Resumen Suplemento Diciembre 2019 - Edición cuba

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Suplemento especial | diciembre 2019 | Edición Cubana | DISTRIBUCIÓN GRATUITA | RNPS 0118

“Pueden matarme a mí, pero volveré Y SERÉ millones” resumen@nodo50.org / www.resumenlatinoamericano.org / resumenl@enet.cu / Blog: www.cubaenresumen.org / Facebook: @CubaenResumenBlog


RESUMEN LATINOAMERICANO | Suplemento Especial

Editorial

Duele Bolivia A

sólo 48 horas de que el presidente constitucional de Bolivia Evo Morales Ayma fuera obligado a presentar su renuncia, la hasta entonces casi desconocida senadora opositora Jeanine Áñez, al mejor estilo del también opositor y golpista venezolano Juan Guaidó, se autoproclamó presidenta para vergüenza de todos. Sin quórum en el Congreso, ante unos pocos senadores de la derecha y con un parlamento prácticamente vacío, Áñez recibió la banda presidencial del jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, el general Williams Kaliman —un exalumno de la Escuela de las Américas—, quien, en una alocución en cadena nacional, “sugirió” la dimisión de Evo. Había más periodistas fuera del Palacio presidencial que miembros para avalar la autoproclamación de la vergüenza. En las redes sociales los latinoamericanos hicieron infinidad de paralelos con imágenes para graficar el golpe de Estado, una de las más sencillas es la de Evo Morales por un lado y la de Áñez por el otro al recibir la banda presidencial. Junto a ambas fotos una pregunta muy simple: Cuando la banda presidencial te la coloca un militar ¿Qué es? Y a continuación dan la respuesta #GolpeDeEstadoEnBolivia utilizando la etiqueta que se hizo viral. Pero este golpe al corazón de nuestra América, no comenzó el 9 y 10 de noviembre. Se gestó hace meses, así se advirtió en el reciente Encuentro Antimperialista celebrado en La Habana. En mayo el “líder cívico” Luis Fernando Camacho se reunió con el presidente Iván Duque en Colombia con el plan trazado ya de invalidar la postulación de Evo a las elecciones. Más tarde, el 5 de septiembre, Ivanka Trump, hija del presidente de Estados Unidos, realizó una visita oficial a la provincia de Jujuy —norte argentino— frontera con Bolivia. Unos dos mil 500 agentes fueron desplegados en un fuerte operativo de seguridad. Pero la hija de Donald Trump no fue sola en su viaje, para “fomentar obras viales y el empoderamiento femenino”, pues la delegación la integraron el secretario de Estado Adjunto, Jhon Sullivan; el jefe Ejecutivo de la Corporación Privada de Inversiones en el Extranjero (OPIC), David Bohigian; la subsecretaria Interina de Asuntos del Hemisferio Occidental, Julie Chung, y no podía faltar junto a ellos Mark Green, administrador de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés), tenebrosa promotora de cambio de régimen en América Latina. La comitiva se reunió con el gobernador de Jujuy Gerardo Morales, del partido Cambiemos que encabeza el presidente saliente de Argentina, Mauricio Macri, además participaron otros miembros del gabinete macrista. Cuatrocientos millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses fueron entregados durante la visita, “para fomentar obras viales y el empoderamiento de la mujer” y se entregaron recursos materiales y pertrechos militares de Washington bajo el camuflaje del combate en Bolivia a los incendios en la amazonia. Evo ganó las elecciones generales del 20 de octubre con el 47,8% de los votos, con un margen del 10 % sobre el candidato Carlos Mesa, el mismo al que venció en los comicios del año 2005. La transparencia del proceso electoral, con veedores internacionales es indiscutible, como lo fue en Venezuela Bolivariana. Pero al igual que con Nicolás Maduro, ni EE.UU. ni la oli-

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garquía y los gobiernos que están bajo su tutela estaban dispuestos a aceptarlo. Cantaron fraude, la presión y las campañas mediáticas llegaron a extremos valiéndose de lo peor del racismo, el oscurantismo, el desprecio y la humillación. El manipulado e injerencista informe de la OEA no pudo demostrar la existencia de fraude, pero como era de esperar se abrogaron el derecho a exigir nuevas elecciones en concordancia con Estados Unidos y el plan contra Evo. Incendiaron casas, secuestraron a una alcaldesa del MAS a la que humillaron cortándole el pelo, llenándola de pintura, la hicieron caminar descalza entre barrotes de madera; le arrancaron parte del rostro a un aymara; la vivienda de Evo y la de su hermana, así como de otros funcionarios fueron quemadas y asaltadas, mientras amenazaban de muerte a familiares y ponían precio a la cabeza del presidente: 50 mil dólares para que lo entregaran. ¿Qué sucedería con Evo en semejantes circunstancias? Lo mismo que con Tupac Katarí hace exactamente 238 años, a quien también un noviembre aciago descuartizaron. Con la renuncia forzada de Evo fue interrumpido su mandato, vigente hasta el 22 de enero del 2020. Quemaron la bandera Whipala que representa a los pueblos originarios, pusieron una biblia, igual que los conquistadores utilizaron la cruz y la espada. Cometieron la barbarie de ejecutar un golpe a fuerza de represión, invocando a un Dios que propaga el odio a los indios. Son tiempos de pretendida recolonización imperial. La patética Áñez ha borrado sus mensajes en las redes sociales donde documentó su verdadero sentir: “Sueño con una Bolivia libre del rito satánico indígena, la ciudad no es para los indios, que se vayan al altiplano o al chaco. ¡Qué año aymara ni lucero del alba, a Dios nadie lo reemplaza!” El 2 de mayo del 2008 Fidel advirtió en una de sus preclaras Reflexiones (Una prueba de fuego) que “el imperialismo se empeña en desintegrar a Bolivia y someterla a trabajo enajenante y hambre”. “Con los oligarcas de Santa Cruz a la vanguardia (…) el plan yanqui pérfidamente concebido es utilizar algunos sectores militares antipatriotas y librarse de Evo. La consigna del imperialismo es castigar y deshacerse de Evo, es el momento de la denuncia y la verdad. Para los pueblos y gobiernos de América Latina será una prueba de fuego”, escribió Fidel. Pocos días después del golpe de Estado, audios filtrados de los golpistas sacaron a la luz la complicidad de los legisladores republicanos de origen cubano Marco Rubio, Ted Cruz y Bob Menéndez, todos en coordinación con el gobierno de Donald Trump y sus servicios de inteligencia. Decisivo fue el rol del Gobierno de México y de Alberto Fernández para salvaguardar la vida de Evo, Álvaro García Linera y los miembros de su gabinete. El de Evo ha sido el único gobierno en la historia de Bolivia que devolvió la dignidad, la salud, la educación y empoderó a los más humildes, a los humillados, a los collas y los aymaras, a las mujeres y los niños. Evo y el gobierno del MAS les dieron escuelas, salud, alimento y esperanza. Es un periodo triste. Duele Bolivia; sin embargo, no hay dudas de que Evo volverá —hecho millones— a la nación del altiplano para dirigir los destinos de su pueblo, para que prevalezca la verdad, la justicia y la dignidad que tanta sangre costó. •

La profecía de Túpac Katari Por Abel Prieto Jiménez*

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l líder aymara Túpac Katari formó un ejército de alrededor de 40 mil hombres para enfrentarse a las fuerzas colonialistas de España y llegó a cercar la ciudad de La Paz en 1781. En noviembre de ese mismo año, traicionado por algunos de sus seguidores, fue capturado por los españoles. Un juez lo condenó a ser “desmembrado” con el mismo método bárbaro usado para ejecutar a Túpac Amaru II, es decir, cuatro caballos tirarían de él por sus extremidades hasta descuartizarlo. La sentencia, realmente antológica, establece: “Ni al Rey ni al Estado conviene que quede semilla o raza de éste o de todo Túpac Amaru o Túpac Katari por el mucho ruido que este maldito nombre ha hecho en los naturales… Porque, de lo contrario, quedaría un fermento perpetuo.” Hoy se consumó finalmente el golpe de Estado contra el Presidente Evo Morales. Día muy doloroso, amarguísimo, para Nuestra América. El plan para desconocer la previsible victoria de Evo y desestabilizar el país empezó a prepararse desde mucho antes de las elecciones y contó con el patrocinio temprano del Imperio. Ya Pompeo felicitó a la OEA por su complicidad con los golpistas. Ya el fascismo está celebrando su victoria en Bolivia mientras sigue persiguiendo a funcionarios del gobierno, a vocales del Tribunal Supremo Electoral, a partidarios del MAS, a líderes de los movimientos indígenas y populares, a simples hombres y mujeres social o étnicamente “sospechosos”. Paradójicamente, uno de los golpistas más connotados se presenta como una especie de Mesías y emplea la Biblia y las figuras de Cristo y de la Virgen para llamar al odio, al racismo, a la violencia. Esto no es nuevo: la campaña electoral del fascista-mesiánico Bolsonaro recibió un apoyo decisivo de iglesias evangélicas reaccionarias. Otra paradoja: la oligarquía cuenta con sicarios, “guarimberos” y paramilitares provenientes de sectores beneficiados por las políticas sociales de Evo. Se nos presenta de nuevo el triste espectáculo del “pobre de derecha” (en este caso de “ultraderecha”) que es engañado por los medios y los discursos populistas. Personas que deberían sentir agradecimiento hacia Evo se convierten en peones de vociferantes Hitlers de pacotilla. Al Comandante Chávez le gustaba repetir la profecía que (con distintas variantes) se atribuye a Túpac Katari cuando fue condenado a muerte hace más de doscientos años: “Pueden matarme a mí, pero volveré hecho millones.” Era una respuesta indirecta a su juez, que, como vimos, aspiraba a que Katari no dejara huella alguna sobre la faz de la tierra. Evo, aymara como Katari, con su nobleza y sentido ético a toda prueba, con su entrega generosa al pueblo, con los resultados extraordinarios de su obra, está dejando (duélale a quien le duela) “un fermento perpetuo” en Bolivia, en Nuestra América, en la gente digna de este mundo. Y volverá, con toda seguridad, “hecho millones”. • *Intelectual y político cubano


Suplemento Especial | RESUMEN LATINOAMERICANO

Evo Morales: Todo por la vida, todo por la patria E

l 10 de noviembre de 2019 se inscribe como uno de los días más tristes en la historia moderna de Bolivia. Después de 13 años de un proceso de cambio que dignificó a la mayoría de la población, la derecha inconforme y con ayuda externa propició un golpe de Estado contra el presidente constitucional Evo Morales. Obligado a renunciar ante la presión de los militares, Evo aseguró que tomó la decisión para evitar una mayor escalada de violencia contra el pueblo, provocada por las fuerzas opositoras. Había convocado horas antes a nuevas elecciones generales en Bolivia “para buscar la paz”. “Todo por la vida, todo por la patria, por la democracia y también por la justicia social”, manifestó ante las cámaras de la televisión. Sin embargo, condenó que los grupos cívicos no han aceptado el diálogo propuesto por su Gobierno y, pese a que se anunciaron nuevos comicios y se garantizaron varias de sus exigencias, lo rechazaron todo y pidieron surenuncia. “Esto es conspirar contra la democracia, esto es un golpe de Estado”, condenó el líder indígena. Morales dejó un país con altos índices de desarrollo humano, garantizando los derechos fundamentales de la población y con un crecimiento económico de 4,5 por ciento, según Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Precisamente, en su carta de renuncia enviada a la Asamblea Legislativa Plurinacional (Parlamento), Evo se refiere entre los logros de su gobierno a la nacionalización de la riqueza petrolera y gasífera, el avance de la industrialización, el desarrollo de las empresas públicas, el de los derechos de las mujeres, las políticas sociales, la redistribución de la riqueza y el afianzamiento del sentido de patria.

En tal sentido, llamó al pueblo boliviano a luchar para defender esas conquistas. La misiva también pone énfasis en que su salida de la presidencia fue una “renuncia obligada, producto de un Golpe de Estado político, cívico y policial”. “Mi responsabilidad como presidente indígena y de todos los bolivianos es evitar que los golpistas sigan persiguiendo a mis hermanos y hermanas dirigentes sindicales”, señaló en el texto enviado al Senado. “Hoy es el momento de la solidaridad entre nosotros y nosotras, mañana será el momento de la reorganización y el paso al frente de esta lucha que no termina con estos tristes sucesos”, agregó. Además, destacó que el golpe de Estado fue liderado por “fuerzas oscuras que han destruido la democracia”. En la misiva, Evo condena que en Bolivia se siga “hostigando y persiguiendo” a indígenas, dirigentes y autoridades de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS). La carta de Morales llegó a la Asamblea Legislativa Plurinacional junto con la de su vicepresidente, Álvaro García Linera. Además de Morales y Linera, renunciaron los presidentes de las dos cámaras de la asamblea y funcionarios aliados de los gobiernos locales. En su carta, García Linera también pone el eje en los ataques que están recibiendo los funcionarios y partidarios del gobierno del MAS y llamó a ponerles fin. Resaltó “el odio y el resentimiento de los golpistas” y expresó su convicción “de que más temprano que tarde Bolivia nuevamente levantará la cabeza y remontará esta etapa tan triste” y concluyó con la expresión de Tupac Katari: “volveremos y seremos millones”. •

Cómo en Bolivia se hizo lo que en Venezuela no se logró Por Marco Teruggi*

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os diferentes pasos dados por el golpe de Estado en Bolivia tienen un paralelismo con lo que la derecha intenta desesperadamente hacer en Venezuela. Ambos procesos se despliegan según lo que pareciera ser un método similar de acción. Un análisis de los diferentes momentos golpistas así lo deja ver. JeanineÁñez, autoproclamada presidenta de Bolivia, ocupó el rol que Juan Guaidó estaba llamado a cumplir en Venezuela y no logró llevar adelante. Era una dirigente de segunda línea de la oposición, al igual que Guaidó, que, por una conjunción de circunstancias ocupó un papel central en la superficie del golpe de Estado que obligó al presidente Evo Morales a renunciar el pasado 10 de noviembre. No es la única coincidencia entre ambos golpes de Estado. Ambos procesos de desestabilización parecen responder a una misma planilla de pasos a realizar con actores y discursos repetidos, tanto en las profundidades del poder real como en las superficies. “Es un método aplicable a cualquier de nuestros procesos revolucionarios, hemos estudiado los métodos, los pasos de las guerras de nueva generación, en algunos casos les ha dado la mitad del resultado, en otros el resultado completo, en Venezuela esto no ha

sido posible”, explica Cris González, embajadora de Venezuela en Bolivia que se encuentra actualmente en Caracas. El paralelismo entre ambos procesos golpista inicia desde el punto de apoyo del proceso golpista: la matriz del fraude.

era no reconocerlo, declararlo dictador, y a partir de ese punto de apoyo construir la arquitectura del gobierno paralelo que se puso en marcha con la autoproclamación de Guaidó el 23 de enero de este año.

El punto de apoyo “En Bolivia se comenzó a hablar de fraude mucho antes de las elecciones, se denunciaba que iba a haber un fraude el día 20, ese mismo día se habló de fraude y ya una gran cantidad de población aceptaba la idea de que iba a haberlo sin que se hubiera emitido el primer cómputo”, analiza González. Ese fue el punto de apoyo para convocar y legitimar las movilizaciones que se pusieron en marcha desde antes de saberse el resultado electoral. La idea había sido repetida a través de los grandes medios para instalarse en el imaginario de segmentos importantes de la sociedad boliviana. Ese mismo método fue aplicado de manera sistemática en Venezuela desde los primeros años de la revolución. Fue bajo la fachada de existiría un fraude que el sector golpista de la derecha no se presentó a las elecciones presidenciales del 20 de mayo del 2018 que dieron la victoria presidencial de Nicolás Maduro. El objetivo

La violencia y su negación Bajo la construcción de la idea de fraude se logró movilizar a un sector de la población boliviana, junto con lo cual fueron activados grupos de confrontación callejera. Eso fue particularmente visible en las ciudades de Santa Cruz y de Cochabamba durante la escalada golpista que se inició el 20 de octubre y forzó a Morales a renunciar el 10 de noviembre. En Cochabamba, por ejemplo, fueron grabados testimonios de cómo los grupos de derecha se desplazaban en decenas y hasta centenares de motos para perseguir a los partidarios del proceso liderado por Morales y quienes fueran indígenas. “Nunca habían visto la utilización de bazucas artesanales en una protesta y la participación de los motorizados armados que fue uno de los fenómenos del proceso de golpe en esa zona”, explica Cris González. • *Periodista y poeta. Nació en París, pero se estableció en Venezuela.

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RESUMEN LATINOAMERICANO | Suplemento Especial

Los colaboradores cubanos de la salud permanecieron en Bolivia por más de 13 años. Fidel Castro y Evo Morales fueron los dos grandes creadores del hermoso proyecto humanista. La doctora espirituana María Elena Silverio estuvo entre los primeros médicos que arribaron a ese país en febrero de 2006.

