CÓMO INVOCAR CONTACTO de Azahar Lu

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C Ó M O INVOCAR CONTACTO

AZAHAR LU

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CÓMO INVOCAR CONTACTO Azahar Lu Diseño e ilustraciones de Azahar Lu. Prolegómeno de Carli Prado. Edición y maquetación de Cuadernos Lumpen. Mendoza y Buenos Aires (en cuarentena). Marzo de 2020. Este material tiene una licencia de producción entre pares: Podés compartir (copiar, distribuir, ejecutar y comunicar publicamente la obra) y hacer obras derivadas, bajo las condiciones de: Atribución Compartir bajo la misma licencia No apropiación capitalista https://endefensadelsl.org/ppl_deed_es.html

@azahar_lu

@cuadernos.lumpen

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@carliprado


a mis cariĂąxs a todxs las formas del afecto que coopertivizaron cooperativizan coooperativizarĂĄn mi territorio ofrendo para honrar gracias

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P RO LE G Ó M E NO por Carli Prado

Afecto entre cuerpes-islas Habitar la soledad sin el desamor. No reducir el espectro oscilante de la afectación al vínculo virtual, como tampoco desestimarlo. ¿Qué límites ‘reales’ afectan la vinculación para/con eso que llamamos ‘mundo’? ¿Qué niveles de la afectación no requieren del cuerpo en lo que tiene de orgánico, aunque esta dimensión nunca desaparezca del todo? Las palabras, cuando se tornan lazos, se lanzan a la aventura de querer apresar el aire. Pero esta no será la empresa de una conquista, es un intento por ahondar lo que en nuestro decir falta todavía expresarse. Habitar el tiempo compartido, que es también ponerse a cuestas la propia temporalidad. No hay coincidencia en los devenires, hay afinidad.

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La disposición del tiempo es también una lucha económica de importancia-vital para los afectos. Querer no es llenar espacios vacíos sino hacer proliferar lo que potencia, desarrollar formas de autodefensa ante la obligación de morir y, también, ante lo obligación de ser nosotros mismos. ¿qué es el ‘yo’ en la demanda hegemónica de una identidad? Habitar la soledad sin desamor Pretenderte ahí donde a mí me sirve no es quererte ¿puedo aprender a amar a través de una forma que no enquiste en la dependencia? Disolverla. Absorberla. Sin negarla, la dependencia tiene que pasar a ser otra cosa, más cercana a una necesidad vital que a la costumbre del servilismo. Si no hay altruismo, qué nombre ponerle al desplazamiento libidinoso que moviliza los sesos hasta el encuentro, pero también durante las despedidas. Devenir puede llegar a ser una intermitencia sostenida que asume señales irrisorias en todas las direcciones del tiempo. ¿Qué es la afección para una temporalidad 8


en la que les cuerpes son sistemáticamente separades? Habitar la soledad sin el desamor y sin el triunfo. Sin calendario de batallas ni efemérides, pero sí en contacto vital con la ofrenda de lo devenido, de lo por devenir, de lo deviniente. Cambiar el rumbo hacia lo inhóspito sea quizá una puerta a la frugalidad, abrirse el pecho a lo desconocido para habitar en la carne lo que nos prometía el cielo. Dormir al sol puede ser una cura frente a los fantasmas, acercarse a ellos sin que nos repelan, encontrar formas de un vínculo con lo muerto que no nos atormente. La devoción a los altares de pocas flores es innata y por eso se puede exhalar lavanda para invocar un nombre. ¿Nombrarte es combatir la soledad? Aunque la expresión bélica suela suscitar una dureza no correspondida y una muerte tácita, propia de las lógicas de lo binario. ¿El silencio es una forma del desamor? 9


