia de los pueblos. En total el número de porciones de tierras entregadas por los Auto, en Reynosa fueron ochenta.22 De acuerdo con los Autos de la General Visita, los términos jurisdiccionales quedaron enmarcados en un cuadro derivado de la extensión de seis leguas por cada uno de los puntos cardinales, a partir del centro de la plaza. Hacia el norte, del otro lado del Bravo, la medida llegó al paraje de la Tinaja, advocado al patrocinio de San Miguel; por el sur los límites llegaron al Alto del Chiltipin, cuya cobertura divina quedó por San Juan Nepomuceno; al oriente la medida terminaba en el paraje de Santa Polonia; y hacia el poniente, hasta las Cuevas, donde se topaba con la jurisdicción de Camargo.23 El complemento de los Autos fue la medida formal de la plaza de la villa, el otorgamiento del ejido del pueblo; además de la asignación de los terrenos de la misión hecha por pedimento de fray Manuel Butrón, siguiendo los patrones establecidos para estas diligencias, quedando situados al oriente de los ejidos de la villa.24 Con base en lo anterior y en cumplimiento a lo decretado por el gobernador Juan Fernando de Palacio, al término de los Autos de la 32


General Visita, durante el mes de octubre del mismo año el capitán de la villa de Reynosa, Juan José Hinojosa, se dio a la tarea de verificar el protocolo de posesión de las porciones asignadas a cada uno de los 80 pobladores, basado en la vieja usanza de hacer que el dueño arrancara yerbas, tirara piedras a todos los vientos, e hiciera demostración de ser legítimo poseedor de su porción25 LA MISIÓN DE SAN JOAQUIN DEL MONTE. Parte integral del proyecto colonizador del Nuevo Santander, lo constituyó el establecimiento de misiones de indios cerca de las villas fundadas. Esta cadena de misiones estuvo administrada entre 1748 a 1766 por religiosos del colegio de propaganda fide de Guadalupe de Zacatecas, correspondiendo a Reynosa la llamada de San Joaquín del Monte, que tuvo como primer encargado a fray Agustín Fragoso. La misión de Reynosa fue durante todo el periodo colonial de Tamaulipas muy concurrida, debido al temperamento gregario de los indígenas comarcanos, sin que haya significado su reducción. Aunque descendientes de un tronco común, los indios de la cuenca baja del río Bravo estaban fragmentados en múltiples parcialidades, también llamadas por los españoles “naciones”, congregándose de éstas en la misión de San Joaquín las llamadas Comecrudos, Pintos y Tejones, las más persistentes en el registro documental de la colonia. Otras naciones regionales fueron: los Segutmapacem, Aretepegüet, Uscapem, Catanamepagüe y Saulapagüet, habitantes de la margen derecha del río; los Parampamatuju, Sepincapam, Cootajacam, Peupuetem, Saulapahuemes, Taniacapemes y Cotomanes, habitantes a la izquierda del Bravo; además de los Gummesacapem, Comasacapán, Canain, Cacapa y Pamoranes, merodeadores de la llanura extendida del río a la sierrita de los Pamoranes.26 La historia primera de la cuenca baja del río, remite a la presencia humana en la zona a una época de tiempo más atrás de 10,000 años antes de nuestra era, ligada al avance del hombre americano primitivo que en continua migración caminaba hacia el sur. Desde entonces la vida prehistórica de las riberas del Bravo, enmarcadas en un clima seco extremoso, cubierto su territorio por vegetación tipo sabana de mezquite, quedó bajo el predominio de bandas poco numerosas deambulantes a lo largo del río, viviendo de la caza, pesca y recolección.27 Las evidencias materiales de los tempranos habitantes de la cuenca baja del río Bravo se ubican en un periodo arqueológico denominado paleo-indio, siendo distintivo por la presencia de puntas de proyectil conocidas como Clovis y Folsom. La recuperación de materiales líticos ha sido hecha en estudios realizados en el área geográfica inmediata a la presa Falcón, es 33


decir los municipios de Guerrero y Mier del estado de Tamaulipas, así como de los condados de Starr, Zapata y Webb. El panorama cultural revela la adaptación de la vida humana al ambiente del Pleistoceno tardío, cuando el clima era más frío y húmedo que hoy, y caracterizado por otro tipo de vegetación; en fases posteriores, la ocupación constante de las riberas del río, aumentó paulatinamente la población de estos cazadores-recolectores primitivos, y en una fecha registrada entre el 8000 y 6000 a.C., elaboraban una variedad de puntas de proyectil llamadas Plainview, Golondrina, Angostura y Scottbluff.28

4. Mural Alusivo a la fundación de Reynosa:

Al finalizar el periodo paleo-indio hacia el 6000 a.C., a largo del río se desarrollara un nuevo patrón cultural entre los nómadas cazadores-recolectores, es decir, que éstos emplearan para su subsistencia los recursos bióticos que aún hasta nuestros días están presentes en la región, manifestándose por espacio de 7,000 años (hasta el 1000 d.C.), y en muchos aspectos este estilo de vida, ubicado como periodo arcaico, se prolongó hasta tiempos históricos. La arqueología sustenta a este periodo con hallazgos líticos hechos igualmente en la presa Falcón, además de los condados de Starr e Hidalgo; así, se tiene que con base en los rasgos del arcaico regional se ha postulada la existencia de las unidades culturales llamadas focos Falcón y Mier, abarcando ambas todo el proceso

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de esta etapa histórico-antropológica, y relacionada su producción lítica con la tecnología elaborada de las puntas Lerma, del centro de Tamaulipas (que se remonta a una antigüedad de 5000 años a.C.), lo anterior porque existe evidencia sugerente que el periodo arcaico de la cuenca baja del río Bravo tuvo contacto con el complejo cultural Abasolo. En el plano geográfico inmediato a Reynosa, el período ha sido ampliamente investigado en el sitio arqueológico de la Sal Vieja, del condado de Willancy; ahí lo característico son puntas de proyectil arcaicas de la forma triangular, que incluyen puntas tipo Tortugas, Matamoros y Cameron (arcaico tardío), al igual que puntas con tallo adornadas con muescas en los bordes, similares al tipo Charcos del suroeste de Coahuila, también de las últimas etapas cronológicas del periodo.29 El inicio del segundo milenio de nuestra era se enmarca arqueológicamente en el llamado periodo prehistórico, contándose de preferencia para ubicarlo con estudios realizados desde la altura de Reynosa a la desembocadura del Bravo. Esta fase es definida por una tradición cultural denominada complejo Brownsville, caracterizada por sitios arqueológicos donde están presentes conchas de caracol y almejas, arcilla quemada, trozos de cerámica y miles de artefactos hechos de concha marina. Lo anterior indica que este complejo se destacó por tres aspectos principales: la elaboración de una fina industria de concha producida masivamente, lo que a su vez permitió el desarrollo de amplias relaciones comerciales con lugares distantes (como con la Huasteca, de donde se obtenía a cambio de las exportaciones de concha, cerámica, jadeíta, serpentina y artefactos de obsidiana); el último aspecto fue la selección de sitios específicos como cementerios, rasgo indicativo de un elaborado mecanismo cultural entre los cazadores-recolectores de la zona costera, ejemplificado en los sitios Floyd Morris (al norte de Harlinguen) y Ayala (situado en un antiguo terraplén del Bravo, cerca de Mc Allen). Por otra parte, el complejo Brownsville, se relaciona cronológicamente con el llamado complejo Barril, del norte de Tamaulipas, parentesco de una sola tradición cultural en la desembocadura del río Bravo, en los tiempos prehistóricos.30 El punto de contacto entre el hombre primitivo de la región y el mosaico de tribus procedentes de una sola familia y conocidas por la historia como coahuiltecas, parece indicar un ciclo interrumpido. Los estudios antropológicos sugieren que en un tiempo muy antiguo no muy bien precisado, los coahuiltecos ocupaban una gran extensión de Norteamérica, reducido su espacio con posterioridad por oleadas de grupos lingüísticamente reconocidos como Uto-aztecas y athapascan. Los coahuiltecas, grupo cuyo tronco lingüístico era

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el hokan, quedaron confinados al espacio geográfico actualmente trazado sobre los territorios del sur de Texas, oriente de Coahuila, norte de Zacatecas y San Luis Potosí, Nuevo León y Tamaulipas. El indio coahuilteca de las riberas del Bravo en Tamaulipas, ha sido agrupado en tribus con los nombres de katuhano, bobola, carrizos y borrados, subdividiéndose a su vez en numerosas parcialidades con nombre propio.31 Los coahuiltecas, también ubicados en el concepto más amplio y genérico de chichimecas no lograron rebasar su anacronismo cultural heredado de épocas arcaicas y en tales circunstancias fueron sorprendidos por la presencia del español. Su organización básica se componía de pequeños grupos familiares dirigidos por la autoridad de un jefe, generalmente un guerrero y a quien los españoles designaban como “capitancillo”, sin existir una entidad política superior que ligara a las distintas parcialidades bajo un mando único. No poseían residencia fija, pues dependían de las expectativas que la comarca ofreciera para sus hábitos nómadas y su vestimenta se limitaba a pieles de animales. En lo económico, la preocupación básica era la obtención inmediata del sustento diario; de los medios puestos por la naturaleza a su alcance; así el venado, jabalí, conejo y otros pequeños mamíferos representaban la fuente básica del aprovisionamiento proteico de origen animal, complementadas con las frutas silvestres del mezquite, ébano, zapote o el granjeno. En el plano religioso, reproducían un rudimentario aparato mítico, impregnado de elementos supernaturalistas, culto a los muertos y el totemismo, vigorizado en sesiones de baile donde el ritual giraba en torno a la planta mágica del peyote. Con este patrón indígena estuvo formada la misión de San Joaquín del Monte de Reynosa, y si bien los comecrudos, pintos y tejones eran muy dóciles, aplicados a la labranza y hábiles para las artes mecánicas, por lo común vagaban en los campos, ante la incapacidad organizativa del sistema misional. A partir de 1767, la misión de San Joaquín pasó a ser jurisdicción de la Provincia franciscana de San Francisco de Zacatecas, computándose sus bienes tres años después con tierras suficientes, 107 reses alzadas, ocho mulas, 11 aparejos, cuatro caballos mansos, tres yeguas de vientre, así como 800 ovejas cuyos esquilmos servían en el pago de pastores y vacieros contratados a su servicio.32 Evaluada la situación indígena de las Villas del Norte en las postrimerías del siglo XVIII por el coronel Félix Calleja, opinó debería considerárseles como enemigos potenciales de guerra, aunque de una muy inferior calidad en comparación con los apaches y coman-

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ches, siendo más bien “personas muy sospechosas y embarazosas”, que en número de 1,156 vagaban en paz, carentes de domicilio, sujeción u ocupación alguna, sin causar mayores males pero sí frecuentes robos pequeños.33 Sumado el criterio discriminatorio contra el indio nómada, más la propia naturaleza inestable de los naturales, el pueblo-misión de indios en San Joaquín del Monte, nunca concretó, aparte de asistir siempre los religiosos encargados en el interior de la villa, impedido aún más con el traslado de Reynosa en 1802. Esto acabó por afirmar la marginación de los indios en relación con los bienes misionales que en teoría deberían de gozar, pues inclusive el fomentarlos dejó de ser actividad directa del misionero, quien delegaba su aprovechamiento por medio de una renta a los vecinos interesados.34 El sistema de arrendamiento no cesó al consumarse la independencia, pasando su administración al control del ayuntamiento. Esto se hizo por indicaciones del gobierno del estado, disponiéndose el arreglo del patrimonio de las antiguas propiedades comunales de indios para beneficiar los ingresos del estado. Por tanto, los bienes de la misión de San Joaquín del Monte, representados en tierras y bienes ganaderos, quedaron sujetos al arrendamiento a particulares.35 En 1837 el subprefecto del partido de Reynosa quiso aplicar en todos sus términos el articulo 91 de la ley del 20 de marzo de ese año, en lo relativo a regular la administración y manejo de los bienes e indios de la llamada misión. Como punto de arranque se consideró con derechos a gozar de las tierras a las familias de indios inscritas en el expediente formado con ese propósito en el año de 1829. En lo administrativo, el control iba a estar a cargo de un “Protector General”, encargado de llevar una lista numérica y clasificada de las familias de indios; haría las veces de un “padre natural”, por tanto les proporcionaría animales, aperos y herramientas necesarios para el fomento de la agricultura, con las rentas de los terrenos no ocupados, y como su servicio no podía ser considerado una obligación ejercida en forma gratuita, gozaría la franquicia de ocupar sin renta alguna a su favor un pedazo de tierra de la misión. El protector estaba en el derecho de arrendar la tierra libre de “los indígenas accionistas”, a las personas solicitantes a condición de ser dedicadas a la agricultura. En los arrendamientos se preferiría a los arrendatarios ya presentes, a personas no poseedoras de tierra por la banda derecha del río, o a cualquier otra a juicio del protector, quien de las rentas correspondientes iba a formar un libro de ingresos y egresos, fondos

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a distribuir entre las familias indígenas. Los indios a su vez perderían sus derechos en caso de no cultivar las tierras asignadas; no se les permitiría estar en la misión sin ser cristianos, o si se conservaban las parejas amansebadas “casadas a su ley”, pues se requería “que las nuevas familias desde su infancia se impregnen de la sana moral que hace feliz a las sociedades”. Finalmente se fijó la necesidad de un instructor asistente de los indios en los principios de la religión, lectura y escritura, debiendo gozar también un pedazo de tierra sin pagar renta.36 Tiempos difíciles de inestabilidad social rodearon al proyecto del subprefecto de Reynosa, haciéndose imposible su implementación, además porque el propio principio de arrendamiento tenía instalado en el seno de la misión intereses diametralmente opuestos al bienestar de los indios. Así, para fines de la primera mitad del siglo XIX ya se había consolidado la ranchería de San Miguel de las Cuevas y detentaba la mitad del territorio de San Joaquín del Monte. 5. Croquis del Asentamiento original de Reynosa, 1749 (AGN)

El irreversible proceso de desaparición de la misión, dio un paso muy importante con el otorgamiento de la categoría de comuneros dado por el gobierno del estado a los vecinos de San Miguel

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en 1853.37 Lo anterior generó pleitos porque los vecinos deseaban ampliar su terreno en detrimento de los indios, a quienes llegaron a amedrentar con la violencia, como fue el caso de una agresión al líder indígena Florencio Bocanegra.38 Después de la década de 1860, se completó el fin de la misión. EL TRASLADO DE REYNOSA. A diferencia de las restantes Villas del Norte del Nuevo Santander, fundadas sobre terrenos difícilmente inundables, Reynosa quedó situada en una llanura aluvial susceptible a ser cubierta por los excesos de aguas del impetuoso río Grande del Norte. Esta circunstancia no fue apreciada en el momento de su fundación, y en el dictamen sobre las condiciones del terreno en que se levantaba la población decía claramente ser un lugar “alto despejado, de buenas corrientes, libre de inundaciones”.39 Pronto llegó el desengaño, pues a los dos años de fundada, una gran inundación dejó aislada a la villa por espacio de un par de meses, amenaza vuelta a repetir en 1752, surgiendo desde entonces fuertes dudas sobre la decisión de consolidar con firmeza el asentamiento primitivo. El primer intento en realizar el traslado de la población coincidió con la visita de José de Escandón a Reynosa en 1753, cuando un grupo de vecinos le hizo llegar una representación donde señalaban el daño sufrido en los años anteriores, considerando como el lugar más propio para su cambio al paraje conocido como “El Desierto”, distante una legua río arriba. Ponderada la situación que en ese momento presentaba el divagante curso del río Bravo, al igual que las opiniones de otros vecinos, el gobernador no estuvo de acuerdo en el traslado, pues en su criterio las pasadas inundaciones no eran prueba definitiva de la mala elección del sitio de la villa, disponiendo se respetara su permanencia conforme a los autos de fundación, y para tranquilizar la zozobra de sus habitantes, ordenó se levantara un terraplén de dos varas de alto en la periferia de la población.40 Durante la visita hecha a Reynosa en 1757 los comisionados José Tienda de Cuervo y Agustín López de la Cámara Alta, se enteraron del historial de las crecientes del río Bravo, estimando necesario emitir una opinión en el sentido de efectuar el traslado de la población. En forma previa escucharon varios dictámenes de los sujetos con mayor experiencia y conocimiento de la región para así juzgar con mayor peso cuál era el sitio al que se inclinaba la mayoría de los habitantes de la villa, sacando en conclusión haber mucha variedad de opiniones, decidiendo darse a la tarea de reconocer por su cuenta los terrenos con las seguridades necesarias al nuevo establecimiento de Reynosa.41 39


En primer lugar inspeccionaron el paraje apoyado por el religioso y el capitán, un sitio enclavado en los terrenos de la misión junto a una laguna; descartado tenerse noticias de los indios de que en tiempos de secas aquel reservorio se agotaba, entonces los pobladores se verían en la necesidad de recurrir al río para el acarreo del líquido vital, y como esa era una labor exclusiva de las mujeres, la distancia de un cuarto de legua “sería demasiado penoso y algo arriesgado a desórdenes e inconvenientes”. El segundo sitio reconocido fue el paraje llamado de Santa María de las Lajas, distante a cinco leguas al poniente de Reynosa en un terreno reputado como jurisdicción de Camargo. Visto el lugar, los comisionados dijeron era el más propio para los fines deseados, pues en esta parte el río Bravo daba evidencias de nunca haber salido de su caja; había espacio suficiente para fincar el poblado y abrir buenas sementeras, y aunque no se pudo proyectar una saca de agua por haberse enfermado el ingeniero Cámara Alta, fueron de la opinión ser factible. En conclusión, la visita dictaminó positivamente el traslado de la villa de Reynosa al paraje de Santa María de las Lajas, y llegado el caso de realizarse, se consideraría una sustitución de tierras a la villa de Camargo por la parte que sería mutilada de su jurisdicción.42 La documentación completa de la visita de 1757 a la colonia del Nuevo Santander pasó al conocimiento de la corte de Madrid, examinando minuciosamente cada una de las propuestas que los comisionados juzgaron pertinentes de implementar en la administración de la nueva provincia del septentrión novohispano. Enterado el rey del estado de aquella parte remota de su vasto dominio, expidió una real cédula fechada en el Buen Retiro el 29 de marzo de 1763, dejándose establecida la política a seguirse en lo sucesivo en el Nuevo Santander. En el caso particular del cambio de Reynosa, villa con problemas similares a Escandón y Burgos, el rey ordenó en su cédula: “Visto lo referido en mi Consejo de las Indias con lo que su inteligencia y de los antecedentes del asunto expuso mi Fiscal, y consultándome sobre ello en diez de noviembre de mil setecientos setenta y uno, he resuelto que se muden las tres expresadas poblaciones de Escandón, Reinosa y Burgos a los parajes más proporcionados, para el bienestar, comodidad y salud de los vecinos.”43 Llegada la real cédula a la ciudad de México, el virrey marqués de Cruillas expidió un decreto el 28 de julio de 1763 para hacer cumplir cada una de las órdenes consignadas por el soberano, remitiendo la documentación a la Audiencia a fin de iniciar su trámite. Mientras

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tanto, la dilatada respuesta del rey, espaciada a lo largo de seis años, menguó los ánimos del vecindario de Reynosa por buscar una nueva ubicación, apoyados en el cambiante curso del río situado en tal dirección que todo hacía suponer a una amenaza de inundación estar por completo ausente. Por tal motivo no se insistió en el asunto y el expediente respectivo fue a parar en la inmovilidad del archivo. Mas el impredecible río Grande, antes de concluir el siglo XVIII, puso de nueva cuenta en jaque al destino del asentamiento de Reynosa, virando su curso hacia una dirección rumbo al centro de la población, volviéndose a reactivar la antigua pretensión de realizar el traslado. Reunido el medio cabildo en compañía de su capitán José Francisco Ballí, redactaron una representación sobre la necesidad de mudar a la villa de Reynosa para librarla de las inundaciones del río el 24 de mayo de 1799, y enviada al gobernador de la colonia del Nuevo Santander, don Manuel de Escandón, segundo conde de la Sierra Gorda.44 Al recibir la representación de las autoridades de Reynosa, el gobernador de la colonia elevó ante el virrey el imperativo del traslado de la población, avalando en todos los puntos la solicitud del vecindario, y aunque manifestó que en la provincia se tenía conocimiento del riesgo previsto por los visitadores en 1757 y de la real orden de 1763, ésta no se había cumplido por la situación cambiante del río y sólo hasta la presente ocasión la ruina del asentamiento se hacía inminente.45 Una vez enterado el virrey José Miguel de Azanza de la representación del medio cabildo de Reynosa y del aval del conde de Sierra Gorda, deseoso de tener mayores datos sobre el asunto, en el que mediaba una real cédula, se comunicó con el coronel Félix Calleja, comandante de la décima brigada y alto funcionario de las Provincias Internas de Oriente, con residencia en San Luis Potosí, para conocer su opinión. Calleja abundó en las desventajas de la villa de Reynosa a consecuencia de las continuas inundaciones, aislada por largas temporadas. Dijo no saber a ciencia cierta sobre las ventajas que reunía el paraje llamado de San Antonio; pero por comentarios unánimes, ese era el sitio ideal para efectuar el traslado, con lo que se vería muy beneficiada y mejorada la villa y sus habitantes.46 De vuelta en la ciudad de México el nuevo expediente sobre el traslado de Reynosa, el virrey consideró pertinente fuera pasado al dictamen de los señores fiscales de la Real Hacienda y de lo Civil. Como primer punto y siguiendo un estricto orden burocrático, el fiscal de lo civil opinó se anexara al expediente el texto de la

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real cédula emitida el año de 1763 y su correspondiente decreto despachado por el virrey entonces en funciones. Una vez hecho esto y leídos los términos dispuestos por el soberano para reubicar la población de Reynosa, el fiscal encontró de inmediato la inexistencia de los autos generados como resultado de la real cédula y que debieron ser de la competencia en aquella época del auditor de guerra. Hizo resaltar la antigua determinación del cambio de la población de Reynosa, pero a un paraje que los comisionados de 1757 designaron como la Alhaja (alteración que en el papeleo se hizo de Santa María de la Laja), en contradicción del sitio llamado San Antonio, apoyado por el medio cabildo, el gobernador de la colonia y el coronel Calleja; siendo entonces necesario para promover el asunto, conocer cómo se había reservado el antiguo expediente. Aprobada por el virrey la opinión fiscal de lo civil, mandó se buscase en el archivo de la Secretaría de Cámara el expediente en cuestión. En la cumulosa documentación referente a la colonia del Nuevo Santander no se encontró un expediente específico sobre el caso, sino información contenida en 28 cuadernos y un libro. Finalmente el fiscal de lo civil quedó enterado sobre la suspensión de la orden derivada de la real cédula47 del año del 63, y concluyó que para seguir avanzando, era necesario disponer de mayor información proporcionada por el medio cabildo de Reynosa con el complemento en su caso de parte del gobernador provisional del Nuevo Santander, José Blanco, pudo remitir a Reynosa el expediente procedente de la ciudad de México. Para mayor esclarecimiento del asunto, Blanco consideró indispensable que el medio cabildo incluyera un padrón general de población, noticias sobre las fincas del vecindario, detalles sobre la calidad de las tierras inmediatas y sus siembras, información judicial sobre las inundaciones ocurridas desde el año de 1766, y por último, descripción exacta de las ventajas del paraje de San Antonio.48 Al llegar a Reynosa la documentación, su capitán José Francisco Ballí, se dio a la tarea de cumplir todas las órdenes recibidas de parte de las autoridades superiores. En principio levantó un padrón general de habitantes, donde resultaron ser 332 el número de familias y un total de 1,631 habitantes. Enseguida pasó a recabar las declaraciones judiciales de tres de los vecinos más antiguos de la población, resultando ser Francisco Guajardo, Narciso Cavazos y Antonio Margil Cano. El testimonio de los declarantes coincidió en que al momento de la fundación de la villa la caja del río se encontraba situada a más de 500 varas de la población; que en los últimos 35 años ocurrieron de tres a cinco grandes avenidas del

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río con su subsecuente inundación, dejando aislada la villa, siendo una de ellas especialmente peligrosa, pues el agua había llegado hasta 100 varas de la población y ante la amenaza, la gente se había refugiado en las lomas del Morillo y de no haber sido por el milagro solicitado con grandes ruegos al Señor Sacramentado y a San Juan Nepomuceno, llevados en peregrinación hasta la orilla del río, la ruina de la villa hubiese sido total.49 Como complemento a la información requerida por las altas autoridades, el medio cabildo y el capitán de Reynosa informó de la situación física y valores de la villa, reducidos a 12 casas de adobe y 50 de paja, todas muy deterioradas, como de igual manera se encontraba la fábrica de la iglesia parroquial pues no había estímulo para reedificar por la posibilidad del traslado. Reunida el día 4 de julio la mayoría del vecindario en una junta general, se hizo una consulta para saber su última resolución, estando todos

adheridos a la idea de conseguir licencia y ofrecer contribuciones al levantamiento de un nuevo pueblo. Del temperamento de las tierras circundantes a la villa, se anotó ser todas similares en calidad desde el punto de la población hasta la entrada del río al mar; es decir, suelos de aluvión sujetos a las inundaciones, como había sido ejemplo el mes de septiembre de 1800 cuando quedaron bajo las aguas los planes de laboríos. No obstante sí existían algunos sembrados hechos por los vecinos, pero sin certeza y confianza de recoger sus frutos, pues en su mayoría se ubicaban en los ancones y tierras inmediatas a la corriente por no haber en la jurisdicción otras para ese propósito; de ahí que este fuera uno de los factores de que en la villa no se hubiesen fabricado casas formales, pues los pobladores se repartían cerca de sus bienes de

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6. Firma del Capitán José Francisco Balli (AHM)


campo a lo largo del río, por una y otra banda. En apoyo a la solicitud de traslado, se ratificó la declaración del testimonio de los más antiguos vecinos, y si al momento de la fundación de la villa el río distaba a 500 varas, en los nuevos tiempos sólo los separaban 40 con la posibilidad de disminuir la distancia al ser devorados los endebles barrancos de la caja del río. En contraste, del paraje de San Antonio se manifestó nunca haber sufrido el inconveniente de las inundaciones por tratarse de un terreno elevado, cómodo a las labores y asentamiento de un pueblo, con suelo apto al beneficio de norias a poca profundidad, teniendo el río a proporcionada distancia, dominado por aires benignos favorables a la mejor salud de los habitantes, además de contarse en lo inmediato con materiales para construcción, como maderas, cal y piedra. Con base en todos los anteriores fundamentos, las autoridades, vecindario y hasta el religioso encargado fray Agustín Lira, volvieron a elevar su petición de que les fuese concedida la gracia del traslado.50 Al tiempo de integrarse el expediente en la villa de Reynosa y ante el retraso de más de dos años sin tenerse noticia del asunto en la ciudad de México, el nuevo virrey Felipe Berenguer de Marquina pidió al gobernador de la colonia del Nuevo Santander el cumplimiento de las órdenes despachadas por su antecesor y la remisión inmediata de las diligencias judiciales hechas. Ya con la documentación en la mano, el gobernador Francisco de Ixart comunicó con el virrey y le envió el expediente, agregando que el gobernador interino José Blanco había reconocido personalmente la situación de Reynosa y el sitio propuesto para su traslado y todo hacía indicar era el más apropiado. Para su mayor conocimiento, el virrey contó con el dictamen del propio coronel Calleja realizado en la jurisdicción de Reynosa, confirmando el cambio de curso sufrido por el río Grande con gran amenaza para la villa, los estragos de las inundaciones en los bienes de los vecinos, así como la pobreza y mal estado de las fincas de la población; por todo lo cual, a su criterio debían tomarse medidas definitivas de corrección pues afirmó: “no sólo es conveniente, sino necesario que se les señale el punto en que deben reunirse, que según informes que he adquirido y los del Gobernador y Medio Cabildo, corren en el expediente, comprendo que es a propósito el llamado San Antonio, perteneciente al rancho que disfruta el Teniente don José Francisco Ballí, y cede voluntariamente con todo el terreno que se necesite para ejidos”.51 Remitido el expediente a la consulta del fiscal de lo civil, en principio estuvo de acuerdo con la información hasta entonces reunida, pero la siguió considerando incompleta para llegar a una resolución

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definitiva. Primero objetó que si bien el capitán Ballí cedía terrenos de su propiedad para la erección de la nueva población, ni él ni el coronel Calleja especificaban si su extensión era suficiente para acomodar las medidas de los ejidos, aparte del área para la fundación de la villa. Consideró no quedar claros los términos en que una vez trasladada la población quedarían los considerables terrenos poseídos por los vecinos a lo largo de la corriente del Bravo, al igual de los aledaños a la antigua villa. También resaltó que si desde tiempo atrás el paraje de la Alhaja se había considerado como el apropiado para el traslado, con los cambios del río podría entonces volver a resultar el sitio idóneo con la ventaja de una mayor cercanía. En conclusión, el fiscal dijo no estar el expediente instruido con todas las formalidades del superior decreto expedido en octubre de 1799, debiéndose remitirlo otra vez al gobernador del Nuevo Santander para su arreglo.52 De nuevo el expediente en Reynosa a través del gobernador Ixart, el medio cabildo se dio a la tarea de satisfacer los requerimientos solicitados por el fiscal de lo civil. En principio se elaboró un mapa de la región para la mayor ilustración del exigente funcionario, testimonio que hoy es uno de los más relevantes ejemplos de la cartografía histórica de Tamaulipas. El capitán Ballí por su parte puntualizó la donación ofrecida del paraje de San Antonio, compuesta de media legua por el oriente; cuatro cordeladas de a 50 varas mexicanas por el poniente; una legua a la parte del sur; no teniendo ninguna extensión hacia el norte y limitada con el río Grande del Norte, sitio hasta donde se habían dotado los terrenos de acuerdo con las mediciones de los Autos de la General Visita de 1767. Reconoció lo indispensable de una mayor extensión de terreno para ser completados los ejidos, necesitando tomarse de otras propiedades: 26 cordeladas al oriente, pertenecientes a José Antonio Cavazos y Garza; otras 25 por el mismo rumbo, de los herederos del difunto Miguel de la Garza; por el poniente eran necesarias 69 cordeladas, propiedad de la madre del propio capitán Ballí, más otras 21 de los mismos herederos de Miguel de la Garza; finalmente por el norte se requerían una legua y cuarto de doña Francisca de la Garza, más un complemento de media legua de don Ramón Mungía. A mayor minucia del expediente, el medio cabildo añadió las medidas jurisdiccionales de la villa contenidas en las constancias de los Autos de la General Visita; las opiniones de los vecinos poseedores de terrenos en los aledaños de la villa, coincidieron en conjunto que el traslado no sería motivo para abandonar sus bienes, pues las cinco leguas de distancia al paraje de San Antonio podían ser cubiertas con relativa facilidad

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sin verse obligados a dejar de cumplir sus compromisos; del mismo modo se anotó el cambio de criterio respecto al movimiento de la población al sitio de La Laja, pues la experiencia de los años y el comportamiento del río, no dejaban duda de su inconveniencia también se informó sobre las tierras demarcadas al vecindario, cuya extensión eran 10 leguas con 27 cordeladas a lo largo del río Grande por ambas bandas con una extensión máxima de seis leguas hacia el norte y sur de la corriente, y al ubicarse la población en San Antonio, ésta quedaría más al centro de la jurisdicción; por último ponía en claro la inexistencia en el sitio de San Antonio, de tierras susceptibles a ser repartidas, pero ello no cambiaba la necesidad del traslado.53 Vistas las diligencias del medio Cabildo de Reynosa por el gobernador Ixart en la capital San Carlos, y deseando satisfacer cualquier exigencia a los ojos del fiscal de lo Civil, devolvió el expediente a Reynosa solicitando de sus autoridades el levantamiento de autos sobre la disposición voluntaria de los vecinos involucrados en ceder terrenos para acomodar la extensión de los ejidos de la nueva localización de la villa en el paraje de San Antonio.54 Cumpliendo la orden del gobernador, el capitán Ballí de inmediato formalizó la presentación de aquellos vecinos. Así, rindieron su declaración favorable a la causa común del traslado, con el otorgamiento voluntario de una porción de sus propiedades: Ramón Mungía, Juan de la Garza, Francisca de la Garza, Manuel Gómez y Francisca Villarreal (madre del capitán Ballí). Sólo el vecino José Antonio Cavazos y Garza dijo ceder las 26 cordeladas de tierra para ejidos a condición de que se les remuneraran en otra parte, y aunque el capitán le propuso prescindiera de dicha condición ofreciéndole inclusive parte de sus propias tierras en el paraje que más le gustara, éste no aceptó. Por último, las faltantes declaraciones de los herederos de don Juan José Cavazos, no pudieron recabarse porque al final de ese mes de junio de 1802, se presentó particularmente lluvioso dejando los caminos intransitables, y ante la urgencia de llenar el expediente, el capitán Ballí se comprometió a sufragar las seis cordeladas de tierras faltantes para ejidos.55 Pero el cielo siguió vertiendo sus torrentes de agua, y entre el 26 de junio y 4 de julio de 1802, irrumpieron en la villa de Reynosa las impetuosas corrientes desbordadas del río Grande arrasando todo a su paso: fincas, sementeras y ganados fueron tragados por las aguas, dándole apenas tiempo al vecindario de escapar. Sorprendido el capitán Ballí por el temporal en su rancho de las lomas de San