Evo es lo mejor que le ha pasado a Bolivia Por ARELYS GARCÍA ACOSTA*

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o era flaquita; me sentía una plumita delante de Fidel. Solo recuerdo que me puso la mano en el hombro y me dijo: ‘Doctora, hay que ayudar a Evo porque Evo es el futuro de Bolivia’”. El 2 febrero del 2006, el Comandante en Jefe Fidel Castro despedía a los integrantes del contingente Henry Reeve que partirían hacia la nación sudamericana para atender a las víctimas de la emergencia provocada por las intensas lluvias. Esa noche la doctora María Elena Silverio Rodríguez, a cargo de la jefatura de la brigada médica en el departamento de Pando, creyó aún más en la fuerza de aquellas manos pintadas por Guayasamín, las que aún, confiesa, reposan con calidez sobre sus hombros. Travesía de ciencia ficción De la Paz, capital de Bolivia, a Pando los brigadistas cubanos viven una especie de vía crucis. Viajan casi 48 horas bajo las lluvias que no cesan. El paso de los ríos se hace en pontones o grandes balsas de madera cargadas de guaguas y cuanto carro cupiera en el lomo de aquellos amasijos flotantes. Ya en la cima de los cerros, la travesía es de ciencia ficción, asegura la especialista en Obstetricia y Ginecología. “La situación vial de Bolivia era deplorable con caminos de muy difícil acceso. Había momentos en que mirabas hacia abajo y lo que veías eran las matas casi en miniatura. Ya en la zona baja todo era selva. Ahí estaba Pando, en el medio de la selva amazónica”. De pronto, a los ocho municipios de ese departamento le habían nacido ángeles de batas blancas. Las historias de salvación se suceden una tras otra: mujeres indígenas que paren de pie según sus tradiciones, pero ningún niño muere desatendido; enfermos sobrevivientes a males que ni los maláricos o brujos podían curar. Trillos abiertos a la selva solo para salvar. Y con la estabilidad de la situación climatológica y la apertura de nuevos centros de salud llegó la propuesta de convertir el contingente Henry Reeve en una misión médica. Ante esta realidad, el Colegio Médico, opositor a las ideas de Evo, solicitó la salida del personal cubano de las consultas, de los hospitales. “Fueron meses de mucha tensión; recibíamos amenazas fuertes. Estábamos en medio de los enfrentamientos entre los opositores y los partidarios del Movimiento al Socialismo (MAS) que consolidaban las proyecciones de Evo. Hubo una guerra entre los campesinos y los opositores en el municipio de Porvenir, con 73 fallecidos; nosotros recibimos la solicitud del MAS de atender a los heridos, y así lo hicimos. “Cuando creíamos perdida la posibilidad de recuperar las consultas y los hospitales, sucedió que el prefecto de Pando, opositor a ultranza, tuvo un accidente en su avioneta personal. La brigada cubana se internó en la selva y lo atendió; tenía una fractura desplazada del húmero, además de golpes. Luego, nos agradeció el gesto de salvarlo. Así fue como volvimos a retomar la asistencia médica en el departamento”. LAS LLAMADAS DE FIDEL —Doctora María Elena, manténgase a la escucha que van hablar con usted. Inmediatamente, a la espirituana le entraron temblores. La silla giratoria donde estaba sentada comenzó a dar vueltas y vueltas. “Hasta ahora, no sé cuándo paró”, revela aún emocionada.

Del otro lado de la línea telefónica, la voz de Fidel preocupado por el conflicto político que vivía Bolivia en ese momento y por la situación de los médicos cubanos. “Eran como las diez de la noche. Lo primero que me preguntó fue cómo estaban los colaboradores, si tenían todas las necesidades básicas cubiertas. Nos recordó la importancia de la labor que estábamos realizando allí y lo que eso significaba para la salud de la población y para el desarrollo de Bolivia”. Abril del 2006. Ciudad de Cobija, capital de Pando. El entonces presidente Evo Morales anuncia un discurso en su plaza principal. Fuerzas opositoras al gobierno sobornan a los campesinos para que no asistan a la convocatoria; pese a ello, llegan camiones de todas partes, el pueblo indígena quiere escucharlo. “Nosotros teníamos que participar de alguna manera y fuimos con las batas puestas; nos colocamos al final, debajo de un árbol grande que había allí para no llamar mucho la atención. Pero Evo, que tiene ojos de gavilán, nos ve y dice: ‘Y ahí están los médicos cubanos’, y entonces se formó tremenda algarabía. “Cuando termina el discurso, el Comandante me llama y me pregunta cuál había sido la respuesta del pueblo al discurso de Evo, que le diera un estimado de la cantidad de personas que había participado en la concentración. Imagínese, cuál de las dos preguntas más difícil. Una persona tan grande como él pidiéndome ese criterio. “Fue un discurso muy inteligente —le contesté—, muy al estilo de Evo que en ese momento iniciaba. Transmitió la idea que él quería transmitirle al pueblo y la respuesta fue mucho más positiva de lo que los opositores esperaban. En un momento de la conversación le comenté que el presidente había hablado de nosotros y que el pueblo nos aclamó y me dijo: ‘Eso es lo que hace falta, que el pueblo sienta que ustedes están ahí, y si Evo lo reconoce es muestra entonces de que Bolivia se siente apoyada’”. A juicio de la doctora María Elena, había una conexión especial entre Evo y la misión médica cubana. “Cuando él llegaba a Pando, como todos los dirigentes eran opositores, se movía en los carros de la misión médica cubana. Había una confianza en nosotros”. Cuenta la especialista que en cierta ocasión Evo acudió a la casa de la coordinación de la brigada. “La calle se llenó de gente; decidimos hacer un brindis con dos sidras que encontramos de momento. Con una naturalidad sorprendente, Evo cogió uno de aquellos vasos y brindó con nosotros. Ahí hay una foto en la que él está muerto de la risa compartiendo como un hermano más. Ese día, con su humildad característica, agradeció mucho a la brigada médica por haber transformado los servicios de salud de aquella población indígena. Nos dijo: ‘Bolivia y Cuba son hermanas; ustedes son los hijos de Fidel, yo soy hijo de Fidel’”. En Bolivia han prestado servicio más de 8 000 profesionales cubanos del sector, y en la actualidad brinda asistencia en todos los departamentos, en particular, en 34 hospitales, en 118 centros de salud y en cinco oftalmológicos, según el sitio www.cubasi.cu, que, además, da cuenta de 1 515 955 intervenciones quirúrgicas realizadas y las más de 109 300 vidas salvadas durante estos años de colaboración. María Elena Silverio se siente parte de esa obra que ni el golpe de Estado perpetrado contra el mandatario boliviano puede borrar con represión y terror sembrado en las calles. Atónita ante esos sucesos, esta doctora espirituana insiste: “Evo es lo mejor que le ha pasado a Bolivia”. •

* Reportera de Radio Sancti Spíritus, en la provincia cubana de igual nombre.

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Una prueba de fuego M

ientras nuestro pueblo el 1ro de Mayo, Día de los Trabajadores, disfruta con júbilo el año en que se cumplirá medio siglo del triunfo de la Revolución y el setenta aniversario de la creación de la CTC, a la hermana República de Bolivia, consagrada a preservar la salud, educar y garantizar la seguridad de su pueblo, le faltan días, o tal vez horas, para sufrir acontecimientos dramáticos. Cuando de todas partes del mundo llegan noticias escalofriantes sobre la escasez y costo de los alimentos, precio de la energía, cambios climáticos e inflación, problemas que por primera vez se presentan al unísono como cuestiones vitales, el imperialismo se empeña en desintegrar a Bolivia y someterla a trabajo enajenante y hambre. En ese país, con los oligarcas de Santa Cruz a la vanguardia, cuatro de sus departamentos de los más fuertes económicamente, aspiran a declararse independientes y han proyectado, con el apoyo del imperio, su programa de consultas populares, en las que los medios masivos han preparado el terreno y la opinión de los votantes con todo tipo de ilusiones y engaños.

Las Fuerzas Armadas, en virtud de sus funciones históricas en un país agredido y despojado del mar y otros recursos vitales, no desean la desintegración de Bolivia; pero el plan yanqui, pérfidamente concebido, es utilizar algunos sectores militares antipatriotas para librarse de Evo en aras de la unidad, algo que al apropiarse las transnacionales de las ramas productivas básicas, sería meramente formal. La consigna del imperialismo es castigar y deshacerse de Evo. Es el momento de la denuncia y la verdad. Por no prever y meditar sobre los factores que conducían a una profunda crisis internacional, ¡sálvese quien pueda! parece ser el grito que se escucha en muchas partes del mundo. Para los pueblos y gobiernos de América Latina será una prueba de fuego. Para nuestros médicos y educadores, cualquier cosa que ocurra en el país donde desempeñan su noble y pacífico trabajo, también lo será. Ellos, ante situaciones de peligro, no abandonarán a sus pacientes y alumnos. • Fidel Castro Ruz, Abril 30 de 2008, 9 y 50 p.m.

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Cronología de un golpe anunciado E

l proceso que terminó con la renuncia del presidente constitucional de Bolivia, Evo Morales, comenzó —para algunos observadores— mucho antes de las elecciones del 20 de octubre. Sin embargo, es a partir de esa fecha que se precipitaron los acontecimientos con un aumento de la violencia opositora, la presión internacional de la derecha hasta que los militares y la policía le quitaron su apoyo al mandatario. Morales había convocado el mismo domingo 10 de noviembre —día del golpe de Estado— a nuevas elecciones, tras una auditoría de la OEA que detectó sin evidencias concretas que hubo “irregularidades” en los comicios.

Domingo 20 de octubre Los bolivianos acuden a las urnas para elegir a un nuevo presidente. Evo Morales, primer jefe de Estado indígena en Bolivia y en el poder hace 13 años, busca un cuarto mandato con el aval de la justicia boliviana que lo habilita a participar de los comicios tras el traspié sufrido en el referéndum de 2016. El expresidente (2003-2005) de derecha Carlos Mesa aparece como el candidato opositor mejor posicionado. Busca alcanzar una eventual segunda vuelta. La noche de la elección, Morales lidera el conteo con el 45,28 por ciento de los votos frente al 38,16 por ciento de Mesa, con el 84 por ciento del escrutinio realizado. Para evitar un escenario de balotaje, Morales debe obtener una mayoría absoluta o al menos el 40 por ciento de los votos con una diferencia de 10 puntos porcentuales sobre el segundo candidato. Espera que el voto rural termine de darle el triunfo en primera vuelta. La oposición empieza a presionar, y los observadores internacionales critican la lentitud de las autoridades para proporcionar el resultado final. Ambos empiezan a agitar el fantasma de un posible fraude. Se inician las primeras manifestaciones opositoras en las calles. Lunes 21 de octubre El Tribunal Supremo Electoral (TSE) otorga el 46,4 por ciento de los votos a Morales, contra un 37,07 por ciento para Mesa, con el 95,63 por ciento del conteo realizado. La brecha se acerca a los 10 puntos necesarios para ganar en primera vuelta. Mesa denuncia fraude y radicaliza su discurso. En varias regiones estallan incidentes violentos que incluyen incendios, enfrentamientos con la policía y saqueos. Manifestantes queman tres oficinas regionales del TSE en Potosí (suroeste), Sucre (sur) y Cobija (norte). Martes 22 de octubre Organizaciones ciudadanas convocan a una huelga general por tiempo indeterminado. En conferencia de prensa, la OEA manifiesta “su profunda preocupación y sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar” de los resultados preliminares. Afirman que en su informe recomendarán una segunda vuelta. Como respuesta, el gobierno y el TSE proponen que se realice una auditoría sobre el proceso electoral. El presidente del TSE, Antonio Costas, abandona su cargo por la “desatinada decisión” de suspender la difusión del conteo preliminar. Luis Almagro, secretario general de la OEA, confirma que auditarán el proceso electoral para “verificar su integridad”. El canciller Diego Pary le dice a la Unión Europea que podrá revisar “una a una las actas” si así lo desea. Miércoles 23 de octubre Morales denuncia por primera vez que está en marcha un golpe de Estado por parte de la derecha boliviana, con apoyo internacional. Las huelgas se replican en todo el país y se multiplican los incidentes tras enfrentamientos entre partidarios de ambos bandos.

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Jueves 24 de octubre El candidato presidencial Carlos Mesa niega las acusaciones y le dice a Evo Morales que es él quien no respeta la Constitución. También convoca a manifestaciones pacíficas, aunque se siguen registrando incidentes. El conteo oficial de votos se actualiza: el 99 por ciento del escrutinio indica que Evo Morales gana en primera vuelta. Viernes 25 de octubre Se dan a conocer los resultados finales y Morales es declarado oficialmente ganador con el 47,08 por ciento de los votos frente al 36,51 por ciento de Mesa: supera los 10 puntos porcentuales exigidos para evitar la segunda vuelta. La oposición, la OEA, la Unión Europea, Estados Unidos, Colombia y Argentina se unen bajo el mismo paraguas y exigen un balotaje. Los bloqueos de calles y los enfrentamientos entre militantes oficialistas y opositores continúan con el correr de los días. Jueves 31 de octubre Empieza la auditoría de la OEA sobre el recuento de votos, solicitada por el gobierno, pero ahora rechazada por la oposición. Viernes 1 de noviembre Renuncia Arturo Espinosa, jefe de la misión de la OEA. Espinosa había publicado un artículo de opinión sobre las elecciones en Bolivia donde criticaba abiertamente a Evo Morales. Sábado 2 de noviembre El líder cruceño Luis Fernando Camacho se erige como el rostro más visible y radicalizado de la oposición. Llama al ejército y la policía a “ponerse del lado de la gente” y le pide la renuncia al presidente. Morales llama a las fuerzas armadas a “servir al pueblo boliviano” manteniéndose cerca de su gobierno. Miércoles 6 de noviembre Se repiten violentos enfrentamientos en Cochabamba y bloqueos en otras partes del país. En Vinto (centro), manifestantes prenden fuego el edificio municipal y obligan a la alcaldesa Patricia Arce Guzman (MAS) a caminar descalza por el pueblo, cubierta de pintura roja, bajo insultos y amenazas. Viernes 8 de noviembre Tres unidades policiales se amotinan en Cochabamba, Sucre y Santa Cruz. La policía se muestra cercana a los manifestantes en La Paz y la protesta opositora se extiende a otras regiones del país. Morales denuncia un golpe de Estado “en curso”, pero el gobierno descarta una operación militar contra los amotinados. Sábado 9 de noviembre Efectivos de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP) de Cochabamba se amotinan y llaman a nombrar nuevos comandantes. Con el correr del día se fueron sumando los regimientos policiales de otros departamentos como Chuquisaca. Domingo 10 de noviembre Evo Morales anuncia por la mañana que convocará a “nuevas elecciones nacionales que, mediante el voto, permitan al pueblo boliviano elegir democráticamente nuevas autoridades”. Poco antes, al dar a conocer el informe preliminar de su auditoría, la OEA exige la anulación de las presidenciales de octubre y la realización de nuevos comicios. Dos ministros y el presidente del Congreso renuncian frente a un clima acelerado de violencia. Las Fuerzas Armadas y la Policía le piden la renuncia al presidente. Desde la localidad de Chimoré, Morales anuncia finalmente su renuncia después de 13 años en el poder. • (Informe: Guido Vassallo/Página 12)


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“Prohibido recordar memorias”

“Vinieron a castrar el Sol” Por MARCELO VALKO*

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urante el santo oficio de la inquisición cualquiera podía ser acusado y encontrado culpable por sus andanzas en el sueño de otro. Lo digo de otro modo, si una vecina me soñaba como macho cabrío invitándola a un aquelarre bastaba con que contase el sueño a una autoridad para que la Inquisición diera cuenta de mí y así descubrir mi pacto con los demonios. Detrás de esta locura, existe miedo y detrás del miedo un trasfondo lógico para direccionar la violencia en forma horizontal: pueblo contra pueblo. De esa forma, el odio de abajo evitaba canalizarse hacia arriba, hacia las élites siempre temerosas de perder sus privilegios eclesiásticos o de abolengo. La violencia siempre fue útil al poder. Y el cobas, funcionó como una excelente forma de control y disciplinamiento social. La restauración de la democracia en Sudamérica, nos persuadió que muchas cosas habían quedado atrás, incluso aquel tufo medieval. Pero la historia es acción, reacción y contrarreacción. Y en ese contexto aun cuando parece aletargado, el devenir de los pueblos está atento. Basta una pequeña chispa para que la llama ilumine todo aquello que el poder mantiene en la oscuridad del subsuelo como sucedió con los $30 de aumento del Metro de Santiago de Chile, menos del 4% del precio, pero ese mínimo detonante incendió el plácido festín de los privilegios de los dueños y provocó un reguero de incendios que continúa en este mismo momento. Tantas veces se castigó más a los bolsillos y todo fue como debía ser. Pero esto es América y en la profundidad de sus laberintos de sangre cuesta determinar el funcionamiento del detonante que libera la ola. Un viernes la presión popular consigue la libertad de Lula y un domingo los intereses económicos derrocan a Evo Morales para truncar la esperanza de los pueblos. Me interesa reflexionar sobre algunos aspectos de la siniestra vorágine medieval que descendió sobre en Bolivia. Gente enardecida exorciza a la Pachamama y lucha para erradicar la presencia de Satanás, incluso declara sacrílega a la Wiphala. El colmo de este desquicio es que la personificación del Diablo se