Les cuerpes tienen la posibilidad de ser esquivos, y silenciosos. Incluso de no ocupar en el espacio ahora que las redes que tramamos son más visiblemente invisibles. ¿Qué dimensiones del aislamiento reproducen la vida? Una flor satisfecha se cierra para dedicarse a ser fruto. Hay una guarida donde el corazón descansa de sus alianzas y toda traición es posible y ya no hay traición. ¿Qué dimensiones del aislamiento reproducen la vida? Les cuerpes-islas necesitan polinizarse de alguna forma, intercambiarse los fluidos, conectarse más allá del mar que las contiene. ¿Cómo hace la energía para devenir rizoma1? ¿Y para no hacerlo? Habitar la soledad sin el desamor y no al revés. 1 “La noción está adoptada de la estructura de algunas plantas, cuyos brotes pueden ramificarse en cualquier punto, así como engrosarse transformándose en un bulbo o tubérculo; el rizoma de la botánica, que puede funcionar como raíz, tallo o rama sin importar su posición en la figura de la planta, sirve para ejemplificar un sistema cognoscitivo en el que no hay puntos centrales —es decir, proposiciones o afirmaciones más fundamentales que otras— que se ramifiquen según categorías o procesos lógicos estrictos. Una organización rizomática del conocimiento es un método para ejercer la resistencia contra un modelo jerárquico, que traduce en términos epistemológicos una estructura social opresiva (Deleuze & Guattari 1980:531)”

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Leernos el cuerpo como si fuera besarnos y lo es un poco. cuando toda la anatomĂ­a del deseo estĂĄ por verse, y falta crear todo un lenguaje para decirnos nuestro misterio. Sin la batalla, sin el triunfo, nuestra victoria es poder hablar del amor sin eufemismos, con las ofrendas, con la carne.

D i b u j i t o d e C a r l i P ra d o

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¿ c ó mo i nvo c a r e l c o nt acto?

¿cómo abrazo la versión de mí que parece “agonizar” cuando la piel me ajusta demasiado para querer(te) como deseo? ¿será que a veces devengo mi propix enemigx? ¿será que veo unx enemigx donde en realidad hay tejido vivo del miedo y de alguna forma aprendida de desafecto? ¿será que el antídoto no es la huida sino el abrazo? ¿cómo se abrazan las heridas? ¿cómo se limpian sin instrumentalizar la disección del malestar? ¿cómo hacer del doler una experiencia de la potencia? tengo dos cicatrices en el pecho. me propuse transitar dicha experiencia de dolor como evento del afecto y aprendí a desearlas en su evidencia. de mis cicatrices aprendí que las heridas necesitan el cariño de la caricia propia y, también, de la ajena.

¿HABRÁ ALLÍ ALGÚN INDICIO?

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quemé un hechizo en un fogón. no hay metáfora. ni una sola. la literalidad del suceso adquiere sentido sólo genealógicamente. comienza con el evento del afecto. resulta que en el afán de apertura desenvolví alguna forma peculiar de exceso: invocar el propio afecto para ofrendar un trocito de sí, actitud sin duda osada pero también polémica. una contundente demostración de amor: dar nombre para apelar a alguna forma superior; si no a un dios, de seguro al deseo. y en ese mismo acto, hacerse de aquello que calma las ansias de alguna configuración de la necesidad: la esperanza depositada fuera de sí, pero bajo el paraguas del control.

me voy a armar un fasito y me lo voy a fumar hasta que algún fractal tuyo me intuya las ganas de un abrazo y sienta la pulsión de acercarme tus brazos con la intención de rodearme el espiral de la espalda para que cuando yo rodee con mis brazos el de la tuya y tu oreja se apoye en mi pecho y sientas cómo la tristeza se transforma en alguna cálida forma de placer mi corazón bombee sangre afecto y gozo a ese fractal de mi cuerpo que aparece cuando te encuentro. 15


desenvolver las palabras que dicen afecto de mil maneras, elegir las propias y trabajar el texto hasta que su versiĂłn original -que viajĂł en la literalidad de la basta geografĂ­a- sea un borrador al cual es menester ver arder.

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¿ c ó m o a p re nde r a que re r si no es q u er ien d o?

irrigar un órgano tan individual como el corazón para educarnos en la tarea del afecto habla más de la necesidad de mantenernos con vida que del ejercicio cooperante de lo vital. el pecho aloja la contracción y relajación que reproducen lo vital. ambas son una puerta de ingreso a la reproducción de la propia vida: la presión que ejerce lo orgánico para sobreponerse sobre la muerte. aprendemos a amar desde esa presión cuando -tal vez- el afecto pareciese hablar más las lenguas de la expansión. el mismo dialecto con el que habla la placenta, la cual surge en cooperación gestante de lo nuevo que siempre excede, aun entre tanta expectativa impuesta. un órgano que aparece sólo en el vínculo de lo novedoso, para nutrir y filtrar y, así, reproducir lo que de otra forma no aventura lo vital. en esa estaba yo. la del corazón que aprende a querer solo. que crea en soledad para dejarse afectar y encontrarse con un paisaje que le es ajeno. una forma de amor personalista. escribiendo invocaciones. entregando trozos míos en la confianza de que serían acunados con el cuidado de una gestación conjunta. entregando trocitos mezquinos de forma personalizada como si la ofrenda de algo riquísimo en 19