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Antonio, de inmediato se dio a la tarea de ofrecer refugio a los damnificados, así como agrupar al numeroso ganado perdido entre los montes y, sabedor de que algunas familias no habían escapado de la inundación, durante siete días con sus noches; en compañía de los indios de la comarca, se dedicó a ponerlas a salvo. Descendiendo el nivel de las aguas, el retorno de algunos vecinos al ámbito de la villa sólo fue motivado por el interés de rescatar algo de lo perdido, conscientes de antemano de no regresar a poblar un sitio tan ingrato. Con esas bases y ante la magnitud del siniestro el capitán Ballí procedió de hecho a formalizar las condiciones del traslado de la villa de Reynosa al paraje de San Antonio, motivando en primer término al padre misionero a enviar comunicación a la sede del obispado de Linares, pidiendo su autorización para oficiar los divinos oficios en el nuevo asentamiento.56 Conocidos los detalles de la tragedia del vecindario de Reynosa, el gobernador Ixart siguió las pautas del protocolo burocrático solicitado por el fiscal de lo Civil y envió el expediente a la ciudad de México, aunque en su comunicación era inocultable el cambio efectivo de Reynosa realizado al margen de la documentación. Como apoyo, el coronel Calleja apuntó que al final se verificaba con toda su crudeza lo previsto desde hacía más de 30 años, quedaba avalado por la realidad de traslación de la población y no era de preocupar los términos en que habrían de quedar los terrenos del vecindario, pues en todos los casos se trataba de tierras otorgadas por merced del rey y como tal podía siempre llegarse a un arreglo, debiendo ponerse atención en la regularización de los lugares públicos y fincas particulares del nuevo asentamiento de Reynosa, en el paraje de San Antonio, “a fin de que el capricho o falta de descernimiento no lo sacase con los vicios que son muy comunes, y poco disculpables en un siglo en que se tienen ideas más exactas de policía”.57 Enterado del suceso el fiscal de lo Civil reconoció corno efectivos todos y cada uno de los razonamientos hechos durante las diligencias previas al traslado, agregando únicamente que para la cimentación de la nueva villa, se debería de tomar al pie de la letra lo estipulado en esos casos por las leyes del libro cuarto, título séptimo, de la Recopilación de Indias, considerando justo se otorgara una recompensa al capitán Ballí por los servicios prestados en tan delicada empresa. Turnado el expediente al asesor general de la Audiencia, éste estuvo conforme con lo anteriormente suscrito y ratificó la distinción a la que se hizo merecedor el capitán de Reynosa, e incluyó se librara orden al coronel Calleja para supervisar en la medida de sus posibilidades el arreglo del

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asentamiento de la nueva poblaci贸n. Finalmente el expediente se cerr贸 con las anotaciones de Calleja e Ixart de estar enterados de las disposiciones a seguir en el asunto, dando fin a un proceso, e inici谩ndose el hilo hist贸rico de la nueva Reynosa...58 7

7. Portada original de los Autos de la General visita en Reynosa (AHR)

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III TRECE DÉCADAS DE HISTORIA (1802-1930)

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EL PRINCIPIO DE LA NUEVA SEDE DE REYNOSA. Una peculiaridad surgida a raíz del traslado, fue el uso del nombre de San Antonio en la nueva población, santo reconocido como protector del paraje de Las Lomas, para distinguirla de la vieja villa que siguió conservando la advocación de la virgen del Tepeyac, aunque el patronato de la jurisdicción de Reynosa, era en forma uniforme de la Guadalupana.1 La traza del asentamiento de San Antonio de Reynosa se hizo con base en los lineamientos tipificados por las leyes del reino, y posiblemente bajo una supervisión cercana de parte del coronel Calleja. La plaza quedó en el borde de una loma justo en el sitio más cercano a las riberas del río Bravo, partiendo de ella las calles en dirección norte-sur y oriente-poniente, extendiéndose la población hacia la parte sur debido a la topografía del lugar. Enfrente a la plaza quedaron instalados los sitios para ser edificadas las Casas Consistoriales, las fincas de los principales vecinos y la parroquia local. La iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, cuyo solitario campanario es hoy el único vestigio arquitectónico en la ciudad procedente de tiempos coloniales, se levantó al oriente de la plaza, en un solar de 50 varas de frente por 73.5 de fondo. El primitivo edificio parroquial era una obra de 43 varas de longitud, con 6.5 varas de anchura medidas en su interior; es decir, pequeño y muy angosto. Tenía dos capillas laterales ubicadas hacia el norte y sur, más una sacristía y una torre campanario. Debido a la gran carencia de recursos de los vecinos de Reynosa en los años inmediatos al traslado, la construcción del templo dio principio hasta 1810, prolongándose por espacio de 25 años, lo que sintetiza con claridad el esfuerzo de esta comunidad norteña, quedando grabado en la viga maestra de la construcción: “El año de 1810 se comenzó por el Sr. Curaber. Don Juan José Cárdenas. Se concluyó por el Sr. Cra. Ber. Don Lorenzo Treviño en 1835 siendo Alcalde Dn. Manuel de la Fuente Yglecias.” Ya en época contemporánea el edificio fue demolido para dar paso a la construcción de una imponente parroquia.2 En 1805 la rutinaria actividad del vecindario de San Antonio de Reynosa, se vio rota por el escándalo causado por la aprehensión que las autoridades del gobierno de la colonia del Nuevo Santander realizaron de don Juan José Ballí, capitán de la villa. Acusado del delito de contrabando y hechos criminales, Ballí fue remitido preso en compañía de tres cómplices a la cárcel ubicada en la capital de San Carlos, y sufrió la confiscación de sus bienes en tanto se le abría juicio. Muerto el capitán al poco tiempo de su encierro y

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en consideración jurídica de que las causas criminales terminaban con la muerte del reo, al final sus propiedades embarcadas fueron devueltas a la viuda. Por lo que tocó a sus cómplices Gregorio de la Garza y Guillermo de Hinojosa, sus expedientes se remitieron a la jurisdicción judicial ordinaria, suerte corrida también por el teniente de milicias Francisco Ballí, ventilándose los casos en la Real Sala del Crimen.3 REYNOSA DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA. A partir de la madrugada del 16 de septiembre de 1810, la Nueva España se vio envuelta en una cadena de acontecimientos bélicos impregnados de una fuerte tendencia que pretendía realizar un cambio trascendente en la vida política hasta entonces de corte colonial, y romper los nexos con la metrópoli peninsular. La primera chispa independentista surgió en el pueblo de Dolores y estuvo encabezada por el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla, aflorando, con todas sus consecuencias en el seno de la sociedad, la participación de las clases marginadas. El movimiento de Dolores recorrió el Bajío, tomó la ciudad de Guadalajara e hizo el intento de ocupar la capital del virreinato, pero fue detenido en el Monte de las Cruces, iniciándose así una cadena de descalabros, para perder fuerza paulatinamente como consecuencia de las derrotas que le infligía el bien organizado ejército realista a sus abigarrados contingentes. Entonces la estrategia de Hidalgo, Allende y otros jefes insurgentes consistió en realizar una retirada hacia el norte ante la posibilidad de verse colapsados por el enemigo, enfilando su derrotero al territorio de las Provincias Internas de Oriente. Precedidos por la activa labor de algunos emisarios que insurreccionaron a Texas, el Nuevo Reino de León y el Nuevo Santander, los insurgentes pudieron derrotar con facilidad al gobernador de Coahuila y entrar a Saltillo. Seguida la marcha con la idea de poner tierra de por medio a la represión realista, los dirigentes de la insurgencia se adentraron en el inhóspito desierto norteño, pero fueron aprehendidos por elementos de una conjura contrarrevolucionaria fraguada en Monclova. El desastre ocurrió en el paraje de las Norias de Baján en marzo de 1811, siendo conducidos posteriormente los caudillos a la ciudad de Chihuahua, donde se les ejecutó. A raíz del anterior suceso, las pocas huestes insurgentes que operaban en las Provincias Internas de Oriente fueron dispersadas.

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Los acontecimientos de inestabilidad provocados por el movimiento insurgente de Dolores, no afectaron en forma directa la tranquilidad de la villa de Reynosa; no obstante el justicia local, Máximo Cavazos, procuró mantener en servicio de las armas al vecindario de acuerdo con las ordenanzas recibidas por el gobierno de la colonia de Nuevo Santander, una vez que la misma estuvo otra vez bajo el control del virreinato, representado por la fuerza militar del brigadier Joaquín Arredondo.4 Despachada una columna militar a las Villas del Norte al frente del capitán Francisco Antonio Cao, en su estancia en Reynosa recogió varios fusiles con la intención de llevárselos a Aguayo, e inclusive cargó con dos cañoncitos pedreros, uno de bronce perteneciente a la compañía local y el otro de fierro propiedad de doña Gregoria Ballí, quien lo había regalado para la función que bajo su patrocinio se celebraba anualmente en la iglesia en honor del patriarca San José.5 Para principios de 1812 y aunque el brote revolucionario en el norte había cesado, las medidas preventivas para impedir cualquier causa de peligro a las instituciones, se tradujeron en estrictas prohibiciones para transitar de un pueblo a otro sin el debido pasaporte. Además, nadie podía admitir a extraños en su casa; el comercio o los viajes a la provincia de Texas, deberían ser notificados con precisión; no se permitía, bajo pena de multa, andar en la calle después de las nueve de la noche; igualmente, existía prohibición para armar fandangos o tertulias, ponerse ebrio y practicar juegos de azar; todo esto era implementado en Reynosa por el alcalde primera elección de ese año, don Pedro José de la Garza.6 Mas el orden establecido se vio roto el mismo año de 1812, cuando al principio de la primavera los indígenas carrizos de Camargo se sublevaron poniendo en tensión al sensible aparato militar de las Provincias Internas de Oriente. El día 3 de abril, el capitán de los indios de la misión, Julián Canales, dio principio a su movimiento aparentemente por tener dificultades con el alcalde José Pérez Rey, quien por distintos pleitos lo quería reducir a prisión, escapándose el indio de ella. Desatado el conflicto, el alcalde solicitó la ayuda del capitán Pedro López Prieto, antiguo jefe de las milicias provinciales de la villa de Reynosa, pidiéndole que armara al vecindario para ir a combatir a los indígenas, pero el militar no lo consideró conveniente pretextando escasez de armas y por ser en mayor número los contrarios, opinando en favor de la negociación con Canales, actitud que más tarde le valdría caer en desgracia al ser acusado del delito de infidencia.7 Mientras López Prieto parlamentaba con los indios, el alcalde pedía socorro a Mier y Revilla, ante la provocación de este funcionario, los 52


sublevados atacaron su casa matando tres defensores y haciéndose dueños de la población. El 7 de abril Canales se proclamó juez de la villa y pronunció contra los agravios que el criollismo y los indios recibían de las autoridades, apegado al principio formal de vivas al rey, la patria y la religión, y mueras al mal gobierno, en franca identificación con los lineamientos marcados por el movimiento de Dolores.8 La explicación de la claridad política del capitán de los carrizos parece encontrarse tras la figura de Manuel Salgado, su cómplice principal, pues éste era originario del propio pueblo de Dolores y casi con certeza, uno de los insurgentes dispersados en el norte tras la aprehensión de Hidalgo y los jefes insurgentes. Salgado era indio como los carrizos, lo que pudo facilitarle no ser descubierto por la represión realista; era bajo de estatura, de color trigueño, cara larga con un lunar en el carrillo izquierdo y un poco tartamudo al hablar. Con ánimo de pasar desapercibido, vestía taparrabo, no obstante ser su oficio sastre, distinguiéndose sobre todo por saber leer y escribir.9 Sabedor de que pronto se harían presentes en Camargo las fuerzas realistas solicitadas por el alcalde, Canales se comunicó con Eusebio Solís, capitán de los indios garzas de la villa de Mier para pedirle se le uniera en la campaña que haría por el rumbo de la congregación del Refugio (H. Matamoros).10 En efecto, al tenerse noticia de los sucesos de Camargo, se organizaron varias columnas militares de las cuatro provincias del oriente, con miras de sofocar a los carrizos, todas bajo el mando de José Ramón Díaz de Bustamante, comandante de la tercera compañía volante del Nuevo Santander con sede en la villa de Laredo. En la tarde del 16 de mayo de 1812, al andar en busca de los sublevados por los montes, el alférez Vicente Hinojosa, al frente de la compañía auxiliar de Reynosa, fue sorprendido en el paraje de la Laguna Cercada de esta jurisdicción por los indios, que lo atacaron frontalmente por espacio de varias horas, y al final logró dispersarlos haciéndoles cinco muertos y un número indeterminado de heridos mientras del bando realista sólo se lamentó la muerte del sargento Máximo Cavazos, consumiendo la tropa y los indios auxiliares de la villa 500 cartuchos en la acción.11 Acosados en las Villas del Norte, los indios alzados no tuvieron más opción que internarse en el centro del Nuevo Santander, e intentaron esconderse en el cerro del Diente cerca de la villa de San Carlos, donde fueron atacados por el capitán Guerra, fragmentándose en pequeños grupos y desaparecer como amenaza.

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Al iniciarse el año de 1813 la provincia de Texas volvió a ser escenario de un movimiento insurgente, promovido por el revillano José Bernardo Maximiliano Gutiérrez de Lara, quien había sido comisionado de Hidalgo ante el gobierno de los Estados Unidos. Posesionado de San Antonio Béjar, Gutiérrez de Lara instaló una junta gubernativa provisional y fue nombrado como generalísimo y gobernador, declarando la independencia el día 6 de abril. Ante la derrota del ejército realista en Texas, un grupo de milicianos del Nuevo Santander, designados a combatir por las armas del rey defeccionó en favor del bando insurgente, por insistencia de los oficiales Juan Ceballos, Felipe Garibay, José María García Salinas (alias “el Cantareño”) y Antonio Baca, y se pusieron a las órdenes de Gutiérrez de Lara para iniciar así su carrera insurgente. Antes del desenlace del movimiento insurgente en Texas, filialmente derrotados por Joaquín de Arredondo, Felipe Garibay y “el Cantareño” se hicieron presentes en el Nuevo Reyno de León insurreccionado entonces por agentes de Gutiérrez de Lara y bajo la dirección de José Herrera, antiguo desertor del regimiento miliciano de Calleja, y por Policarpo Verástegui, estudiante inquieto levantado antes en Parras. Después de algunas acciones en las cercanías de Monterrey y una vez atacada la ciudad misma sin éxito, los insurgentes fueron

8. Félix María Calleja 8

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acosados por fuerzas superiores, viéndose en la necesidad de construir una improvisada fortificación en el paraje de la Chorreada sobre la sierra de Picachos. Atacados en esa guarida, no pudieron resistir y obligados a huir, enfilaron algunos al rumbo de las Villas del Norte del Nuevo Santander. Ya en las riberas del Bravo, el cabecilla insurgente Felipe Garibay supo aprovechar la supuesta calma de los indios comarcanos duramente reprimidos el año anterior, siéndole fácil reclutar un buen número de ellos, en su mayoría de Reynosa, para ir después a establecer su cuartel en la congregación del Refugio, donde los indios carrizos de ese lugar dirigidos por Marcelino García le dieron acogida. Notificado el gobernador Juan Fermín de Juanicotena de los hechos, de inmediato envió a la división expedicionaria de Extremadura para combatir a los rebeldes, que presentaron batalla cerca del paraje del Mogote, a unos 30 kilómetros al sur de la congregación. La acción tuvo lugar el 23 de agosto de 1813 rompiéndose el fuego a la una de la tarde, durando por espacio de dos horas. Las fuerzas enfrentadas de parte de los indios eran 600 hombres, 200 de ellos a caballo; los realistas eran 160 hombres de infantería y 40 de caballería. El resultado del combate fue favorable a las armas del rey, pues quedaron 33 indios muertos en el campo, entre ellos el líder de los carrizos del Refugio, y se capturaron algunos prisioneros y caballos, más un botín de guerra consistente en su mayoría por numerosos arcos y carcajes de flechas. Garibay escapó hacia la margen izquierda del río Bravo y dejó al garete a la indiada, regresando los del Reynosa a sus casas.12 Desde entonces quedaron pacificadas las Villa del Norte sin presentarse después ningún brote de rebelión, redactando sus autoridades en 1815 los méritos de su vecindario durante la lucha contra la insurgencia. Las de Reynosa declararon como importante a su favor la aprehensión hecha del coronel Rafael Hermosillo y del capitán Juan Pérez, ahorcado el primero en Aguayo y el segundo conducido a presidio, todo por orden del brigadier Arredondo. También se anotó la captura de más de cuarenta indios levantados en la región, siete de los cuales fueron ejecutados en cumplimiento a instrucciones del coronel Felipe de la Garza. Además la villa aportó a la defensa de los intereses del rey en Béjar 400 caballos, 30 mulas, 40 potros, 267 borregos, 42 chivos, 60 mulas aparejadas y 200 pesos. Aparte la cooperación incluía 63 fanegas de bisochos consumidas en las numerosas correrías de la tropa por los contornos, al igual que más de dos años de campañas continuas que el vecindario realizaba en las compañías milicianas.13 Otra ayuda

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de la villa de Reynosa proporcionada al ejército realista en los años siguientes, fue el producto de las salinas localizadas al norte de la población.14 Finalmente, poco después del 7 de julio de 1821, se conoció en Reynosa la proclamación del Plan de Iguala hecho en la villa de Aguayo, acontecimiento que marcó el inicio de la vida independiente de Tamaulipas. PRIMERA EPOCA INDEPENDIENTE E INICIO DE LA CONFORMACION DE FRONTERA. El proceso político colonial del Nuevo Santander culminó con la renuncia de su último gobernador, José María Echegaray, tocándole ser al coronel Felipe de la Garza el primer mandatario de la época independiente de la entidad. En el marco general del país, la independencia quedó consumada al hacer entrada en la ciudad de México el Ejército Trigarante, el 27 de septiembre de 1821, enarbolando el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. Al día siguiente se constituyó como órgano de gobierno la Junta Provisional Gubernativa, que a su vez designaría una Regencia y más tarde convocó a un Congreso Nacional, definiéndose la situación política a favor de Agustín de Iturbide como emperador, debido a una forzada adhesión militar y popular. A nivel local, las antiguas provincias novohispanas adquirieron una autonomía sin precedente para organizar el orden políticoadministrativo, surgiendo no pocos conflictos al ponerse en práctica, como fue la disputa suscitada entre el primer ayuntamiento postindependiente de Reynosa y el comandante de las armas de la villa. El suceso se generó al debatir ambas autoridades los alcances de sus respectivas jurisdicciones, motivado por la aprehensión en delito de varios soldados por la policía del municipio. El jefe militar, Antonio Domínguez, mantuvo por este hecho tensas relaciones con el alcalde José Manuel de la Garza, y se negó inclusive a realizar en el cabildo la protesta solemne al reconocimiento de la Junta Provisional Gubernativa.15 Después de abdicar Iturbide, se reinstaló nuevamente al Congreso Nacional, proyectando para el país la adopción de un sistema de gobierno de carácter republicano federal, concretado con la firma del Acta Constitutiva de la Federación, el 31 de enero de 1824. En Reynosa este documento primordial, espíritu del federalismo mexicano, fue conocido el 3 de marzo de ese año.

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Para solemnizar el acontecimiento, el ayuntamiento programó tres días de regocijo popular, donde hubiese repique general de campanas, tiroteo por la tropa e iluminación de las calles. El punto culminante consistió en una misa cantada, después el cabildo presidio por el más antiguo ciudadano, don Ignacio Benavides, en compañía del cura y comandante de armas, pasaron a un tablado que se situó al centro de la plaza constitucional, y a la vista de todo el vecindario fue leído el decreto y se procedió al juramento del Acta.16 La instalación formal del gobierno de Tamaulipas guiado por el esquema político federal, se estableció en la villa de Padilla el 7 de julio de 1824, integrándose el Congreso Constituyente del Estado, Libre, Independiente y Soberano de las Tamaulipas, el que nombró como gobernador al coronel José Bernardo Gutiérrez de Lara. Pocos días después este órgano de gobierno reafirmó sus principios, al aplicar al ex emperador Iturbide el decreto de proscripción en su contra dictado por el Congreso General de la República, siendo pasado por las armas. En 1825 la capital se trasladó a Aguayo, nombrada a partir de entonces como Ciudad Victoria.17 Reynosa recibió la visita de la Comisión de Límites en 1828, cuyo objetivo era hacer una evaluación sobre los confines septentrionales de México en un momento en que ya se dejaba sentir la avalancha anglosajona sobre las vastas llanuras de Texas. La Comisión estaba dirigida por el antiguo insurgente Manuel Mier y Terán, quien se hizo acompañar de los estudiosos Rafael Chovel y Luis Berlandier. Una de la características registradas de esta población por los comisionados puso de manifiesto a un importante renglón de su economía: “en las inmediaciones de Reinosa es donde se calcina la cal que se consume en Matamoros, por falta enteramente en las inmediaciones de esta segunda villa...”18 En efecto, la explotación de los yacimientos de piedra caliza en las colinas aledañas, tuvo como incentivo original la gran demanda del material por el creciente ritmo económico del puerto de Matamoros, prolongado por varias décadas. Este aprovechamiento de la cal de más de un siglo y aun hasta hoy, bautizó en antaño a los reinosenses con el mote de los caleros. Ante el desarrollo que por la vinculación marítima comercial se fomentó en la población vecina, las autoridades y vecindario de Reynosa no quisieron estar ajenos a su beneficio y solicitaron al gobierno del estado, en 1830, la apertura de un camino directo al mar.19

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La idea surgió al tenerse noticia del establecimiento de una aduana marítima por el Supremo Gobierno, en el paraje del Frontón de Santa Isabel, 14 leguas al noreste de Matamoros, apoyando su proyecto en lo deplorable de los caminos que salían de aquella población, con frecuencia eran intransitables por las lluvias, entorpeciéndose el comercio y propiciando el contrabando. La respuesta del gobierno local fue negativa, no obstante contemplar la iniciativa el impulso del resto de las Villas del Norte.20 En el año de 1835 se desencadenó un enfrentamiento político entre el ayuntamiento entrante presidido por Manuel de la Fuente y el dirigente Francisco Lojero, alentado por la influencia del gobernador Francisco Vital Fernández. El gobierno estatal tenía como razones en contra de las representaciones populares de Reynosa la oposición a sus medidas de allegar fondos al erario a costa de considerar propiedad del estado el producto de las salinas y la misión, hasta entonces pertenecientes a la villa. Así, y contando con la base de un patrocinio superior, el teniente coronel José de Jesús García, instaló como alcalde a Lojero el 12 de enero, retirándose antes el ayuntamiento legalmente constituido a sesionar en forma extraordinaria en el paraje de Los Borregos, dentro del ejido de la población. Lojero recibió una fría reacción del vecindario a la investidura de su autoridad; pero deseoso por encima de todo a legitimarla, amenazó al ayuntamiento ausente de obrar con la fuerza en caso de no someterse. Mientras tanto el alcalde De la Fuente solicitó 30 hombres de milicia al ayuntamiento de Guerrero, al tiempo que armaba a sus propios hombres y como respuesta asaltó a Reynosa el 18 de enero, poniendo en retirada a Lojero y los 50 hombres que lo sostenían. Enterado el comandante militar de Matamoros de los hechos, fue de su agrado el comportamiento del pueblo y autoridades de Reynosa, y redactó por su cuenta un manifiesto impreso en el periódico El Mercurio, porque a su juicio era necesario “para el conocimiento de la república entera”.21 Al triunfar las ideas centralistas en 1835 e instalarse las bases para el manejo del país bajo ese sistema, la coyuntura política para la insurrección de Texas estuvo dada. En realidad los antecedentes de la rebelión demuestran que los colonos angloamericanos radicados en la septentrional provincia de México desde las postrimerías del virreinato, poco se interesaban en el bienestar de la nación, pues siempre habían demostrado el interés de poseer una gran autonomía, en muchos casos al margen del orden legal presente en la Constitución Federal, como es ejemplo el uso de esclavitud negra. Con la declaración de la independencia de Texas y la derrota del general Santa Anna en abril de 1836 por los colonos, se abrió paso al

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franco desenvolvimiento del proceso de conformación fronteriza de México y los Estados Unidos, pues es un hecho que la constitución de la “República de la Estrella Solitaria” representó sólo un capítulo del expansionismo norteamericano. Los acontecimientos de Texas calaron profundamente en la vida de las Villas del Norte, convirtiéndose la tamaulipeca Franja del Nueces en tierra de nadie, y en consecuencia la pérdida para los vecinos de cuantiosos bienes de campo.22 El acuartelamiento del ejército mexicano tras la retirada de Texas en los pueblos del norte de Tamaulipas, ocasionó pronto dificultades a los habitantes, por su comportamiento indisciplinado, el desplante prepotente de los oficiales, la carga de aprovisionarlo, además de resultar inútil en la lucha contra los indios de las praderías. Disgustados los norteños al tener que soportar esta crítica situación, dieron muestras de inconformidad, y en respuesta fueron apresados varios de los ciudadanos más importantes y remitidos a juicio, encendiéndose la chispa de la llamada “Revolución Federalista de las Villas del Norte”. El movimiento estuvo encabezado por el licenciado Antonio Canales Rosillo, quien en el paraje Lagunitas de la jurisdicción de Reynosa, se pronunció por el retorno a la federación el 3 de noviembre de 1838. La importancia estratégica de la región obligó al gobierno centralista a destacar gruesos contingentes militares para sofocar la rebelión, con la participación en la campaña en Tamaulipas del propio presidente de la república, general Anastasio Bustamante. Por su parte los pronunciados instalaron un gobierno provisional de los Estados de Oriente y echaron mano de los vecinos voluntarios, de los indios naturales de la comarca que prestaron grandes servicios a la causa, y en un momento crítico hasta mercenarios texanos, pero resultó esto último un serio problema por la dificultad para controlarlos.23 Dos años duró la lucha entre los norteños y las fuerzas gobiernistas, teniendo como escenario de guerra la mayoría del territorio del noreste de México, pactándose la paz en noviembre de 1840, en el entendido por ambos bandos que el enemigo común era el expansionismo angloamericano y la amenaza inminente de una mutilación territorial. El primer lustro de los años cuarenta del siglo XIX, se caracterizó en el norte de Tamaulipas por un clima de latente tensión, producto del estado de guerra entre México y Texas, donde participaron en forma activa los milicianos de las Villas del Norte, destacando al combatir a los texanos en la acción de Lipantitlán, y después en conjunto

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con las tropas regulares cuando derrotaron completamente a un grueso contingente enemigo dentro del caserío de Mier, la Navidad de 1842. EL COLERA. Los anales históricos de la medicina; ubican al siglo XIX en la época de transición de la Ciencia médica entre el conocimiento empírico y científico. En ese siglo se cimentó la microbiología y la asepsia; pero también el mundo fue flagelado por terribles epidemias causantes de graves daños a la humanidad en todas las regiones del planeta, como la del cólera asiático, que atacó a México en dos ocasiones, desapareciendo en 1875, año en que registró el último caso. El cólera es una enfermedad infecciosa aguda, cuyas manifestaciones clínicas se caracterizan por la brusca aparición de diarrea intensa, vómitos y deshidratación rápida, síntomas productores de la muerte en un lapso de 24 horas. Su agente etiológico es un microorganismo tipo bacilo, el Vibrio cholerae, cuyo único reservorio natural es el hombre. Las heces y los vómitos son la fuente de infección, trasmitiéndose la enfermedad según el ciclo hombre-medio ambiente-hombre, derivado de la contaminación de agua y alimentos. Es endémico de la India y parte media del continente asiático y su incursión en el resto del mundo siguió en el siglo pasado las rutas comunicantes del comercio, favorecido por las malas condiciones de higiene.24 En 1833 México sufrió la primera epidemia de la enfermedad, identificada entonces como cólera de Morbus, al principio del año invadió el estado de Chiapas y más tarde aparecía en las puertas del golfo. Notificado por el gobierno del estado, el ayuntamiento de Reynosa nombró una Junta de Sanidad para dictar las medidas médicas preventivas necesarias, pero sin ser ejecutadas de inmediato. Hacia el mes de mayo el puerto de Matamoros se vio infestado del cólera, exigiendo el gobierno el cumplimiento estricto de la orden relativa a contener la invasión de la epidemia. Las noticias provocaron alarma ante el inmediato peligro, convocando las autoridades de Reynosa a los vecinos bajo citatorio del juzgado, ordenándose que divididos en grupos y a fuerza de azadones, hachas y machetes abrieran sangraderos en una laguna situada al norte de la población, indicativo del desconocimiento de la época sobre el origen y mecanismo de trasmisión del mal. Otras medidas adoptadas fueron la limpieza del jaral del río, de las calles y solares bajo la supervisión de comisionados vigilantes; se prohibió el consumo de sandía, melón y elotes hasta en tanto la población estuviera libre del amenazante contagio, exhortándose al vecindario a no consumir

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legumbres y ensaladas; finalmente quedaron suspendidas todas las fiestas y bailes que rebasaran de las 10 de la noche.25 La acometida del cólera de Morbus a Reynosa se dejó sentir desde el mes de junio, con su consecuente cauda de muertes fulminantes, determinando la Junta de Sanidad el impedir se trajeran los difuntos de la jurisdicción a la villa para no “apestar al pueblo”; además se ordenó al cura no doblara campanas por ningún muerto. El brote epidémico local estuvo latente por más de 60 días, sin poder contrarrestarse en forma específica en este lapso por desconocerse médicamente cómo combatirlo; mas la experiencia adquirida con algunos fármacos en Matamoros, motivó el envío a aquel puerto al comisionado del ayuntamiento Manuel de la Viña, para que con fondos municipales los adquiriera, repartiéndoles a los solicitantes de la población.26 La segunda infestación del cólera en Reynosa ocurrió en 1849, calamidad agregada a la grave crisis de la postguerra; epidemia, identificada por la historia con el nombre de cólera chico. Esta vez el origen inmediato del problema se detectó en las costas cercanas a Nueva Orleans, arribando al norte de Tamaulipas en los primeros meses del año.27

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9. Mapa del traslado de Reynosa a las Lomas de San Antonio (AGN)


Desde febrero en Reynosa se formó una Junta de Sanidad, dándose a la tarea de habilitar un hospital capacitado para recibir los enfermos infectados por el cólera, y en donde se les aplicaría apoyo médico general, pues la experiencia anterior demostraba la inexistencia de un método curativo.28 El primero de mayo fue declarado el inicio del cólera en la población y en menos de 10 días, el número de muertos se había elevado a la cantidad de 20. Un mes duró el azote de la enfermedad, con un registro total de 540 personas afectadas, de las cuales 213 murieron.29 Si el fenómeno se evalúa con los métodos contemporáneos de la epidemiología, se observa que en una población aproximada de 4,500 personas de la jurisdicción de Reynosa en 1849, la incidencia del cólera dio una tasa de morbilidad de 120 enfermos por cada 1,000 habitantes, de los cuales murieron el 39%, es decir, una mortalidad de 47 defunciones por cada 1,000 habitantes, datos significativos y reveladores de la magnitud del problema. LAS SALINAS DE REYNOSA. La explotación de los yacimientos minerales de sal en Reynosa, durante el espacio temporal de casi un siglo, desde su fundación hasta el Tratado de Guadalupe Hidalgo, significó un pilar fundamental en la economía regional, debido a la natural gran demanda del producto. Los antecedentes históricos de su utilización se remontan al siglo XVII, cuando en el Nuevo Reyno de León se tuvieron noticias por medio de informaciones indígenas de que más allá de sus fronteras había depósitos de sal, organizándose una expedición para ir a buscarlos: “... Yendo yo con una compañía, por el mes de agosto de mil seiscientos cuarenta y tres, desde la villa de Cerralvo al descubrimiento de una salina, a quien llamamos San Lorenzo, por haberlo hecho un día antes de su festividad; iba por Lengua un indio llamado Martinillo, de nación Caatara, que había andado toda aquella tierra y comunicado con los indios...”30 Localizada la salina de San Lorenzo por el capitán Alonso de León al oriente de Cerralvo, en un punto cercano al río Grande del Norte, despertó el interés de los habitantes del Nuevo Reyno de León, enterándose más tarde por la misma información de los indios sobre la existencia de mejores yacimientos de sal en el otro lado del río. Al explorarse el río con pretensión de vadearlo, se detectaron dos pasos naturales, bautizados después “de la Sal” y “de la Mula”, y recorridos los territorios situados al norte, dieron como resultado el hallazgo de importantes minas de sal, estimulando en

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lo sucesivo un comercio intermitente del producto para beneficiar parte de las necesidades humanas, pecuarias y mineras del Nuevo Reyno de León. El perfecto conocimiento sobre la ubicación de las salinas antes de colonizado el Nuevo Santander es un hecho, de ahí su explotación inmediata realizada desde los primeros años de establecida Reynosa por el empobrecido vecindario, convertidas en valioso patrimonio común de las Villas del Norte.31 Durante la visita realizada por José Tienda de Cuervo al Nuevo Santander en 1757, en su informe consignó datos muy precisos sobre la calidad de las salinas de Reynosa, que desde entonces eran ya un elemento básico en el proceso de consolidación de las fundaciones hechas por José de Escandón en las riberas del río Bravo: “hay una (salina) a 15 leguas de esta población del otro lado del río a la parte del Norte, que teniendo siempre permanente el fondo de sal cuajada, sólo se aniega en la estación de las aguas y cuando los años son de abundantes lluvias; pero a una regular seca queda en disposición de ir a cortar en ella con barras y picos toda cuanto se quiera, en cantos proporcionados a las cargas que se intentan llevar, pues es una especie de sal piedra admirable de que se me hizo ver alguna; de la misma calidad hay otra salina a distancia de 25 leguas y a ambas acuden estos vecinos; los de Camargo, Mier, y aun de Revilla en tiempo que queden secas; pues para proveer a todas estas poblaciones y a las de Nueva España, afirman las declaraciones dar campo el fondo de extensión que tienen estas dos salinas”.32 Poco tiempo disfrutaron los pobladores de las Villas del Norte de la libertad absoluta en la extracción y comercio de la sal, porque a partir de 1771, la Real Hacienda a través del funcionario Melchor de Noriega, implantó el usufructo real sobre los yacimientos salinos de Reynosa, comenzando el cobro del impuesto respectivo. Desde entonces, se conoció al principal depósito como Real Salina de la Purificación del Río Grande, o simplemente La Salina del Rey.33 En 1798 el sitio donde están las salinas pasó a convertirse en propiedad de Juan José Ballí, capitán de las milicias de Reynosa, bajo el nombre de San Salvador de Tule, sin representar que el dueño tuviera derecho a impedir el trabajo concesionario de la sal.34 Consumada la independencia, el fondo de las salinas pasó a ser manejado por el ayuntamiento de Reynosa. En la década de 1830, el gobierno del estado decretó su apropiación como un ramo de ingresos al erario de la entidad, no sin haber derivado de esto agudos problemas con las autoridades locales, supervisándose la administración por la prefectura del Distrito Norte de Tamaulipas.

