35 minute read

# 01

Cadernos de estudos visuais

Solicita tu ejemplar impreso escribiendo a cubovigo@gmail.com

Advertisement

Nos ayudarás a seguir con el proyecto

IMAXE | XÉNERO | OLLADA

O ESPELLO NON É NOSO?

Cadernos de estudos visuais

# 01

A modo de presentación de este proyecto Alfons Freire Esta publicación foi posíbel grazas ao apoio do Ateneo Atlántico.

Imaxe como proceso Antón Patiño As mulleres e os medios de comunicación, entre imaxe e opinión

Ana Baena Cando o espello non é noso, a quen pertence a imaxe que se reflicte?

Oriana Méndez Convidámosvos a coñecer as súas actividades e a promovelas, asociándovos.

www.ateneoatlantico.gal

Contrahexemonías desde o eu Sabela Fraga Costa

El versus de las miradas Massy Zaite

Faces e ollares. Unha visión do autorretrato na arte actual Carlos L. Bernárdez

Contranarrativas da feminidade: o autorretrato nas redes sociais Amara Pérez Davila

Catálogo: O espello non é noso? 22 fotógrafas | 22 autorretratos

Datos de las participantes 3

7

9

11

15

19

21

23

24

49

Este caderno está dedicado a todas aquelas mulleres que no seu día defenderon ideas contrarias ás da opinión maioritaria. Porque non hai que confundir as opinións maioritarias coa verdade; algo que os políticos, especialmente en sistemas chamados democráticos, deberían ter moi en conta. A creatividade ben entendida caracterízase, as máis das veces, por ser un lugar pouco visitado e inhóspito, visitado polo rexeitamento de moitos; pero quen, malia todo, aprende a vivir nel, está axudando a que a humanidade sexa mellor no futuro.

Fotografía orixinal de cuberta “Quererme a oscuras” © Mara Saiz, 2019

TANTAS IMAXES. Número 1 (dobre) PVP: 4 euros

Primeira edición: novembro de 2019

© Para os textos: Ana Baena, Carlos L. Bernárdez, Sabela Fraga, Oriana Méndez, Antón

Patiño, Amara Pérez Davila e Massy Zaiter, © Para as fotografías: Leila Amat, Cristina Brea Lodeiro, Raquel Calviño, Suqui Castro,

Teresa Charlín, Concha de la Rosa, Anna Donaire, Area Erina, Ana Fresco, Lupita Hard, Edurne Herrán, Charo Lopes, Rosa Neutro, Paula Pez, Mara Saiz, Inés Sanchez, Lorena

Valera, Iria Vázquez, Maria Vérez, Maite Vieta, Pilar Yarza e Massy Zaiter © Para as imaxes plásticas: Pilar Alonso, Yolanda Dorda, María Maquieira, Mónica Ortuzar e

Barbara Stammel

© 2019, Cubo. Espazo aberto.

Edición e coordinación do caderno e da exposición: Alfons Freire

Deseño interior e maquetación: Freire. Diseño editorial. SL Deseño de cuberta: Alfons Freire sobre una fotografía de Mara Saiz

© 2019 CUBO, para esta edición Rúa Doutor Cadaval, 17 B. 36203 - VIGO - SPAIN www.cubo-vigo.com | IG: @cubovigo | FB: cubovigo

Impresión dixital: Ibernón Dixital Impreso na UE

A modo de presentación de este proyecto

ALFONS FREIRE Coordinador de Tantas Imaxes y Espazo CUBO

La verdad es que a estas alturas todavía no sé porqué me meto en estos fregaos. Si el proyecto del espacio CUBO ya era una pequeña locura, ampliar todavía más los horizontes con la idea de un cuaderno que sirviera para pensar las imágenes y ponerlas en valor, en un momento en que la proliferación exponencial de estas las han convertido en algo completamente banal, ya era una idea demasiado descabellada. De dónde sacar el tiempo, el dinero y la energía para ponerla en marcha. Por suerte o por desgracia (para mí), la ciudad de Vigo –y por extensión, todo el territorio– bulle de personas con una creatividad y una generosidad enormes gracias a las cuales, poco a poco, la idea fue cristalizando y se fue convirtiendo en realidad. Este cuaderno es el primer resultado. Y espero que no el único.

Nuestra tradición cultural se remonta a Grecia y al cristianismo y es básicamente “esencialista”, es decir, considera que por encima de las cosas individuales hay algo, un universal, que expresa las características comunes de un conjunto de individuos. Este pensamiento, que rige nuestro mundo, apela a la identidad, a los rasgos, en apariencia, comunes. Lógicamente, la ciencia, la técnica y tantas otras cosas se basan en ese principio. Si los fenómenos naturales no tienen una serie de propiedades que se pueden abstraer de la realidad inmediata y se puedan pensar desde un modelo matemático, es difícil creer que puede haber regularidades y postular, en consecuencia, leyes comunes. Este espíritu esencialista podría tener su origen en una confusión en la teoría de Platón. Según él, las palabras que significan un universal se refieren a algo realmente existente. Por lo tanto, al margen de acciones buenas o malas, o de los objetos bellos o feos, existe algo que es más real que la misma realidad; en este caso, la Bondad o la Belleza. Nombres propios con mayúscula. Desde ese momento, el logos (como razón instrumental) se convierte en el referente del pensamiento occidental que deja de lado lo concreto para construir a base de generalizaciones. Mucho más tarde, Descartes concluirá ese trabajo gracias al establecimiento de un dualismo en la misma realidad. Lo que Platón había postulado en el mundo de las cosas, Descartes lo desplaza al mundo del conocimiento de esas cosas. Remata la escisión del mundo en dos realidades distintas e incomensurables. De un lado, el sujeto (res cogitans) y, de otro, el objeto (res extensa). El acceso del sujeto al conocimiento del mundo material solo es posible a través de su matematización, es decir, reduciendo lo concreto a número,

a identidad. El dominio y uso sin culpables de la naturaleza (o de cualquier objeto) queda justificado sin lugar a dudas desde este dualismo.