existencia no adquiriese de ese modo una extraña forma de sacrificio. y no porque ofrendarse sea digno de censura, sino porque intuyo que hay trocitos de sí que no se entregan. aun cuando los hemos gestado como valor de cambio. querer no se trata de asir materia previa para entregar en un sacrificio que dé cuenta de la entrega, y por lo tanto del valor del afecto, si no de gestar la aventura conjunta para crear las diferentes formas de lo vital. cooperación -en lugar de intercambio-

¿qué dimensión tiene el espacio que digo “casa? ¿son acaso cuatro paredes? ¿es acaso la sumatoria de lo cubierto por un techo? ¿es el sonido de dos cierres de bolsa de dormir uniéndose? ¿es la geometría trazada entre los derroteros de un mapa común? ¿cómo dimensionar aquello que no cesa en la experimentación de sus fronteras; qué dimensión tiene el espacio que digo “casa” si no lo puedo escindir de las olas expansivas que nacen en sus lindes?

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¿ c u á n d o o f r e nda r un tro z o de sí e s u n b u en au gu r io?

En el centro de lo terroso que habita en mí, existe una suerte de órgano vivo que se afecta con la mirada, el tacto y el sabor; se contrae y expande en abrazo y recepción constantes. Es tejido vivo que, en persistente esfuerzo, amplía su territoriovida: se estira y rompe delicadamente las fibras que lo componen para alterar su dimensión. En efecto, su capacidad o volumen no dependen de su tamaño sino más bien de su intención de devenir otre.

descansar una parte de sí cual estancia permanente en algo tan azaroso como el encuentro -ese “entre” de transformación constante, expresión propia de lo vital- es una invitación al desposte. los trozos entregados, al volver, no se recuperan del todo. ocurre un desgarro que no puede hacer más que sanar, pues no es posible entregar del todo lo que de uno es. pero aun en la sanación, los desgarros cuentan la historia de su osadía. es la cartografía de esos derroteros e irregularidades territoriales –expresiones de una historia autóctona- lo que constituye la genealogía para el ejercicio del afecto. el terruño en el que se actualiza el querer. entregar y descansar un trozo de sí para luego desentenderse del mismo con expectativa ardiente -como quien regala su bocado más sabroso sin contemplar la posibilidad de que solo sea un bocado- es otra 23


forma más de relatar el afecto como una ficción profética. el querer nos compete, nos urge, nos invoca. mas entregar tributos a cambio de cariño, de deseo, de ternura es entregarse a la tiranía del valor de cambio. por eso, compartir el oficio de querer -y digo oficio con intención, como expresión de una actividad que requiere habilidad y esfuerzo, pero que además también es alguna forma de lo ritualpara que en lugar de entregar sacrificios convidemos ofrendas. para que en lugar de presión sembremos expansión. compartir el oficio de querer para inventar nuevos límites de lo posible en lugar de alguna sospechosa expresión de caridad afectiva. algo así como planear la fuga del amor como valor de cambio. la apuesta por el esfuerzo conjunto en lo creativo, la cartografía singularísima de un devenir en curso.

Sucede que a veces -en ejercicio poético de sí- se descubre restringido aún en el esfuerzo persistente de su expansión. Interpelade por algo que le es extraño, curioso y novedoso -pero afín- le puede ocurrir que se conmueva de forma tal que pretenda morir para crear la expresión de sí que puede habitar esa nueva dimensión del ser. Es en ese acto de entrega amorosa y esfuerzo sim-poiético1, donde la memoria orgánica de los cuerpos afines puede acompasar otro devenir y crear mundo(s). 1

Hacerse con. 24


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s i no ha y sa c ri f i c i o ¿ ha y deu d a?