Popol Vuh

encuentra representado por el mundo indígena, que dicho sea de paso desconocía esa figura antes de 1492. ¿Qué sucedió tras tantos años de democracia de los cuales los últimos 14 fueron del MAS para que las clases medias se contagien de una epidemia fulminante de fervor religioso para conjurar lo originario nada menos que en Bolivia? El huevo de la serpiente de una Guerra Santa pareció eclosionar de la noche a la mañana. Es cierto que atrás había quedo el 64% arrasador de Morales/ Lineras de elecciones anteriores y la derecha que venía lanzando zarpazos desde 2006, esta vez acertó. Se produce el golpe, Trump reconoce de inmediato a la autoproclamada Yañez y comienza la cacería de funcionarios, se confeccionan listas negras, acusan a parlamentarios electos de sedición, expulsan al periodismo que expone la demencia racista, se exime de responsabilidad penal a los represores que disparan a discreción, todo para restablecer el statu quo de señores y siervos. ¿Cómo explicar la saña de un golpe contra un gobierno que más allá de sus errores consiguió un crecimiento económico inobjetable democratizando los ingresos al reducir la brecha ricos/pobres de 130 a 14 y con una disminución de la pobreza de 38 a 15 y un aumento de la dignidad de un país al 100%? ¿O acaso el bienestar tiene la culpa y es la gota que rebalsó el vaso del odio visceral? Da la impresión que la mejoría de los muchos y su empoderamientos como seres humanos es proporcional al racismo de los otros. No se tolera que los de abajo hagan y sepan lo que saben hacer. Más allá de la voracidad de las mineras y corporaciones y el deseo de USA por disciplinar el patio trasero, otro detalle es crucial, y es como lograron transferir masivamente un esencia de aquellos que victimizan. Existe un MAS contra la discriminación que muestra a una joven a punto de atacar con un palo a una “mujer con pollera” a quien le advierte “por colla te pasa esto”. La misma Yañez es un ejemplo elocuente con sus mensajes: “Sueño con una Bolivia libre de ritos satánico indígenas, la ciudad no es para los indios que se vayan al altiplano o al chaco”. Es evidente que no es necesario hacer un curso intensivo con Josef Mengele para obtener el diploma de racista. La autoproclamada simplemente desprecia a su igual para sentirse elevada y quizás de esa

forma, al mirarse al espejo no se sienta amenazada por las raíces de su mismidad que se advierten debajo de su teñido furioso. Por desgracia hay más graduados. Lo tenemos Luis Camacho líder de la Logia de los Caballeros de Oriente en Santa Cruz, maestro de ceremonia del show de la Guerra Santa a quien vimos ingresando de rodillas al Palacio de Gobierno con una Biblia para expulsar al Diablo: “La Biblia vuelve al Palacio”, “Ahora atamos a Satanás... Y a todos los demonios de la brujería, los atamos y los enviamos al abismo”. Más allá de sus reales creencias y los intereses bien terrenales que Camacho busca restaurar para los suyos, lo objetivo es que contagió a muchos. Vemos policías haciendo procesiones enarbolando cruces, mientras otros pisotean y queman wiphalas. No mueven un dedo mientras enjambres de jóvenes en moto hacen razias apaleando “collas” en tanto otros niños bien vociferan “No más indios. Viva Bolivia libre de indios”. Los señores, los amos, los dueños de todo direccionan el odio de esa gente en forma horizontal al igual que en el medioevo. El indígena que se pone de pie es visto como una amenaza a los privilegios de clase, prerrogativas que vienen de la hacienda y la encomienda. Y como en la Edad Media se invoca la protección de Dios frente a Satán, alzan la Biblia, se exaltan, lloran en accesos de histeria buscando exorcizar e invisibilizar al otro en su estamento de siervo. Por último, la persecución de símbolos andinos me retrotrae al dictamen que condenó a muerte a Túpac Amaru II. Allí, la mayor parte de la sentencia busca castigar al pueblo que intentó romper con el sometimiento colonial y por eso “le prohíben recordar memorias”. El verdugo pretendió borrar la memoria pero no hizo más que dejar al desnudo su temor por perder las prebendas. “Prohibido recordar memorias” un mandato imposible, porque los pueblos no olvidan como lo demuestra Bolivia con la defensa de sus símbolos ancestrales que están más allá de Morales y que es su manera de ser en el mundo. Hace más de dos siglos no pudieron ahogar las memorias de las luchas. La espalda del Continente es fuerte. Los pueblos son tierra que camina, tienen esa paciencia mineral y están en efervescencia, lo que debe llegar, llegará más temprano que tarde! •

* Psicólogo egresado de la UBA. Se dedica a la investigación sobre genocidio indígena. Es profesor titular y fundador de la Cátedra “Imaginario Étnico, Memoria y Resistencia”.

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RESUMEN LATINOAMERICANO | Suplemento Especial

Represores no pasarán mucho tiempo en Bolivia, dice militante del MAS Por Deisy Francis Mexidor*

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a joven militante del Movimiento Al Socialismo (MAS) Ariana Campero advirtió que los represores no pasarán mucho tiempo en Bolivia por la historia de lucha del pueblo. Durante una entrevista concedida a Prensa Latina en La Habana, Campero dijo que los militares en las calles no podrán irse por encima de la conciencia y la historia de lucha de los bolivianos. Campero, quien el pasado 15 de noviembre fue cesada como embajadora en Cuba por el gobierno de facto, advirtió que esta es una “etapa en la cual no hay vuelta atrás, el golpe de Estado se consolidó”. La promulgación de una ley que convoca a nuevas elecciones dejando sin efecto las celebradas el 20 de octubre, en las cuales no participará Evo Morales como candidato, confirman la institucionalización del golpe, acotó. Sin embargo, pese a que se habla de una pacificación del país, sigue la represión y la persecución política de los dirigentes del MAS, denunció. Al reiterar su desconocimiento a la autoproclamada presidenta JeanineÁñez, calificó al gobierno de facto que encabeza de “usurpador, criminal y golpista” y destacó la forma en que, espontáneamente, se movilizó el pueblo para condenar la ruptura del orden democrático.

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Ahora lo que nos toca de manera revolucionaria es seguir adelante, el mayor opresor, como decía la desaparecida líder boliviana Domitila Chungara, es el miedo, añadió. La exembajadora señaló que empieza una nueva etapa de lucha, “no podemos callarnos ante mentiras y fakenews (noticias falsas)”. Respecto a los reportes de víctimas de la violencia represiva en El Alto y Cochabamba dijo: “¡Qué triste que justifiquen (las autoridades actuantes) el asesinato impune de 32 personas con el argumento de que eran terroristas!”. Todos conocemos Senkata y el Trópico de Cochabamba y todos sabemos que allí viven campesinos, al pueblo lo masacraron en esos lugares, afirmó Campero. “No crean el falso discurso que es muy homogéneo de las extremas derechas en algunos gobiernos de Latinoamérica, que catalogan de ‘vándalos’ a aquellos que protesten”. Graduada como médica en la isla, Campero, también ministra de Salud entre 2015-2018, envió un mensaje de acompañamiento a las familias de aquellos que perdieron la vida en estos días tristes para Bolivia. “Eran hijos, padres o esposos y ya no estarán nunca más”, lamentó. En respuesta a una pregunta sobre los próximos comicios, señaló que el MAS tendrá que trabajar muy fuerte porque se presenta un escenario muy adverso y complejo.

Pero “el pueblo sabrá decidir con conciencia en la defensa de lo propio, en la defensa de nuestra patria y eso significa defenderla de los burgueses de Bolivia que, claramente, son los que están sentados ahora en el poder”, apostilló. Al referirse a lo que valora como más llamativo del proceso de cambio que vivió la nación andino-amazónica en los últimos 13 años, Campero aseguró que más allá de los logros económicos ganaron identidad. “Yo creo que nos dignificamos como bolivianos, logramos nuestra identidad”, concluyó. En 2005 Evo Morales ganó la presidencia con 54 por ciento de los votos, frente al candidato opositor Carlos Mesa -el mismo que derrotó el pasado 20 de octubre-, al asumir en 2006 se convirtió el primer presidente indígena de la nación sudamericana. El 10 de noviembre Evo renunció al cargo bajo presión de policías y militares, en aras de evitar un derramamiento de sangre, algo que su decisión no pudo contener, admitió después. Junto al exmandatario -actualmente asilado en México- dimitieron, en solidaridad, las principales autoridades de su gobierno. Días antes de lo ocurrido y en otra entrevista también a Prensa Latina, Ariana Campero había alertado acerca de la existencia de un intento de golpe de Estado de la derecha con apoyo de algunos países empeñados en desacreditar el proceso electoral. • *Periodista de Prensa Latina.


Suplemento Especial | RESUMEN LATINOAMERICANO

El paso del Cóndor y las voces de la dignidad

Por José Luis Méndez Méndez

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l tiempo sigue su agitado curso y las voces de la dignidad en contra del golpe de Estado en Bolivia no cesan, cada día se suman más personas, entidades, organizaciones, que acuden a la denuncia para rechazar tan infame acción. Ahora se conoce cómo se orquestó y nuevas revelaciones por venir nos dirán detalles, pero la esencia de la conjura es transparente. Estados Unidos y sus agencias de espionaje son los principales protagonistas con el apoyo de cipayos internos fueron tejiendo la trama, erosionando hasta asestar el desgarrón final que convulsionó a todo el país. Sin embargo, desde el Congreso estadounidense un grupo de más de 15 representantes refutó de manera pública el hecho, incluso exigieron al presidente Donald J. Trump, que no reconociera al gobierno de facto instalado sobre la sangre de las víctimas de la represión y el dolor y las lágrimas de sus familiares que claman justicia ante la complicidad de la infame OEA y otros organismos supuestamente creados supuestamente para defender los Derechos Humanos. Dos precandidatos a la presidencia como Bernie Sanders y Tulsi Gabbart, elevaron sus voces de impugnación. Más de cien organizaciones, intelectuales, artistas de diversos géneros en varios continentes se pronunciaron en contra del empleo de la fuerza para imponer a los usurpadores. También se conoce que antes del golpe ya existían listas de quienes serían reprimidos, acusados para ser encarcelados, perseguidos sin piedad, no solo ellos sino sus familiares, como ejemplo de las tradiciones fascistas aprendidas de los asesores nazis que encontraron refugio seguro en Bolivia al culminar la guerra mundial en 1945. El Ministerio Público, con agazapados golpistas en su plantilla e increíble rapidez armaron expedientes acusatorios, incluso antes de ser instalado el clan golpista en el poder. Se recuerda las peripecias acontecidas para evitar que el depuesto presidente Evo Morales, abandonara el país. Autoridades a cargo de las relaciones exteriores y de gobierno hicieron lo imposible para evitarlo, cuando todavía no se habían producido cambios en sus estructuras y sus funcionarios habían sido nombrados por el Presidente legítimamente elegido por la inmensa mayoría de los votantes y con amplio respaldo popular. Existen antecedentes. El ejército boliviano, protagonista destacado y activo en el reciente zarpazo castrense, tiene una larga tradición golpista. En los años oscuros y tristes de la Operación

Cóndor, los militares bolivianos secuestraron y entregaron a decenas de militantes políticos opuestos a las dictaduras imperantes en el Cono Sur de América Latina. Uruguayos, argentinos, paraguayos, chilenos y de otras nacionalidades fueron enviados a la muerte segura en los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio creados para las desapariciones forzadas. Los documentos archivados sobre el accionar de los uniformados bolivianos en esa época no se han podido desclasificar por la resistencia de los mandos militares renovados, pero con el mismo principio represivo en su doctrina. El gobierno militar de René Barrientos, recibió asesoría estadounidense para entrenar a sus soldados que se enfrentaron a la guerrilla hasta asesinar a Ernesto Che Guevara, con la participación de mercenarios de origen cubano al servicio de la CIA. Tras la dudosa muerte de Barrientos por accidente de helicóptero en 1969, incidente similar al ensayado contra Evo Morales en noviembre de 2019, cinco décadas después, que hace recordar a los llamados ciclos de la CIA, para eliminar a líderes políticos. Luego se suceden una serie de gobiernos de corta duración, la mayoría militares, hasta que en 1971, el coronel Hugo Banzer Suárez, destacado miembro del exclusivo Salón de la Fama de la infausta Escuela de las Américas, toma el poder tras derrocar al general Juan José Torres, quien sería asesinado en Argentina en junio de 1976, víctima de la Operación Cóndor. El régimen de Banzer se alinea a la corriente fascista de los gobiernos militares de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Reprime al movimiento obrero y se suspenden los derechos civiles de la población. En 1978, Bánzer(1) dimite luego de una sostenida y larga huelga de hombre de mujeres mineras que dirigían y participaban en organizaciones sociales. Se estima que durante su primer gobierno castrense unos 150 prisioneros políticos fueron desaparecidos, se encontraron posteriormente, en los sótanos del entonces Ministerio de Interior, celdas de tortura y huesos humanos. Dos años después el 17 de julio de 1980 el general Luis García Meza da un golpe de Estado con apoyo de paramilitares reclutados por el criminal nazi Klaus Barbie, que derroca a la presidenta constitucional interina Lidia Gueiler Tejada e introduce manuales de tortura, uno de los más celebres manuales de tortura es el Kubark, en él se describe el proceso de tortura mediante descarga eléctrica en diversidad de variantes.

El gobierno de García Meza se caracteriza por la represión brutal de sus contrarios, similar a la actual, registrándose detenciones, asesinatos, masacres, desapariciones forzosas, torturas y ejecuciones extrajudiciales, hasta que las voces de la dignidad y la reacción de la comunidad internacional, condujeron al gobierno de facto a su fin un año después. Los regímenes que se sucedieron continúan las políticas neoliberales, profundización del libre mercado promovida por Estados Unidos. Y dependientes de la injerencia de organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial, mismos que condicionan su asistencia a la aplicación del Consenso de Washington. El primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada privatiza las empresas estatales de hidrocarburos, ferrocarriles, telecomunicaciones, electricidad y la línea aérea de transporte través de un proceso de capitalización. Se producen altos índices de corrupción y la ausencia de medidas de inclusión social erosiona el sistema político y lo aboca a una crisis económica insostenible. Esto origina la reacción popular por medio de movimientos sociales, con la participación de campesinos indígenas, mineros, vendedores ambulantes y cocaleros que hacen ingobernable al país. Se suceden varios gobiernos, acontecimientos como la llamada “guerra del gas” hacen cambios políticos sucesivos hasta que en el 2006 se convocan elecciones generales que dan como ganador a Evo Morales Ayma del Movimiento al Socialismo, cuyo primer mandato (2006-2010) se caracteriza por la puesta en marcha de políticas nacionalistas e indigenistas de beneficio nacional y dirigidas a al rescate de la soberanía. Se estatizan las empresas de hidrocarburos y telecomunicaciones antes privatizadas. A fines de 2009, Morales Ayma es reelecto presidente con más de dos tercios de mayoría legislativa. En 2014 se vuelve a postular para presidente y gana con un 61% de los votos, mandato que debía concluir en este año, cuando había logrado una vez más al apoyo popular en las urnas. El 10 noviembre de 2019 el general golpista Williams Kaliman Romero, egresado con honores de la Escuela de las Américas en el 2003 consuma la traición y logrado el fin, recibe su botín y se esfuma de la escena política a un refugio seguro, que invariablemente podría ser Estados Unidos. Los nuevos golpes de Estado, en sus más variados estilos de implementarse, desde el humillante ensayo en Honduras en junio de 2009, el parlamentario de cuello blanco en Paraguay después y los subterfugios judiciales contra Luiz Inácio

Lula da Silva, Dilma Rousseff, Rafael Correa, la acosada Cristina Fernández y el reciente golpe contra Evo Morales, sin olvidar las ejecuciones extrajudiciales contra líderes sociales y el encarcelamiento de definidos opositores al capitalismo como Milagro Salas, encarcelada con ensañamiento por defender sus ideas y ser consecuentes con ellas, precisamente en la provincia argentina de Jujuy, donde se gestó parte del ensayo subversivo boliviano, calificado por algunos como un caso de las llamadas “guerras híbridas”, donde se mezclan medios y métodos para alcanzar el propósito desestabilizador. En estos procesos sediciosos, junto a las sistemáticas violaciones del Derecho Internacional, se une el uso indebido de herramientas jurídicas combinadas con los medios de comunicación mediatizados y al servicio de sus dueños, representativos de los intereses clasistas más retrógrados, utilizados para la persecución política, el empleo de la ley como un arma para destruir al adversario político por la vía judicial. El método, que indistintamente se identifica como lawfare “guerra jurídica” o “guerra judicial”, para ser efectivo y provocar erosión y desgaste, necesita articularse con las redes sociales y los medios de comunicación, que operan para fabricar la aceptación en contra o a favor de determinadas personalidades, grupos o sectores políticos. La aceptación o la eliminación por medio de la difamación, desmoralización del adversario político se concreta especialmente en el plano de la opinión pública, que se asume de manera subliminal, captando voluntades que se convierten en diseminadores y amplificadores de las falsas noticias con el esperado efecto psicológico, sociológico y político. El inmortal José Martí, Héroe Nacional de Cuba, sentenció para todos los tiempos “gobernar es prever”. Los acontecimientos aciagos acontecidos en Bolivia, han dejado relevantes lecturas, enseñanzas diversas para los pueblos que han de estudiarlas y sacar de ellas los mejores provechos. Como se ha establecido, con sobrada razón, quienes no estudian ni aprenden de sus errores están destinados a repetirlos y asumir las consecuencias. • 1

El Gobierno español le confirió en el año 2000, el Collar de la Distinción Orden de Isabel la Católica, por sus incuestionables méritos. Esta Orden fue instituida por el Rey Fernando VII el 14 de marzo de 1815 y se le ha otorgado entre otros a: Jorge Rafael Videla; Alfredo Stroessner; Luis Alberto Lacalle; Carlos Saúl Menem; Mobutu Sese Seko y José Napoleón Duarte.