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Al ser firmado el tratado de paz con los Estados Unidos en 1848, en forma automática se perdió el derecho mexicano sobre las salinas de Reynosa. LA INTERVENCION AMERICANA. Con la anexión de Texas a los Estados Unidos en 1845, las vías hacia el enfrentamiento directo con México quedaron abiertas, pues el país jamás reconoció la independencia de su provincia septentrional y el gobierno consideraba la anexión de tal territorio por la Unión Americana como un acto de hostilidad y causa suficiente para la declaración de guerra. Por su parte los Estados Unidos no habían satisfecho aún sus deseos expansionistas hacia el oeste, además de bullir en ese momento el espíritu del destino manifiesto, según el cual esta nación estaba predestinada a conquistar la totalidad del continente. Sólo que México representaba un obstáculo en el cumplimiento de los propósitos estadounidenses, de ahí lo inevitable de la confrontación. Al principio de 1846, un grueso contingente militar de los Estados Unidos cruzó el río de las Nueces y penetró a territorio tamaulipeco, atrincherándose frente a Matamoros en forma provocativa. Las hostilidades comenzaron en el mes de abril, cuando una partida mexicana diezmó a un grupo de dragones en el paraje de Carricitos, en la margen izquierda del Bravo, pretexto suficiente para que el gobierno estadounidense declarase la guerra. El 8 y 9 de mayo en Palo Alto y la Resaca de Guerrero, las fuerzas mexicanas al mando de Mariano Arista fueron derrotadas por el ejército enemigo, siendo necesario evacuar Matamoros. La noticia de la derrota produjo gran inquietud en Reynosa ante la acefalía militar resultante y el temor sobre la seguridad de la Villa. Como una primera medida, el ayuntamiento acordó el 24 de mayo la partida a Matamoros de una comisión encabezada por el alcalde primero en compañía de Francisco García e Ignacio Guerra, a fin de recibir instrucciones directas del prefecto político del Distrito del Norte; pero no lograron hacer contacto porque la ciudad ya estaba en manos del invasor y aquella autoridad política había salido con rumbo a San Fernando.35 Mientras tanto, el general Antonio Canales, comandante de las Villas del Norte, se daba a la tarea de organizar milicias de rifleros con los hombres aptos para entrar en campaña, pues aparte del avance americano se preveían las incursiones vengativas de los voluntarios texanos.36 El día 5 de junio, el prefecto político del Distrito, don Jesús Cárdenas, se comunicó con el alcalde de Reynosa para notificarle la inminente captura de esta villa por las tropas extranjeras, pidiéndole 64


a las autoridades se prepararan a ejercer sus funciones bajo un estado de ocupación, pues era preferible soportarlo a dejar al garete a los habitantes.37 Cinco días después el subprefecto del partido de Mier convocó a una junta en Camargo a comisionados especiales de los distintos municipios para discutir las opiniones y llegar a un acuerdo respecto a la política a seguir. El regidor Pedro de los Santos representó a Reynosa, y como sería la primera en recibir el impacto de la invasión, el ayuntamiento ya tenía preparada su actitud: “…que no teniendo fuerzas para resistir al enemigo se acuerda a la solicitud de éste, con tal de que no se opongan a los intereses de los ciudadanos, a su tranquilidad y permanencia de las autoridades; que atendiendo a que está en los intereses del enemigo tratar con comodimiento y fineza a las autoridades a solicitar cualquier auxilio, se les contestará en iguales términos, ya negándolo o cediéndolo siempre. Sin embargo con la dignidad que debe observar todo buen mexicano, cuidando de salvar el sosiego y bienestar de las familias sin comprometer el honor nacional”.38 A Reynosa la ocupó el ejército estadounidense al mando del general Zacarías Taylor a mediados del mes de junio de 1846, acampando el grueso de sus tropas al oriente de la población en el paraje conocido como La Copa. Pero llegadas las lluvias y convertida la llanura en lodazal, se vieron en la necesidad de trasladarse al interior de la villa, acuartelándose en una despepitadora de algodón propiedad de un militar mexicano.39 Durante la ocupación, el ayuntamiento estuvo fuertemente presionado, tanto de parte del invasor como de algunos mexicanos. Tras la derrota, grupos de soldados segregados del ejército se la pasaban vagando en los campos manteniéndose del pillaje, para en ocasiones hostilizar sin utilidad práctica al invasor, que a su vez exigía con dureza a la autoridad municipal una pronta liquidación de las guerrillas.40 Otros grupos, con franca mala intención acusaban a la población de no tener sentimientos patrióticos por permitir la presencia del enemigo, exigiendo dinero` con la excusa de ser utilizado en la resistencia. El caso más notorio de lo anterior fue el pedimento forzado de José María Carvajal a la casa comercial Smith, acusándolo el ayuntamiento ante el general Antonio Canales, merodeador también de los campos, pero única fuerza militar poseedora de sustento moral, porque además Carvajal se hacía acompañar de criminales reclamados por la justicia.41 Muy al contrario, las solicitudes monetarias de Canales a las autoridades de Reynosa, eran sobre los fondos municipales existentes a través de una correspondencia respetuosa y secreta.42

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El 4 de julio de 1847, el aburrido cuerpo del ejército americano destacado en Reynosa amenizó un desfile en conmemoración del aniversario de la independencia de los Estados Unidos, recorriendo una columna militar la calle real de sur a norte, para culminar en la plaza principal, como dejó constancia el soldado Samuel C. Reid.43 Ocupada la ciudad de México en septiembre del 47, los Estados Unidos estuvieron en posibilidad de satisfacer sus pretensiones de conquista. El paso formal seguido fue la protocolarización de un tratado de paz donde quedaron suscritos los reclamos expansionistas, que contemplaron más de la mitad del territorio mexicano en su parte septentrional. No obstante la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848, la ocupación del norte de Tamaulipas se prolongó por más de cinco meses. De esta manera no pudo ser posible en Reynosa el juramento solemne de la Constitución reformada del estado de Tamaulipas expedida el 25 de abril de ese año, y aunque el invasor no lo prohibía, el ayuntamiento prefirió evitar problemas y dio la noticia por escrito y juró el documento en el interior del cabildo, postergándose para el futuro un festejo abierto.44 La desocupación de Reynosa se hizo de manera paulatina empezando el invasor por delegar al ayuntamiento el mantenimiento de la cárcel y las obras públicas, pasando nuevamente a ser sostenido por los fondos públicos municipales.45 El término de la administración estadounidense se completó el 8 de julio de 1848, cuando el señor Guillermo Estil entregó las facultades para recabar alcabalas, contribuciones y el cobro de varios ramos.46 Poco después, las tropas americanas abandonaron la población. FILIBUSTERISMO Y ABIGEATO. La violenta conformación de la frontera norte, acarreó numerosas calamidades a los habitantes de las Villas del Norte, como fue la aparición de bandas armadas que provenientes de la margen izquierda del río Bravo, incursionaban con propósitos de filibusterismo. Las motivaciones principales de su impulso comprendía el franco pillaje, en ocasiones recubierto con un tinte político, la abierta hostilidad contra México, y el deseo de participar en los asuntos propios del país, pretendiendo ampliar las ambiciones expansionistas. El filibusterismo se desató en Reynosa desde el primer año de la ocupación americana, pues para septiembre de 1846, bandas de voluntarios texanos recorrían los agostaderos del sur de la jurisdicción con ánimo de robar caballada.47 Desde entonces se sufrió el acoso de numerosos grupos organizados con el propósito

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específico de cometer ilícitos, en especial por los destacados en el territorio del condado de Davis (Starr), protegidos activamente por sus autoridades, como lo era el propio juez de distrito, N.P. Norton. Pero Norton no estaba complacido sólo con alentar las depredaciones. Tenía necesidad de participar directamente en las agresiones contra México, sin importarle su posición de representante de la justicia. El 25 de marzo de 1853 cruzó el río Bravo a la altura de Antigua Reynosa al frente de 40 americanos y 10 mexicano-texanos, para ir a tomar por asalto la cabecera en la mañana del 26. La población fue tomada por sorpresa, por carecer del amparo de una fuerza armada, facilitándoseles el trabajo a los filibusteros, quienes se apoderaron de las casas consistoriales y aprehendieron al alcalde Trinidad Flores y a Francisco García Treviño. Norton amenazó a los rehenes con pasarlos por las armas en caso de no entregarle en ese momento la cantidad de 30,000 pesos, pero el alcalde manifestó no poseer tal suma y sí estar en disposición de entregarle 1,418 pesos, y ante la inconformidad del juez, García completó la cantidad de 2,000 pesos con un documento de pago firmado en su favor por el comerciante Smith.48

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10. Plano del ejido del Pueblo de Reynosa vieja, hecha por el Agrimensor Antonio Canales Rosillo


Mientras Norton extorsionaba a los rehenes, sus acompañantes se habían dispersado por la villa para robar la caballada de los solares particulares, y aun penetrando a las casas saqueando armas y otros bienes, que sumaron la cantidad total de 2,371 pesos.49 Realizada su actividad, los filibusteros abandonaron Reynosa a las cinco de la tarde del día 26, perseguidos por una fuerza salida de Camargo, pero lograron pasar a la margen izquierda sin dificultad por el vado del Capote con todo el botín. Promovida una causa contra Norton en la ciudad de Brownsville por el delito de violación a las leyes de neutralidad de los Estados Unidos, después de dos años de retraso, quedó sobresellada.50 Al finalizar la década de los cincuenta, con el pretexto del levantamiento de Juan Nepomuceno Cortina, la frontera mexicana fue objeto de nuevas incursiones punitivas, y por lo general degeneraban en actos vandálicos. Cortina era natural de Camargo y su tronco familiar, como muchos de los pueblos del norte de Tamaulipas, poseía bienes y propiedades en la Franja del Nueces, depredadas con la invasión americana y sujetas a despojo bajo las nuevas leyes del estado de Texas. Esta situación, aunada al desprecio ideológico racial de algunos anglosajones hacia los ciudadanos estadounidenses de origen mexicano, desencadenó las reivindicaciones de Cortina, ocupando unos días la ciudad de Brownsville en septiembre de 1859, para después cruzar la frontera. El arrojo de Cortina le acarreó una tremenda fobia de parte de las autoridades americanas, aprestándose a combatirlo en particular partidas de voluntarios texanos dirigidos por John S. Ford, hombre de larga experiencia en operaciones de filibusterismo contra México. En marzo de 1860, las autoridades de Matamoros comunicaron al ejército de los Estados Unidos se mantuviera alerta en su jurisdicción, ya que Cortina había sido detectado en el rancho de La Mesa del municipio de Reynosa, pues en ese momento se había enviado una fuerza para aprehenderlo. Sabedores los texanos de la situación, cruzaron el río y en vez de encontrar al hombre buscado, entablaron combate con los hombres salidos de Matamoros; dieron muerte a uno y dispersaron a los otros. No contentos con el resultado, penetraron más al interior con deseos de encontrar cortinistas a quienes colgar, robando caballada de paso antes de regresar a Texas.51 En el mes siguiente, la misma excusa llevó a los texanos al territorio mexicano apoderándose de Antigua Reynosa el 4 de abril, y encerraron a sus habitantes en unas galeras, con ánimo de repetir la experiencia de 1853. Pero esta vez las autoridades

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y vecinos de Reynosa se enteraron cuando la columna de 70 hombres se encontraba a dos leguas de la población. Ford y su gente encontró aparentemente vacío el pueblo; y al momento de entrar a la plaza, la gente se mostró en las azoteas y bocacalles con sus armas, haciendo comprender a los invasores que no les consentiría ningún desmán. El jefe texano dijo tener autorización de un alto funcionario militar mexicano para capturar a Cortina en el rancho La Bolsa, conocido refugio del levantado, porque se tenía noticia que allí estaba. Los reinosenses le respondieron con energía que la villa no era el rancho de La Bolsa, además de no haber cortinistas en ella, viéndose precisado Ford a salir de la población y pasar la frontera por el vado público, pues no se le permitió continuar su camino por recelarse sus intenciones sobre los ranchos. Enojados los texanos por haber sido detenidos y ya estando en el lado americano, abrieron fuego sobre la otra orilla, hiriendo a varios vecinos.52 Otra gravísima calamidad para los fronterizos mexicanos, fue la práctica habitual del abigeato, también generado desde la banda norte del río Bravo, a partir de la nueva correlación de frontera. La génesis del robo del ganado bovino tenía como poderoso incentivo la creciente demanda de la industria capitalista norteamericana; la del ganado caballar, su constante uso en la empresa de colonización de los vastos territorios del oeste arrebatados a México. La totalidad de la jurisdicción de Reynosa fue trajinada por los robavacas en forma intensa por más de 20 años, sembrando la inseguridad entre las fincas y propiedades rústicas, muchas de ellas obligadas a ser abandonadas por sus propietarios. El robo llegó a proporciones muy crecidas durante ese largo periodo, ejemplificado en dos casos extremos ocurridos en Reynosa: en la incursión de Federico Mathews en 1852 al frente de una partida de americanos para robar más de 400 cabezas de ganado, posteriormente llevadas al interior de Texas a su venta; o en los abigeos del rancho de La Bolsa, activos hacia 1870. Con base en investigaciones realizadas en 1872-1873 por una minuciosa comisión mexicana, encomendada a sacar en claro las causas del abigeato, y otros problemas de la frontera, se concluyó por el examen de las documentaciones tanto nacionales como estadounidenses, que el origen se encontraba en el fomento de esta actividad por parte de varios propietarios angloamericanos, favorecidos por la indolencia de las autoridades estadounidenses. La comprobación saltaba a la vista ante personajes de reconocida fama de promotores del abigeato, como Richard King, fundador de

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un emporio ganadero de célebre fama; o con Adolfo Gleavecke y Thadeus Rhodes, robavacas y a la vez funcionarios de los condados fronterizos de Texas.53 El caso de Rhodes puede ser clasificado como típico de esta actividad, particularmente nociva a los propietarios ganaderos de Reynosa, pues estableció una bien montada banda en el rancho Rosario, condado de Hidalgo, punto de partida de las empresas de abigeato que recorrían las rancherías mexicanas hasta el estado de Nuevo León. En mayo de 1856, el atrevimiento de la banda llegó al extremo de liberar a la fuerza a uno de sus compañeros reducido a prisión en el rancho del Rosario, México, regresando a Texas con la mayor tranquilidad. Lo irritable de la situación motivó al alcalde de Reynosa a quejarse con las autoridades superiores de Matamoros, pues era ya el colmo que la izquierda del Bravo estuviera convertida en una guarida de ladrones, con absoluta impunidad para disfrutar de los robos cometidos. Canalizada la queja, el comandante militar del Distrito Norte pidió al cónsul mexicano en Brownsville entablara contacto con las autoridades responsables americanas a fin de poner un remedio definitivo a la cuestión.54 La situación no cambió y la banda de Rhodes continuó su labor aún con mayor descaro, pues robaban los animales de uso diario de los rancheros, las vacas de ordeña, y “hasta los becerros del chiquero”. Necesitadas de poner un remedio, las autoridades de Reynosa nombraron en 1858 una comisión a fin de enganchar a los ladrones como soldados de las fuerzas liberales de Tamaulipas y se los llevara al asedio de Tampico. Los robavacas aceptaron y su cabecilla José María Zamora recibió el cargo de teniente de la compañía, pero tan pronto alcanzaron San Fernando desertaron volviéndose a Rosario para reanudar el abigeato. Poco después, una coyuntura favorable de parte de las autoridades judiciales del condado de Hidalgo propició la disolución de la banda, aportando el ayuntamiento de Reynosa una brigada de hombres para lograr su captura, suceso consumado que provocó la protesta del comandante militar del fuerte Brown ante el gobierno de Tamaulipas.55 INDIOS DE LAS PRADERIAS Y TAMPACUASES. Durante el proceso de avance novohispano más allá de la corriente del Bravo, las columnas exploradoras se toparon con numerosas tribus de indios, destacando entre ellas la llamada “apaches”, grupo indígena, de la familia lingüística athapascan, habitante de las praderías cuyo modo de vida semisedentario, aparte de dedicarse cíclicamente a cazar al bisonte, imponente animal que pastaba en las gigantescas llanuras cubiertas de prados.

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Los apaches eran una tribu guerrera e inestable en sus tratos con los españoles, y desde su primer contacto un frágil equilibrio medió entre la guerra y la paz, situación cotidiana en las provincias del norte de la Nueva España. El conflicto de hizo crónico cuando a partir del siglo XVII oleadas de grupos indígenas de la lingüística shoshona, los llamados comanches, comenzaron a irrumpir las praderías desde más al norte, para chocar con violencia con los apaches, a quienes empujaron sobre la línea de asentamientos novohispanos. El siglo XVIII estuvo caracterizado por el constante flujo de indios de las praderías hacia el sur, favorecidos por disponer de caballos, dándoles eso una gran movilidad, de ahí que el aparato administrativo novohispano se vio obligado a realizar grandes esfuerzos en el sostenimiento de la frontera. En el norte del Nuevo Santander, al momento de establecer las Villas del Norte, el problema de estos indios no existía, pues los primeros apacheslipanes aparecieron unos 20 años después y encontraron refugio en la desierta Franja del Nueces, sitio donde había proliferado una numerosa cantidad de caballada salvaje o “mesteña”. La villa de Reynosa en la época colonial fue poco afectada por los indios de las praderías, salvo el pillaje ocasional en los ranchos del lado izquierdo del río Bravo, aunque el gobierno de la provincia exigía constantemente el reclutamiento de hombres entre el vecindario para integrar las milicias de las Villas del Norte y asistir al presidio de Laredo, sitio de residencia de la Tercera Compañía Volante del Nuevo Santander. A raíz de la guerra de independencia, movimiento de gran repercusión en las Provincias Internas de Oriente, el sistema de presidios militares establecidos durante el virreinato quedó desarticulado pudiendo los indios de las praderías avanzar rumbo al sur con menores dificultades. Otro factor muy importante influyó en el sensible aumento de las depredaciones de apaches y comanches: el estímulo que recibieron los indios de los angloamericanos a cambio de caballada, esto como parte del proyecto expansionista americano, fortalecido con el manejo de un doble juego, pues hacía dependientes a los indios utilizándolos además en la confrontación contra México, explicándose así el recrudecimiento de la guerra india después de la independencia de Texas. Durante el periodo de 1836-1848, la zozobra imperó en el norte de Tamaulipas a consecuencia de la indefinición de la frontera, teniendo los indios de las praderías una activa participación

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en ello, pues inclusive cruzaban en grandes contingentes el río Bravo, completando también el destrozo de los ranchos y fincas tamaulipecas de la Franja del Nueces. Al término de la intervención americana los ataques indios en la jurisdicción de Reynosa disminuyeron por haberse concentrado su foco de operaciones río arriba, registrándose la última incursión de pillaje el año de 1856.56 Los indios tampacuases o campacuases, fueron otro grupo indígena presente en el proceso histórico de Reynosa. Su región de origen era la costa media de Texas, desde la cercanía de la Bahía del Espíritu Santo hasta la Bahía de Corpus Christi, donde se les conocía con el nombre de carancahuases. En 1528 después del naufragio de la expedición de Pánfilo Narváez, los tampacuases, tuvieron su primer encuentro con un europeo, consignado más tarde en las memorias de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Hacia el último cuarto del siglo XVII, sus relaciones con el hombre europeo se hicieron más permanentes, tras el fracaso de la colonia francesa de La Salle en la Bahía del Espíritu Santo y el posterior establecimiento de la provincia novohispana de Texas.57 Durante el periodo colonial, los tampacuases al igual que otros indios del norte, recibieron del gobierno virreinal la posibilidad de ser reducidos a misión, como en efecto se erigieron en su territorio; no obstante, conservaron mucho de su primitivo estilo de vida. El cambio de suerte de los tampacuases comenzó con la colonización de Texas por los angloamericanos en las postrimerías del virreinato. Este proceso se aceleró en la década de 1820 al crecer rápidamente las colonias bajo la autorización de los primeros gobiernos del México Independiente. La estratégica posición que ocupaban los tampacuases, resultaba una impedimenta al desarrollo de los colonos, deseosos de apropiarse de sus tierras y de no tener obstáculo en el acceso al mar. Entonces se desencadenó de parte de los angloamericanos un feroz enfrentamiento contra los indios de la costa, disminuidos de antemano por terribles azotes de enfermedades epidémicas, y no pudiendo soportar la carga, buscaron refugio hacia el sur. Los tampacuases aparecen en Reynosa hacia 1830, donde obtuvieron autorización del gobierno del estado para vivir, a condición de observar un buen comportamiento y ser asignados a particulares con el fin de enrolarse en algún trabajo, como el caso de las salinas. Inestables en sus compromisos, los indios de Texas abandonaban los trabajos para agruparse como tribu en un solo sitio, obligando al gobierno a asignarles al paraje del Morillo para fijar residencia.58

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Después de 1848 otros grupos de carancahuases fueron arrojados por el ejército de los Estados Unidos a México, y concentrados en el punto de La Mesa de la jurisdicción de Reynosa en 1852. En la Mesa, los tampacuases no se mantuvieron tranquilos, e incursionaron por el rumbo de San Fernando y aun en las cercanías de Reynosa cometiendo actos de pillaje de poca envergadura. A manera de controlarlos, se les enroló en una compañía ambulante, bajo el mando de Pedro Villarreal, quien se convirtió en un verdadero caudillo de los indios; pero muy pronto rebasó las funciones encomendadas e incurrió en atropellos.59 Levantadas las quejas del vecindario de La Mesa y aledaños, el ayuntamiento de Reynosa solicitó la intervención de las autoridades superiores a fin de poner remedio. El gobierno del estado nombró para tal efecto a Leónides Manzo como Comisionado Ad Hoc, además de participar en el asunto el comandante militar de Matamoros, Francisco Ávalos.60 La solución provisional consistió en trasladar a los tampacuases a las cercanías de Burgos, con el propósito de situarlos en un lugar más pacífico por su lejanía con la frontera; mas ya en ese lugar, los indios crearon dificultades con el vecino estado de Nuevo León, y volvieron a ser ubicados en la jurisdicción de Reynosa.61 De nueva cuenta en conflicto los Tampacuases por sus robos, en 1858 pasaron el Bravo a instalarse sobre la margen izquierda en el rancho de La Uresteña, y atacados ahí hasta el exterminio por una fuerza de rancheros dirigida por Juan N. Cortina. REYNOSA Y LA ZONA LIBRE. Al quedar definida la frontera norte en 1848, una serie de problemas de corte económico se dibujó en el panorama de los habitantes de las Villas del Norte. Como golpe inmediato se había perdido la totalidad territorial de la Franja del Nueces, quedando en la otra margen del río cuantiosos bienes materiales e inclusive una población tamaulipeca: la villa de Laredo. Una multiplicidad de factores influyeron en la crisis de la postguerra y amenazó con la ruina y despoblamiento de la línea fronteriza mexicana, pues el supremo gobierno carecía de un proyecto específico que estimulara el ritmo de vida económico bajo las nuevas condiciones. En principio, el gobierno de José Joaquín Herrera decretó varias franquicias fiscales en beneficio de la frontera, principalmente en lo relativo a introducción libre de alimentos básicos, pero dejaba insatisfechas muchas necesidades.63 Por otra parte, se implementó desde 1850 la creación del ContraResguardo de Tamaulipas y Nuevo León, ante la evidente aparición del tráfico ilegal de mercancías. 73


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Inmovilizado el desarrollo de la frontera por el rígido sistema de aranceles, incrementó aún más la crisis, generándose un movimiento político-militar bajo la bandera del Plan de La Loba, llamado así por haber sido redactado el 3 de septiembre de 1851 en la ranchería de ese nombre, de la jurisdicción de Guerrero, Tamaulipas. El movimiento de La Loba planteaba reformas a la Constitución General; el retiro de las tropas permanentes de la frontera; la acción enérgica contra los indios de las praderías; además de contemplar una sensible reestructuración de los asuntos aduanales, destacando en el artículo 8 del plan el establecimiento de una aduana fronteriza para el comercio extranjero en la villa de Reynosa.64

11. Sello de la Sub-prefectura del Partido de Reynosa, 1837 (AHR)

Los rebeldes al frente de su comandante José María Carvajal ocuparon Camargo el 21 de septiembre, para enseguida avanzar hacia Reynosa, comunicándose previamente con las autoridades municipales a fin de atraerlas al movimiento. La respuesta de la corporación municipal fue suscrita en términos muy prudentes: “... que no cabe duda en que los principios sentados en el plan pronunciamiento adoptados por V. y los que le acompañen son efectivamente de un verdadero liberalismo y convenientes sus artículos al bienestar y felicidad de los habitantes fronterizos; pero que considerando las pocas fuerzas con que cuenta para

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sostener como es conveniente el expresado plan, supuesto que son contados los pueblos que han tomado parte en el pronunciamiento teme con fundamento (la corporación municipal) comprometerse secundándolo en virtud de que muy cerca a esta villa de las fuerzas del Supremo Gobierno, no es remoto se desmembre una partida hasta este punto y tenga que sufrir la corporación aisladamente las consecuencias que son de esperarse, teniendo por lo mismo el sentimiento de no obsequiar los deseos a que V. se contrae en la nota referida”.65 La promesa del movimiento de La Loba de modificar el régimen aduanal con su consecuente beneficio económico para la región fronteriza, y en especial el hecho especifico de haber considerado a Reynosa como un punto indispensable en la apertura de una aduana, le atrajo las simpatías naturales de los vecinos principales de la villa, que demostraron “positivos deseos” de secundar el plan de los pronunciados.66 El día 26 de septiembre, el ayuntamiento de Reynosa fue destituido en junta de vecinos, ante su posición de conservar el orden establecido y negarse a reconocer el plan de los pronunciados, y acordaron llamar al gobierno municipal a los miembros del cabildo del año anterior.67 Manuel de la Viña, el alcalde en 1850, encabezó el ayuntamiento pronunciado de Reynosa, dándose a la tarea inmediata de legitimizar sus actos con el levantamiento de actas de adhesión al Plan de La Loba de parte de las distintas encargaturas y rancherías. También reclutó gente al movimiento con la aplicación del modelo de la ley de la guardia nacional de 1848.68 Preparado el movimiento para asaltar Matamoros, enfiló su derrotero hacia aquella plaza, mas dos circunstancias actuaron en su contra en forma determinante para no obtener el éxito: la vigencia del arancel Avalos, y el reclutamiento en las filas de los pronunciados de mercenarios angloamericanos. El arancel Avalos, llamado así por llevar el apellido del comandante de la Línea del Bravo, fue acordado por este jefe y las autoridades del puerto el 4 de octubre de 1851, y consistió en una baja drástica a los derechos de importación, logrando quitarle la bandera de reivindicaciones económicas al movimiento. En cuanto a los mercenarios, comandados por John S. Ford, supuestamente estaban encaminados a dar mayor peso militar al ataque a Matamoros, pero en realidad puso en evidencia tratos secretos hechos por Carvajal con varios comerciantes americanos para realizar operaciones de contrabando en gran escala, desvirtuando los principios proclamados en La Loba, y en consecuencia generó una repulsa de la población civil fronteriza al movimiento.69

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El ataque a Matamoros fracasó después de 10 días de sitio, retirándose los pronunciados rumbo a las Villas del Norte y después a vagar en los campos, y aniquilados en el paso del Azúcar del río San Juan por el general Antonio Canales Rosillo en febrero de 1852. La villa de Reynosa recuperó la normalidad desde el 29 de diciembre anterior, cuando volvieron a ejercer sus funciones los ediles depuestos por el movimiento de La Loba.70 Al salir vencedora la revolución de Ayutla en los estados de Tamaulipas y Nuevo León sobre la dictadura santannista, afloró la inquietud de los fronterizos porque este movimiento de corte liberal podría coadyuvar a la solución de la agobiante y crítica condición económica de la frontera. Santiago Vidaurri, el general en jefe del Ejército del Norte Restaurador de la Libertad, aprovechó esta circunstancia pues quería consolidar un proyecto destinado a apropiarse recursos que le permitieran solventar su poder políticomilitar, autorizando la apertura de varias aduanas sobre el río Bravo.71 La aduana de Reynosa se abrió el 4 de octubre de 1855, después de haberla negociado Vidaurri y una comisión especial reinosense.72 Las medidas adoptadas por Vidaurri en materia de aduanas y aranceles, lo condujo a un enfrentamiento con el criterio del Ministerio de Hacienda, pues según la ley era de exclusiva competencia del gobierno de la república el manejo y distribución de los fondos producidos en el cobro de impuestos a la importación. La respuesta del gobierno supremo no se hizo esperar, aplicando con firmeza las ordenanzas generales de aduanas. El vecindario y autoridades de Reynosa reaccionaron con gran indignación al ser excluida la aduana de su localidad del registro de las ordenanzas y alentados por la influencia de Vidaurri, elevaron una representación ante el jefe de la Línea del Bravo el 28 de febrero de 1856, pidiéndole intercediera con las instancias del gobierno general a fin de que fuera ratificado el decreto del 4 de octubre, pues a su criterio la supresión era “...a nuestro humilde juicio, antipolítica y ruinosa por importar la desembarcación de los pueblos de la frontera y extrañar en sí desprecio o al menos punible indiferencia a una de las disposiciones más bien calculadas del E.S. General en Jefe del Ejército del Norte”.73 Abundando en razonamientos, la representación hacía aflorar el viejo conflicto del norteño contra las posturas autoritarias de los gobiernos del altiplano: “...y cuando esto lo hace un Gobierno hijo de una revolución sostenida y realizada con mil crecientes sacrificios por los pueblos fronterizos ¿cómo?, y continúa: “... lucha de los fronterizos con los hermanos