sin deuda no hay reclamo. si hay esfuerzo conjunto hay conjunción de geometrías. es propicio, entonces, trazar el mapa que vincula ángulos y vectores, que da cuenta de forma precaria de las posibilidades en un presente constantemente actualizable. dibujar en ensayos explícitos las apuestas, intenciones y tensiones, con la claridad de que el esfuerzo no está exento de contradicciones y opacidades. cartografiar no tiene por objetivo final evitar el dolor, si no transitarlo de forma tal que expanda y potencie el mundo posible. no doler en vano. no sufrir. no herir, aunque lo hagamos de muerte, el encuentro posible. en la contradicción radica la intención. ofrendar la versión de sí más potente con la certeza de que el encuentro nos ofrece iluminar lo que de otra forma permanece inasequible.

VULNERABILIDAD: estado de apertura que podría hacer posible la interpelación. habilidad de equilibrarse en el espejo de un otro. capacidad de aprender. capacidad de dejarse afectar por el mundo. energía regeneradora que desarrolla el ser. afectividad. poder mostrar nuestros huecos y habilitarlos en compañía.1 1 Definición colectiva creada a partir de una disposición lagunar en Festival Domades, Mendoza, Octubre 2019. 27


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¿ec h a r l u z s obre l o c re a do po drí a se r acaso u n a for ma de e xpa nsi ó n?

¿por qué la expansión Extensión, difusión, dilatación de algo. Cuando leo cuestiones astrofísicas sobre la idea de la expansión del universo me excito, por ej: “La expansión del espacio es conceptualmente diferente de otros tipos de expansiones y explosiones que son vistas en la naturaleza. Nuestra comprensión del “tejido del universo” (el espacio-tiempo) implica que el espacio y el tiempo no son absolutos, sino que se obtienen a partir de una métrica que puede cambiar. En la métrica de expansión del espacio, más que objetos en un espacio fijo alejándose hacia el vacío, es el espacio que contiene los objetos el que está cambiando propiamente dicho. Es como si los objetos no se movieran por sí mismos, el espacio está “creciendo” de alguna manera entre ellos.”1

como horizonte? ...tal vez de esa forma el querer no se experimente como fuerza agotable. tal vez, en tanto expansión, se parezca más a las fuerzas naturales que nos mantienen con vida. fuerzas que no negocian con nuestras mezquindades y ejercicios de dominio. ofrecen expansión sin nada a cambio. ¿cómo honrar, entonces, semejante gesto? con una ofrenda afín. mas ¿cómo honrar semejante gesto cuando hemos aprendido 1

Comentario de la editora.. 29


el amor como experiencia de la propiedad privada y del extractivismo? ¿cómo honrar el gesto cuando sabemos más de mezquinar que de cooperar? ¿cómo ofrendar sin esperar nada a cambio? ¿cómo? si hemos sido entrenados por la vergüenza como herramienta de disciplinamiento para hacernos sentir inadecuades y obedientes ¿cómo honrar lo que no hemos aprendido? ¿cómo ofrendar lo que sí? ¿cómo? las preguntas son el contorno de la estancia presente, primera aproximación para enunciar el límite posibilitante.

“Partiendo del que sentimos a la madre tierra como un ser vivo del cual somos parte, como las mismas montañas ríos o plantas que allí habitan, somos parte de esa tierra, somos ella pues no concebimos la separabilidad en nuestras vidas con todas las fuerzas que nos alimentan y dan la vida. [...] en conflicto se encuentra toda la humanidad, donde es tiempo de decidir por la vida o por la muerte. Los pueblos ancestrales estamos vivos y defendiendo la vida… eso es el territorio, eso es la tierra.”2 2 Palabra de una madre y una hija mapuche. Ofrendadas para que este cuerpo blanque, de linaje europeo, aprenda a enraizar en este territorio generoso. Para que se transforme y honre las ofrendas de les ancestres y las fuerzas naturales que lo sostienen. 30


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¿ c ó m o que re r si n e qui vo car se?