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RESUMEN LATINOAMERICANO | Suplemento Especial

La cara del fascismo en América Latina Por Ernesto Eterno

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a escena más descarnada que retrata la naturaleza del gobierno transitorio que lleva el sello de un régimen fascista despiadado se produjo en La Paz el 21 de noviembre, en las cercanías de la Plaza San Francisco, como a las 16:30. Ni los medios de comunicación más proclives a esta pandilla de desalmados han podido esconder tamaña afrenta a la condición humana y al dolor de los familiares y amigos de los difuntos. La población de la ciudad de El Alto que había decidido bajar a La Paz con sus muertos sobre los hombros, mostrarle al mundo entero lo que el cerco mediático estaba ocultando sobre la masacre de Senkata, sufrió un brutal ataque policial-militar. Los marchistas fueron reprimidos con tal furia que los dolientes tuvieron que dejar los cajones de sus muertos en la soledad dolorosa de la calle a expensas de ser pisoteados por las tanquetas y las tropas de ocupación colonial, en medio de nubes tóxicas de gas pimienta y balines disparados con rencor de verdugos. Esta escena inaudita sobre la que huelga toda explicación expresa la radiografía de un régimen que está dispuesto a preservar el poder robado al pueblo a costa de cometer las mayores atrocidades en materia de derechos humanos. La mano represiva del actual régimen de facto es superior en crueldad a la peor dictadura que ha vivido el pueblo boliviano a lo largo de toda su historia. Ciertamente llegaron al gobierno para tomar el poder sin límite alguno. Creen que están en medio de un festín y lo disfrutan opíparamente. El desfile de los muertos no interrumpe su éx-

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tasis. Tampoco es suficiente el menú de violencia para saciar sus apetencias insanas. Les sirve todo para cumplir su promesa de venganza y honrar la obediencia de sus amos. No se detienen ante nada, por el contrario, disparan abyectamente agravios contra las víctimas, a quienes se les acusa de haberse matado entre ellos y mostrarse como «hordas alcoholizadas» en un gesto de desprecio repugnante. La población rebelde que protesta en las calles contra un régimen golpista y su infamia sangrienta ha sido reducida a «hordas», esto es, a grupos vandálicos, sucios y malolientes que merecen el desprecio de la sociedad pulcra, impoluta y prolija. ¿Las hordas salvajes son las que matan o las que mueren? Más que investigaciones forenses para esclarecer estos baños de sangre hace falta una antropología de la bestialidad entre quienes conducen hoy el país. Estuvieron agazapados durante largos trece años esperando, en la vigilia de la noche, este segundo que disfrutan como si fuera eterno. Su larga espera hoy se siente compensada con la sangre que brota de los treinta cuerpos masacrados a balazos. Una épica sangrienta que no cesa porque aún no parece ser suficiente. ¿Cuántos muertos más frenará su sed de gloria política para replegar sus fuerzas represoras? ¿Cuántos indios más tendrán que ofrendar su vida en el altar de esta cofradía de odio? Más que una pandilla de asaltantes que se llaman “gobierno de transición” parece que enfrentamos a un rebaño acomplejado que despliega ferozmente sus instintos. Nunca una transición política se condujo con tanta sangre derramada contra bolivianos. Esto dice del

mandato que los impulsa a matar sin piedad y a mentir sin clemencia. La televisión los muestra como animalitos encuevados dispuestos a obedecer tareas primarias que provienen de sentimientos casi primitivos. Pedirles que piensen en lo que hacen por un solo segundo es demasiado. Ni remotamente se les ocurre pensar en la nación que tienen entre sus manos o en la sociedad a la que deben enfrentar sin escalpelo. Esta pandilla no tiene tiempo ni condiciones para pensar la vida de los seres humanos. Su oficio tormentoso es la privación de ella. Obedecen órdenes que provienen de afuera y consignas elaboradas para su propio consuelo. Tratan de ubicar el país donde viven pero mañosamente se refugian en el país que quieren. Saben que el tiempo se les escapa y por ello enfrentan con saña demencial los que denominan “hordas masistas”, como para justificar su brutalidad pero también para conjurar el rencor profundo que los envuelve. No poseen ideas para pensarse como gobierno, apenas atinan a excitarse cuando se sienten que son poder. Este es un gobierno no solo fascista porque mata o reprime sin preguntar. Es despiadadamente fascista porque sabe que mata con la legitimidad que cabalga en la clase media que ha decidido mediar para saciar su sed de venganza. La clase media racista requiere de verdugos que los representen en su descarnada voracidad. El odio a los indios se ha convertido no solo en una moda generacional, también en un pasatiempo de las tertulias fascistoides. Sin embargo, los fariseos del odio hablan de democracia. La nueva gramática farisaica no deja de lado los adjetivos asociados al aniquilamiento. Por

ello, es una clase que está dispuesta a dejar pasar todas las muertes necesarias porque son indios. Para esta clase anclada en el lastre racista de los siglos, esas masas indígenas, despojadas del poder y del líder que encarnó parte de sus sueños, merecen cualquier tipo de castigo, incluso la muerte. Deben pagar la culpa de su osadía: haberse atrevido a reemplazar por un largo tiempo a quienes se creen los dueños genuinos e insustituibles del poder. Pocas veces esos dueños perdieron el derecho a gobernar, y, cuando lo hicieron, las masas pagaron un costo muy alto: fusilaron a Willka, suicidaron a Busch, colgaron a Villarroel, asesinaron a Tórrez y derrocaron a Evo. Es una clase que no acepta competencia en el arte de tenerlo todo sin ser ni merecerlo. Por ello, el golpe del 12 de noviembre más se parece a una estrategia de escarmiento. ¿Quiénes gobiernan este país en el que los blancos ahora tienen el derecho a matar indios impunemente o perseguir mujeres de pollera sin piedad? ¿Quiénes constituyen el núcleo duro de esta nueva casta encomendera que mata por un plato de lentejas? ¿A dónde se dirige este gobierno que carga el odio a cuestas nombrando a Dios en cada esquina? Por lo pronto diremos que este es un gobierno cuya arquitectura política y fuerza represiva, incluida la parafernalia mediática y de redes, está pensado en Washington para ser ejecutado por una nueva casta encomendera cuya tarea es barrer todo vestigio “populista”. Lapidar el “masismo”, ampliar las esferas de su muerte civil y fragmentar su potencia popular mediante la persecución política o la judicialización son las tareas que encarna este régimen al que lo carac-


Suplemento Especial | RESUMEN LATINOAMERICANO teriza la masacre. En la condición de su transitoriedad radica su potencia represiva y desde allí se pretende pasar, vía electoral, a la fase sostenible de un nuevo modelo de dictadura con rostro democrático. Por ello, no será una simple casualidad el retorno deliberado de USAID ni de la DEA, o, peor, de la CIA. Este engranaje criminal contribuirá a optimizar el ropaje democrático. Sin duda, en el escenario que se precipita por la fuerza del plomo no hará falta gente honorable para llenar el vacío de poder. El proyecto neocolonial de poder no pasa por la decencia política sino por la desmesura. El primer personaje de esta tragedia ya tiene las manos machadas de sangre, y tanto Camacho como Mesa son los nuevos comensales del festín imperial. Jeanine Añez, la autonombrada El gobierno fascista nace de estas entrañas sórdidas exponiendo sus tentáculos grotescos desde su condición de clase. Parecen personajes salidos de historietas estrafalarias. Una presidenta blanca, católica, oriental e iracunda que no trepida en pedir que los indios, andinos o amazónicos, sean expulsados de su tierra para conjurar sus ritos satánicos lejos de su confort. Alguien que detesta sentarse con un indio, que lo proscribe por su sola diversidad o que desprecia la presencia de la whipala, que es un símbolo del nuevo Estado Plurinacional, que renace de los escombros de la colonia, dice hoy representar a Bolivia. Una senadora que apenas logró 40.000 votos dirige hoy la voluntad de 11 millones de personas. La presidenta autonombrada llegó sin previo aviso. Ninguna comunidad, ningún vecindario, ningún gremio, ningún club deportivo, ninguna sociedad de buenos oficios, nada ni nadie fue consultado para que Jeanine Añez fuera presidenta. La llevaron escoltada a la Asamblea Plurinacional, ingresó triunfante sin librar batalla alguna y se mantiene inalterable a pesar de la cantidad de muertos. Siente que está predestinada a mandar como el célebre Guaidó, el venezolano, que también se cree presidente por el solo hecho de ser ungido por el Tío Sam, desde la cloaca de Washington. Estos personajes histriónicos solo pueden ser un subproducto de galeras malolientes.

A Jeanine la breve le crearon una oportunidad excepcional y le allanaron el camino para hacer lo que se le ordene. Su principal atributo es la obediencia ciega, y por ello dispone de un ejército y una policía de gatillo fácil. Como los juegos de magia, la sacaron del sombrero en Washington con la complicidad sosegada de Tuto Quiroga, un líder político fracasado, y Luis Fernando Camacho, el líder religioso construido para lo siniestro. Quiroga es un verdadero mago de la política fascistoide y del dinero sucio. No cesa en su manía de expresarse cantinflescamente, por redes y televisión, contra cualquier vestigio de democracia popular. Sus vínculos con la jauría de senadores cubanos atrincherados en Miami, junto al criminal de Sánchez Berzaín, protegido de la CIA, y su relación con lo más escabroso del paramilitarismo colombiano, lo convirtieron en una ficha clave de los Estados Unidos durante estos últimos cinco años. Quiroga, junto a Oscar Ortiz, el candidato perdedor de las «manos limpias» de la última elección, fueron los operadores del golpe de Estado de 2007-2008 bajo la batuta de Philipe Goldbergh, el embajador carnicero que hoy preside otras tantas sangrías desde Bogotá. Quiroga, Ortiz, Berzaín y Camacho fueron los elegidos para la gloria pírrica. Esta vez retornaron con más recursos, tecnología y una estrategia política y mediática demoledora de la mano de la OEA. Desde hace más de una década estos nombres ocupan un lugar privilegiado en las listas de la CIA. Empero, el oficio común es el de hacer desaparecer millones de dólares que generosamente les otorga su agencia madre cada vez que prometen derrotar a Evo. Esta vez fue distinto. La fortuna se puso de su lado alimentada por los millones de dólares que fluyeron de la caja criminal de la CIA y sus adláteres. La autonombrada y este séquito virreinal saben que el festín del poder usurpado tiene los días contados. Empero, esa brevedad la ha convertido en una carnicera desalmada, la primera de su género en toda nuestra historia. Nunca una mujer había llegado tan lejos permitiendo que se masacrara a sangre fría a tantos jóvenes a los que les privó del derecho a soñar. Nunca antes una mujer había comandado una carnice-

ría humana como en Ovejuyo, Sacaba o Senkata. Curiosamente, comparte junto a su ministro de Gobierno un deseo irrefrenable de perseguir, cazar y destruir. Al parecer no es un mal de género, ambos son un género del mal. Curiosamente, Añez es una mujer que nació en las bellas pampas benianas que solo ofrecen belleza y esplendor. Extraña referencia para la mujer mojeña-amazónica que tendrá en su inventario histórico una golpista y a su vez una genocida. Por cierto, esta es una vergonzosa referencia para un pueblo hospitalario, modesto y generoso en sus costumbres. En su breve genealogía política, el general Banzer funge como su padre ideológico. Una pieza clave en la galería de los dictadores sanguinarios latinoamericanos. Tal vez inspirada en este ejemplar ruinoso para la nación, la «elegida» se muestra fría, ambiciosa, delirante en su ferocidad de clase. Manda desde el sillón presidencial con el mismo aplomo con el que los patrones de estancia deciden violar a sus empleadas. Lo hacen para marcar su territorio, como los animales cuando depositan sus miserias para prevenir intrusos. Añez está conectada al pensamiento más conservador y racista de otro tutor político: Ernesto Suárez. Un exmilitante banzerista, convertido en un próspero ganadero, construyó su fortuna con la miseria de su pueblo. Suárez Sattori proviene de un padre militar protofascista para quien los peones de su estancia valen menos que sus vacas. Entre Suárez y Añez existe una comunión no solo ideológica, sino también señorial. Añez cree, como la mayoría de los patrones de estancia, que no es un delito violar a las hijas de los peones. Es una violación merecida, casi como un honor, acceder a la violencia carnal de los dueños de la tierra y del ganado. Es su cuota de sangre. Este derecho patronal es semejante al derecho de pernada que aún practican los curas corruptos y pedófilos en las extensas sabanas benianas. Patrón y cura son dos especímenes que viven postrados ante el delito y la complicidad en el pecado. De esta casta proterva proviene la autonombrada presidenta. Nacida cerca del dolor de la violación y de la complicidad de una iglesia que hace misa para los que violan. No es pura casualidad que quienes ofician hoy

de mediadores en el conflicto entre el régimen, los movimientos sociales y el gobierno derrotado son representantes de la Iglesia católica, aquella cuya élite goza de todos los fueros, incluso el de la pedofilia. Esa parte oscura de la Iglesia que se dice mediadora es la misma que ofició las misas de los domingos condenando sistemáticamente a Evo y su gobierno. Es la misma que durante los últimos años canalizó financiamiento de USAID para alimentar el golpe fascista, es la misma que se convirtió en la trinchera antipopular desde sus fundaciones de fachada, manchadas con sangre de los pobres: Fundación Jubileo, Cáritas, ERBOL y otras. La presidenta autonombrada es hija predilecta de esta Iglesia que los domingos le rinde culto a la hipocresía y a la barbarie patronal. Quienes la eligieron tenían la seguridad de que la presidenta autonombrada cumpliría el mandato de gobernar matando. El séquito fascista celebra que las «hordas» ahora tengan su merecido, incluida esta Iglesia que indirectamente oficia el fascismo por su complicidad política. Celebran a la mujer católica que reza pero que también mata. Por mucho tiempo, en Bolivia y en el resto de América Latina la Iglesia lleva en el vientre toda la podredumbre del Imperio y el pecado de sus testaferros. Hoy mismo enfrentamos a una parte de la Iglesia católica que atenta contra la libertad y el bienestar de un pueblo que empezaba a caminar, a elegirse a sí mismo, a trazar su propio destino más allá de los errores humanos que el gobierno pudo cometer por su impericia o por su voluntarismo inefable. Así pues, Añez resulta ser el vértice de una maquinaria criminal que hoy está sostenida en cuatro patas, cada una de ellas con sus propios intereses corporativos, religiosos, extranjeros y empresariales. La primera de ellas, el Ministerio de la Presidencia, de línea fuertemente camachista; la segunda, sostenida en los ministerios de Gobierno y Defensa, de filiación extranjera; la tercera, que alimenta la proyección internacional y una economía de recambio neoliberal; y la cuarta, la complementaria, que funge como retoque (maquillaje) o legitimación del absurdo. •

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RESUMEN LATINOAMERICANO | Suplemento Especial

Gobierno de facto, los intentos de legitimar un golpe Por Deisy Francis Mexidor

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l Gobierno de facto de Bolivia maniobró con rapidez. Necesitaba intentar teñir de legitimidad el golpe de Estado y borrar en pocos días todo el legado de un país señalado como ejemplo en América Latina tras la llegada al poder del primer presidente indígena, Evo Morales. La hasta ese momento casi desconocida senadora opositora de Beni Jeanine Áñez, autoproclamada como presidenta, puso ministros entre los más rancios detractores de Morales, cesó a embajadores e intervino medios de prensa (por ejemplo, el periódico estatal Cambio tuvo transformación total, incluido el nombre). A su vez, Áñez trató de congraciarse con las Fuerzas Armadas (FFAA) buscando lealtades y promulgó una ley para nuevas elecciones, para algunos la estocada final en este escenario. Mientras, siguió la táctica de la criminalización de los dirigentes del Movimiento Al Socialismo (MAS), fuerza política que condujo los destinos de la nación andino-amazónica en los últimos 13 años. “No hay vuelta atrás”, dijo a Prensa Latina, Ariana Campero, cesada como embajadora de Bolivia en Cuba por el Gobierno de facto de Áñez menos de una semana después de la asonada del 10 de noviembre. “Se consolidó el golpe”’, admite con pesar la joven militante del MAS. Sin embargo, empieza una nueva etapa de lucha y de cara a los próximos comicios el MAS —señaló la exdiplomática— tendrá que trabajar muy fuerte porque se presenta un escenario muy adverso y complejo. Confía ella en que, pese a este periodo oscuro, “el pueblo sabrá decidir con conciencia en la defensa de lo propio, en la defensa de nuestra patria y eso significa defenderla de los burgueses de Bolivia que, claramente, son los que están sentados ahora en el poder”. Analistas políticos opinaron que el partido con mayoría en la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia no debió negociar la Ley de Régimen Excepcional y Transitorio para la realización de Elecciones Generales de 2020 que dejase fuera la candidatura de Evo. Con tal postura —consideran— los propios legisladores del MAS le otorgaron a Áñez la legitimidad que requería para dar continuidad al golpe de Estado que ellos mismos en un inicio denunciaron. Estamos viviendo en momentos muy difíciles, no podemos decir nada, no podemos hablar, no podemos dar nuestra opinión, advirtió la senadora María Elizabeth Oporto en un mensaje audiovisual que subió en su cuenta en la red social Twitter. Oporto, legisladora del MAS por Chuquisaca, en huelga de hambre en el hemiciclo del Senado, debido al ambiente de represión y persecución política existente en el país y en reclamo de la aprobación de una ley de garantías para los bolivianos.