Frente a ese pensamiento de la identidad, me gusta imaginar que es posible un

pensamiento de la diferencia. De aquello concreto que es irreducible a número o a estadísticas. Y dentro de esa defensa del pensamiento de la diferencia nos

encontramos con un aliado en la imagen. Me gusta pensar que la imagen es un

claro ejemplo de la existencia de lo concreto, de lo que no es reducible a una serie

de características comunes. Que la imagen rompe con la tradición cartesiana de la

división sujeto-objeto. Que de repente podemos pensar la imagen, y, por extensión, el mundo de las cosas, no como meros objetos que, en su pasividad, sufren la

acción de ese sujeto abstracto que controla y reduce, que únicamente puede poner

en valor aquello de lo que se puede sustraer un beneficio. Y por tanto, cada imagen es única. No existe LA imagen.

La imagen, pues, aparece como un salvoconducto para pensar de otra manera. ¿No es eso una contradicción? ¿No estamos, como decía al principio, en un mundo plagado de pantallas que escupen imágenes a todas horas? ¿Acaso no existen dispositivos cada vez más ubicuos que permiten realizar y distribuir imágenes en un crecimiento exponencial? Precisamente, estos cuadernos nacen de esa paradoja. Pretenden rescatar la capacidad de crear y compartir imágenes « de otra manera » . No caigamos en la trampa de la identidad, no caigamos en la trampa del dualismo; no vamos a hablar de imágenes « auténticas » frente a las que no lo son.

Desde mediados de los años ochenta del siglo pasado, Gottfried Boehm, en Alemania, y William Mitchell, en EUA, empezaron a hablar de un « giro icónico » . 1 De un renovado interés por las imágenes. Por pensarlas. El reto, pues, es pensar

las imágenes sin convertirlas de nuevo en un objeto. Darles la capacidad de agenciamiento. Y este viene a ser el objetivo primordial de estos cuadernos.

Este primer número ha tenido que ser doble, dado el aluvión de materiales que hemos recibido y su génesis va paralela a la organización de la exposición que presentamos en CUBO con 22 autorretratos de otras tantas fotógrafas. La idea central es el cuestionamiento del género en la imagen y en la mirada. « Género » entendido, en este caso, en dos sentidos. En el arte, como dispositivo normativo que establece lo que se puede hacer o no. Y, en el ámbito social, como un automatismo que naturaliza lo que cada unx ha de ser, pensar, hacer. Dinamitar esa idea de

1 Podemos citar tres libros que recogen una selección de los textos más representativos de este movimiento. Ana García Varas (ed.). Filosofía de la imagen, Ediciones universidad Salamanca, 2011; Boehm, Gottfried (ed.), Was ist ein Bild, Fink Wilhelm Verlag, 2006; y Alloa, Emmanuel (ed.), Penser l’image, Les presses du réel, 2010.

género es, pues, el motivo que dirige este proyecto que, como vemos, se articula en los textos de este cuaderno y en las fotografías de la exposición.

Para caer de nuevo, y solo durante un breve momento, en el pensamiento de la identidad, podría arriesgarme a agrupar los trabajos de esta exposición en tres secciones distintas en función del uso que del propio cuerpo han hecho las fotógrafas invitadas. Un primer grupo de fotografías sería aquel que se mantiene todavía en la pregunta sobre la propia identidad. Ya sea dirigiéndose hacia afuera sobre el aspecto que se presenta a los otrxs, ya sea indagando cuál es el aspecto que una misma tiene para sí. La segunda línea trabajo sigue manteniendo el recurso de la propia imagen pero situándola en un nuevo ámbito, en una escenografía. El cuerpo se objetiviza y orienta al espectador hacia una situación nueva. Esta sería la apuesta por la teatralidad. Finalmente, encontramos un tercer grupo en el que el propio cuerpo, que es el que en principio genera la misma posibilidad del autorretrato, desaparece para ser simplemente escamoteado o substituido. Aquí es algo otro lo que se presenta en lugar del cuerpo, pero como cuerpo. La exposición la he organizado, por lo tanto, a partir de esas tres secciones que, insisto, no son más que un artilugio que permite dar un cierto orden. Espero que cada unx encuentre el suyo propio.

En el caso de los textos del cuaderno, hemos contado con estimables colaboraciones. El reto era desarrollar un texto sobre el tema en un par de folios. Por lo tanto, encontramos aquí sintetizados muchos pensamientos que requieren su elaboración en discursos más extensos. Se trata, en definitiva, de abrir el debate, no de agotarlo.

Es por eso que. junto a la exposición o los textos del cuaderno, conviene anunciar todavía un tercer momento en el que se podrá profundizar sobre lo planteado. Se trata de en un ciclo de charlas, organizadas en colaboración con el Ateneo Atlántico, y que tendrán lugar en CUBO a lo largo del mes de noviembre. Charlas que buscarán mostrar cómo la crítica a la hegemonía del pensamiento de la identidad es posible y avanza cada vez más. Un cierto patrón de dominación aparece en todos los ámbitos a los que dirijamos nuestro interés. En el caso de la imágenes, ese patrón se concreta en lo que se ha venido a llamar la mirada masculina. Una forma de objetivar la imagen y sus referentes, una manera de establecer las normas de género de las que hablaba hace un momento. Todo este proyecto busca dinamitar esa mirada y liberar las imágenes.