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del interior; y ¿por qué? sensible decirlo: olvidarán éstos la idea arraigada de que en México se desprecian sus necesidades más urgentes: se les considera como bárbaros y se les abandona a su propia suerte. De aquí la desesperación, el odio porque los ministros que alguno de ellos conoce la frontera, olvidan: que ella por el tratado de paz quedó en esqueleto; que sus habitantes con el ejemplo de comparación a la abundancia y bienestar de la nación vecina, deducen su miseria y emigran; y que cuando, por un sentimiento de heroico patriotismo, no lo hacen, están prontos sin embargo a lanzarse a la revolución para arrancar al agoísmo sus derechos usurpados”.74 Al año siguiente y una vez reducida momentáneamente la injerencia de Vidaurri en los asuntos fronterizos, las autoridades de Reynosa volvieron a elevar su representación, pero esta vez en forma directa al presidente Comonfort. En ella reproducían el triste diagnóstico de crisis de la frontera y solicitaban en términos muy respetuosos la reapertura de la aduana, sugiriendo además la aplicación de “...la iniciativa del ministro, de grato recuerdo, E. Señor Don Marcos Esparza, relativa a fijar una línea de zona libre al comercio exterior”.75 Los anteriores antecedentes de inestabilidad política y militar eran consecuencia de la deplorable condición económica del norte de Tamaulipas surgida a partir de la constitución de la frontera y apuntó las ideas de los fronterizos hacia la creación de un sistema libre de comercio que les permitiera un desarrollo equilibrado con relación a la nueva realidad demográfica creciente en la margen izquierda del río Bravo. Esto era importante porque las poblaciones americanas fundadas después de 1848 de inmediato se integraron a un sistema agrícola, comercial e industrial ascendente, en contrapartida con los pueblos tamaulipecos que carecían de esa base, aparte de estar prácticamente aislados de los centros productores del país. Del lado mexicano se cargaba con opresivos impuestos al comercio interior, lastre heredado de la época colonial, y resultaba casi prohibitiva la importación de mercancías extranjeras; del lado estadounidense había libertad de comercio interno, tarifas bajas, y sobre todo privilegio de transportar mercancía extranjera por su territorio sin ningún impuesto si se destinaba en “depósito” para su importación futura a México. El sistema de “depósito” implementado en 1852 por el gobierno de los Estados Unidos puso en gran desventaja comercial a los pueblos fronterizos tamaulipecos, porque el régimen de importación mexicano era incapaz de competir con él, favoreciéndose el contra-

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bando pues también permitía la salida de la mercancía en depósito por cualquier aduana americana de la línea fronteriza, eludiendo la vigilancia aduanal de la margen derecha. Ante la gravedad de la crisis económica de la frontera, la despoblación de los pueblos, lo imposible de controlar el ingreso del contrabando y la propia actitud de las autoridades americanas, el gobierno de Tamaulipas decidió en trascendental acto de soberanía decretar la Zona Libre. El decreto fue suscrito el 17 de marzo de 1858, por el gobernador Ramón Guerra, mandatario liberal ligado a la corriente del licenciado Juan José de la Garza. El contenido principal del decreto estipulaba que los efectos extranjeros destinados al consumo de la frontera estaban exentos de derechos, excepto los municipales o los aplicados eventualmente al sostenimiento de cargas del estado, imitando la libertad de impuestos para los efectos en “depósito”, mientras no se internaran a la república; además extendía una invitación a los comerciantes mexicanos o extranjeros de la margen izquierda del río a transportarse a la frontera tamaulipeca para disfrutar de la franquicia sin pagar impuestos por su establecimiento. El resto del decreto eran artículos de orden administrativo, destacando al final estar sujeto a la autorización de la legislatura local, y bajo la aprobación del Congreso General cuando la república volviera a la normalidad, pues eran tiempos de plena guerra civil de Reforma.76 El resultado inmediato de la implantación de la Zona Libre fue el impulso mercantil de las poblaciones fronterizas tamaulipecas, con un mayor control sobre el contrabando. En el aspecto demográfico, hubo una significativa recuperación, al volver los emigrantes y atraer nueva población mexicana, e inclusive registrándose un incremento de 18,000 habitantes en 1858 a 50,000 repartidos a Matamoros a Nuevo Laredo en 1862, dato revelador del beneficio logrado con la medida.77 En 1861 año en que el gobierno de la república aprobó la vigencia de la Zona Libre, dio inicio el verdadero boom económico de la frontera de Tamaulipas, a causa directa del estallido de la guerra de secesión en los Estados Unidos, acontecimiento registrado por la crónica como la Época de los Algodones. El estallido bélico en el país vecino motivó el bloqueo de los puertos confederados por la marina de la Unión, viéndose impedido el sur de exportar el algodón, pilar fundamental de su economía, aparte de ser suspendidas sus fuentes de aprovisionamiento de armas y pertrechos militares, derivando este flujo de intereses hacia el río Bravo y la frontera mexicana, convertida entonces en “la puerta trasera de la Confederación”.78

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Durante los cuatro años de la contienda, el algodón sureño se transportó al río internacional en largos convoyes de carros procedentes de lugares tan distantes como Oklahoma o Misuri, para ser exportado a Europa desde el puerto de Bagdad (Tamaulipas), corriendo el oro americano a raudales a lo largo de las poblaciones enclavadas en la Zona Libre. El término de la guerra en los Estados Unidos hizo concluir el auge de la Zona Libre, pues comenzaron las protestas de grupos políticos y comerciales del país vecino contra el libre comercio en la frontera mexicana, haciendo estancar paulatinamente el desarrollo de las poblaciones americanas del bajo río Bravo. Presionado el gobierno mexicano debatió en el seno del congreso la continuidad o no de la concesión, resolviendo negarse por dignidad a ceder ante el acoso norteamericano. Años más tarde, por el papel importante jugado en Tamaulipas a favor de la revolución de Tuxtepec y con el deseo de evitar cualquier motivo de descontento contra el gobierno federal, el general Porfirio Díaz le dio un fuerte apoyo a la Zona Libre.78bis A nivel local, la aduana de Reynosa se suprimió en 1872, pasando a ser una sección sujeta a la de Matamoros, dato revelador de la decadencia de la Zona Libre en el norte de Tamaulipas. Para 1885 el gobierno extendió el comercio libre a lo largo de toda la frontera, pero bajo una estricta regulación fiscal que ya no hizo posible su reactivación económica, aboliéndose definitivamente en 1905. LOS AÑOS DE AFIRMACION NACIONAL. El periodo comprendido del fin de la intervención americana a la restauración de la república (1848-1867), se caracterizó en México por grandes y violentas turbulencias políticas que a la postre definieron el carácter liberal del país. La revolución de Ayutla, la Reforma y la Intervención Francesa, concretan las difíciles etapas de este proceso, y en donde la participación de los pueblos del norte de Tamaulipas se reflejó siempre en forma activa. La crisis de la postguerra afectó profundamente al estado de Tamaulipas, en especial a la zona norte, que soportó sequías, ataques de indios “bárbaros”, depresión económica, la epidemia del cólera, rebeliones, filibusterismo, abigeato y la amenaza de una nueva intervención. En el plano nacional, la inestabilidad política imperaba en todos los ámbitos por el galopante desprestigio del militarismo en el poder, estallando la revolución de Jalisco en julio de 1852, instrumento para instalar en el gobierno a Antonio López de Santa Anna. En Tamaulipas brotaron varios movimientos de adhesión al plan proclamado en Guadalajara, como el de

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la guarnición de Camargo, al mando de Valentín Cruz, quien redactó el Plan de los Fresnos, apoyado por el vecindario de Reynosa el 22 de enero de 1853.79 El último gobierno de Santa Anua implantó una rígida dictadura conservadora y designó al tirano con el pomposo título de “Alteza Serenísima”. Reinstaló la concepción centralista del poder, puso en vigencia medidas fuertemente reaccionarias y nombró como gobernadores de las entidades a comandantes militares. A Tamaulipas vino el general Adrián Woll, fincando su cuartel general en Matamoros, distinguiéndose por la represión ejercida contra los adeptos al liberalismo. El control de las Villas del Norte quedó bajo la férula de un prefecto político. Ante la intolerancia política de la dictadura, finalmente estalló un movimiento revolucionario en el estado de Guerrero, con la bandera del llamado Plan de Ayutla. El movimiento tenía el claro propósito de dar por terminado el poder de Santa Anna y abrir posibilidades a las corrientes liberales. México entero se estremeció con la revolución de Ayutla, ganando numerosos a deptos y respaldo popular en contraste con la decadencia moral del pesado aparato castrense del dictador. En Tamaulipas el plan suscrito por Juan Alvarez fue secundado por Juan José de la Garza en Ciudad Victoria en julio de 1854. Atacados los liberales tamaulipecos, se vieron obligados a cruzar la frontera norte y reorganizar sus fuerzas en espera de mejores momentos. En mayo de 1855, la oportunidad de insurreccionar a todo el noreste se presentó con el alzamiento de Santiago Vidaurri a favor del Plan de Ayutla. Vuelto el licenciado De la Garza al territorio nacional, formó con acuerdo del caudillo neolonés el Ejército del Norte Restaurador de la Libertad, asumiendo el cargo del segundo jefe de esta fuerza, proponiéndose como objetivo inmediato desalojar a la dictadura de Tamaulipas. Nuevo Laredo, Guerrero, Mier y Camargo fueron las primeras poblaciones liberadas, y sabedor De la Garza que Woll se encontraba con el grueso de su ejército en Reynosa quiso cortarle la retirada para poderlo atacar en terreno abierto. Desde las lomas del Morillo, las fuerzas liberales emprendieron su operación envolvente, con la intención de cercar al enemigo rodéandonlo por el sur, mas la lluvia había convertido en fangales las veredas, imposibilitando la rápida acción. Enterado Woll de la trampa, desalojó presuroso su posición y se encaminó rumbo a la fortificada ciudad de Matamoros. La villa de Reynosa fue ocupada por el

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Ejército del Norte Restaurador de la Libertad el 26 de julio de 1855, y al poco tiempo recibió la visita personal del general en jefe.80 Fortalecida la División Garza en Reynosa, dispuso el asedio a Matamoros y con la mayoría de la fuerza avanzó al centro del estado, pero topó en la Piedra Agujerada con una columna de dragones enemiga, la tarde del 31 de agosto. La batalla fue muy encarnizada, luchándose cuerpo a cuerpo hasta quedar muertos casi la totalidad de los 130 dragones y agregados que traían en calidad de presos, cayendo en poder de los triunfadores numerosa cantidad de armamento, caballada y carros de guerra. Los sobrevivientes se remitieron a Reynosa y ejecutados en el campo de combate Lozano Farías y Crescensio Loza, esbirros de la dictadura.81 Santa Anna salió de México el mismo mes de agosto al desquebrajarse su poder dictatorial; poco después Woll huyó de Matamoros y la plaza cayó en manos de los sitiadores a través de un armisticio, concluyendo la victoriosa actividad del movimiento de Ayutla en Tamaulipas.

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En el año de 1856 Santiago Vidaurri anexó Coahuila a Nuevo León, además quiso influir en el manejo de las aduanas fronterizas tamaulipecas, llevándolo a enfrentarse con el gobierno federal y el gobernador de Tamaulipas, Juan José de la Garza siendo obligado a someterse por un tiempo a la autoridad superior. El gobernador neolonés anteriormente había especulado a su favor con el interés de los fronterizos para lograr la implantación de un sistema de libre comercio, medida que entró en vigencia dos años después, pero como una iniciativa soberana de Tamaulipas. La firmeza del espíritu liberal de la entidad se fraguó con la expedición de la Constitución local de 1857, realizada en consonancia al gran trabajo legislativo de la federación que elaboró la Constitución General de la Républica. Empero, la reacción conservadora se puso en contra de los principios constitucionales al inicio de 1858, estallando la guerra de tres años, mejor conocida como la Reforma. Aunque el escenario bélico no incluyó el norte de Tamaulipas, muchos de sus hombres se enrolaron al servicio de las armas liberales para ir a pelear al interior del país hasta ver realizado el triunfo. Sin duda, una de las más importantes aportaciones de la Reforma fue la radicalización del liberalismo ante el poder eclesiástico, resultando de ello una separación tajante de los asuntos del Estado con el clero. Las leyes emanadas de la Reforma constituyeron las bases primordiales de la moderna organización administrativa en México, y hechas realidad con la nacionalización de los bienes 81

12. Sello de la Aduana Fronteriza de Reynosa, 1856 (AHR)


eclesiásticos, la implantación del Registro Civil, la libertad de cultos, secularización de los cementerios y otras. Tamaulipas adoptó el Registro Civil desde 1859, y un año después en Reynosa se abría esta oficina, donde fungió como su primer encargado el ciudadano Juan Nepomuceno de la Garza.82 Una grave crisis política hizo sacudir a Tamaulipas en 1861. Su causa tuvo origen tras haberse efectuado elecciones para gobernador, donde participaron Cipriano Guerrero, por el partido de los “crinolinos” o “amarillos”, y Jesús de la Serna con el partido “rojo”. Triunfador De la Serna en el proceso electoral que registró varias irregularidades, el congreso local, por presión de los crinolinos, decidió realizar nuevas elecciones, pero los rojos obligaron a la legislatura a entregarle el poder a su candidato, estallando en consecuencia una cruenta lucha civil. Los crinolinos se hicieron fuertes en Tampico y Matamoros, y extendieron su influencia sobre las Villas del Norte. El ayuntamiento de Reynosa apoyó el movimiento político de Cipriano Guerrero el 12 de septiembre de 1861, solicitando de la jefatura política del distrito la remisión de dos meses de presupuesto para organizar 50 hombres de caballería en prevención a un ataque del bando contrario.83 Por otra parte, durante el mismo septiembre, el gobernador De la Serna nombró a Andrés Treviño en calidad de comisionado ad hoc para someter al orden a los pronunciados del norte, apoyado por José María Carvajal, a quien se le dio el mando de todas las guardias nacionales del estado. A mediados de octubre apareció amenazante al sur de Reynosa una partida comandada por Esteban Dávila, ex jefe de la policía rural de la jurisdicción y partidario de los rojos, lo que da una idea del grado de divisionismo generado de la contienda política. 84 El día 21 se presentó frente a la población el comisionado ad hoc e intimó a los crinolinos a deponer las armas, y como ofrecieron resistencia fue tomada por la fuerza.85 Treviño marchó a Matamoros el 14 de noviembre después de ser reducidas todas las Villas del Norte, uniéndose a las fuerzas sitiadoras. El sitio de la ciudad duró más de 50 días y se hubiera prolongado de no presentarse un factor de mayor trascendencia. Se trataba de la inminente invasión al país por la triple alianza: Inglaterra, España y Francia. El resultado final consistió en un arreglo entre ambos bandos en pugna, mediado por Ignacio Comonfort y pasaron a formar la Primera División del Norte, destinada a combatir a los invasores.

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Las tropas de Inglaterra y España se retiraron de Veracruz al discrepar con Francia por sus intenciones de establecer una monarquía en México, dando inicio formal a la Intervención Francesa en el país. Derrotados los galos en Puebla el 5 de mayo de 1862, permitió un temporal alivio a los republicanos, fortaleciendo sobre todo la convicción de resistir hasta lo último en la defensa de la soberanía nacional, brillantemente ejemplificada en la figura del presidente Benito Juárez. La Intervención Francesa a Tamaulipas comenzó también en 1862, al desembarcar los extranjeros en Tampico, pero lo desalojaron más tarde, apoderándose del puerto nuevamente a mediados de 1863. Al año siguiente los franceses y sus aliados conservadores comandados por Tomás Mejía y Charles Dupin extendieron la intervención hacia las principales ciudades tamaulipecas. Matamoros fue ocupado sin resistencia por Mejía en septiembre de 1864, debido al reconocimiento hecho en favor del imperio de Maximiliano por el gobernador y comandante militar de Tamaulipas, general Juan Nepomuceno Cortina. Asignado Cortina al mando de una brigada del ejército imperial, inició de inmediato un recorrido por las Villas del Norte, recibiendo personalmente la adhesión del ayuntamiento de Reynosa al imperio el 14 de octubre.86 Días después empezó la reorganización administrativa municipal, ahora sujeta a la vieja fórmula centralista de Departamento, bajo el mando de un prefecto político, en este caso el señor Jacobo S. Navarro, con residencia en Matamoros. Una primera medida de Navarro para controlar a los ediles de Reynosa fue solicitarles se suscribieran con fondos del municipio al periódico El Monitor de la Frontera pues en él se insertarían todas las disposiciones y decretos vigentes en el imperio.87 Los imperialistas no lograron mayores ventajas en el norte de Tamaulipas y sólo mantuvieron un poder efectivo en Matamoros, pues las Villas del Norte pasaron a ser área de influencia de los republicanos. En marzo de 1865 Cortina se sujetó de nueva cuenta a las órdenes de la república, y fijó su base de operaciones en las villas de Camargo y Reynosa. Al mes siguiente pasó por Reynosa rumbo a Matamoros con fin de atacarlo el general Miguel Negrete al frente de 2,000 hombres, volviendo en los primeros días de mayo ante la imposibilidad de un triunfo. Durante la mayor parte del año de 1865 y durante los cinco meses primeros de 1866, las fuerzas republicanas conservaron su presencia

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en la villa de Reynosa, que les sirvió de apoyo a los distintos ataques del Ejército del Norte contra la ciudad defendida por Mejía. Además tuvo tiempo el gobierno y comandancia militar de la entidad para apoyar las actividades de la población, como recomponer las casas consistoriales, abrir escuelas de las primeras letras y otros asuntos.88 La derrota definitiva del imperio en el norte de Tamaulipas, ocurrió en la batalla de las lomas de Santa Gertrudis de Camargo, cuando una poderosa columna militar y comercial salida de Matamoros, fue atacada con éxito por las fuerzas combinadas del Ejército del Norte, al mando del general Mariano Escobedo, la mañana del 16 de junio de 1866. Tras el triunfo republicano, Tomás Mejía se vio obligado a evacuar sus posiciones en la región fronteriza tamaulipeca, embarcándose rumbo a las cada vez más reducidas líneas de ocupación imperialista. El epílogo del imperio mexicano concluyó en el cerro de las Campanas, Querétaro, el 19 de junio de 1867, al ser ejecutados Maximiliano, Miramón y Mejía. EL FIN DEL SIGLO. Al restaurarse la república a raíz del triunfo de las armas nacionales sobre la reacción conservadora y la intervención extranjera, el proyecto político liberal aplicó a fondo sus principios en la estructura del gobierno, consolidándose el régimen federalista y la separación del clero y el Estado, además de establecerse definitivamente los marcos legales para proceder a la obra de transformación profunda del país. En el plano económico, la terminación progresiva de la anarquía permitió el desarrollo de las actividades productivas, fundamentadas en la hacienda agropecuaria, la construcción del vital sistema ferroviario, el impulso industrial, la minería y la creación de una infraestructura pública capaz de atender todos los órdenes de la nueva vida económica. La conducción del gobierno en esta etapa de la historia mexicana, que va de 1867 a 1911, estuvo bajo el mando de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, Manuel González y Porfirio Díaz, y se caracterizó por la implantación, no sin dificultades, de la estabilidad en las instituciones gubernamentales. También tuvo lugar la afirmación del presidencialismo con clara orientación reeleccionista. En términos generales las últimas tres décadas del siglo XIX y la primera del actual tienen la uniformidad del proyecto 84


liberal y representan un mismo periodo histórico, matizado con particularidades propias durante las dos etapas en que se divide: la Restauración de la República y el Porfiriato. La lucha en la búsqueda del poder entablada por el general Porfirio Díaz dio comienzo desde la primera elección hecha en tiempos de la república restaurada, donde figuró como candidato a la presidencia de la república, contendiendo en las urnas con Juárez. No obstante ser derrotado en el intento, su prestigio como héroe durante la intervención le permitió ganar numerosos adeptos entre los distintos sectores del país, reflejados por ejemplo en Tamaulipas con el apoyo a su candidatura, e inclusive más significativo con el virtual homenaje que se le tributó al designarse a Antigua Reynosa con su nombre en 1873. Tres años más tarde, al pretender Lerdo de Tejada su reelección, Díaz se lanzó a la lucha armada en abierta oposición bajo la bandera del Plan de Tuxtepec, suscrito en el estado de Oaxaca, pero militarmente iniciada en el norte de Tamaulipas. Desde la ciudad de Brownsville, Texas, Porfirio Díaz preparó en los primeros meses de 1876 el plan de sus operaciones bélicas, contando con valiosos recursos humanos para iniciar su lucha política en territorio nacional. La contienda se inició el 2 de marzo de 1876, cuando una avanzada al frente del jefe de los rifleros de Tamaulipas, coronel Miguel de la Peña, tomó por sorpresa la villa de Reynosa y proclamó el Plan de Reynosa, documento político basado en los principios de la revolución tuxtepecana.89 Dieciocho días más tarde, Díaz atravesó el Bravo y reformó su proclama política en el rancho de Palo Blanco, y ocupó la ciudad de Matamoros el 2 de abril, contando con el apoyo de una poderosa fracción militar de la propia ciudad. A fines de abril, Porfirio Díaz entra a Reynosa al hacer una escala en su incursión hacia el estado de Nuevo León, alojándose en la casa de un distinguido ciudadano y tratado con gran gentileza y muestras de simpatía por los principales vecinos. En el mes siguiente, los pronunciados fueron derrotados en las cercanías de Monterrey, no logrando recibir una respuesta militante de la población norteña en favor de su movimiento, por lo que Díaz decide ir a reanudar la lucha en el centro y sur del país, zonas donde contaba con gran apoyo popular. Efectivamente, la revolución de Tuxtepec triunfó en el interior de México, al ser destrozados los lerdistas en la batalla de Teocoac, Tlaxcala, en enero de 1877, dando con ello inicio el llamado 85


Porfiriato. En Reynosa, el reconocimiento definitivo a esta nueva corriente política se hizo el 9 de febrero de ese año.90 La construcción de la infraestructura ferroviaria representó sin duda uno de los aspectos tangibles del grado de avance económico logrado durante el Porfiriato. La política del tendido de las vías férreas obedeció a impulsar los factores que intervenían en la producción y a poner en contacto al país con el pujante mundo capitalista. Tamaulipas por su particular situación geográfica, frontera y litoral, se vio ampliamente favorecido con este signo representativo del progreso. Para 1881, Nuevo Laredo se encontraba enlazado con la ciudad de México y la enorme red ferroviaria de los Estados Unidos; en 1890 el puerto de Tampico quedó conectado con San Luis Potosí, y poco después existía una vía comunicante con Monterrey, pasando por la capital de la entidad. Durante el mes de diciembre de 1880 dieron inicio los trabajos del ferrocarril Matamoros-Monterrey, otorgando el gobierno del estado la concesión a la compañía constructora el derecho de vía de 70 metros de anchura en toda la extensión de los terrenos vacantes, y con la misma anchura, dentro de los terrenos de los ejidos de Matamoros, Reynosa, Camargo y Mier.91 Cinco años intensivos de trabajos se ejecutaron en el tramo Matamoros-San Miguel de Camargo y fueron suspendidos en 1885, aun cuando desde el año anterior las locomotoras recorrían el tendido.92 En 1895 la compañía Camino de Fierro Nacional Mexicano adquirió todos los derechos del ramal ferroviario de Matamoros-Las Cuevas, otorgándole el ayuntamiento de Reynosa a su representante, el superintendente C.H. Shepard, la posesión de 10 hectáreas de terreno para la construcción de sus instalaciones.93 Reanudados los trabajos, se concluyeron 10 años después, el 5 de mayo de 1905, quedando vinculada la villa con el resto del país a través de un moderno sistema de comunicación. En el plano económico, durante este periodo, la jurisdicción de Reynosa dependió de la producción agrícola y ganadera, sin presentar ningún tipo de desarrollo industrial y sólo una poco significativa actividad comercial. La agricultura era básicamente de temporal y limitada a pocos cultivos; la ganadería constituía el principal rubro de la economía local. Como ejemplo de lo anterior, se observan los valores de la producción en Reynosa en 1910: algodón $24,969; maíz $37,800; caña de azúcar $1,500; pieles 86


de vacas $11,288; pieles de cabrío $8,005; vacas $96,260; caballos $25,118; mulas $5,085; asnos $399; y ganado menor $22,131.94 A lo largo de 40 años, la demografía de la jurisdicción de Reynosa se conservó bastante estable, fluctuando entre la cantidad de 3,724 que tenía en 1873 y los 6,780 de 1910. La cabecera municipal, por el contrario, mostró un ligero decremento en el número de sus habitantes de 2,500 en 1884 en comparación con 1,475 habitantes en 1910; cantidad menor al censo de traslado de 1802, que reportó la cifra de 1,631 vecinos. La pequeña villa de Reynosa tuvo pocas transformaciones urbanas hasta el año de 1910; sólo notable el camino de fierro y la estación construidas al sur de la población. No obstante, se hicieron algunas obras públicas, como fue el parián en la llamada plaza de Zaragoza o del mercado, edificio comercial hecho por las autoridades con el apoyo de los ciudadanos, de ahí que se haya autorizado la colocación de un nuevo cuadro alusivo con la inscripción Patriótica cooperación del pueblo. Abnegada administración municipal del año de 1881.95 Otra obra destacada la constituyó la remodelación total y construcción del segundo piso de la presidencia municipal, realizada por la Junta de Mejoras Materiales de la localidad con la cooperación igualmente de una suscripción pública voluntaria, más una aportación del gobierno del estado. La inauguración de la nueva presidencia tuvo lugar el 16 de septiembre de 1899, en el marco de las fiestas patrias, bajo los acordes de la banda de música, las notas del Himno Nacional, el tono de los discursos con loas a la unión y el progreso y al final un concurrido baile, cerrándose con esta celebración formalmente el siglo XIX en Reynosa.96 En el aspecto social, la comunidad reinosense en su mayoría conservó un estilo de vida rural, distinguiéndose apenas las costumbres de los habitantes de la villa, ambas situaciones atribuibles a las limitaciones económicas que trajo consigo la decadencia y abolición de la Zona Libre. La educación local en este periodo no rebasó el grado de primaria, y apenas hasta 1908 se construía una escuela digna para los educandos, la “Miguel Hidalgo”, escuela oficial de varones. Políticamente, durante la primera década del siglo aparecen dos clubes políticos, los llamados “Círculo Rojo” y del “Círculo Verde” (también conocido como “Club Político Unión”) militantes muy presentes en las contiendas civiles reinosenses a lo largo de más de 20 años. Como complemento, la prensa hacía consonancia a una época que dejaba sentir una mayor efervescencia política y plasmado en las páginas de El Eco de Reynosa y El Adelanto.97

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El año de 1909 quedó marcado en los registros históricos regionales por el impacto de un gran meteoro huracanado. A finales de agosto el tremendo ciclón entró a tierra al sur de Matamoros, afectando sensiblemente a la mayoría del conjunto territorial del noreste, y ocasionó grandes inundaciones y numerosos daños. Reynosa sufrió significativos destrozos en su jurisdicción y fue testigo de una creciente del Bravo pocas veces vista desde los tiempos de la gran inundación de 1802. LA EVOLUCION DE LA ANTIGUA REYNOSA. Trasladada la sede del ayuntamiento y el grueso de la población a las lomas de San Antonio en 1802, el asentamiento de la antigua Reynosa quedó convertido en una pequeña congregación semirrural. Mas las inundaciones no sólo provocaron el daño a fincas y sementeras de la villa, sino además borraron los amojonamientos limítrofes de los distintos terrenos aledaños que durante el tiempo de la colonia fueron dotados a los colonizadores. El resultado de esta situación se tradujo en numerosos conflictos entre los descendientes herederos de los terrenos, quienes promovían pleitos con ánimo de defender sus derechos, o simplemente por despojar al vecino. Para 1834 el caso llegó al extremo, cuando Miguel Cavazos, dueño del rancho del Morillo reclamó como suya una porción adyacente al poniente de su propiedad; la persona afectada era la madre de Juan Valdez, vecino que acudió a la villa de Camargo a entrevistarse con el licenciado Antonio Canales Rosillo, entonces Agrimensor General del Estado, quien tomó cartas en el asunto sentándose la base para su regularización.98 Poco después, un grupo de vecinos de la antigua Reynosa requirieron del ayuntamiento y juzgado local la autorización para efectuar una remedida de las porciones de tierra situadas al sur del

13. Sello del Camino de Fierro Nacional Mexicano, 1896 (AHR) 13

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ejido y de esa manera dan por terminados los problemas, petición elevada por las autoridades al gobierno del estado, permitiéndola a condición de que los gastos derivados del apeo y deslinde, corrieran por cuenta de los interesados, debiéndose formar un expediente con arreglo a las leyes y todo bajo la supervisión del agrimensor Canales.99 Cuando llegó la autorización del gobierno del estado para efectuar estos trabajos, las autoridades ordenaron la apertura de senderos, iniciando los autos judiciales el 15 de junio de 1836. Como veedores se designó a Juan Garza García y a José Antonio Zamora; para contadores Ignacio Aguado y Domingo Zamora, y como perito de agostadero Antonio Longoria. La medida se empezó partiendo del centro de la plaza de la antigua Reynosa, único punto inalterado por las aguas, corriendo una legua hacia el sur para alcanzar el límite del ejido, y de este punto una legua al oriente y otra al poniente, quedando trazados los linderos angulares de los terrenos usados en común por el pueblo.100 Al marcar el lindero sur, se comprobó su longitud de 200 cordeladas de punta a punta, pasando enseguida a ubicar las 10 porciones de tierra que con base en esa longitud, los visitadores de 1767 otorgaron a los colonos. El resultado demostró, si se tomaba literalmente lo consignado en los Autos de la General Visita, se tendrían seis porciones de 26 cordeladas, tres de a 21, y una de 8, las que en total sumaban 227 cordeladas, aflorando el origen de los conflictos, pues teóricamente a la porción número 9 le faltaba una cordelada para su complemento y la número 10 no existía, y al irse empalmando con las siguientes porciones de acuerdo con la remedida, se sacó en claro que la cuestión promovida por Miguel Cavazos contra su vecino, se dirimía en su contra.101 Como las porciones del sur del ejido estaban excedidas en 27 cordeladas, el licenciado Canales opinó que el asunto podía tener dos soluciones: una era que todos los propietarios de la banda del sur del río perdieran en forma proporcionada esa cantidad de terreno; y la otra, el tomar parte del terreno adjudicado a la misión de San Joaquín del Monte, hasta esa fecha despoblada, y en caso de afectársele, todavía le sobrarían cuatro leguas en cuadro.102 Los autos terminados se enviaron a la Junta Departamental de Ciudad Victoria, además de una solicitud del alcalde de Reynosa para vender a particulares el terreno del ejido de la antigua villa, en virtud de ser un hecho su apropiamiento por algunos vecinos sin reportar ningún beneficio a la tesorería del estado o