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La senadora afirmó que es indignante la represión que se desató en Bolivia después del golpe de Estado del pasado 10 de noviembre. Hay “una dictadura fascista”, asegura. El pasado 22 de noviembre arrestaron al vicepresidente del MAS, Gerardo García, junto a Ramón Raúl Caro. Ambos fueron remitidos a la sede del Ministerio Público, el cual, paralelamente, ordenó la aprehensión de la exministra de Culturas, Wilma Alanoca. Hace poco, el Gobierno de facto dictó orden de captura contra el exministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana al que le imputan supuestos cargos de sedición y terrorismo. Al tomar posesión de su puesto el 14 de noviembre, el actual ministro de Gobierno, Arturo Murillo, dejó clara la línea del grupo de poder que llegó al Palacio Quemado: “Vamos a ir a la cacería de Juan Ramón Quintana”. También descargó odio contra Raúl García Linera (hermano del exvicepresidente Álvaro García Linera), al igual que contra venezolanos y cubanos, estos últimos en su mayoría los integrantes de la misión médica que ya fue retirada de Bolivia ante el clima de inseguridad reinante hacia ese personal. Pero Áñez insiste en que lo ocurrido en Bolivia fue “una revolución para recuperar la democracia” y no un golpe de Estado. De hecho, aunque se multiplican las denuncias por la represión –recientemente argumentadas por una comisión argentina que visitó Bolivia-, la presidenta ‘interina’ opina que atraviesan por la “fase final de la pacificación”. Así lo señaló con bombo y platillo durante un acto en La Paz en el cual las FFAA la condecoraron. Allí hizo explícito el reconocimiento que le hicieran a su investidura porque “tiene un significado que va más allá de un acto protocolar”. POR DÓNDE VIENEN LOS TIROS Pero en lo acontecido en Bolivia no hay nada casual. Varios de los señalados como principales conspiradores del golpe de Estado fueron entrenados por el Ejército de Estados Unidos a través de diferentes programas. Los detalles salieron a flote en un artículo publicado en el sitio digital The Gray Zone y que se suma a los informes que circulan en medios de prensa sobre la presunta responsabilidad de Washington en el desenlace que llevó a la renuncia de Evo y de todo su gobierno. Según el material periodístico, la cúpula de los militares y policías bolivianos pasaron por la Escuela de las Américas, conocida desde 2001 como Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad. Quienes dieron el espaldarazo al golpe de Estado —precisa el texto— participaron en un “programa de intercambio policial” denominado Apala, diseñado para “construir relaciones entre

las autoridades estadounidenses y los oficiales de esos cuerpos en los estados latinoamericanos”. A pesar de su influencia, o tal vez por ello, el programa mantiene poca presencia pública, observó el reporte. El papel de los oficiales militares y policiales entrenados por Washington fue fundamental para precipitar el denominado cambio de régimen en el país, precisó el artículo de JebSprague titulado “Cúpula golpista en Bolivia fue entrenada por EE.UU. en Escuela de las Américas y cursos del FBI”. Consideró que el complot golpista no podría haber tenido éxito sin la aprobación de esos comandantes militares y policiales, muchos de los cuales “fueron preparados y educados para la insurrección”. Audios filtrados evidencian que se llevó a cabo una coordinación encubierta entre los actuales y antiguos líderes de la policía, el ejército y la oposición para provocar el golpe, señaló el material. Previo a la renuncia de Evo, el comandante de las fuerzas armadas de Bolivia, Williams Kaliman, “sugirió” al presidente que dimitiera y antes sectores de la policía ya se habían amotinado, argumentó. Aunque Kaliman parece haber fingido lealtad a Morales a lo largo de los años, no solo fue un actor en el golpe, sino que tiene su propia historia en Washington, donde se desempeñó por poco tiempo como agregado militar de la embajada de Bolivia en la capital estadounidense, recordó The Gray Zone. Kaliman fue “alumno” de la Escuela de las Américas en 2003. Apenas 72 horas después del golpe de Estado cobró su recompensa: un millón de dólares y huyó rumbo a Estados Unidos. Para los historiadores nada es casual. La otrora Escuela de las Américas —ubicada actualmente en Fort Benning, Georgia—, tiene el antecedente haber sido cuna de golpistas de la región de América Latina durante las décadas de 1960, 1970 y 1980. OTRA VUELTA DE ROSCA El peligro del retroceso de las políticas inclusivas que fueron el sello durante la presidencia de Evo Morales en Bolivia, es el mayor peligro que se cierne en ese país tras el golpe de Estado, en opinión de algunos expertos y medios de prensa. Un artículo de la revista estadounidense Foreign Affairs alertó que el autoproclamado gobierno interino que sucedió a Morales, “ya está dando pasos en esta dirección, con miembros del gabinete tratando de desacreditar al expresidente y amenazando con arrestar a partidarios y periodistas”. El material periodístico reconoce que Bolivia tuvo un buen desempeño económico y experimentó un crecimiento constante, una baja inflación y un extraordinario aumento de los ingresos del Estado, los cuales gastó Evo en infraestructura básica, educación, salud y en seguridad social, recordó Foreign Affairs.

Lo recaudado ayudó a financiar programas sociales que permitieron a Bolivia reducir la desigualdad de ingresos más drásticamente que cualquier otro país de la región, sostuvo la revista. Pero la regresión es lo que puede esperarse. El gobierno interino de Áñez parece tener la intención de desacreditar no sólo a Morales sino a todo su partido como actores legítimos de la política boliviana, acotó el material. Lo anterior, unido a timonazos bruscos en materia de relaciones internacionales -con la creación de nuevos lazos estratégicos-, cierran el cerco de un ruedo en el que se consolida y tratan de legitimar más el golpe de Estado. La canciller designada, Karen Longaric, dio a conocer la decisión de Áñez de restaurar los nexos diplomáticos con Israel, interrumpidos en 2009 por la administración de Evo Morales en rechazo a los continuos ataques sionistas contra los palestinos residentes en la ocupada Franja de Gaza. Por ejemplo, Bolivia reconoció en 2010 al Estado de Palestina y dos años más tarde dio su espaldarazo al ingreso a la Organización de las Naciones Unidas a lo que siguió en noviembre de 2013, el establecimiento de las relaciones diplomáticas. Y ahora, en menos de tres semanas, el régimen de facto reestructuró en su totalidad el mapa de relaciones exteriores construido en los últimos 13 años. Primero rompió con el gobierno venezolano de Nicolás Maduro, y tendió la mano al dirigente opositor Juan Guaidó como presidente encargado, en un gesto complaciente con Estados Unidos y sus aliados. Luego, junto con la remoción de los embajadores designados por el gobierno de Evo Morales, retiró al país de foros de integración como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra AméricaTratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). La más reciente jugada fue la designación de Walter Serrate como nuevo embajador en Estados Unidos, luego de 11 años de relaciones bilaterales a nivel de encargado de Negocios. En 2008 el gobierno de Bolivia expulsó al entonces representante de Washington en La Paz, Phillip Goldberg, ante la abierta injerencia en los asuntos internos del país sudamericano. De igual manera, la administración de Evo Morales sacó del territorio boliviano a la Administración para el Control de Drogas (DEA) y a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), señaladas como manos peludas en la desestabilización política y social en el área. Desde su llegada a México, donde recibió asilo político, Evo ha denunciado a la legación diplomática estadounidense por ser responsable de urdir el golpe de Estado en su contra, que agravó allí la crisis institucional y política que dejó hasta el momento más de una treintena de muertos y alrededor de 800 heridos. •


Suplemento Especial | RESUMEN LATINOAMERICANO

El odio al indio Por Álvaro García Linera*

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omo una espesa niebla nocturna, el odio recorre vorazmente los barrios de las clases medias urbanas tradicionales de Bolivia. Sus ojos rebalsan de ira. No gritan, escupen; no reclaman, imponen. Sus cánticos no son de esperanza ni hermandad, son de desprecio y discriminación contra los indios. Se montan en sus motos, se suben a sus camionetas, se agrupan en sus fraternidades carnavaleras y universidades privadas y salen a la caza de indios alzados que se atrevieron a quitarles el poder. En el caso de Santa Cruz, organizan hordas motorizadas 4x4 con garrote en mano para escarmentar a los indios, que los llaman collas y que viven en los barrios marginales y en los mercados. Cantan consignas de que hay que matar collas, y si en el camino se les cruza alguna mujer de pollera, la golpean, la amenazan y la conminan a irse de su territorio. En Cochabamba organizan convoyes para imponer la supremacía racial en la zona sur, donde viven las clases menesterosas, y cargar como si fuera un destacamento de caballería sobre miles de mujeres campesinas indefensas que marchan pidiendo paz. Llevan en la mano bates de béisbol, cadenas, granadas de gas, algunos exhiben armas de fuego. La mujer es su víctima preferida, agarran a una alcaldesa de una población campesina, la humillan, la arrastran por la calle, le pegan, la orinan cuando cae al suelo, le cortan el cabello, la amenazan con lincharla y cuando se dan cuenta que son filmados deciden echarle pintura roja simbolizando lo que harán con su sangre. En La paz sospechan de sus empleadas y no hablan cuando ellas traen la comida a la mesa, en el fondo les temen, pero también las desprecian. Más tarde salen a las calles a gritar, insultan a Evo y en él a todos estos indios que osaron construir democracia intercultural con igualdad. Cuando son muchos arrastran la wiphala, la bandera indígena, la escupen, la pisan la cortan, la queman. Es una rabia visceral que se descarga sobre este símbolo de indios al que quisieran extinguir de la tierra junto con todos los que se reconocen en ella. El odio racial es el lenguaje político de esta clase media tradicional. De nada sirven sus títulos académicos, viajes y fe; porque al final todo se diluye ante el abolengo. En el fondo la estirpe imaginada es más fuerte y parece adherida al lenguaje espontáneo de la piel que odia, de los gestos viscerales y de su moral corrompida. Todo explotó el domingo 20 cuando Evo Morales ganó las elecciones con más de 10 puntos de diferencia sobre el segundo, pero ya no con la inmensa ventaja de antes ni el 51 por ciento de los votos. Fue la señal que estaban esperando las fuerzas regresivas agazapadas, desde el timorato candidato opositor liberal, las fuerzas políticas ultraconservadoras, la OEA y la inefable clase media tradicional. Evo había ganado nuevamente, pero ya no tenía 60 por ciento del electorado, y entonces estaba más débil y había que ir sobre él. El perdedor no reconoció su derrota. La OEA habló de elecciones limpias, pero de una victoria menguada y pidió segunda vuelta, aconsejando ir contra la constitución que señala que si un candidato tiene más de 40 por ciento de los votos y más de 10 puntos de diferencia sobre el segundo es el candidato electo. Y la clase media se lanzó a la cacería de los indios. En la noche del lunes 21 se quemaron cinco de los nueve órganos electorales, incluidas papeletas de sufragio. La ciudad de Santa Cruz decretó un paro cívico que articuló a los habitantes de las zonas centrales de la ciudad, ramificándose el paro a las zonas residenciales de La Paz y Cochabamba. Y entonces se desató el terror. Bandas paramilitares comenzaron a asediar instituciones, a quemar sedes sindicales, a incendiar los domicilios de candidatos y líderes políticos del partido de gobierno, al final hasta el propio domicilio privado del presidente sería saqueado; en otros lugares, las familias, incluidos hijos, fueron secuestrados y amenazados de ser flagelados y quemados si es que su padre ministro o dirigente sindical no renunciaba a su cargo. Se había desatado una dilatada noche de cuchillos largos y el fascismo asomaba las orejas. Cuando las fuerzas populares movilizadas para resistir este golpe civil comenzaron a retomar el control territorial de las ciudades con la presencia de obreros, trabajadores mineros, campesinos, indígenas y pobladores urbanos y el balance de la correlación de fuerzas se estaba inclinando del lado de las fuerzas populares, vino el motín policial. Los policías habían mostrado durante semanas una indolencia e ineptitud para proteger a la gente humilde cuando eran golpeados y perseguidos por bandas fascistoides; pero a partir del viernes, con el desconocimiento del mando civil, muchos de ellos mostrarían una extraordinaria habilidad para agredir, detener, torturar y

matar a manifestantes populares. Claro, antes había que contener a los hijos de la clase media, y supuestamente no tenían capacidad, pero ahora que se trataba de reprimir a indios revoltosos, el despliegue, prepotencia y saña represiva fue monumental. Lo mismo sucedió con las Fuerzas Armadas. Durante toda nuestra gestión de gobierno nunca permitimos que salieran a reprimir manifestaciones civiles, ni aún durante el primer golpe de Estado cívico de 2008. Ahora, en plena convulsión y sin que alguien preguntara nada, dijeron que no tenían elementos antidisturbios, que apenas tenían 8 balas por integrante y que para hacerse presentes en la calle de manera disuasiva se requería un decreto presidencial. No obstante, no dudaron en pedir-imponer al presidente Evo su renuncia, rompiendo el orden constitucional; hicieron lo posible para intentar secuestrarlo cuando se dirigía y estaba en el Chapare; y cuando se consumó el golpe, salieron a las calles a disparar miles de balas, a militarizar las ciudades, a asesinar a campesinos. Todo sin decreto presidencial. Claro para proteger al indio se requería decreto. Para reprimir y matar indios sólo bastaba obedecer lo que el odio racial y clasista ordenaba. En cinco días ya hay más de 18 muertos y 120 heridos de bala; por supuesto, todos ellos indígenas. La pregunta que todos debemos responder es ¿cómo es que esta clase media tradicional pudo incubar tanto odio y resentimiento hacia el pueblo llevándola a abrazar un fascismo racializado centrado en el indio como enemigo?, ¿cómo hizo para irradiar sus frustraciones de clase a la policía y Fuerzas Armadas y ser la base social de esta fascistización, de esta regresión estatal y degeneración moral? Ha sido el rechazo a la igualdad, es decir, el rechazo a los fundamentos mismos de una democracia sustancial. Los pasados 14 años de gobierno, los movimientos sociales han tenido como principal característica el proceso de igualación social, reducción abrupta de la extrema pobreza (de 38 a 15 por ciento), ampliación de derechos para todos (acceso universal a la salud, a educación y a protección social), indianización del Estado (más de 50 por ciento de los funcionarios de la administración pública tienen una identidad indígena, nueva narrativa nacional en torno al tronco indígena), reducción de las desigualdades económicas (caída de 130 a 45 la diferencia de ingresos entre los más ricos y los más pobres), es decir, la sistemática democratización de la riqueza, del acceso a los bienes públicos, a las oportunidades y al poder estatal. La economía ha crecido de nueve mil millones de dólares a 42 mil millones, se amplió el mercado y el ahorro interno, que ha permitido a mucha gente tener su casa propia y mejorar su actividad laboral. Pero entonces esto ha dado lugar a que en una

década el porcentaje de personas de la llamada clase media, medida en ingresos haya pasado de 35 por ciento a 60 por ciento, la mayor parte proveniente de sectores populares, indígenas. Se trata de un proceso de democratización de los bienes sociales mediante la construcción de igualdad material, pero que inevitablemente ha llevado a una rápida devaluación de los capitales económicos, educativos y políticos poseídos por las clases medias tradicionales. Si antes un apellido notable o el monopolio de los saberes legítimos o el conjunto de vínculos parentales propios de las clases medias tradicionales les permitía acceder a puestos en la administración pública, obtener créditos, licitaciones de obras o becas, hoy la cantidad de personas que pugnan por el mismo puesto u oportunidad no sólo se ha duplicado, reduciendo a la mitad las posibilidades de acceder a esos bienes; sino que además los arribistas, la nueva clase media de origen popular indígena tiene un conjunto de nuevos capitales ( idioma indígena, vínculos sindicales) de mayor valor y reconocimiento estatal para pugnar por los bienes públicos disponibles. Se trata por tanto de un desplome de lo que era característico de la sociedad colonial, la etnicidad como capital, es decir, del fundamento imaginado de la superioridad histórica de la clase media sobre las clases subalternas, porque aquí en Bolivia la clase social sólo es comprensible y se visibiliza bajo la forma de jerarquías raciales. El que los hijos de esta clase media hayan sido la fuerza de choque de la insurgencia reaccionaria es el grito violento de una nueva generación que ve cómo la herencia del apellido y la piel se desvanece ante la fuerza de la democratización de bienes. Aunque enarbolen banderas de la democracia entendida como voto, en realidad se han sublevado contra la democracia entendida como igualación y distribución de riquezas. Por eso el desborde de odio, el derroche de violencia, porque la supremacía racial es algo que no se racionaliza; se vive como impulso primario del cuerpo, como tatuaje de la historia colonial en la piel. De ahí que el fascismo no sólo sea la expresión de una revolución fallida, sino, paradójicamente, también en sociedades poscoloniales, el éxito de una democratización material alcanzada. Por ello no sorprende que mientras los indios recogen los cuerpos de cerca de una veintena de muertos asesinados a bala, sus victimarios materiales y morales narran que lo han hecho para salvaguardar la democracia. Pero en realidad saben que lo que han hecho es proteger el privilegio de casta y apellido. Pero el odio racial sólo puede destruir; no es un horizonte, no es más que una primitiva venganza de una clase histórica y moralmente decadente que demuestra que detrás de cada mediocre liberal se agazapa un consumado golpista. • *Vicepresidente de Bolivia en el exilio

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RESUMEN LATINOAMERICANO | Suplemento Especial

El mentiroso

Por Atilio Borón*

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ario Vargas Llosa una vez definió el oficio del escritor como el de alguien que escribe mentiras que parecen verdades. Tal es el empecinamiento con que el novelista ha cultivado esta práctica que se le ha vuelto costumbre cada vez que se interna en la crónica o el ensayo político. El más reciente ejemplo de esta malsana actitud lo ofrece su nota “El fin de Evo Morales”, publicada en El País de Madrid el 1º de Diciembre y en donde da rienda suelta a su odio visceral contra el depuesto presidente boliviano. Enumerar y refutar cada una de las mentiras volcadas en ese artículo me obligaría a escribir otro libro, y la verdad es que con uno ha sido suficiente. Es una figura cada vez más devaluada porque sus silencios ante las masacres perpetradas por sus amigos Piñera y Duque y, ahora, el brulote lanzado en contra de Evo Morales han tenido la virtud de mostrar que tras la máscara amable de un liberal “aggiornado” se encuentra un energúmeno reaccionario, racista y ganado por el odio. Por eso seré breve en la enumeración de sus mentiras.