límite. relato escrito, hazaña de autoregistro para echar luz sobre la estancia presente de posibilidades, contradicciones, temores y peculiares anhelos. trabajo de cartografiar el propio presente en tensión al horizonte deseado. ha requerido de presencia y honestidad brutalmente tierna. trazar el límite posibilitante es un acto de ternura radical para con las propias guerras. es dejar de batallar con nosotres mismes y darnos el afecto que merecemos: ese que es capaz de reconocernos la atención de mirar la belleza propia en el esfuerzo, sin cesar de aprender a querer. quererse. cuidarse. acunarse. para querernos. cuidarnos. acunarnos. y que el error no nos cueste la aventura. que el error no sea clausura. y que la clausura no sea castigo. que el castigo solo gesta exigencia. y la exigencia es muy afecta a la presión. es menester aprender a doler colectivamente. para también aprender del dolor. para que los errores no devengan horrores. tal vez así, la angustia de transitar el duelo por lo imaginado sea apañada con la genealogía de la potencia en comunidad. no cualquier potencia. específicamente aquella que resulta de habitarse honestamente en la precariedad. esa fuerza productiva propia de la vida que se abre camino por cuerpxs afines a sus propias contradicciones, opacidades, mutaciones, ambigüedades. alguna peculiar forma de autoregulación resultante del encuentro posible. 33


alterada la conciencia/alterado el devenir con la claridad prístina de emprender el viaje del afecto y el deseo con la atención puesta no en algún incierto derrotero futuro, sino en la mesa de trabajo donde despliego todas las herramientas que a destajo he creado -a solas y en compañíapara reinventar el ejercicio de querer, los menesteres del encuentro y la arquitectura de una ética para el deseo de las libertades. ahí, en ese resquicio sin tiempo, habita la certeza genealógica de la responsabilidad afín a la ternura propia de hacer el esfuerzo más potente por ofrendarte mi mejor versión para que esa picardía exquisita propia de la sonrisa, de la curiosidad, de la sorpresa o de cualquier otra antojadiza reacción que tenga la sorna de aparecerse en tu mirada -esa complejísima manifestación de tu cara que implica tus ojos, tu entrecejo, los pómulos de tus cachetes y ese jopo descontrolado sobre tu frentesea el horizonte del encuentro posible.

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¿ exp r o p iemo s l o s m e di o s de pro du cción afectiva?

-pagamos para amar/amamos para pagar- el Amor es el valor de cambio que sostiene sociedades erigidas sobre el miedo. pero no sobre aquel que es recurso de supervivencia en un medio hostil, ese miedo, medio amigo medio tirano, que necesita que le recuerden constantemente que ya no somos lxs mismxs. no. el otro miedo. el propio de quienes nos tememos a nosotres mismes: a nuestros dolores, a nuestros deseos, a nuestras potencias. ese miedo que construye ficciones de control sobre nosotres y sobre el resto. aquel que habla la lengua de los privilegios y de la tutela. aquel que es sombra profunda de la propia finitud de lo vital. algo así como un terror orgánico a lo que le es propio: la impermanencia. por eso mirarlo con atención, escucharlo profundo. sin rendirse a la nada. sin dejar de ser protagonista de sí, presente. la apuesta. el riesgo. la estancia que mira al horizonte. presente. para devenir singularidad. y en ese ejercicio valiente de vulnerabilidad, invocarse entre afines.

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nosotres, les sympoietiques1. nosotres, la revoluciรณn inmanente. nosotres, la calma. nosotres, la apuesta. nosotres, lo que de nadie mรกs que de nosotres es. y nosotres, la ofrenda al mundo. para que beber(nos) sea la magia que reinventa lo posible.

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les que se hacen con. 38


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a f i ni da d no e s c o rre spo nd en cia

en efecto, no te necesitaba. solo me hacías la vida tantísimo más bonita. así que junté todas las cosas bonitas me las acomodé en ese cocoro que -ahora diminuto, otrora expandidose gestó cuando me dejé quererte y desearte las ubique de forma anárquica y me dispuse a tenerlo irrigado para que bombeara sangre y con ella vida y con la vida, plantas para que se me revistiera el pecho entero con un jardín de vegetación húmeda y fresca. para que me dejara ir y me dejase ir ese afán de permanecer en lugar de discurrir. “¿cómo confiar en que el agua desgastará por fin la piedra de la historia tal como la conocemos?”1

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Carli Prado 41


nos encuentra el azar de nuestra propia historia. afinidad no es correspondencia. tampoco consenso. es tal vez tensión curiosa. una interpelación que expande las dimensiones materiales de lo vital. que despliega la posibilidad de afecto. la interpelación que despierta el deseo de cooperativizar lo vital. de ensayar compartir el esfuerzo por crear la cartografía orgánica que nos recibe. de cooperativizar el presente. de compartir una conversación conmovedora. una atracción en la mirada. alguna estática de los roces. una sequita viajando de boca en boca. un traguito de algún elixir de gozo. un espejo. una mañana. una lectura. alguna siesta. o una noche cualquiera. y ahí, en el evento de la confluencia, sentir complicidad.