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del ayuntamiento máxime cuando en ese momento se tenía una deuda pendiente con el vecino Domínguez, a quien se le habían comprado sus tierras situadas en la margen izquierda del Bravo con el propósito de contar por esa parte con el ejido de la nueva villa. La Junta Departamental consideró viable la pretensión del alcalde, debiendo hacerse por medio de remate o de acuerdo con las leyes de colonización vigentes, pues en última instancia el primitivo ejido era una propiedad pública sujeta al mandato del Departamento de Tamaulipas. En cuanto al problema de la excedencia de 27 cordeladas, apoyó la sugerencia para que se tomaran del terreno de la misión.103 De acuerdo con lo sugerido por la Junta Departamental, el gobierno dispuso el 5 de octubre de 1836, la reducción del ejido de la antigua Reynosa a propiedad particular, mediante el sistema de venta organizado por el ayuntamiento en almoneda pública. Respecto al pago reclamado por Domínguez, pidió que éste justificara las cantidades de tierra cedida para otorgar su pago. Y en lo tocante a las 27 cordeladas de excedencia ordenó el descuento proporcional entre todos los propietarios de la banda sur del río, respetándose la misión no por existir una intención proteccionista con los indios, sino porque el gobierno tenía su propia política para obtener beneficios de los antiguos terrenos misionales.104 La venta del ejido al final fue adjudicada por la cantidad de 210 pesos a don Fruto Cárdenas quien representaba a los habitantes de la antigua Reynosa, fraccionándose entonces el terreno en pequeñas propiedades. Más tarde y una vez terminada la revolución federalista de las Villas del Norte, el licenciado Canales exigió a los propietarios el pago de sus honorarios que ascendían a 120 pesos, agregándose 60 pesos por derechos del juzgados, y al ser pagados, permitieron la expedición de las escrituras.105 Treinta años más tarde, en mayo de 1871, y ante la intención de la congregación de San Miguel de las Cuevas de ser declarada villa o de anexarse a Camargo, el vecindario de la antigua Reynosa pidió al Congreso del Estado la facultad de ser erigida en villa y municipalidad, separada de San Antonio de Reynosa. El Congreso acordó por conducto del ejecutivo se devolviera la petición a su origen, siendo necesario se justificara adecuadamente, trámite no seguido de inmediato por la intranquilidad política en que se vio envuelta la entidad. Establecida la paz, los vecinos de la congregación insistieron, manifestando contar con suficientes elementos a su favor, como era la existencia de 160 familias que sumaban más de 800 habitantes, con bienes y muebles capaces de

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atender los gastos municipales y el compromiso de construir una casa municipal, cárcel, capilla y escuela pública. Aparte se agregó la disposición de contribuir en el gasto común del estado. Los límites pretendidos eran cinco leguas al oriente hasta tocar el ejido de San Antonio de Reynosa, de ahí al sur a lindar con los límites de San Fernando, después al poniente siguiendo el límite con Nuevo León hasta topar en el punto de contacto con la línea de Camargo, y por último al norte sobre la antigua división entre Camargo y Reynosa a llegar al río Bravo.106 En el Congreso se leyó el dictamen elaborado por la comisión especial de diputados con relación al memorial de la congregación, pasando a discusión general, sugiriéndole le fuera concedida a la antigua Reynosa el título de villa, con el nombre de Reynosa Díaz; otro punto acordado fue el nombramiento del agrimensor que midiera y fijara los límites solicitados, cuyos gastos serían aportados por el vecindario; también demandó la construcción en lo inmediato de la casa municipal, la escuela de instrucción primaria y la cárcel; por último, el Congreso reservó al Ejecutivo la facultad de dictar todas las medidas juzgadas necesarias con el objeto de que a fines del año de 1873, la villa de Reynosa Díaz estuviera completamente establecida.107 El proyecto del Congreso tuvo desde el principio impugnaciones, pues algunos diputados consideraron necesario antes de resolver el asunto requerir la opinión del ayuntamiento de la villa de San Antonio de Reynosa a fin de oír su conveniencia o perjuicio de aprobarse la separación de la congregación, y de esa manera la asamblea “con conocimiento de estos datos pueda sin obscuridad ninguna, votar en este asunto”. En conclusión, el caso quedó sujeto a votación nominal y fue aprobado por la mayoría, agregándose una enmienda, la de estar en sesión permanente el Congreso hasta su completa terminación, concretándose al expedirse el decreto número 62 de fecha 18 de junio de 1873.108 Por otra parte, es significativo que el Congreso y el gobernador Servando Canales hayan dado el visto bueno para honrar los méritos de los combatientes contra la Intervención Francesa en la figura del general Porfirio Díaz. Por entonces el general oaxaqueño desplegaba una intensa actividad política con la intención de ocupar la primera línea del poder nacional, traducida inclusive los dos años anteriores en el pronunciamiento militar del Plan de la Noria. Enterado de los acuerdos, Díaz escribió al gobernador en los siguientes términos: “Me he impuesto con profunda emoción de los decretos expedidos por el 6to. Congreso Constitucional de ese

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Estado en 18 de junio último y 14 de octubre próximo pasado, por los cuales se me concede la inestimable honra de declararme ciudadano tamaulipeco y dar mi nombre a la municipalidad de la Antigua Reynosa. Estaba reservado a los ilustres representantes del heroico pueblo de Tamaulipas dedicar un benévolo recuerdo al que separado de todo participio en la cosa pública, no debiera esperar la menor consideración por un pasado que se va echando al olvido y que dentro de poco sólo pertenecerá a la historia. Este es uno de los pocos casos en que la honra pertenece al que la da, y yo me complazco en recordar que en la terrible lucha contra la invasión de la Patria, el ejemplo de los numerosos héroes y el levantamiento de ánimo de los pueblos de Tamaulipas sirvieron de emulación a los que en todos los ámbitos de la República develamos por su independencia, tanto como ahora su simpatía compensa desobrada, todas las decepciones de la época y paga con usura los sacrificios por la más noble esperanza que el crédito haya coronado."109 Basándose en el artículo cuarto del decreto 62, el gobierno del estado delegó en el ayuntamiento de San Antonio de Reynosa la facultad para dictar providencias conducentes a la institución de la nueva villa. Poseedor de este recurso, el ayuntamiento no ocultó el rechazo al propósito separatista, favorecido por la propia vaguedad del decreto, inespecífico en lo relativo a los límites jurisdiccionales de la nueva villa, anteponiendo el derecho de prelación por designarlos. Como base, solicitó la consulta de las rancherías que deberían estar comprendidas en la jurisdicción futura, pues en su concepto la elevación a villa de la congregación de Reynosa había sido una medida de mera liberalidad, incapaz de revocar los derechos jurisdiccionales de la municipalidad sustentados desde tiempos inmemoriales y con posesión no interrumpida.110 En consonancia con el ayuntamiento, las congregaciones de Charco Escondido y Los Anzaldúas levantaron actas donde asentaron que sin oponerse a la soberana disposición del Congreso, se declaraban en contra de separarse de San Antonio de Reynosa. Al enviar los documentos a Ciudad Victoria, el ayuntamiento agregó hacer suyas las protestas, alegando en contra del compromiso de la antigua Reynosa de cumplir con los deberes y obligaciones en caso de ser erigida en villa pues no le concedía automáticamente la mutilación de una parte considerable de su jurisdicción, además de generar múltiples problemas al existir oposición de las congregaciones y rancherías a ser incluidas dentro de los nuevos límites.111 Cuando el Congreso recibió la comunicación del ayuntamiento, éste aprobó que el Ejecutivo le hiciera saber a los ediles de Reynosa que

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en lo sucesivo se abstuvieran de autorizar protestas irrespetuosas, aparte de no ser sus funciones, porque de presentarse otro caso similar, debería hacerse dentro de las formas preventivas por las leyes, o de lo contrario, se exigiría la responsabilidad por tal motivo. A los vecinos de Charco Escondido y Los Anzaldúas se les notificaría su compromiso para cumplir con el decreto número 62 manifestándoles ser deber de un pueblo patriótico y republicano cuando no se le despojaba de sus propiedades particulares o intereses de familia, debían dar el ejemplo de respeto a la ley.112 No obstante lo dispuesto por el gobierno del estado, la negativa del ayuntamiento de Reynosa siguió subiendo de tono, oponiéndose a la erección de la nueva villa por el comisionado ad hoc del gobierno, Antonio L. Carvajal, el día 13 de diciembre de 1873, pidiendo una nueva intervención de las autoridades para revalorar las disposiciones del decreto número 62, y ante la posibilidad de que el caso se convirtiera en un serio problema político, finalmente se revocó.113 Desalentado el intento de autonomía y ante la insuficiencia de elementos económicos posibles para elevar su categoría, la congregación de la antigua Reynosa siguió conservando su ambiente semirrural, que inclusive hasta hoy en día presenta, pero guarda celosa el orgullo de ser el asiento primigenio e histórico de Reynosa. LA SEPARAC1ON DE SAN MIGUEL DE LAS CUEVAS. La falta de precisión adolecida en las medidas realizadas en 1767 por los Autos de la General Visita, heredaron al futuro el germen de una serie de conflictos y disputas por la posesión de la tierra entre los particulares y pueblos de Tamaulipas. Por tal motivo, el gobierno del estado reconoció la pérdida original de los límites marcados durante el reparto colonial de tierras y jurisdicciones, dando lugar a la falta de coincidencia entre los títulos de propiedad y las extensiones reales de las mismas, los cuales generaron un sinnúmero de pleitos; se expidió entonces el decreto número 24 de mayo de 1849, con la pretensión de acabar de raíz el problema. El decreto en cuestión estipulaba que deberían realizarse nuevas medidas bajo la vigilancia de un agrimensor capacitado, tanto de los terrenos particulares como de ejidos y jurisdicciones de los pueblos. También se agregó el deseo de terminar con las discordias, establecer la confianza y actuar con justicia, además de servir las medidas para detectar los baldíos y hacer una carta topográfica del estado. Por cuanto a los costos que las operaciones deslindadoras produjeran, deberían ser cubiertos por los interesados.114

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Al conocerse los términos del decreto número 24 por el ayuntamiento de Camargo, se dispuso enseguida a definir los límites de su jurisdicción, en su criterio no acordes con lo estipulado por los Autos de la General Visita, teniendo la experiencia de más de 20 años de estar en pugna con la villa de Mier por esa causa. El inicio del pleito con Reynosa fue la supuesta irregularidad de las porciones 55 y 56 colindantes con aquella jurisdicción, dando pie a fundamentar la necesidad de remediar definitivamente los linderos entre las dos villas. Reunidas ambas autoridades el 29 de octubre de 1849, el ayuntamiento de Camargo expuso que obedeciendo lo escrito por los Autos de la General Visita, su jurisdicción debería completar por el oriente la cantidad de seis leguas, y hecha la moderna medida, existía un faltante de 364 varas, debiéndose corroborar a su juicio las medidas correspondientes a Reynosa por el rumbo del poniente, a partir del centro de la antigua villa.115 Ante esta pretensión, el ayuntamiento de Reynosa observó que su colindante quería rebasar los linderos conocidos desde mucho tiempo, significando ceder la totalidad del rancho de las Cuevas, y como los vecinos del mismo manifestaron emigrar todos a la margen izquierda antes de pertenecer a la municipalidad de Camargo, se suspendió en forma unilateral el trámite de apeo.116 Surgido en el seno territorial de la misión de San Joaquín del Monte, el rancho de San Miguel de las Cuevas experimentó un activo fomento en los tiempos posteriores a la consumación de la independencia, cuando los bienes misionales pasaron en Tamaulipas a ser administrados por el gobierno del estado. Convertido hacia 1849 en una numerosa comunidad, la situación legal del asentamiento preocupaba a su vecindario, pues no detentaban títulos de propiedad sobre los terrenos poseídos de hecho y deseosos de concretar su anhelo, dirigieron un memorial al gobierno del estado. En él se expresaba que los cuatro sitios de tierra otorgados a los indios pintos y tejones por el gobierno virreinal, hasta esa fecha permanecían abandonados, sin haberse cumplido la civilización y amor al trabajo de parte de los naturales, quienes vagaban por los montes sin oficio fijo, viviendo “…en medio de los habitantes de esta villa conservan aún la parte mala de sus antepasados, han perdido lo inocente de sus costumbres y aprendiendo los vicios de la gente mala”. Lo anterior en contraste con los “laboriosos y honrados” vecinos de las Cuevas autores del trabajo y labores en los antiguos terrenos de la misión, de ahí el sustento para solicitar al gobierno la adjudicación de tres de los cuatro sitios que la componían.117 Años más tarde y siempre con afán de ampliar sus intereses, el vecindario de San Miguel de las Cuevas llegó a distintos arreglos

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con sus colindantes al oriente, originándose naturales trastornos, ventilándose en las sesiones del cabildo en 1863, manifestando los ediles en boca de don Matías Cavazos que desde tiempo inmemorial, siempre se había reconocido como encargatura de las Cuevas a la antigua misión de San Joaquín del Monte. En conclusión, la corporación acordó dirigir oficios a los encargados de San Miguel de las Cuevas y de antigua Reynosa, para solicitarles estricto respeto de la ancestral demarcación entre la misión y la villa primitiva.118 Restaurada la república al derrotarse la Intervención Francesa, el ayuntamiento de Camargo reactivó el expediente relativo al apeo y deslinde de su jurisdicción del lado oriente. Cuando obtuvieron el permiso para iniciar los trabajos de parte del gobernador Juan José de la Garza, el 5 de junio de 1869, se organizó una comisión especial para tal efecto al igual que se debería integrar en Reynosa, y las dos en conjunto designarían a un agrimensor común para efectuar las operaciones correspondientes. Reunidas las comisiones en San Miguel de las Cuevas el 26 de agosto, no se pusieron de acuerdo respecto al nombramiento del agrimensor por oposición de Reynosa; al enterarse de esto el gobernador extendió el nombramiento respectivo al general José María Carvajal, el mismo que había tomado nota del expediente 20 años atrás. Conocedor Carvajal de la tensión existente entre ambas jurisdicciones, al aceptar el cargo sugirió si lo deseaba para su mayor satisfacción, que el ayuntamiento de Reynosa podía agregar a su comisión a “interventores científicos”.119 Se programaron los trabajos para comenzar en el mes de mayo de 1870, pero no pudieron efectuarse por haber sido convulsionadas las Villas del Norte a consecuencia del trastorno político imperante en la entidad bajo el nombre pintoresco de “revolución de la reata”, opositor tenaza la investidura del gobernador Juan José de la Garza. Pasada la intranquilidad, el ayuntamiento de Camargo solicitó en auto judicial a su homólogo de Reynosa su asistencia el 15 de agosto a la antigua Reynosa para dar cumplimiento a las disposiciones superiores. Desatendido a contestar la primera comunicación y al serle reiterado el citatorio, el ayuntamiento de Reynosa a través de su juzgado manifestó tener un gran recargo de asuntos no siéndole posible acudir. Por otra parte, la rebeldía de la autoridad de Reynosa se vio favorecida porque yendo en camino a cumplir su trabajo el agrimensor Carvajal se enteró que Camargo había sido ocupada por las fuerzas pronunciadas, cerrándose en consecuencia otra vez el expediente.120

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Mas no hubo necesidad de solicitar su posterior apertura, pues antes de finalizar el año de 1870 la congregación de San Miguel de las Cuevas solicitó del Congreso ser elevada al título de villa o de lo contrario anexarse a Camargo. La diputación acordó para resolver en definitiva el asunto, que el ejecutivo ordenara a las corporaciones municipales de Reynosa y Camargo la elaboración de informes circunstanciados sobre lo considerado conveniente. Ya con mayores elementos, una comisión especial de diputados presentó un dictamen, cuya sustancia desechaba la erección de una nueva jurisdicción en las Villas del Norte, aceptando que San Miguel de las Cuevas pasara a depender de Camargo; anotándose también conceder la mitad del terreno baldío de la misión que de hecho ocupaba la congregación, aparte de otra porción adyacente. Pasado a debate, el Congreso aprobó el 28 de junio de 1871 que la congregación de San Miguel de las Cuevas se convirtiera en jurisdicción de Camargo, pero sólo con el terreno que hasta la fecha había poseído.121 Para 1888 la congregación de San Miguel de las Cuevas volvió a ser noticia en el Congreso, al insistir ser facultada a erigirse en jurisdicción autónoma, incluyendo las poblaciones de Talismán, Las Prietas, Reynosa Díaz y el Barranco de la municipalidad de Reynosa; así como San Rafael, San Vicente del Potrero, Villarreales, los Valadeces, La Laja y el Tepehuaje del territorio de Camargo. Deseosos de aprovechar la coyuntura política del momento, la solicitud de los vecinos de las Cuevas agregaba de ser favorecidos por la soberana representación del estado, en lo sucesivo la congregación se llamaría “Villa de Alejandro Prieto”, nombre del ilustre gobernador que días antes había tomado posesión.122 Al consultar la opinión de los habitantes de Reynosa Díaz, éstos respondieron con una rotunda negativa a las pretensiones la congregación de San Miguel de las Cuevas y si se unían a la creación de una nueva jurisdicción, debería ser con cabecera en su propio asentamiento, porque contaban a su favor con el decreto número 62 expedido por el sexto Congreso Constitucional del Estado. Alegaron también que en el año del 73, la principal oposición provino de Los Anzaldúas y de San Miguel de las Cuevas, logrando derogar el decreto, no obstante contarse entonces con autoridades para regir durante el año de 1874.123 Por su parte, el ayuntamiento de Reynosa apoyó la negativa, aduciendo las mismas razones de 15 años atrás antepuestas a la emancipación de Reynosa Díaz, o sea, la pérdida de la totalidad de su sección territorial quinta.124

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Por último y a consecuencia del proceso contemporáneo de transformación agrícola de la franja fronteriza tamaulipeca, la población de San Miguel estuvo en capacidad de lograr su emancipación política, verificada el 26 de marzo de 1968, adquiriendo la categoría de ciudad, designándose al mes siguiente en forma oficial como Ciudad Gustavo Díaz Ordaz.125 LA SAUTEÑA. La hacienda de La Sauteña representa una de las páginas más relevantes en la historia regional de norte de Tamaulipas, particularmente de Reynosa, porque en la época de su mayor apogeo, el centro neurálgico de la enorme propiedad se localizaba dentro de este municipio. Sus orígenes datan de fecha posterior a 1767-1768, cuando una vez dotados los colonos del Nuevo Santander de porciones particulares de tierra, el gobierno de la provincia y el virreinato dieron curso a las solicitudes de mercedes sobre tierra realenga.126 Tal fue el ejemplo de don Antonio de Urízar, quien pudo obtener los derechos de la fabulosa cantidad de 648 sitios de ganado mayor, cuyas colindancias eran: por el norte, el río Grande del Norte; al sur, el río Conchos; por el oriente, el mar; y al poniente, la línea de contacto entre el Nuevo Santander el Nuevo Reyno de León, propiedad que fue bautizada con el nombre de “El Sauto”, y más tarde “La Sauteña”, al ser modificada la palabra por el uso del lenguaje popular norteño. La desmedida proporción de los terrenos de El Sauto desde un principio demostraron la incapacidad de un solo dueño para colonizar tan vasto espacio geográfico; de ahí que hacia 1774, 12 vecinos de Camargo y uno de Reynosa establecieran tratos con don Vicente de Urízar, albacea de su difunto hermano Antonio, solicitando la venta de 113 sitios de ganado mayor, situados en la margen derecha del río Bravo. El asunto concretó y fue formalizado por el capitán Ignacio Anastasio de Ayala, representante de los compradores, por medio de una escritura fechada en Linares el 18 de octubre de 1784. Con esa base se pobló legalmente una extensión que iba del potrero de los Tarayes, cerca de la desembocadura del río, hasta los fundos de Reynosa; integrados después los compradores como población en el predio de San Juan de los Esteros, dieron lugar a la congregación de Nuestra Señora del Refugio, cimiento de la ciudad de Matamoros.127 Al principiar el siglo XIX, el virrey Félix Berenguer de Marquina se comunicó con el rey, informándole sobre un expediente hecho por el asesor interino de San Luis Potosí, con relación al remate de 20 sitios de tierras realengas para ganado mayor en favor de José Ignacio Treviño y otros, en la jurisdicción de la villa de Mier 97


del Nuevo Santander; conocidas las adjudicaciones por los fiscales civiles de la Real Hacienda, se escandalizaron de la gran liberalidad al enajenar grandes terrenos del rey en su perjuicio, pues era obvio que los particulares no podrían trabajarlas en forma adecuada. Activando con lo anterior, salieron a relucir las extensas mercedes situadas en la misma provincia y en manos de dos propietarios: don Tomás Urízar y don Manuel Antonio Conde, vecinos de la ciudad de México y San Miguel el Grande, respectivamente. Al evaluar los fiscales su uso hasta esa fecha, se sacó en claro el absoluto despoblamiento de más de 50 leguas de latitud por otras tantas de longitud, explotadas sólo por una hacienda de ovejas, aunque la propiedad se había denunciado y cubierto el pago conforme a la ley.128 En consideración a las ventas de 40 o 50 sitios de ganado mayor a particulares por menos de 100 pesos, en las provincias norteñas del virreinato, “que eran la extensión de un reino”, los fiscales aconsejaron la suspensión de esas operaciones y pidieron la opinión al respecto de los gobernadores del Nuevo Reyno de León, Texas, Coahuila y el Nuevo Santander. En términos generales los funcionarios estuvieron de acuerdo en la necesidad de controlar el otorgamiento de mercedes, y en lo propio a la hacienda de Urízar y Conde, el gobernador del Nuevo Santander dijo “se les regulacen prudentemente las tierras que pudiesen poblar”, debiéndose incorporar las demás a la corona para ser objeto de otros denuncios.129 Discutida la tenencia de Urízar y Conde por los ministros de la Real Audiencia, asentaron que por estar confirmada la enajenación de su terreno no podía revocarse, a excepción de tener algo usurpado. Por el contrario, la Contaduría Mayor dijo que sí se podía revocar, debiendo obligar a los poseedores a vender a otros al precio comprado, añadiendo los fiscales de la Real Hacienda como razón para sufrir esa pena, la evidencia de no poder poblar las propiedades mercedadas. Con base en el dictamen del aparato asesor del gobierno, el rey expidió una real cédula el 14 de febrero de 1805, donde fijó la graduación de las mercedes de tierra en el norte de la Nueva España; además de ordenar el poblamiento de El Sauto en el plazo de un año a partir de esa fecha, bajo amenaza de perder la propiedad de no hacerlo.130 Como resultado natural de la lentitud de la burocracia colonial, las disposiciones normativas reales no se aplicaron al latifundio de El Sauto, y con el estallido de la revolución de independencia, el trámite se interrumpió, sin haber existido ninguna intención de sus

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propietarios de cumplir con las ordenanzas del rey. En un virtual abandono sorprendieron los tiempos posteriores a la consumación de la independencia a la propiedad de Urízar y Conde, de ahí que el gobierno del estado de Tamaulipas la estimara en 1833 como un terreno denunciable para ser colonizado, al igual que los baldíos, las propiedades pertenecientes a comunidades religiosas, y a la hacienda del ex condado de Sierra Gorda.131 En este caso, la gran inestabilidad política presente durante la época de expedición de la Ley de Colonización del Estado de Tamaulipas, sugiere la razón por la cual no fue afectado El Sauto, pues en 1853, su administrador don Francisco Ochoa, reclamaba en el juzgado de Reynosa el robo de dos manadas de yeguas en el rancho del Soldadito, promovido desde la hacienda de Vaquería, casco localizado a orillas del río Conchos, dato indicativo del usufructo y dominio que sobre el vasto terreno tenía la descendencia de Urízar y Conde.132 Ya pacificado el país después del triunfo de la república en 1867, el sistema hacendario de todos los niveles de gobierno estuvo en capacidad para cobrar los impuestos con mayor exactitud. Al requerirse las contribuciones generadas por los bienes de El Sauto en la jurisdicción de Reynosa, su administrador Mariano de la Arena contestó sólo tener en ella terrenos, porque la caballada que se tenía en el rancho del Ebanito había sido robada en su totalidad por Servando Canales. Se lamentaba también que el supremo gobierno del estado no tuviera disposición de pagar los auxilios prestados por la hacienda a las fuerzas liberales, viéndose en apuros para cubrir el gravamen demandado por los ayuntamientos de San Fernando y Burgos. Finalmente dijo tener disposición de retribuir los impuestos siempre y cuando el arrendatario Marcos Garza, de rancho Piedra Agujerada, a su vez pagara la renta comprometida a la hacienda por la cantidad de 153 pesos y seis reales.133 Al aumentar la presión fiscal sobre los adeudos pendientes por El Sauto, las autoridades descubrieron en 1871 el ocultamiento que la administración de la hacienda hacía de 70 sitios de terreno en la municipalidad de Reynosa, ordenando el gobierno del estado al ayuntamiento la aplicación de una fuerte multa.134 Hábil al manejar la situación, el apoderado de El Sauto, promovió una instancia ante el Congreso del Estado para ser condonada la deuda.135 Mientras tanto, en la ciudad de México, el señor Mariano del Conde, cabeza visible entonces de la propiedad, negoció el arreglo de sus contribuciones con el representante de Tamaulipas y diputado ante el Congreso General, el señor Antonio Perales, y obtuvo provisionalmente la abstención de cobro a la hacienda de parte de los agentes fiscales del estado.136

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En 1873 se reactivó la supervisión fiscal a la hacienda de El Sauto al solicitar el gobierno estatal del agente fiscal en Reynosa noticias pormenorizadas sobre sus contribuciones pendientes.137 Más aún hacia fines del año fue nombrado Rafael Zúñiga como comisionado especial del ramo de hacienda para cobrar retribuciones adeudadas al erario por los terrenos de El Sauto localizados en Reynosa, Matamoros, Méndez y San Fernando.138 Estudiado el caso en la jurisdicción de Reynosa, Zúñiga le instruyó un expediente por la vía coactiva contra 150 sitios de agostadero, recayéndole el mandamiento de embargo contra 69.25 sitios, cuyas áreas sumaban los ranchos de Charco Escondido, Roble, Piedra Agujerada, Llorona, Borregos, Palo Alto, Chapul, San Fernando, Santa Fe, Mortandad y Huizache, Mogote de Doroteo, Santa Isabel, Palma, Conejo, Charco de Tolentino, Rancherías y Blanquita, superficie que representaba en conjunto 12,529 millones, 687,500 varas cuadradas.139 Deudor El Sauto en Reynosa de la cantidad de 15,046,08 pesos por conceptos de varios años de contribuciones vencidas y ante la exigencia adoptada por el gobierno del estado para obligar su pago, Mariano del Conde recurrió al amparo federal. Al enterarse las autoridades fiscales tamaulipecas de este hecho, fueron del parecer que la medida tomada por el propietario era un arbitrio propio sólo de protección de las garantías individuales y no procedía contra el cobro de contribuciones. Por otra parte, insistieron en aplicar el criterio de la Ley de Hacienda del Estado del 13 de noviembre de 1872, fundamento para compeler a los causantes morosos a cubrir sus deudas con el fisco, o de lo contrario, ser sujeto a demanda de parte del agente respectivo ante un juez.140 Coaccionado Mariano del Conde por las deudas fiscales generadas por El Sauto al erario público del estado, fraccionó la propiedad desde 1871 entre los miembros de su familia, posiblemente con el ánimo de repartir el compromiso de pago. Así, la sección reinosense de la hacienda quedó dividida en seis porciones compuestas cada una por 21 sitios de ganado mayor, poseídas por Octaviano, Antonio, Carlos, Ángela, Jesús María y el propio Mariano del Conde.141 No obstante este recurso, la casa de El Sauto siguió arrastrando retrasos de contribuciones, viéndose obligado Mariano del Conde en 1881 a entregar 35 sitios al gobierno del estado en retribución al débito no cubierto.142 Con posterioridad el gobierno, a través del tesorero general del estado, promovió el remate de los terrenos a razón de 1,000 pesos por sitio. 143

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Una segunda etapa en la historia del secular latifundio fue la constitución el 31 de octubre de 1888 de la Sociedad La Sauteña, tras la venta que los hermanos Conde hicieron de sus propiedades. El origen de la sociedad tuvo como promotor al licenciado Demetrio Salazar, matamorense egresado del célebre Instituto Científico y Literario de San Juan y recibido de abogado en la ciudad de México en 1882. Conocedor Salazar de las condiciones imperantes en la hacienda de El Sauto y gracias a sus relaciones con importantes personalidades como el mismo presidente de la república y el secretario de Fomento, pudo estimular a un grupo de hombres de negocios para establecer una empresa con miras a explotar los enormes recursos de una propiedad que representaba más de la mitad de la superficie del Distrito del Norte de Tamaulipas.144 Los socios integrantes de La Sauteña fueron Antonio Basagoiti por sí y como gerente de los señores M. Ibáñez y Compañía, Íñigo Noriega por sí y como representante de los señores Remigio Noriega y Hermano, Ignacio de Noriega, Demetrio Salazar e Indalecio Sánchez Gavito. El fondo social original de la sociedad estuvo integrado de: 225 sitios de ganado mayor, con el ganado,

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4. Casco urbano de Reynosa a principios del S. XX


aperos, acciones y derechos comprados a los hermanos Conde, a razón de 650 pesos el sitio; por los derechos a los huecos y demasías situadas dentro de los primitivos linderos de El Sauto; las concesiones de derechos y acciones adquiridas por don Felipe Salazar (padre de Demetrio); las exhibiciones de los señores Remigio Noriega y Hermano, M. Ibáñez y Compañía, e Ignacio de Noriega; la obligación y servicios prestados por el licenciado Demetrio Salazar; la obligación y servicios del licenciado Indalecio Sánchez Gavito; el usufructo de 150 sitios reservados a los hermanos Conde; y por los derechos derivados del contrato celebrado con la Secretaría de Fomento; además de todos los derechos y acciones que la sociedad en lo sucesivo adquiriera. Otras características generales de la sociedad eran la introducción que los socios hacían a ella de sus derechos y acciones adquiridos; el auxilio financiero de los socios a la sociedad para gastos de administración, adquisición de terrenos o derechos, fomento de la propiedad, arreglo con colindantes y cualquiera otro negocio, abonado su importe a la cuenta social de cada uno de más el interés tabulado en el 8%: anual, liquidándose cada año; la sociedad La Sauteña tendría una duración de cinco años, quedando dividida en 115 partes; finalmente quedaron normados las obligaciones y derechos adquiridos en la sociedad por su promotor el licenciado Demetrio Salazar.145 Casi inmediato a la constitución de la sociedad, ésta obtuvo todas las garantías del gobierno de Tamaulipas, al ofrecer a cambio la cantidad de 8,000 pesos en efectivo y otra suma igual en créditos contra el erario, quedando sin vigencia todas las disposiciones del estado que con anterioridad se tenían contra la hacienda.146 No obstante lo anterior, el acaparamiento de la mayoría del antiguo latifundio de El Sauto por la sociedad La Sauteña, además de su capacidad para explotarlo, ésta permaneció por espacio de 16 años como una simple propiedad rústica, sin que en ese lapso se hubiesen realizado grandes inversiones. En 1904 la propiedad fue visitada por primera vez por Íñigo Noriega, gerente de la sociedad, quien descubrió las inmensas potencialidades capaces de ser aprovechadas en ella, proponiéndose la tarea de imprimir una nueva dinámica a La Sauteña, pero donde él fuera su socio mayoritario.147 Noriega era originario de España, radicado después en México, había realizado florecientes negocios al sacar provecho de su compadrazgo con el general Porfirio Díaz, y como buen miembro de los aristócratas Científicos, el trámite para los fabulosos planes en el norte se le facilitaron.148 En primer lugar, adquirió la totalidad de derechos de los socios fundadores de La Sauteña sin mayores problemas que un

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pleito entablado con el licenciado Demetrio Salazar,149 y ya en el terreno respetó los compromisos de venta de ciertas porciones de la hacienda como el caso de la Congregación de Charco Escondido,150 o los arrendamientos a particulares que habían levantado fincas en su interior, aunque muchos de ellos fueron desalojados al pretender derechos de posesión.151 Con la inauguración del ferrocarril Monterrey-Matamoros en 1905, la mayor parte de la administración de la hacienda se trasladó desde El Soldadito a la estación Los Ébanos, bautizada como Colombres, pues recordaba al pueblo nativo asturiano de Íñigo Noriega.152 A partir de entonces, La Sauteña se convirtió en la mayor empresa rural de Tamaulipas, poseedora de fuertes capitales para emprender trabajos de gran escala, calculándose su capital hacia 1907 en 10 millones de pesos.153 El manejo de la hacienda en esta época de franca proyección capitalista estuvo bajo el manejo de José Duvallón, como gerente, asistido por la recia personalidad administrativa de Ignacio de la Torre y Formento, quienes contaban con un nutrido grupo de ingenieros, técnicos y empleados.154 Hecho el plan fundamental para desarrollar La Sauteña, con base en explotar agrícolamente la tierra, el empleo de cuantiosas cantidades de agua para irrigación, acapararon los proyectos del equipo de ingeniería, diseñando la construcción de la presa Llorona a la mitad de la propiedad y la de Paso de los Bueyes sobre el Conchos, con capacidad de 372,000,600 m3, embalse que representaba parte de una concesión por 800,000,000 m3 de ese río; además de poder contar con una cantidad similar concesionada de las aguas del río San Juan, aunque la corriente no pasara por la propiedad.155 Por otra parte, y en tanto se ejecutaban las obras hidráulicas mayores, se planeó el riego por medio de bombeo del río Bravo, la utilización de pozos artesianos y el empleo de aguas de la laguna Anda la Piedra. La Sauteña y el gobierno federal celebraron un contrato para consolidar los magnos proyectos, y en 1909 la hacienda había firmado con varios accionistas texanos una minuta que establecía las condiciones de poblamiento y colonización de sus territorios. Por encontrarse parte de los terrenos de La Sauteña en una zona prohibida a la instalación de ciudadanos norteamericanos, en ella sólo podrían fincarse europeos, pero el resto sí podía recibir colonos de la nación vecina. El plan de colonización extranjera incluía lotes no menores de 12.5 acres por familia, habitaciones cómodas, ferrocarriles comunicantes, ciudades con todos los servicios e instalaciones industriales, como despepitadoras