En el apartado de agradecimientos, estoy en deuda con tantísima gente que sería difícil abarcar a todxs de una forma concreta, es por eso que lo único que se me ocurre es decir: «Gracias a todxs».

Yolanda Dorda

Autorretrato Óleo sobre lienzo

Imaxe como proceso

ANTÓN PATIÑO Pintor y escritor

O caderno Tantas imaxes vai na procura do enigma da percepción, desenvolvendo esculcas cara afondar no eido da imaxe, cara achegarmos a moitas das claves da linguaxe visual. A imaxe non está concluida, vai durar o placer da nosa mirada. A imaxe esvara, é múltiple. Coexiste no espazo. A imaxe expandida amosa a súa enerxía. Vai impoñer o silencio. Acadando na áscese (nun virtual illamento) a súa máis radical forza expresiva. Despoxada do seu contexto nun espazo lento vai propiciar a reverberación perceptiva. Tránsito da imaxe virada en rostro, en paisaxe, en xesto. Múltiple evocación que se disemina no feito de mirar. O ollo percorre uns vectores visuais, rescata uns indicios dende a penumbra, conxura a ausencia coa precisión do contorno.

A imaxe non é unha realidade estática, senon un proceso. Imaxe-devir que rexistra as pegadas dun acontecemento. Imaxe-rotación na xénese do urdido nunha convincente rede de relacións. Acontecemento unitario que recolle a propia intrahistoria da imaxe, o seu particular desenvolvemento, a singularidade da sua construción. A imaxe esgota o seu sentido no ecoar de suxestións que a xeito de estratos vai suscitar no espectador, que ha ser quen active o particular legado visual que suscita cada imaxe.

Unha imaxe vai xerar unha rede sutil de relacións. Aí radica quizáis a súa enerxía. Deica construir (case de xeito involuntario) un relato: onde se mestura a fluencia vital, os contornos desdebuxados, o dominio nocturno. Rotación de sentido nun senlleiro urdido (ao través dunha estratexia combinadora). Asexamos un fragmento, un determinado elemento ou dato visual e decontado outro. Logo procedemos a unha summa visual. Xorde enton amálgamada a imaxe. Conxunto visual ao que poderiamos chamar imaxe-constelación. A máis pequena presenza vai postular ise intercambio simbólico, sinerxia e reciprocidade ata vertebrar un relato verosímile. Sempre alén do mito ensimesmado da imaxe. Dicía María Zambrano que unha imaxe nunca está soa, que aínda estando soa é múltiple a vida da imaxe.

Pilar Alonso

Mise en Abyme. El espejo

250x150 gouache y rotulador sobre papel 1

1 Las imágenes que acompañan a los textos de este cuaderno son de algunas de las artistas que participarán en una segunda parte de este proyecto expositivo. El tema será de nuevo el autorretrato pero desde la perspectiva de las artes plásticas. (Nota del editor)

As mulleres e os medios de comunicación, entre imaxe e opinión

ANA BAENA Xornalista

A analise da presenza da muller e a súa imaxe nos mass media é importante dende un doble punto de vista, xa que estos reflicten a sociedade á que pertencen, pero ao tempo son creadores de opinión nesa mesma sociedade. Un mundo onde a imaxe o move todo, a loita feminista estivo orientada a dignificar á muller e acabar co estereotipo feminino que vende a publicidade e os propios medios de comunicación. Jennifer Siebel, no documental Miss Representation profundiza no papel que se lle outorga á muller de xeito público, un obxecto sexual que axuda a vender máis o producto contraposto a masculinidade, nun nivel superior de control. A muller valórase pola súa apariencia física, non pola súa intelixencia, unha concepción que tamén afecta ao cine e á televisión. Dende a nenez trasmítese unha personaxe feminina que precisa do heroe home que veña a salvar, os modelos de Disney que non se cuestionan, acéptanse: Nenas e nenos asumen o seu rol e o dos demais.

Mais, por que custa tanto mudar as cousas? É só a demanda social a que marca as pautas? Véñense de cumprir en 2015 os 20 anos da Plataforma de Acción de Beijing, promovida pola Entidade das Nacións Unidas para a Igualdade de Xénero e Empoderamento das Mulleres. Un foro con representantes de todo o mundo estableceu medidas a seguir nos vindeiros anos para mudar a situación da muller nos distintos ámbitos, tamén nos medios de difusión. Co gallo da efeméride un informe da ONU determina que con todo aínda se manteñen estereotipos que perpetúan esa discriminación. Nun proxecto de investigación, onde se analizaron máis de cen países, o 46% das informacións atópase nesta liña e só o 6% das novas fai fincapé na igualdade de xénero. Aínda que as mulleres representan a metade da poboación mundial, este estudo revela que en máis de 520 entidades internacionais de medios de comunicación, o 73% dos altos cargos directivos están ocupados por homes.

No ámbito estatal, un estudio encargado pola Consejería de Empleo y Mujer de la Comunidad de Madrid en 2006, detectaba a presenza dos estereotipos de xénero nos medios de comunicación dixitais de tirada nacional. Así, nunha escolma de 175.965 artigos asinados, o 18% é por mulleres e o 82% por homes. Amais, a representación feminina céntrase en seccións de lecer e

divertimento, como Sociedade e Cultura, sendo insignificante noutras consideradas tradicionalmente masculinas como Deportes, contribuíndo a manter o rol tradicional. Por días, a maior presenza de mulleres atópase o domingo, xornada con menor fluxo informativo e por extensión, tamén o sector feminino sae perdendo. O estudo, coordinado por Ruth Mateos de Cabo, determinou que existe unha maior sensibilización e concienciación polas propias mulleres ante as cuestións de xénero, tenden a citar a outras mulleres como fontes nas súas información e a presenza de mulleres en cargos de responsabilidade favorece as voces femininas nas novas.