Estos rufianes son los protagonistas de la recuperación democrática de Bolivia que con sus venenosas palabras enaltece Vargas Llosa desde Madrid mientras recibe un guiño aprobatorio de la derecha mundial. Una “calma” obtenida luego de que la policía y las fuerzas armadas garantizaran “zonas liberadas” para que las pandillas de la restauración neoliberal creasen el caos requerido para que los jefes policiales y militares le comunicasen a Evo que debía renunciar. Fuerzas de represión cobardes y corruptas cuyos jefes no tardaron sino un par de días en huir con las generosas pagas desembolsadas por “la embajada” buscando refugio, como tantos otros maleantes (Gonzalo Sánchez de Lozada, responsable junto a Carlos Mesa de la masacre de al menos 70 personas en la guerra del gas en octubre de 2003) en Estados Unidos. Huyeron después de destruir la economía más próspera de Latinoamérica en los últimos diez años, de asesinar a 31 bolivianos, dejar centenares de heridos, decenas de desaparecidos muchos de ellos secuestrados ante los ojos de sus familiares, de haber encarcelado a más de mil personas, de haber gaseado a procesiones de dolientes que iban a enterrar a sus muertos, de haber reprimido con saña a gentes que salieron a defender una institucionalidad pisoteada por una derecha que jamás creyó, ni creerá, en la democracia. Que para ese sector social, producto de la descomposición del orden colonial, aquélla sólo es admisible siempre y cuando sus privilegios e intereses se encuentren salvaguardados y el incondicional sometimiento de Bolivia a las directivas del imperio no sean puestas en cuestión.

Primera, cuando dice que “los bolivianos se han librado de él no porque sea “indio” (que no lo es, nos dice)” y, además tampoco “es el primer presidente indígena en la historia de Bolivia …. y que Bolivia ha tenido varios presidentes indígenas (algunos dictadores), como Perú, México, Ecuador y Guatemala.” Dado que la antropología y en general las ciencias sociales no son precisamente su fuerte el escritor cree que cualquier gobernante de tez morena es un indio, con lo cual la galería de presidentes indígenas de Latinoamérica y el Caribe sería interminable. Pero lo cierto es que hubo un solo caso anterior al de Evo: Benito Juárez, indígena zapoteca que llegó a ser presidente de México. Pero nadie más. No sólo en ese país sino en Meso y Sudamérica. Por otra parte, sólo una mente ofuscada por el odio amalgamado con una maligna conveniencia política puede negarle a Evo su condición de indígena. Es que para un señorito de la decadente e hipercolonizada aristocracia arequipeña un indio es un homínido que corre semidesnudo por las sierras cazando conejos. Si habla, razona, persuade y se convierte en un referente político nacional e internacional no puede ser un indio, tiene que ser otra cosa. Según sus palabras: “un mestizo cultural como lo somos buena parte de los latinoamericanos, en muy buena hora.” O sea, Vargas Llosa y Evo Morales están milagrosamente hermanados gracias a la magia del mestizaje cultural. Segunda mentira, Evo fue destituido por una enorme rebelión popular provocada “porque mediante amaños múltiples se las arregló para permanecer 14 años en el poder, en contra de la Constitución boliviana” y porque se “disponía, mediante un fraude grotesco … a quedarse indefinidamente en el Gobierno.” Al referirse a los amaños múltiples el peruano debe estar pensando en las elecciones que ganó Evo en el 2005 (con el 53.7 % de los votos); 2009 (64.2 %); 2014 (61.3 %)y la última en 2019 (47.08 %) en donde le sacó 10.57 %de ventaja a Carlos Mesa, un probo hombre de la democracia y la república que antes de las elecciones había declarado que no reconocería otro resultado que no fuese el que lo consagrara como triunfador. Evo obtuvo una proporción de votos menor a lo habitual, pero aun así se impuso con holgura y por más de los diez puntos que establece la Constitución Política del Estado Plurinacional para designar al ganador en primera vuelta. Una diferencia de 0.17 % fue suficiente para catapultar a John F. Kennedy a la Casa Blanca. En cambio, los 0.57 % de Evo fueron sólo el preludio de un golpe de estado que venía siendo cuidadosamente preparado a lo largo de los últimos años. En cuanto a las supuestas intenciones del líder boliviano de eternizarse en el poder es llamativo que Vargas Llosa jamás haya manifestado la menor preocupación durante los catorce años de gobierno de su amigo Felipe González; o los también catorce de Ángela Merkel para no hablar de Helmut Kohl, quien tuvo que renunciar por un escándalo de corrupción después de permanecer algo más de 16 años en el gobierno de Alemania; o por el desaforado afán por “perpetuarse en el poder” del neoliberal Jaime Nebot que permaneció 19 años en la intendencia de Guayaquil, dato despreciado por Vargas Llosa más impaciente por hostilizar a Rafael Correa que por tomar nota de nimiedades como las de Nebot. Claro que ninguno de estos es indígena y en cambio son todos neoliberales. Lo que es virtud en algunos se convierte en vicio en el caso de Evo. La inmoralidad y la chapucería de este doble rasero es evidente y exime de mayores comentarios. Volviendo al tema del supuesto fraude es preciso reconocer que efectivamente hubo algunas irregularidades en la transmisión rápida de los datos, pero éstas nunca alcanzaron una magnitud

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píritu democrático humillaron a las “señoras de pollera”. Esta valiente turba de exaltados “vargasllosistas” –¿serán estos a los que alude en La Llamada de la Tribu?- descargó su odio sobre Patricia Arce, la alcaldesa de Vinto, una pequeña ciudad del departamento de Cochabamba. La pobre mujer fue arrastrada por las calles descalza, le cortaron su pelo a tijeretazos y cuchillazos, la embadurnaron con pintura roja, le destrozaron su ropa y la exhibieron por horas postrada en el suelo como se hacía en los tiempos de la colonia con los indígenas rebeldes o insumisos. O como hasta hace poco hacían los criminales del Estado Islámico en Oriente Medio, fotografiando y filmando a las víctimas de sus ejecuciones. La infame policía que se amotinó contra Evo se limitó a observar, inmutable, toda esa barbarie. Demoró cuatro horas en aparecer en escena y “restaurar el orden”, o la supuesta “calma” de la que habla el novelista.

capaz de volcar el resultado de la elección o hundir la diferencia que obtuvo Evo por debajo del diez por ciento. En el Informe de 95 páginas de la OEA sobre las elecciones bolivianas del 2019 la expresión “fraude” o “fraudulento” que con tanta ligereza emplea el hechicero de la tribu (en seis ocasiones en su libelo) no aparece ni una sola vez. Sería bueno que para conservar algo de la poca credibilidad que le queda don Mario se informe bien antes de escribir tonterías. Ya antes del demorado Informe de la OEA el prestigioso Center forEconomic and PolicyResearch (CEPR) de Washington produjo un informe en donde “no se encuentra evidencia de que hubo irregularidades o fraude que afecten el resultado oficial que le dio al presidente Evo Morales una victoria en primera vuelta.” El departamento de Ciencia Política de la Universidad de Michigan, el más renombrado en el estudio del comportamiento electoral, publicó un largo estudio en donde demuestra que Evo ganó en buena ley. El profesor Walter R. Mebane Jr., una autoridad en el análisis de los fraudes electorales, comprobó la existencia de “irregularidades estadísticas que podrían indicar fraude sólo en 274 de las 34.551 mesas de votación y que (esto) no se diferencia mucho de patrones vistos en otros comicios en Honduras, Turquía, Rusia, Austria y Wisconsin. Incluso si se excluyen los votos fraudulentos, el MAS tiene una ventaja superior al diez por ciento”, sentenció al final de su extenso trabajo. Tercera mentira: decir que “Bolivia está en calma”. Los 23 muertos son una macabra refutación de sus dichos. Por empezar ya suman 31. Las hordas fascistas incitadas y protegidas por los compinches de Vargas Llosa –los Mesa, Camacho, Ortiz, Murillo, Añez y otros de esa ralea, a los que se unieron los militares y policías corruptos- asolaron y aterrorizaron las principales ciudades del país; incendiaron y saquearon hogares de ministros, funcionarios y parlamentarios del MAS y tomaron de rehenes a sus parientes (en algunos casos adolescentes o ancianos) que bajo amenaza de muerte, suplicaban a sus mayores que renunciasen a sus cargos o traicionaran al líder depuesto; apresaron y apalearon a periodistas y dando muestras de su coraje y es-

Tres mentiras graves de un mentiroso incorregible. Un escritor desgraciadamente ganado por la furia y el fanatismo propio de los conversos. En este caso su desgraciado periplo desde el marxismo sartreano al liberalismo que justifica y exalta a la sociedad más injusta de la historia de la humanidad y en la que el 1 por ciento de la población mundial detenta más riqueza que el 99 por ciento restante. Cólera del converso que se potencia con el resentimiento elitista que le produjo la bochornosa derrota sufrida a manos de un desconocido, el “chinito” Alberto Fujimori en las elecciones presidenciales peruanas de 1990. En el balotaje de esa elección el novelista apenas si obtuvo el 37 por ciento de los votos de la ciudadanía. O sea, fue repudiado por dos de cada tres peruanos, una afrenta de la que no se recobrará jamás y que alimentará el fuego eterno de su odio a todo lo que huela a plebeyo. No pudo ser presidente del Perú como su arrollador egocentrismo lo llevó a anhelar durante tanto tiempo, mientras que Evo, el humilde indígena aymara, sí lo fue. Y para colmo, para ahondar su herida narcisista, éste fue el mejor presidente de la historia de Bolivia y Vargas Llosa quedó para siempre convertido en un animador cultural de las tertulias de los ricachones de España y de los cortesanos del rey Juan Carlos que premió sus servicios ungiéndolo como marqués. Devenido también en un embaucador profesional al servicio del imperio, encargado de apelar al hechizo de sus palabras para ofuscar, deformar y adormecer las conciencias de las víctimas del imperialismo. De ahí el odio que enceguece su inteligencia y que lo lleva a escribir piezas tan vergonzosas como las que estamos comentando y de las cuáles debería retractarse lo antes posible para rescatar parte de la honorabilidad perdida a causa de sus escritos políticos. Releo estas notas y me vienen a la memoria unas lóbregas palabras de otro converso, aunque no tan reaccionario como Vargas Llosa. En su novela distópica 1984 George Orwell hace decir a O’Brien, uno de sus malignos protagonistas, que “las viejas civilizaciones afirmaban que se basaban en el amor o en la justicia . La nuestra se basa en el odio. En nuestro mundo no habrá otras emociones que no sean el miedo, la ira, el triunfo y la humillación. Destruiremos todo lo demás, absolutamente todo.” Eso es lo que el capitalismo está haciendo en nuestro tiempo; es lo que acaba de hacer en Bolivia, contando con la complacencia, o complicidad, de intelectuales como Mario Vargas Llosa. La humanidad deberá reaccionar antes de que sea demasiado tarde. • (Tomado del blog de Atilio Borón)


Suplemento Especial | RESUMEN LATINOAMERICANO

El agravio a los muertos

“Habían aguardado toda una década mordiéndose los dientes para no escupir sobre los indios y mostrarles su desprecio; y ahora, amparados en las bayonetas, no dudan en descargar todo su odio de casta”. “Ni los muertos estarán seguros ante el enemigo si este vence…”

(W. Benjamin)

Por Álvaro García Linera

U

n multitudinario cortejo fúnebre recorre las calles de El Alto y La Paz. Por delante van dos féretros y detrás miles y miles de dolientes. Son gente humilde; pobladores de El Alto, artesanos, campesinos, vecinos, madres, indígenas de las provincias de La Paz, Potosí, Cochabamba y Oruro. Han caminado con su dolor cerca de diez kilómetros, y a su paso salen trabajadores, comerciantes y estudiantes llorosos que se persignan, aplauden y entregan agua y pan a los que marchan. La ciudad está paralizada, y la gente de los barrios populares está de luto. Solo el 20 de noviembre, en la zona de Senkata, ocho pobladores fueron asesinados con armas de fuego militar, más de un centenar fueron heridos de bala, llegando a treinta y cuatro los muertos en los últimos nueve días del golpe de Estado en Bolivia. Han bajado desde El Alto para reclamar justicia por sus muertos; han caminado tanto para que las personas vean lo que está pasando, ya que los medios de comunicación amordazados no hablan de la tragedia sufrida; marchan horas y horas para decirle al mundo que no son terroristas ni vándalos; que ellos son el pueblo. Y es que desde el día del golpe de Estado todas las movilizaciones de sectores populares y campesinos que salieron a defender la democracia y el respeto al voto ciudadano fueron objeto de una feroz campaña de desprestigio que desbordó las redes y los medios de comunicación. No se hablaba de obreros, ni de vecinos, ni de indígenas. Se trataba de “peligrosas hordas”, de “vándalos” que amenazan la paz social. Y cuando los habitantes de la valiente ciudad de El Alto y los indígenas y campesinos bloquearon carreteras, un rabioso lenguaje se apoderó de los golpistas y medios de comunicación: “terroristas”, “narcotraficantes”, “salvajes”, “criminales”, “turbas borrachas” “saqueadores” y otros adjetivos fueron utilizados para descalificar y criminalizar la protesta de las clases menesterosas. Desde entonces, mujeres de pollera con hijos en la espalda, niñas escolares que acompañan a sus padres, jóvenes universitarios, obreros soldadores, campesinos de poncho y vendedores de helados son el nuevo rostro de los “peligrosos sediciosos” que quieren incendiar el país. Esta estigmatización de la plebe sublevada, especialmente si son indios, no es nueva. Durante la Co-

lonia, en el siglo XVI, Fray Ginés de Sepúlveda comparó a los indígenas con los monos; el cura Tomás Ortíz los calificó de “bestias”; en el siglo XIX se hablaba de “razas degeneradas”; y las dictaduras del siglo XX mutaron hacia la delincuentización del indio insurrecto, calificándolo de “subversivo”, “sedicioso”, que quiere poner en riesgo la propiedad, el orden y la religión. Ahora, las clases medias tradicionales realizan una vergonzosa fusión verbal entre el lenguaje colonial con el de contrainsurgencia. Ni sus intelectuales orgánicos educados en universidades extranjeras pueden escapar a este llamado de la sangre y el prejuicio racial. Para ellos las marchas de vecinos son reuniones de “delincuentes borrachos”, los bloqueos de caminos de campesinos son actos de “terrorismo” y los asesinados por la bala militar son ajustes de cuentas entre “maleantes”. La forzada mesura con la que todos estos años los escribas conservadores habían calificado a los indios empoderados, hoy se desbocan como un torbellino de prejuicios, insultos y descalificaciones racializadas. Habían aguardado toda una década mordiéndose los dientes para no escupir sobre los indios y mostrarles su desprecio; y ahora, amparados en las bayonetas, no dudan en descargar todo su odio de casta. Es el tiempo de la venganza y lo hacen enfurecidos. Es como si quisieran borrar no solo la presencia del indio que los derrotó, y por eso son capaces de matar con tal de que Evo no sea candidato; además desean arrancar su huella de la memoria de las clases humildes asesinando, encarcelando, torturando, amenazando a quienes pronuncien su nombre. Por eso queman la Wiphala que Evo introdujo en las instituciones del Estado; por eso queman las escuelas que él hizo construir en los barrios populares; por eso aplauden y brindan por la militarización de las ciudades. Ya no hay espacio para la dignidad ni el decoro de una clase que se revuelca frenéticamente en el lodo del autoritarismo, la intolerancia y el racismo. Y es contra ello que marchan las clases humildes de El Alto y las provincias. Bajan por miles, doscientos mil, trescientos mil. El número ya no importa. El poder que ellas defienden no es el de una persona ni el que Weber teorizó como capacidad de influir en el comportamiento de otro. Para las clases populares la experiencia de poder de estos últimos catorce años es el de ser