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de algodón, fábricas de aceite y jabón, ingenios de azúcar, almacenes, depósitos de mercancías, tiendas y bancos.156 En ese mismo año principiaron también los estudios necesarios para construir un puerto de cabotaje en el paraje El Cabeceño, junto a la desembocadura del río Conchos, con pretensión La Sauteña de importar y exportar por ahí diversos productos.157 Pero el estallido del movimiento revolucionario de 1910 vino a frustrar las ambiciosas intenciones de Íñigo Noriega al terminársele el proteccionismo que recibía del gobierno de Díaz, desatendiendo a La Sauteña, la cual para 1912 estaba al borde de la bancarrota. Visto el fracaso, sus administradores determinaron no existía más alternativa que vender la totalidad de la propiedad, con la idea de recuperar algo de las cuantiosas inversiones hechas. Por último, la hacienda fue adquirida por la Compañía Agrícola de “El Tlahualillo”, de Torreón, Coahuila, sin que esta empresa, que llamó a La Sauteña “Compañía Agrícola del Río Bravo”, haya tenido mayor éxito pues en mayo de 1913 las fuerzas revolucionarias de Lucio Blanco ocuparon sus instalaciones.158 PRINCIPIAN LOS NUEVOS TIEMPOS. Con el estallido del movimiento revolucionario de 1910 encabezado por don Francisco I. Madero, se abrieron las expectativas de un cambio radical del sistema político, económico y social en el país, representando de hecho el punto de arranque de la historia contemporánea de México. El Porfiriato, a pesar de sus logros en el campo de la economía, la comunicación ferroviaria del país y otros aspectos positivos, pudo hacerlo sólo a base de grandes sacrificios de los campesinos y del proletariado en formación. Por otra parte, la estabilidad política 15

15. Estación del Ferrocarril.

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la logró el dictador al aplicar un fuerte autoritarismo del poder, sin permitir la disidencia, reeligiéndose continuamente en el puesto ejecutivo máximo de la nación por espacio de casi treinta años. El desquebrajamiento de la dictadura tuvo antecedentes en la crisis económica consecuente con la baja del precio de la plata a principios del siglo XX, lo que generó un encarecimiento de la vida y la natural inquietud de las clases marginadas, manifestado en las huelgas obreras de Cananea y Río Blanco, duramente reprimidas por el régimen. En el aspecto político, la imposibilidad de acción en el país obligó al fuerte núcleo de disidentes encabezados por los hermanos Flores Magón a trasladarse a los Estados Unidos y desde allí establecer la plataforma de trabajo del llamado “Partido Liberal”; sólo en el último año de su gobierno, Díaz permitió el juego político electoral, surgiendo entonces la Asamblea Antirreeleccionista que postuló a Francisco I. Madero como candidato a la Presidencia de la República. Porfirio Díaz, como triunfador de las elecciones de 1910, orilló a Madero a desconocer los comicios y a lanzar un plan de protesta y rebelión en la ciudad de San Luis Potosí, para huir poco después a los Estados Unidos. Vuelto Madero a territorio nacional en febrero de 1911, logró hacer renunciar al dictador, tras una corta campaña realizada en el estado de Chihuahua. En el mismo año de 1911 se efectuaron elecciones presidenciales resultando triunfador Francisco I. Madero, y como vicepresidente José María Pino Suárez. En Reynosa esta candidatura fue activamente apoyada por el Club Político La Unión, que celebraba sus actividades en plena plaza principal, signo inequívoco de los nuevos tiempos.159 Asesinados Madero y Pino Suárez en febrero de 1913 por la reacción militar, en franca complicidad con la embajada de los Estados Unidos en México, se instaló en el país una feroz dictadura castrense dirigida por Victoriano Huerta, antiguo miembro del ejército porfirista. La reacción inmediata en el norte al cuartelazo, fue la proclamación del Plan de Guadalupe, promovido por el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, quien consideró la investidura presidencial de Huerta como anticonstitucional, planteando el respeto y la observancia de la Constitución de 1857; este movimiento tomó el nombre de “Constitucionalista”. El constitucionalismo atrajo a la mayoría de los jefes militares adeptos al ex presidente Madero e inició la lucha en un extenso frente norteño. 105


La zona noreste se le encomendó al general Lucio Blanco para ser insurreccionada, avanzando desde Coahuila al frente del regimiento “Libres del Norte” rumbo a Tamaulipas, donde ocupó en su primera etapa las villas de Burgos, Méndez, San Fernando y Jiménez. A principios de mayo se encaminó sobre la frontera y decidió tomar Reynosa. Previo al ataque, aisló la villa al destruir las vías ferroviarias de acceso, lanzándose a la carga el día 10 y tomándola después de un corto tiroteo con la guarnición sostenida por el 27o. regimiento irregular, bajo el mando del teniente Severiano Cervantes y el coronel Víctor Piña, los que huyeron rumbo a Matamoros.160 Ya en posesión de la villa, de los primeros actos de los atacantes, fue el fusilamiento sumario de don Exiquio de la Garza ex presidente municipal. Desde Reynosa, Blanco organizó la ocupación del resto de las poblaciones fronterizas tamaulipecas hasta Ciudad Guerrero, y preparó el ataque a Matamoros, ciudad tomada en los primeros días de junio tras un intenso combate, estableciendo en ella el constitucionalismo una de sus más poderosas bases de apoyo en la frontera. Triunfante la coalición revolucionaria que derrotó a Victoriano Huerta en 1914, pronto se vio enfrentada entre sí al tratar de definir el proyecto político a desarrollar. Reunidas las fracciones (constitucionalismo, villismo y zapatismo) en la ciudad de Aguascalientes en una Convención a fin de sacar acuerdos, el resultado apuntó a la división, desatándose de nueva cuenta la violencia; Carranza y su gobierno se refugiaron en Veracruz, mientras Villa y Zapata ocupaban momentáneamente con éxito el centro del país. Cuando la ciudad de Monterrey fue tomada por los villistas, desde ahí prepararon sus operativos sobre las zonas centro y norte de Tamaulipas, desprendiéndose la primera columna atacante sobre Matamoros en marzo de 1915. Los generales José Rodríguez y Abasul Navarro, al frente de 3,000 hombres, pasaron por Reynosa a mediados del mes, para ir a chocar sin éxito en las formidables líneas fortificadas matamorenses sufriendo más de 900 bajas en el ataque.161 Al ser derrotado Villa en el Bajío, y Zapata reducido a un pequeño espacio geográfico, el gobierno de la Convención se desmoronó, imponiéndose militarmente el constitucionalismo. Disueltas las fracciones opositoras al proyecto constitucionalista, Carranza tuvo tiempo de recorrer el país a fines de 1915,

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tocándole a Reynosa ser visitada por el jefe del constitucionalismo y virtual presidente de México.162 Dos años después a Carranza le correspondió promulgar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, redactada en Querétaro por el Congreso Constituyente; documento que hizo tangible el espíritu de la revolución y se convirtió en la piedra angular donde se descansa la organización política y social del México de hoy. El término del movimiento armado revolucionario, coincidió en Reynosa con el inicio de la transformación económica y urbana de la pequeña villa. En ello influyeron dos factores determinantes: la nueva paz social y el auge agrícola del “Valle Mágico del Río Grande”. Efectivamente, hasta principios del siglo XX los condados de Cameron e Hidalgo habían permanecido como territorios casi despoblados y cubiertos sus campos con mezquitales, trajinados sólo por una ganadería extensiva. Pero a raíz de la invención de las bombas de agua de gran capacidad, creció el interés por irrigar esos terrenos con agua extraída del río Bravo, corriente que no tenía regulados sus recursos hidráulicos por medio de tratados entre las dos naciones. A partir de entonces, varias compañías de colonización se instalaron en la margen izquierda del Bravo, fraccionando e irrigando mediante poderosas plantas de bombeo, entre ellas la Arroyal Canal Co. (1902), San Benito Land & Water Co., la Mission System (1907) y El Jardín y Harlingen Land & Water Co. (1908).163 Para 1922 el llamado Valle Mágico era una zona agrícola de más de 2,500 quinientas plantaciones, con 215,600 acres (86,240 hectáreas), regadas mediante 58 bombas, con 17,000 HP y capacidad de 2,250,000 galones por minuto, que había absorbido una in16

16. Casco de la Hacienda de La Sauteña en Estación Colombres, hoy Río Bravo

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versión de 11,133,000 dólares. Este dinamismo económico trajo consigo un notable incremento de la población en ambos condados, levantándose una cadena de poblaciones agrícolas, como Harlingen con 6,000 habitantes; Mercedes con 3,000; Pharr, San Juan y Donna, con 500 cada una; y Mc Allen y Mision con 2,000 cada una.164 Este poderoso imán económico desarrollado allende el Bravo, atrajo el interés de trabajadores inmigrantes de otras entidades del país hacia la frontera tamaulipeca desde los años veinte, instalándose en los pueblos mexicanos con sus familias en los tiempos de carencia de actividades agrícolas en los campos del Valle Mágico de acuerdo con los ciclos de los cultivos, factor que en Reynosa influyó en el incremento de su población, acrecentando aún más con la repatriación forzosa y masiva de trabajadores agrícolas mexicanos a consecuencia de la gran crisis del 29. En cuanto al impulso económico directo sentido en Reynosa a consecuencia del auge agrícola del Valle Mágico, éste dio principio a partir de 1920, cuando en los Estados Unidos se puso vigencia la XVIII Enmienda, que prohibía la fabricación, venta y transporte de licores intoxicantes. El impacto del fenómeno conocido como la “Ley Seca” a lo largo de la frontera mexicana en general fue tremendo, generando el florecimiento de numerosos negocios basados en torno al consumo del alcohol.165 Reynosa experimentó entonces una verdadera “texanización”, puesto que la vida económica de la población se volcó para atender a los primeros “turistas” estadounidenses, quienes podían gozar de numerosos bares, restaurantes, hoteles, burdeles y hasta una plaza de toros.166 En el orden social y político-administrativo, durante la década de los veinte, Reynosa elevó su categoría, ejemplificada en la inauguración del Teatro Juárez en 1924; la publicación de los periódicos Cultura (1922), Trabajo (1928), Revista Azteca (1929) y El Observador (1929); la instalación de la potente radiodifusora de onda larga XEAW de 100,000 watts, escuchada en una gran parte del mundo; y la expedición del decreto número 258, de fecha 24 de noviembre de 1926, por medio del cual el gobierno del estado otorgó el rango de “Ciudad” a la villa de Reynosa.167 Por último, en esta misma década, Reynosa experimentó un progresivo crecimiento, fincándose en 1928 las colonias Bellavista y Ayuntamiento, los primeros asentamientos situados fuera de la traza urbana original, sobre terrenos que antes pertenecían al ejido del pueblo, y expropiados con ese propósito por el gobierno de la entidad a iniciativa del ayuntamiento presidido por Lauro

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Herrera Olivares. También, y para mayor afianzamiento de las relaciones económicas con los Estados Unidos, desde 1926 Reynosa quedó comunicada con la margen izquierda del Bravo por un puente metálico colgante.168 LA GRAN TRANSFORMACION. Se puede afirmar que en 1930 concluyeron trece décadas de la historia de Reynosa, abarcando ese periodo desde el trance del traslado de la villa al inicio franco del desarrollo de la ciudad y la región. La gran transformación de Reynosa manifestada a partir de 1930 hasta hoy día, obedeció a varios factores, rasgos distintivos de su vida contemporánea: la creación de los grandes distritos de riego a expensas de los ríos Bravo y San Juan; la explotación de ricos mantos de gas del subsuelo y su industrialización; la instalación de una cadena de maquiladoras; el ensanchamiento del comercio y servicios; la dinámica propia de su ubicación fronteriza; y finalmente, el natural fenómeno de migración hacia la ciudad y la región, procedente del interior del país, en busca de mejores expectativas de vida. La utilización del agua para riego de las extensas planicies aledañas a la cuenca del bajo río Bravo, resultó fundamental en el apuntalamiento de la economía de ambos lados de la corriente internacional. La comprobación se hizo patente con el notable desarrollo adquirido por el Valle Mágico en la tercera década del siglo, sólo que por entonces la regulación de los recursos hidráulicos del Bravo no estaba reglamentada, originándose de ello una negociación diplomática sumada a la larga lucha nacional sobre ríos internacionales, pues de no hacerse, el futuro agrícola de la margen mexicana estaría sumamente limitado. En 1936 y aun cuando todavía no existían acuerdos binacionales sobre la distribución de las aguas del Bravo, la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas del gobierno federal, bajo la iniciativa del ingeniero Eduardo Chávez, inició los trabajos de construcción de una presa derivadora de las aguas del río en el paraje del “Retamal”, jurisdicción de Reynosa.1 Aprobados los trabajos por el presidente Cárdenas, a pesar de las protestas estadounidenses, representaron el primer paso de la creación del Distrito de Riego del Bajo Río Bravo, con una superficie de riego inicial en 1940 de 5,000 hectáreas, y cuatro años más tarde ya sumaba la cantidad de 42,000 hectáreas, sembradas básicamente de algodón. Durante la misma década de 1930, y también al margen de los tratados entre México y los Estados Unidos, respecto a la utilización de aguas internacionales, se comenzó a construir la presa Marte R.

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Gómez, sobre el río San Juan. El San Juan es una corriente muy importante e impetuosa, responsable de numerosas inundaciones en la cuenca baja del Bravo, además de que hasta esa época, no se obtenía de ella ningún aprovechamiento para fines agrícolas; su cuenca de captación se extiende por los estados de Nuevo León y Coahuila, abarcando una superficie de 33,595 kilómetros cuadrados. La presa de almacenamiento de las aguas del San Juan quedó ubicada a 16 kilómetros aguas arriba de Camargo, con una capacidad de 1,257 millones de metros cúbicos, agua distribuida por dos canales: el San Pedro o Norte, con 23 kilómetros de extensión; y el Sur o Guillermo Rhode, con más de 190 kilómetros. En conjunto los dos canales irrigan una superficie de 86,293 hectáreas, ubicadas en los municipios de Mier, Miguel Alemán, Díaz Ordaz, Reynosa (24,422 ha) y Río Bravo.2 El 3 de febrero de 1944 se concretó en la ciudad de Washington, D.C., el Tratado sobre Distribución de Aguas Internacionales entre los Estadas Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América, mediante el cual ambas naciones se pusieron de acuerdo para resolver problemas originados del aprovechamiento desigual de las corrientes internacionales, particularmente el Bravo y Colorado. Este importante documento permitió a los dos países reconocer mutuamente sus derechos a las aguas internacionales y procedieren a cuantificar dichos recursos, distribuyéndose la energía eléctrica por partes iguales, y el consumo, tanto para aprovechamiento agrícola como para utilización urbana, en proporción a sus necesidades y desarrollo futuro.3 El efecto directo del Tratado en la cuenca baja del río Bravo fue la construcción de enormes obras de infraestructura hidráulica: las presas Falcón y Anzaldúas. La presa Falcón se inauguró en 1953 y se localiza a 170 kilómetros aguas arriba de Reynosa, con una capacidad total de almacenamiento de 5,038 millones de metros cúbicos; cuyo aprovechamiento es para retención de azolves, almacenamiento, control de avenidas, generación de energía eléctrica, además de servir de recreo. La Falcón regulariza el uso de los 1,050 millones de metros cúbicos que a México le corresponden respecto a irrigación, consumidos en su totalidad en el Distrito de Riego del Bajo Río Bravo.4 La presa Anzaldúas forma parte del complejo hidráulico de la Falcón, pues sirve de derivadora del 90% de las aguas mexicanas ingresadas al territorio nacional. Su ubicación es a sólo 8 kilómetros arriba de Reynosa sobre el río Bravo, y de donde se desprende el canal del mismo nombre que parte en dos a la ciudad de Reynosa,

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plasmando en su urbanismo el símbolo del desarrollo agrícola del norte de Tamaulipas. El canal Anzaldúas se integra a las superficies de riego del Bajo Bravo, poseedor de la cantidad de 201,818 hectáreas, correspondiéndole a Reynosa sólo 2,028 hectáreas.5 La agricultura de los distritos de riego Bajo San Juan y Bajo Río Bravo, estuvo dominada hasta 1961 por el cultivo del algodón. En la década de 1940 y a pocos años de haber empezado las obras hidráulicas, la región alcanzó el primer lugar en la producción de esta fibra natural, impulsado su cultivo en gran medida por la gran demanda requerida en la industria norteamericana a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y los tiempos posteriores. En la década siguiente continuó el predominio algodonero, sembrándose en 1955-1956 el 90% de los dos distritos de riego con esta planta. Pero a partir de entonces comenzó su declinación progresiva como resultado de una reducción en la demanda al surgir las fibras sintéticas y tener una fuerte competencia con otros países productores introductores de la fibra a un menor precio en el mercado internacional, la elevación simultánea de los costos de producción y finalmente la incidencia de plagas que diezmaron los cultivos, en especial la “pudrición texana” (Phymalotrichus omnivorum), colapsándose para 1962 el cultivo del algodón en la zona. A partir del fin de la era del algodón, los distritos de riego 25 y 26 se ocuparon primordialmente con las gramíneas sorgo y maíz y tal condición continúa hasta hoy. Ambos cultivos poseen distinta función económica y social, pues mientras el maíz es un alimento básico de las clases populares del país, el sorgo es utilizado en la alimentación animal y la industria, y muy ligados sus beneficios al capital transnacional operativo en el agro mexicano; de ahí que a pesar de que el sorgo rinde más toneladas por hectárea, el maíz ha tenido en los últimos años mayores estímulos oficiales para su cultivo; aunque en los dos casos su orientación económica se dirigió a cumplir una función en el mercado nacional.6 En la actualidad, el norte de Tamaulipas ocupa el primer lugar como productor de sorgo en el país y un lugar destacado en la producción de maíz. El impacto económico generado por los distritos de riego en la región del norte de Tamaulipas ha sido enorme a lo largo de los últimos 45 años. Su fuerza desde un principio radicó en desarrollar una agricultura altamente mecanizada y con los últimos avances de la técnica a la mano, disponiendo además de una gran movilización de capitales.

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Los repetidos auges agrícolas proporcionaron un incremento de las actividades comerciales, lográndose beneficiar toda una cadena de poblaciones a lo largo de las riberas del Bravo. Es por lo anterior explicable la emancipación política de varias comunidad, elevándose a la categoría de municipios, tales son los casos de: Miguel Alemán, emancipado de Mier en 1950; Valle Hermoso, separado de Matamoros en 1953, incluyendo una pequeña porción de Reynosa; Río Bravo, escindido de Reynosa en 1961 con la mayor superficie agrícola del municipio, en total 2,140 kilómetros cuadrados; 7 y por último Gustavo Díaz Ordaz, independiente de Camargo a partir de 1968. Otro factor de gran relevancia de la economía regional, pero especialmente de Reynosa, ha sido la producción de gas en la zona, actividad a cargo de la paraestatal Pemex. En 1944 se perforó el primer pozo, el llamado Misión Número 1 (justo en los antiguos terrenos de San Joaquín del Monte), y con posterioridad descubiertos nuevos e importantes yacimientos en los campos de Reynosa (1948), Brasil (1948) y Cano (1949). El producto resultante de los pozos de esta zona, a la cual Pemex ha ubicado en su llamado Distrito Frontera Noreste (el más grande en el país por su extensión), es gas no asociado y húmedo. El gas extraído del subsuelo se recolecta en estaciones, donde se mide, separa, controla y calienta el producto para evitar se congelen las líneas conductoras, enviándose después a las plantas de procesamiento de Reynosa. En este municipio Pemex ha instalado entre 1955 y 1966 cuatro plantas industriales: de absorción, de destilación, de producción de etileno y una planta de polietileno.8 La aportación de la industria petrolera de Reynosa en el contexto de la producción nacional era en 1980 de 20,600 barriles por día, 9 es decir el 1.4% del total de 1, 476,000 barriles por día. En forma específica a la producción de gas natural ese mismo año, la producción anual alcanzó la cantidad de 1, 064,554.2 pies cúbicos, de los cuales el Distrito Frontera Noreste contribuyó con el 19.5%.10 En 1985 la producción de crudo (crudo y condensado) en el Distrito Frontera Noreste registró la cifra de 43,423 (barriles); en cuanto al gas natural, fueron 3,071 (millones de litros cúbicos,11 incluyendo sólo condensados recuperados en fase líquida). Visto en conjunto, la refinería de Reynosa tuvo en 1985 una capacidad nominal de destilación primaria de crudo y líquidos del gas natural estimada en 20.5 (miles de barriles diarios).12 La planta de absorción de Reynosa es una de las más destacadas en su género en el país, contando con cuatro diferentes áreas, capaces 112


de realizar la separación de los hidrocarburos pesados e impurezas contenidas en el gas húmedo. Al final resultan varios productos: gasolina, kerosina, diesel, gasnafta y gasolvente, etano, propano, butano, pentano y naturalmente gas seco. Un producto derivado de esta planta es el etano, petroquímico muy valioso por su volumen de producción, más de 39,000 toneladas métricas, que representaban en 1968 el 60.3% de la producción nacional. En el mismo año la producción de etileno y polietileno representaban el 63.8% y 100% respectivamente del total nacional. Hasta antes de la construcción de las plantas petroquímicas de Pajaritos y Poza Rica, Veracruz, las instalaciones reinosenses para procesar estos productos eran las más importantes en México, decreciendo en los últimos años su participación en la producción del país.13 En 1985 la capacidad nominal instalada en las plantas petroquímicas operantes en Reynosa era la siguiente: etano, 47,000 toneladas métricas por año, del total nacional de 2,926 600; etileno, 27,210 toneladas métricas por año, del total nacional de 918,420; polietileno B.D., 18,000 toneladas métricas por año, del total nacional de 229,000.14

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17. Venustiano Carranza en Reynosa, 1915


La influencia de Pemex en el desarrollo de Reynosa ha sido muy significativa, tanto en su aspecto urbano, como en la derrama económica hecha en amplios sectores de la sociedad local. Construidas sus instalaciones en un sitio originalmente en las afueras de la ciudad, hoy en día la mancha urbana rebasa en forma notable las instalaciones petroquímicas, y una buena parte de su subsuelo está cruzado por ductos de hidrocarburos. La empresa estatal además de otorgar a sus empleados sueldos mayores a los percibidos en otras actividades económicas estimula el crecimiento de la ciudad al crear demandas en la construcción, servicios, comercio y otros.15 Un nuevo panorama económico surgido en la frontera norte de México, y en el que Reynosa no ha estado ajeno, es la instalación de las industrias maquiladoras. Las maquiladoras son industrias extranjeras, generalmente norteamericanas, cuya operación básica consiste en importar componentes y materias primas con carácter temporal para su ensamble, acabado y transformación, mismas que una vez terminadas son retornadas al país de procedencia.16 Desde 1965 el gobierno federal autorizó la instalación de esta industria, con el interés de establecer estímulos económicos en la zona, absorbiendo las maquiladoras al poco tiempo de ser instaladas importantes proporciones de fuerza de trabajo. Durante el primer periodo de 1967 a 1976, la recesión sufrida en los Estados Unidos aunada a la débil política de industrialización de la frontera, dependiente de factores externos propicios, motivó una crisis en la industria maquiladora y el consecuente cierre de numerosas empresas de esta naturaleza. En Reynosa, por ejemplo, desaparecieron cuatro plantas y quedaron paralizados 15 proyectos más.17 El año de 1977 marca un nuevo repunte de las maquiladoras en la frontera, instalándose otras empresas y aliviando el creciente desempleo de la región. Para entonces la devaluación del peso hizo más rentable el negocio de la maquila al abaratar la fuerza de trabajo, gozando estímulos por parte del gobierno federal. La reactivación se hizo patente en Reynosa con la instalación de la planta Zenith, a la que siguieron otras empresas. En 1982 las devaluaciones de ese año generaron más rentabilidad a las maquiladoras, aumentando las expectativas de mayores inversiones. Las maquiladoras han jugado un papel destacado en la economía contemporánea de Reynosa, si tan sólo se toma en cuenta el número de empleados en estas industrias: 9,259 en 1982, algo así como el 10% de la población económicamente activa del municipio y de Río Bravo.18

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Hasta la devaluación del peso mexicano en 1982, el comercio de Reynosa estuvo limitado a satisfacer sólo una pequeña parte de la demanda local, ante la incapacidad de competencia con la enorme infraestructura comercial de Mc Allen; pero a partir de esa fecha, el impacto de las relaciones de cambio de la moneda mexicana; progresivamente más subvaluada, originó una mayor integración de la ciudad y la región a la economía nacional. Los servicios, por su parte, altamente especializados desde los años veinte a atender al visitante temporal norteamericano y nacional han sufrido relativamente menos el impacto de la crisis monetaria. Las posibilidades de obtener mejores niveles de vida en la frontera norte, es desde hace mucho tiempo en México una idea fuertemente arraigada. A ello contribuyó el propio desarrollo de la zona y la posibilidad de cruzar la línea divisoria y obtener empleo en los Estados Unidos; situación afirmada con la creciente proletarización de amplios sectores del país y el abandono del campo de numerosos grupos campesinos por falta de estímulos a su trabajo. De ahí el alto grado de inmigración incidente sobre la frontera norte desde los años treinta, circunstancia aportativa al notable incremento demográfico de las ciudades fronterizas. La ciudad de Reynosa experimentó a partir de 1930 un gran incremento urbano y poblacional debido a la mayor esperanza de vida y a las naturales tasas de crecimiento; pero sobre todo a la inmigración. Así en el periodo de 20 años, de 1930 a 1950, la población de la ciudad se multiplicó siete veces y para 1980 la multiplicación alcanzaba la cantidad de 40 veces; periodo en que la población del municipio se ha multiplicado 24 veces.19 En 1980 la población de la ciudad era de 194,693 habitantes, siendo el total del municipio 211,412. La proyección estadística de la población en Tamaulipas para la década de 1980-1990, señala la cifra de 257,412 habitantes en el municipio de Reynosa en 1986.20 Para 1990 se calcula existirán 293,045 habitantes, cifra que sumará 407,130 al principiar el siglo XXI; así, la tasa promedio anual de crecimiento entre 1980-1990 se estima en 3.29, y para la siguiente década en 3.34.21

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18. Periódico “El Vigilante”, 1911 (AHR) 19. Periódico “Cultura”, 1925

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IV APÉNDICE GRÁFICO Y DOCUMENTAL

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20. Comienza el crecimiento de Reynosa 21. Antigua iglesia de Nuestra Se単ora de Guadalupe 22. Palacio Municipal Antiguo

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LISTA, PADRON Y REVISTA DE LAS FAMILIAS DE POBLADORES Y SUS BIENES. 1749

Familias 1. Joseph Onofre Cavazos, español, casado con doña María Gertrudis de la Garza, tiene siete hijos, Ana Josepha de trece años, Juan José de once, Antonio de nueve, Anna Francisca de siete, María Antonia de cinco, Joseph Matías de tres y José Francisco de año y medio; todas armas; bienes: seis caballos, una manada con treynta yeguas.

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2. Don Nicolás Vallín, español, casado con doña María Gertrudis Rodríguez, española, tiene tres hijos, Joseph María de diez años, Josepha Lugarda de ocho, Joseph Santiago de dos, y dos indias sirvientas que ha criado, armas, escopeta, y adarga, bienes dos caballos, cuatro vacas.

5

3. Juan Antonio Vallín, español, casado con doña Francisca de Villa Real, tiene una niña de pecho llamada María Gertrudis, todas armas, bienes diez y siete yeguas de vientre con su caballo.

3

4. Don Bartolomé Vallín, de veinte y tres años, soltero, todas armas, dos caballos y ocho yeguas.

1

5. Nicolás Joseph Vallín, español de veinte y un años, soltero, armas, escopeta y adarga, bienes dos caballos.

1

6. Joseph Manuel Vallín, español de diez y nueve años, armas, escopeta y adarga, un caballo y una yegua.

1

7. Cristóbal Cano, español, casado con María García, española, tiene seis hijos, Pedro Miguel de diez y seis años, Cristóbal de diez, Joseph de nueve, Antonio de cuatro, María Magdalena de catorce y María Eugenia de siete, todas armas, bienes mil ciento quarenta cabezal de ganado de cría obejuno y cabrío, cinco caballos mansos, treinta y ocho bestias caballares de cría, tres mulas aparejadas, una yunta de bueyes, y veinte y siete vacas.

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8. Ygnacio de la Garza, español, casado con doña Anna María Fernández, tiene una hija llamada María Leonarda de dos años, todas armas, bienes tres caballos, una yunta de bueyes, once yeguas y dos vacas.

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9. Antonio Alexandro Fernández, español, casado con María. Barbosa, española, tiene dos hijos María Ygnacia de cinco años, Joseph Tomás de tres, todas armas, bienes, dos caballos, veinte y seis bestias caballares de cría y dos vacas.

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10. Miguel de Santa María, español, de treinta y un años, oficial de sastre, soltero, armas, espada cuchillo y adarga, bienes un caballo, nueve bestias mulares, de año que van a dos.

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11. Joseph Eugenio Fernández, español, casado con Nicolasa Treviño, española, todas armas, bienes, tres caballos mansos, quatro bacas, quince yeguas.

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12. Joseph Matías Tixerina, español, casado con María Antonia Férnandez, española, tiene una hija de dos años llamada María de la Concepción, todas armas, bienes, seis caballos, dos bacas, y tres yeguas.

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13. Cayetano Tixerina, español, soltero, armas, escopeta y adarga, dos caballos.

1

14. Joseph Miguel de la Garza, español, casado con Antonia Gertrudis de Cano, española, tiene todas armas, bienes cinco caballos, quatro potros, seis bacas, quatro yeguas.

2

15. Joseph Barrera, español, casado con María Magdalena de Tixerina, española, tiene tres hijos María Gregoria de cinco años, Pedro Joseph de dos años y Joseph Dionicio de pecho, todas armas, bienes, tres caballos y un potro.

5

16. Sebastián de Torres, español de cincuenta y un años, viudo tiene dos hijos, Pedro Antonio de once años y Josepha de nueve, armas, escopeta, adarga y dos caballos.

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17. Lázaro Flores, español, casado con Margarita Villa Real, tiene dos hijos, Antonio de dos años, y otro de pecho, tres caballos, armas, escopeta, adarga y cuchillo.

4

18. Joaquín Galván Mortero, casado con María Luisa Riestra, tiene tres hijos, Pedro de diez y seis años, Juana de once, Francisca de dos, todas armas, cinco caballos, seis yeguas, tres bacas, y una yunta de bueyes.

5

19. Joseph de Sosa, mestizo, casado con Juana Baptista, mestiza, tiene cinco hijos, María Rita de diez años, Rosa Gertrudis de siete, Joseph Tadeo de cinco, María Josepha de dos y Joseph Bernardo de pecho, todas armas, tres caballos diez y nueve yeguas y una baca.

7

20. Nicolás Zamora, pardo, casado con Ynés Munguía, española, tiene seis hijos, Joseph Fernando de trece años, Pedro de nueve, Joseph de seis, María de ocho, María Nicolasa de siete, María Toribia de pecho, tiene todas armas, quatro caballos, tres bacas, treynta cabezas de ganado de pelo, y lana, setenta y cinco bestias caballares de cría.

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21. Pedro Joseph Flores, español, casado con María de Ábrego, española, tiene tres hijos. Manuel de quatro años, Ysabel de dos, y Joseph de pecho, armas, escopeta y adarga, quatro caballos y una yegua.

5

22. Francisco Ramírez, mestizo, casado con Aldonsa Faxorda, mestiza, tiene diez hijos, Joseph Leonardo de veinte y tres años, María Gertrudis, de veinte y dos, Joseph de veinte y uno, Juana María de veinte, Antonio de diez y nueve, Anna María de diez y ocho, y Dionicio de diez y seis, Yldelfonso de catorce, Francisco Cayetano de ocho, y Francisco Alexo de siete, tiene todas armas, cinco caballos, cincuenta bestias caballares de cría, seis bacas, trescientas ovejas y cabras de cría.