O 8M (Día Internacional da Muller) de 2018 marcou un antes e un despois na sociedade española, tamén nos medios de comunicación. As mulleres do sector tomaron conciencia do seu poder e xurdiron asociacións en distintos puntos do Estado. En Galicia, máis de 200 profesionais agrupáronse en Xornalistas Galegas, que traballan por promover a igualdade tanto entre as traballadoras como nas coberturas. En abril deste ano cuantificaron a presenza de sinaturas de mulleres nos artigos de opinión das edicións dominicais dos xornais galegos, un 17%, unha porcentaxe aínda máis baixa da que se recolleu a nivel estatal unha década antes.

Cristina Pedroche e a polémica do seu traxe de Fin de Ano exemplifica a imaxe que da muller teiman en trasladar os medios de comunicación. Pedroche semella intelixente, ten fluidez e naturalidade ante as cámaras, pero é o seu corpo e o nivel de provocación da súa indumentaria o único que se ten en conta para que dé as campanadas, un campo de batalla para as audiencias. Non pasa así co seu compañeiro, no que na súa elección o físico non se considera. Pero o máis significativo é que ante as críticas que esperta a sexualización da súa imaxe, con cada vez con menos roupa en pleno inverno madrileño, a protagonista reclama a súa opción personal para vestir como queira. Aquí a liberdade individual choca coa responsabilidade social como personaxe público. O cambio da imaxe da muller nos mass media darase cando sexa a muller a que se conciencie da súa importancia.

Cando o espello non é noso, a quen pertence a imaxe que se reflicte?

ORIANA MÉNDEZ Poeta y política

As preguntas asaltan dende o comezo: se todo documento de cultura é tamén documento de barbarie, canta violencia atravesa a produción cultural realizada por mulleres ou sobre mulleres?

Vaiamos un pouco atrás. A socialización diferencial tradicional levou a que homes e mulleres adoptasen comportamentos diferentes e desenvolvesen a súa actividade en ámbitos diferentes. Estas diferenzas entre homes e mulleres contribuíron a confirmar a crenza de que somos, de feito e por natureza, distintos e comportámonos de forma distinta o cal leva a xustificar a necesidade de continuar socializando nenos e nenos de maneiras distintas. É dicir, a socialización diferencial é un proceso que se autoxustifica a si mesmo, que se retroalimenta, con todo o que isto supón: homes e mulleres socializados de maneira diferencial no contexto dunha sociedade patriarcal, entenderán por arte -tamén por amor- cousas diferentes.

En que medida intervén a violencia? Como sinalan estudos como o de Blanca Cabral, mentres existe unha correlación histórica e cultural entre masculinidade, violencia, agresividade e dominio, fomentando este tipo de comportamento como proba de virilidade; a socialización das nenas incorpora elementos como a pasividade, a sumisión ou a dependencia que as fan precisamente máis vulnerables ao padecemento de comportamentos violentos e á asunción do rol de vítimas.

« Para todos os que teñen complexo de inferioridade, a violencia constitúe un bálsamo milagroso: ninguén é máis arrogante, agresivo ou desdeñoso coas mulleres ca un home preocupado pola súa virilidade » , afirmaba xa Simone de Beauvoir en O segundo sexo.

Deste xeito, o machismo máis rancio glorifica os atributos de maior dureza atribuídos á masculinidade: a imaxe do home agresivo, implacable, seguro de si mesmo e sen concesión ningunha ao sentimental. Esta cultura machista aproveitaría o potencial biolóxico de agresividade para producir e xustificar homes violentos. Ollo, digo aproveitaría o potencial biolóxico de agresividade porque o potencial existe e, como tal, pode utilizarse/aproveitarse, pero só

como potencialidade porque abondosas análises sobre a cuestión non atopan evidencia científica rigorosa que demostre que os homes son « por natureza » máis violentos; do que si hai constancia é do longo e complexo proceso de socialización que vimos comentando, no que a persoa aprende, ben a dar renda solta ás tendencias agresivas (que homes e mulleres temos, a esa potencialidade) ou a inhibilas, axustándose ás esixencias sociais sobre o que significa ser home ou ser muller. É dicir, homes e mulleres imos construíndo a nosa identidade (histórica, cambiante e non inamovible por natureza) de xénero.

Trátase, pois, do que autoras como Marcela Lagarde denomina « mandatos de xénero » : os modelos normativos do que é ser un home masculino e unha muller feminina propostos polo patriarcado e aprendidos durante o proceso de socialización. Entre os mandatos da masculinidade estarían a idea de ser racional, autosuficiente, controlador e provedor; mentres, dalgún xeito, os mandatos de xénero femininos son os seus opostos: irracionalidade (lembremos a asociación da muller coa loucura, como di aquela consigna feminista moi cuestionable, ao meu modo de ver: te quiero libre, linda y loca), dependencia, emocionabilidade e coidado dos outros e para os outros: fundamental o papel tradicional da muller como esposa, como nais, ata considerar que a súa plenitude e satisfacción só poden alcanzarse a través da maternidade e a atención ao seu aspecto físico para os outros, ata considerar que é a beleza o que nos fai visibles, aceptadas e valoradas socialmente.

