Rodrigo Abbott
Obsesión El sendero era salvaje, para un experto, seguro la huellas de animales serían visibles, para mí no había nada más que imaginar fieras. Los pájaros cantaban sobre mi cabeza, la luz del sol se colaba clara entre las ramas. Creía haberme desviado apenas unos pasos del camino para buscar agua, pero me perdí persiguiendo el sonido de un torrente que no resultó ser más que un canal apretado sin pesca. El proceso de filtrar el agua fue lento y al volver la selva me era desconocida. Podía estar solamente seguro del norte mientras no se internara nuevamente entre los árboles y pensando que volvía sobre mis pasos llegué al sendero que anduve un buen rato. Como una estatua me cortaba el paso quien pronto conocí como Hans. Flaco, fibroso y blanco, de ojos grises fijos en mí sin expresarse. En su mano derecha una lanza, en la izquierda 68