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23. Santiago de Torres, mestizo, viudo de María de los Santos, quien murió en esta población, armas, espada, cuchillo y dos caballos.

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24. Andrés de Villa Real, mestizo, casado con Francisca de los Santos, española, tiene dos hijos Joseph de dos años, y Philipe de pecho, todas armas, quatro caballos.

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25. Esteban de la Garza, español, casado con María de Luna, española, tiene tres hijos, Joseph de seis años, María de siete, y Joseph Antonio, todas armas, siete caballos, seis reses, veinte ovejas de cría, y cincuenta bestias caballares de cría.

5

26. Nicolás Flores, mestizo, casado con María de San Miguel, mestiza, tiene un hijo llamado Joseph Alexandro de pecho, armas, espada y adarga, quatro yeguas mansas y cinco de cría.

3

27. Juan Guzmán, castizo, casado con María Flores, mestiza, tiene seis hijos, María Nicolasa de quince años, Joseph de catorze, Pedro Luis de nueve, Joseph Nazario de ocho, María de cinco, Joseph Matías de dos, armas, escopeta y adarga, bienes ocho caballos, treinta bestias caballares de cría, ocho bacas.

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28. Phelipe Guzmán, mestizo, casado con Gertrudis Serrano, española, tiene un hijo llamado Domingo de veinte y tres años, todas armas, bienes, siete caballos, veinte y cinco reses de yerro para arriba, treinta bestias caballares de cría, dos mulas aparejadas.

3

29. Agustín de San Miguel, mestizo, casado con María de la Candelaria, tiene una hija llamada María Ygnacia de un año, armas, escopeta y adarga, bienes, dos caballos, diez bestias caballares de cría, y quatro reses.

3

30. Cristóbal de los Santos, mestizo, de treinta y nueve años, viudo, éste está fuera, con el motivo de haberse ido a casar, quedó en su lugar un hijo suyo, llamado Blas de diez y ocho años.

2

31. Juan de los Santos, mestizo, casado con María de los Ríos, tiene un hijo llamado Joseph de diez y nueve años, armas, escopeta, adarga y seis caballos.

2

32. Nicolás Cantú, español, casado con Anna Josepha Cavazo, española, tiene un hijo llamado Nicolás de un año, tiene todas armas, seis caballos, veinte yeguas de vientre y tres bacas.

3

33. Nicolasa Treviño, espoñola, ésta casó con Eugenio Fernández, poblador, tiene quatro hijos, que siguen en su lugar, María Josepha de Tixerina de veinte y ocho años, María de diez y ocho, Anna María de diez y seis, María Rita de catorce, bienes, cien cabezas de ganado de pelo y lana.

1

34. Michaela de la Garza, viuda española, tiene dos hijos, Bartholomé de diez y seis años, Clara Gertrudis de diez y siete años, bienes, nueve reses de yierro para arriba, un caballo y una yegua.

3

35. Doña Josepha Cavazos, española, de cincuenta y un años, viuda, tiene un niño llamado Juan Joseph Vallín, de quince años, tiene escopeta y un caballo.

2

36. María de los Santos, mestiza, viuda, de treinta y ocho años, tiene cinco hijos, Joseph Benigno, de doce años, Pedro de seis, Josepha Rosalía de ocho, Juan Miguel de quatro, Joseph María de pecho, tiene un caballo.

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37. Doña Jacova Galvana, española, de cincuenta y un años, viuda, tiene dos hijos Xavier de la Garza, de diez y nueve años y Félix Lorenzo de diez y seis, armas, una escopeta, bienes, dos caballos, y tres bacas.

3

38. Santiago Longoria, español, de veinte y seis años, soltero, tiene todas armas, cinco caballos treinta bestias caballares de cría.

1

39. Juan Cavazos, casado, con Ermenegilda de Ochoa, española, tiene dos hijos, María Josepha de diez y ocho años, y Joseph Antonio de onze, armas, escopeta y espada, y adarga, cinco caballos, veinticinco bestias caballares de cría, ciento y quince cabezas de cabras y obejas de cría, y una yunta de bueyes.

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40. Miguel Tanguma, pardo, casado con Pasquala de Hernández, parda, tiene quatro hijos, Bartola de diez y seis años, Juana de trece, Juan Antonio de quatro, Juan Miguel de tres, todas armas, cinco caballos, y quatro yeguas.

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41. Don Juan Vela, poblador que era de la Villa de Camargo, y con permiso del Sr. General, se mudó a esta villa, español, casado con Phelipa Rodríguez, tiene tres hijos, Joseph de once años, Gertrudis de diez y Gertrudis María de dos, tiene un mozo de diez y seis años llamado Blas su sirviente, todas armas, tres caballos y quarenta y cinco bestias caballares de cría aburradas, cinco mulas aparejadas y una baca.

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SIN AYUDA DE COSTA 42. Don Juan Ygnacio González, vecino de el Partido de Serralvo, casado con doña Josepha Vela, tiene un hijo llamado Francisco de veinte y cinco años, una hija llamada María de trece y tres sirvientes él, y dicho Francisco con todas armas, seiscientas obejas, mil cabras, cinco manadas, la mayor parte aburrada, con quatrocientas bestias, quarenta reses de yerro para arriba, y diez caballos mansos.

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43. Marcos González, mestizo, casado con Matiana Guerra, tiene cinco hijos, Marcelo de diez y siete años, María de trece, Juana de diez, Joseph de nueve, Antonio de quatro, y Gregorio de dos, todas armas, trescientas cabezas de ganado menor de cría, quatro caballos, y dos yeguas, éste vive en los ranchos de China, aún no se ha mudado.

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43.

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LISTA DE LA ESCUADRA DE ESTA VILLA 1. Carlos Cantú, Capitán de ella, casado con doña María Gertrudis Cabazos, tiene seis hijos, doña Anna Josepha de veinte y un años, Joseph Carlos, de diez y nueve, Joseph Manuel de quince, Josepha Gertrudis de doce, Joseph Antonio de diez y Phelipé de cinco, todas armas, veinte caballos, Setenta bestias caballares de cría, veinte reses, quinientas cabras, tres yuntas de bueyes apareadas, tres mulas, la una aparejada, y dos indios de servicio.

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2. Don Diego de la Garza, sargento, viudo con dos hijos, Joseph Lorenzo de doze años, y Joseph de diez, tiene todas armas, veinte caballos, doscientas bestias caballares de cría de hierro para arriba aburradas, veinte rezes, cien cabezas de ganado menor, una yunta de bueyes apareada, dos mulas aparejadas.

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3. Juan Antonio Cabazos, español de cincuenta años, casado con doña Margarita Villa Real, tiene todas armas, siete caballos, y quatro yeguas.

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4. Francisco Xavier de León, mestizo, de veinte y tres años, casado con Catharina Cano, española, María de tres años y un niño de pecho, todas armas, quinze caballos, nueve bestias caballares de cría, veinte cabras, y una baca.

4

5. Pedro Francisco Cabazos, español, soldado, de veinte y seis años, tiene todas armas, y ocho caballos.

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6. Pedro Joseph Cabazos, español de veinte años, soltero, tiene todas armas, ocho caballos.

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7. Xavier Zamora, español, de treinta y siete años, soldado, casado con María Jacinta, española, tiene seis hijos, Joseph Remigio de seis años, Joseph Mateo de quatro, Santiago de dos, María de tres, Guadalupe de dos, y otro de pecho, tiene todas armas, ocho caballos, veinte y cinco bestias caballares de cría, seis rezes y veinte y cinco obejas.

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8. Juan Antonio Villa Real, español, de treinta y un años, casado con Rosalía Flores, española, tiene dos hijos, Joseph Antonio de quatro años, y Thomasa de dos, todas armas, ocho caballos.

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9. Toribio Zamora, mestizo, de veinte y un años, soltero, tiene todas armas, y ocho caballos.

1

10. Asencio Farias, español, de veinte y seis años, casado con Anna María Benavides, española, tiene una niña de pecho, todas armas, ocho caballos, tres bacas, treinta y tres yeguas de vientre.

3

11. Domingo Martínez, español, de quarenta años, casado con María Cazilda de Lerma, española, tiene cinco hijos, María Josepha de quince, María Thesdora de catorze, Magdalena de dos, Joseph Manuel de tres, y Joseph Raymundo de tres, tiene todas armas y ocho caballos. 54. CUADERNO DE LAS FUNDACIONES FUNDADAS POR JOSE DE ESCANDON: REYNOSA, Ramo Provincias Internas, exp. 2, 24-37, Archivo General de la Nación, México.

7 223

123


POBLADORES DE REYNOSA BENEFICIADOS POR LOS AUTOS DE LA GENERAL VISITA

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40.

124

Francisco Cano Juan Guzmán Ignacio de la Garza Javier Zepeda Fco. Javier de la Garza Félix de la Garza José Miguel de la Garza Pedro Cantú José Aparicio José Ignacio Cantú Vicente Treviño e hijo José Antonio Treviño Salvador Salamea Juan Antonio Ballí Cristóbal Cano José Fernández Cano Cristóbal Cano Juan José Cavazos José Onofre Cavazos José Cano Pedro Cavazos José Fco. Cavazos José Antonio Cavazos Domingo Guerra e hija Leonor Guerra Joaquín Galván Ildefonsa Quintanilla Carlos Cantú María Gertrudis Cavazos Nicolás Canú Bartolomé Fernández con su madre Micaela de la Garza (Viuda) Alejandro Fernández Eugenio Fernández Domingo Guillermo de los Santos Cayetano Tijerina Bartolomé Fernández María Rita Tijerina Santiago Torres Francisco Quiro Juan Vega José Antonio Villarreal José Antonio Castañeda

41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80.

Javier Zamora Dionicio Zamora Anastacio Villarreal Antonio Margil Cano Miguel Cano José Matías Tijerina Joaquín Ponce Nicolás Zamora Florentino Zamora José Antonio Zamora Salvador Bocanegra José Fco. de la Garza José Fco. de la Garza Cantú Hermenegildo Ochoa José Antonio Cantú Gabriel Munguía María Luna Nicolás Bocanegra Ramón Munguía Ildefonso Quira José de la Cerda (soldado) o su sustituto, Miguel Bocanegra Francisco Guajardo Antonio Gutiérrez Juan Antonio Villarreal Ma. Lugarda de los Ríos José Félix de Hinojosa Domingo Fonseca Gregorio Camacho Cap. Juan José Hinojosa José Antonio Velasco Nicolás Cavazos José María Ballí Antonio de los Santos Manuel Martínez Nicolás Flores Lázaro Flores Pedro Flores Dionicio Ramírez Ildefonso Ramírez José Francisco Cantú

AUTOS DE LA GENERAL VISITA, Archivo Histórico de Reynosa.


REPARTIMIENTO DE TIERRAS TOCANTE A LA MISION

En la misma Villa a treinta y uno del expresado mes y año llegaron a nuestra presencia don Joseph Bernardo Gómez y don Joseph Antonio Velazco Agrimensores, éste por parte del misionero y aquél por la de su Magestad y dijeron en cumplimiento del Acto que oyeron el veintinueve, pasaron a medir las tierras tocante a Misión hacia donde mantiene hoy sus ganados y llegados al sitio nombrado Desierto, donde termina el ejido hacia el Poniente tendieron el cordel de Oriente á aquel, y con cien cordeladas que hacen cinco mil varas mexicanas y una legua completa arribaron al paraje y laguna de San Juan con otras tantas á la loma de Comecrudos al Puerto de San Francisco y con veintisiete cordeladas al lindero demarcado á la Villa de Camargo, y de aquí pasaron a orillas del río de rancho a rancho de Norte a Sur y con cien cordeladas que hacen otra legua llegaron á la verdad principal y con otros tantos á la Loma de Comecrudos que todos hacen á tres leguas en cuadro y veintisiete cordeladas sin la legua de Ejidos por aquella parte que se le puede servir á la misión por no quedar así allí porción alguna á los vecinos y son mas que suficientes para Misión y las mas cómodas y de mejor calidad de este recinto y es lo que ejecutaron y firmaron con nosotros y los de asistencia. Palacio. Licenciado Osorio, de Asistencia, Durán. De Asistencia, Federico Lozada. Joseph Bernardo Gómez, Joseph Antonio Velazco.

AUTOS DE LA GENERAL VISITA Archivo Histórico de Reynosa

125


PADRON DE LA VILLA DE REYNOSA, JURISDICCIÓN DEL NUEVO SANTANDER, INTENDENCIA DE SAN LUIS POTOSI AÑO DE 1792.

EDADES

ALMAS (Niños)

Solteros

Casados

Viudos

TOTAL

Hom. Muj. Hom. Muj. Hom. Muj. Hom. Muj. 1 hasta 7 años 122 de 7 a 16 de 16 a 25 de 25 a 40 de 40 a 50 de 50 arriba

103

Total

103 255

127 096 027 003 002

122

Total por rubro

225

108 058 010 004 000

000 011 102 047 039

180 199 435

000 000 004 003 008

000 000 006 012 012

0,225 0,237 0,221 0,247 0,093 0,080

199 015

030

1,103

002 056 098 024 019

398

45

DISTINCION DE CASTAS 1 hasta 7

de 7 a 16

de 16 a 25

de 25 a 40

de 40 a 50

Castas

Europeos Españoles Indios Mulatos Otras Castas Totales

de 50 arriba

hom.

muj.

hom.

muj.

hom.

muj.

hom.

muj.

hom.

muj.

hom.

055 003 005 059 122

042 002 003 056 103

044 008 010 065 127

053 011 009 037 110

035 008 016 048 107

040 007 009 058 114

069 000 008 051 133

055 005 003 051 114

001 031 002 005 014 053

000 019 000 004 017 040

001 028 000 004 016 049

Total de muj. Castas 000 019 000 002 010 031

2 490 51 78 482 1,103

INMUEBLES Parroquias.................................... 1 Misiones ...................................... 1 Haciendas .................................... 0

Ranchos Dependientes ................ 0 Ranchos Independientes ............ 19 Estancias ..................................... 8

DISTINCION DE CLASES Curas ........................................... 1 Sacristanes ................................... 1 Estudiantes .................................. 1 Empleados de La Real Hacienda .... 4 Con fuero Militar......................... 3

Labradores............................... 128 Fabricantes .................................. 1 Comerciantes ............................... 6 Artesanos................................... 10 Jornaleros .................................. 11 166

ARCHIVO HISTORICO DE REYNOSA

126


DEPARTAMENTO DE TAMAULIPAS AÑO DE 1837 CUADRO ESTADISTICO de la Villa de Reynosa formado Por el Ilustre Ayuntamiento o consecuencia de orden del señor Subprefecto del partido de esta Villa. CENSO DE POBLACION EDADES

SOLTEROS Varones Hembras

Desde 1 a 7 años de 7 a 16 años de 16 a 25 años de 25 a 40 años de 40 a 50 años de 50 a 60 años de 60 a 120 años

646 437 261 256 022 006 006

TOTAL

1634

CASADOS Varones Hembras

VIUDOS Varones Hembras

655 412 333 146 012 0 29 010

000 016 222 248 224 114 083

000 016 256 259 166 126 084

000

000

004 050 034 006 025

008 053 067 027 027

1597

907

907

119

182

TOTAL DE LA POBLACION ................................................................... 5,346 Parroquias ......................................... 1 Casas altas de piedra ......................... 4 Casas bajas de piedra ...................... 37 Casas altas de madera ....................... 1 Casas de guano o jacales............... 800 Cementerios ...................................... 1 Tiendas mixtas .................................. 4 Fanegas de sembraduría de temporal ....140 Yuntas de bueyes .......................... 270 Huertos de árboles frutales .............. 7 Estancias ......................................... 10 Ranchos .......................................... 60 Sitos de tierra de agostadero ......... 550 Número de cabezas de ganado vacuno .8,100 Número de cabezas de ganado caballar .6,150

Número de ganado menor de pelo .....1600 Número de ganado menor de lana......1000 Número de ganado menor de serda.........60 Zapaterías ..........................................7 Sastrerías ...........................................4 Carpinterías .......................................4 Herrerías ...........................................2 Platerías ............................................1 Sombrerías ........................................2 Caleras ............................................30 Tenerías ............................................4 Obrajes ..............................................1 Mulas aparejadas .......................... 160 Carretas ......................................... 100

127


AUTORIDADES CIVILES Subprefecto ..................................................................................................... 1 Alcaldes ........................................................................................................... 1 Regidores ........................................................................................................ 4 Síndico procurador .......................................................................................... 1 Jueces de paz ................................................................................................... 3 Jueces de paz Suplentes .................................................................................. 2 MINISTROS DE CULTO Curas Párrocos ................................................................................................ 1 INSTRUCCIÓN PUBLICA Escuela de primeras letras ............................................................................... 1 NOTICIAS DE LOS MUERTOS, NACIDOS Y CASADOS Personas muertas de enfermedades ............................................................... 77 Nacidos en el presente año .......................................................................... 180 Casados en todo el presente año.................................................................... 30 PRODUCTOS DE TODAS CLASES

PRODUCTO

Fanegas de frijol Fanegas de garbanzo Cabezas de ganado mayor Cabezas de ganado caballar Cabezas de ganado de pelo Cabezas de ganado de lana Cabezas de ganado de serda

En el año pasado

15000000000 30 0000000 0006 55000000000 44100000000 40000000000 28000000000 1200000000

En el presente año

19000000000 2000000000 55800000000 45000000000 30000000000 26000000000 0000296 1300000000

Las hostilidades de los salvajes y pérfidos colonos, han arruinado completamente la costa del norte de río Bravo, de suerte que las seis villas de la frontera han venido a caos, por tan feroces enemigos en una completa destrucción de sus bienes y sus hijos. El Ejército del Norte se haya aun formado una línea sobre estas villas, y por mucho comodimiento y caridad con que quieren tratar a estos habitantes, les infieren males inevitables, porque el pequeño y preciso sustento de las familias, tienen que impartirlo con el soldado que aun satisfaciéndolo a dinero constante, el chiquillo se lamenta por que el padre no tiene con que hacerle un nuevo transporte de alimentos; por todo esto es que la villa de Reynosa es hoy un esqueleto lamentable si se compara con su suerte anterior. Sala Consistorial del Ayuntamiento de Reynosa, Dic. 30 de1837. Serafín González. Julián Guerra. Juan Antonio Ballí. Ramón Cavazos Guerra. Juan Nepomuceno Fega Cavazos. Marcos Gómez, Síndico Procurador. Maximino Rodríguez, Secretario.

ARCHIVO HISTORICO DE REYNOSA

128


DEPARTAMENTO DE TAMAULIPAS, AÑO DE 1837. CUADRO ESTADISTICO DE LA ANTIGUA REYNOSA FORMADO POR EL CIUDADANO SEÑOR JOSE MARIA GUERRA, JUEZ DE PAZ DE A CONSECUENCIA DE ORDEN DEL SEÑOR SUBPREFECTO DEL NORTE. CENSO DE POBLACION EDADES

SOLTEROS Varones

Hembras

CASADOS Varones

Hembras

VIUDOS Varones

TOTAL

Hembras

Hasta 7 años de 7 a 17años de 16 a 25 años de 25 a 40 años de 40 a 50 años de 50 a 60 años de 60 arriba

094 065 060 008 000 000 000

069 049 034 010 030 026 021

000 000 038 049 030 026 021

000 000 038 049 016 000 004

000 000 003 015 039 000 007

000 000 006 024 115 052 053

163 114 179 155 000 000 000

TOTAL

227

164

164

164

038

076

833

Jacales ...................................................60 Fanegas de sembraduría ........................15 Yunta de bueyes ....................................40 Ranchos ...................................................8 Sitios de tierra de agostaderos ...............28 Número de cabezas de ganado vacuno ...............................................2500 Números de cabezas de ganado menor de pelo ......................................400 Número de cabezas de ganado Caballar ...............................................400 Número de cabezas de ganado de lana ...............................................4000 Sombrerías ...............................................1 Tenerías ...................................................1 Mulas apareadas ..................................100 Carretas .................................................15 AUTORIDADES CIVILES Jueces de Paz ...........................................2

PRODUCTOS DE TODAS CLASES

NOTICIAS DE LOS MUERTOS, NACIDOS Y CASADOS:

Juzgado de Paz de la Antigua Reynosa, Diciembre 14 de 1837 José María Guerra

Personas muertas por varias enfermedades en este año ........................2 Nacidos en el presente año ....................40 Casados en todo el presente año ..............4

No ha habido ninguno a excepción de las cosechas temporales que abundaron a 100 fanegas de maíz. En los bienes de campo no resultó ningún producto a causa de la rigurosa seca y las guerras tan destructoras de los indios bárbaros. RAMOS DE FONDOS MUNICIPALES No hay ningún ramo de esta clase a causa de estar muy reciente su separación.

ARCHIVO HISTORICO DE REYNOSA

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ESTADO GENERAL DE INGRESOS Y EGRESOS HABIDOS EN LA SALINA EGRESOS AÑO DE 1841 - De Octubre en que comenzó a Diciembre produjo la venta de la salina: Data por sueldos del Guardia de la Salina. AÑO DE 1842 - El Ayuntamiento De este año recibió esta cantidad Produjo la venta de la salina Suma: Data por sueldo del guarda y gastos de escritorio. Entregados a D. Antonio Canales por orden del señor Prefecto Esta cantidad la gastó el ayuntamiento del año citado de 42 en la obra comenzada para la escuela AÑO DE 1843 - Produjo la venta de la salina en este año. Data entregados al señor Prefecto por su orden. Gastos de escritorio y medidas para la salina AÑO DE 1844 - Esta cantidad la recibió el ilustre Ayuntamiento de este año. Produjo la venta de la salina.

Data entregada al señor Prefecto por su orden. Sueldos del Guarda y gastos de escritorio.

INGRESOS

Pesos

R

G

PESOS 0089

R 6

G 0

0030

0

0

0030

0

0

0057

6

0

0 6

0 0

0126

0

0

0200

0

0

0326

0

0

0076

6

0

0076

6

0

0491

4

6

0239

4

0

0252

0

6

0092 4

4 6

0

0344

4

6

0

0

1016

6

6

1016

6

6

0215

0

0

0024

4

0

0249

0

0

0095

4

6

RESUMEN Suman los ingresos Sueldos del Guarda y gastos de escritorio y medidas Entregados al Prefecto

0276

0

6

0664

0

0

Gastados por el Ayuntamiento de 1842 en la obra para la escuela

0076

6

0

Igual

0000

0

0

NOTA: En el presente año no se ha entregado ninguna cantidad al señor Prefecto.

Reynosa, Agosto 14 de 1845. Nabor Rodríguez

Leonardo de la Garza ARCHIVO HISTORICO DE REYNOSA

130


ESTADO QUE MANIFIESTAN LA POBLACIÓN RAMOS DEL ESTADO, MUNICIPALES. POBLACION

HOMBRES

MUJERES

Habitantes de la villa y su ejido De la antigua Villa, hoy ranchería Ranchería de la Mesa Ranchería del Rosario Ranchería de San Miguel de la Cuevas Ranchería del Prieto Ranchería de Charco Escondido Ranchería de los Olmitos Ranchería de la Escondida Ranchería de Santa Ana Ranchería de las Anzaldúas

1,181 281 224 141 177 136 109 93 40 34 39

1,177 265 205 138 168 94 108 67 31 39 39

TOTAL

2,455

2,331

TOTAL

2,358 546 429 27 345 230 160 71 73 78

4,786

Reynosa, Junio 17 de 1853 ARCHIVO HISTORICO DE REYNOSA ESTADISTICA DE LA SECRETARIA DE FOMENTO, COLONIZACION, INDUSTRIA Y FOMENTO. Dirección General de Estadística de la Rep. Mexicana. Secciones Municipales, 15; Juntas Municipales, ?; Comisarias Rurales, 15; Congregaciones, 3; Tenencias, ? REYNOSA* sus términos o ejido ANTIGUA VILLA, 5a. CHARCO ESCONDIDO 6a. JABONCILLOS 7a PURISIMA 8a ROSARIO 9a RETAMITAS 10a LAGUNA GRANDE 11a RANCHO GRANDE 12a CHARCO ESCONDIDO 13a ARTESITAS 14a JESUS MARIA 15a

Categoría o si son villas o pueblos.

Villa Congregación “” “” Ranchería “” “” “” “” “” “” “”

Número de Habitantes

2,500 630 800 793 369 318 193 140 321 200 150 278 6,692

* Dos máquinas de despepitar algodón, ambas de vapor. Una de aserrar con la fuerte motriz de una de aquéllas. Cabecera de partido de dicho nombre, tiene un ayuntamiento compuesto de un alcalde, 7 regidores, 2 síndicos y el secretario. Lleva el nombre de la antigua villa que inundaron las aguas del río Bravo en el año de 1802. Reynosa, Julio 31 de 1884. Juan Domínguez.

ARCHIVO HISTORICO DE REYNOSA

131


23

24

25

23. Palacio Municipal en los a単os Cincuentas 24. Plaza y Kiosco 25. Costado Poniente de la Plaza

132


26

27

28

26. Esquina Suroeste de la Plaza 27. Calle Norte de la Plaza del 000Mercado 28. La Calle Real, hoy Hidalgo

133


29

30

31

29. Aduana Fronteriza de Reynosa 30. El Teatro Juárez 31. La Calle Hidalgo en los años 0Cuarenta

134


32

33

34

32. Primer Puente Internacional Reynosa-Hidalgo 33. Reynosa desde el Puente Internacional 34. La Garita Aduanal inundada por el Bravo

135


35

36

37

35. La Primitiva zona Rosa de Reynosa 36. El comercio original de la “Texanización” 37. La Plaza de Toros

136


39

40

39. Aguador Reinosense 000popularmente llamados 000“Barrileros” 40. La Mujer Reinosense en los 000años Veintes

137


38

41

42

38. Despepitadora de Algod贸n 41. Ni帽ez de Reynosa, 1925 42. Manifestaci贸n del Partido Social Fronterizo

138


43

44

45

43. Concentraci贸n del Partido 000Social Fronterizo 44. Actividad Pol铆tica Reinosense, 0001927 45. Antigua Escuela Miguel 000Hidalgo

139


46

47

48

46. Escuela Secundaria y Preparatoria “José de Escandón” 47. Internacional, presa Derivadora “Anzalduas” sobre el Río Bravo 48. Visita Presidencial de Gustavo Díaz Ordaz a la Refineria de Reynosa

140


V LITERATURA CITADA

141


I.

PANORAMA NATURAL

1. Plan Estatal de Desarrollo. Municipio de Reynosa, Secretaría de Asentamientos Humanos, Obras y Servicios Públicos del Gobierno del Estado de Tamaulipas, inédito, s.p. 2. X Censo General de Población y Vivienda 1980, Secretaría de Programación y Presupuesto. Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, México, 1983, vol. I, t. 28, p. 30. 3. Carta General del Estado de Tamaulipas levantada a iniciativa de su actual gobernador C. Pedro Argüelles, por la Comisión Geográfica Exploradora, 1908. 4. Enríquez Coyro, Ernesto, El Tratado de México y los Estados Unidos de América, sobre ríos internacionales, una lucha de noventa años, Facultad de Ciencias PolíticasUNAM, México, 1975, t. 1, pp. 29-35. 5. Síntesis Geográfica del Estado de Tamaulipas, Secretaría de Programación y Presupuesto-Instituto Nacional de Estadística. Geografía e Informática, México, 1973, pp. 25-27. 6. Ibídem. 7. “Carta Estatal de Climas”, Síntesis Geográfica del Estado de Tamaulipas. Secretaría de Programación y Presupuesto-Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. México, 1973. 8. Ibídem. 9. Ibídem. 10. Síntesis Geográfica del Estado de Tamaulipas…,op. cit., pp. 51-98. 11. Síntesis Geográfica del Estado de Tamaulipas…,op. cit., pp. 98-104. II.