Deste xeito, a experimentación do chamado « amor romántico » é tamén unha experiencia fortemente xenerizada, é dicir, que se experimenta de xeito distinto en homes e mulleres. Atendendo á autora Aurora Leal, nas mulleres o amor romántico vén sendo o romance da procura, entrega e fusión coa outra persoa; un xeito de organizar o futuro e unha construción da identidade persoal. Nos homes, o amor implica certa ganancia pero non compromete aspectos nucleares do eu, relaciónase coa seducción, co acceso ás mulleres. E a autora fala nestes termos (homes e mulleres) porque o amor romántico foi desenvolvido co obxectivo de primar un determinado modelo de relación: monógama e heterosexual.

Sen embargo, este orde de cousas que vimos describindo zozobra na medida en que as mulleres se afastan cada vez máis do estereotipo tradicional. É, entón, como sinalan numerosas voces como a de Rosa Cobo, cando pode estalar a violencia, tanto a individual como a colectiva, é dicir, a violencia exercida polo home que golpea, insulta, humilla ou asasina a súa parella ao percibir como ésta escapa ao seu control e a exercida por colectivos de homes sobre o conxunto das mulleres para que, mediante o terror, sigan sometidas e se vexan impedidas a levar a cabo

as súas lexítimas aspiracións de autonomía persoal e liberdade de elección, como sería o caso do réxime talibán ou dos feminicidios en Centroamérica.

O espello non é noso O recoñecemento dos outros, o recoñecemento da crítica. Aí florecen todas as consideracións extraartísticas. É moi habitual presenciar como se desatende o traballo realizado para entrar na consideración de aspectos de orde fisiolóxica, sexual ou sinxelamente privada. Aspectos impensables na hora de valorar a produción artística masculina.

O antifeminismo whitewashing, así definido por Beatriz Gimeno, o antifeminismo branquexado. Trataríase dunha actualización ou posta en valor do ontolóxicamente feminino que parte, seguindo a Gimeno, da premisa de que non existe opresión patriarcal e, pois, non é precisa a organización, nin mixta nin autónoma, das mulleres. Non debería confundirse co tantas veces nomeado, feminismo da diferenza. Neste, recoñécese en primeiro lugar a opresión das mulleres e, seguidamente, óptase por colocalas como único suxeito activo na loita contra esa opresión; por iso, unha das características máis identificables do feminismo da diferenza é a creación de organizacións non mixtas. No antifeminismo descrito por Gimeno, que non debe confundirse co feminismo da diferenza, que cousa podería ser o ontoloxicamente feminino senón unha construción cultural que brota do substrato patriarcal? Existe ou, incluso, é sequera posible que exista unha esencia do feminino que se dera construído por si soa, allea a toda a elaboración ideolóxica patriarcal que constitúe as nosas sociedades?

O que existe, máis alá de progresos e retrocesos, o que permanece é a maternidade. Fagamos o que fagamos. Non é que somos, ante todo, nais? A nai parece ser, pois, a única esencia inmutable e inalienable das mulleres; así recoñecido polos sectores máis reaccionarios do espectro político e tamén por ese feminismo antifeminista ao que nos vimos referindo. Non obstante: se todas somos, sobre calquera cousa, nais, entón desaparecen os criterios propios, individuais ou intersubxectivos, como por exemplo, de clase, e aparece unha xeneralidade do feminino que enlazaría directamente coa negación que o patriarcado fai da individual capacidade decisoria das mulleres. Entregada, abnegada, incondicional cumpridora dos intereses da súa prole. Aquela cuxo propio benestar se converte en tabú porque unha nai pode ser algunhas cousas, agás egoísta. E unha muller, unha muller pode tamén ser algunhas cousas agás egoísta, ambiciosa ou independente?

A pregunta convida máis ben a responder que non ou que con dificultades e, ao mesmo tempo, o vínculo entre o que unha muller pode ser e o que é

unha nai faise tan estreito que poidan confluír no mesmo concepto. Incluso por negación: nin unha muller nin unha nai son persoas, é dicir, persoas independentes, é dicir, persoas. Por iso, defendemos, con Gimeno: a loita polo dereito a renunciar voluntariamente á maternidade non debería interpretarse dende ningún dos feminismos como unha derrota ou unha perda do « ser muller » porque, por riba de calquera consideración, o que ten marcado séculos de loita feminista é o dereito das mulleres a decidir sobre as súas propias vidas e sobre os seus propios corpos, maternidades incluídas.

Aí reside, pois, ao meu ver, a cuestión que atravesa calquera forma de antifeminismo expresado sobre a produción artística como sobre a produción ensaística das mulleres: a vontade última de intervir no dereito a decidir das mulleres sobre nos mesmas, sobre as nosas propias vidas, non só sobre os nosos corpos, tamén sobre o que pensamos, tamén sobre o que producimos; sexualizándonos, infantilizándonos ou colocándonos en calquera forma de subalternidade.

E, por suposto, o antifeminismo está na vontade de intervir sobre a nosa imaxe, constantemente reflectida a través dun espello que non nos pertence. Ata que punto, entón, nos pertence xa a nosa propia imaxe.

Cal é ou debería ser o papel das creadoras que pretendan a emancipación das mulleres? Máis alá dunha escoita activa dos altofalantes do patriarcado, da información nunha prensa cada vez máis parcial dun sistema cada vez máis autoritario, máis alá da escoita activa de toda superestrutura, o noso papel comeza por deixar de sentenciarnos unhas a outras cal debe ser o noso papel ou aplicarmos pola vía dos feitos consumados o noso dereito a decidir.

BIBLIOGRAFÍA

Bedía Cobo, Rosa. La prostitución en el corazón del capitalismo. Libros de la catarata: Madrid, 2017. Cabral, Blanca Elisa. Sexo, poder y género: un juego con las cartas marcadas.