reconocidas como iguales, el de tener derecho al agua, a la educación, al trabajo, a la salud en similares condiciones que el resto de los ciudadanos. El ejercicio del poder para el pueblo ganado en las urnas, más que la de una capacidad de mando ha sido la de una experiencia corporal diaria de poder mirar de frente a los demás sin tener que avergonzarse del color de piel o la pollera de madre; es haber sido tomados en cuenta como seres humanos; es el poder vender en el mercado, labrar la tierra o ser autoridad sin ninguna barrera de apellido. De ahí que, si bien la experiencia del poder estatal para las clases subalternas -como lo vio Gramsci- es, en primer lugar, la construcción práctica de su unidad como bloque social, la manera de verbalizar y comprender moralmente ese poder ha sido la conquista de la dignidad, es decir, su experiencia de pueblo como cuerpo colectivo autodignificado. Por eso la mujer de pollera y el obrero lloran cuando el fascismo quema la Wiphala, lloran cuando Evo es expulsado, lloran cuando son impedidos de entrar a las ciudades. Lloran porque están despedazando el cuerpo simbólico y real de su unidad y de su poder social. Y cuando llevan sus muertos por delante en medio de miles de crespones negros y boleros de caballería fúnebres, lo hacen para pedir a las clases pudientes el respeto a sus muertos, a esos muertos que son el umbral último donde los vivos, sea de la clase o condición social que sean, deben detener su orgía de sangre y odio, para venerar la virtud de la vida. Pero la respuesta de los golpistas es atroz, inmoral, dantesca. Disparan gases lacrimógenos, disparan balas, desplazan sus tanquetas y los féretros quedan en el piso, envueltos en una nube de gases escoltados por gente que se arrodilla y se arriesga a la asfixia antes que abandonarlos. “No respetan ni a los muertos” grita la gente. No es una frase de protesta, es una sentencia histórica. La misma que pronunciaron los padres de los agredidos de hoy, cuando otro golpe militar en el fatídico noviembre de 1979 ametralló desde unos aviones norteamericanos Mustang a los dolientes que rezaban y hacían ofrendas a los familiares difuntos en el día de los muertos o “todos santos”. Los aventureros del golpe militar de entonces, después de su efímera borrachera de victoria, quedaron aparcados en la cloaca de la historia, lugar en el que con toda seguridad estarán

pronto los golpistas de hoy. No se puede agraviar impunemente a los muertos, porque en la cultura del pueblo ellos forman parte de los principios básicos reguladores del destino de los vivos. La brutalidad de los golpistas hoy obtiene el miedo de la gente, pero ha abierto las puertas de un resentimiento generalizado. Las suturas con las que las seculares grietas clasistas, regionales y raciales habían sido cerradas han estallado por los aires dejando unas heridas sociales sangrantes. Hoy hay odio por todos lados, de unos contra otros. Las clases medias tradicionales quisieran ver el cadáver de Evo arrastrado por las calles, como el del expresidente Villarroel en 1946. Las clases plebeyas quisieran ver a los ricos cercados en sus barrios padeciendo de hambre por la falta de alimento. Una nueva guerra de razas anida en el espíritu de un país desgarrado por la felonía de una clase que halló en el prejuicio colonial de superioridad la defensa de sus privilegios. Ya lo dijimos, la fascistización de la clase media tradicional es la respuesta conservadora a su decadencia social fruto de la devaluación de sus aptitudes, capitales, oportunidades y saberes legítimos frente a la “invasión” de una nueva clase media de origen popular e indígena con repertorios de ascenso social más eficaces en el Estado indianizado de la última década. No es que han tenido una depreciación de su patrimonio -que de hecho aumentó pasivamente debido a la expansión económica generalizada del país- sino de sus oportunidades y apuestas sociales de mayor ascenso social aprovechando el crecimiento exponencial de la riqueza nacional. Pero esto no ha limitado un hecho relevante de las estructuras de clases sociales y de los procesos de hegemonía política: la irradiación estatal de las clases medias. En sentido estricto el Estado es, en su regularidad, el monopolio del sentido común de una sociedad. En tanto que el poder político es, con mucho, la creencia y convicción de unos del poder de otros, es en cierto modo también un tipo de sensación intersubjetiva. Se trata del espeso mundo de las narraciones profundas con efecto estatal. La “opinión pública”, esto es, las narrativas, símbolos y sentidos de comprensión de la legitimidad que pugna por realinear el sentido común político, en gran parte es concentrada por las clases medias tradicionales por disposición de tiempo, recursos y especialización laboral. En Bolivia, el ascenso social de nuevas clases medias indígena-populares ha venido acompañado por nuevas narrativas y sentidos de realidad pero no con la suficiente solidez como para irradiarse o contraponer la racialización del discurso de las clases conservadoras y ser soporte de una nueva “opinión pública” predominante. Las clases medias tradicionales poseen la experiencia en las formaciones discursivas y en los sedimentos históricos del sentido común dominante, lo que les ha permitido expandir retazos de su modo de ver el mundo más allá de la frontera de clase, incluso en partes de las nuevas clases medias y sectores populares. De hecho, la nueva clase media más que una clase social con existencia pública movilizada es una clase estadística, es decir, aún no es una clase con irradiación estatal. De ahí las dramáticas formas con las que las fuerzas indígena-populares intentan escenificar y narrar sus resistencias. Se trata de otras maneras de construcción de opinión pública y de articulación del sentido común que se irradia a otros sectores sociales, pero a raíz del hecho de fuerza del golpe de Estado, ahora subalternizadas, fragmentadas. Mientras tanto, el fascismo cabalga como un jinete enloquecido al interior de las murallas de los clásicos barrios de clase media. Ahí, la cultura y las razones han sido erradicadas sin disimulo por el prejuicio y la revancha. Y parece ser que solo el estupor fruto de un nuevo estallido social o de la debacle económica que asoman en el horizonte, producto de tanto odio y destrucción, podrá agrietar tanta irracionalidad escupida como discurso. •

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RESUMEN LATINOAMERICANO | Suplemento Especial

Stella Calloni: “Estamos bajo una guerra Por Lautaro Ortiz

E

l golpe de Estado cívico, policial y militar el 10 de noviembre en Bolivia exige una lectura política, social y económica sobre los acontecimientos recientes en Latinoamérica, un análisis que trascienda los balbuceos teóricos. Por eso Página/12 acerca, a partir de este domingo a sus lectores, como compra opcional, una edición actualizada de Evo en la mira. CIA y DEA en Bolivia, uno de los ya clásicos trabajos de investigación de la escritora y periodista Stella Calloni. “Asombra el modo en que muchos analistas niegan el rol de Estados Unidos como artífice del actual golpe”, escribe la autora en la nueva introducción en la que demuestra cómo la palabra “fraude” emitida por el secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, fue la señal esperada por Washington para sacar finalmente del poder a Evo Morales, primer presidente indígena de ese país. El trabajo de Calloni da cuenta del manual de la colonización de América Latina emprendido por Estados Unidos junto a sus organismos de Inteligencia y afines: la CIA, la DEA, y, entre otras acciones, la recolonización del continente lanzada desde el golpe contra Lugo en 2012, la victoria de Macri en 2015, el golpe de Estado mediático, judicial y parlamentario contra Rousseff en 2016, y el gobierno de Bolsonaro en 2019. Como señala Adolfo Pérez Esquivel en el prólogo: “En este libro se desnuda la esencia de colonialismos y neocolonialismos que imperaron a lo largo del siglo XX, frustrando el proceso de la independencia, como sucede en toda América Latina”. ¿Qué significó en el contexto político internacional la declaración de la primera república plurinacional por parte del gobierno de Evo Morales? Por supuesto hay otros significados importantes, pero la mayor transformación que se produjo fue la inclusión de los pueblos originarios como sujetos de derechos. Hay que considerar que en ese país existía un verdadero apartheid, como sucedía en Sudáfrica, un racismo de características brutales que se expresa en estos días, con la activa participación en el golpe producido por los segregacionistas: grupos racistas, fascistas, separatistas de Santa Cruz de la Sierra, Beni y Pando, que integran la llamada Media Luna. En la nueva Constitución, aprobada en referéndum con un 61 % de los votos en enero de 2009 y promulgada el 7 de febrero de ese año, se determinó que Bolivia se constituía en un “Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías, fundadas en la pluralidad y pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico dentro del proceso integrador del país”. Esto significó una “refundación” y el comienzo del proceso de cambio de un Estado colonial y neoliberal hacia un Estado Unitario, Plurinacional Descentralizado y con Autonomías. Los pueblos originarios pasaron a ser sujetos con derechos civiles y facultades de ejercer su propia autonomía, produciendo un cambio fundamental. Si, pero una transformación de esa magnitud necesita tiempo… Claro, el camino emprendido era muy largo de recorrer porque el cambio cultural y político, la descolonización, es una tarea gigantesca, una lucha cotidiana de largo alcance. Lo que en estos días el mundo vio fue precisamente una violencia racista, despia-

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contrainsurgente”

dada y cruel por parte de los golpistas, los “cívicos”, que en realidad son paramilitares de todas las dictaduras pasadas junto con las fuerzas de seguridad. ¿Existe un hilo conductor que enlaza los proyectos nacionalistas del MNR, en los años 50, con el MAS, o el gobierno popular de Evo Morales marcó hitos políticos y sociales de significación y alcances superadores? Siempre hay hilos conductores en estos tipos de experiencias. La revolución de 1952 fue un proceso extraordinario en esos momentos, expropiación de hidrocarburos, el anuncio de la Reforma Agraria, las milicias populares, y en especial la heroica lucha de los mineros que trascendió al mundo y desnudó una Bolivia oculta entre las marañas de la llamada “rosca minera”: los Patiño, Hochschild y Aramayo, los grandes barones del estaño. Sin duda que esta memoria es imborrable. Un proceso que perduró desde 1952 a 1964 y que es inevitable relacionarlo con los pasos dados por Evo Morales en varios aspectos, especialmente con las estatizaciones y las grandes movilizaciones del 2003. Así como la Revolución del 52 fue el resultado de múltiples experiencias de lucha del pueblo boliviano, el gobierno de Morales logró dar pasos gigantescos produciendo un giro de 180 grados en el devenir de la historia boliviana, en un momento político regional muy distinto al que rodeó a la revolución de 1952. Habría mucho más para profundizar. ¿Hay diferencias a considerar entre las acciones de las elites ultraderechistas bolivianas y el comportamiento de las demás oligarquías latinoamericanas? Una de las diferencias claves es precisamente el problema racial que caracteriza a Bolivia, y que se expresa en otros países como un resabio amargo en nuestra región. A esto se une un fundamentalismo primitivo y de características específicas. El paso de personajes tan siniestros como Klaus Barbie, el llamado “carnicero de Lyon”, y otros nazis alemanes y croatas por la zona de Santa Cruz, dejó no sólo una marca indeleble, sino hilos y redes con los servicios de inteligencia y del narcotráfico en gran escala. En 1986 se descubrió en Huanchaca, un laboratorio para producir cocaína que estaba bajo el control nada menos que de la CIA y la DEA, que la enviaba desde allí al Comando Sur de Estados Unidos en Panamá, con destino final en La Florida, Miami. Era parte del llamado “narcogate”, cuando el coronel estadunidense Oliver North dirigía las operaciones para intercambiar drogas por armas para la contrarrevolución nicaragüense, en la guerra encubierta de Estados Unidos contra la Nicaragua sandinista. Con investigar los negocios de personajes como el “cívico” Fernando “Macho” Camacho, y otros “empresarios” y la nueva “rosca” de los poderosos de Bolivia, tendríamos un cuadro de situación clarísimo de lo que son las elites bolivianas y sus relaciones políticas con gobiernos como el de Brasil, Argentina y otros considerados “legítimos” por el poderoso Mike Pompeo. Usted pone el acento en el largo proceso de liberación e independencia de los pueblos latinoamericanos. En qué sentido las categorías de las democracias europeas de izquierdas y derechas carecen de validez analítica para comprender las luchas antiimperialistas de inspiración nacional, popular y democrática? Las democracias europeas difícilmente puedan comprender las luchas antimperialistas de nuestra región, porque, de hecho, no

consideran el tema de la dependencia de Estados Unidos que marca nuestras relaciones desde fines del siglo XIX, a lo largo de todo el siglo XX y lo que va del XXI. Es muy difícil, si no imposible, establecer un proceso democrático profundo en nuestra región en condiciones de dependencia. Por esta misma razón el proyecto de integración que había avanzado, hasta llegar en 2011 a establecer la Comunidad de Naciones Latinoamericanas y Caribeñas, tenía una impronta emancipatoria tendiente a la independencia definitiva. Después de que el presidente Donald Trump asegurara en un discurso que en estos momentos estaban aplicando en América Latina la Doctrina Monroe de 1823, colonialista por excelencia, nadie puede dudar de que estamos bajo una guerra contrainsurgente con un proyecto geoestratégico de recolonización de nuestra región. El golpe en Bolivia, como los otros golpes que hemos sufrido en los últimos tiempos, es parte de ese proyecto. El neoliberalismo es un instrumento para debilitar los estados nacionales. Si es cierto que la fortaleza del gobierno bolivariano de Maduro en Venezuela se centraría en el apoyo de sus fuerzas armadas ¿por qué el gobierno de Morales encontró precisamente en las fuerzas de seguridad y el ejército los artífices fácticos del golpe? La historia de ambos países tiene algunos elementos en común, aunque hay diferencias sustanciales. En primer lugar, el surgimiento del teniente coronel Hugo Chávez Frías en Venezuela en 1992 al frente de un alzamiento cívico militar y que llegaría a presidente en las elecciones de 1998, representa una situación distinta, ya desde entonces se consolida un sector de las Fuerzas Armadas patrióticas, tal como se reconocen. Luego, bajo el liderazgo de Chávez, se conformarían como las Fuerzas Armadas Boliviarianas, que no sólo lo acompañaron, sino que enfrentaron el golpe asesorado y financiado por Estados Unidos (junto a empresarios venezolanos y algunos militares), que se produjo el 11 de abril de 2002. Fue una alianza del pueblo en las calles y las fuerzas armadas leales la que derrotó el golpe en poco más de 48 horas. En cambio, en Bolivia la injerencia de Estados Unidos –como lo demuestro en el libro– era tan profunda que tenía su mayor nivel de infiltración en las fuerzas policiales, y por supuesto, también en el ejército. El presidente Morales si bien expulsó a la DEA, luego a la CIA y al embajador Philip Goldberg a fines de 2008 (por su participación en el golpe en septiembre de ese año), enfrentaba la permanente acción de la embajada estadounidense, como pueden verse documentadamente en el libro. La llegada al poder de Macri, y luego de Temer -mediante el golpe contra Rousseff- sumado luego al triunfo de Bolsonaro, y sin olvidar la presencia de Piñera en Chile, facilitó el entrismo en sectores militares bolivianos y también el ingreso de fuerzas “especiales” y armas a través de las fronteras permeables de estos tres países, y también de Paraguay. Este fue el gran impulso para el golpe que ya estaba preparado como se vio en las maniobras preelectorales de la OEA, el Congreso norteamericano y otros organismos. ¿Cómo analiza el futuro político inmediato en Bolivia tras el golpe? Es muy complejo. Ya no existe ninguna seguridad para realizar elecciones libres. El secretario de estado norteamericano Mike Pompeo ha dicho con claridad que sólo reconocerá a gobiernos que ellos consideren “legítimos”. Es decir, como el de la autoproclamada presidenta surgida del golpe en Bolivia, el “legítimo” presidente autoproclamado de Venezuela Juan Guaidó, y todo gobierno que responda a sus intereses en la región. Incluso va a proteger a aquellos mandatarios que sean “amenazados” por protestas populares justas como sucede en varios países de América Latina, apoyando de esta manera las represiones brutales que se están produciendo en el continente. Si ganara el MAS en Bolivia en esas elecciones que se realizarán con una pistola en la cabeza de los ciudadanos, ¿sería reconocido el triunfo, si hasta ahora sostienen que no ganó Morales? ¿Qué tipo de peligro representa hoy para Estados Unidos la figura de Evo? El liderazgo de Morales, como el de Álvaro García Linera, y el equipo de gobierno, siempre serán considerado como “un peligro para la Seguridad de Estados Unidos”, un eufemismo utilizado para perseguir a todos aquellos que se “atreven” a desafiar sus intereses, a los que se convirtieron en los últimos tiempos en los verdaderos líderes de un proceso emancipatorio que será inevitable. Lo más importante de este difícil período, es el desenmascaramiento imperial. Ya no hay más disfraces en este contexto. • (Tomado de Página 12)