ORIGEN Y ESTABLECIMIENTO DE REYNOSA

1. Robles, Vito Alessio, Coahuila y Texas en la época colonial, segunda edición, Porrúa, México, 1978, p. 34 2. Historia de Nuevo León, con noticias sobre Coahuila, Tamaulipas, Texas y Nuevo México escrita en el siglo XVII por el Cap. Alonso de León, Juan Bautista Chapa y el Gral. Fernando Sánchez de Zamora, estudio preliminar y notas de Israel Cavazos, Biblioteca del Estado de Nuevo León, Gobierno del Estado de Nuevo León-Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad de Nuevo León, Monterrey, México, 1961. pp. 193.194. 3. Ibídem, pp. 193-202. 4. Ibídem, p. 197. 5. El pueblo de Tamaholipa estuvo ubicado al norte de la actual villa de González, junto a la sierra de Tamaulipas y muy cerca del arroyo del Cojo. Tamaholipa es la raíz toponímica del nombre que lleva la entidad. Véase Zorrilla, Juan Fidel, TamaulipasTamaholipa, Instituto de Investigaciones Históricas. Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1980,71 pp. 6. Zorrilla, Juan Fidel y González Salas, Carlos, Diccionario Biográfico de Tamau-

142

lipas, Instituto de Investigaciones Históricas; Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1984, pp. 135-138. 7. Estado General de las Fundaciones hechas por D. José de Escandón en la Colonia del Nuevo Santander Costa del Seno Mexicano, publicaciones del Archivo General de la Nación, Talleres Gráficos de la Nación, México, 1930,1 2, pp. 105-110. 8. Ibídem. 9. Ibídem. 10. Cuaderno de las fundaciones fundadas por José de Escandón: Reynosa, Ramo Provincias Internas, expediente 2, 24-37, Archivo General de la Nación, México. 11. Ibídem. 12. Ibídem. 13. Zorrilla, Juan Fidel, Historia del poder colonial en el Nuevo Santander, hoy Tamaulipas, Biblioteca Mexicana Núm. 52, Manuel Porrúa, S.A. Librería, México, 1976, pp. 156-172. 14. Estado General de las Fundaciones..., op. cit., t.1, pp. 367-387. 15. Ibídem. 16. Ibídem. 17. Estado General de las Fundaciones..., op. cit., pp. 105-110. 18. Ibídem. 19. Zorilla, Historia del poder colonial... ,op. cit., pp. 173-183. 20. Testimonios de las diligencias practicadas en Reynosa y posesiones que dentro se expresan, sacado el 7 de septiembre de 1767, manuscrito original, Archivo Histórico de Reynosa, sin catalogación (en lo sucesivo se abreviará AHR, S.C.). 21. Ibídem. 22. Ibídem. 23. Ibídem. 24. Ibídem. 25. 1bídem. 26. Saldívar y Silva, Gabriel, Los indios de Tamaulipas, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, publicación 70, México, D.F., 1943 Vid. mapa de distribución de los indios de Tamaulipas en la segunda mitad del siglo XVIII, s. p. 27. Hester Thomas, La arqueología del Valle Bajo del Río Grande de Texas, incluido en el libro Proceedings An Exploration of a Common Legacy: A Conference on Border Architectural. Una exploración de un Legado Común: Una Conferencia Sobre la Arquitectura de la Frontera, Published by the Texas Historial Commission, 1978, pp. 74-75. 28. Newton, Milton B. Jr., The Distribution and character of sites, Arroyo Los Olmos, Starr, Country, Texas, Bulletin on the Texas Archeological Society, Dallas Texas, 1968, vol. 38, pp. 19-24. 29. Hester, Thomas, op. cit., pp. 75-76. 30. Ibídem, pp. 76-77. 31. Newcomb, W.W. Jr., The Indians of Texas, University of Texas Press, Austin, 1961, pp. 29-57. 32. Visita a la Colonia del Nuevo Santander, hecha por el Licenciado Don Lino Nepomu-


ceno Gómez, el año de 1770, introducción de Enrique A. Cervantes, México, 1942 p. 61. 33. Informe sobre la Colonia del Nuevo Santander y el Nuevo Reino de León, presentado por Félix Calleja, Universidad Autónoma de Nuevo León, Dirección General de Investigaciones Humanísticas, Actas Núm. 3, serie 3, Monterrey, 1978, p. 12. 1978, p. 12. 34. Ejemplo de un arrendamiento de los bienes de la misión en la época colonial en la Escritura de arrendamiento de 600 ovejas de la Misión de San Joaquín del Monte otorgada por D. José Francisco Ballí, Estanislao y Antonio Domínguez, año de 1806, ms., AHR, s.c. 35. A partir de 1828 el gobierno del estado expidió una serie de decretos relativos a la regularización, arrendamiento o venta de los antiguos bienes misionales, dándose distintas luchas de los indios por conservar sus propiedades en las pocas misiones que conservaron población en la primera mitad del siglo XIX. Véase testimonio de la época de Toribio de la Torre y coautores, Historia General de Tamaulipas, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Autónoma de Tamaulipas, 1975, p. 59. 36. Reglamento para el modo de manejar a los indígenas en caso que comentan delitos, ms., 1838, AHR, s.c. 37. Escrito presentado por el indígena Florencio Bocanegra pidiendo se practique la medición del terreno conocido por San Joaquín del Monte entre ellos y sus vecinos de San Miguel de las Cuevas, año de 1863, ms., AHR, s.c. 38. Información sumaria contra Juan Ramires por heridas que injirió al indígena Florencio Bocanegra, año de 1863, ms., AHR, s.c. 39. Cuaderno de las fundaciones..., ms., cit., 34, arch. cit. 40. Testimonio de las diligencias practicadas en la Villa de Reynosa, por el señor General Dn. Joseph de Escondón, Caballero Profeso del Orden de Santiago, Lugarteniente de el Exmo. Sr. Virrey de esta Nueva España, en esta Costa del Seno Mexicano y sus Fronteras, Ramo de Provincias Internas. expediente 13, 210-221, Archivo General de la Nación, México. 41. Estado General de las Fundaciones…, op. cit., pp. 105-107. 42. Ibídem. 43. Traslación de la Villa de Reynosa a la Loma de San Antonio, en Boletín del Archivo General de la Nación, México, 1956, t. XXVII, número 3, pp. 437-450. 44. Ibídem., pp. 431-433. 45. Ibídem., pp. 433-434. 46. Ibídem., pp. 435-436. 47. Ibídem., pp. 436-455. 48. Ibídem., pp. 455-456. 49. Ibídem., pp. 456-462. 50. Ibídem., pp. 462-465. 51. Ibídem., pp. 466-469. 52. Ibídem., pp. 470-472. 53. Ibídem., pp. 472-476. 54. Ibídem., pp. 476-477. 55. Ibídem., pp. 477-482,

56. Ibídem., pp. 482-484. 57. Ibídem., pp. 484-488. 58. Ibídem., pp. 488-494. III. TRECE DECADAS DE HISTORIA (1802-1930) 1. Además, Reynosa fue la única población

del Nuevo Santander advocada a la Guadalupana, patrona de la fundación de esta provincia novohispana. Véase Cervantes A., Enrique, Documentos relativos a la Villa de los Cinco Señores, capital del Nuevo Santander, hoy Jiménez, Tamaulipas, México, 1947, p. 56. 2. Datos registrados en diversos documentos del AHR. La viga maestra fue recogida por un particular al ser demolida la iglesia, conservándola de adorno en su negocio. 3. Expediente relativo al seguimiento de la Causa Criminal contra el Capitán Juan José Ballí, Ramo Provincias Internas, expediente 44, 412416, Archivo General de la Nación. México. 4. Orden del Señor Justicia de este lugar Don Máximo Cavazos para mantener en servicio de las armas vecinos de este lugar para contener a los insurrectos, 1811, ms., AHR, s.c. 5. El envío de los cañones consta en el Libro en que han sido remitidas todas las reales órdenes que han sido remitidas a esta autoridad por el Señor Gobernador de esta Provincia, 1811. El reclamo del cañoncito de San José consta en Comunicación de Antonio Domínguez al Alcalde Constitucional Don Félix de León, Reynosa 11 de abril de 1821, ms., AHR, S.C. 6. Bando mandado publicar por esta Justicia Mayor referente a que todo individuo que salga de esta provincia deberá llevar su pasaporte correspondiente, Reynosa febrero 16 de 1812, ms., AHR, S.C. 7. García, Cleotilde P., Cartas y documentos del Capitán Pedro López Prieto, edición y anotación de las copias originales de los archivos de Camargo y Bexar, San Felipe Press, Austin, Texas. 1975, pp.21-28 8. Saldívar, Gabriel, Historia comprendida de Tamaulipas, México, 1945, pp. 135-136. 9. Informe sobre Salgado se encuentra en la Comunicación del Gobernador Juan Fermín de Juanicotena al Alcalde de Reynosa, Aguayo 3 de agosto de 1812, ms., AHR, s.c. La descripción del insurgente está en la Comunicación de José Ramón Díaz de Bustamante, Camargo 9 de noviembre de 1812, ms., AHR, S.C. 10. García, Cleotilde P., op. cit., p. 34. 11. Distribución de quinientos cartuchos por D. Vicente de Hinojosa, Reynosa 17 de junio de 1812 ms., AHR, S.C. 12. Comunicación del Gobernador Juan Fermín de Juanicotena Alcalde de Reynosa, Aguayo 31 de agosto de 1813, ms., AHR, S.C. 13. Respuesta del Ayuntamiento de Reynosa al Bando del Gobierno del 28 de septiembre, Reynosa 16 de octubre de 1815, ms., AHR, S.C.

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14. Comunicación de José Antonio García al

Señor Alcalde de Primera Elección de la Villa de Reynosa, Don Felipe Abarca, Camargo 27 de marzo de 1817, ms., AHR, S.C. 15. Convenio Celebrado entre el Sr. Comandante de las armas D. Antonio Domínguez y el C. Presidente del R. Ayuntamiento de esta Villa, 1822, ms., AHR, S.C. 16. Datos de documentación aislada, AHR. 17. Véase Zorrilla, Juan Fidel, Origen del Gobierno Federal en Tamaulipas, Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1978, 39 pp. 18. Berlandier, Luis y Chovel, Rafael, Diario de Viajes de la Comisión de Límites que puso el gobierno de la República bajo la dirección del Exmo. Señor General Don Manuel Mier y Terán, Tipografía de Juan Navarro, México, 1854, p.246. 19. Representación que ha hecho la Corporación y principal vecindario al Gobierno del Estado, sobre abrir el camino al Frontón de Santa Isabel, Reynosa 4 de noviembre de 1830, ms., AHR, S.C. 20. Ibídem. 21. Información derivada de las sesiones extraordinarias de los días 8, 12, 13, 17, 18 y 19 de enero de 1835, presente en el Libro de Actas de la Y. Corporación de esta Villa de Reynosa, 1835, AHR. 22. La Franja del Nueces o La Costa era un territorio perteneciente a Tamaulipas desde la fundación de la colonia del Nuevo Santander, limitaba por el norte con el río Nueces; al sur con el río Bravo; por el oriente con el Golfo de México; y al poniente en una línea desprendida de la confluencia del arroyo Atascosito con el Nueces. 23. De la Torre, Toribio y coautores, op. cit., pp. 143-197. 24. Control de las Enfermedades Transmisibles, Secretaría de Salubridad y Asistencia, México, 1975, pp. 57-64, 25. Información procedente de diversos documentos, AHR, S.C. 26. Ibídem. 27. Circular del Gobierno del Estado, Ciudad Victoria, enero 16 de 1849, Jesús Cárdenas, Rufino Rodríguez, oficial mayor, ms., AHR, s.c. 28. Informe de la Junta de Sanidad Reynosa, febrero 25 de 1849, M.D. Guillermo Fosdick, Teodoro Gómez, ms., AHR, S.C. 29. Comunicación del Ayuntamiento al Jefe Político del Departamento del Norte de Tamaulipas, Reynosa, agosto 9 de 1849, ms., AHR, S.C. 30. Historia de Nuevo León, con noticias sobre Coahuila, Tamaulipas, Texas y Nuevo México, escrita en el siglo XVII por el Cap. Alonso de León, Juan Bautista Chapa, y el Gral. Fernando Sánchez de Zamora, estudio preliminar y notas de Israel Cavazos, Biblioteca del Estado de Nuevo León, Gobierno del Estado de Nuevo León, Monterrey, México, p. 14. 31. Ejemplificado este conocimiento con cla-

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ridad en el mapa del Nuevo Reyno de León presente en la Sección Mapas y Planos, México, 524, del Archivo General de Indias, Sevilla, España, publicado en Fernández de Jáuregui Urrutia, Joseph Antonio, Descripción del Nuevo Reyno de León (1735-1740). Publicaciones del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Monterrey, 1963. 32. Estado General de las Fundaciones hechas por José de Escandón en la Colonia del Nuevo Santander Costa del Seno Mexicano, Publicaciones del Archivo General de la Nación, Talleres Gráficos, de la Nación, México, 1930, t.2, p. 109. 33. Carta en que pide el cabo de la Real Salina de Purificación, socorro y guarnición para dicho R1. haber de S.M., año de 1779, ms., AHR, S.C. 34. Johnson Soott, Florence, Royal Land Grants North of the Rio Grande 1777-1821, Texan Press, Rio Grande City Texas, 1969, pp.44-55. 35. Dato procedente de las sesión extraordinaria del 24 de mayo de 1846, del Libro de Actas y Acuerdos del Ayuntamiento 1846, AHR, S.C. 36. Comunicación de La Sub-Prefectura del Partido de la Villa de Camargo al Alcalde Constitucional de Reynosa, Mier, mayo 27 de 1846, Policarpio Martínez, ms., AHR, S.C. 37. Comunicación de la Prefectura del Norte de Tamaulipas al Alcalde de la Villa de Reynosa, Rancho Los Barriales, junio 5 de 1846, Jesús Cárdenas, ms., AHR, S.C. 38. Dato procedente de la sesión extraordinaria del 11 de junio de 1846, del Libro de Actas y Acuerdos del Ayuntamiento, 1846, AHR, S.C. 39. Dato proporcionado por Donato Palacios, cronista de Reynosa. 40. Dato procedente de la sesión extraordinaria del sábado 24 de octubre de 1846, del Libro de Actas y Acuerdos del Ayuntamiento, 1846, AHR, S.C. 41. Dato procedente del Libro borrador de oficios de la Y. Corporación y Juzgado, 1846, ms., AHR, S.C. 42. Dato procedente de la sesión extraordinaria del sábado 17 de abril de 1847, del Libro de Sesiones Extraordinarias, 1847, AHR, S.C. 43. Dato proporcionado por el cronista de Reynosa. 44. Dato procedente de la sesión extraordinaria del 24 de mayo de 1845, en el Libro de Actas y Acuerdos del Ayuntamiento, 1848, AHR, S.C. 45. Dato procedente de la sesión ordinaria del 29 de febrero de 1845, en el Libro de Actas y Acuerdos del Ayuntamiento, 1848, AHR, S.C. 46. Dato procedente de la sesión del día 21 de junio de 1848, del Libro de Actas y Acuerdos del Ayuntamiento, 1848, AHR, S.C. 47. Averiguación sumaria sobre robo de caballada que hicieron unas voluntarios de Texas en los agostaderos de abajo de esta jurisdicción en unión de unos mexicanos, Rey-


nosa, septiembre de 1845, ms., AHR, S.C.

68. Comunicación del Ayuntamiento al Juez

48. Informe de la Comisión Pesquisidora de la

de la Policía de San Vicente de la Mesa, Reynosa, 5 de octubre, 1851, ms., AHR, S.C. 69. Paredes Manzano Eliseo, Conmemoración del CXXV aniversario de los honrosos titulos de Heroica, Leal e Invicta, H. Matamoros Tam., 30 de octubre de 1976, pp.20-24. 70. Comunicación del Ayuntamiento al Gobernador del Estado de Tamaulipas, Reynosa, 23 de diciembre de 1851, Manuel Ballí, ms., AHR, S.C. 71. Cerutti, Mario, Economía de Guerra y Poder Regional en el Siglo XIX, gastos militares, aduanas y comerciantes en años de Vidaurri (1855-64), Archivo General del Estado de Nuevo León, Monterrey, 1983, pp. 67-71. 72. Decreto de Santiago Vidaurri, General en Jefe del Ejército del Norte Restaurador de la Libertad de la Patria, Gobernador y Comandante General de los Estados Libres y Soberanos de Nuevo León y Coahuila, Monterrey, octubre 4 de 1855, impreso, Archivo Histórico de Camargo, Tamaulipas, sin catalogación. 73. Representación al Sr. Coronel Jefe de la Línea de Bravo del Norte, Reynosa 1856, ms., AHR, S.C. 74. Ibídem. 75. Representación del Y. Ayuntamiento de la Villa de Reynosa dirigida al Exmo. Sr. Presidente Sustituto de la República Mexicana D. Ignacio Comonfort, ms., AHR, S.C. 76. Decreto que establece la Zorra Libre, impreso, AHR, S.C. 77. Zorilla, Juan Fidel, El Plan de La Loba…, op. cit., p.532. 78. Jackson Hanna, Alfred y Abbey Hanna, Kathryn, Napoleón III y México, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, pp. 135144. 78bis.Martínez, Oscar J., Ciudad Juárez: El auge de una ciudad fronteriza a partir de 1848, Fondo de Cultura Económica, México, 1982, pp. 31-34. 79. Acta del Ayuntamiento y vecindario de Reynosa secundando el plan proclamado en los Fresnos, año de 1853 ms., AHR, S.C. 80. Circular del Ejército del Norte Restaurador de la Libertad, Segundo en Jefe, al Comisionario municipal de la Villa de Mier, Reynosa, 26 de julio de 1855, ms., Archivo Histórico de Mier, sin catalogación. 81. Comunicación del Juzgado Primero de Camargo al Alcalde Primero de la Villa de Mier, septiembre 1 de 1855, José María Ramírez, ms., Archivo Histórico de Mier, sin catalogación. 82. Dato proporcionado por el cronista de Reynosa. 83. Comunicación del Ayuntamiento al Jefe Político del Distrito, Reynosa Septiembre 12 de 1861, ms., AHR, S.C. 84. Comunicación del Ayuntamiento al Jefe Político del Distrito, Reynosa, octubre 16 de 1861, ms., AHR, S.C. 85. Circular del Comisionado Ad Hoc del Distrito del Norte de Tamaulipas, Ciudad Guerrero, octubre 30 de 1861, Andrés Treviño, ms., AHR, S.C.

Frontera Norte al Ejecutivo de la Unión, en cumplimiento con el artículo 3 de la Ley del 30 de septiembre de 1872, impresa de Díaz de León y White, Monterrey, Méjico 1874, p. 106. Más datos en la Información de testigos sobre la entrada de los cincuenta americanos en esta Villa al mando de Mr. Norto el 26 del corriente, Reynosa, marzo 30 de 1853, ms., AHR, S.C. 49. Registro de los daños causados a la población en la entrada de los cincuenta americanos, al mando del comandante Mr. H. Norton el 26 del corriente, Reynosa marzo de 1853, ms., AHR, S.C. 50. Informe de la Comisión Pesquisidora…, op. cit, p.106. 51. Ibídem., pp. 108-109. 52. Ibídem., p. 109. 53. Ibídem., pp. 45-46. 54. Ibídem., pp. 17-18. 55. Ibídem., p. 19. 56. Informe de la Comisión Pesquisidora de la Frontera Norte al Ejecutivo de la Unión sobre depredaciones de los indios y otros males que sufre la frontera mexicana, Imprenta de Díaz de León y White, México, 1874, pp. 15-16. 57. Newcomb, W. W. Jr, The Indias of Texas, University of Texas Press, Austin, 1961, pp. 59-81. 58. Comunicación del Sub-Prefecto del Partido de la Villa de Mier al Alcalde Segundo de Reynosa, Mier, mayo 28 de 1846, Policarpo Martínez, ms., AHR, S.C. 59. Averiguación sobre el hecho de armas que tuvo lugar en el rancho de San Lorenzo al aprehender unos chacales la Comisión Ambulante é india al mando de Pedro Villarreal año de 1852, ms., AHR. s.c 60. Expediente que contienen las comunicaciones relativas a la salida de los indios Tarnpacuases de la jurisdicción, año de 1852, ms., AHR, S.C. 61. informe de la Comisión Pesquisidora…, op. cit., p. 110. 62. Ibídem. 63. Datos sobre la implementación de esta medida en Reynosa en la Comunicación del Gobierno del Estado de Tamaulipas al Ayuntamiento de Reynosa, Ciudad Victoria, 20 de agosto de 1849, Ramón de Valdés, ms., AHR, S.C. 64. Zorrilla, Juan Fidel, El plan de La Loba, sobretiro de Humanitas, número 21, Universidad de Nuevo León, 1980, pp. 540541. 65. Comunicación del Ayuntamiento al coronel José María Carbajal, Reynosa, septiembre 25 de 1851, Florentino Zamora, Cristóbal Leal, ms., AHR, S.C. 66. Comunicación del Y. Ayuntamiento al Jefe Político del Departamento del Norte, Reynosa, septiembre 25 de 1851, ms., AHR, S.C. 67. Comunicación de la Sala Capitular del Ayuntamiento a los señores Manzo y Carbajal, Reynosa, septiembre 26 de 1851, ms., AHR, S.C.

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86. Comunicación del Ejército Imperial Me-

xicano, División Mejía, Brigada Cortina, General en Jefe, al Ayuntamiento de Reynosa, Reynosa, octubre 14 de 1864, Juan Nepomuceno Cortina, ms., AHR, S.C. 87. Circular de la Prefectura Política del Distrito de Matamoros, Imperio Mexicano al Presidente del Ayuntamiento de Reynosa, H. Matamoros, noviembre 24 de 1864, Jacobo S. Navarro, ms., AHR, S.C. 88. Comunicación de la Secretaría de Gobierno y Comandancia Militar de Tamaulipas al Presidente del Ayuntamiento de Reynosa, marzo 31 de 1866, ms., AHR, S.C. 89. Miró Flaquer, Maribel, Catálogo de documentos-carta de la Colección Porfirio DíazTamaulipas, marzo 1876-noviembre 1885, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1985, p. 32. 90. Comunicación del Juzgado de Distrito del Norte de Tamaulipas al Presidente del Republicano Ayuntamiento de Reynosa, H. Matamoros, febrero 9 de 1877, Juan Nepomuceno Margáin, ms., AHR, S.C. 91. Datos procedentes de la sesión del 10 de diciembre de 1880, del Libro de Decretos 1880-81, Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas, pp. 97-98. 92. Datos procedentes de la sesión del 13 de agosto de 1887, del Libro de sesiones ordinarias y extraordinarias del R. Ayuntamiento, 1887, ms., AHR, S.C. 93. Dato proporcionado por el Cronista de Reynosa. 94. Anuario Estadístico del Estado de Tamaulipas, formado por la Dirección General Técnica, establecimiento tipográfico del Gobierno del Estado dirigido por Víctor Pérez Ortiz, Victoria, 1911, pp. 142-158. 95. Datos procedentes de la sesión del 12 de marzo de 1881, del Libro de Sesiones Ordinarias y Extraordinarias del R. Ayuntamiento, 1881, ms., AHR, S.C. 96. Documentos relativos al Palacio Municipal de Reinosa, inaugurado solemnemente el 16 de septiembre de 1899, tipografía de Germán Osuna, H. Matamoros, 1899. 97. Datos proporcionados por el Cronista de Reynosa. 98. Expediente de medidas del Ejido de la Antigua Reynosa que vendió el Gobierno a los vecinos de la misma, año de 1841, ms., AHR, S.C. 99. Ibídem. 100. Ibídem. 101. Ibídem. 102. Ibídem. 103. Ibídem. 104. Ibídem. 105. Ibídem. 106. Representación de los vecinos de la congregación de la Antigua Reynosa ante la Secretaría de la Diputación Permanente del Congreso de Tamaulipas, Antigua Reynosa, diciembre 11 de 1872, ms., AHR, S.C. 107. Datos procedentes de la sesión ordinaria del miércoles 18 de junio de 1873, del Libro de Actas Núm. 13 (1873.74), Archivo

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Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. 108. Ibídem. 109. Dato procedente del libro de Alberto María Carreño, Archivo General de Porfirio Díaz, citado por Antonieta Espejo en el artículo Origen del segundo nombre de Reynosa Díaz, del informe global 1962-67, de la Biblioteca Pública Amaba Caballero de Castillo Ledón, Reynosa. 110. Instrucción de la Comisión de Puntos Jurisdiccionales, Reynosa, julio 15 de 1873, Antonio Rodríguez León, ms., AHR, S.C. 111. Datos procedentes de la sesión del 27 de septiembre de 1873, del Libro de Sesiones Ordinarias del Republicano Ayuntamiento, 1873. Más información en la Comunicación del Ayuntamiento de Reynosa al Gobierno del Estado de Tamaulipas sobre la negativa de los vecinos de Charco Escondido y Anzaldúas a pertenecer a la nueva villa, Reynosa octubre 24 de 1873, ms., del Libro borrador de oficios de la Corporación, 1873, AHR, S.C. 112. Comunicación del Gobierno del Estado de Tamaulipas al Ayuntamiento de San Antonio de Reynosa, Ciudad Victoria, noviembre 28 de 1873, Servando Canales, A. Perales, srio., ms., AHR, S.C. 113. Dato procedente de la sesión extraordinaria del 15 de diciembre de 1873, del Libro de Sesiones Ordinarias del Republicano Ayuntamiento, 1873, AHR, S.C. 114. Documentos con que dio principio la medida general de los terrenas de esta jurisdicción en 1849 y Acta del Ayuntamiento de Camargo y Reynosa para suspender dicha medida hasta la resolución del Gobierno, ms., Archivo Histórico de Camargo, sin catalogación. 115. Ibídem. 116. Dato procedente de la sesión del 31 de octubre del ayuntamiento de Reynosa, del Libro Borrador de oficios, 1849, AHR, S.C. 117. Comunicación del Ayuntamiento al Jefe Político del Departamento del Norte, Reynosa agosto 30 de 1849, ms., AHR, S.C. 118. Datos procedentes de distinta documentación, AHR, S.C. 119. Expediente sobre apeo y deslinde de los terrenos de esta jurisdicción, Camargo año de 1869, ms., Archivo Histórico de Camargo, s.c. Más información en la Comunicación del Ayuntamiento de Camargo al Presidente del Ayuntamiento de Reynosa, Camargo agosto 13 de 1869, Felipe Villarreal, P. Olivares, srio. interino, ms., AHR, S.C. 120. Expediente sobre apeo y deslinde…, ms. cit., arch. cit. 121. Datos de la sesión del 21 de abril y 2 de mayo de 1871, del Libro de Actas Núm. 8, 1870-71, Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. Complemento de información en las sesiones del 27 y 28 de junio de 1871, del Libro de Actas Núm. 9, 1871, Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. 122. Copia del escrito presentado con fecha 9 de mayo por las vecinos de San Miguel de


Camargo solicitando erigirse en villa, 1888, ms., AHR, S.C. 123. Ibídem. 124. Dato procedente de la sesión del 16 de junio de 1888, del Libro de Sesiones Ordinarias y Extraordinarias, 1888, AHR, S.C. 125. Decreto No. 261 del Cuadragésimo Sexto H. Congreso Constitucional del Estado Libre y Soberano de Tamaulipas, Periódico Oficial de Tamaulipas, miércoles 27 de marzo de 1968. Y el Decreto No. 276 de la misma legislatura, Periódico Oficial de Tamaulipas, miércoles 24 de abril de 1968. Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. 126. Informe de la General Visita practicada en 1768 y 1769, por Juan Fernando de Palacio y José Osario y Llamas, Archivo de la Historia de Tamaulipas, compilada y editada por Gabriel Saldívar, primera parte, tomo VII, México, 1946. 127. Paredes Manzano, Eliseo, Homenaje a los Fundadores de la Heroica, Leal e Invicta Matamoros en el sesquicentenario de su nuevo nombre, H. Matamoros, Tamps., 1976, pp. 52-53. 128. Real orden para que no se vendan en gran cantidad sitios de tierra por el grave daño que resulta de no poblar el que los compra, comprende a las tierras de Sauto y Urizar, 1805, ms., AHR, S.C. 129. Ibídem. 130. Ibídem. 131. Ley de Colonización, Expedida por el honorable congreso de este Estado, y sancionada por el exmo. Gobernador D. Francisco Vital Fernández, Imprenta del Restaurador, Ciudad Victoria, noviembre 17 de 1833, AHR, S.C. 132. Información de testigos mandada practicar a pedimento de Don Juan José Chapa Guerra en representación de Dn. Francisco de Ochoa, administrador de hacienda del Sauto. Juez suplente de Paz, C. Juan Cavazos Benavides, Reynosa, diciembre 9 de 1853, ms., AHR, S.C. 133. Comunicación del administrador de la Sauteña al Alcalde Primero de Reynosa, Vaquería, septiembre 3 de 1867, ms., AHR, S.C. 134. Comunicación del representante del Gobierno del Estado al Presidente del Ayuntamiento de Reynosa, abril 12 de 1871, J.M. de la Viña, ms., AHR, S.C. 135. Notificación del gobierno a la legislatura sobre una instancia presentada por el apoderado de la hacienda del Sauto, Sesión ordinaria, jueves 11 de mayo de 1871, Libro de Actas No. 9, 1871, Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. 136. Comunicación del administrador de la hacienda de la Sauteña al agente fiscal de Reynosa, Vaquería, diciembre 21 de 1872, Andrés Guillestegui, ms., AHR, S.C. 137. Comunicación del Gobierno del Estado de Tamaulipas al agente fiscal del gobierno de Reynosa, Ciudad Victoria, enero 15 de 1873, Servando Canales, ms., AHR, S.C. 138. Comunicación del Gobierno de Tamaulipas al agente fiscal de Reynosa, Ciudad Victoria,

diciembre 15 de 1873, Francisco Echartea, ms., AHR, S.C. 139. Comunicación del comisionado de Hacienda del Gobierno de Tamaulipas al ciudadano Alcalde Constitucional de la Villa de San Antonio de Reynosa, Ciudad Camargo, enero 10 de 1874, Rafael Zúñiga, ms., AHR, S.C. 140. Ejecutivo sobre pago de contribuciones promovido por el agente fiscal de Reynosa, contra Don Mariano del Conde, agosto 14 de 1874, S.J.H., ms., AHR, S.C. 141. Manifiestos representados por el C. José María Valdéz, administrador general de la casa del Sauto, Reynosa, 1881, ms., AHR, S.C. 142. Informes sobre la aprobación del contrato celebrado por el Gobernador con el apoderado de Mariano del Conde el 13 de julio de 1881. Sesión del día 12 de diciembre de 1881, decreto número 138, Libro de Decretos 1881-1883, Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. 143. Informes sobre el remate de los terrenos entregados al gobierno por la casa del Sauto. Sesión del día 17 de octubre de 1883, decreto número 100, Libro de Decretos 1881-1883, Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. 144. Arbitraje sobre la Hacienda “La Sauteña” y otros derechos, seguido entre los señores D. Íñigo Noriega y Lic. D. Demetrio Salazar, representados respectivamente por los señores licenciados D. Gumersindo Enríquez y D. Bernardo Gracia Medrano, Talleres de la papelería “La Helvetia”, México, 1908. 145. Ibídem, pp. 4-7. 146. Informes sobre la aprobación de contrato celebrado entre el poder Ejecutivo de Tamaulipas y la Sociedad “La Sauteña”, Sesión del día 19 de diciembre de 1888, decreto número 79, Periódico Oficial número 59, Libro de Decretos 1887-1889. Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. 147. Arbitraje sobre la Hacienda “La Sauteña”, op. cit. p.3. 148. Zorrilla, Juan Fidel y González Salas, Carlos, Diccionario Biográfico de Tamaulipas, Instituto de Investigaciones HistóricasUniversidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria Tamps., 1984, p. 343. 149. Arbitraje sobre la Hacienda “La Sauteña”, op. cit. 150. Escritura de compra-venta entre los vecinos de la congregación de Charco Escondido, jurisdicción de Reynosa y la Compañía “La Sauteña”, ante el notario público Pedro de Keratry, H. Matamoros, 5 de abril de 1906, fotocopia perteneciente al archivo particular del señor Donato Palacios, Cronista de Reynosa, Tamps. 151. Un ejemplo típico de los litigios se encuentra en el Exhorto ordenado por el C. Juez de Primera Instancia de esta fracción judicial contra Canuto Adame, a pedimento de la Compañía Sauteña 1910, ms., AHR, S.C. 152. Datos de Don Moisés G. García, director del campo experimental de la Hacienda “La Sauteña”, citados por Miguel Angel

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Menéndez Báez en la obra Diálogos de una Crónica, edición limitada a 6 ejemplares, Río Bravo, Tamps., 1982, pp. 23-24. 153. Argüelles, Adalberto J., Reseña del Estado de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1910, p. 187. 154. Menéndez Báez, op. cit., pp. 27-29. 155. Enríquez Coyro, Ernesto, El Tratado entre México y los Estados Unidos de América sobre ríos internacionales, una lucha nacional de noventa años, UNAM, México, 1975, t. I, p. 411. 156. Tamaulipas, Reseña Geográfica y Estadística, Librería de la Viuda de C. Bouret, MéxicoParís, 1910, p. 63 157. Menéndez Báez, op. cit., p. 19. 158. Ibídem, pp. 34-36. 159. Ecos de la manifestación, Club Político “Unión”, del 25 de junio de 1971, Reinosa, Tamps., Fondo Histórico Gabriel Saldívar y Silva, Biblioteca Pública del Estado Marte R. Gómez. 160. De la Garza, Ciro, La Revolución Madama en el Estado de Tamaulipas (cronología), 1885.1913, Libreria de Manuel Nimia, México, p. 169. 161. De la Garza, Ciro, La Revolución Mexicana en el Estado de Tamaulipas (cronología), 1913-1973, Librería de Manuel Porrúa, México, pp. 150-151. 162. Datos proporcionados por el Cronista de Reynosa. 163. Enríquez Coyro, op. cit., p. 402. 164. Ibídem, p.411. 165. Eliot Morrison, Samuel, Steele Commager, Henry, y Leuchtenburg, William E., Breve historia de los Estados Unidos, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, pp. 713714. 166. Datos proporcionados por el Cronista de Reynosa. 167. Decreto No 258, expedido por el XXIX Congreso Constitucional del Estado Libre v Soberano de Tamaulipas, Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. Este decreto entró en vigencia a partir del 1 de enero de 1927, celebrándose magnos festejos, y s publicó también el Álbum Conmemorativo de Reynosa, obra de José Antonio Ríos. 168. Datos proporcionados por el Cronista de Reynosa. IV. REYNOSA HOY 1. Testimonio del ingeniero Eduardo Chávez

2.

3.

4. 5.

citado en Agua, Tierra y Hombre, semblanza de Eduardo Chávez, ediciones Desfiladero, 1985, pp. 93-109. Catálogo de seis años de trabajo en el Estado de Tamaulipas, Secretaría de Recursos Hidráulicos, 1964, pp. 49-70. Presa Falcón y plantas hidroeléctricas, Comisión Internacional de Limites y Aguas, 1953, pp. 1-9. Ibídem, pp. 10-28. Catálogo de seis años de trabajo.. ,op. cit., pp. 115-137.

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6. Margulis, Mario y Tuirán Rodolfo, Desa-

rrollo y población en la frontera norte, el caso de Reynosa, El Colegio de México, México, 1986, pp. 73-78. 7. Decreto No. 53, expedido por el H. Congreso del Estado el 27 de diciembre de 1961, Periódico Oficial Núm. 103, Archivo Histórico del Congreso del Estado de Tamaulipas. 8. Margulis y Tuirán..., op. cit., pp. 82-85. 9. Lavín Higuera Valentín, La industrialización de Tamaulipas, edición auspiciada por la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1983, p. 138. 10. Margulis y Tuirán... op. cit., p. 85. 11. Anuario Estadístico 1985, Petróleos Mexicanos, Impreso en el Instituto Mexicano del Petróleo, Sub-Dirección General de la Capacitación y Desarrollo Profesional, división editorial, p. 42. 12. Ibídem, p. 51. 13. Margulis y Tuirán..., op. cit., pp. 86-88. 14. Anuario Estadístico 1985..., op. cit., p.59. 15. Margulis y Tuirán…, op. cit., pp. 88-89. 16. Lavín Higuera..., op. cit., pp. 75-79. 17. Margulis y Tuirán..., op. cit., pp. 89-91 18. Ibídem, p. 94. 19. Ibídem, pp. 118-120. 20. Anuario Estadístico Tamaulipas 1984, Secretaría de Fomento Económico y Turismo, Dirección de Análisis y Proyectos, Gobierno del Estado de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1985, p. 7. 21. Ibídem, p. 5.


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Monograf铆a del Municipio de Reynosa Es una edici贸n del Instituto Tamaulipeco de Cultura. Se Imprimieron 1000 ejemplares. Se termino de imprimir el 20 de diciembre de 1989.

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