Fundación Editorial El perro y la rana: Venezuela, 2009. de Beauvoir, Simone. Le deuxième sexe. Gallimard: París, 1949. Gimeno, Beatriz. La lactancia materna. Política e identidad. Cátedra: Madrid, 2018. Lagarde y De los ríos, Marcela. El feminismo en mi vida: hitos, claves y topías.

Instituto de las Mujeres del Distrito Federal: México, 2012. Consultado en: http://www.mujeresenred.net/IMG/pdf/ElFeminismoenmiVida.pdf

Contrahexemonías desde o eu

SABELA FRAGA COSTA Doutoranda en Belas Artes pola Universidade de Vigo

Despois de ter reflexionado sobre os conceptos propostos polo Espazo Cubo « imaxe, xénero e ollada » , neste texto trázanse as liñas principais que vertebrarán a conversa posterior. Se temos como obxectivo a exploración dunhas liñas de acción no campo da imaxe –en concreto desde o autorretrato– que desarticulen a dominación masculina, é fundamental poñer atención nos aspectos non visuais das imaxes e nas transformacións das maneiras de ollar. O estudo do visual non se pode reducir a un mero acto perceptivo. Cómpre apostar por unha exploración das relacións do visual coa linguaxe, das imaxes co discurso e poñer énfase na dialéctica presenza-ausencia da que toda imaxe se compón. Se nos preguntamos que hai detrás de cada imaxe (quen a transmite, que información contén, a través de que canles se difunde, que relacións de poder a atravesa) poderemos identificar os recursos que se empregan para garantir e manter situacións de privilexio. Por este motivo, nesta conversa falarase da posibilidade da imaxe e da mirada para crear contrahexemonías. Unhas propostas que non só critican, senón que crean unha nova orde introducindo novos valores entre as persoas. A exploración do eu, da subxectividade, a través dos autorretratos feitos por estas artistas xera novas posibilidades que actualizan e ofrecen outras maneiras de ver e ser rachando co réxime patriarcal.

Aínda que falemos de representacións –que non deixan de ser construcións como o xénero– estas teñen unhas consecuencias concretas na vida das mulleres. Por iso, uns dos obxectivos fundamentais para moitas artistas, e se cadra a escolla máis efectiva para bater contra as estruturas do sistema, consiste en dinamitar os modelos útiles para o funcionamento do patriarcado. A fotografía serviu e continúa servindo como unha ferramenta para mostrar aquilo que permanece oculto ou agochado baixo o imaxinario social, producíndose deste xeito unha ruptura coa orde estabelecida. Mediante a resistencia ás imposicións e ao dominio, as creadoras teñen a capacidade de xerar poder e daquela, cambios, transformacións e outras formas de ver a vida e estar no mundo.

Mónica Ortuzar Seis autorretratos Grafito sobre papel

As teorías feministas no campo da imaxe ofrecen unha vía epistemolóxica

que serve de freo á ollada contemplativa 1 –esa que tenta defender uns valores universais e neutros– desconectada das circunstancias sociais da produción e circulación das obras que nos permitiría observar as múltiples desigualdades. Utilizar os feminismos como ferramenta política para analizar as imaxes e deconstruír os marcos normativos que sustentan o imaxinario patriarcal axudou a moitas mulleres a tomar conciencia do problema e reivindicar os seus dereitos. Así, tendo en conta esta perspectiva e analizando os traballos dalgunhas artistas, comprobamos que emerxe o persoal dun xeito político.

Porque como di Badiou “a política é a invención e o exercicio dunha posibilidade concreta absolutamente nova. A política é unha creación do pensamento, unha

actividade que reconfigura os encadramentos sensíbeis desde os que se definen os obxectos comúns. A política racha a evidencia sensíbel da orde “natural” que destina os individuos ou os grupos ás tarefas de comando ou á obediencia, a vida pública ou a vida privada, ao comezar por atribuílos a un ou a outro tipo de espazo, a unha certa maneira de ser, de ver ou de dicir.” 2

Recoñecer a importancia crítica da representación da muller na cultura

patriarcal é comprender tamén a importancia radical que ten a súa análise e subversión 3 . Emerxen, daquela, unhas propostas artísticas en torno a unha

subxectividade disidente que crea novas formas de verse e darse a ver. Co autorretrato dáse unha procura da propia imaxe –identidade– con fins emancipadores despois de séculos construíndonos en base a un modelo feito por e para outros. Para contradicir esa imposición o proceso creativo nútrese moitas veces das experiencias vividas como mulleres, dun saber experiencial. Este termo desenvolto por Zambrano facía referencia a aquelas persoas apegadas a súa realidade máis próxima, radical, en contacto e constante intercambio coas demais. Isto é: a vida. Aquela que durante moito tempo ficou silenciada e que se enuncia agora con determinación a través da fotografía e que deixa ver a falta de correspondencia que existe entre as múltiples e diversas olladas de mulleres co imaxinario patriarcal. Estas obras adquiren unha importancia notábel cando se converten nun acto comunicativo público capaz de interpelar a máis mulleres e abrir unha fenda no coñecido.

1

2 ALIAGA, Juan Vicente. (2007), Orden fálico: androcentrismo y violencia de género en las prácticas artísticas del siglo XX, Madrid: Akal. páx. 15

BADIOU, Alain. (2002), O retorno do mal. Santiago de Compostela: Noitarenga. páx.13

Pilar Alonso Mise en Abyme. Relato interno 280x174. Gouache acrílico y carbón sobre papel.