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q u er er en l a a f i ni da d, c o n l a c o m pl ejid ad d el tr ab ajo

Y QUIERO ser el pecho que muestra sus cicatrices como osamenta testigo del coraje. La espalda ancha de Atlas que sostiene el mundo, pero erguido. Porque no hay vergüenza en sostener la legitimidad del propio deseo y de la propia cartografía de los afectos.

si es posible experimentar el querer como alguna que otra forma de cooperativizar lo vital, tal vez sea posible aventurar que es también una manera de producir y reproducir vida. hay algo del esfuerzo afectivo que aparece entonces como una peculiar forma de trabajo. oficio afectivo. atención y recursos puestos en marcha para que el encuentro posible sea compañía grata y apañe la expansión de nuestro actual y presente devenir. aprender a querer es un trabajo que merece reconocimiento, porque requiere de la disposición de las fuerzas cotidianas que sostienen y recrean nuestras geometrías. es la sumatoria sedimentable de los ensayos en lo vital, de las tensiones que describen nuestros territorios afectivos. es la cartografía de nuestro querer, caleidoscopio relativamente anárquico de las fuerzas que dibujan nuestra genealogía amorosa. son las experiencias truncas, los autoboicots, las sombras,

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los monstruos, las euforias, las soledades, las desolaciones, los errores, los dolores, los sincronazos, las ambigüedades, los ensayos, los experimentos, las osadías, los corajes, las miopías, somos lxs afines que en esfuerzo conjunto hacemos la apuesta de enseñarnos mutuamente el oficio de querer.

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quemé el hechizo en un fogón. y del viaje volvió el trocito que quise entregar al vacío. y me sentí complete nuevamente. y agradecide de que ese trocito volviese y no vagase por ahí en un derrotero incierto. volvió con la tristeza de una entrega que no expandía, porque guerreaba con lo posible. una tristeza tirana que es menester abrazar. para que la osadía no haya sido en vano. ni para mí. ni para vos. ni para nosotres.

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de cuando en cuando alguna forma material de la nostalgia me sobreviene. vuelvo al recuento de lo compartido como expresión insomne de cariño. y no más arriba la sensación de tristeza y extrañamiento, me detengo a respirar. concentro la atención sobre la afectación del recuerdo en el pecho y lo dejo fluir desde la presión a la expansión y me dejó ir y me alivio y me reconozco en el ejercicio de pensarte con cariño, de no discutir obstinadamente contra la realidad, para reconocer en la peculiar -aun en su brevedad- y fugaz -profusa la intensidad- maravilla de nuestro encuentro. de cuando en cuando mis recuerdos ya no son tiranos sino la calma en la calidez de alguna forma del afecto muy parecida al amor como efecto no mezquinable de cooperativizar lo vital.

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E P ÍLO G O

hay ciertas dimensiones del cuerpo sobre las que ya no necesito escribir. evento que no deja de ser una sorpresa, porque es la experiencia material de haber devenido otre. expandir la vida, expandir las formas de ser. hacer de la abundancia un ejercicio fractal de reflejos, abrazos de ternura y umbrales del mundo. encarnar y habitar todas las conjugaciones de expandir: dilatar, propagar, extender lo vital con el gesto intenso de la memoria orgánica de los cuerpos afines. y luego, luego sentir una extraña forma de gratitud: esa dimensión de la alegría que viene aparejada con el cariño y el deseo en tensión a lo propio. el desafío de temporalizar lo excepcional. y yo en el entre. y yo entere. y yo en una suerte de triunfo que es espejo de otre-s-.