Suplemento Especial | RESUMEN LATINOAMERICANO

Voces contra el golpe P

ersonalidades políticas de la izquierda a nivel mundial denunciaron el golpe de Estado contra el presidente constitucional de Bolivia Evo Morales y condenaron la ola represiva del gobierno de facto encabezado por Jeanine Áñez. Los primeros mensajes de apoyo a Evo y rechazo al golpe de Estado fueron de Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, y su homólogo de Venezuela, Nicolás Maduro. El recién liberado fundador del Partido de los Trabajadores (PT) y expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, igual condenó el golpe y llamó a la ciudadanía a defender la democracia, “es lamentable que América Latina tenga una élite económica que no sepa cómo vivir con la democracia y la inclusión social de los más pobres”, sentenció. William Castillo, vicecanciller venezolano, rechazó el golpe de estado perpetrado contra Morales, reelecto legítimamente el pasado 20 de octubre con el 47 por ciento de los votos, y denunció la complicidad de la Casa Blanca y del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, en la preparación y consumación del hecho. Tareck El Aissami, vicepresidente sectorial de economía en Venezuela, apuntó: “Indigna lo de Bolivia. Pero volverá ese mismo pueblo, nuevamente, a alzar las banderas de la democracia y la libertad”. “Que quede claro. Van por el estaño, la plata, el cobre y toda la riqueza minera de Bolivia. Volverá el FMI, las privatizaciones, eliminarán subsidios”, llamó la atención Piedad Córdova, exsenadora colombiana. El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, sentenció que “no es casualidad que quieran atacar al gobierno que más hizo por los bolivianos y bolivianas en toda su historia, y cuyos indicadores de crecimiento y desarrollo humano no paran de crecer. Bolivia es soberana, plural, justa y democrática. Fuerza hermanos, fuerza Evo”. En Perú, el dirigente del Partido Socialista de ese país, Hugo Cabieses, igual mostró su rechazo a lo ocurrido en el hermano país donde, señaló, “se ha cumplido la última etapa de la hoja de ruta del imperialismo y la derecha fascista”. Las etiquetas #EvoNoEstasSolo #EvoPresidenteLegitimose convirtieron en tendencia en redes sociales. Por su parte, miembros de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad rechazan la represión militar a campesinos, obreros e indígenas, quienes en las calles bolivianas ratificaron el apoyo a Evo y exigieron nuevas elecciones. Desde Brasil, el teólogo de la liberación Leonardo Boff manifestó que el golpe cívico, político y policial en Bolivia destruyó la trayectoria del expresidente Evo, quien durante su gestión disminuyó la diferencia entre ricos y pobres con políticas sociales y económicas. “Por primera vez, un indígena es presidente y ahora aquellos que nunca aceptaron la dignidad de los indígenas, quechuas, aymaras, guaraníes, ahora vuelven para impedir que sigan creando un rostro nuevo en Bolivia”, destacó. El Gobierno de Siria reaccionó ante los acontecimientos y consideró un golpe de Estado militar y expresó susolidaridad a Evo Morales. “La República Árabe Siria condena con firmeza el golpe de Estado en Bolivia y expresa su solidaridad con el presidente electo legítima-

mente Evo Morales”, señaló un comunicado de la Cancillería de ese país. Del mismo modo, el Gobierno de Uruguay hizo “un urgente llamado a todos los actores bolivianos para que cesen los actos de violencia y para que el proceso electoral se encauce de conformidad con las disposiciones de la Constitución y las leyes del Estado Plurinacional de Bolivia, restaurando de inmediato el Estado de Derecho”. Mientras que el expresidente uruguayo José Mujica indicó que es mucho lo que está en juego pero nada vale tanto como la paz. Las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo en Argentina, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, entre otras instancias, repudiaron el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Evo Morales. “Solicitamos a los organismos internacionales y los gobiernos democráticos de la región a que desconozcan al gobierno de facto promovidos por los opositores Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, y contribuyan al restablecimiento de la democracia del país”, puntualizó el texto. Entretanto, líderes latinoamericanos critican silencio de la OEA frente al golpe de Estado. El Gobierno de México llamó a una reunión urgente de la Organización de Estados Americanos (OEA). Por su parte, el exastro del fútbol Diego Armando Maradona lamentó “el golpe de Estado orquestado en Bolivia. Sobre todo por el pueblo boliviano, y por Evo Morales, una buena persona que trabajó siempre por los más humildes”, escribió en su cuenta de Instagram. En su mensaje, el exjugador utilizó la etiqueta: #EvoElMundoEstaContigo. Días atrás Maradona había compartido un video en el que felicitaba al mandatario boliviano por su éxito en las elecciones del 20 de octubre. Expresó mediante sus redes un mensaje grabado desde un auto: “Evo, hermano mío, ganaste otra vez. Ahora saben bien que nosotros tenemos el poder del amor y del cariño a la gente. Los demás quieren solamente enriquecerse, nosotros queremos que la gente coma. Te felicito Evo, hermano. Y me acuerdo siempre del ‘Tren del Alba’, cuando te conocí”. El primer presidente indígena de Bolivia implementó en más de 13 años de gobierno políticas sociales que sacaron a millones de personas de la pobreza, y dejaron un legado de empoderamiento y de mejoras para los indígenas y la clase obrera boliviana. Las fuerzas de la derecha y los militares se negaron a reconocer la reelección de Morales y alegaron fraude. Tal oposición creó un ambiente de inestabilidad política y protestas que, junto a los motines policiales y las presiones de los militares forzaron la renuncia de Evo el pasado 10 de noviembre. Sin embargo, un grupo de más de un centenar de expertos internacionales en economía y estadística descartaron un fraude electoral en esos comicios y llamó a la OEA a retirar sus “declaraciones engañosas” sobre ese tema. Además, convocó al Congreso de Estados Unidos (para) que investigue este comportamiento de la OEA y se oponga al golpe militar, a su continuo apoyo por parte de la administración Trump, así como a la continua represión y a las violaciones a los derechos humanos del gobierno de facto. • (Redacción de Resumen Latinoamericano / Cuba)

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El golpe en Bolivia: cinco lecciones Por Atilio Borón*

L

a tragedia boliviana enseña con elocuencia varias lecciones que nuestros pueblos y las fuerzas sociales y políticas populares deben aprender y grabar en sus conciencias para siempre. Aquí, una breve enumeración, sobre la marcha, y como preludio a un tratamiento más detallado en el futuro.

Primero, que por más que se administre de modo ejemplar la economía como lo hizo el gobierno de Evo, se garantice crecimiento, redistribución, flujo de inversiones y se mejoren todos los indicadores macro y microeconómicos la derecha y el imperialismo jamás van a aceptar a un gobierno que no se ponga al servicio de sus intereses. Segundo, hay que estudiar los manuales publicados por diversas agencias de EE.UU. y sus voceros disfrazados de académicos o periodistas para poder percibir a tiempo las señales de la ofensiva. Esos escritos invariablemente resaltan la necesidad de destrozar la reputación del líder popular, lo que en la jerga especializada se llama asesinato del personaje (“characterassasination”) calificándolo de ladrón, corrupto, dictador o ignorante. Esta es la tarea confiada a comunicadores sociales, autoproclamados como “periodistas independientes”, que a favor de su control cuasimonopólico de los medios taladran el cerebro de la población con tales difamaciones, acompañadas, en el caso que nos ocupa, por mensajes de odio dirigidos en contra de los pueblos originarios y los pobres en general. Tercero, cumplido lo anterior llega el turno de la dirigencia política y las elites económicas reclamando “un cambio”, poner fin a “la dictadura” de Evo que, como escribiera hace pocos días el impresentable Vargas Llosa, aquél es un “demagogo que quiere eternizarse en el poder”. Supongo que estará brindando con champagne en Madrid al ver las imágenes de las hordas fascistas saqueando, incendiando, encadenando periodistas a un poste, rapando a una mujer alcalde y pintándola de rojo y destruyendo las actas de la pasada elección para cumplir con el mandato de don Mario y liberar a Bolivia de un maligno demagogo. Menciono su caso porque ha sido y es el inmoral portaestandarte de este ataque vil, de esta felonía sin límites que crucifica liderazgos populares, destruye una democracia e instala el reinado del terror a cargo de ban-

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das de sicarios contratados para escarmentar a un pueblo digno que tuvo la osadía de querer ser libre. Cuarto, entran en escena las “fuerzas de seguridad”. En este caso estamos hablando de instituciones controladas por numerosas agencias, militares y civiles, del gobierno de Estados Unidos. Estas las entrenan, las arman, hacen ejercicios conjuntos y las educan políticamente. Tuve ocasión de comprobarlo cuando, por invitación de Evo, inauguré un curso sobre “Antiimperialismo” para oficiales superiores de las tres armas. En esa oportunidad quedé azorado por el grado de penetración de las más reaccionarias consignas norteamericanas heredadas de la época de la Guerra Fría y por la indisimulada irritación causada por el hecho de que un indígena fuese presidente de su país. Lo que hicieron esas “fuerzas de seguridad” fue retirarse de escena y dejar el campo libre para la descontrolada actuación de las hordas fascistas —como las que actuaron en Ucrania, en Libia, en Irak, en Siria para derrocar, o tratar de hacerlo en este último caso, a líderes molestos para el imperio— y de ese modo intimidar a la población, a la militancia y a las propias figuras del gobierno. O sea, una nueva figura sociopolítica: golpismo militar “por omisión”, dejando que las bandas reaccionarias, reclutadas y financiadas por la derecha, impongan su ley. Una vez que reina el terror y ante la indefensión del gobierno el desenlace era inevitable. Quinto, la seguridad y el orden público no debieron haber sido jamás confiadas en Bolivia a instituciones como la policía y el ejército, colonizadas por el imperialismo y sus lacayos de la derecha autóctona. Cuando se lanzó la ofensiva en contra de Evo se optó por una política de apaciguamiento y de no responder a las provocaciones de los fascistas. Esto sirvió para envalentonarlos y acrecentar la apuesta: primero, exigir balotaje; después, fraude y nuevas elecciones; enseguida, elecciones, pero sin Evo (como en Brasil, sin Lula); más tarde, renuncia de Evo; finalmente, ante su reluctancia a aceptar el chantaje, sembrar el terror con la complicidad de policías y militares y forzar a Evo a renunciar. De manual, todo de manual. ¿Aprenderemos estas lecciones? • *Sociólogo, politólogo, catedrático y escritor argentino. Doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Es profesor de la Universidad de Buenos Aires.


Suplemento Especial | RESUMEN LATINOAMERICANO

El MAS va por más

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l Movimiento Al Socialismo (MAS) decidió apostar por la renovación para encarar el proceso electoral de 2020 y en el ampliado nacional realizado en Cochabamba tomó decisiones cruciales: en adelante ya no habrá candidatos invitados, se nombró jefe de campaña a Evo Morales, se apostó por la unidad de las organizaciones y se hizo una dura crítica a los exministros de Estado y otras exautoridades, así como los actuales senadores y diputados. El MAS también decidió anular la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam), que en su momento fue el brazo operativo del Gobierno del expresidente. En las conclusiones leídas por el dirigente Rodolfo Machaca, el MAS resolvió mantener la unidad de los movimientos sociales, designar a Evo Morales como jefe de campaña, exigir a la Asamblea Legislativa Plurincional (ALP) un juicio de responsabilidades contra JeanineÁñez e interpelar a los ministros de Gobierno, Arturo Murillo, y de Defensa, Fernando López, por la violencia en Senkata y Sacaba. También se determinó conformar una comisión para preservar derechos humanos, defender la vigencia de la sigla del MAS, exigir a la ALP la celeridad en la designación de vocales electorales, instruir ampliados departamentales para elaborar la estrategia electoral y designar posibles candidaturas. Además, decidieron dar continuidad a la agenda 2025 y la inmediata aprobación de la ley de garantías a la ALP. La anulación de Conalcam no fue puesta en las resoluciones, pero ya es un hecho que desaparecerá, así como las coordinadoras departamentales por el cambio (Codecam) y los delegados políticos, mientras que continúa vigente el Pacto de Unidad. El secretario de comunicación del MAS, Gualberto Arispe, explicó que hubo críticas de las bases al Conalcam, porque “no ha habido firmeza” en los dirigentes. “El pueblo ha evaluado y nosotros hemos sido autocríticos, los dirigentes han aceptado y claramente se dijo ahora ya no existe la tal Conalcam, existe la dirección nacional que a nivel nacional se va a coordinar y tampoco hay delegados políticos departamentales. Ahora los dirigentes departamentales serán los responsables junto con los sindicatos”, dijo. En varias intervenciones la crítica contra Conalcam fue dura. El presidente del MAS en Cochabamba, Rimer Ágreda, dijo que Conalcam fue “agencia” de pegas para organizaciones que al final ni siquiera defendieron el proceso de cambio. Conalcam estaba conformada por gremiales, fabriles, comerciantes, mineros y otros sectores afines al MAS pero que no militaban. El MAS decidió hacer una renovación total, pero dejó esta tarea a sus departamentales y les recomendó que primero se trabaje el tema electoral y de candidatos. El partido de Evo Morales decidió postergar hasta el próximo ampliado la designación de binomio presidencial. Arispe explicó que el próximo evento se realizará en un mes y que en ese tiempo las organizaciones deberán consensuar con sus bases. Entre los precandidatos están David Choquehuanca, Andrónico Rodríguez y Luis Arce.Determinaron consultas regionales a militantes para elegir binomio. “Quiero decirles, hermanas y hermanos, por ahora, momentáneamente, estoy fuera de Bolivia. Cualquier momento, quiera o no quiera la derecha, digan lo que digan, hagan lo que hagan, pronto voy a estar en Bolivia para que juntos enfrentemos las elecciones y las ganemos como siempre lo hemos hecho”, prometió Morales a los asistentes a la asamblea en un breve contacto telefónico. En la reunión, el dirigente de la Central Obrera Boliviana (COB), Juan Carlos Huarachi pidió disculpas en un acto de “autocrítica”. Huarachi fue uno de los que dio un ultimátum al expresidente Morales para presentar su renuncia. •

Corto idilio

A la izquierda, Pumari y Camacho a la derecha.

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l idilio de Marco Antonio Pumari y Luis Fernando Camacho terminó, resultó corto. Demasiado rápido aparecieron las pugnas que llevaron a la ruptura de lo que se anunciaba a voces como el binomio electoral para el proceso electoral 2020 en Bolivia, después de arrebatar el triunfo a Evo Morales a causa del golpe de Estado que lo hizo renunciar el 10 de noviembre. El rompimiento entre ambos se produjo en medio de acusaciones que recurrieron a viejas prácticas políticas con tal de ganar ventajas. Desde hace varios días se especulaba que Camacho y Pumari –los rostros más visibles de los acontecimientos que derivaron en la asonada golpista -, tendrían algunas diferencias por asuntos del poder. Mientras Camacho se refería a sí mismo como el futuro presidente de una Bolivia posgolpe, Pumari afirmaba que todavía no existía definición sobre quién iría primero en el binomio, o sea, el más potable para liderar la fórmula. Sin embargo, la verdadera bomba fue una discusión en la cual el dirigente potosino exigía cierto dinero y reclamaba cargos en el gobierno de facto de la autoproclamada Jeanine Áñez. Lo anterior trascendió por un audio, entregado por un presunto seguidor del presidente del Comité Cívico Potosinista (Comcipo) al programa Detrás de la Verdad. La grabación develó el misterio de por qué el expresidente del Comité pro Santa Cruz decidió postularse en las elecciones generales de 2020 sin Pumari como acompañante de fórmula. “Sí, eso está definido, lo hemos definido (…). Él (Marco Pumari) tiene el interés de ir a la Presidencia”, señaló Camacho al espacio radial. Camacho dejó claro que fue él “la persona que ha decidido no ir con Marco” y recalcó “yo espero que Marco tenga la grandeza de decir el motivo por el cual se le dijo no”.

En el audio de marras se escuchó expresar al exdirigente cruceño a Pumari: “Si queremos generar un mejor país (…) no podemos nosotros empezar con las condiciones. Yo no lo quería decir (…), por lo menos yo me siento así, de que yo estoy pagando prácticamente por una candidatura, cuando hablamos de los 250 mil dólares”. “Cuando hablamos de la Aduana, ‘no es mi gobierno’, te lo dije. Anoche decidí que yo voy a ir tranquilo y usted vaya tranquilo, Marquito, por donde quiera ir, con el apoyo de su directorio”, agrega el material. “Yo no puedo con mi conciencia, porque todo lo he hecho recto. Y entrar con un (candidato a) Vicepresidente que me condiciona con plata y con Aduana, no puedo ir”, sigue el audio que, de acuerdo a los informes, se obtuvo durante una reunión celebrada el martes 3 de diciembre en Santa Cruz. Según Pumari, en su contra hubo una “guerra sucia” que “empezó antes de las elecciones”. Asegura que ese audio está preparado, es una trampa y aduce en realidad fue Camacho o personas vinculadas a él los que le hicieron “un ofrecimiento de dinero” que supuestamente estaría ya presupuestado para la campaña si aceptaba –presión incluida- la vicepresidencia. “Imagínese el extremo que ha llegado a preparar toda esta situación para que sea o condicionarme o chantajearme para que yo sea vicepresidente”, contó Pumari a un diario de Potosí. “Más bien que demuestren algunos cobardes por qué me quisieron hacer firmar a como dé lugar un documento aceptando la vicepresidencia”, reclamó. Pero al final el audio estaba ahí, es auténtico, solo que lo “editaron con mala intención”, según Pumari. De momento ya otros, de esos que se sumaron contra Evo, han alzado sus voces y exigen a Camacho y Pumari que den “un paso al costado por tantos exabruptos”. •

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