Tal e como está concibida esta mostra, os autorretrato destas fotógrafas

pódense inserir na estética política 4 da que nos fala Rancière, por ser unha

proposta estética que casa co pensamento dunha nova desorde, dunha maneira incómoda de pensar que racha coas xerarquías de espazos e públicos abríndose a novas formas de ollar(se). Coas liñas feministas que atravesan estes procesos de autorrepresentación ténsanse as subxectividades e vólvese visíbel aquilo que se pretendía oculto ou se suplantaba por unha norma imposta. Se cadra, despois do comentado podemos falar do autorretrato como a eficacia dunha afirmación mais tamén como unha desconexión, dunha suspensión da hexemonía patriarcal desde o eu.

MASSY ZAITER Fotógrafa y escritora

Desde el principio de la historia, todo lo existente en nuestro entorno ha sido generado y controlado mayormente por los hombres. Dentro de ese conjunto está incluido el arte, una parte muy importante que compone la vida desde el inicio del ser humano hasta nuestros días. Y es quizás en una de las áreas donde más se ha dado a ver esa hegemonía que tiene la mirada del hombre sobre el mundo y, en particular, sobre la mujer, opacando su desarrollo y crecimiento en general.

Del otro lado está la mirada femenina, muchas veces silenciada por el patriarcado y sus fetichismos, otras veces por un desprecio machista que ha calado en nuestra sociedad y que últimamente se trabaja a contracorriente para hacerle desaparecer.

Es en este arduo trabajo donde se logra descubrir y analizar los condicionantes socioculturales patriarcales que subrayan ese poderío masculino que divide y aleja a la sociedad, creando desigualdades abismales entre ambos.

No obstante, aunque los hombres hayan sido los principales protagonistas del quehacer artístico, hay que subrayar que, desde hace más de sesenta u ochenta años, la mujer ha demostrado que no se queda detrás y que artísticamente tiene mucho potencial y un sentimiento y emociones que les emana directamente desde dentro.

Dichos desarrollos creativos no han sido valorados cómo se merecen, ya que siempre ha habido una apropiación desde el patriarcado, creando esa mirada de poder de la que tanto se habla hoy en día.

Las mujeres irrumpen dentro del arte, la fotografía y otras muestras de creatividad como una manera de combatir ese adueñamiento que se estacionó como un paradigma desde hace ya tanto que se llegó a manejar como algo normal. Todo tiene su fin. O por lo menos, se sigue trabajando en esa dirección.

Gracias a esos estudios y a la salida de la mujer en búsqueda de su propio norte, tanto a nivel profesional, como artístico o humano, se han ido modificando las costumbres e ideales masculinos que habían determinado a generaciones de mujeres y se ha ido transmitiendo a lo largo de estos años dejando su huella.

Es sumamente importante darle continuidad a estas tareas, que más mujeres se desempeñen profesionalmente, como también de manera artística con el fin de desmontar creencias machistas antiguas y, muchas veces absurdas, y dar así un giro al patriarcado rompiendo las cadenas del pasado, dando paso a un futuro de igualdad y derechos equitativos.

Barba Stammel

Mädchen Técnica mixta

Faces e ollares. Unha visión do autorretrato na arte actual

CARLOS L. BERNÁRDEZ Escritor y comisario

Aínda que a extrema presenza do corpo no arte actual poida facer pensar nunha radical transformación da relación imaxe-corporeidade, o certo é que as autorreprentación hai que situala na tradición do xénero retrato.

A visión do autorretrato no contexto actual non se limitan ao que convencionalmente se considera retrato, senón que alargan o seu interese cara á percepción e a utilización da face na arte contemporánea, sen a limitación que o termo « retrato » podería balizar; de feito son bastantes as obras do noso presente que non podemos considerar estritamente retratos –nin autorretratos–, senón achegamentos ao rostro como campo de expresión ou de investigación formal.

O diálogo de xénero sitúanos, inevitabelmente, no ronsel da tradición, ben longa, por certo, neste caso, en que o autorretrato tiña unha función nitidamente definida, ligada á reafirmación do artista, como « representación » do seu estatus, como « recoñecemento » da posición social á que aspiraba; isto é, vinculada a unha función ligada á relación social do creador, polo tanto « tamén » utilitaria. Este uso, como pasa en xeral co retrato, devagar foi desprazando para o privado, especialmente desde que a burguesía comeza a súa hexemonía como clase social e sobre todo desde a invención e xeneralización da fotografía, a mediados do século xix.

Evidentemente, un achegamento actual ao autorretrato contemporáneo manifesta a enorme mudanza na súa función, que, se por unha banda nos sitúa no ámbito da autonomía da autorepresentación como obxecto artístico, mantén, asemade, o seu sentido, a súa capacidade de comunicación como memoria visíbel dunha persoa concreta, como testemuña da nosa presenza, da pegada na terra dos seres humanos, que é o que nos emociona cando nos situamos perante moitas representacións da face humana ao longo da historia, como nos pode acontecer cos rostros funerarios romano-exipcios de El Fayum; os retratos do mexicano Hermenegildo Bustos –do século xix–; dun autorretrato de Durero ou de Rembrandt, porque en todos eles está a presenza da nosa condición, a tensión entre a caducidade e a memoria, entre a manifestación do efémero e vontade de permanencia.

Na nosa contemporaniedade observamos que domina, como era de esperar, a fotografía e os novos formatos dixitais, e aínda que nos sitúa no plano técnico

na modernidade máis absoluta de soportes e medios, tamén se percibe esa continuidade, a evidencia de que a representación do rostro na arte actual se inscribe no ronsel dunha longa tradición, con sorprendente fidelidade á mesma, como se o canon retratístico renacentista se perpetuase.