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AP É NDICE INVOCACIÓN PARA UN AFECTO o un borrador al cual es menester ver arder (última versión. mi proceso es un conjuro vivo conmigo misme)

abrir las fauces de la presencia con el ejercicio y el esfuerzo afectuoso de la respiración. inhalar y exhalar como la bestia animal que somos devenides de un olfato profundo por lo vital. disponer todos los artilugios de un corazón abierto y entrega a tu cariño. escuchar el discurrir del agua sobre un cuenco, hipnotizar las llamas de alguna extensa o diminuta fogata, regar de flores y hierbas para que los aromas acaricien la piel y tocarlo todo. empaparse de todo aquello que lo terroso, húmedo y vegetal tienen para ofrecernos. y recrear… una suerte de miradas, una suerte de caricias, una suerte de fluidos, una suerte de alquimias, una suerte de encuentros oníricos, una suerte de viaje hacia lo que de mí se desvanece cuando en imaginación conjunta reinvento las posibilidades de un corazón curioso. de mí, te invoco la gratitud de aprenderme en otras dimensiones del ser. de mí, te consagro el afecto que no necesita de dios alguno para saberse carne que perdura en su sentido. de mí, te regalo un caminar alterado, un andar en mundo compartido con otres que están e inimaginables que vendrán. todes atravesades por lo que en mí persiste de nosotres. 54


de mí, te regalo la alegría de saberme deseo en mi potencia más gozosa. de mí, te ofrendo mis sombras y monstruos. mis vergüenzas. porque no concibo en el miedo coraje más grande que mostrarte lo que de mí peor huele para aprender de tu mirada tus palabras tus silencios. de mí no te guardo nada, salvo lo que hasta de mí guardo. de mí, te traduzco un trocito de mi altar para que este conjuro no sea atadura, sino afectación libre en el DESEO en el FUEGO en el CARIÑO en la TERNURA en la PRESENCIA y en la GENEALOGÍA del encuentro un talismán alguna calidez material, cualquier fragmento de mundo al que hayas labrado su intención bajo el amparo de esta invocación. una suerte de amuleto para que despiertes la memoria orgánica del afecto y del deseo para que evoques cómo este cuerpo que soy te siente y te desea la potencia vital que más te apetezca; para que la turba, las flores, los frutos, las abejas, los bichos bolita, 55


las lombrices, los pies descalzos, las bocas ardidas y todos los vericuetos de tus jardines -y de los que desplegĂĄs con tu presenciasean estancia y potencia vital de afecto y deseo.

QUE ASĂ? SEA

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G LO S ARIO A BRE VIADO

AMOR múltiples formas de cooperativizar lo vital. AFECTO memoria orgánica de les cuerpes afines. CARIÑ* personificación y/o ejercicio de la ternura erotizada. APAÑE abrazo de refugio amoroso. DESEO tensión de picardía materialmente cariñosa. DEVENIR desenvolvimiento orgánico de un ent(r)e. VÍNCULO espacio geométrico gestado en el sostenimiento del encuentro. COMPLICIDAD afinidad encarnada entre dos o más devenires. AFINIDAD reconocimiento de/en el encuentro. COMPAÑÍA estancia cómplice en alguna dimensión de la presencia. DUDA interrogante que se actualiza y permanece sin respuesta definitiva respecto de alguna dimensión de lo posible. MIEDO quimera gestada y parida en/por alguna sombra.

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SOMBRA vértice no visible de sí provocado por la contradicción resultante de la ruptura que la realidad hace sobre la imaginación. FRACTAL una entre las múltiples experiencias posibles dentro de una misma experiencia. ficción pluritemporal y pluriespacial de lo vital (la estrategia más sencilla para conseguir un fractal es tomar una experiencia y reproducirla en múltiples versiones dentro de sí misma para así explorar experiencias mucho más complejas y sugerentes de lo vital).

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gracias al limón, con quien la gesta orgánica es cooperación sin la nutrición conjunta, este árbol no sería estancia y el bosque no sería este preciso mundo

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Este material elaborado por Azahar llegó a nosotras en el mes de marzo. Ha ido y vuelto, con toda su pertinencia, entre Mendoza y Buenos Aires durante los primeros simbronazos de esta crisis mundial que llaman covid, con todos nuestros vaivenes a cuestas. Lo miramos arder pacientemente. Entregado al viento que sopla en todas las direcciones y llega de todas partes, para tocarnos de imprevisto. Como dice Luna de Abril, nuestra astróloga de cabecera, “Aquí está el amor. Nos toca sostenerlo, recordarlo y construirlo – a la vez- .”

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