Desencuentros en la fábrica de clonar

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Desencuentros en la fábrica de clonar

Deborah Antón 3er premio en el I Certamen Ceremonial de Julio César Navarro (enero de 2012)



I

Nos ponemos el traje y salimos al mundo: el traje de personas, el mundo y sus oficios, las colas de ultratumba. Un lugar nauseabundo. Se apiñan magdalenas, el sudor, edificios,

asfalto canadiense, naturaleza oculta. El mundo que se afana, se esfuerza por llover. La voluntad urbana, esa cruz insepulta, la timidez vacía, vasos sucios de ayer.

La vida es como un traje: si no nos viene enorme tememos que lo manchen, que nos rasguen la espalda. Nos lo llevamos puesto, nadie queda conforme. No importa qué se espera. Siempre en la misma balda

dos opciones compiten por un sueño dorado: un viaje de primera al paraíso robado.


II

Me levanto cansada de antemano. Los sueños no me dejan ser yo misma. Me vuelven soledad, una marisma de noches sin reposo. Es inhumano

el cambio de estaciones. Muy kafkiano. En un abril de sueños sin carisma me pueden provocar un aneurisma, un final predecible, chabacano.

Ninguna red social me satisface, meto boleros en mi emepetrés, salgo para buscar otra aventura

viajando suspendida sin arnés. Que sea para mí otro desenlace, digno de nuestro amor y tanta altura.


III

Tu imagen se me viene como bailando un tango, como una fiesta seria a la que alegre acudo. Te quiero entre las flores, niñería de rango mayor que mi soltura (que mi pavor, lo dudo).

Me tienes desde el hola, como en las pelis malas; me tienes caminando, y el entrecejo hundido; me tienes vigilando el jardín que acorralas, pensando si arrancarte o dejarte crecido.

Te cambio por un picnic o por un cuba libre, te invento por las tardes, cuando el frío es violento; te llevo en el bolsillo y en distinto calibre. Te informo de lo nuestro. De lo mío. Te cuento

que puedo conformarme, y lo verás, mi vida, con querer a tu copia, a tu imagen fingida.


IV

Tus copias me saludan. Se entrega sin secretos, animosas, ahorrรกndome palabras pretenciosas.

Me besan en la boca. Son elocuentes, firmes en el mando. Me sorprenden bailando, volviendo hacia mis pasos como loca.

Lo nuestro es indecente: tus copias me saludan y, en noches como estas, me desnudan.


V

si pudiera clonarte de nada servirĂ­an los espejos la brĂşjula el reloj los catalejos

si pudiera adquirirte agotarĂ­a yo las existencias haciendo reverencias roturas del stock sin compartirte

no puedo conseguirte si pudiera clonarte podrĂ­a por lo menos consumarte


VI

tus besos me parecen un túnel de lavado donde quiero perderme para toda la vida me edulcoran la siesta y con ellos me evado recolectando gotas de tan frutal bebida

tus besos son genuinos como el crío de un lloro y van por mi camisa rodando a todas partes en círculos de noche camino y los imploro y me pregunto a veces qué dominios qué artes

qué preciadas maneras si está el mundo bien hecho bajo qué arquitectura diseñaste el oficio decidiste medidas propusiste al acecho perfeccionar destrezas para mi beneficio

los besos de tus labios ardiendo por la fiebre matadme por favor cuando no los celebre


VII

después de un junio perro después de tantos suelos inundados después de este maligno vivir para los otros de esta certeza que me viene grande

después de haber andado sin rumbo en blanco y negro por el puente después de haber querido beberme los espejos y otra botella con las gafas rotas

después de tu sigilo de no saber por dónde llega el agua de no llevar las llaves después de la tormenta después de no tener para tabaco

después de tanta luz me llegas como cartas de un asilo te entierro entre noticias después para acabarte te bailo las señales y el aceite


te bailo toda oscura con pasos de gigante y de jirafa y te llevo la mano por donde va la mĂ­a te acabo para no verte sin mĂ­


Final

La tierra te ha engullido y no me deja morderte. La vida es ese ardid que no sale en presencia de los otros, que estorban. Sin poder esconderte, te das a la bebida, a la leve consciencia

sobrada del alcohol. Jugando con la vida, la muerte es ese solo tranquilo de piano que llega con el tiempo, con la selecta herida, la inclinaciĂłn callada, silente del profano.

Si no te necesito, si me basto con poco, si puedo combatirte los encantos frutales con pĂĄginas y pĂĄginas. Si porque no te toco me vienen a la mente deseos criminales.

La tierra te ha engullido. Yo te espero en la esquina fumando un cigarrillo. EncuĂŠntrame o camina.



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