É certo que partindo desta tradición podemos asistir a afondamentos, a intensificacións da percepción, que son claramente contemporáneos, e que as olladas son ben diversas e as linguaxes van desde o expresionismo ao conceptual, pasando polas preocupacións sociais e críticas, mais no profundo, as miradas permanecen, como se a face se perpetuase, dotada dunha aura de verdade profunda, por moita distorsión e ironía que lle acrecentemos á representación.

Entre os camiños máis orixinais dalgúns artistas actuais, cómpre citar os que converten a face en lugar de actuación, en auténtico soporte artístico, cunha carga de denuncia que deixa a súa pegada no rostro. Outro posíbel afondamento, ben característico da nosa contemporaneidade é o irónico, en estreita relación coas modificacións que a imaxe reproducida, seriada, provocou na nova cultura de masas.

En definitiva, o que nos ofrece a face visíbel en imaxes é o rostro real ou imaxinario; desexado ou intuído; a carauta do horror e a visión do ideal, pero que na súa materialidade de formas e no seu interior acaban por nos situar nun espazo e nun signo que podemos entender e que no esencial remata por nos amosar, de moi diversas maneiras, os múltiples lados da nosa condición e da nosa existencia.

María Maquieira Sin título, perteneciente a la serie Acuarelas sobre postales Acuarela sobre papel para postales Fabriano

Contranarrativas da feminidade: o autorretrato nas redes sociais

AMARA PÉREZ DAVILA Politóloga especializada en xénero pola Universidade de Barcelona

A publicación de autorretratos dixitais nas redes sociais é unha práctica estendida entre a xuventude e que permite reflexionar como construímos a nosa identidade de xénero a través da imaxe. A autorrepresentación está relacionada coa construción do “eu” e co autodescubrimento, pero tamén co recoñecemento da sociedade: é unha forma de presentarnos ante nós mesmas e ante o mundo.

Este tipo de representacións mediante imaxes non son neutrais nin alleas as dinámicas sociais que organizan o sistema de xénero. A fotografía ten un carácter político en tanto que reproduce certos roles e estereotipos de xénero, polo que tamén pode constituír un soporte de protesta tratando de reverter os mesmos.

Ao longo da historia do arte a muller ten sido obxecto de numerosas representacións por parte do artista varón. Atendendo a análise da linguaxe cinematográfica que realizou Laura Mulvey poderíamos dicir que, no arte, o home ten o “pracer de mirar”, é dicir, ten un rol activo de portador da mirada, mentres que a muller ten un rol pasivo no que se constitúe como o obxecto a ser mirado. Neste sentido, desde o arte, tense proxectado unha figura da muller que reproduce os estereotipos de feminidade de cada época, ao tempo que os artistas teñen proxectado as súas fantasías sobre a figura da muller construíndoa como un obxecto de desexo sexual, é dicir, cosificándoa.

O uso do autorretrato feminino na obra de numerosas mulleres artistas na década dos sesenta e setenta do século xx, foi un modo de reverter o rol tradicional da muller no arte e de denunciar o modelo de feminidade que esta reproducía. Numerosas artistas trataron de deconstruír a idea do corpo feminino como obxecto sexual e buscaron unha identidade alternativa, mostrando o político da condición “muller”. Algúns exemplos son os traballos de Cindy Sherman, Guerrilla Girls ou Orlan, entre outras.

Na actualidade podemos considerar que os autorretratos dixitais –popularmente coñecidos como selfies– que as rapazas comparten nas redes sociais, tamén constitúen unha forma de reivindicación do “eu” e de construción dunha identidade que rompe cos roles asignados. Segundo Elisenda Ardévol e Edgar GómezCruz, investigadoras da UOC, se o tipicamente masculino é o acto de mirar e o tipicamente feminino é o acto de ser mirada, o feito de que a muller se mire a

través do obxectivo, se represente, e o expoña en internet, constitúe unha práctica transformadora en si mesma.

Unha visión crítica da auto-representación, non obstante, apunta a que esta tamén pode reproducir certos estereotipos de xénero. Adoptar certas expresións faciais, poses corporais, ou certos ángulos de cámara para que a imaxe reflicta un corpo mellor adaptado ao canon de beleza ou sexualizar o noso propio corpo, parece alonxarse da contestación dunha identidade feminina normativa.

En redes sociais nas que o grado de recoñecemento e aceptación social mídese en forma de likes resulta lóxico pensar que parte das auto-representacións pasan por adaptarnos aos cánones dominantes claramente influídos polo xénero. Non obstante, se só nos centramos nisto, caemos no risco de menosprezar a capacidade do autorretrato nas redes para xerar novas representacións do xénero.

En plataformas como Instagram atopamos toda unha contra-narrativa da feminidade: atopamos mulleres que mostran o seu vello corporal, atopamos mulleres que mostran bragas manchadas de menstruación, atopamos mulleres que mostran a súa nudez a pesares de non cumprir co canon establecido. Tamén atopamos poses corporais imposibles e beizos en forma de morriños para sinalar o ridículo das formas nas que se nos representa as mulleres en moitos medios. Atopamos, ademáis, todo un movemento de mulleres que protestan contra a censura do pezón feminino nesta rede e que pon de manifesto a mirada sexualizadora de quen observa.

Imaxes públicas, en definitiva, que constitúen un repertorio variado e invisibilizado de formas de ser muller ao tempo que sinalan que o importante non e só o que mostramos na imaxe, senón como está construía a nosa mirada nesta sociedade.

María Maquieira Sin título, perteneciente a la serie Acuarelas sobre postales Acuarela sobre papel para postales Fabriano

This article is from: