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Siniestra
Bajo la luna roja en el reino de los caídos, por encima de las normas, florece un amor intemporal, ajeno a la divina arbitrariedad pero fragmentado por el perpetuo odio.
Las rosas arden, las nubes caen y los insolentes huyen, arropados entre las tinieblas, se desata la lujuria infernal entre la reina de la noche y el príncipe del este.
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Juzgados en el celeste cielo por su rebeldía, inician una mundana revolución, reinando en el exilio, las lágrimas se desvanecen y una guerra se origina, indisoluble armonía de sus labios carmesí. Banales apáticos verán, al fin, la caída de los serafines por la libertad.
La amo más, que al más sabroso vino que haya probado hasta el momento. En serio ¡La amo tanto! Y es porque usted y solo usted bella dama, es el único astro que quisiera admirar toda la noche, con ojos cerrados, con ojos abiertos, siempre su rostro brilla y ese brillo ilumina mis penas y soledad.
Espero no importunar su calma con tan extraña confesión y más, con peculiares palabras o modo de expresión.